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Warning: domination, submission, masturbation, oral sex, breeding
Acababa de recoger mis cosas para salir del salón y dirigirme a la entrada de la Universidad con mi grupo de amigos. Usualmente nos quedábamos media hora platicando sobre cualquier cosa y riéndonos de ellas, pero hoy fue diferente.
— Eh, Haneul, mira quién está atrás esperando por ti cual galán. — dijo uno de mis amigos y volteé a ver.
Al hacerlo me encontré con nada más y nada menos que mi novio parado junto a su Harley con los brazos cruzados y la mirada hacia mí podía ver cómo muchas chicas pasaban por su lado viéndolo y tratando de coquetear con él, pero él solo tenía la mirada en mí, aunque de todas formas no puedo culparlas pues es extremadamente atractivo y hermoso, además el porte de chico malo que tenía atraía siempre a todas hasta me atrajo a mí la primera vez que lo conocí, y verlo junto a su motocicleta vestido con una camiseta negra, jeans negros, botas y su chaqueta hacía que se me mojaran las bragas y de seguro de todas esas que lo veían,
Él al ver que lo veíamos alzó la mano en forma de saludo para todos en mi grupo, quiénes también lo hicieron en respuesta, para que después me apuntara con el dedo, me llamara hacia él y palmeara el asiento de su moto mandando el mensaje para irnos de ahí.
— Bueno, al parecer hoy no habrá chisme con Haneul porque nos la llevan. — voltee a ver a mi amiga quien dijo eso. — Ve con tu daddy, se ve que hoy ambos se darán cariño.
— Viéndolo a él creo que hasta te debe doler.
— Debe ser grande, ¿te duele? Es que a su lado siempre pareces pequeña.
— Él te debe dar buen sexo, míralo, seguro te hace arrodillarse frente a él.
— Parece un señor Grey, debes ser su sumisa eh.
Hablaron seguido algunos del grupo.
— Ay, cállense, dios. A ustedes qué les importa mi vida sexual, además, no soy tan pequeña mido 1.65, eh, no es mi culpa que él mida más cuando anda con sus botas. Ahora si me voy, los veo el lunes.
Me dirigí hasta Jaesung quien me esperaba con una sonrisa en su rostro y al llegar a él me tomó por la cintura y me pegó a su cuerpo para poder besarme.
— Mmm... ¿cómo estuvo tu día, hermosa? — me preguntó al separarse.
— Estuvo bien, mejor ahora que viniste por mí.
— Te gusta que venga por ti, debería hacerlo todos los días en vez de solo unos cuántos.
— Te ves muy lindo hoy. — le dije sonrojándome.
— Gracias, preciosa. — me respondió y sus mejillas también se pintaron de rojo. —¿De qué hablaban ahí? — su mentón se alzó refiriéndose a mi grupo de amigos.
— Oh, cosas ya sabes...
— ¿En serio? Wow... — dijo sarcásticamente y levanté la ceja en reto, su mirada se suavizó y sus labios se apretaron en señal de que no debió decir eso. — Bueno... ¿qué tipo de cosas?
Lo observé durante un momento en silencio. — Cosas como de seguro me tienes de rodillas ante ti y que soy tu sumisa y que de seguro me duele cuando lo hacemos. — le solté por lo cual se sorprendió, pero luego sonrió satisfecho.
— Así que creen eso... — asentí y de pronto me besó con rudeza para pegar mi cuerpo al suyo y llevar su mano hasta una de mis nalgas la cual la apretó con deseo para luego soltar un manotazo, sacándome un gemido de asombro.
— ¿Qué fue eso? — le pregunté asombrada y divertida por lo que hizo.
— Mi muestra para que sigan creyendo que eres la sumisa de la relación. — sonrió.
— ¿Si sabes lo que te costará haber hecho eso, cierto? — alcé la ceja.
— Por supuesto, y estoy esperándolo con ansias.
— ¿Así? Entonces súbete a la moto y vámonos a la casa. Quieres sufrir un poco, bien, te haré sufrir un poco.
Sonrió ampliamente, me entregó un casco y luego se puso el suyo para subirnos a la moto y dirigirnos a nuestro departamento compartido.
