Sra. Kim

By laspatasderuby

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Ella es poderosa, me lleva unos buenos años... y mi jefa, una combinación letal. La satisfacción laboral ha a... More

Prólogo
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Epílogo
BookTrailer

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By laspatasderuby

POV LISA.

Toc. Toc.

Miro hacia arriba.

—Adelante.

La señora Kim asoma la cabeza por la puerta.

—¿Un trago, Lili?.—Sonrío.

Lili. Me llamó Lili.

—Yo… —Me rasco la cabeza, miro hacia atrás a mi libro y luego a ella. Dios, estoy en una parte realmente buena de mi libro y están a punto de hacerlo.

—Si prefieres leer tu libro, no te preocupes.—espeta en voz baja.

—Mírate, poniéndote todo enfadada.—Sonrío.

—No estoy molesta.

Levanto los dedos y pellizco el aire.

—¿Ni un poquito?

Me mira inexpresiva.

—¿Quieres un trago o no?

—Sí, eso sería maravilloso, gracias.—Se vuelve y regresa a la cocina y la sigo.

Mi estómago hace un baile nervioso mientras tomo asiento en la barra.

Nos sirve una copa de vino tinto a cada una y me entrega la mía.

Chocamos las copas y sonrío.

—No puedo quedarme mucho tiempo. Una sola copa.

Levanta una ceja.

—¿Me estás abandonando por tu libro?

—Por supuesto. No te ofendas, abandonaría a Súperman por este libro.

Sonríe y toma asiento frente a mí. Nos sentamos en silencio por un momento, ninguna de las dos está segura de qué decir.

—¿A dónde vas en tu viaje mañana?.—Pregunto.

—Kent.

—Ah.—Bebo mi vino y luego la miro por la orilla de la copa de cristal—. Hmm, esto es delicioso.

—Tengo buen gusto.

—Obviamente.—Bromeo—. Me contrataste.

—Sin haberla visto.—Sonríe.

Me río.

—Kent es donde está el castillo de Dover.

—Sí. ¿Has ido para allá?.—Pregunta, aparentemente sorprendida de que yo sepa esto.

—No, pero quiero. Está en mi lista de cosas por hacer mientras estoy aquí. Su historia me fascina.

—¿Por qué?

—El arzobispo fue asesinado allí frente a su altar por los Caballeros de la casa del rey Henri.

Un ceño fruncido cruza su rostro.

—¿Fanática de la historia, cierto?

Sonrío.

—Quizás. Fue una de las razones por las que Rosé y yo queríamos venir aquí. Nos encantan los edificios antiguos y la historia. No tenemos nada de eso en Australia. Australia solo ha sido un país durante unos trescientos años. Lo único antiguo que tenemos en casa son lápidas.

Da un sorbo a su bebida y se lame el vino tinto de su labio inferior.

—Hay muchas cosas viejas en el Reino Unido.—Levanta su ceja sugestivamente como para dar a entender que es una de esas cosas viejas.

—¿Viajas mucho por trabajo?.—Pregunto mientras trato de permanecer casual.

No babees en la mesa, tonta.

—Realmente no.—Bebe su vino—. Estoy invitada a dar una conferencia.

—Vaya.—Sonrío—. Impresionante.

Sonríe tímidamente y agacha la cabeza.

—Apenas, voy a hablar de los efectos de la prisión en los drogadictos.

—Oh, eso suena pesado. —Asiente.

—Podría decir eso.

Nos quedamos en silencio por un momento mientras el aire vibra entre nosotras, y si no me equivoco, Jennie también parece un poco nerviosa… o tal vez sea solo porque estoy lo suficientemente nerviosa por las dos.

—¿Qué tienes planeado para este fin de semana? ¿Alguna cosa divertida?.—Pregunto.

Exhala.

—No, aún no. ¿Y tú?

—Saldré con Rosé el sábado por la noche. —Bebo un sorbo de vino y le acerco la copa—. Y no tienes que preocuparte, no volveré aquí para avergonzarme de nuevo.

Pone los ojos en blanco.

—¿Por qué sigues sacando el tema?

—Porque es más que mortificante. Voy a ponerlo en mi lápida.— Levanto la mano en forma de arcoiris—. Aquí yace Lalisa, campeona del folleo en seco al refrigerador.

Se ríe y cierro los ojos, fingiendo un escalofrío.

—¿Vas a salir con tu amigo de nuevo?.—Pregunta, de repente poniéndose seria.

Me estremezco.

