Para los que se han sentido ahogados en algún momento de su vida, cuando han sentido esa falta de aire que quema en el interior.
A los que han suplicado para que la situación sea diferente, con la esperanza de que algún dios los escuche.
Y los que han tenido el deseo de olvidar, de ya no sentir dolor y dejar atrás lo que les hace daño.
No tenemos el poder de desaparecer ese dolor, pero si para cambiarlo...