Jungkook llevaba el cabello rubio, liso y peinado hacia atrás. Sus ojos eran grandes y se veían casi inmensos en relación con el tamaño de su rostro. Su piel era pálida y su cuerpo estaba levemente marcado, tenía algunos tatuajes por su brazo izquierdo y unos pequeños en el derecho.
En comparación a Taehyung, en cuanto sus facciones, su nariz era muy fina, sus ojos eran más pequeños, aovados y tenía una mirada que hipnotizaba a cualquiera. Su boca era pequeña, a una línea de perfección, sus mejillas junto a sus labios tiernos formaban una tímida sonrisa, y su cabello era castaño, brilloso y con un leve mullet, un estilo muy típico de él.
—¿Tienes ganas de divertirte? —preguntó el rubio—
—¿En serio crees que nos dejarán salir estando ambos conectados a una máquina? —suspiró Taehyung mientras observaba el techo—
Su mirada nuevamente se dirigió hacia él luego de un largo rato pensando de todo menos en algo bueno, no quería pasar sus días triste y encerrado en aquella habitación junto a Jungkook esperando hasta su último aliento. No sabía con certeza si lo que apunto estaba de decir era entregarse a una aventura incierta o si sería una malísima idea, pero va, qué más daba, el tiempo no era eterno y mucho menos para ellos.
Giró su cabeza y pudo notar en su mesita de noche, que se encontraba en medio de ambas camillas, un pequeño reloj de arena, preguntándose con curiosidad por aquel objeto.
—Jungkook, mira esto.
—¿Un reloj de arena? Realmente nunca supe para qué sirven.
Taehyung tiró una mirada con sus ojos un poco entrecerrados. "¿En serio este imbécil no sabe para qué sirve un reloj de arena?"
—Creo que es bastante obvio que para medir el tiempo. Su duración dependerá de cuál sea su tamaño. Entre más grandes sean, más tiempo tardará en caer la arena.
Jungkook abrió su boca sorprendido, como si se tratara de algo (bastante obvio) extraordinario.
—Siempre se aprende algo nuevo.
—¿En serio no sabías algo tan básico? —preguntó entre risas—
—¿Qué me estás queriendo decir?
—Que eres un idiota, Jungkook.
—Gracias por ser tan amable, chico cuyo nombre aun desconozco. —dijo Jungkook, poniendo sus ojos en blanco y con un tono sarcástico—
El castaño soltó un profundo suspiro, tirando su cuerpo hacia atrás con más fuerza, mientras sostenía aquel reloj en sus manos. Por un momento pensó en decirle a Jungkook que solo le quedaban días de vida, que aún sabiéndolo no le importaba mucho y que deseaba vivir sus últimos días siendo feliz por más duro que sea.
Taehyung siempre pensó que su forma de ser era algo pesada, quizás un poco densa y algo molesto, pero siempre procuraba sacarle una sonrisa a los demás por más tonto y payaso quedara.
Nada importaba si podía hacer feliz a alguien más, él era de esas personas que sería capaz de hasta entregar su vida por la persona que ama.
Sí, así de intenso era.
—Sabes, no me quedan muchos días.
El rubio posó su mirada en él, escuchándolo.
—Solo quiero divertirme, ser feliz, no me importa si quedo como un idiota, como un loco, solo quiero que estos últimos días en este lugar no queden como malos recuerdos en mi cabeza. Sé que suena tonto, pensarás "wow, este chico realmente si tiene ganas de vivir" ¿La verdad? Sí, me hubiera gustado vivir muchos más años, haber terminado aquella carrera con la que tanto había soñado, tener una pareja... Una familia, hijos... —su voz por un momento se quebró— Lo siento.
—Oye, está todo bien, no tienes por qué disculparte. En cierta parte te entiendo, yo aun no sé qué padezco y la verdad no quisiera saberlo. —estiró su mano agarrando el reloj de arena— Pero algo que sí sé, es que el tiempo es sagrado. No importa los días, horas o segundos que nos queden, lo importante aquí es irnos siendo felices y con recuerdos que duren para toda la eternidad en nuestra memoria.
Taehyung sonrió de oreja a oreja, al parecer había encontrado a alguien quien comprendía su pensar y no había un sentimiento mejor que eso. Su corazón se sentía tranquilo y reconfortado ante las palabras de Jungkook, si bien apenas lo conocía, pudo sentir una linda energía proveniente de él.
—Gracias, Jungkook. —tosió un poco, preocupando al rubio quien intentó acercarse—
Jungkook se levantó de su camilla un poco adolorido. Al lado de la puerta principal se encontraba un largo espejo, sintió curiosidad por su apariencia y se dirigió hacia él, empezando a fijarse en cada detalle de su vestimenta.
Al rubio le encantaba estar a la moda, cada nueva temporada estrenaba nuevos outfits y constantemente juzgaba la apariencia de los demás. Siempre había sido un gran aficionado por la moda, era su pasatiempo favorito y a menudo era alagado por su buen gusto a la ropa, algo que lo hacía sentir honrado y orgulloso.
—Esta bata es horrible y este verde es un espanto.
—¿Es en serio? —preguntó Taehyung entre risas—
—Es que solo mira, mi cabello es rubio, mi piel es blanca y el verde... ¡El verde simplemente no resalta mi belleza!
—El verde es mi color favorito.
Jungkook dio media vuelta tirando una mirada con picardía al castaño e intentando no reírse al respecto, quien el mismo no dejaba de mirarlo ante su reacción.
—¿Acaso me estás coqueteando? —tiró sin vergüenza—
Taehyung pegó su mano a su cara avergonzado porque no pensó en lo mal que sonó decir aquello. Si bien fue algo que simplemente salió sin pensarlo, no pensó que se podía malinterpretar. Mierda, estaba jodido.
Sus mejillas se sonrojaron por unos segundos, haciendo evidente su vergüenza.
—¡N-no es lo que piensas! Discúlpame...
El rubio fue en dirección del castaño sin sacarle los ojos de encima, por un momento sintió pánico por su intensa mirada y giró a un lado su cabeza. Se sentó a su lado, se acercó lentamente a su cara quedando a escasos centímetros de sus labios, y habló.
—¿Te gustan los hombres, chico misterioso?
—¿¡Eh!? ¿¡Por qué preguntas eso!? —preguntó exaltado mientras intentaba apartarlo—
Jungkook no parecía inmutarse ante su sorpresa, solo se limitó a acercarse más y más a su rostro, sintiendo el calor de las mejillas del castaño.
—Dime, ¿te gustan o no? —reafirmó—
—No lo sé... N-nunca me he preguntado eso.
—Ya veo. —sonrió Jungkook— Sabes, eres un chico muy apuesto.
Jungkook se levantó de repente de su camilla, volviendo nuevamente al espejo con total normalidad. El castaño estaba atónito ante lo que acababa de pasar, en su cabeza no dejaba de sonar aquella pregunta "¿te gustan los hombres?"
Carajo, nunca se puso a pensarlo.
Pero, ¿por qué ahora lo dudaba?