—Dios no. Ese tipo es un idiota, por lo que no es mi tipo.

Sus ojos sexys están fijos en los míos.

—¿Tienes un tipo?

Mi estómago revolotea.

Tú… tú eres mi tipo.

—Todo el mundo tiene un tipo… ¿no?.—Sonrío tímidamente.

Se encoge de hombros.

—No lo sé.

—¿Tienes un tipo?.—Pregunto.

Vuelve a llenar nuestros vasos mientras contempla mi pregunta.

Dios, más despacio. Estas bebidas bajan con demasiada facilidad. No queremos una repetición de lo ocurrido con el refrigerador.

Frunce los labios mientras contempla mi pregunta.

—Supongo que las mujeres con las que he salido últimamente caen en una especie de tipo.

—¿Estas saliendo con alguien?.—Pregunto, actuando sorprendida.

Afortunadamente, no tiene idea de mis actividades de espionaje de esta semana.

Sus ojos bailan de alegría… o picardía. Realmente no puedo decirlo.

—Si salgo en citas. — Sonríe contra su vaso—. No soy tan vieja, todavía no estoy muerta.

Muerdo mi labio inferior para ocultar mi sonrisa tonta.

—Nunca dije que fueras vieja.

—Pareces sorprendida de que salga en citas. —Levanta una ceja, y esta vez sé que es por curiosidad.

—No estoy sorprendida. —Muevo la cabeza de un lado a otro—. Está bien, tal vez un poco. Pensé que tendrías una novia estable.

Es ella quien finge un escalofrío esta vez.

—No tengo ningún deseo de tener una novia estable.

—¿Una esposa, entonces?.—Me río.

—Oh, diablos, no me desees eso.

Las dos nos reímos y nuestros ojos se demoran demasiado en el rostro de la otra.

Esto se está volviendo un poco extraño.

Me atrae mucho.

—Sin novia. Sin esposa. ¿Qué tienes?.—Pregunto.

Sus ojos oscuros sostienen los míos.

—Amigas con beneficios.

Mi corazón comienza a latir con fuerza en mi pecho.

—¿Qué beneficios?.—susurro.

Sonríe y sorbe su bebida, dándome su mejor mirada de ‘ven follemos’.

—Satisfacción sexual.

Me trago el nudo en la garganta mientras la imagino desnuda.

Realmente necesito tener sexo. Ella podría decir la palabra leche y yo la encontraría estúpidamente atractiva.

—Debería volver a mi libro.—susurro.

Asiente y rueda los labios, como si se detuviera para hablar.

—Gracias por la charla, Jennie.

—De nada, Lili. —Mi respiración se entrecorta.

Hay algo en la forma en que dice Lili que es tan… perfecto.

—¿Puedo ayudarte con algo antes de que te vayas?.—Pregunto.

Sus ojos se oscurecen.

—¿Cómo qué?

Tengo una visión de mí encima de ella, desnuda en mi cama, y siento que me mojo al instante.

Está bien, vuelve a tu habitación, zorra calenturienta.

—Tu itinerario o algo así.—balbuceo, distraída por mis pensamientos descarriados.

Sonríe, como si supiera exactamente dónde estaban mis pensamientos.

—Mi itinerario está arreglado, pero gracias de todos modos.

Me paro y lavo mi vaso antes de volverme hacia ella.

—Que tengas un buen viaje.

—Lo haré. Te llamaré todos los días para ver cómo están los niños.

Nuestros ojos se encuentran una vez más, y mi estómago baila de emoción porque me llamará.

Solo para ver cómo están niños.

Qué estúpida soy.

Sonrío tímidamente, avergonzada de que me haga sentir como una chica aturdida.

No recuerdo que ningúna persona me hiciera sentir así. ¿Hay algo más que pasa aquí, o simplemente una ilusión en mi mente?

—Buenas noches, señora Kim.

Se pone de pie y, de repente, nos encontramos cara a cara, separadas solo por milímetros.

—Jennie.—me corrige.

Mi corazón da un vuelco por nuestra proximidad y miro hacia sus ojos felinos.

El poder que emana de su cuerpo es palpable. Sería tan dominante en la cama.

—Jennie.—le susurro.

Sus ojos se posan en mis labios.

¿Dios, me va a besar?

Hazlo.

Hazlo.

Después de un momento, parece recordar dónde está, y da un paso hacia atrás, asintiendo.

—Buenas noches, Lili.

