La calidez que le brindaba Katsuki era algo que su cuerpo estaba amoldado desde hace bastante y ahora entendía porque cuando lo salvó en el lago congelado tuvo esa extraña recidiva al secarse juntos.
Restregó gustoso su mejilla contra el torso ajeno de tenerlo para sí por fin, había valido la pena esperar tanto por él.
El comentario en respuesta de que por fin estarían juntos sin problemas le provocó asentir, no obstante, se descolocó su mandíbula al escuchar lo de si quería podían empezar a intentar tener tantos hijos como fuera posible. Dio una carcajada con nerviosismo.
―Si acabo de tomar el té supresor hace unas horas... ―balbuceó con vergüenza.
Puede que él haya dado un genuino comentario inicial al respecto, pero tampoco esperaba esa respuesta inmediata, le hizo un cosquilleo por la espalda sintiendo las caricias de las grandes manos.
Las feromonas de Katsuki ampliaron dándole un entorno satisfactorio y grato, pero lo mejor de todo fue escucharle corresponder a su confesión, diciéndole que también lo amaba, Izuku sentía que su pecho explotaría por la felicidad.
―No me cansaré de oírte, repítelo las veces que sean necesarias de hoy en adelante ―condujo con parsimonia.
Envolvió entre las mantas y los brazos del alfa para poder dormir, sin limitaciones ni evasiones iniciales, estuvieron tan cerca como el cuerpo mismo se permitía, el ambiente nocturno era precioso con el tenue sonido de las gotas golpear el techo. Pudo conciliar el sueño al momento en que su nuca era acariciada con cariño.
Por primera vez en mucho tiempo no recordaba si había soñado, ya fuese un bonito sueño o una pesadilla, la mente estaba en blanco de memorias, tal vez encontrar a su amado fue el cierre temporal para eso.
A la mañana siguiente fue despertado con un disperso llamado insistente que le provocó abrir los ojos lentamente encontrándose con el alfa encima de él, sonrió somnoliento.
―¿Esta es la manera en que siempre abriré los ojos? ―Siseó algo divertido de tener una situación parecida horas atrás siendo acorralado contra el colchón. ―No me molestaría. Buenos días, Kacchan.
Extendió los brazos para intentar estirarse, aunque desistió y rodeó a Katsuki en la espalda una vez que inclinó para besarlo. Fue furtivo y rodeado de cariño, todo indicaba que el alfa no dejaría pasar ningún momento luego de saber que Izuku era la persona que estuvo buscando.
El omega se dejó llevar en esa ronda de besos y caricias refugiado en el calor de la cama, arrastrando las manos por los fornidos brazos del mayor dándoles un ligero apretón ansioso.
Gemidos ahogados conjugando ese beso era lo que podía manifestar, separaron por unos momentos con una sonrisa aterciopelada, resopló cálido con insistencia de volver a tomar sus labios de no ser por un abrupto ruido que les interrumpió ese ambiente.
Levantó un poco la cabeza para asomar entre ellos con cierto aturdimiento, había espabilado completamente luego de ese candente beso y el rugido de un estómago.
Dirigió a ver a Katsuki con una sonrisa resignada, le parecía bastante adorable verlo avergonzado, así que no pudo evitar ser evidente con la felicidad que le provocaba ese cuadro, los ojos le brillaron con ternura, pero poco a poco comenzó a sentir pena por recopilar lo que fue interrumpido.
―Está bien, sé que te debe dar apetito por levantarte temprano todo el tiempo también ―musitó con un gesto agradable acariciándole una mejilla ―pero no se te olvide que ahora mismo estamos de luna de miel, debes descansar y comer mucho.
Sintió sus cabellos alborotar por la mano de Katsuki y rio entre dientes, le observó levantarse y ponerse más ropas abrigadoras para salir, Izuku se quedó unos minutos más acostado mirando con una boba sonrisa al alfa. Todavía no procesaba el que por fin encontró a su amado de la vida pasada, esa persona que estaba ahí poniéndose las botas y adelantarse en salir.
Recordó cuando Katsuki le insistió en que no debería derramar lágrimas por alguien como él, su sonrisa desapareció inseguro de ello, aunque esa idea erradicó ya que hoy más que nunca tenía todo el derecho de importarle ese alfa que era su esposo y ahora con la gran etiqueta de que ser la persona que esperó desde siempre.
Tomó asiento en la cama y arrastró hasta la orilla para alcanzar al rubio, así que empezó a vestirse con el grueso abrigo y el calzado. Miró el collar de cuero desgastado en la mesita conjunta por lo que lo tomó en manos pensativo.
"No vuelvas a ocultar tu marca, muestrala con orgullo".
El comentario de Katsuki anoche se presentó en su cabeza, negó la cabeza con una sonrisa bajo resignación y lo volvió a dejar en su lugar, llevaría el cuello descubierto por fin luego de tantos años. Tanteó la piel expuesta dibujando el contorno de la marca como la recordaba, amplia de un lado hasta hacerse más delgada sin alcanzar a rodearle como media luna.
―Para él... luce hermosa... ―sonrió bonachón de ese elogio, el primero y único que había tenido para ello.
Salió de la alcoba bajando los escalones para dirigirse a la cocina, se encontró con Katsuki tomando la iniciativa en cocinar. El silencio entre ellos ya no era incómodo como lo fue días previos, se consolidaba con una armonía que ocasionalmente era interrumpida por las emboscadas del alfa para abrazarlo desde puntos ciegos con besos consecutivos.
A como lo conoció nunca esperó que fuese tan cariñoso, se sentía con el bondadoso privilegio de ver esa parte tan escondida en el carácter del alfa, que estuviesen solos era un plus para eso.
Volver a conocerlo como ese atractivo hombre de sus sueños, protector y cariñoso, le resultaba gracioso que antes percibía a Katsuki sin ninguna característica así y ahora era todo lo contrario, un alfa oportunista en estrujarlo con cariño en sus abrazos, olerlo y besarlo gustoso, para Izuku no había traba para detenerlo.
Las cosas en su vida pasada no eran nítidas del todo, pero si tenía conocimiento más o menos de lo que sucedió, ambos eran de aldeas o en ese caso reinos diferentes que rivalizaron en alguna guerra. Katsuki era un rey y en su caso un heredero o príncipe por los regaños que más de una ocasión tuvo. Un hechicero longevo los ayudó en poder renacer con otra oportunidad de tener una vida más feliz y la acatarían con gusto.
El entorno era distinto, de bonitas planicies verdes ahora oscilaban entre montañas con manto nevado, por lo menos ya no era eran enemigos, solo existía un pequeño detalle, sí eran de aldeas diferentes e Izuku portaba una etiqueta difícil de retirar, siendo el tributo para alimentar la arrogancia del Dios que protegía supuestamente su aldea y otras colindantes.
A veces se preguntaba como la estaba pasando Velka, si realmente cayó en miseria al no entregar su tributo correspondiente, esperaba que su madre estuviera bien, tenía tantas ganas de contarle todo lo que había pasado.
Comenzó a hacer cartas para apaciguar un poco esa frustración, cartas que poco a poco se fueron convirtiendo un diario de todo lo que había transcurrido desde que fue elegido como el sacrificio y su vida cambió, sabía que nunca llegarían a Inko pero era lo que podía hacer en ese momento. Describía al pie de la letra cual fue su primera impresión con el alfa que lo comprometieron y como fue tomándole cariño hasta saber que era la persona que todo el tiempo esperó.
Aprovechaba para darle un poco de mantenimiento a ese bonito campos de flores cerca de la cabaña, removía la nieve de las plantas y las aseguraba a la curiosa fértil tierra con esa luz centellante a su tacto que le provocaba un gesto risueño de saber el motivo.
Era difícil asumir que ya había pasado más de una semana desde que llegaron a ese místico lugar, la última noche el cielo estaba despejado pudiendo observar las estrellas y la preciosa estela de auroras boreales revoloteando al horizonte.
Izuku se sentía ensueño y así era, situaciones con deja vu de momentos pasados le daban una sensación extraña en el pecho que le relajaba. Escuchó a Katsuki preguntarle si recordaba los paseos en un dragón e Izuku inclinó para recargarse con el mayor atrás.
―Por supuesto que lo hago, por más felices o tristes que fueran todos esos paseos se preservan en mi mente, porque tú estás presente en ellos.
Mencionó ante un último paseo en ese dragón lastimado que intentaba huir de una horda y disparos incendiarios de catapultas y flechas. El contraste ahora era mínimo, pero montados a Volk todo parecía adecuado. Izuku giró la cabeza para darle un beso a la mejilla del alfa.
A la mañana siguiente desde muy temprano estaban desalojando la cabaña, su luna de miel había terminado, lo cual tuvo el detalle de no derramar ese afecto apasionado que muchos contemplarían. Ambos se denotaban ansiosos y a veces desesperados por continuar con sus arrumacos a otro nivel, pero luego oscilaba la pena, porque sí, ambos lograban ser algo tímidos cuando se trataba de ello a causa de las circunstancias que tuvieron.
Una vez que aseguró dejar todo en orden se puso el gorro y salió de la casa mirando sus paredes, recordando todo lo que vivió, más cosas bonitas que desagradables, aun así había recidivas de lo amargo, como algunos muebles rotos, la ventana cubierta con tela del nivel superior por la emboscada que sufrió del forastero.
