Lysandro y el mundo de los ma...

By SugarAmelie

6 2 0

La historia de Lysandro es sumamente misteriosa. Un chico que creció en el campo, muy inteligente y creativo... More

Prólogo

Capítulo I: Todo pasa por algo.

2 1 0
By SugarAmelie

La mudanza nunca ha sido fácil, bien lo sabe Leight. Desde que entró a la academia de diseño de modas como prodigio a los 14 años y conoció el mundo de la haute couture de Francia, ha pasado por distintas casas. Primero, lo recibió la familia de su novia, pero no duró mucho esa relación y tuvo que aceptar la beca. La academia parisiana le había ofrecido un hogar completamente gratis, con la condición de que mantuviera un buen rendimiento en sus labores como futuro diseñador. No lo logró y tuvo que mudarse nuevamente, lo recibió la familia de su mejor amigo de la academia. Finalmente, porque su amigo se mudó a otra ciudad dejando atrás su sueño de diseñador, decidió quedarse en la casa de su tío. El tío Jacques, hermano de su madre, un hombre no muy... agradable. Vivió por un corto tiempo con él, hasta que hubo un cambio de planes.

El día 27 de agosto, año 2013,  el niño albino se preparaba para partir desde el campo a la ciudad. Ahora que Lysandro había sido retirado de la única escuela que había en el área, antes de las vacaciones de verano en el hemisferio norte, sus padres decidieron que probar suerte en la gran ciudad sería la mejor opción para su hijo menor. A Lys, sin embargo, no le parecía buena idea dejar su tierra natal, abandonar a sus conejos y no ver a sus padres. Pero él amaba a Leight, tanto como un hermano menor puede amar a su hermano mayor. Y Dios, ¡cómo lo extrañaba! Además, siempre había soñado con conocer París. Como un adepto a la moda victoriana, y fanático de la literatura y poesía francesa, poder conocer este mundo era algo novedoso y emocionante, mientras era también aterrador.

- Tranquilo, mi amor. Sé que te irá bien, mi niño - la madre lo besó en la frente con ternura- No olvides escribirnos.

- ¿Puedes enviar fotos de los conejos? Los extrañaré...

Lys movía sus manos y no podía mirar a nadie a los ojos. No le gustaban los cambios y sabía que le costaría acostumbrarse a esta nueva experiencia. La ansiedad que le causaban estas situaciones era algo que no podía expresar de otra manera.
Su padre le había conseguido un teléfono, más bien, un "esmargfón", como el viejo le decía.  Era 2013, los niños de la edad de Lys no podían vivir sin uno. A Lys, sin embargo, no le interesaba mucho la moda de los artefactos tecnológicos, pero le interesaba tener comunicación. Él no hablaba mucho. Sus padres pensaron que darle un teléfono era la mejor idea para ayudarlo a que expresara los sentimientos que le costaba verbalizar. Además, podía buscar vídeos de conejos tiernos en YouTube. ¡Qué más podía pedir! Sólo una cosa le daba miedo.

- Mamá... no quiero vivir con el tío.

A Lys no le caía bien su tío Jacques. Le molestaban las bromas que hacía. Él era una persona desagradable, pero era especialmente cruel con Lys. Se burlaba de sus gustos y de su apariencia, y le hacía bromas. Una vez, en una celebración familiar que hicieron por el cumpleaños de Lysandro, el tío trajo globos sabiendo que a Lys le daba miedo que explotaran. El ruido tan fuerte y seco le generaba mucha ansiedad y sufrimiento. No contento con eso, Jacques empezó a hacer explotar los globos a propósito para molestar a Lys.

"¡Tiene que hacerse hombre!", decía, mientras se reía de su sobrino.

‐ Hijo - le interrumpió su padre- Hay una sorpresa para ti afuera.

El albino caminó hacia el portal de su casa y vio un auto negro que no reconocía. La puerta de auto se abrió y una voz familiar entonó dulcemente su nombre.

‐ ¡Lucille!

Lysandro corrió a abrazar a su prima favorita. Lucille (o Lucie) era la única hija de su tío y era todo lo contrario a su padre. Una persona dulce, comprensiva y que se llevaba muy bien con los niños. Lys y Leight la adoraban. Sobretodo el menor. Lysandro se veía a sí mismo en ella. Pálida como la nieve, con el pelo rubio, casi platinado y sus ojos... ¡Tenía heterochromia igual que él! Un ojo color capuchino, el otro azul como el cielo. Lucille era todo lo que Lys quería ser: una persona bella, dulce, creativa y trabajadora. Lucille tenía 29 años y era psicóloga, atendía a adultos mayores solitarios, mujeres y hombres que estaban en duelo por la pérdida de sus amados. A Lys esto le parecía admirable y hermoso.