—¿Qué libro quieres leer, Hyeong.—Pregunto mientras miro hacia sus estanterías.

Son las ocho y media, y estoy sentada en el borde de su cama mientras él se seca después del baño. La señora Kim se fue temprano esta mañana y no hemos tenido noticias de ella en todo el día. JooE se fue hace aproximadamente una hora después de preparar la cena.

—No lo sé, ¿tenemos que leer, no podemos hacer otra cosa para variar?.—Pregunta mientras se pone su pijama de franela a rayas.

—¿Por qué, qué quieres hacer?

Se encoge de hombros.

—Ver videos en YouTube o algo.

—No aprendemos mucho de YouTube, yeong.

—Eso no es cierto.—Yeji grita desde su habitación—. Todo lo que sé lo aprendí de YouTube.

—¿Es ahí donde aprendiste a escuchar a escondidas?.—le contesto, igual a gritos.

—Qué graciosa.—responde.

Le lanzo un guiño a Hyeong.

—Lo sé, ¿verdad? Soy buenísima, lo aprendí en YouTube.—chillo.

—Oh Dios .—la escucho jadear.

Pienso por un momento. ¿Qué es algo que podamos ver juntos, los tres?

—Ya sé. Podríamos ver videos de gatos.—digo.

Hyeong frunce el ceño.

—¿Para qué?

—¿Nunca has visto videos de gatos en YouTube?.—Pregunto, sorprendida.

—No.

—¿Yeji, tú sí has visto?.—llamo, sabiendo que está escuchando a escondidas.

—Nadie hace eso excepto los fracasados.—responde.

Me río.

—Suerte que soy una fracasada.

Abro la computadora de Hyeong de su escritorio e inicio sesión en YouTube, en busca de metidas de patas de gatos.

Hyeong y yo tomamos asiento en el escritorio y ambos esperamos.

Un niño pequeño camina por un camino de entrada cuando un gato
salta y lo taclea. Cae espectacularmente al jardín y los dos nos reímos.

Una impresora está imprimiendo papel en una oficina y entra un gato, atacando a la impresora con ambas patas cuando sale el papel, y ambos nos reímos a carcajadas de nuevo.

Un gato se queda atrapado en una caja de cereal y se pone como loco. Un gato se resbala en el borde de la bañera y se cae.

Gatos estúpidos, haciendo cualquier travesura posible.

No pasa mucho tiempo antes de que Yeji aparezca en la puerta, acechando y queriendo ver qué es tan divertido.

Gato travieso tras gato travieso, observamos cómo saltan, asustan, atacan perros, se caen de las cosas y, en general, actúan como yo, súper tontos, y todos estamos histéricos de risa. Esta es la cosa más divertida que he visto en mucho tiempo, y sigue volviéndose más divertida. Nos partimos de risa.

Mi teléfono suena en mi bolsillo y lo saco.

El nombre Señora Kim ilumina la pantalla.

—Hola.—respondo, tratando de actuar seria.

Hola, señorita Lalisa.—ronronea su voz aterciopelada a través del teléfono.

Mi corazón da un vuelco al escuchar su hermosa voz.

—Hola.

—¿Todo está bien? .—Pregunta.

Veo a un gato caer en una piscina después de atacar a su dueño y me río.

—Todo está bien. ¿Y qué tal usted?.—Pregunto.

Sí, todo bien aquí. ¿Cómo están los niños?

En la pantalla aparece un video de un gato persiguiendo a un oso, y los niños se ríen a carcajadas. No puedo evitar reírme también.

—¿Qué está pasando?.—La señora Kim pregunta—. ¿Dónde estás?

—Estamos viendo de metidas de patas de gatos en YouTube.

¿Videos de metidas de patas de gatos? Son las nueve, la hora de dormir fue hace media hora.

Un hombre que duerme en un sofá aparece en la pantalla y un gato salta y le ataca su parte. Salta de miedo y cae del sofá en estado de shock.

Los tres nos echamos a reír.

—¿Qué es tan gracioso?.—La señora Kim chasquea.

—El gato acaba de atacar la parte del hombre. —Me río—. Se cayó del sofá.

Casi no puedo hablar de la risa.

¿Qué demonios? Ponga a los niños al teléfono.

Le paso el teléfono a Hyeong.

—Hola, mamá.—él dice, con los ojos pegados a la pantalla.

Hola, Hyeong. ¿Está todo bien?

—El gato atacó las partes íntimas del hombre.—espeta Hyeong.

Deja de mirar esa basura.—oigo decir a la señora Kim.