Caminó hacia Volk y Katsuki mientras frotaba la comarca de sus ojos con cansancio y algo de melancolía por irse de ese lugar, fue bastante cómodo y oportuno para lograr volver a conocerse.
―Todo está en orden, Kacchan. Aseguré las puertas y sacamos las cosas que trajimos ―dijo con un pequeño morral colgando al hombro.
El alfa le concibió una manzana dorada e Izuku agradeció con una sonrisa y asintió la cabeza dispuesto a darle un bocado. Subió con ayuda al lomo de Volk y observó a Katsuki arrancar un par de flores del suelo para cederlas a su mano, Izuku frenó su mascar con su mejilla inflamada y sonrojó por lo directo que fue.
Pasó el alimento por su garganta y extendió la mano disponible a sujetarlas.
―¿Está bien si llevamos este par? Son flores muy extrañas que emergen en lugar complicados... ―siseó nervioso mirando como brillaban con misticismo en su agarre.
Tal parece y no había nada de malo, así que las guardó con cuidado en el morral que colgó en uno de los laterales de Volk para que no aplastasen con el resto del equipaje.
Katsuki subió rodeándole desde la espalda para tomar el collar del henki y comenzar su camino. Izuku ya había acostumbrado en montar al lobo, siempre y cuando fuera resguardado por los brazos del alfa.
En el camino aprovechó para girarse ocasionalmente y abrazarlo, permitiendo que se reclinara a descansar en su hombro y cuello, así aprovechaba el restregar la mejilla y bañarlo con ese aroma deleitable.
Escuchó la pregunta de si había sido adecuada esa luna de miel con cierta preocupación en el tono del alfa.
―Fue perfecta, por el hecho de que por fin nos reconocimos de nuestro reencuentro ―siseó con gracia dando un beso a su barbilla. ―Entiendo muy bien a que te refieres con el no poder controlarte, pero lo has hecho fantástico.
Incluso desde antes de reconocerse, el hecho de que Katsuki se haya mordido para olvidarse del celo que estaba sufriendo le fue de admirar.
Conversaban trivialidades que provocaron que el trayecto fuese más corto de lo que esperaron.
Kunnarta ya era visible adelante, así que voceó con emoción el avistamiento, sin embargo, conforme se aproximaban empezaba a tensarse. Le llegó a la mente el propósito inicial por el que había sido elegido a pesar de ser un extranjero, ni siquiera estaba seguro de que reacción tendrían luego de algunos gestos desaprobatorios que sufrió en la ceremonia de boda.
La inseguridad dispersó algo al ver cómo fueron gratamente recibidos con gusto, los gritos de bienvenida eran cálidos por lo que Izuku sonrió bajito con la mirada clavada hacia el collar de Volk.
Podía darse cuenta del gesto indiferente de Katsuki, no era nada nuevo para él tener ese trato, después de todo era el líder de la aldea. Fue ayudado a bajar por el alfa y pronto resguardó tras de él por la multitud que les rodeaba bajando el equipaje.
Sentía la corriente gélida que tomó más atención ahora, llevó una mano al cuello inseguro avanzando con un perímetro atrás del alfa.
Le notó parar su andar para mirarle, Izuku hizo un gesto con el brazo para que avanzara.
―Tú sigue, repórtate con quienes tengas que hacerlo, luego te alcanzo ―musitó con una sonrisa insegura, estaba muy tímido con las personas mencionando la feliz pareja de casados de su buen líder alfa y él.
Su mano que apoyaba en el cuello fue tomada sorpresivamente haciéndole respingar, escuchó a Katsuki con la petición de que caminara a su lado con orgullo, por lo que elevó sus cejas ante la seguridad en que se lo decía. Asintió tomando todo el valor que podía y se puso a su nivel con la frente en alto recorriendo las calles de la aldea hacia la casa principal.
―No estoy acostumbrado al público ―susurró con un pequeño rubor en las mejillas― y no dejan de mirarnos.
Por breve instante sus ojos bajaron al piso, pero inmediato volvió a subirlos y girar con Katsuki para pretender mantener su valor con la presencia que le guiaba de la mano. Oía las voces alrededor con un idioma que no sabía, así que no estaba seguro que tanto cuchicheaban, pero sí que era por ellos dos.
―Veo que la gente no acostumbra a verte tan cercano a alguien ―recitó con ese andar un poco robótico queriendo seguir el flujo del andar en el alfa.
Llegaron a la entrada de la casa donde estaba Mitsuki esperándolos con otras presencias que Izuku ya había tenido el gusto de conocer. Notó como acentuaron en ver el enlace de sus manos, por reflejo apretó la mano con pena.
Hizo un gesto de saludo con su otra mano e inclinó un poco la cabeza como muestra de respeto, aunque fue interrumpido por el abrazo de su suegra que le sorprendió con el comentario de que esperaba que hubiera sido tratado bien.
―Eh... sí, no se preocupe, su hijo ha sido muy bueno conmigo ―correspondió el abrazo con inseguridad al inicio, pero se dejó llevar.
Pronto separó con la idea de que fuera ayudar con los preparativos del banquete que les esperaba, Izuku asintió con la tarea que acataría, así que con el llamado de la castaña le siguió dentro de la casa no sin antes darle una mirada entretenida a Katsuki mientras elevaba sus hombros.
―¿Te gustó la cabaña en las aguas de cristal? ―Preguntó Ochako curiosa en camino a la cocina.
―Es un sitio bastante hermoso, esas corrientes congeladas dan un brillo genuino y los campos de flores iluminando también ―respondió enlazando sus propias manos al frente por los paisajes únicos de allí.
―Oh sí, el lobo de Bakugo podría encenderlas y dar un bonito espectáculo ―agregó con una sonrisa soñadora mientras acudía al fogón a checar el estofado y revolvía con un cucharón de madera.
―Incluso arrancadas brillan tanto, me daban un poco de pena, pero Kacchan dijo que no morían incluso así.
La sonrisa de Ochako desapareció algo noqueada por esa frase que oyó, tanto el que le dijera un mote tan infantil al temible líder de Kunnarta como que escuchó lo de las flores arrancadas.
―¿Brilló contigo la flor? ―Cuestionó sin poderlo creer, Izuku asintió extrañado y posteriormente la chica soltó una gruesa carcajada palmeándole el hombro. ―No, nadie ha hecho que las flores de Renhet iluminen su cristal, eso hasta se cree un mito de antaño.
―Me dijo lo mismo Kacchan, pero sí iluminaron... ―ladeó la vista rascando su nuca, Ochako tenía una risa genuina por oír esa historia difícil de creer, Izuku decidió de que lo más prudente era evitar más el tema.
―Está bien, incluso luces más seguro de ti mismo. Me alegra ver que decidiste quitarte el collar teniendo esposo ―siseó la chica con una sonrisa mientras señalaba con el cucharón en manos el cuello del pecoso.
Izuku fue ahora quien río nervioso de percibir la atención que tenía ahora en esa porción de la piel expuesta, sin embargo, no recibió un comentario respecto a la marca de nacimiento.
―Puedo enseñarte a tejer si así lo deseas ―comunicó la castaña con una mirada entrecerrada y cómplice ―quien sabe, para confeccionar bonitos abrigos, una manta o arreglar la ropa de tu atareado esposo.
―Kacchan llega a ser cuidadoso... ―su voz pausó recordando el abrigo que le fue destrozado por las garras del oso. ―Bueno, ese Nalook le arruinó ese abrigo...
Recordó con descuido, por otro lado, Ochako abrió los ojos en grande procesando lo que el pecoso mencionaba.
―¡¿Los arrinconó un legendario Nalook?! Sabía que Bakugo es formidable, pero eso es demasiado. ¿Y su bufanda? ¿Está bien, verdad?
―¿Eh? Sí, esa salió sin consecuencias...
―Menos mal, ese tejido es muy especial para él, después de todo es el que heredan los líderes de su padre.
Izuku parpadeó con cierta sorpresa, no tenía idea de algo como eso, pero ahora que recordaba Katsuki era muy cuidadoso con ese abrigo rojo, antes de dormir cuando se desvestía le recordaba doblarlo y resguardarlo con cuidado, al igual cuando se lo ponía.
―Tal vez sí debería saber algo de costura... también uno de mis abrigos fue despedazado por el alfa y lo tuve que desechar por no verle remedio... ―se dijo a sí mismo en voz alta.
Ochaco quien estaba dando una probada al caldo del estofado atragantó empezando a toser por lo oído. Había entendido que el alfa no tuvo cuidado en desentrañar sus momentos apasionados en la luna de miel, aunque estaba algo errónea la idea ya que Izuku se refirió a ese forastero oportunista cuando surgió el celo aquella tarde que estuvo solo.
Esa tarde fue genuina para Izuku en aprender algunas recetas de Kunnarta y su sazón, habían hecho un gran festín para cena donde hubo muchos invitados y presentaciones directas hacia él.
Estaba rígido en su lugar un poco nervioso con todas esas presencias, miró hacia la entrada algo inquieto de no ver a Katsuki aun llegar. Mitsuki le hizo un gesto para que relajara elogiando el gran banquete que había en la mesa.
