Ciudad del vicio.

By uraptune

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Yoo Jeongyeon, es una eficaz asesina a sueldo que se vera envuelta en cientos de problemas luego de conocer a... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24 (Final)

Capítulo 20

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By uraptune

Exhalo resignada.
Veo el techo, luego cierro los ojos.
Negro.
Huelo humo, escucho el crujir de la madera.
Todo es rápido.
Siento el calor, mucho calor.
Todo es negro.

No... no puedo rendirme. Vuelvo a abrir mis ojos para contemplar el ahumado techo. Las llamas han avanzado con una rapidez sorprendente desde la última vez que tenía los ojos abiertos, si no me muevo ahora moriré calcinada. Solo debo hacer un esfuerzo, un gran esfuerzo. Luego recuerdo, aun si lograra moverme no lograré salir de esta casa sin que me vean, matándome de inmediato. Sí, supongo que este es el fin, aun así no puedo simplemente dejarme vencer sin agotar con todas las posibilidades. Muevo mi cabeza, lo único que no me produce tanto dolor articular. Observo a mi costado, la cocina, Jin-young me arrastro cerca de esta para asegurarse de que cuando el fuego llegue a las instalaciones del gas, la explosión me mate. Una pequeña sonrisa se dibuja en mi lastimado rostro, de alguna manera ese idiota me ayudó en algo, me ahorró trabajo. Me logro poner boca abajo y con ayuda de mis brazos, me arrastro con dolor y dificultar, impulsada codo a codo rumbo a la cocina. Me detengo un segundo por el sufrimiento y cansancio, dejándome atrapar un momento por la tos que el asfixiante humo me provoca, pero recuerdo que no hay tiempo para quejarme, aunque el humo hace las cosas más difíciles. Tengo comezón en los ojos, mi respiración arde por las partículas quemadas entrando en mis cavidades nasales ,cada parte de mí está adolorida, el calor pareciera que cocinaba mi piel antes que el fuego, aun así continúo hasta llegar a la trampilla que está en el suelo a un rincón. La levanto, encontrándome con las escaleras que llevan al sótano, y me dispongo a bajarlas. A pesar de que está bajo la casa y más lejos del fuego, está completamente ahumado.
Bajaba arrastrándome, el calor es insoportable, por mi rostro corren gotas de sudor entre el esfuerzo y la temperatura, pero a mitad de camino, resbalo y mis brazos ceden por el dolor, cayendo hasta abajo, eso dolió, definitivamente. Al menos me ahorró el seguir bajando de manera lenta. No hay tiempo para descansar, ya estoy cerca y el fuego no tardará en volar todo el maldito lugar en pedazos conmigo adentro. Me arrastro hasta una esquina, y palpo el suelo, buscando a ciegas, producto del humo, mi única salida. Me cuesta trabajo pero la encuentro, tomo la manilla y levanto la nueva trampilla de acero. Veo hacia abajo y puedo ver a unos dos metros y medio el agua del alcantarillado. Sé que debo lanzarme, es la única opción, y debo hacerlo ahora, antes de que explote. Trato de hacerlo con el menos daño posible, agarrándome del borde, pero estoy demasiado lastimada e irremediablemente caigo pesadamente al agua. Maldigo un par de segundos al constatar que el alto del agua no es mayor a cincuenta centímetros, haciendo mi caída para nada agradable. Escucho un ruido fuerte, que me hace instintivamente lanzarme a un lado y taparme. La casa ha explotado, y una gran ola de fuego sale por el agujero de arriba, donde estaba mi sótano. Ahora agradezco estar en un lugar húmedo y con agua. Saco mis manos que cubrían mi rostro para protegerme del fuego que amenazaba por entrar entre las rendijas de la entrada a la alcantarilla, pero el fuego se desvanecía ante al contacto húmedo que ofrecía el lugar, aún así caen escombros incinerados desde arriba. Desde el suelo suspiro aliviada de haber alcanzado a lanzarme antes de ser yo la que cayera incinerada a este lugar. Dejo de mirar por encima de mí y trato de levantarme, esto aún no ha terminado. 