Un gato salta del banco de la cocina y cae al cubo de la basura.

Se vuelca y asusta al perro, y todos nos echamos a reír de nuevo.

Hyeong no puede hablar para reírse.

—El gato se cayó a la basura.—grita emocionado.

Santo cielo.—se queja la señora Kim—. Pon a tu hermana al teléfono.

Hyeong le pasa el teléfono a Yeji.

—Hola Mamá. —Sonríe.

—¿Está todo bien, Yeji?

Un gato cae en una pecera y volvemos a erupcionar.

Yeji se ríe a carcajadas.

—Sí, mamá, todo está bien. Tengo que irme. —Me devuelve el teléfono.

—¿Podemos conseguir un gato?.—Pregunto.

Definitivamente no. No creo que sea nada gracioso que un gato ataque la parte de una persona mientras duerme.

Me eché a reír de nuevo.

—Lo voy a entrenar para que le haga eso.

Dios, Lili.

—Todo está bien aquí, no hay necesidad de preocuparse. —Sonrío.

Señorita Lalisa.—suspira—. Por favor, acueste a los niños ahora. Basta de estúpidos gatos.

Pongo los ojos en blanco y miro a los niños y ambos me sonríen.

—Está bien, señora policía. Entendido. Díganle adiós a su mamá, niños.—les llamo.

—Adiós, mamá.—gritan los niños al unísono, justo cuando un gato salta sobre el lomo de un perro. El perro despega a toda velocidad, mientras que el gato se cuelga de su lomo para salvar la vida.

Los niños vuelven a chillar y cuelgo justo antes de echarme a reír.

Necesitamos un gato.

Es jueves por la tarde, y Hyeong y yo estamos esperando a Yeji afuera de su escuela. Le tengo una sorpresa y me emociona compartirla.

Yeji se acerca y se mete en el auto.

—Hola. —Sonrío.

—Hola.—murmura mientras se abrocha el cinturón de seguridad.

Salgo al tráfico y mis ojos parpadean hacia ella en el espejo retrovisor.

—Tengo una sorpresa para ti.

—No me digas. ¿Eres realmente un gato de YouTube y no una niñera?.—ella ofrece sarcásticamente.

—Miau.—bromeo.

—Oh Dios. —Ella hace una mueca—. Por favor detente.

Sonrío mientras conduzco y Hyeong se ríe.

—En realidad, tengo dos sorpresas para ti.

—Sí, ¿qué son?.—Yeji suspira sin interés.

—Pensé que ustedes dos podrían ayudarme a cocinar esta noche.

Frunce el ceño.

—¿Para qué?

—Le di a JooE la noche libre.

—¿Por qué?

—Para que yo pudiera enseñarte a hacer pasta.

Yeji arruga su cara.

—¿Es esa mi sorpresa? Suena más como un castigo.

—Bueno, pensé que podrías aprender a hacer pasta, y luego el domingo por la noche podrías preparar la cena para tu mamá, tú sola.

La miro en el espejo mientras sus ojos se elevan para encontrarse con los míos, su interés despertó.

—A tu mamá le encantó tanto esa pasta la otra noche, e imagina lo sorprendida que se sentiría si supieras cómo hacerla tú misma.

Se muerde el labio inferior mientras contempla la idea.

—¿Cuál es la segunda sorpresa?

—Nos inscribí a las dos en lecciones de golf.

—¿Qué?.—Grita—. No voy a ir a clases de golf contigo. Eso sería muy vergonzoso.

Yeji permanece en silencio por un momento.

—Probablemente atropellarás a alguien o algo.—susurra.

Sonrío porque sabía que iba a decir eso.

—Está bien, no iré, pero empiezas el próximo miércoles. —De todos modos, nunca estuve realmente inscrita.

Tuerce los labios mientras mira por la ventana, y sé que, aunque nunca lo admitirá, está un poco feliz por eso.

Agarro el volante y finjo conducir muy rápido.

—Vayamos a casa y empecemos a cocinar, cariño.—le digo con acento francés.

Pone los ojos en blanco con disgusto.

—Oh Dios, haz que se detenga.

—¿Ves esto?.—Acerco la bola de masa a mí y luego se la enseño—. Lo amasas sobre la mesa.

Los niños se concentran mientras me miran, ambos amasando su masa.

La de Yeji se está pegando a la encimera.

—Necesitas un poco más de harina.— le digo.

Sumerge la mano en el frasco y pone la minúscula cantidad sobre el mostrador.