- ¡Lysandrito!- correspondió el abrazo con la misma alegría- Estás muy grande. ¿Qué edad tienes ya?

- Doce años - tartamudeó- Cumplo trece este año.

- ¡Qué alto que eres! Ya casi me alcanzas a mí... ¿Ya tienes listas tus cosas?

El albino frunció el seño.

- Sí, pero... ¿De verdad tengo que vivir con el tío?

Sus ojos brillaron con tristeza, lo que conmovió a Lucille, quien, extrañada y un poco preocupada, le respondió:

- ¿No te dijeron tus padres?- Lys la miró y negó con la cabeza- ¡Vas a vivir conmigo y con Leight!

-Leight... ¿vive contigo? - sonrió el pequeño. Su cara triste se pintó de felicidad como nunca antes.

- Sí mi vida, desde ayer. Hablé con tus padres y decidimos que esta sería la mejor... ¡Oh, Lys!

El chico la abrazó muy fuerte y no la quería soltar. Lucille le acariciaba la cabeza y sonreía, le alegraba ver a su primo emocionado. Luego, apareció la madre de Lys tras el umbral de la puerta.

‐ ¡Hola Lucie! - sonrió- ¡Vamos a buscar las cosas! Hay bastante que empacar.

En la entrada de la casa habían dos maletas con ropa, una caja con libreta y un bolso con distintos elementos de la habitación de Lys, incluido el computador viejo con el que hacía sus deberes. También habían peluches. Diez peluches distintos, unos ocho de esos eran conejos y los otros dos eran osos. Lysandro tomó uno de los conejos, uno pequeñito que vestía un pijama a rayas blanco y azul. Antes de partir, fue al granero mientras su padre y su prima empacaban las últimas cosas. Al entrar, se sentó a admirar a sus conejos, que dormían en sus camitas de paja.

- Adios amiguitos - les dijo mientras acariciaba sus cabecitas- Los extrañaré, pero les prometo que vendré a visitarlos.

Salió del granero con algunas lágrimas en los ojos, y fue a despedirse de beso en la mejilla con sus padres. Se subió al auto con su peluche y se sentó en el asiento de copiloto, mientras le sonreía a su prima. Lucille hizo andar el auto y, mientras se alejaban, el albino miraba el paisaje. Veía de lejos el pequeño y maravilloso pueblo de Auvers-sur-Oise, con algo de nostalgia. Su pueblo natal era una atracción turística, ahí estaba la tumba del pintor Vincent Van Gogh. Él a veces la visitaba y dejaba algún dibujo o poema. Los paisajes franceses son preciosos, pero hay que saber buscarlos y Lys, con su alma sensible, siempre encontraba el mejor lugar.

Ya alejados del pueblo, pasados unos treinta minutos, el silencio reinaba el auto de Lucille. Lys jugaba con su peluche y tarareaba una canción de Edith Piaf. La joven, un poco aburrida del silencio, decidió romper el hielo.

- Oí que no la pasabas bien en la escuela... ¿Quieres hablar de eso?

Lys se limitó a mirar hacia abajo y rascarse el brazo. Su mirada fue invadida por la melancolía. Los recuerdos eran como agujas que se enterraban en su cuerpo. No era algo que le gustaba hablar. Sin embargo, necesitaba decir algo. No podía ignorar a su prima.

- Había un chico que me molestaba...-respiro profundamente- Y no me dejaba hacer amigos.

Jackson, un chico dos años mayor que él, no lo dejaba en paz. Y si bien, Lysandro no sabía hacer amigos, este chico se aseguró que el albino ni siquiera lo intentara. Nunca fue capaz de acusarlo, porque, para su mala suerte, la madre del chico era muy buena amiga de su madre y aún pasaban el verano ambas familias juntas. Todo empezó a empeorar cuando otros chicos y chicas de la escuela comenzaron a burlarse de Lys y a tratarlo muy mal. Le decían toda clase de nombres y algunos más osados, lo golpeaban. Hasta que un día, Leight, en una visita desde su nueva escuela, se peleó con tres de esos chicos. Habían amarrado a su hermano en un árbol con una cuerda de saltar. Lysandro intentaba gritar y uno de los niños, con mucha fuerza le tapó la boca. Casi lo asfixiaron. Leight empujó al niño y les dijo:

"Si vuelven a tocar a mi hermano, los voy a matar".

