Comenzó a llover horas después y yo seguía caminando sin rumbo, pensé varias veces en volver y explicarle todo a la señorita Dumbroch... pero decidí que no. No puedes hacer razonar a las personas, no a todas.
No conseguí dinero, me fue mas mal de lo que me fue hace dos días, yo no tenía mucho problema en comer algo, el que me preocupaba era mi amigo. Chimuelo no estaba en las mejores condiciones para viajar y menos ahora con este clima. Hace dos días no comprendía porque las personas no les gustaba la lluvia, ahora entiendo porque.
Mis pies me dolían de tanto caminar pero no iba a quejarme.
-¿Tienes frío?- le pregunto a Chimuelo, que sigue en mis brazos, el me mira y vuelve a bajar la cabeza. A mi parecer ha dicho que no, pero, como nunca he hablado con un amigo como el decido taparlo con una manta vieja que encontré tirada horas antes. Recordé cuando mi mamá hacía lo mismo conmigo, cuando eran toradas de mucho frío y no había algo con que cubrirnos ella me abrazaba y me daba calor corporal.
Ella me quería, yo se que todo lo que hizo lo hizo por mi lo hizo por amor, y eso es de lo único que tengo que convencerme.
-Tranquilo amigo, encontraremos un lugar donde dormir esta noche. Mañana seguiremos buscando... y si no...
-¡Hiccup!- escuché a alguien gritar mi nombre, por costumbre no me moví, le indiqué a Chimuelo que tampoco lo hiciera-¡Hiccup! ¡Soy yo! ¡Mérida!
No me moví, estaba feliz por saber que ella me estaba buscando, y al mismo tiempo comenzó a entrarle el miedo y pánico. No quería que ella me odiara, no quería que le cayera mal... y las personas nunca me buscan para cosas buenas.
-¡Hiccup! ¿Hiccup?- escuché su voz detrás de mi. Aferré mas a Chimuelo a mi pecho intentando desaparecer. Podía haber corrido, pero ese no era yo.
-Hiccup- puso una mano en mi hombro y dejé de respirar.
"-Vamos a jugar un pequeño juego... el juego favorito de tu amiguita- susurró tocándome el hombro, bajando su mano, tocándome- aquí los papeles cambian Hicc, yo soy el amo y tu mi sumiso"
-Basta- susurré- basta- rogué cerrando fuertemente los ojos reprimiendo las lágrimas.
-Hicc- me llamó dulcemente, yo negué con la cabeza repetidas veces- Lo siento- abrí mis ojos. Nunca antes alguien se había disculpado conmigo- Lamento haberte gritado y dicho tantas cosas... no me controle, nunca debí de tratarte así.
Tenía un nudo en la garganta, con mucho trabajo me tragué todas mis lagrimas, gritos y ese horrible recuerdo. Asentí.
-Perdóname.
Volví a asentir.
-¿A dónde te diriges?
-L-la- me aclaré la garganta- la estrella dorada- intenté hacer mi voz lo ma normal y fuerte posible, sin mírala.
-¿Y para que vas ahí?
-Jack... el esta ahí.
-¿Tienes frío?- preguntó después de un largo tiempo, yo negué nuevamente- ¿Quieres que te llevé hacia ese lugar?
-No quiero causarte molestia.
-Es mi forma de pedirte perdón- se encogió de hombros.
No se porque lo hice, pero acepté.