—No así.—digo—. Agarra un puñado entero, mete la mano, niña. No seas tacaña con la harina.— Hundo la mano en el frasco, agarro un gran puñado de harina y lo tiro sobre la encimera. Un poco cae al suelo.

—Lo estás tirando en todas partes.—espeta.

Sonrío, levanto la mano y soplo un poco de harina en el aire.

—Basta.—chilla mientras se concentra en su masa.

La masa de Hyeong comienza a pegarse, por lo que Yeji toma un puñado enorme y lo arroja sobre el mostrador, observando cómo cae sobre mí.

Mi boca se abre por la sorpresa mientras me miro.

Sonríe tontamente.

—Hazlo de nuevo y te romperé un huevo en la cabeza. —Sonrío mientras continúo amasando.

Sus ojos bailan de alegría, mete la mano en el frasco, arroja un puñado de harina sobre la encimera y observa cómo me cae de nuevo.

—Bien, eso es todo. —Agarro un huevo y Hyeong chilla.

—No lo harías. —Yeji jadea.

—Oh… creo que sí. —Se lo rompo en la cabeza y le cae por la cara.

—¡Ahh!.—Chilla—. No puedo creer que hayas hecho eso.

—Créelo, hermana.

Agarra un huevo y me lo arroja, rompiéndolo directamente en mi pecho.

—No.—grita Hyeong con entusiasmo, y ambas nos volvemos hacia él.

—Agárralo.

—¡Ohhhh!.—Hyeong chilla, pero antes de que pueda correr, Yeji rompe un huevo sobre su cabeza. Luego toma un puñado de harina y me lo arroja, y se pega al huevo y cubre el piso.

—Eso es todo.—grita—. Es guerra.

Agarro otro huevo y tiro de mi brazo hacia atrás para arrojárselo.

Ding dong.

Todos nos congelamos en el acto y nos volvemos hacia el sonido del timbre de la puerta.

—¿Quién es?.—Pregunto.

Hyeong salta y corre hacia la ventana para mirar hacia afuera.

—¡Abuela!

—¿Qué?

—La abuela está aquí.

—Mierda.— grita Yeji.

—Oh no. —Reboto en el lugar en pánico y el timbre suena de nuevo justo antes de que se abra la puerta principal.

Mierda, la dejamos abierta.

—¿Hola?.—llama su abuela.

Los tres nos ponemos a toda marcha mientras tratamos de limpiar rápidamente la harina del suelo, pero la abuela aparece antes de que podamos deshacernos de las pruebas.

Su rostro cae mientras entra a la habitación.

—¿Qué…?.—Su voz se apaga mientras mira a su alrededor—. ¿Qué demonios está pasando aquí?

Miro a mi alrededor en el desorden.

—Estamos cocinando. —Me estremezco.

Es una mujer muy elegante y atractiva, de cincuenta y tantos o sesenta como mucho. Lleva un ajustado vestido de lana negro y tacones bajos. Su cabello está peinado en un perfecto bob rubio, y lleva un lápiz labial de color coral para complementar su atuendo.

Ella tiene dinero.

Es descaradamente obvio.

La conmoción en su rostro no tiene precio y me muerdo el labio inferior con nerviosismo.

—Soy Lisa.—le digo con una sonrisa.

Extiendo la mano, pero me doy cuenta de que está cubierta de harina y masa.

—Le estrecharía la mano, pero… —Le muestro mi palma.

—Soy Suni. —Frunce el ceño y luego vuelve su atención a los niños—. Hola, queridos. Pensé en venir a ver cómo estaban, con su mamá de viaje.

Los niños sonríen.

Mira a su alrededor y saca un trozo de cáscara de huevo del cabello de Hyeong.

¿Diablos, cómo debe de verse esto? Todos tenemos huevos aplastados en la cabeza y el pecho, y yo estoy completamente pálida por la harina.

—Esto es de lo más inesperado.—Suni murmura, casi para sí misma.

—Estamos cocinando.— Yeji ofrece como excusa—.Y…

Hace una pausa mientras intenta pensar en una razón.

—Los huevos se nos escaparon de las manos.

—Pequeños tontos resbaladizos.—agrega Hyeong.

Me río porque esa historia es simplemente ridícula.

—Lo siento, pero nos has pillado en medio de una buena pelea de comida a la antigua.

Suni sonríe.

—Así lo veo. —Me mira de arriba abajo—. ¿Entonces, tú eres la señorita Lalisa?