A pesar de la ayuda del mayor, Lysandro empezó a tener miedo de ir a clases. Cuando terminaba el año escolar en junio de 2013, empezó a recibir mensajes anónimos. Le escribían cartas e incluso mensajes en Facebook que le deseaban la muerte. La escuela, al descubrir esto, le dijo a sus padres que lo mejor era retirarlo y que no se preocuparan, que le iban a aprobar el curso de igual manera. Pero debían buscar otra escuela para Lys. Eso significaba que tenían que buscar una escuela en París.

Lucille sabía esta historia, pues su tía la llamó un día, preocupada, porque no sabía qué hacer para que Lysandro pudiese estudiar. No querían que volviese a esa Escuela, pero no podían mudarse a París. Y por eso, la joven le ofreció recibir a Lys y a Leight en su apartamento, ahora que estaba instalada en París. Ella se encargaría de encontrar una escuela para Lys. Sin embargo, estaba muy preocupada por su primo. Él nunca había sido muy comunicativo y temia que esto lo deprimiera. No quería que Lys sufriera porque no podía expresar lo que sintió con el daño que le hicieron sus ex compañeros.

- Lysandro, no temas decirme si es que hay algo que te haga sentir mal. Lo que menos quiero es que estés triste.

El albino se quedó callado, se le soltaron unas lágrimas. No quería volver a otra escuela pero tenía muchas ganas de aprender y de intentar de nuevo. Pero tenía mucho miedo también. Sentía que no encajaba en ningún lugar.

‐ Lucie... ¿tú crees que soy raro?

- ¿Raro? ... No creo que ser raro sea algo de lo que preocuparse. Todos somos diferentes y "raros". Eso es lo que nos hace especiales.

Lys se quedó pensando. ¿Era especial, era importante? La soledad que sentía lo empujaba hacia el fondo de un pozo oscuro. Sentía que su rareza era un defecto. Incluso en su forma de amar. Nunca le había gustado una chica. Pero le habían gustado chicos. Y nunca salía bien. Un chico que conoció en su escuela tuvo que marcharse. Era adorable y lo trataba bien, su nombre era Ar... ¿Armando? Lys no lo recordaba. Pero lo admiraba y se avergonzaba cada vez que cruzaban miradas. Lástima que se tuvo que ir. Otro chico, llamado Marco, era su amigo hasta que Lysandro le dijo "te amo". Marco le contó a todos que el albino era raro, porque le gustaban los hombres. Y poco a poco empezó a tratarlo mal como todos los demás.
Fue intenso todo lo que vivió a pesar de su corta edad. Él era más pequeño que sus compañeros. Estaba adelantado un año, por lo inteligente que era para su edad. Aprendió a hablar antes que a caminar y luego, escribía y leía cuando sus compañeros recién estaban aprendiendo a hacerlo.  Todo lo que lo caracterizaba era para él "raro", incluso su apariencia. Y temía que en otro lugar, en la gran ciudad o en dónde fuese, esta rareza lo persiguiera.

- Hagamos una parada para comer, ¿Te parece Lys?

- ¿Puedo comer papitas?

Lucille le sonrió y asintió con la cabeza.  Se bajaron en un restaurante de comida rápida en la carretera. Lys observó el paisaje y vio que habían columpios afuera del restaurant.

- Lucie ¿puedo ir ahí?

- Claro, yo compro la comida. Ve a jugar.

Lysandro fue corriendo. Iba a subirse a uno de los columpios, pero rápidamente un niño de pelo negro y ojos azules se subió. Y en vez de columpiarse, se sentó a jugar en su consola. Lysandro lo miró y su rostro le resultó conocido.

- Disculpa- dijo Lys, susurrando.

El niño no lo escuchó.

- Disculpa.

Ningún efecto.

- ¡Disculpa! - gritó demasiado fuerte y se tapó la boca. El niño saltó y miró al albino que estaba rojo.

- ¿Lysandro?

- ¿Ar...? ¿Tú?

El niño se bajó del columpio y saltó a abrazar a Lysandro.

- ¡Lys, soy yo, Armin!

Lys se sonrojó más. ¡Qué vergüenza! No esperaba encontrar a alguien conocido.