Me levanto y apoyo inmediatamente mi espalda contra la pared. Demonios, cada parte de mi cuerpo me duele demasiado, pero si no me muevo pronto, moriré aquí abajo de alguna posible infección en mis heridas por la humedad y desechos del lugar. Dejo de apoyarme y comienzo a caminar con lentitud, a paso lento, mirando a todas partes, buscando las marcas de pintura que me guiarán en el camino a la salida. Allí están, me acerco a la pared y veo la marca que dejé hace unos años acá en caso de emergencia, esta es una. Agradezco haberlas hecho, aunque con sinceridad nunca creí llegaría a usarlas. Las marcas en la pared me guiaran en un largo camino a a las afueras del local de Taeyeon, ella es la única que me puede ayudar en estos casos. Avanzo arrastrando mis pies, apoyando mi mano en la pared, el camino es eterno, pero al menos tengo la seguridad que llegaré sin ningún obstáculo hasta allá. 

Sigo cada una de las marcas, ya estoy cerca, lo se porque las marque especialmente para que me indicaran ello. Me tropiezo cayendo boca arriba, pero debo volver a levantarme, ya no queda prácticamente nada. La última señal apunta hacia arriba, miro para observar la salida, la trampilla de acero dejaba entrar un poco de luz por los tres agujeros con los que contaba. Subo con dificultad, muevo la tapa y salgo, escalando hasta llegar por fin al nivel de la calle, a un callejón oscuro, que queda justo frente a una puerta que reconozco como la entrada trasera. Me inmiscuyo sigilosamente hasta la oficina de Taeyeon, con tortuosa agilidad, sin que nadie advierta que he entrado. Cuando entro a la oficina, la hallo vacía, me apoyo en el escritorio a la espera a que se aparezca aquí. Parpadeo un par de veces para mantenerme despierta, mis fuerzas se están abandonando, ha sido mucho el esfuerzo para llegar, y me recuerdo que estoy prácticamente desecha. Escucho un ruido, debo esconderme ahora, detrás de la puerta, tal vez si tengo suerte no noto que estoy allí, pues no tengo otra opción, es el único movimiento que mis pocas fuerzas me permiten hacer. La puerta se abre.

- Claro, enseguida voy a... - Dice una distraída chica, joven, muy joven, creo reconocerla. Pero es demasiado tarde, mi vista se nubla unos momentos y pierdo el equilibrio, apoyándome sobre un mueble, provocando un leve ruido, el suficiente para hacerle voltear rápidamente y notar mi presencia. Da un ahogado grito al asustarse. Mis rodillas se doblan y caigo irremediablemente al suelo. La chica se acerca temerosa y me voltea.

- Oh por Dios... - Exclama en voz baja al seguramente notar lo maltrecha que me encuentro. No puedo ver con claridad, siento que en cualquier momento perderé el conocimiento, pero logro enfocarme algo en su rostro. Ese cabello negro hasta el hombro, ojos azules, de unos quince años.

- Tú... - Logro pronunciar. 

- Tú eres quien me salvó de ese sujeto... - Dice sorprendida. Ahora si logro reconocerle por completo, ella estuvo en la escena del crimen de aquel traficante que asesiné, y luego la traje con Taeyeon. Al parecer se quedó acá. Como sea... ya no resisto mantener los ojos abiertos. - Resiste... ¡Taeyeon! - Siento que me suelta dejándome acostada con cuidado en el suelo y sale de la oficina, volviendo con quien había llamado. Que patética debo verme... no puedo ya ni moverme para no parecer tan acabada.

- Pero que... ¡Jeongyeon! ¿¡Qué demonios te pasó!? - Dice abalanzándose hacia mí. - Necesitas un hospital... -

- No... no hospitales. - Fue lo último que logre pronunciar antes de que mi vista comenzara a nublarse hasta apagarse por completo...