Katsuki por fin arribó en el lugar con el crujir de la puerta siendo abierta e Izuku amplió la mirada con mucha felicidad de verle aproximar, rio bajito de la mención y queja de su suegra por la demora. Hizo su asiento en darle espacio al ver que tomó lugar a su lado, Izuku espetó una sonrisa por fin relajada.
―Bienvenido... ―musitó bajito entre ellos. ― ¿Cómo marcha todo? ¿Estaba como lo dejaste?
Todo indicaba que estaba en orden, así que deslizó una mano bajo la mesa y vistas de otros para tomar la del alfa en el muslo con gratitud. El comentario de que luego del banquete podrían ir a descansar a su nuevo hogar espabiló a Izuku.
―Creí que... viviríamos aquí... ―susurró girando con Katsuki todavía con sorpresa de saber que ese lapso de luna de miel habían hecho una hogar para ellos.
Tanto los invitados como ellos empezaron a llenar sus platos con el banquete, fue una reunión tranquila donde se tocaron temas que el omega no comprendía de la aldea y no era para menos ya que hace menos de unas semanas era un extranjero.
Permaneció callado tanteando su comida escuchando a Katsuki conversar con otros a su lado, intentaba retener algo de la información para ser de ayuda más adelante.
La mirada fija con una sonrisa calma en Mitsuki le llamó le atención retomando con ella, estaba por preguntar si pasaba algo, pero el comentario de si ya venía su nieto lo dejó congelado con el cubierto al aire. El rostro le fue calentando con el sonrojo evidente, miró de reojo a Katsuki que se escuchaba atragantado por el trozo de pan en su garganta.
Ya era una pregunta que esperó desde que conocía su propósito ahí, pero aun así los tomó desprevenidos en esa reunión. Notó las miradas de los otros hacia ellos y agachó la cabeza teniendo los labios trémulos en buscar una respuesta.
No estaba del todo seguro, pero quizás tomarían muy mal el hecho de que tuvo un celo en la luna de miel que no aprovecharon al beber ese té de raíces supresoras.
―Pues... pues... nosotros... ―balbuceó bajito, sus ojos lucían complejos con espirales confundidas.
Katsuki intervino con queja por la pregunta impertinente, lucía también avergonzado llevando una mano al rostro. Izuku encogió en su lugar deseando estar en un agujero por la vergüenza que sufría, espabiló un poco a la mención de mostrarle a detalle el cuello para verificar, el pobre quedó en blanco al ver la mano acercarse peligrosamente a bajarle un poco el abrigo.
El golpe contundente de las palmas de Katsuki contra la mesa levantó el líquido de algunos recipientes y la atención completa de los otros expectantes de la gran mesa.
El omega se llevó las manos a las orejas por el alarido molesto a su lado, pero no era todo, Katsuki lo estaba volviendo a hacer, irradiando esas feromonas hostiles que le provocaban arrinconarse con pavor cuando ni siquiera eran para él.
Cerró los ojos con fuerza y agachó el rostro, pero al sentir como levantaban de su lado abrió un poco la vista de reojo notando a Katsuki salir siendo seguido por su madre.
La presencia a cada lado desaparecieron dejándolo expuesto frente al resto de invitados que estaban algo anonadados por esa abrupta discusión. Las manos de Izuku apretaron y las bajó de su cabeza.
―Gracias por todo, s-si nos disculpan... ―Tartamudeó levantándose de su lugar por la dirección que ambos rubios tomaron.
Iba a la sala de estar, pero quedó en el margen oyendo el resto de su discusión, respecto a esa boda tan repentina al estar contrarreloj contra la jurisdicción de los ancianos sabios de Kunnarta.
Se recargó a la pared y el margen a la sala escuchando toda la presión que tenía la familia Bakugo para continuar con su puesto, Izuku suspiró bajito de solo conocer todo lo que cargaba Katsuki por tratarse del alfa principal.
Pese a tener toda esa responsabilidad con presión encima se dedicó a buscar raíces supresoras, no pretendía seguir al pie de la letra las ordenes de los altos mandos. Parpadeó con cierta sorpresa de escucharle decir que no sería un maldito egoísta como los ancianos, quería disfrutar el tiempo adecuadamente con esa persona que acababa de recuperar y encontrar.
El alfa tenía un pesado ambiente por sus feromonas alrededor, por lo que Izuku hizo una mueca con decisión y acercó al sitio con sus manos trémulas contra el pecho.
―Señora Mitsuki, Kacchan... los invitados se quedaron algo inquietos por lo que pasó ―formuló ajustando su garganta en su dirección. ―¿Está todo bien?
Repentinamente fue agarrado de la mano sacándolo de la casa casi a zancadas llevándolo a fruncir el ceño preocupado mirando a Mitsuki quedar ahí de brazos cruzados.
―¿Está bien que nos vayamos? ¿Kacchan? ―Insistió con inquietud.
Al salir de la casa notó el ambiente en el exterior, había muchas personas reunidas en una hoguera tarareando y con instrumentos de música. Por ahora no le interesaba, lo principal era relajar al mayor con lo que sea, se había molestado mucho con esa escena en el banquete.
―Quizás podrían ser más accesibles si les contamos lo que pasó, entiendo que estén al pendiente de si estoy encinta pero no es necesario esa respuesta con ellos...
Silenció al ser rodeado por un repentino abrazo y al alfa enterrarse en su cuello, sintió sus respiraciones golpeando a su piel con un agradable escalofrío. Las feromonas hostiles fueron descendiendo poco a poco.
―Tu madre solo quiere que hagas las cosas adecuadamente, aunque si me asustó que quisiera verme el cuello tan repentinamente ―siseó con cierta vergüenza mientras llevaba sus manos a corresponder ese abrazo.
Le dio un beso en la frente al ponerse de puntitas y aprovechar al alfa inclinado.
―Está bien, es como dices, todo a su tiempo. Entiendo que primero deseas invertir tiempo conmigo nada más, yo también lo creo así ―dijo enseñando sus dientes con una gran sonrisa. ―Hemos pasado por mucho desde la otra vida, es lo mínimo que nos debemos.
Arrulló con cariño dando caricias a la espalda y volvió a dar un beso ahora en la mejilla. Escuchaba el sonido de tambores y cascabeles a su espalda con esa multitud pasándola bien, tal vez otro ambiente menos rígido a un formal banquete en casa le sería más adecuado.
―¿Quieres pasar el rato en esa hoguera? ―Invitó apacible.
Por la dirección diferente que Katsuki le guio asumió que desistió de la propuesta e irían a conocer su hogar, sin embargo, el alfa detuvo repentino reconsiderando las cosas y giró hacia la hoguera llevando a su omega de la mano.
No era usual ver al líder por ahí, rápido lo asumió Izuku al ver la emoción de los aldeanos llamándolo e invitando un tarro de madera con cerveza de malta.
―Es bueno ver cómo la gente busca relajarse luego de un pesado día ―elogió con calma mirando alrededor, el sonido de la música y las personas bailando en pareja.
Una niña fue hacia el alfa aferrando a su abrigo y mencionando algo que dejó confundido a Izuku por ser ese extraño idioma, miró a Katsuki con un gesto de ayuda por entender. La respuesta le hizo parpadear con sorpresa de que lo quería llevar a bailar.
Mirar a la niña con entusiasmo insistiendo mientras tiraba del brazo al rubio provocó en Izuku inquietud.
―Deberías acceder, no todas las noches ella puede encontrarse con el líder para sacarlo a bailar ―refirió con una sonrisa bajo resignación por la ilusión en la pequeña castaña. ―Además, quisiera verte bailar...
Llevó su índice a rascar su mejilla con esa suave confesión, tomó atención de su brazo que fuera sostenido por la que era aparentemente la madre de la niña y lo guio a tomar asiento, Izuku le soltó la mano a su esposo acompañando a la mujer a observar.
Percibió la incertidumbre en el gesto del alfa para seguir a la niña a bailar, por como llevaba de las manos y ese cuidado extraño le hizo darse cuenta que no acostumbraba a lidiar con niños pero lograba ser muy gentil con ellos.
La mención de la mujer con una voluble barriga le llamó la atención haciendo que Izuku girara con ella, ella le corroboró lo amable que Katsuki era al tratar con niños y diciendo que les esperaba tener una familia feliz.
―Una familia... ―repitió para sí pensativo.
No pudo evitar mirar de reojo el abdomen embarazado de la mujer y después agachó el rostro para verse a sí mismo. El tema de tener cachorros fue algo que ignoró muchísimo por el hecho de que nunca presentó celo y consideró la idea de no poder darlos.
Alzó la vista para observar a Katsuki tomando de su mano a dos niños en cada extremo, un pequeño varón arribó en su danza.
―Es todo a su tiempo... ―citó lo que le dijo el alfa ―aunque no me molestaría si ya fuese el momento ―sonrió en sus adentros con ternura por verle tratar así a los pequeños.
Retomó con la madre mirando lo bonita que se veía gestando, ella notó lo ensimismado que estaba Izuku con su barriga y rio entre dientes.
―¿Quieres sentirlo? ―Preguntó repentina llevando a Izuku a parpadear confundido.
La mujer tomó una mano de Izuku guiándolo a tocar el vientre voluble, se quedó un rato en esa posición hasta sentir algo remover que le hizo respingar sorprendido.