—Sí. —Sonrío mientras quito un poco de harina de mi camisa—. Encantada de conocerla.

Sus ojos bailan de alegría.

—Jennie dijo que eras muy diferente, ahora veo por qué.

Me río y niego con la cabeza.

—Oh, niños, ¿no he tenido una primera semana terrible? He cometido todos los errores posibles.

Los niños asienten con entusiasmo.

—Incluso atropelló a mamá con un carrito de golf.—dice Hyeong.

—Dios. —Suni se lleva la mano al pecho—. ¿Ella está bien?

—Mamá está bien.—responde Yeji—. Estuvo de mal humor toda la noche por eso.

Suni se ríe y tengo la sensación de que esta mujer me va a agradar.

—Estamos practicando hacer pasta fresca para que Yeji pueda preparar la cena para su madre el domingo por la noche.—digo.

—¿De verdad?.—Nos mira a las dos, impresionada.

—Debería venir.—le digo—. Cuantos más, mejor. Yeji es una cocinera fantástica.

—No he cocinado nada todavía.—interrumpe Yeji.

—Lo sé, pero serás una cocinera fantástica cuando termine contigo.

Suni sonríe.

—Gracias por la invitación, vendré encantada.

Suni mira hacia la puerta.

—No dejen que detenga su diversión. Me pondré en marcha.

Todos la seguimos y Suni se da la vuelta.

—¿A qué hora es la cena el domingo por la noche, cariño?

Yeji me mira en busca de orientación.

—¿A qué hora, corazón mío?.—susurro—. Tú elige.

—¿Alrededor de las seis?.—Yeji se encoge de hombros.

Suni sonríe y se frota el brazo.

—Perfecto, nos vemos a las seis, cariño. —Sale por la puerta y llama por encima del hombro—. Que se diviertan. No me gustaría ser yo quien tenga que limpiar ese piso.

Todos fruncimos el ceño ante la idea de tener que hacerlo nosotros mismos.

—Limpiemos primero y podemos empezar de nuevo. —Suspiro.

Con un giro de sus ojos, ambos me siguen de regreso a la zona de batalla.

Este lugar está hecho un desastre. Son ahora las 11:00 p.m. y estoy de vuelta en la cama, leyendo. La habitación está oscura, iluminada solo por mi lámparita. Hoy no supe de la señora Kim, pero sé que llamó a los niños, la escuché hablar por teléfono con Yeji. Una parte de mí está un poco decepcionada de que no me haya llamado. Dios sabe por qué. Exhalo hondo y me muevo en la cama, molesta conmigo misma.

Doy la vuelta a la página con demasiada agresividad y sigo leyendo.

Mi teléfono baila sobre mi mesita auxiliar, el nombre de la señora Kim ilumina la pantalla.

Mi corazón se acelera al instante.

Es ella.

Actúa de forma casual, me recuerdo.

—¿Hola?

Hola, Lili.—ronronea.

¡Lili, mierda!

Esta es una llamada personal.

Reprimo mi sonrisa.

—Hola.

Suena como si estuviera en un bar o algo así; hay mucho ruido de fondo.

Entonces… escuché que conociste a mi madre. —Dios, su madre la llamó.

—Sí. —Cierro los ojos con fuerza—. Me cayó muy bien.

Me estremezco y se queda callada.

—¿Qué dijo sobre mí?.—Pregunto.

Vacila por un momento.

Digamos que has agregado otro miembro a tu club de fans en constante crecimiento.

Sonrío tontamente. ¿Otro? ¿Eso significa que ella también está en ese club?

—¿Todo está bien?.—Pregunto—. ¿Llamaste para ver cómo estaban los niños?

Jennie se ríe, y puedo decir que ha estado bebiendo.

Llamé para ver cómo estaba mi niñera traviesa.

Mi estómago se revuelve ante el tono de su voz.

—Tu niñera está bien. —Levanto las cejas.—. Aunque por el tono de tu voz no tengo idea si estás siendo graciosa o sarcástica.

Se ríe con una risa profunda y siento que me calienta la sangre cuando el sonido me recorre.

Sonrío.

Digamos que es mucho de uno y poco de otro.—responde.

Confíe en que me dará un acertijo como respuesta.

—¿Qué tan bien?.—Pregunta en un tono bajo, sexy—. ¿Qué tan bien está mi niñera?

Trago el nudo en mi garganta.

—Tan bien como se puede esperar cuando la mujer de la casa está fuera.