Vuelvo a abrir mis ojos, parpadeo un par de veces para enfocar mejor mi vista. Estoy acostada en una cama, en una habitación, la reconozco después de unos segundos. No es una habitación, es un sótano. Estoy donde Taeyeon, solía dormir aquí antes de irme a vivir sola. Veo a mi lado, encontrándome directamente con esa chica de nuevo.

- Que bien, despertaste. Comenzaba a preocuparme mucho, creí que morirías. - Dice tocando mi frente. Me trato de levantar pero aun el dolor sigue.

- Me desmayé, ¿verdad? - Pregunto un poco confundida, sin recordar como fui a parar hasta aquí abajo.

- ¿Desmayarte? Llevas dos días inconsciente... - Dice ayudándome a acosarme acostándome de nuevo.

- ¿Dos días? Vaya... - Ahora entiendo porque mi cabeza duele tanto. - ...¿Dónde está Taeyeon? -

- Ahora está arriba trabajando en el bar, yo te cuidaré. -

- No necesito que nadie me cuide. - Digo con el ceño fruncido.

- ¿De veras? Con suerte puedes moverte... Vamos, no seas orgullosa, además que tú me salvaste aquella vez. -

- No lo hice, solo estabas ahí nada más. - Digo desviando la mirada, desinteresada.

- Como sea, es la única forma que se me ocurre de compensártelo, estaría muerta de no ser por ti. - Me habría negado, detesto esta clase de cosas, pero la verdad es que apenas puedo moverme sin querer dar un aullido de dolor. Ahora resiento golpes que antes no percibía. Veo mi mano que está vendada, noto como otras partes de mi cuerpo también lo están.- Ya curé tus heridas, solo tienes que descansar y esperar que te recuperes bien. - Aclara al ver cómo me veo.

-Gra... hmm... gracias. - Digo con dificultad, esa palabra prácticamente no está en mi vocabulario. Me entrega una charola de la cual me obliga a comer, con la excusa que debo recuperar fuerzas. Después de unos minutos de cuidado me deja sola, pues hay algo que debe hacer. Ni siquiera tengo ganas de comer, o de respirar... siento que me asfixio. Dejo la charola a un lado y continúo haciendo trabajar mi memoria, mis recuerdos... Nayeon. 

Me siento tan extraña, algo en mi no quiere creer que ella estuviese metida en todo esto, pero cada vez que le doy otra vuelta a las palabras de Jin-young, les encuentro más sentido. Por un momento quise creer en su rápida atracción hacia mí, y que en que solo un par de veces de vernos bastaran para que ella sintiera algo como para querer irse y permanecer conmigo. Pero luego lo recordé, ese tipo de cosas no ocurren en la realidad, menos a alguien como a mí. Estaba tan distraída en toda esa avalancha de sentimientos y emociones nuevas y desconocidas para mí, que no noté ni vislumbré si quiera en que aquello pudiese ser posible. Preferí creer en algo tan idílico como el amor a primera vista, que en la hija del mafioso que me quiere muerta estuviese involucrada en todo. Parte de mí quiere hacer caso omiso a lo obvio y creer que todo lo que vivimos fue verdadero, otra quiere olvidarle completamente, pero esta última es definitivamente imposible. Nunca lo había hecho, y para mi propia sorpresa le había abierto mi corazón a alguien, a alguien fuera de mi propio mundo privado. Pero ahora siento que está hecho pedazos, que dolorosa sensación. Creo que prefería no saber que existía ese órgano vital que fastidiosamente palpita. Mi cabeza me duele, no sé si son los golpes, por tanto dormir o tanto pensar. No me he dado cuenta y han pasado horas desde que estoy sola, yo, y mis divagaciones. Siento como la puerta se abre y una mujer baja las escaleras, Taeyeon. Camina hasta llegar a mi lado, se sienta en la cama.