―Es un bebé inquieto, apuesto que será un valeroso guerrero ―exclamó la mujer con orgullo.
Izuku asintió la cabeza con gratitud por presenciar esa tierna conexión que ya tenía la madre con su hijo, esperaba en algún momento llegar a saborear algo como eso.
Los niños acudieron de vuelta hacia ellos con emoción, alardeando como es que bailaron con mismísimo líder, un acontecimiento bastante raro.
El omega dibujó una sonrisa al percibir al mayor acudir también, sin embargo, ésta difumino confuso de verle extender la mano invitándolo a bailar.
―¿Yo? Pero... no sé, nunca lo he hecho ―voceó nervioso y áspero negando con la mano.
Su mano fue agarrada sin intención de que desistiera, se puso de pie jalado hacia el terreno de baile, miró de un lado a otro inseguro de que hacer, al escuchar la indicación de que siguiera sus pasos le hizo bajar la vista tímido.
Fue sujetado de la cintura apegándolo al alfa y su mano levantada, enlazada con la otra. La música pausó un momento hasta que dieron otro ritmo en el siseo de los cascabeles y tambores.
―Voy a pisarte, no sé cómo es ―advirtió cohibido.
El flujo de la danza fue tranquilo al inicio con el eco de las voces y aplausos, su locomoción era rígida siguiendo a donde Katsuki lo guiaba con la luz de la hoguera dibujando sus siluetas en el suelo.
Los labios trémulos de Izuku mirando las pisadas poco a poco disuadieron a mirar los ojos color rubíes de su amado, su concentración plasmó en el flujo de los movimientos que fue siguiéndole menor rígido, en sus labios se fue formando una sonrisa entretenido.
Logró hacer unas particulares maniobras que fueran impredecibles, pero logró estipular con la guía de Katsuki en vueltas complejas hasta terminar siendo sostenido por el brazo y extendiendo una mano al cielo con estrellas, tomando oportunidad en acariciar la ajena que le acompañaba.
Tras los aplausos emocionados de los demás Izuku aprovechó para sostenerse desde el cuello del alfa y reincorporarse con una risita.
―No puedo creer que me hayas hecho bailar así, jamás hice algo parecido ―confesó removiendo unos mechones de su oreja.
Un liviano sonrojo se tornó en sus pecas al escuchar el elogio de ser un gran bailarín.
―Tengo al mejor instructor ―respondió con una sonrisa cómplice mientras respiraba algo agitado.
Despidió del resto de la tribu con Katsuki, pudo ver ese lado que no se animaba por miedo al rechazo, pero muchos aldeanos ya lo habían aceptado y eso fue un alivio. Kunnarta era más cálida de lo que imaginó.
En el camino a su nuevo hogar escuchó los aullidos en el perímetro del bosque, ambos dieron media vuelta a indagar notando a Volk surcar entre los aldeanos para llegar con su compañero que espabiló por los bramidos.
Izuku no tenía mucho por hacer ahí, él no entendía del todo a Volk como su dueño, pero logró comprender algo con las preguntas de Katsuki, más quiso cerciorar las cosas cuando Volk se retiró con esa orden.
―No es algo malo, ¿verdad? ―preguntó sosteniendo su mano e inclinó para apreciar su reacción mejor.
Suspiró con alivio de que no era nada que tuviera que ver con Velka o las extensiones de dicha aldea, aun así, le llamaba la atención que un carruaje ajeno viniera a un sitio con fronteras cerradas como lo era Kunnarta.
―Si viene con tan poca seguridad no debe venir con intenciones malas, supongo...
No sabía mucho de relaciones exteriores, solo lo dijo por sentido común, tampoco se le ocurría que existiera un impertinente como para invadir a Kunnarta.
Retomaron su camino hacia su nuevo hogar, al estar al borde de la entrada Izuku extendió una mano hacia la puerta, pero fue frenado con un llamado que lo dejó confundido, tal vez se habían equivocado de ubicación o algo estaba mal alrededor.
Sus pensamientos pesimistas culminaron al ser levantado en brazos, tiró un pequeño chillido conmocionado, mirando la puerta y el rostro de Katsuki consecutivamente confundido.
―Eh... ¿Qué? ―Balbuceó disperso.
Entendió las intenciones cuando adentraron e Izuku llevó sus manos a rodearle el cuello e inclinar con él algo apenado, pero mentiría si dijera que no le gustaba eso.
―Bienvenido a casa ―musitó con una apacible sonrisa mientras era llevado al sofá.
Fue dejado con suma delicadeza, antes de que Katsuki levantara aferró al cuello para reclinarlo también.
―Si estamos solos aquí no será diferente a la cabaña de las aguas de cristal ―susurró a su oreja y posteriormente esbozó un beso. ―O aquella choza en el bosque, que teníamos de escondrijo a nuestras escapadas. Esa de los sueños...
Rio entretenido por memorar eso, pudieron olvidarse de obligaciones cuando se trataba de ellos en ese periodo, podían invertir el tiempo otra vez.
Izuku se dio la oportunidad de mimarlo sin frenesí, había más confianza tratándose solo de ellos sin vistas de ajenos o considerando corresponder adecuado al puesto que tenía.
Le restregó varios besos recorriendo la mejilla hasta tocar en sus labios, tenían un sitio privado para ellos y eso le aliviaba, tal vez todos conocían la relación de esposo por compromiso, pero había otro papel entre ellos que le parecía un secretillo en complicidad, como si hubieran hecho una travesura y burlarse del destino inicial que tuvieron en otra vida, por fin se tenían el uno al otro.
Le encantaba ese aroma enmielado, ahumado y dominante que poseía Katsuki, le erizaba la piel y provocaba suspiros.
―Quiero que se me sigas mostrando Kunnarta, las clases con el arco aún están pendientes, el idioma entre ustedes, todos sus bailes, quiero hacer todo contigo...
Lo envolvió en un fuerte abrazo desde el cuello frotando su mejilla con el mayor.
―Todas las noches antes de dormir, te recordaré lo mucho que te amo ―decretó con una suave sonrisa.
Nuevamente fue levantado entre brazos para ser dirigido hacia la habitación, ya era tarde para indagar y explorar ese hogar nuevo.
A la mañana siguiente estaban abrazados bajo las mantas de la cama, el menor se removió de los brazos al sentirlo despertar también. Giró un poco la cabeza para visualizarlo y saludó dando una suave caricia en el rostro de Katsuki.
―Volviste a tu día a día en Kunnarta, la luna de miel acabó ―siseó afable y entretenido removiendo los mechones de Katsuki en la frente. ―Pero me temo que tendrás que hacer espacio para mí en tu apretado itinerario...
Antes de que pudiera Katsuki resoplar con pereza alineó su cabello despejando su frente y dio un beso casto, había algo en esos brillantes ojos que si duraba tanto tiempo alineado a mirarlos caía rendido.
Estiró los brazos hacia la cabecera algo somnoliento aun, aprovechando el alfa para abrazarlo con fuerza dando un pequeño estrujón que le sacó el aire a Izuku con queja, escuchó la disculpa que ya era ocasional por esos reflejos que no medía adecuadamente su impulso.
―Descuida, eso ya me despertó ―refirió ladeando el cuello para estirarse mejor.
Ambos se levantaron de la cama para vestirse y tender las mantas, en lo que hacían la actividad Izuku miró parte del equipaje con el que llegaron en un mueble a la esquina y recordó algo importante. Soltó las mantas y acudió con prisa al morral hurgando nervioso, sacó el cuaderno con bitácoras y cartas sin destinatario, ropa, algunos frascos con hierbas y raíces.
Se llevó una mano a la frente con alivio al sacar el par de flores de Renhet que se habían traído, suspiró amargo del estrés que vivió.
―Por un momento creí que se habían maltratado, lo siento, lo siento... ―disculpó con las flores que estaban vigentes iluminando en sus manos desnudas.
Salió de la habitación en busca de algún recipiente o jarrón para ponerlas y resguardarlas mejor, existía una culpa por su irresponsabilidad de dejarlas descuidadas en el morral tanto tiempo, pero no cruzó por su cabeza cuando llegaron y otras personas bajaron el equipaje.
Para su suerte encontró un bonito canterito de barro que puso un poco de agua para remojar el tallo de las flores, las dejó encima de la mesita cerca del sofá y suspiró.
―Estaban sedientas, ¿verdad? Perdonen la demora... ―lamentó otra vez con unas sonrisa nervioso de ver como las flores dejaba de brillar cuando las dejó. ―Kacchan están bien... ¿Kacchan?
Insistió dudoso de no tener respuesta, Katsuki asomaba con cierto gesto pensativo y silencioso hasta que el aullido de lobos le hizo ponerse alerta y salir apresurado mientras terminaba de abrigarse.
Izuku quedó confundido, aún estaba amaneciendo aun, sin embargo, recordó la advertencia de ayer de alguien asomarse a los perímetros de los bosques de Kunnarta.
―¿Será eso...?
Rápidamente Izuku fue hacia la habitación por sus botas y gorro para salir a investigar que sucedía, se escuchaban mucho ruido e inquietud por los henki y aldeanos. El corderito que dejó con su manada en el lago de cristal le llegó a su cabeza y sonrió trémulo, deseaba que estuviera bien y volver a encontrarse cuando fuera apto en salir de ese lugar.
