A fuego lento ©

By Nickywalls_

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Chloe tiene un sueño: que su banda de rock y su música resuenen en los corazones de todo el mundo. Componer... More

Nota de la autora (¡¡¡leer!!!)
Este libro
Dedicatoria
Playlist
Prólogo
01 | A fuego lento
02 | Fueguito
03 | Volver a casa
04 | Lovely
05 | Puto Ryan
06 | La vida real
07 | Tú eres el amor de mi vida
08 | Burbujitas
09 | No todo es culpa tuya
10 | Machirulo promedio
11 | Ardiendo
12 | Eres puro fuego
13 | La tercera guerra mundial
14 | ¿Para qué he sido hecha?
15 | ¿Premio o castigo?
16 | Sexópata
17 | Siempre está
18 | Chúpate esa
19 | Paradise
20 | Valentino
21 | Enorme y mucho más
22 | Qué fastidio
23 | Los pies en la tierra
24 | Karma
25 | Madrid
26 | Te lo juro por mi vida
27 | Como la protagonista de una novela
28 | Ahora o nunca
29 | Dale tiempo al tiempo
30 | Ni un puto pelo
31 | Intentarlo una vez más
32 | Mucho más especial
33 | El Yin y el Yang
34 | Cosas de novios
36 | De nuevo y para siempre
37 | Una mano a tiempo
38 | Justicia
39 | Volverá
40 | Roma
41 | Lo que siento cuando estoy contigo
42 | Amour
43 | Por encima de todo
44 | Tú eres la razón más especial
45 | Mucho, enorme e inexplicable
46 | Iluminando la capital
47 |Support rock, fuck a rockstar
EPÍLOGO | Las cosas bien hechas
Agradecimientos
CANCIÓN: Destino Inevitable
CANCIÓN: 4 Rosas
CANCIÓN: Sintiendo por ti
Aesthetic del libro + entrada concierto
Extra 1 | Siempre ha estado
Extra 2 | She said, "Fuck me like I'm famous" I said, "Okay"
Extra 3 | Estrella
Extra 4 | La princesa de papá
Extra 5 | StarFire (Ha nacido una estrella)
¡¡¡Mi nueva novela!!!

35 | Amor

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By Nickywalls_

Chloe

«AMOR»




Me muerdo la uña del dedo pulgar con nerviosismo, mientras escucho al locutor de radio hablar, hablar y hablar.

Según nuestro representante, la discográfica ha enviado una de nuestras canciones a una emisora para que suene por primera vez en la radio.

Y eso es demasiado fuerte...

Nuestra canción... en la radio...

—Y ahora damos paso a una banda de Rock que está conquistando a todo un país. Su primer disco cada vez es más una realidad, y saldrá del horno después de Navidad para calentarnos el corazón un poquito más. Ellos son un grupo que indirectamente y sin quererlo nos han demostrado una vez más que la música cuenta historias... Desde nuestra emisora le mandamos un fuerte abrazo a su cantante: Chloe. No eran formas de hacernos entender tu música, aunque ahora podamos apreciar el simbolismo de tus palabras en cada estrofa. Ellos son A Fuego Lento, y esto —mete la pista de nuestra canción, haciendo que suenen las primeras notas—: 4 Rosas.

Nuestra canción comienza a sonar, y yo siento un cóctel de sentimientos en el estómago. Mucha felicidad, pero mucha melancolía, por alguna razón.

Aquella niña que escribió esta canción, que a cada rosa le otorgó un miembro de su familia y que explicó cómo se marchitaron poco a poco, no es consciente de que casi tres años después, está cumpliendo su sueño de escuchar su canción sonando en la radio.

Aquella niña no se hace una idea de que sí que iba a ser capaz de contarle al mundo todo aquello que desprendió en una canción de tres minutos y doce segundos. Que no sabía que sí que iba a poder. Que ha podido vencer muchos miedos, y que ha luchado por conseguir sus sueños...

Que todo ha merecido la pena.

Y que sigue mereciéndola...

—¡Chloe, tía, tú canción, tú canción, tú canción! —me grita Laia, mientras que desde el asiento trasero del coche de Ryan me zarandea los hombros.

Miro a Ryan con los ojos llenos de lágrimas. Está sentado en el asiento del piloto, mirándome con una sonrisa tierna, y con un brillo en los ojos que creo que podría ser orgullo.

Todo lo que he sangrado en esa canción, ha merecido la pena.

Lo mucho que he aprendido al escribirla, ha sido necesario.

Lo mucho que he liberado cantándola, ha sido sanador.

Escribir canciones es mi manera de subir escalones y de cerrar heridas.

Quiero escribir toda mi vida.

Quiero que la gente entienda lo que escribo.

Nada tendría sentido sin razones que justifiquen nuestras acciones.

Yo tengo muchas razones por las que escribo lo que escribo.