- ¿Cómo estás? Cuanto tiempo, bro. ¿Qué hacer aquí? ¿Á dónde vas? ¿Qué vas a comer?

Lysandro lo miró atónito y no sabía qué responder. Miró al suelo. Quería hablar pero las palabras no le salían.

- No estés triste, Lys. ¡Viajar es divertido!

- Voy... a París.

-¿París? ¡Esa es la ciudad del amor! ¿Hay alguna chica ahí que te guste? ¿Vas a ver la Torre Eiffel? ¿O el Arco del Triunfo? ¡Qué emoción!

El albino no recordaba que el chico hablara tanto. Se puso nervioso y pensó en irse, pero no quería dejar solo al de ojos azules.

- ¡Armin, tenemos que irnos!- gritó una mujer a la lejanía.

- Ya me tengo que ir. Fue un gusto hablar... bueno, verte. ¡Que te vaya bien en París!

Armin besó la mejilla de Lysandro, quien estaba petrificado pero que logró hacer un gesto de despedida con su mano.

"Qué mal salió eso. Demonios, olvidé pedirle su número".

- Lysandrito, traje la comida. ¿Te divertiste?

El albino asintió y se sentó en el pasto junto a su prima. Tomó las papitas y un jugo de frambuesa, su favorito.

- Qué bonito paisaje, ¿No, Lys?

El albino observaba y asentía, pero no era capaz de articular una palabra. Seguía impactado por la sorpresiva aparición de Armin. Había olvidado lo bellos que eran sus ojos. Sólo se dedicó a pensar mientras comía

- De a poco iremos trabajando la comunicación - se rió la joven- ¿Con quién te encontraste?

- Un ex compañero... Se fue hace uno o dos años de la escuela.

-¿Era tu amigo?

No sabía cómo responder. Solamente hizo un gesto de aprobación, pero no sabía si era genuino.

- Es bueno tener amigos. Quién sabe, quizás te lo encuentres después.

- Quizás...

- Todo pasa por algo, Lys.

El albino sonrió y comió. Lucille empezó a contarle historias sobre sus últimas citas que habían sido desastrosas. Cada hombre era peor que el anterior. Lysandro se rió mucho con una historia en la que la cita de su prima la llevó a un bosque y el hombre, que no se aguantaba, dijo que iba a orinar en un árbol. Lucille aprovechó ese momento para irse.

- No creo que se haya lavado las manos.

Cuando terminaron de comer, fueron a lavarse las manos y volvieron al auto. Lysandro volvió a tomar su peluche.

- ¿Cómo se llama tu conejito?

- Cuddles. Es un nombre en inglés.

- ¡Como "mimitos" en español! Que bonito.

Si hay algo que le gustaba a Lysandro eran los idiomas, amaba el francés pero el inglés, el español, el italiano y otros le fascinaban. Ahora estaba aprendiendo inglés. Leía mucha literatura inglesa, sobretodo a William Shakespeare, Agatha Christie y a Arthur Conan Doyle, aunque últimamente también leía mucho al estadounidense Edgar Allan Poe. Le gustaba también una historia llamada Anne of Green Gables de la escritora canadiense Lucy Maud Montgomery. Estaba obsesionado con historias de misterio y poesía oscura, pero admiraba la belleza con la que Maud Montgomery escribía. Su deseo era leer estos relatos en su idioma original. Escribía los suyos en francés, sus poemas, su diario y algunas historias sobre fantasía. Lucille conocía algunos de estos trabajos, pero hace años que Lysandro dejó de mostrarlos. Quizás eran demasiado tristes para él.

- Estamos cerca de París. Mira, se ve la Torre Eiffel a la distancia.

El sueño de Lysandro era conocer París y por fin lo estaba cumpliendo. Veía siempre postales de la Torre Eiffel y del arco del triunfo, así como de la Catedral de Notredame, además de escuchar historias sobre el museo del Louvre. Nunca había tenido la oportunidad y a penas vio como alumbraba la torre en medio de la oscuridad de la noche no pudo evitar su emoción.

- Quiero bajarme, Lucie.

- Todavía no, mi vida. Tenemos que llegar a mi casa.

Luego de unos quince minutos, Lucille y Lysandro se acercaron a la gran capital. Se estacionaron en las afueras de un edificio de apariencia antigua, clásico del bello paisaje parisino.

Para Lysandro, este era maravilloso, nunca había vivido en un edificio. Desde el balcón, un adolescente de pelo negro y atuendo elegante miraba al albino y a la rubia bajarse del auto.

