Los últimos días no fueron los mejores. Para nadie era un secreto que la vida en el templo no era nada fácil. Para Aegan no era nada fácil el tener que esconder a Cassandra de todos en el templo.
Esta última se había mudado para el lugar. Quedando cerca de su amor y de su madre. Las cosas entre Aegan y Cassandra habían mejorado. Ya no discutían, Aegan no se atrevía a ignorarla e intentaba animarla a cada minuto. Se había comportado como un verdadero caballero. Cassandra por otro lado solo se la pasaba apagada, su atención no se desviaba de los libros y se había vuelto una huésped diaria de la biblioteca.
Para nadie es un secreto que un libro es una buena compañía. Pero Cassandra estaba abusando. Sus ojos debían dolerle ya de tanto leer.
En los últimos días también se le había visto deambular por la cocina y los rumores decían que era una de las ayudantes.
NARRA CASSANDRA:
La biblioteca y la cocina eran mis mejores amigos. Libros y estufas mis compañeros. No tenía nada más que hacer.
Todo marchaba bien, dentro de lo que cabía. Hasta que un hecho despertó mi curiosidad. Justo ayer cuando entré a la cocina ya estaba todo en el horno. Solo quedaba esperar a que la comida estuviese y servirla en la mesa de varios metros para todos. A pesar de todo, convivían y se relacionaban como una gran familia. Como les iba diciendo, el ingrediente que faltaba era la paciencia. Justo cuando me giré apoyando mis codos sobre la mesa y mi mentón sobre mis palmas, mi mirada se fijó en una prenda que estaba sobre la mesa. Un pequeño anillo con unas iniciales grabadas que conocía como a mí misma.
Era el anillo de mi mejor amiga, la misma que murió por mi culpa.
Si mi intuición no fallaba ese anillo debía tener sus iniciales grabadas en la parte interior. Su hermana se lo regaló el día de su cumpleaños y desde ese entonces no sé lo quitaba.
¿Que hacía ese anillo en el templo?
Eso ya era demasiado, Annie estaba muerta. Alguien lo debió haber robado del lugar del accidente.
Me acerqué para verificar que fuera el suyo, aunque ya estaba segura de que no habían dos ediciones. Me encantaba ver como cada día mi vida se volvía una serie de acción, ciencia ficción y aventura de las peores, nótese el sarcasmo.
Cuando lo tuve entre mis manos examine cada detalle y si, era el suyo.
¿Cómo era posible ese suceso? Supongamos que es normal que no quiera casarme pues tenía mis motivos, también el hecho de que al huir me encontré con el monstruo bipolar y sexi que me escucho desahogarme y me aconsejó volver. Siguiendo su consejo regrese y me casé, meses después mi mejor amiga muere y ese mismo desconocido me cuida. Supongamos que también es común que mi madre y mi criada lo conozcan, que el es un vampiro al igual que mi madre y por ende tengo genética chupa sangre, también aquello de que tienen su propio palacio y que mi marido amanece muerto con una mordida en su cuello. ¿No creen que ya era suficiente? No, el señor me estaba educando como una de sus mejores guerreras y todos merecemos una tregua. Pues, ya como si no fuese suficiente hallaba en el templo, palacio o como se le diga, un anillo único que llevaba en la mano derecha mi mejor amiga, fallecida hace dos meses.
No iba a dejar eso ahi...oh no, claro que no. Lo guardé en mi bolsillo y salí rápido de la cocina. No podía guardarlo en la habitación en la que me quedaba con Aegan porque si lo encontraba tendría que dar explicaciones, iba a descubrir todo pero, sola.
Pense donde podía guardarlo y después de tanto pensar se me ocurrió un sitio. Si no habían hallado el cadáver de Jack, o al menos eso pensaba yo, tampoco hallarían un anillo.
Subí tan rápido como mis pies me permitieron al ático. Me costó trabajo abrir la puerta. Algunos mechones de mi cabello caían sobre mi frente y me imposibilitaba ver, además la puerta era de las antiguas, portones enormes. Después de varios tirones se abrió de par en par, dejando ver total oscuridad.
Entre con cuidado y saqué del bolsillo de mi vestido una vela, la había tomado en la cocina y me fue útil. No era muy grande, pero me daba tiempo esconder la joya antes de que desapareciera por completo.
Avance y me acerque al lugar donde supuestamente estaba el cadáver. Había un bulto sobre el suelo. A pesar de que mis ojos no querían ver esa imagen de nuevo, una extraña sensación me hizo destaparlo. Cerré los ojos de golpe evitando ver aquello. A los segundos intenté abrirlos solo un poco, un minimo porciento, pero lo que vi me hizo abrirlos por completo.
No estaba.
No estaba el cadáver de Jack.
Solo sacos y más sacos.
Supongo yo que para hacer el bulto del cuerpo con ellos. ¿Debía asustarme? Creo que si, si Aegan fuese el que se hubiese llevado el cadáver de ahí me hubiese contado y no lo hizo. Aunque ahora me cayó la duda de si me dijo y no me acuerdo.
Fue por eso que como ya la vela casi no existía, estaba lo suficientemente gastada y le temía a la oscuridad salí del lugar corriendo. Corría apurada por los pasillos buscando la figura masculina de mi monstruo, pero no la hallaba. No lo veía por ningún lado. Iba muy aprisa sin percatarme de que se aproximaba alguien y aventándome contra el chico que también me había detenido en el cementerio y el mismo que vi en el bus. Solo que no recordaba su nombre.
Aegan no quería que me acercase a él y por algo era así que me levanté sin aceptar su ayuda y retrocedí.
–¿Que pasa princesa?
Sacudí mi ropa y emprendí mi camino de nuevo a través de los largos pasillos. Ah...ahora recordé su nombre...¡Sebastián!