- ¿Cómo te sientes? -

- Bien. - Respondo secamente. Taeyeon rueda los ojos emitiendo un suspiro.

- Por un momento creí que te perdía, realmente te dejaron mal... ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Dónde está esa niña? -

- Se la llevaron, me golpearon hasta inmovilizarme y quemaron la casa conmigo adentro. Alcancé a salir solo con algo de suerte. -

- ¿Saben que escapaste? -

- No... estoy segura que creen que estoy muerta. -

- Te dije que esto no terminaría bien, no debiste nunca llevártela y mantenerla contigo, es la hija de nada menos Im Seong-Su, ¡por Dios! - Me regaña.

- Si sé, ¿crees que no me lo he reprochado ya a mi misma? - Hubo un inesperado silencio prolongado, veo como entre cierra sus ojos viéndome.

- Algo me dice que hay más, luces más que adolorida, como... decepcionada. - Taeyeon, Taeyeon... siempre tan observadora, como odio esa cualidad en este momento. 

- Ella... ella estaba al tanto de todo. Al parecer estuvo involucrada. -

- Vaya, se veía sincera cuando la vi, y ya sabes lo ob... -

- "Observadora que soy" ya sé, ya sé... pero eso no es ninguna garantía. -

- Tienes razón... la verdad suena razonable que estuviese involucrada. Supongo que no debiste olvidar el lema, "no confíes en nadie" -

- Fui demasiado ciega y estúpida, me traicioné a mi misma creyendo todas esas estúpidas mentiras. Olvidé que nada de eso existe, nadie da sin recibir algo a cambio. Merezco haber muerto en ese incendio por necia. -

- Escucha Jeongyeon, todos tenemos una caída de esas. Nos enamoramos o ilusionamos con algo que después nos lleva a la perdición, así es esta ciudad. Pero lo importante es que sobreviviste, a diferencia de otros, y esto te recordará a no confiar si quieres sobrevivir... francamente nunca creí que tú cayeras, pero supongo que esto comprueba que eres humana después de todo. - Después de sus palabras hay un breve silencio. Poco a poco voy frunciendo el ceño.

- Ya cállate Taeyeon, me cansé de esta basura sentimental, quiero estar sola si no te importa. -

- Claro... procura sobrevivir, lo menos que quiero es verte deprimida, eso no es parte de ti - Dicho esto se marchó. He tratado de moverme, pero la dificultad es más grande de lo que creí. Supongo que agoté todas mis energías en el escape de la casa. Otra vez, no pude evitarlo y volví a pensar en ella. Cierro mis ojos y puedo imaginar como si su presencia estuviese frente a mí, su aroma, su delicada sonrisa, sus ojos observándome con esa detención característica. Abro mis ojos de golpe, fastidiada por mi incapacidad de controlar mi mente, mi puño se aprieta y golpea la pared a un lado de mi cama. Ya basta. Siento una opresión en mi pecho, me molesta respirar, como cuando sentía aquellos ataques de ansiedad que tenía antes de estar con ella. Otra vez, ella, ella, ¡ella! ¿¡Es que no puedo estar más de un minuto sin recordarla!? ¡Demonios! Quisiera tener una de esas pastillas para quitarme esta maldita sensación. No, este dolor, esta inquietud, es peor a las otras antes sentidas. Esta viene acompañada con unas ganas molestas y dolorosas de llorar, aun así, por más que quisiera derramar alguna lágrima para así descargar esta angustia, no puedo, nada sale de mis ojos. 

Pasan días, la sensación continúa, y se siente aun más al no tener nada más que hacer que mirar el techo, pues aún no puedo moverme. Creí que las pesadillas habían acabado, pero han vuelto. Esta vez no son de mi pasado olvidado, sino solo para rememorar el último día que la vi y las palabras de Jin-young. Aquella chica aun sigue ayudándome y curando mis heridas. Su nombre es Yuna, me lo dijo hace un rato. Cambia mi vendaje mientras me quedo mirándole detenidamente. Realmente es muy joven para estar aquí.