- ¡Hola Leight! Ayúdanos a bajar las maletas, por favor.

El hermano de Lys bajó rápidamente las escaleras del edificio. El albino saltó de emoción al ver a su hermano y lo fue a recibir a la entrada, posteriormente dándole un fuerte abrazo.

- Te extrañé, conejito - le dijo el mayor.

Luego de un intenso traslado de bolsos, Lysandro pudo conocer el hogar de Lucille. Entró y se maravilló con el espacio tan amplio. Además, Leight había preparado crêpes y té de hoja. El olor a mantequilla y pan recién tostado lo embobaron.

- Pensé que en vez de cenar, podíamos comer algo dulce -dijo Leight- Para recibir a Lysandro en su primera noche aquí.

- Muchas gracias, Leight. Ven Lysandro, te mostraré tu habitación.

La joven lo agarró del brazo y lo llevó a la habitación. Lucie había comprado una cama nueva, ubicada en la esquina derecha de la sala, junto a la ventana y que tenía un edredón verde menta con diseños de conejo en un tono más oscuro. La almohada era gigante y lucía muy suave. Tenía una mesita de noche con una lámpara de conejo blanco. Al frente de la cama estaba el armario, de estilo antiguo en un café bien oscuro. A la izquierda, había un librero con algunos libros que la joven conservava de sus tiempos universitarios. Finalmente, un bello escritorio de aspecto antiguo, al igual que el armario.  Encima de este, una pluma en un tintero adornaba el espacio de estudio.

- Estos muebles pertenecieron a la bisabuela. Te los traje porque sé que te gusta lo vintage.

Lysandro no podía más con la emoción. Todo era muy bonito y le causaba satisfacción. Empezó a instalarar algunas cosas. Todos sus libros los puso según orden alfabético en el librero. Sus libretas las guardó en el espacioso cajón del escritorio. Un estuche con lápices lo dejó en el cajón de la mesita de noche, junto con su cargador y algunos bolígrafos para escribir en su libreta.

- Ven a comer Lys.

- Ya voy, sólo déjame poner a Cuddles en la... ¿Cuddles?- La cara de Lysandro cambió súbitamente.

- ¿Qué ocurre, mi vida?

- No sé dónde está Cuddles.

Lucie se puso a buscar entre las bolsas que quedaban sin abrir. Mientras tanto, Leigh miraba en la entrada del apartamento y en las escaleras, pero no había nada.

Lysandro empezó a pellizcarse la muñeca, algo que hacía cuando estaba frustrado o con temor.

- ¡Lys, no hagas eso! Te vas a herir. Ya lo encontraremos, mi vida.

- No encontré nada en las escaleras.- Leight vió a Lys desconcertado- Ven a comer algo dulce, eso te animará hermanito.

Lysandro estaba triste y nervioso, no quería perder su peluche favorito. Se sentó a la mesa, callado. Pero a penas podía tocar su comida.

De pronto, tocaron la puerta y Lucille corrió a abrirla.

- ¡Lucie!

Lysandro volteó a ver hacia la entrada del apartamento y vio a un hombre alto, de pelo negro y corto y con unos ojos azules grisáceos. Era lo que cualquier persona calificaría como bello. Se notaba que tenía una musculatura prominente y estaba vistiendo ropa deportiva.

- Hola Michael. Te presento a mi primo menor, Lysandro. Lys ¡saluda!

Lysandro, perplejo, sólo pudo hacer un gesto con la mano.

-Hola Lys, soy Michael. Un gusto.- le sonrió amablemente- Encontré este peluche en la entrada al volver del gym, ¿Es de alguno de tus primos?

- ¡Cuddles!- Lys se levantó de la mesa y corrió hacia Michel- Muchas gracias.

El hombre le devolvió su peluche, le sonrió y le revolvió el cabello. Lysandro lo miró y sintió algo de calor en las mejillas. Nunca había visto a alguien tan...¿bello? No sabía lo que sentía al respecto.

- Hey Michael- se acercó Leight- ¿Quieres quedarte a comer? Hay crêpes y pan frezco con mantequilla.

- Me tomaría un café. Debo entregar unos diseños de vestuario y aún me falta un poco...

- Lys, Michael trabaja en una tienda en la que venden ropa victoriana. Es diseñador y estudió en la misma academia en la que está tu hermano.