Salió de la casa con cautela mirando a todos lados, al ser tan temprano y frío solo había algunos aldeanos despiertos, aquellos que vigilaban y hacían guardias desde la noche o los que levantaban tan temprano a sus actividades.
Cerca de una decena de personas estaban donde hubo la hoguera con música anoche, ahí había una elegante carroza de color blanco y adornos dorados siendo llevada por robustos alces que podían soportar merodear por ese entorno tan fácil.
Entre la multitud pudo ver a Katsuki con Volk al frente con un gesto precavido, las visitas a Kunnarta no era usuales tanto por su acelerado modo de vida en sitios tan helados como ese o lo independiente que eran de otras aldeas, las cuales Izuku sabía que solo acercaban a pequeños negocios y trueques como el que hacía Mitsuki cuando iba a Velka.
Rodeó a las personas para llegar al lado de Katsuki, notó a Volk con la piel algo erizada.
―¿Pasa algo? ―Musitó al alfa esperando una respuesta.
En ese momento la carroza abrió y con ella bajó un hombre bien abrigado como armado con espada a la cadera. Ese sujeto extendió la mano para ayudar a descender a alguien con una mano más pequeña y tersa.
Izuku amplió los ojos con sorpresa de ver que se trataba de una bonita mujer de cabello largo y sedoso de color oscuro, con largas pestañas y una enigmática mirada. Portaba ropas de seda fina de colores tintos y un largo abrigo de piel color blanco que llegaba a sus tobillos, iba bien resguardada del frío.
Recordaba la mención de una princesa anoche y a juzgar por sus características ella cumplía con todo ese estándar, ahora la pregunta era de ¿qué hacía ahí?
La mujer miró de reojo a los aldeanos buscando silenciosamente al relevante, ese era el líder que pronto percibió, así que acercó con ese dote agraciado en su andar. Conforme acercó Izuku pudo oler ese intenso aroma a frutos rojos que irradiaba la chica, era una omega que hizo a varios de los aldeanos incluso titubear.
La chica iba concentrada hacia el rubio con un gesto serio que pronto cambió a una simpática sonrisa.
―Katsuki, ha pasado tiempo ―saludó en cordialidad.
Izuku quedó un poco aturdido de ver la informalidad en que mencionó a su esposo, generalmente todos le decían líder o Bakugo, solo había escuchado a Mitsuki llamarlo por su nombre tal cual, además de él claro.
Katsuki fue más áspero y contundente en preguntarle su motivo de visita, la chica se llevó una mano a los labios apaciguando su frágil risa.
―Sigues tan impaciente, siempre espero una cálida bienvenida, pero Kunnarta es así ―suspiró― tenemos la posición similar, así que debes darte la idea, el reino de Leif quiere esposarme con el rey de Gudrun.
Ante eso el omega no pudo evitar respingar, Gudrun era el reino que ostentaba en las tres aldeas: Velka, Voe y Sigrid. Estas pagaban tributos para continuar en su alianza siendo extensión del reino, Izuku no olvidaba que su aldea fue elegida para el siguiente tributo como sacrificio que le correspondía, ese era él. De no ser por Mitsuki ya estaría muerto en un altar de Gudrun desde hace varias noches atrás.
Bajó la mirada al suelo pensativo del rey de Gudrun, era un estatus y reino lejano de la rural Velka, así que no tenía idea de su apariencia o personalidad, y esa bella omega esposaría con él.
La chica suspiró ajustando el abrigo de sus mangas con formalidad vigente.
―Le dije a mi padre, es decir el rey de Leif, que desistiría de la propuesta y él aceptó que podría hacerlo si encontraba un mejor postor. Ese eres tú, Katsuki Bakugo...
Izuku levantó la vista a eso, por un momento creyó estar malinterpretando lo que oyó.
―He venido a comprometerme, quiero esposarme contigo.
No, no había escuchado mal, esa era una inusual propuesta. La chica removió su largo cabello a su espalda con una sonrisa confiada de la solicitud, era segura, elegante y empoderada, una digna princesa omega.
El menor apretó los labios algo incómodo de ello, miró de reojo a Katsuki el cual negó rotundamente sin pensarlo dos veces, incluso mencionó que ya se había casado.
La azabache parpadeó confundida de esa noticia.
―¿Contrajiste matrimonio? ¿Cuándo? ―Ladeó la cabeza llevando una mano a su mentón pensativa, incluso miró de reojo a sus guardias por esa relevante información que se les había escapado. ―¿Con quién te casaste?
Izuku sintió una mano rodearle de la cintura para acercarlo al alfa, quien lo presentó adecuadamente como su pareja.
―Un placer... ―El menor hizo una ligera reverencia como saludo sintiendo la firme mirada de la chica acechando en silencio, como si estuviera evaluándolo.
Momo cruzó sus brazos y sonrió ladina, era difícil carburar la noticia.
―Esperaba que buscaras a alguien fuera de tu aldea, lo que me sorprende es que haya sido un... ―buscó las palabras despectivas más apropiadas―, campesino de Velka, ¿no? Esa tierra de los límites. Sigo sin creer que ustedes...
Exclamó confundida e inconforme de esa impredecible noticia que cambió sus planes así, pausó su queja al ver como Katsuki retiraba el guante al igual que Izuku enseñando el juego de anillos.
Momo frunció ligeramente el ceño y suspiró llevando una mano a su frente negando la cabeza.
―Siempre fuiste impredecible Katsuki, pero me sorprende que hayas estado tan desesperado para tener un peor es nada ―desvió los ojos de forma desaprobatoria a Izuku y antes de tener una queja de su comentario intervenido. ―Bueno, no quise decir eso tal cual. Enhorabuena por su matrimonio, que sea fructífero para Kunnarta, ¿ya esperan heredero?
Exclamó con cierta acidez en sus palabras, no había nada de elogio en su suave comentario. Izuku sujetó su gorro algo tímido de la pregunta.
―No, aun no... ―respondió con a la tajante pregunta que en la omega avivó un brillo perspicaz.
La chica sabía lo importante que era darle un heredero lo más pronto posible a Kunnarta, eso le dio una brecha de esperanza, era un matrimonio reciente y torpe, fácilmente se podría llegar a estropearlo.
Una vez más suspiro removiendo su sedoso cabello avivando el fuerte aroma a frutos rojos con un intento de cortejo, ya estaba ahí, no perdería su oportunidad dorada.
―Fue un largo camino en vano, sería muy egoísta irnos de regreso con las manos vacías, ¿te parece brindarnos unos días refugio en Kunnarta? Quisiera ver cómo ha prosperado este lugar ―incitó con una esbelta sonrisa tomando las manos de Katsuki con las suyas ―¿podrías darme un recorrido?
Izuku retrocedió un poco por el abrupto acercamiento, aún era demasiado temprano también.
―Kacchan, tal vez deberían... ¿desayunar primero? ―Mencionó preocupado de ver las condiciones cansadas de los renos con bridas al carruaje. ―Si viajaron tantos días también podrían ponerse un poco más cómodos con todo lo que traen...
Los guardianes de la princesa iban con condiciones nefastas a diferencia de ella, parte de las armaduras sucias y con unos ojos desvelados por la guardia, posiblemente se sobrecargaron de trabajo en una escolta así.
Fue una simple sugerencia que dio interceptando la última petición de Momo, aunque enseguida carburó en ser tan cordial con extranjeros en un sitio como Kunnarta, pronto negó las manos.
―Olvídalo, tú has lo que consideres mejor ―disculpó inquieto retrocediendo unos pasos tropezando con Volk hasta casi caerse, se sostuvo del cuello del lobo con alivio.
Momo abrió sus ojos con ligera sorpresa.
―¿Ese henki te acepta?
―¿Volk? Sí... juega un poco brusco a veces, pero es bueno conmigo.
La omega quedó descolocada con ello, conocía al lobo desde hace tiempo y siempre fue un desconfiado y pedante henki que solo se dejaba tocar por su dueño.
―Vaya, siendo un campesino tienes un encanto con los animales, tal vez podrías enseñarme más tarde como tratar con ellos ―dijo altiva, tenía buena oportunidad en indagar más en ese omega que esposó al alfa que vino a buscar.
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En la privacidad de su nuevo hogar era fácil poder despabilar el lado más meloso que tenían. Katsuki pudo confirmar lo mucho que Izuku se había retenido en público de demostrarle todo ese amor que le profesaba perdido en besos, caricias, sonrisas y palabras que no hacían más que hacerlo sentir afortunado de haberlo encontrado y tenerlo en su vida de nuevo.
Aún le era difícil poder creer que al fin su vida estaba completa ahora, nadie más podía conocer esa felicidad que solo demostraba cuando estaba al lado de su omega. Sabía bien la reputación que tenía con su gente, esa faceta de un malhumorado y frío líder que no demostraba sentimientos quedaba sepultada si se trataba de Izuku.
Con el era todo lo que nadie imaginó, incluso el mismo no cabía en saber por qué, pero Izuku lograba sacar su lado más amable, tranquilo y protector de alguna forma que ni el misma alfa podía explicarse.
Tal era el caso en ese momento, en la sala de esa nueva casa que era solo para ellos. Izuku lo llenaba con sus besos de manera mimada y Katsuki no evitaba sonreír ladino con una mueca divertida mientras se dejaba hacer y escuchaba las palabras de su Omega.