Su cuerpo temblaba con cada caricia que le proporcionaba. Por cada músculo en su piel se deslizaban gotas de sudor que terminaban en la sábana de nuestra cama. Sus ojos llevaban una venda que le impedía la vista, pero eso solo elevaba el deseo, sus manos se posicionaban arriba de su cabeza amarradas a la cama para evitar que detenga mis movimientos, su hermosa boca se mantenía abierta sacando unos hermosos gemidos y gruñidos que no hacían más que mojarme las bragas.
Su vientre se contraía ante el sube y baja de mi mano recorriendo ese mástil grueso y duro... muy duro que tenía la punta roja y se notaba apetitosa. Sus quejidos eran música para mis oídos, él sabía cuánto me gustaba escucharlo, escuchar esos lindos sonidos que sabía eran producto del placer que le podía otorgar. Estos aumentaron de volumen haciéndome saber que estaba por correrse y justo a unos segundos, detuve mis movimientos en su miembro.
Lanzó un quejido de frustración por lo cual reí.
— Tú querías esto cariño. Tendrás que aguantar el tiempo que yo quiera.
Volví a masturbarlo, pasando mi mano por todo su tronco sintiendo la textura de este junto con las venas marcadas por lo excitado que estaba. No podía resistirme más aquella punta roja y acerqué mi rostro a ella soplando un poco de aire que sé Jaesung sintió, pues lo sentí estremecerse. Mi lengua salió a la luz y la lamió, sacando un jadeo de la boca de mi novio. Hice unos cuantos círculos en la punta llevándolo al límite cuando en un movimiento cogí todo su pene en mi boca, gimió alto y siguió cantando mientras le hacía una felación.
Su sabor era delicioso, nunca me cansaría de probarlo, y sé que él nunca se cansaría de entregarse de esta forma a mí.
Nuestra relación perdura precisamente porque nadie y más que nadie nos ofrece lo que ambos nos damos mutuamente. Él desde el principio buscaba que alguien lo dominara, pero por su aspecto ninguna chica estaba dispuesta a caer ante eso, preferían que alguien como él las dominara no dominarlo a él y para ellas eso era un juego peligroso, hasta que me conoció a mí, una chica que no le gustaba ser dominada por nadie, prefería ver a todos bajo mis pies y sentir ese poder y placer que otorga el dominar a alguien, alguien como él. Así que técnicamente, funcionábamos de maravilla porque fuera de la cama, allá en las calles, la gente veía lo opuesto en nuestra relación lo cuál era muy beneficioso para nosotros, pues aun así había comentarios como el que siempre debería ser la chica la sumisa y para no caer en comentarios tóxicos, nuestra fachada ocultaba lo que sucedía dentro de las cortinas cerradas.
Su vientre se contrajo nuevamente y sentí aquel sabor salado en mi boca, una vez más me alejé todo lo posible de su pelvis, haciendo que esta vez no se queje, sino que soltara una maldición.
— Mierda. — sentí la desesperación en su voz con ganas de liberarse.
— Ahora maldices. Pensé que esto era lo que querías, amor. — sus piernas temblaron ansiosas de volver a sentir mis manos en su miembro.
— P-por favor, por favor... Quiero correrme, necesito correrme. Ama, por favor. — no necesitaba quitarle la venda para saber que tenía el ceño fruncido.
— Ok, seré buena... ¿Dónde? — pregunté.
— Dentro tuyo. — respondió y me sorprendí por la respuesta, casi no hacíamos eso, solo en algunas ocasiones especiales y esta no era una.
— Bien, lo que quiera mi niño.
Me quité todas las prendas inferiores quedando solo con las superior y me coloqué encima suyo, posicionando su rojo glande bañado de pre-semen y mi saliva, en mi entrada. Jugué un poco ahí para poder ver aún más lo exasperado que lucía Jaesung por poder sentirme, sonreí divertida y me deslicé en aquella polla erecta, gimiendo al unísono con mi novio.
Comencé a moverme sobre su cadera sintiéndolo temblar bajo mío y escuchando la melodía de sus gemidos en todo el cuarto cuando estos se volvieron más agudos a medida que aumentaba mis movimientos hasta que lo sentí explotar en mi interior manchando mis paredes de su espeso y caliente semen. Su boca se encontraba en una linda forma de O mientras aún terminaba de derramar sus últimas gotas dentro mío.
Le quité la venda de los ojos y lo saqué de mi sin quitarme de su encima, aun abriendo las piernas para que él pueda ver como su líquido blanco se deslizaba de mi entrada para gotear y acabar en su vientre.
Hi, espero les haya gustado y dejen su estrellita de apoyo.
Bye.