Quizás haya gente que las necesita para saber por qué siente lo que siente...

Cuando la canción termina, nos ponemos a gritar como críos y a hacer el subnormal en el coche.

Y después de aquel arrebato de adrenalina y felicidad, terminamos los tres en la cabina de tatuajes de Ryan.

El nombre de la banda termina grabado en nuestras pieles para siempre.

Laia se lo hace en la nuca.

Ryan en su muñeca.

Y yo entre mis pechos. Muy cerca del corazón.

—Quiero hacerme dos más —le informo a Ryan, cuando estamos a solas.

—¿Dos tatuajes más? —pregunta, mientras se quita los guantes de látex que acaba de utilizar para tatuarme.

—Sí.

—¿Qué quieres tatuarte? —Lo pregunta sin quitarme los ojos de encima.

Suelta. La palabra suelta. Un filósofo contemporáneo me la dijo hace una semana o así, y tras haberlo meditado un poco, creo que tiene razón. Me viene bien soltar a la vida de vez en cuando —hablo con ironía cuando hablo sobre él. Ryan se ríe mientras niega con la cabeza—. Ah, y también quiero tatuarme una carita feliz. —Le sonrío enseñándole todos mis dientes.

Se muerde las mejillas por dentro, para no reírse descaradamente.

—¿Y dónde los quieres, morena?

Me siento en uno de los taburetes, y como llevo un vaquero de tiro bajo, la parte baja de mi espalda queda completamente al descubierto.

Hasta se me ven las tiras de la ropa interior.

Le señalo con el dedo el hueco entre los dos hoyuelos que me salen en la espalda a la altura de las caderas cada vez que la arqueo.

—Aquí uno.

Ryan me repasa con la mirada lentamente, y se aclara la garganta antes de volver a prestarme atención a mí, y no a mi cuerpo en aquella postra.

—Y el de la carita feliz... No sé, ya veré. Primero hazme este. —Me señalo la espalda.

—Sabes que si te lo haces ahí, el día de mañana lo más seguro es que no te puedan poner la epidural si la quieres o la necesitas, ¿no? —informa, mientras que se acerca a la mesa auxiliar para coger otro par de guantes limpios.

—Problemas de Chloe del futuro. —Me encojo de hombros.

—Chloe, piénsatelo cinco minutos, anda —me pide.

—Vale. —Hago como que pienso, mientras miro al techo durante unos segundos—. Ya está. Me lo he pensado, y sigo con la misma respuesta. Házmelo.

Ryan me reta con la mirada, pero como ve que no voy a cambiar de opinión y que no me va a convencer de nada, levanta las manos en forma rendición y se pone manos a la obra con el tema de la tinta, las agujas y todo eso.

Yo me muevo en el taburete de ruedas hasta que quedo enfrente de la camilla para así poder arquear mejor la espalda, y tener donde agarrarme cuando me canse.

—¿Qué tipología quieres? —pregunta, sentándose detrás de mí para desinfectar la zona.

Se me eriza la piel al notar sus manos tocándome.

—La tuya.

Me mira a través del espejo.

—¿Quieres que lo haga sin diseño ni nada?

Asiento.

—Exacto. No me importa si queda mal.

—¿Y quieres mi letra? —pregunta, para asegurarse de que me ha entendido.

—Sip. La filosofía junto con su filósofo —digo, vacilona.

Ryan, en respuesta, me pellizca la cadera, y yo pego un pequeño salto por la sorpresa.

—Deja de burlarte, Molina —dice, falsamente serio.

—No me burlo, Nguyen —le rebato, con una sonrisa divertida.

Ryan pone su mano en mi espalda alta y me hace agacharme un poco más, para luego pedirme que la arquee todo lo que pueda.

Me levanta la camiseta y la engancha con el sujetador. Luego coge la máquina y la acerca a la zona donde le he pedido el tatuaje.

—Te va a doler un poco en esta zona. Intenta no moverte.

—Vale.

En cuento me roza por primera vez, me muevo.

Es que no me lo esperaba.

—Lo siento —me disculpo.

Me pasa el dorso de los dedos por la columna para relajarme y, esta vez, antes de comenzar a tatuar mi piel, me avisa de que lo va a hacer.

Duele. Sí que duele, pero no tarda más de diez minutos.

Me deja un beso en medio de la espalda antes de separarse de mí al terminar su trabajo en esa zona.

—¿Dónde quieres la carita feliz? —pregunta, cambiando la aguja.

Le enseño el lateral de mi dedo corazón de la mano izquierda.

Me mira por encima de las pestañas.

—No te creas que porque sea pequeño, no te va a doler... Los dedos duelen mucho, Chloe.

Me levanto del taburete y me acerco al espejo para ver cómo me ha quedado el tatuaje de la espalda.