- ¿Cuántos años tienes? - Pregunto de pronto.

- Quince. - Responde sin dejar de ver mi mano mientras la venda.

- ¿Y que haces aquí? ¿Cómo entraste en este mundo? - No puedo evitar preguntar para saciar mi curiosidad.

- Quería... no, no es nada. - Mueve su cabeza en negación sonriendo con un dejo de nostalgia.

- Anda, dime. - Tal vez una historia me distraiga.

- ...Quería convertirme en cantante, en toda una estrella. Mis padres no me apoyaban así que huí de casa. Un tipo prometió cumplir mi sueño, pero era todo un engaño... solo quería que me acostara con él, me llevaba a fiestas y me hacia consumir drogas, antes de que pudiera darme cuenta, ya estaba metida en todo esto. Él terminó forzándome a venir hasta esta ciudad con más promesas falsas. ¿Qué más podía hacer?, ya era demasiado tarde para mí. -

- Deberías volver con tus padres... - Dije sin pensar, pero ella me interrumpe inmediatamente.

- ¡No! no... no quiero que ello sepan lo que he pasado, no me lo perdonarían. No podría volver a verles la cara. - Dice volteando para que no le vea. Levanto un poco mi dorso para acercarme a ella.

- Em... escucha, no tengo mucha experiencia con familias, la verdad ninguna. Pero creo que tus padres se alegraran de saber que esas bien. Eres aun solo una niña y no tienes porqué vivir todo esto, aun estás a tiempo de salir de todo este inframundo y volver a retomar tu vida. - Hubo una pausa, un silencio un tanto incómodo que me hace recordar que no debería porqué meterme en asuntos que no me competen.

- Gracias... -

- No lo hagas, solo hice una observación nada más. - Limpia una lagrima y sonríe asintiendo.

- Bien... - Si, definitivamente es solo una chiquilla. Me hace distraerme por breves minutos de lo que me aqueja. Las heridas han ido sanando lentamente, y mis huesos no sanarán hasta que los mueva. Hago vanos intentos por levantarme. Uno de ellos funciona y logro hacerlo con dificultad. Camino hasta llegar a un espejo, para mirar mi rostro, mis ojos han vuelto a perder el brillo. Al verme puedo comprobar que Jin-young realmente se ensañó con los golpes, tenía marcas enrojecidas y moradas por gran parte de mi cuerpo, además de varios cortes que provocaron los vidrios al romperse cuando me arrojó contra ellos. Guío mi atención hasta una pila de cajas, tal vez un par de cosas de las que tenía aun estén aquí. Abro un par de ellas y sonrío, están cada una de ellas.

- ¿Qué demonios crees que haces Jeongyeon... ¿Quieres matarte? - Exclama Taeyeon al verme ejercitando.

- Si quiero recuperarme debo partir por algo. Me cansé de estar postrada en una cama y esperar a mejorarme. 

- Deberías ir con calma Jeongyeon, puedes dañarte. - Dice con tono más aprensivo.

- No más de lo que ya estoy. - Digo levantando y bajando una pesa con mi mano derecha. - ... además no tienen mucho peso. - Ella solo mueve su cabeza en gesto de desapruebo. Se acerca hasta mí, resopla, sacando un par de cosas sobre el catre para así sentarse a mi lado. Sigo con lo mío. 

- ¿En que piensas? -

- Nada. - Continúo.

- ¿Qué es lo que piensas hacer después de recuperarte? ¿Continuarás en el negocio? -

- Algo así.  - Contesto fríamente.