Inhala bruscamente, la escucho que se le queda atrapado en su garganta.

¿Qué demonios estoy haciendo?

Este es un juego peligroso al que estoy jugando.

—¿Dónde estás?.—Pregunto.

En un bar.

—¿Con quién?

No contigo.

Mi corazón se detiene.

¿Qué diablos está pasando aquí?

—¿Estás coqueteando conmigo, Jennie?.—Sonrío.

—¿Te molestaría si lo estuviera?.—Mi corazón comienza a martillear y el ruido de fondo comienza a desvanecerse, como si se hubiera mudado a un lugar más tranquilo.

—No, no lo estaría. —Hago una pausa por un momento—. Todo lo contrario, de hecho.

Casi puedo ver su sonrisa al otro lado del teléfono.

Ojalá no nos hubiéramos conocido en estas circunstancias.

—¿Por qué?.—murmuro.

Porque me atraes.—ella respira con dificultad.

Mi corazón late con fuerza y aprieto los ojos para concentrarme en su respiración.

Mierda, ¿está pasando esto?

—Eres correspondida.—confieso.

No busco una relación.—susurra y suelta una respiración profunda, y mi sexo se aprieta con el sonido de su voz profunda y autoritaria.

—Yo tampoco.

—¿Qué estás buscando?

—Algo de esa satisfacción de la que me hablaste. —Me muerdo el labio inferior y me estremezco. ¿Acabo de decir eso en voz alta?

Inhala bruscamente, ninguna de las dos habla por un momento o dos.

No puedo mezclar negocios y placer en mi casa.—dice finalmente.

—Si no sucede en esta casa, no soy tu empleada. Sólo soy una mujer.—Susurro.

De acuerdo, ¿de dónde salió eso? ¿Quién soy?

Sisea con aprobación, y sé que le gustó esa respuesta.

Eso es algo en lo que puedo pensar.—responde.

Dios, estoy tan jodidamente excitada por esta mujer.

—¿Estás en la cama?

—Sí.

Tócate. —Mis ojos se abren.

¿Qué…?

Pon esa linda mano en ese hermoso coño y dime lo que sientes.

Dios, lo que me está diciendo, esa voz…

Deslizo mi mano entre mis piernas y paso a través de mi carne.

—Estoy mojada.—le digo.

—¿Demasiado?.—Puedo escuchar la excitación en su voz.

—Sí.—digo con voz ronca.

Mierda.

Esto es una locura.

Se produce una conmoción de fondo y algunos hombres comienzan a hablarle en voz alta.

Tengo que irme.—dice, claramente molesta—. Terminaremos esta conversación más tarde.

Asiento, maldita sea.

—Está bien.

Buenas noches, mi niñera traviesa.

Sonrío, cuelgo y miro fijamente a la pared.

¿Eso acaba de suceder?

Hyeong y yo nos sentamos en el carro mientras esperamos que Yeji salga de sus lecciones de golf. Esta parece ser la única actividad a la que realmente le entusiasma asistir. Incluso se puso brillo labial hoy, y si mis sospechas son ciertas, el chico de la oficina podría estar en su punto de mira.

Espero que así sea.

Él es tan lindo.

Yeji sale con la chica y el chico de la oficina, se pone de pie y les habla por un momento.

No puedo evitar sonreír mientras los veo.

Yeji hace girar su largo cabello entre sus dedos. No soy una experta en lenguaje corporal, pero incluso yo puedo ver que ella está interesada.

Que dulce.

Esto es lo que necesita, algo de romance. Se despide con la mano y salta hacia el carro, cerrando la puerta de golpe una vez que está dentro.

Yeji me sonríe y mi corazón se derrite.

Pongo mi mano sobre su muslo.

—Qué hermosa sonrisa es esa.

Yeji mira por el parabrisas delantero, luciendo muy complacida consigo misma, y salgo del estacionamiento, incapaz de evitar sonreír durante todo el camino a casa.

Que Yeji sea feliz me hace feliz.

Pasa de la medianoche y estoy en la cama, leyendo de nuevo. Llevo puesto mi camisón negro sedoso con tirantes finos. Me levanto, entro en la casa principal y vuelvo a comprobar las puertas. La señora Kim vuelve a casa mañana, he estado muy ocupada con los niños desde que se fue. Ya revisé las puertas antes, pero como estoy sola con sus hijos, siempre reviso los puntos muertos para que Hyeong no pueda escapar si camina sonámbulo. Mi peor miedo es despertarme por la mañana y que él se haya ido. No ha tenido otro episodio desde esa primera vez. Al parecer, solo lo hace cuando hay un cambio en el entorno de su hogar. Mi llegada lo puso fuera. Sin embargo, ahora parece estar tranquilo.