— Eres parte de mi tribu ahora, así que voy a mostrarte todo lo que quieras —
Respondió mirando de reojo al menor que se frotaba contra su mejilla y aprovecho aquel gesto para olfatear su cabello y nuca llenándose de ese delicioso y fresco aroma que le arrancaba leves gruñidos de placer.
La mención de que todas las noches antes de dormir le sería recordado lo mucho que el menor lo amaba le hizo alzar una ceja con curiosidad.
— ¿Ah, sí? ¿De qué manera? —
Sonrió travieso levantando al menor en brazos de nuevo para ir a la habitación principal entre miradas cómplices con una dulce travesura. Katsuki se llenaba de una dicha que nadie más podía darle, estar con Izuku le hacía olvidarse de todo, incluso el asunto del carruaje y la tensión que hacía un momento tenía pasaron a segundo plano cuando el menor empezó a llenarlo de aquellos besos que jamás se cansaría de disfrutar.
Sentir la suavidad de su boca contra la suya y sus lenguas danzar en caricias húmedas eran un delirio que adoraba. Se había vuelto adicto a esos besos y esas atenciones que su pareja le daba.
Esa noche fue tranquila, besándose hasta quedar dormidos. Si bien el celo del pecoso ya había terminado, aún había unos ligeros remanentes de feromonas que a Katsuki le provocaban escalofríos en el mejor sentido de la palabra. No podía evitar desear acariciarlo y aunque apenas habían pasado un par de semanas, ya había ocurrido varias veces el intento por llegar más allá de solo besos y suaves caricias.
La naturaleza y la juventud les hacía desear dar el siguiente paso en esa intimidad que apenas estaban conociendo, pero antes de poder concretar algo más terminaban avergonzados o indecisos. Ninguno de los dos tenía experiencia y era un mundo nuevo ya explorarían sin prisa con el tiempo. Tenían toda una vida después de todo.
A la mañana siguiente cuando abrió sus ojos era muy temprano aún, pero para su mala suerte debía regresar a sus actividades como líder y jefe de Kunnarta. Por primera vez sintió pereza de levantarse, daría lo que fuera por quedarse un rato más envuelto entre las mantas y el calor de Izuku a su lado, antes no tenía ningún motivo para quedarse en la cama pero ahora lo tenía.
Talló sus ojos y bostezo mientras se removió despacio del tibio abrazo que mantenía con el Omega al abrir los ojos pero antes de poder mover se el menor despertó también saludándolo con un adorable beso que en consecuencia llevo al rubio a abrazarlo con cierra ansiedad que solo el menor le causaba. Era demasiado adorable para ser ignorado y deseaba abrazarlo con fuerza, tanta que sin querer terminaba lastimando al otro por accidente. Seguía sin saber medir su fuerza.
Separó con una divertida mueca mientras comenzaban a vestirse. Tenía mucho trabajo, debía entrenar a los novatos, revisar los cultivos, planear las próximas cacerías y programar las siguientes exportaciones de artesanías y semillas.
Además de eso debía entrenar y dar una ronda de vigilancia tres veces al día para asegurarse que nadie cometiera robos o actos que no eran permitidos. Por su parte pretendió decirle al menor que podía quedarse en cama otro rato más.
Suspiro poniéndose las botas y miro de reojo al Omega buscando algo en su bolso. Sacó las flores y solo negó con la cabeza, ¿Le estaba pidiendo perdón a un par de flores? Vaya que era lindo. No se había equivocado al pensar que estaba con la persona más pura del mundo.
Sin embargo, de pronto sintió un llamado de advertencia que le hizo borrar su sonrisa. Acerco a la ventana para observar, aún no había amanecido del todo por lo que afilo la mirada buscando indicios de algo que fuera inusual. Volk le había dicho que ya estaban muy cerca. Eran solo un par de hombres y el carruaje, no era un ejército ni nada que representará peligro. Pero era muy extraño.
Ni Siquiera presto atención a lo que el Omega dijo. El aullido de Volk y de otro par de lobos le confirmo que los extraños habían llegado ya. Rápido se puso el abrigo y su bufanda y salió de la habitación mirando de reojo al menor en la sala, pero no tenía tiempo de dar explicaciones debía acudir rápido al centro de la aldea en donde la carroza se detuvo.
Al salir chifló y Volk acudió a su lado, subió a el para llegar más rapido, cerca de la carroza ya estaban algunos aldeanos curiosos y otros de los guardias de turno.
— ¡Todos atrás! —
Ordenó a los presentes para que se alejaran de aquellos extranjeros. Debían tener cuidado, aunque sabía que si sus guardias los habían dejado entrar a la tribu era por qué no habían detectado peligro, aún así el alfa no confiaba en nadie.
El estandarte de la carroza no era del reino donde pertenecía Velka, si no de Leif, el reino vecino a Gudrun. Aun así no tenía idea de a qué parte de Leif provenían ni tampoco su propósito. Ya habían comerciado con ellos un par de meses atrás. Volk le había dicho que se trataba de alguna especie de princesa y de ser así solo vino a su mente una persona la cual dudo que realmente fuera ella. De ser así no entendía el motivo de su visita.
— Identifíquense, nadie se atreve a pisar mis tierras sin ser invitado —
Afilo la mirada observando al hombre que manejaba la carroza, noto con una ceja en alto como las ruedas estaban previamente preparadas con una cadena de púas de metal para que pudiera avanzar sin problema en la nieve sin atascarse. El hombre también venía bien abrigado con una pequeña daga colgando de su cinturón. Era un beta ya que no detectó ningún aroma en él.
"Ellos no llegaron aquí de manera improvisada, ni tampoco van de paso, planearon esta visita"
Pensó con cierta sospecha y Volk empezó a gruñir, Katsuki acaricio su lomo un poco tratado de relajarlo cuando de pronto notó la presencia del Omega a su lado.
— ¿Que haces aquí? —
Cuestionó con sorpresa, pero antes de que pudiera decirle que regresará a casa la puerta de la carroza se abrió y rápidamente extendió el brazo para empujar a Izuku detrás de suyo de manera protectora.
Observó con atención y precaución al hombre que bajó de la carroza, un alto y fornido alfa con una espada más larga pero no fue el quien le puso en alerta máxima si no la persona que bajo tras él.
La reconoció de inmediato, sus sospechas habían sido acertadas, se trataba de la princesa Momo Yaoyorozu, la única hija del rey de Leif. La conoció en una ocasión en la que su madre y él viajaron a su reino y el rey les pidió verlos para felicitarlos por la calidad de sus productos. Mientras su madre y el rey firmaban un tratado de comercio, él había salido a uno de los jardines encontrándose con la princesa. Desde ese día cada vez que viajaban a Leif la Princesa esperaba impaciente al rubio para hablar, aunque claro que Katsuki no demostraba interés alguno en ella más que el de ser una socia para Kunnarta.
La mujer camino en dirección a él con una sonrisa, la misma que siempre le hacía, Katsuki afilo la mirada sin expresión alguna más que la seriedad que siempre denotaba. Al saludo de ella el alfa ladeó el rostro sin dejar su fría expresión. El fuerte aroma a frutos rojos invadió a su alrededor haciéndole arrugar la nariz de manera incomoda, lo había hecho a propósito para marcar dominancia y eso al rubio le molestaba. Nadie podía llegar e intimidar a su gente solo por qué sí.
— ¿A qué has venido? Las visitas sorpresa no son bien vistas aquí —
Cuestionó a la mujer de manera directa, sin ápice de amabilidad o alegría por verla a diferencia de ella. Ante la mención de que ella sería desposada por el rey de Gudrun, Katsuki alzo una ceja.
— ¿Por qué viajarías decenas de kilómetros solo para avisarme de tus próximas nupcias? ¿Qué tiene que ver eso conmigo? —
Katsuki no era tonto, sabía que había algo más detrás de esas palabras, no se trataba de una invitación a su boda, hubiese sido más fácil enviar un halcón con la invitación, la princesa no viajaría hasta Kunnarta ella misma por un motivo tan vano.
Fue entonces que la Omega reveló el verdadero motivo de su visita.
"He venido a comprometerme, quiero desposarme contigo"
Katsuki abrió sus ojos amplios con sorpresa por la atrevida propuesta. Ahí estaba, sabía que había un motivo oculto tras toda esa charlatanería de su matrimonio arreglado con el rey de Gudrun. Suspiro bajando la mirada y negando con la cabeza. Ahora que sabía que ese era el motivo no había razón para estar en alerta. Alzo la mirada hacia la mujer y negó.
— No, eso será imposible — Respondió tajante — Ya me casé, lamento que hayas tenido que viajar desde tan lejos en vano a la próxima usa un maldito halcón —
Respondió tratando de no sonar tan grosero, se esforzaba, pero su manera de ser abrupta y fría siempre salía a flote cuando estaba a la defensiva.
Ante la pregunta de con quién se había casado ya que no había omegas en su aldea el rubio arrugó el entrecejo.
"¿Cómo es que ella sabía que no había omegas en mi aldea?... ¿Acaso nos ha estado vigilando?"
Pensó en desconfianza, pero sonrió victorioso ya que podría presumir a Izuku. Lo tomó de la cintura y lo apego a él mostrándolo a la Omega.