Búa. Me encanta. Es muy sexy.

—Y luego la pesimista soy yo —digo, de vuelta a donde está él sentado—. A ver si vamos a tener que cambiar los elementos del Yin y el yang, amor.

Me pongo roja como un tomate cuando soy consciente de cómo le he llamado sin darme cuenta.

Antes de que pueda decir nada, (y gracias a Dios), porque iba a empezar a balbucear como un bebé, Ryan me agarra de una de las hebillas del pantalón, por donde se mete el cinturón, y hace que me siente en sus piernas.

—¿Cómo me has llamado? —pregunta, mirándome a los ojos. Tiene las pupilas completamente dilatadas. El problema en mi cara solo empeora por momentos.

Me intento levantar de sus piernas porque va a torturarme.

No lo consigo, porque me atrapa con su brazo.

—Déjame, Ryan.

—No hasta que me lo digas —dice, con una sonrisa divertida.

Me miro la espalda sobre mi hombro como puedo.

—Cuidado con mi tatuaje —le advierto, cuando veo que tiene su brazo muy cerca de el.

—No me cambies de tema.

Chisto con fastidio.

—Lo has escuchado perfectamente —digo como queja.

—Quiero que me lo digas otra vez.

—¿Qué pasa? ¿Te ha gustado o qué? —le pregunto, con ironía y un tono burlón.

Asiente completamente serio.

—Mucho. Me ha gustado mucho. Por eso quiero que me lo digas otra vez —habla sereno. Tanto, que hasta me lo creo.

Pongo los ojos en blanco, e inclino la cabeza hacia atrás un segundo antes de hablar.

—Amor. Te he llamado amor —digo, mirándole a los ojos—. ¿Contento?

Su respuesta es besarme.

Intensamente.



Mientras que espero a que Laia salga del probador, me pongo a ojear un catálogo de disfraces, justo lo que hemos venido a comprar.

Hemos dejado tanto el pedir los disfraces para la fiesta de Halloween por internet, que ya se nos ha hecho imposible poder hacerlo y que nos lleguen a tiempo, porque la fiesta, es mañana...

Mañana.

Y aquí seguimos. A menos de diez minutos de que la tienda cierre, y mi mejor amiga sigue sin ser capaz de decidir si el disfraz de bruja o el de enfermera asesina, le hace más sexy.

¿En qué momento nos hemos empezado a preocupar por ir más sexis, que ir dando miedo?

Es para reflexionar.

Paro de pasar páginas cuando veo un disfraz en concreto. El de un ángel. Igualito al que yo utilicé en la última fiesta de Halloween a la que fui...

Se me encoge el estómago al recordar aquella noche de nuevo...

¿Dónde estará Diego? ¿Seguirá en Gandía o se habrá ido de una vez? ¿Y si me le vuelvo a encontrar? ¿Qué narices me quiso decir con lo que me dijo la última vez? ¿Habrá sido él el de los mensajes? ¿Querrá meterme miedo? ¿Por qué no me deja en paz?

Pego un respingo y la revista se me cae de las manos cuando la cortina del probador se abre de tirón.

Joder, qué susto.

—A ver tía, yo ya no puedo más. Decide tú. Pero dime lo que quiero escuchar.

Qué lógica es mi mejor amiga.

—El de enfermera te va grande.

Laia me pone mala cara.

—Eso no es lo que quiero escuchar, bombón de chocolate.

Suelto aire, cansada.

—Laia, van a cerrar en diez minutos, y te advierto que yo no me quedo aquí cuando apaguen las luces con toda esta decoración asquerosa. —Señalo las figuras terroríficas y las arañas colgantes.

—¡Pues ayúdame! —Se cruza de brazos y frunce los labios.

Me levanto del sillón de espera (un detalle muy bonito por parte de la tienda), y me acerco a la salida.

—Voy a preguntar si les queda alguna talla menos en el almacén por... doceava vez. Ahora vengo —le aviso.

—¡Te camelo, caramelo!

Cuando salgo de los probadores, me doy cuenta de que estamos solas.

No nos han echado todavía a patadas, pues porque Dios ha decidido que hoy no quiere mucho.

Cuando llego al mostrador, no veo a nadie tras el, así que busco con la mirada por toda la tienda.

Es enorme. Tiene mil pasillos, con mil temáticas, para mil edades y mil gustos. Parece un laberinto. Si no encuentras tu disfraz aquí, date por perdido.

Ya es que ni siquiera hay música por los altavoces. ¿Y si se han olvidado de nosotras de verdad?

—¿Hola? —pregunto, mientras que doy vueltas sobre mí misma para ver si veo al chico que estaba antes.

Nadie contesta.

Que me cago encima, eh.