- ¿Qué es lo que pretendes? - Esa última pregunta no fue contestada. Maldice unos segundos y vuelve a dejarme sola. No tengo ganas de hablar, mi momento de sensibilidad y vulnerabilidad se agotó, no más. Volveré a salir de este lugar cueste lo que me cueste, ya no me importa, solo quiero recuperarme lo antes posible. Aun así por las noches las pesadillas me acechan y despierto de madrugada, pero por la mañana mi forzada calma vuelve, nuevamente enfocándome en mis objetivos. Debo no prestar atención al dolor físico y terminar el conteo de mis ejercicios, no dejaré nada a medias. Solo dos más, mi respiración esta agitada, mi cuerpo suda. Me levanto del suelo y saco una de mis vendas del brazo, solo me molesta.

- No te la saques, aun tu brazo no ha sanado. - Escucho a Yuna a mi espalda. Veo de reojo y  continúo con mis ejercicios. Tomo un poco de gaza y lo ajusto desde mi mano hasta la muñeca, lo hago con ambas. Luego camino hacia el pushing bag. Respiro unos segundos con profundidad y comienzo a golpearlo. - No deberías continuar, ya te vez cansada. - No respondo y continúo golpeando. - ...Aun estás lastimada. - 

- Estaré bien. - Respondo ásperamente sin voltear a verle.

- Te traje algo para comer. -

- Gracias, solo déjalo sobre la mesa. - Continúo golpeando.

- Te noto... diferente. -

- Así soy, acostúmbrate. - Silencio. Continúo con mi ejercicio, a pesar de que aun puedo sentir su presencia, no sé qué esperará para dejarme sola. Pasan un par de minutos cuando junta el valor para hablar. 

- ¿Puedo preguntarte algo...? - Sabía que algo así sucedería.

- No. - Respondo secamente, pero luego me detengo y respondo más apropiadamente. - ... ¿Que? -

- ¿Quién es Nayeon? - Mi ceño se frunce y volteo hacia ella.

- ¿Dónde escuchaste ese nombre, porqué me lo preguntas?- Pregunto notoriamente molesta.

- Cuando estabas inconsciente... la nombrabas entre sueños un par de veces... ¿es tu enamorada? - Dice tímida pero a la vez suspicazmente. Volteo nuevamente para continuar con el ejercicio

- No... y esas cosas no existen niña, recuérdalo. -

- ¿No crees en el amor? -

- No. -

- Yo la verdad sueño con que alguna vez me encuentre con aquella persona que sea mi enamorado. - 

- Si sigues acá no lo harás nunca. - Respondo dejando de golpear y secando el sudor de mi frente con el dorso de la mano. Luego le miro con seriedad - Lo digo enserio. -  Me mira sorprendida, tal vez nunca lo pensó de esa manera. Y cómo culparla, solo tiene quince años, perdida, ingenua, es una víctima segura en esta ciudad. - Ahora déjame sola, quiero volver a hacer mis ejercicio. - Ella asiente y sube las escaleras, pero mi voz la detiene unos segundos. - No lo olvides. - Me mira a asiente para luego irse. 

Continúa pasando los días, me recupero con rapidez, ejercitándome a cada minuto que tengo, mientras arriba todos los clientes se divierten. Gasto un par de minutos observando mi rostro inexpresivo, lo había olvidado, luego continúo mi ejercicio. Como lo necesario de la charola que Yuna me trae, duermo, tengo pesadillas, y nuevamente hago ejercicios, toda una rutina. Quiero salir de aquí, ya no aguanto estar encerrada tanto tiempo. Puedo caminar, había recuperado la coordinación de mis músculos, con eso basta. Antes de salir, le informo a Taeyeon el plan que desarrolle durante estos días de descanso, armó un gran escándalo cuando le dije, pero por más que maldiga y reclame, sabe que es en vano. 