— Aquí lo tienes, él es Izuku y es mi pareja —
Presento formalmente a la mujer quien lo analizó con la mirada de forma despectiva lo que no pasó desapercibido para el alfa quien borro su sonrisa ante el comentario de la mujer.
— Que fuera un... ¿Que? —
Cuestionó frío con una voz grave, la mujer sabía que si cometía el más mínimo error en insultar al Omega el rubio no tendría piedad alguna. Fue lista en mencionarlo como un "campesino" de velka.
— ¿En qué momento dije que él era de Velka? Solo por qué es la aldea más cercana a Kunnarta no tiene por qué ser de allí. —
Indicó el rubio tratando de ocultar la identidad del menor pues sabía que el rumor de que el reino de Gudrun había ordenado una búsqueda por el prófugo de Velka ya era sonado en todos los territorios. Debían ser cuidadosos con la información que se le revelaba a los demás en especial a una princesa de un reino contrario.
La chica parecía estar incrédula de la mención, aquello molesto al rubio y optó por quitarse el guante y tomo la mano de Izuku para quitarle el guante también mostrándole así a la chica el par de anillos que corroboraban su unión oficial como matrimonio.
Para el alfa no pasó desapercibida la clara decepción y molestia en la Omega que no dejaba de ver de manera desaprobatoria al pecoso. Pero sus comentarios tratando de hacer sentir mal al menor fue lo que le hizo gruñir llamándolo "peor es nada".
— ¿Quién mierda te crees para decir eso de él? —
Se quejó siendo ignorado ahora con la mención de una falsa e hipócrita felicitación. Katsuki estaba llegando al límite de su paciencia con esa mujer. Primero llegaba sin ser invitada, le imponía una orden de casarse con ella como si no tuviera opción de negarse, como si fuese un simple trofeo para la Omega y por último se atrevía a insultar a su omega en la cara. En verdad que ya conocía lo caprichosa y mimada que era esa princesa, pero eso era demasiado.
Ante la pregunta de su ya había un heredero Izuku le ganó la respuesta, revelando que aún no. Katsuki solo cerro los ojos sintiendo que se había arruinado la oportunidad de decir que si y que se largará ahora mismo. En cambio, la mujer libero sus feromonas que fueron abruptamente rechazadas por el rubio quien impuso las suyas a manera de barrera. Era una lucha de un Alfa y una Omega ambos dominantes, pero para Katsuki ya ningún aroma era de su agrado a excepción del de Izuku.
La mujer acercó tomando sus manos y ante el gesto el rubio afilo la mirada. La Omega pedía una estadía leve en Kunnarta, Katsuki sabía que había algo más en esa petición, pudo detectarlo en la forma obvia en qué ella cambio el semblante buscando ser más agradable de pronto. No le daba confianza en ningún sentido sí que soltó las manos de la chica y se cruzó de brazos.
—Insultas a mi pareja y dudas de mis palabras y aun así ¿te atreves a pedir estadía y un maldito recorrido?... No, lárguense ahora mismo por dónde llegaron —
Sentenció negándose ante la petición de la mujer en quedarse en Kunnarta y darle un recorrido. Pero la voz de Izuku los irrumpió.
Katsuki escuchó la sugerencia del menor en que debían quedarse y desayunar o descansar un poco. El rubio lo miró de reojo y suspiró profundo, Izuku era un poco ingenuo, era demasiado noble para ver la maldad que literalmente estaba frente a él, se preocupó por el bienestar de los animales y los guardianes de la Omega y eso le hizo sonreír. Hasta cierto punto con ello esa chica se podía dar una idea del por qué ese "campesino" era su pareja. Él tenía algo que ella no y eso era un buen corazón.
— Si mi Omega lo pide entonces no tengo opción, pueden quedarse un par de días para que sus renos descansen, pero después se van, ¿Queda claro? —
Advirtió el alfa, recibiendo una sonrisa de parte de la chica quien se había sorprendido de ver a Volk interactuar con el menor. El alfa se alejó de ella y acercó al menor tomándolo de la mano. Miro a algunos de sus guerreros reconociendo a Kirishima y le hizo un gesto para que se acercará.
— Lleva a los guardias de la princesa al recinto de los guerreros y denles comida y agua, lleven a los alces y el carruaje al establo y que Iida les de mantenimiento y a la princesa llévenla con mi madre. Estén atentos, no bajen la guardia —
Ordenó al pelirrojo quien asintió a la orden y regresó con los demás guerreros para repartirse las tareas, fue el pelirrojo quien terminó por encargarse de llevar a los guardias al recinto para que comieran y descansarán. Encomendó a Denki la tarea de llevar a la princesa a casa de la señora Mitsuki y fue Sero quien llevó a los alces al establo con Iida.
— Nos vemos más tarde Katsuki —
Despidió la Omega mientras era guiada por Denki de manera respetuosa. Ella sonrió mirando al alfa y luego al pecoso para después desviar la vista al frente. Katsuki suspiro y miro a Izuku tomándolo de los hombros.
—Tengo que empezar con mis deberes... Regresaré a casa en un par de horas para el desayuno, procura hacer algo delicioso, prometo darte el recorrido está tarde, si necesitas algo pídelo a cualquiera que veas caminar afuera de la casa, te ayudarán sin peros —
Indicó con seriedad acercando a dar un beso sobre la frente del pecoso.
— Regresa a casa, te veré más tarde y estate atento siempre a cualquier cosa... en especial con esa mujer aquí —
Indicó dando una leve caricia en la mejilla antes de subir a Volk y marcharse hacia los campos de entrenamiento para preparar los arcos y los blancos para el entrenamiento de ese día con los novatos. Confiaba en que Izuku sabría cuidarse solo hasta que regresará y esperaba que no ocurriera algo extraño o inesperado. Con esa visita indeseable en ese momento el rubio tenía la sensación incómoda en todo momento.
Por otra parte, Momo fue llevada a casa de Mitzuki quien la recibió con una gran sorpresa al igual que Ochako quien solía estar casi todo el tiempo con la señora Mitsuki ayudándola con las tareas que entre mujeres tenían tal como bordados y cocina.
—Disculpe el desorden no esperábamos visitas y mucho menos de tal magnitud. ¿Le ofrezco una taza de te? —
Indicó Mitsuki y la azabache sonrió deforma dulce tomando asiento en la sala.
— Por supuesto, encantada, gracias señora Bakugo — respondió la chica con una sonrisa suave mientras acomodaba su largo y oscuro cabello.
— Ochako prepara dos tazas de té por favor —
Pidió la rubia y la castaña asintió con amabilidad retirándose a la cocina. Mitzuki se sentía un poco incómoda por la fuerte presencia a su lado que inundó la casa con su aroma dominante.
— ¿Qué la trae a Kunnarta, princesa? ¿Hubo algún problema con las últimas mercancías? —
Cuestionó la rubia con preocupación pues imagino que tal vez tendría alguna queja de sus artesanías, pero la princesa negó con gracia.
—Nada de eso señora, he venido aquí para solicitar casarme con su hijo, pero al parecer me han ganado el puesto —
Hizo un puchero infantil dejando helada a Mitsuki en su lugar.
—Si, él... Ya eligió a alguien, lo lamento princesa —
Mitzuki inclinó en disculpa, pero la azabache encogió de hombros mientras jugueteaba con los cordones de su grueso y lujoso abrigo.
—No importa... Pero ese Omega con el que contrajo nupcias, es interesante... No es de aquí ¿verdad?, No parece ser de la nobleza así que supongo que es un plebeyo de algún pueblo... ¿Velka tal vez? —
Cuestionó con una ceja en alto tratando de averiguar más de ese chico extraño y sin chiste que Katsuki tenía por esposo. Mitsuki borro la sonrisa y desvío la mirada un tanto pensativa, no podía decirle que literalmente se había robado al sacrificio de Gudrun, debía inventarse algo más, era consciente de que debían proteger la identidad del pecoso a toda costa y más con los rumores de que lo estaban buscando.
— Si... Él era un desafortunado joven de una aldea colindante que decidí traer para que ayudará en la tribu pero curiosamente... Katsuki y él se llevaron muy bien y se enamoraron, no hay nada raro en eso —
Explico la rubia haciendo que la princesa alzará una ceja.
—Hasta hace dos meses en su última visita a Leif Katsuki no parecía estar interesado en nadie, tampoco mencionaron nada respecto a una futura boda — suspiro llevándose la mano al mentón.
— Esas cosas se planean con mucho tiempo de antelación, a menos que se hayan enamorado en menos de un mes y hayan decidido apresurar todo, ¿Eso fue lo que paso? —
La princesa era astuta, no se le escapaba el más mínimo detalle y sabía que había algo raro en todo ese asunto de la boda. Casi estaba segura que había sido alguna unión forzosa en desesperación por casar al líder lo más rápido posible.
Ochako regreso con el par de tazas de té y las coloco en la mesa con cuidado y la rubia pidió a la castaña que se retirara al taller a seguir sus actividades. Quedándose a solas con la princesa.
—Ese chico es un buen Omega, mi hijo y él se quieren y eso es lo que importa, no hay nada más, lamento que sus planes no salieran como quería princesa, pero no desconfíe de nosotros. —
Solicito la rubia con seriedad bebiendo de su taza con calma. La princesa alzo una ceja y río con cautela tras su mano con un gesto cordial.