Lys abrió los ojos como platos y sus pupilas se expandieron. Estaba sorprendido. ¿Un hombre deportista que también era un sensible diseñador de modas?

- A Lysandro le encanta la moda victoriana- dijo Leight- ¡Quizás un día puedas mostrarle tu taller!

Michael se sentó en la mesa y Leight le sirvió una pequeña taza de café. Lysandro no podía dejar de mirarlo. Su rostro parecía tallado por ángeles y su mirada, penetrante, le intrigaba profundamente. De pronto, las miradas de ambos se cruzaron y Lysandro, asustado, casi deja caer su tenedor. El hombre simplemente le sonrió y siguió hablando con Lucille. Tenía una manera de mover las manos muy delicada y era muy expresivo al hablar. Su risa era muy dulce y contagiosa como el resfrío. A Lysandro no le salían palabras, se sentía inferior ante la belleza de ese extraño. Y estaba confundido, no entendía porqué estaba sintiendo eso, la sensación se expandía hasta abajo. Hasta sus piernas y entre medio de ellas.

"No otra vez."

- Permiso, voy al baño.

Acercándose a la adolescencia, Lysandro estaba experimentado seguido las erecciones. Ni siquiera sabía lo que era. En los momentos menos pensados, el asta de su barco se levantaba. Y esto no le gustaba.

"Vamos, baja... baja..."

De pronto le tocaron la puerta y saltó del susto.

- ¡Lys, Michael se va, ven a despedirte!

Respiró profundo y salió del baño. Se despidió a la distancia del joven.

- ¡Adiós Lysandrito!

¿Lysandrito? ¿Ya le puso un apodo? Lysandro fue corriendo a su habitación y se encerró un momento para pensar. No entendía lo que estaba pasando. Su corazón latía mucho. La puerta volvió a sonar.

-Lys, debo decirte algo. ¿Puedo entrar?

‐ Sí -tartamudeó- Pasa, Lucie.

Su prima se sentó en la cama y le hizo un gesto para que se sentara junto a ella. Un poco asustado, Lysandro se sentó. ¿Se habría dado cuenta de lo que pasó? Quería que lo tragara la tierra.

- Lysandro, mañana debo ir a presentarte a la escuela nueva. Debes dormir temprano. Hay que tomar el metro para llegar.

- Oh... - el chico bajó la mirada- ¿Qué escuela es?

- L'école britannique de Paris. Es una escuela en la que enseñan inglés británico y tienen muchas actividades culturales. ¡Yo creo que te gustará!

El albino sonrió y Lucie le besó la mejilla para desearle buenas noches. Él se puso  el pijama. Acto seguido, se fue a lavar los dientes y se miró en el espejo. Tenía vergüenza.

"Estoy gordo... Y parezco un monstruo."

Pensaba en que le encantaría ser igual de musculoso y bello como Michel. Y que quizás los chicos y chicas de la nueva escuela lo mirarían raro. Pero sí que quería conocer esa escuela.

Se acostó y agarró a Cuddles para acurrucarse y dormir. Empezó a contar ovejas... bueno, conejos. Contó unos cincuenta hasta que se quedó dormido. Despertó en la mañana con el olor a pan tostado y su hermano que gritaba.

-¡Lys, despierta! Casi es hora.

El albino se paró para ir a ducharse. Hacía algo de calor, así que puso el agua fría y se metió en la bañera. Al salir, se envolvió en su toalla tapándose con ella del pecho hacia abajo y salió del baño.

- ¿Por qué usas así la toalla?

- Es más cómodo...

Nuevamente se sentía extraño. No le gustaba que lo miraran cuando salía de la ducha, pero Leight siempre se lo encontraba y le hacía algún comentario. Entró nuevamente a la habitación y se vistió con su mejor atuendo. Obviamente debía ser ropa de estilo victoriano.

8 de la mañana.

Habiendo desayunado ya, Lucie lo esperaba para salir. Lo tomó del brazo y caminaron hacia la estación del metro. El chico nunca había conocido lo que era este medio de transporte, siempre escuchaba historias al respecto pero nunca había estado allí. Le sorprendió la cantidad de gente y el ruido de las máquinas al frenar, algo que lo puso un poco ansioso y se tapó los oídos.

- Ven Lys, ahora tenemos que subirnos.

Entraron a la máquina y el albino se dedicó a observar a las personas. Habían muchas, de todas las etnias, tamaños y edades. Eso sí, no veía niños.

- ¿Te gustó el metro?

- Es algo ruidoso...