Miro hacia las escaleras.

El pobrecito tuvo una pesadilla hace un par de horas. Podría ir a ver cómo está una vez más antes de acostarme por la noche.

Subo las escaleras de la casa tenuemente iluminada, caminando con suavidad por el pasillo. Abro la puerta lentamente y primero reviso a Yeji. Está profundamente dormida, así que cierro la puerta detrás de mí. Bajo a la habitación de Hyeong y abro la puerta, agradecida de ver que duerme como un bebé. El sonido de su respiración tranquila me hace sonreír. Este niño me tiene envuelta alrededor de su dedo con tanta fuerza que incluso su respiración hace que me derrita ahora. Me doy la vuelta para bajar las escaleras cuando escucho un ruido en la habitación de la señora Kim.

Me detengo en seco.

¿Qué demonios fue eso?

Mierda.

Estoy congelada en mi lugar mientras escucho, pero definitivamente puedo escuchar algunos crujidos.

¿Dios mío, hay alguien en su habitación?

¿Nos están robando?

Mi corazón comienza a latir con furia.

¿Qué debo hacer?

Camino lentamente hacia su habitación, mirando adentro, donde veo que la luz del baño está encendida y la puerta entreabierta.

Alguien está en el baño.

Me acerco de puntillas a la puerta del baño y miro dentro.

Oh, Dios mío.

La señora Kim está allí, y está desnuda, con su polla dura en la mano mientras se acaricia a sí misma.

Está perdida en el momento, mirándose a sí misma. Mirando su polla.

Como salido de un sueño húmedo.

Mis labios se abren con asombro. Puedo ver cada músculo de sus hombros y espalda en el espejo detrás de ella mientras acaricia con fuerza.

Su estómago se contraen con cada tirón de su mano.

Se pone más y más dura, y su boca cuelga floja mientras se concentra.

La mujer está tan buena.

Mi cuerpo instantáneamente comienza a tararear con excitación, y siento que tengo una ráfaga de humedad debajo.

Abre las piernas y se inclina hacia atrás contra el costado del lavabo cuando realmente comienza a permitirse disfrutarlo.

Su polla es enorme, y estoy en el jodido cielo viendo este espectáculo prohibido.

Solo quiero ponerme de rodillas frente a ella y quitarle el trabajo de las manos… literalmente.

Sus caricias se vuelven más duras, más rápidas y siento que yo también voy a correrme.

Puedo sentir lo excitada que está, sentir lo bien que se sentiría su polla si estuviera dentro de mí. Deja escapar un gemido profundo mientras deja caer la cabeza hacia atrás, y me encuentro conteniendo la respiración.

¿Qué estás haciendo? ¡Sal! Vete ahora antes de que te vea.

Sus ojos parpadean y vacila cuando me ve.

Nuestros ojos se encuentran, pero algo sucede, y como si supiera cuánto necesito ver esto, lentamente se acaricia de nuevo.

Trago el nudo en mi garganta.

Joder, sí.

Empiezo a jadear.

Empieza de nuevo con caricias largas y apenas puedo mantenerme de pie.

Esto es ridículo, pero no puedo obligarme a irme.

Se pone más y más dura, y mi boca se abre mientras miro su polla con
anticipación. Sus ojos felinos y oscuros están fijos en los míos cuando se estremece y se levanta rápidamente sobre su estómago.

El gemido que deja escapar hace eco a mi alrededor, y empiezo a jadear mientras lucho por respirar. Su semen es espeso y blanco, perfecto, y como una ventaja adicional, observa mi reacción mientras se la unta al estómago

No tengo palabras.

¿Qué carajo? ¿Qué diablos?

Con mi pecho subiendo y bajando, mis ojos se encuentran con los suyos de nuevo, y veo cómo la satisfacción cruza su rostro.

—Buenas noches, señorita Lalisa.—susurra sexualmente mientras continúa frotando su semen y su estómago brillando. Siento que mi interior se aprieta—. Nos vemos en mi baño una vez más.

Mis ojos se abren.

No sé qué decir.

¿Qué puede explicar lo que acabo de ver?

Lo que acabo de hacer… Lo que ella acaba de hacer.

Entonces, me doy la vuelta y corro.

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