Debe ser cerca de medio día, camino con un objetivo claro. Lentes de sol, un gorro y el cuello de mi chaqueta hacia arriba, ayudaran a que nadie me reconozca, además de la ventaja de que piensan que Yoo Jeongyeon está muerta. A pesar de que nadie sabe que camino entre los vivos, pude averiguar dónde está en este momento. Espero a las afueras de la iglesia con decoración estilo gótico, de arcos apuntados y vidrios decorados por colores. Una limusina se detiene, tras ella un par de autos negros. Salen hombres de ellos, que reconozco como los de Seong-Su. Aseguran que todo esté bien, y luego uno abre la puerta de la limusina. Un par de hombres más salen de esta, luego Seong-Su, seguido por ella, Nayeon. Trago con dificultad, mi corazón se agita un poco. Es ayudada por un hombre a bajar del vehículo. Pareciera que hubiera pasado una eternidad desde la última vez que la vi, pero solo fueron un par de semanas. Sus cabellos largos lizos y ondulados en las puntas, caen sobre su pálido rostro, un par de gafas de sol cubren sus ojos. Una vez abajo, mira a su alrededor. Por un momento mira cerca de donde estoy, rápidamente levanto más el cuello de mi chaqueta para cubrir mejor mi rostro, aunque sé que es imposible que me note. Vuelve la vista a la puerta de la iglesia e ingresa al lado de su padre y su séquito de guardias. Al parecer asistirán a la misa, que descaro el de ambos, pero que puedo decir, es parte de su clase social, y debe aparentar. Espero unos minutos e ingreso también, no por la entrada principal, por supuesto, para no llamar la atención de los guardias que custodian las afueras. Me siento a una distancia prudente, en la última fila de asientos, y me quedo observándola. Aun porta sus lentes de sol, me pregunto qué es lo que pasa por su mente, se ve que no presta mucha atención a las palabras del sacerdote. Puedo ver su perfil desde acá... me pierdo unos segundos, mi mente divaga entre recuerdos y estúpidos sentimientos que debo apagar, aún trabajo en ello. El sermón del sacerdote ha acabado, al igual que la misa. Ha salido Seong-Su, pero no Nayeon. Ha entrado a confesarse, mientras la custodian varios hombres. Puedo verlo desde el rincón oculto en el que estoy, cierro mis ojos y boto el aire, ¿es mucho lo que tienes que confesar mi querida Nayeon? Vuelvo a abrirlos, observo y espero hasta que sale del confesionario, cabizbaja y con rapidez. Solo le sigo con la vista, mis ojos ya no son tan inexpresivos, muestran una mezcla de sentimientos. Abandono el lugar para volver a mi temporal guarida, el sótano de Taeyeon. Empapo mi rostro mientras aun el agua sigue corriendo de la llave para observarme en el espejo. ¿Cómo puedes odiar a quien amas? ¿Cómo puedes amar a quien ahora odias? ¿Cómo una misma persona puede despertar en mí aquellos sentimientos y mezclarlos? Solo debo seguir ejercitándome, practicando mi puntería y prepararme para mi nuevo objetivo, mi único objetivo. Ya conozco mi pasado, ahora debo concluirlo de una vez por todas. Vengaré la muerte de mis padres, mi hermano y SeoJoon. 

Termino de limpiar mi pistola, mientras cargo un par de balas, la ajusto y apunto al blanco recién creado en la pared. Acabaré con el responsable de sus muertes y de las de muchos más, completaré el trabajo que se me encomendó desde un principio pero el mismo Im Seong-Su. Después de vengarme de quien acabó conmigo, Im Nayeon.

Jalo el gatillo.

‧͙⁺˚*・༓☾ 𝐴𝑢𝑡𝑜𝑟𝑎 - 𝑇𝑖𝑡𝑢𝑣𝑎𝑙𝑒 ☽༓・*˚⁺‧͙

✧・゚: *✧・゚:*  𝐸𝑑𝑖𝑡𝑜𝑟𝑎 - 𝑈𝑟𝑎𝑝𝑡𝑢𝑛𝑒  *:・゚✧*:・゚✧

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