Unas tres paradas más tarde, Lucie lo volvió a tomar del brazo y salieron de la máquina. Subieron una escalera y al salir hacia la calle, se encontraron frente a frente con la escuela.

- Aquí está. Ven, vamos a presentarte.

Entraron al edificio y Lys se percató de que era una estructura bastante moderna, que desentonaba un poco con la arquitectura antigua del lugar. Había una bandera inglesa y otra francesa a la entrada. En el pasillo, habían fotos de distintos escritores, poetas y artistas ingleses y franceses. El portero los dirigió a una sala en el segundo piso: la oficina de la directora. La mujer de unos cincuenta años los atendió rapidamente. Miraba a Lysandro con un gesto de extrañeza, que al albino no le gustó demasiado.

- Bienvenidos, pasen. - los dejó entrar y cerró la puerta a sus espaldas- Lucille y... ¿Lysandro, verdad?

- Sí señorita.

- Señora. -sonrió la directora- Soy Abigail Jensen, directora y ex estudiante del centro educativo. Veo que usted viene a presentar al niño, ¿no?

- Sí, él es Lysandro y tiene 12 años. La familia lo inscribió a mediados de este mes, en el curso 4ème.

- ¿No debería entrar a 5ème, por su edad?

-No señora Jensen, lo que ocurre es que él está adelantado. Ya aprobó 5ème.

- Recuerda que el niño debe usar el uniforme... Y no eso que lleva puesto, lo que sea.- dijo en un tono burlón, haciendo que el chico se sintiera observado.

La directora sacó de debajo de su mesa una carpeta gigante y buscó entre los compartimientos. Ahí, encontró unos archivos que estaban marcados con las letras LMA.

- Lysandre Michel Ainsworth. Un nombre bastante extraño.

Lysandro miró hacia el costado, con las mejillas rojas.

- Ascendencia inglesa. Interesante. Y dime Lysandro, ¿te gusta el inglés?

- Me encanta. Leo mucho a Arthur Conan Doyle.- sonrió, pero la señora mantuvo un rostro neutro.

- Me parece bien. Necesito hablar con Lucille a solas... ¿Por qué no vas a la biblioteca de la escuela que está aquí al lado, mientras hablo con tu mami?

-De hecho, no soy...

-¡Perfecto! - la interrumpió la señora, mientras llevaba a Lysandro hacia la salida.- Te avisaré cuando estemos listas.

La directora le cerró la puerta en la cara, dejándolo algo confundido. No le agradaba esa señora. Pero le fascinaba leer, así que entró a la biblioteca.

Mientras tanto, Lucille hablaba con la señora Jensen.

- Mira, Lucille. Esta escuela es muy prestigiosa, entiendo que Lysandro es un estudiante ejemplar, por su expediente.

- Así es, es muy inteligente.

- Sin embargo, también nos interesan dos cosas. Primero, que los niños aquí se desarrollen socialmente. Segundo, que mantengan la disciplina.

- ¿Okay...?

La directora dio vuelta entre las páginas del expediente y puso su dedo en una línea en específico.

- "Estudiante requiere ser retirado de su año escolar por mutuo acuerdo entre escuela y padres. Se le aprueba el año escolar, pero se le recomienda a la familia no matricularlo el año siguiente."

- Directora, la verdad es que...

- No sé lo que haya hecho tu niño, pero aquí no queremos drama. No somos una escuela para estudiantes especiales.

- Él es un buen niño.- Lucie tragó saliva- Le prometo que estará todo bien.

-¿Eres casada, Lucille?

- No- tartamudeó la joven- Pero tengo un hogar espacioso y trabajo como psicóloga con un buen sueldo.

- ¿Eres consciente de que tú sola no puedes cuidar de un niño en estas circunstancias? ¡Dios, que según el expediente no habla con nadie! Es un caso difícil, ¿no?

- No es difícil, me llevo bien con él y él habla conmigo.

Lucie sabía que esto no era del todo cierto. Se llevaban bien, pero Lysandro lleva años con un cierto "mutismo selectivo", aunque ella no sabría decir si es así o simplemente es muy tímido. Dice frases no muy largas y no explica mucho sobre sus sentimientos. Hay momentos en que trata de hablar pero no logra hacerlo. La joven temía arruinar esta oportunidad para su primo.

- Lucie, querida. Debes conseguirte a un buen hombre que te ayude a criar a este niño. Él es raro y me temo que puede no encajar aquí.

