Nunca había logrado dormir bien, si algo la caracterizaba era su aspecto demacrado, cadavérico, ocasionado por la falta de sueño, todo había comenzado mucho tiempo atrás, en el cual casi perdió la vida, recordaba esa sensación, el aliento con cada respiración ser arrebatado, el aroma agridulsón que desprendía ella y su habitación.
Así que como muchas otras ocasiones despertó congelándose, ya que en su cuerpo no había más calor, aunque se cobijase con las mas finas telas o pieles, las damas o fuego, jamás desaparecería el frío, algo que a menudo le recordaba su fragilidad. Se incorporó en su cama, cayendo en cuenta la ausencia de su ropa, así que decidió vestirse con el camisón que debía estar tirado en algún lugar de la habitación.
Se encontró su lado a su esposa, que ahora recordaba que tenía, aún dormía plácidamente, una vez en pie se permitió admirarla un poco, realmente se hallaba prendada de ella, pero aunque así fuera; a ninguna otra alma le hablaría de sus sentimientos, perdió la noción del tiempo que transcurrió.
Decido despertarla pues si alguien entrase todo tendría que estar dignificado para el matrimonio, nadie más salvó ella debería ver desnuda a su mujer, bajo pena de muerte, debía redactar aquella idea como una cláusula en un futuro más próximo.
Merlina llamó a su cónyuge, la movió un poco logrando con ello que abriera los ojos.
-Buen día princesa Enid- la susodicha un poco desubicada se estiró tratando de levantarse, había dormido tan cómodamente como nunca, así que trato de incorporarse.
-Puede que sea un poco difícil moverse pero no tienes por qué levantarte- los brazos de su bellísima esposa le vistieron.
La morena, se notó extrañada, pudo sentir el calor de esa joven, algo que jamás con ninguna otra persona había sucedido, casi pudo llegar a apaciguar el mortal frio que a ella aquejaba, se sentó cerca de la orilla tomando sus manos en donde descansaba un único anillo.
-Me propuse firmemente tantas cosas, pero ahora prefiero tomar el camino del acuerdo mutuo - Merlina sugirió -La razón es simple-
-Me rehúso a que sea meramente un contrato- Enid contestó, dispuesta a agregar algo más fue interrumpida -Con que me cojas diario estaré satisfecha- agregó su esposa.
Seguidamente, se alejó de su lado caminando en dirección de la puerta, la cual ya estaba abierta, supuso que fue desbloqueada en algún momento de la noche, Enid finalmente se puso en pie tratando de impedir que huyera como ya le era costumbre, pero fue parada en seco por las damas que le habían asignado.
Tenían la intención de vestirla con un conjunto propiamente colorido, algo distintivo de su casa, escuchó los pasos de un persona mas que se hacía presente en la recamara, provocando que se detuvieran para mirarle y reverenciar.
Su suegra, Morticia estaba ahí, entró junto con todo su séquito, eso no era una buen señal, el día anterior se había sentido expuesta, como si ya supiera toda la verdad.
-Buenos días princesa Enid- le dirigió la palabra, con un poco de monotonía, algo que ya era propio de la familia exceptuando a su suegro, o eso entendió la rubia.
-Alteza- devolvió el saludo todo el tumulto de gente que la acompañaban y ella misma se encaminaron dentro de la habitación, poniéndose cómodos, evaluando cada acción que realizaban, hasta que de nuevo fue interrumpido todo. Pues el vestido que le iba ser colocado era demasiado.
-Ella ahora es una Addams- proclamó la reina -Debe lucir como una- entonces dos de las damas de su suegra salieron a paso rápido, -Los colores de esta casa son más apasionados y eres una mujer ahora, no debes seguir vistiendo colores tan infantiles-
Le dijo, casi como sentenciando que debía abandonar su pasado, es como si viera a través de ella, todos sus secretos, nuevamente, como sucedió en el banquete nupcial. Entonces volvieron justo a tiempo las dos doncellas que se habían retirado, trayendo consigo una vestimenta mas adecuada.
-Es costumbre que los recién casados vistan a juego, pero los matices que mi hija suele portar son en su totalidad negros- le presentaron el conjunto, el vestido era rojo, tan resplandeciente que pareciese la sangre, aunque también le recordó la llamarada ardiente del dragón de sus sueños.
Lo contempló extasiada, acercando su mano para tocarlo, era suave, pero si eso ya la había impresionado lo que le siguió lo hizo aún más, las joyas que le presentaron opacaban por muy poco el atuendo, es como si hubieran sido hechas para vestirlas sin ninguna otra prenda.
Ya encontrándose presentable, la reina la examino de pies a cabeza, desde el peinado hasta el maquillaje, encontrandola perfecta -El motivo de mi visita no era imponer lo que debías vestir, en un inicio se trató de pedir tu compañía, después de todo eres la anfitriona de los grandes banquetes y torneos-
La rubia dudo por un momento, pero gustosa aceptó la invitación, aún seguía siendo la princesa y la nueva novedad de la corte.
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Pidoperdon... de nuevo
Más bien entre ambas partes lo hacemos, ya que somos dos l@s que administramos está cuenta.
Edición y Autoría
Y es que edición se tomó un pequeño sabático debido a que tuvo temporada en el teatro.
Así que si quieren colgar a alguien pues tiren odio a su persona, ya que, pues, si había capítulos pero aún no habían sido revisado para evitar tantas faltas ortográficas.
(Si porque autoría escribe con las patas a veces) Sacamos este a la luz para los que aún quedan.
Esperamos estar de vuelta dentro de muy poco, como se había estipulado martes y jueves.