Camino por uno de los pasillos para acercarme a las escaleras que dan al segundo piso donde solo hay decoración para, simplemente, asomarme y ver si el chico encuentra allí arriba, pero al lado del primer escalón, hay una estatua enorme enmascarada, y yo las máscaras las llevo muy mal...

El supuesto maniquí va completamente vestido, así que verle la piel o los pies para saber si es una persona de verdad o no, es complicado.

Soy tan emparanoiada, que estoy segura de que si subo un escalón, la estatua se mueve.

He visto muchas pelis que empiezan como esta. Dos chicas, solas, en una tienda de disfraces, en la víspera de Halloween, a las diez y media de la noche...

El encargado de pronto ha desaparecido, y hay una estatua con características muy sospechosas al lado de unas escaleras...

No, va a ser que Laia se queda sin saber si hay una talla menos.

—Mata a otra, guapo. Yo no pico —le digo al maniquí, antes de darme media vuelta para volver por donde he venido.

Pero, al hacerlo, choco contra algo que antes no estaba. Algo duro y fuerte.

"Ha llegado mi hora".

Eso es lo primero que pienso.

—¿Por qué hablas con el maniquí?

Me llevo la mano al pecho por el susto, pero me relajo en cuanto veo que quien está delante de mí y con quien me he chocado, es el chico que trabaja en la tienda.

Me ha pillado hablando con un maniquí.

Increíblemente patético.

—Esto... yo... —Miro al maniquí por encima de mi hombro. Sigue en la misma postura que antes, obviamente—. Nada, para asegurarme que era de mentira. Te estaba buscando —cambio de tema rápidamente.

Se le abren los ojos bastante.

—¿A mí? —pregunta... ¿Ilusionado?

—Sí... Quería preguntarte si tenéis una talla menos del disfraz de enfermera diabólica o asesina, no sé qué es.

Se le relajan las expresiones y se le caen los hombros.

—Oh... Claro. —Carraspea—. Claro, los disfraces. Esto... —Se arrasca la nuca—, déjame comprobarlo. Ven conmigo.

—Vale.

Le sigo por los pasillos hasta que llegamos al mostrador. Él se mete detrás, y yo me quedo enfrente, al otro lado. Comienza a buscar en el ordenador, y tras un par de segundos, me mira y niega con la cabeza.

—No nos queda, pero es probable que mañana por la mañana nos lleguen reservas... Podría avisarte, y que tú o tu amiga os paséis por aquí a por el.

Asiento con la cabeza.

—Vale, me parece bien.

Me sonríe y se agacha rápidamente para sacar de algún cajón una libreta y un boli.

—¿Me dejas tu número?

—Sí. Es 664... —Me quedo callada un momento. ¿Se lo debería dar?

—Tenemos una ley de protección de datos de nuestros clientes, puedes estar tranquila —dice, creo que al notar que me da miedo dejar mi número de teléfono a un desconocido. La cosa es que él verdaderamente no sabe por qué me da miedo.

Asiento con la cabeza.

De aquí no puede salir.

Se lo termino por dar, y luego vuelvo con Laia.

Por si acaso no consigue el disfraz de enfermera en una talla menos, se lleva el de bruja.

Yo me llevo uno de monja...

Me voy a su apartamento, cenamos juntas, y cuando me meto en mi cama, algo raro no me permite conciliar el sueño hasta casi las cuatro de la mañana.

Puede que sea por la mezcla de emociones acumuladas.

El hecho de que en dos semanas me voy a Roma a grabar videoclips, que siento que echo de menos a Ryan en la cama, que hay luna llena, o que algo de mi subconsciente sabe cosas que yo no...

No es la primera vez que eso me pasa.

Creo que tengo la capacidad de intuir que una bomba va a estallar antes de que lo haga...

O, quizás, simplemente, es que me gusta ser dramática de vez en cuando...

Aunque...

¿Por qué en las fiestas es dónde todo explota siempre?

¿Y por qué todo tuvo que estallar en una misma noche?




✮ ✮ ✮ ✮ ✮ ✮ ✮ ✮ ✮ ✮ ✮ ✮

¡¡¡Holaaa!!! ¿Qué tal? Lo primero de todo: mil gracias por las 10.000 lecturas. Esto es un sueño que espero siga haciéndose realidad 🥹.
Sé que prometí tres capítulos hoy, pero entre que el anterior es larguísimo, y que vuelvo a tener el tiempo reducido, se me ha hecho un poco complicado tener la siguiente parte también para hoy.
Además, es un capítulo muy importante en la trama, y quiero sacarle el máximo brillo posible. (Os dejo un poco con la intriga jeje).
Intentaré actualizar con la máxima frecuencia que pueda.
Gracias por seguir leyendo. 🫶🏼🫶🏼🫶🏼
¿Me regalas un VOTO antes de irte? ¡¡¡Gracias!!!
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~Nicky Walls ◡̈
XOXO ᥫ᭡
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