— Por Supuesto... El chico parece ser adorable, me quedaré aquí un par de días, me gustaría conocerlo un poco más, ¿cree que podría visitarlo? Deseo conocerlo mejor, si es importante para Katsuki lo es para mí también —
Cuestionó la omega mientras movía con modales la cuchara en la taza y bebía con cuidado.
Mitzuki dudo el si debía decirle que sí, pero si se negaba podría levantar sospechas así que solo suspiro asintiendo en espera de que Katsuki no la matara por permitir eso. De todos modos la princesa parecía amable y educada, ¿No habría de que preocuparse cierto?
— Claro... Tal vez después del desayuno la llevaré con él. —
La princesa sonrió con malicia detrás del fleco que le cubría la mitad de su rostro.
Horas más tarde a la hora del desayuno Katsuki estaba en casa un tanto cansado de las actividades que tuvo que hacer las primeras horas de la mañana. Para su fortuna su amado pecoso le había preparado una buena ración de comida que se sentó a comer con gusto a la mesa.
— Jamás me cansaré de tu comida Deku, tengo al mejor cocinero del universo aquí mismo —
Halago con una sonrisa ladina mientras terminaban de comer. El menor se veía algo pensativo y el rubio no lo dejo pasar.
— ¿Estás preocupado por el asunto de esa mujer?, Tranquilo, la conozco desde que tenía unos 13 años pero jamás me ha interesado. A mí también me sorprendió su propuesta. Pero tendría que estar loco para aceptarlo, además ya tengo a la persona que amo a mi lado —
Indicó dando una suave caricia en el rostro del menor.
— Sin embargo, es una maldita niña mimada, es la única hija del rey de Leif así que ya te imaginarás lo caprichosa que puede llegar a ser... No confío en ella, pero el tratado de comercio que tenemos con su reino es de los más importantes que tenemos... — suspiró acomodando al menor sobre su hombro y apegándolo con su brazo.
— Me preocupa que ahora que he rechazado su petición, pueda llegar a convencer al rey de romper nuestro tratado... Pero no importa, aún hay muchos otros lugares donde podemos comerciar —
Desestimó besando la mejilla del pecoso, sin embargo, antes de que pudiera decir algo más el llamado a su puerta le puso en alerta. Se levantó para abrir la puerta encontrándose con su madre y la princesa.
— ¿Que hace ella aquí? —
Cuestionó el alfa y su madre sonrió algo nerviosa.
— Ella deseaba venir a visitar a Izuku —
Respondió la rubia con una mueca de que fuera educado Katsuki alzo una ceja y tomo a su madre del brazo para jalarla un poco lejos de la princesa.
—¿Estás loca? Ella insulto a Izuku en la mañana ¿y ahora de la nada quiere hacerse su amiga? De seguro está tramando algo —
Musitó a su madre quien suspiro liberándose del agarre de su hijo y le dio un fuerte golpe en la cabeza.
— Estaba decepcionada, viajo desde muy lejos solo para ser rechazada... Se un poco más amable con ella, no olvides que estás en presencia de una princesa no es cualquier persona... Si se hace amiga de Izuku podríamos sacarle beneficio piensa en eso —
Murmuró la rubia antes de separarse y sonreír a la azabache quien miraba de reojo con curiosidad.
— Bien... Pero confío en ella de todos modos —
Dijo el alfa con una mueca molesta antes de regresar a dónde la mujer. Su madre se despidió dejándolos solos y el rubio negó con la cabeza.
— Entra ya, pero estaré vigilándote, no sé qué intención tengas con Izuku pero te lo advierto si le haces algo no te lo voy a perdonar —
Indicó el alfa y la chica suspiro aparentemente ofendida.
— Me duele que pienses eso de mi Katsuki, tan solo deseo conocerlo mejor, es interesante saber que cualidades tiene la persona que logro ser aceptada por ti ¿Tiene eso algo de malo? —
Respondió sonriendo con dulzura y acomodando su cabello detrás de la oreja liberando su aroma como siempre. El alfa rodo los ojos y suspiro. Empujando a la chica a dentro hasta la sala con el pecoso.
Al entrar en la sala era claro que el aroma de Izuku estaba esparcido por ese lugar. Las notas de té verde y menta eran fuertes, pero pronto se mezclaron con los frutos rojos.
—Hola Izuku, lamento la interrupción, quería verte bueno... A ambos en realidad —
Indico la princesa con ambas manos frente a su cuerpo en una pose delicada y armoniosa.
Katsuki acerco con el pecoso.
— Me disculpo por lo que dije está mañana, estaba cansada y les deseo felicidad en su matrimonio, así que Izuku por favor empezamos de nuevo, soy la princesa Momo Yaoyorozu del reino de Leif, es un placer conocerte —
Indico de la forma más hipócrita posible extendiendo la mano hacia el Omega la cual estrecho con cierta fuerza. El rubio afilo la mirada, pero antes de que pudiera decir algo más el aullido de Volk se hizo presente, debía regresar a sus actividades aún tenía mucho trabajo por hacer ese día. Se giro hacia el menor y lo tomo de los hombros.
—Regresare hasta tarde, pero prometo que te lo compensaré está noche —
Se acercó a besar al pecoso a los labios frente a la princesa quien solo apretó los labios y los puños de forma desapercibida. Se moría de celos.
Katsuki despegó acercando a la mejilla para darle un beso, pero al mismo tiempo aprovecho a susurrarle al menor al oído.
— No confíes en ella... Algo no me da buena espina. Mantente alerta —
Dijo de forma muy bajita para que solo el menor lo escuchará y seguido tomo los guantes y tras ver a la azabache de reojo salió de casa dejándolos a solas. Ya había amenazado a la mujer y advertido al menor así que esperaba que todo saliera bien.
Por otro lado una vez que el alfa dejo la casa, la mujer borro su sonrisa y suspiro comenzado a caminar por la sala observando con atención todo lo que había como evaluándolo todo.
— Es muy pequeña, el baño del palacio mide lo que está casa... ¿De verdad están a gusto aquí ? —
Cuestionó la mujer acercándose a la mesita donde noto un cántaro pequeño con un par de flores extrañas y lo que parecía ser un cuadernillo con apuntes a su lado.
— ¿Eso es tuyo?... ¿te gusta estudiar flores? —
Cuestionó la chica asomando curiosa sin tocar nada. Al oír la respuesta del menor respecto a que era un cuaderno valioso para él en donde apuntaba muchas cosas solo sonrió con falsa sorpresa.
— Vaya, eso es muy interesante, no eres un simple campe... Quiero decir, eres muy listo por lo que veo —
Corrigió con una sonrisa suave tomando asiento en el sofá donde hacía un momento estaba Katsuki. Pudo detectar su aroma a caramelo aún vigente en él.
— ¿Podrías traerme un vaso de agua por favor? —
Pidió con amabilidad y una vez que se quedó sola hizo una mueca de fastidio negando con la cabeza.
—Su aroma es horrible y no tiene nada de gracia... ¿Cómo demonios logró conquistar a Katsuki? —
Murmuró mirando el cuaderno en la mesita y cuando el menor regresó con el vaso de agua extendió la mano para tomarlo, pero lo dejo caer sobre la mesa a propósito disfrazándolo de un accidente.
El agua cayó directo sobre el cuadernillo mojándolo un poco.
— ¡Oh no! ¡Lo siento mucho! Estoy muy apenada, que horrible accidente —
Indico con las aterciopeladas manos sobre su boca en una falsa mueca de horror. Por dentro la chica sonreía divertida de ver cómo el pecoso intentaba salvar su cuadernillo secándolo con un trapo antes de que la tinta se corriera de las páginas de papel pero era demasiado tarde, varias páginas de habían estropeado. La chica pudo notar que el cuello del Omega no estaba marcado aún. Lo observó en un breve instante en el que el menor se agachó a limpiar el agua que se derramó en el suelo.
Todo indicaba a qué el Omega aún no le pertenecía del todo a Katsuki. Eso avivó aún más su esperanza para deshacer ese matrimonio y quedarse con el alfa.
— Discúlpame. Permíteme compensarlo, vayamos a buscar un nuevo cuaderno yo lo pagaré, vamos —
Indicó poniéndose en pie tomando al menor del brazo para salir a las calles de Kunnarta ignorando sus advertencias de que no debía salir ya que no conocía la tribu todavia. Eso hizo alzar una ceja a la princesa.
"¿Lleva dos meses aquí y aún no conoce las calles? Eso no me cuadra"
Pensó meditabunda, pero sonrió radiante.
—No importa, este lugar no es tan grande, además si nos perdemos solo bastará con pedir indicaciones a cualquiera, dudo mucho que se nieguen a ayudar a la pareja de su líder ¿verdad? —
Indicó empujando al menor.
—Anda vamos... Será divertido —
Indicó con una sonrisa traviesa mientras pensaba en como poderle sacar más información al Omega, pero sus intenciones iban más allá de solo eso, quería estropear su relación con el alfa, tal vez darle un susto solo al omega como venganza personal. No sabía, pero debía dejar en claro que nadie le robaba lo que ella quería sin tener consecuencias a cambio.
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