- ¡Por favor, directora! No lo deje fuera... Él necesita esto.

- No lo haré. Pero si hay tan solo un problema con él, el siguiente año su matrícula se pondrá en duda. Si no mejora, tendrá que buscar otra escuela. ¿Oíste?

Lucille frunció el seño y asintió con la cabeza. Sabía que su primo no era sociable y temía que lo molestaran y volviese a pasar lo mismo que en la escuela anterior. Salió de la oficina de la directora y caminó hacia la biblioteca. A través del ventanal, pudo reconocer al albino, que ya estaba devorando un libro.

- ¡Lucie! Mira este libro. Es de un escritor llamado Oscar Wilde. No lo conocía.

La joven sonrió y como por arte de magia, se calmó. Lysandro era un buen niño y una persona sumamente importante para ella.

- Vamos, Lys. Devuelve eso y vámonos.

- Puede quedárselo- interrumpió una señora, la bibliotecaria. Ella miró a Lysandro y sonrió- Me lo devuelves cuando inicien las clases. ¿Vale?

- Vale... ¡Adiós! -sonrió el niño y se sujetó del brazo de su prima- ¿Lucie, cuándo inician las clases?

-El próximo lunes. Tenemos que comprar el uniforme y algunos materiales. Vamos a hacer eso ahora, ¿okay?

Lysandro estaba emocionado. La biblioteca de su nueva escuela era gigante y se imaginaba que todos los chicos y chicas eran igual que él, que les encantaba leer y hablar de literatura.

- ¿Crees que haga muchos amigos aquí, Lucie?

- Seguro alguno podrás hacer.

El albino sonrió. Sabía que había encontrado un lugar en el que podría estar tranquilo y contento. Leyendo, dibujando, escribiendo. Las cosas efectivamente pasaban por algo y luego de la tormenta, sale el arcoiris.

- Notas de la autora-

Hola gente. Soy yo, Sugar. Quizás algunas personas me conocen por mi fanfic Lysarmin "No te lleves el control." Sino, aquí estoy. Me presento, tengo 22 años y soy chilena, estudio para ser profesora de Filosofía y soy fan de Lysandro. Me encanta escribir, es uno de mis hobbies favoritos. ¡Encantada de escribir para ustedes!

Algunos datos relevantes:

- Habrán referencias obvias y otras más sutiles hacia personajes del juego. Mi headcanon tiene conexiones entre Lysandro y otros personajes, y la gracia es que él mientras va creciendo, los va olvidando. Ahí irán descubriendo esto que es un poco mi estilo para escribir.

- En Francia, los cursos tienen nombres extraños. El curso al que entra Lys es 4ème (Cuarto), curso al que entran los estudiantes teniendo ya 13 años. Pero Lysandro está adelantado debido a sus capacidades. El curso siguiente al que debería entrar es 3ème. Como verán, los números van decreciendo. Es algo de los franceses.

- Este texto no pretende ser completamente accurate con la cultura francesa, pero con los conocimientos que tengo acerca de ella quiero brindar una experiencia en la que se puedan imaginar los lugares de los que hablo.

- Los personajes de Lucille y de Michael son personajes creados por mí. Tendrán mucha importancia dentro de la historia.

- No admito ningún tipo de shipeo durante la etapa en la que Lys sigue siendo un niño.

-Esta historia no es para generar morbo, sino para expresar ciertos traumas que he vivido, pero usándolos como recurso para crear la historia de Lysandro que está en mi cabeza. Se requiere discresión.

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

- Sugar Amelie.

Continue Reading

You'll Also Like

104K 4.2K 35
donde 𝗔𝗚𝗨𝗦𝗧𝗜𝗡𝗔 se enamora del piloto chamuyero de fórmula uno; donde 𝗙𝗥𝗔𝗡𝗖𝗢 se enamora de la chica que deseo desde siempre. 𝘿𝙚𝙨𝙙𝙚...
409K 22.9K 75
Brooke había tenido una vida relativamente normal durante toda su vida, a pesar de que no se llevaba especialmente bien con madre. No fue hasta ese v...
119K 21.4K 40
" Me cuesta entender lo mucho que cambió mi vida, me ha vuelto alguien liberal, me ha vuelto un esclavo de su seducción, jamás había visto a un hombr...
245K 38.2K 135
Luke, un niño de 13 años amante de todo tipo de novelas, series y mangas, muere y reencarna en el mundo de Wednesday con poderes psíquicos por encima...