Capítulo 8
Luego de aquella masacre que vimos que había sucedido en la aldea de las Strigas y de llevar a Deborah y a las pocas brujas que estaban maltrechas que habían sobrevivido, a un lugar seguro, la morada del Clan Círculo de Brujas, el único de los 5 clanes que había mantenido su acuerdo y alianza con la brujas; después de aquella masacre solo quedaba esperar a que Deborah se recuperara para que contara qué había sucedido y quienes eran los responsables, porque aquella noche el responsable de tanto dolor, sangre, fuego y devastación, no era solo Baphomet.
Tras el paso de los días y noches transcurridas, la recuperación de Deborah se hizo notable, hasta que pudo hablar de lo sucedido.
—Llegaron en la noche como ráfaga de viento de tormenta invernal, el frío se sintió hasta los huesos como si te cortara la piel y penetrara muy dentro, la rapidez y salvajismo nunca lo habíamos visto antes, no desde hacía mucho tiempo, como aquella noche que éramos pequeñas Frey, ¡eran vampiros!, entraron, mataron a nuestras hermanas, las decapitaron, bebieron hasta la ultima gota de sangre de algunas y otras la quemaron vivas, (Deborah llora al relatar lo acontecido con sus hermanas Strigas) todo eso bajo el mandato de Baphomet.
Freyja al escuchar el relato de su amiga, de lo sucedido esa noche, el dolor y la congoja se apoderó de ella, y a la vez la ira resurgió desde su interior, sus ojos se tornaron más violetas de lo normal y sus colmillos se estiraron al máximo, quería ir tras la cabeza de Baphomet; me pongo de pie frente a ella, la tomé de sus manos y mirándola a los ojos le digo:
Antes de querer tomar venganza, debemos convocar una junta con los lideres de los otros clanes y pedir su apoyo y palabra de sangre para poder vencerlo a él y sus condenados… Tomando mi palabra, no muy convencida por la ira que sentía, aceptó convocar a los clanes, al llamado se presentaron cuatro de los cinco clanes, Clan Nosferatus (Vastagos reconocidos por ser sabios y estrategas), Clan Daeva (al cual pertenezco y mi padre es su líder), Clan Makhet (Vastagos rapidos y sigilosos) y el Clan Casa de Brujas, que para sorpresa de todos su Líder era mi hermana Romina.
Antes de comenzar, mi padre toma a Romina de un brazo recriminándole...
—¿Qué haces Romina? —Preguntó.
—¡Suéltame Padre! ¡Te lo explicaré! —Asentó ella.
¿Recuerdas cuando era niña que desaparecía por horas y horas, que tú, me regañabas y que podría pasarme algo malo?
Esas horas me las pasaba estudiando los cuadernos y libros de hechicería de nuestra madre, ya que ella misma me enseñaba antes de su muerte, decía que yo debía velar por las brujas ya que ella era parte de ellas también, el día que mi madre faltara yo me tendría que hacer cargo de eso, y así fue me convertí en su líder para que no todos los Clanes se unieran en su contra, por eso esta casa aún honra aquel antiguo pacto de sangre que se hizo con ellas, por eso esta casa se mantuvo al margen de todo ese despropósito en su contra y ahora venos aquí uniéndonos nuevamente para defender eso que un día tú también haz hecho.
¡Ahora suéltame y hagamos lo que vinimos hacer, espero que nos honres con tu palabra y sangre, que de rodillas prestes juramento a esta alianza!
En ese preciso momento nuestro padre se inclinó ante ambos y poniéndose de rodillas me ofreció su espada, proclamando que yo era el nuevo líder del Clan Daeva, cortando su muñeca derecha con su daga, ofreciéndonos a beber de su sangre a mi hermana y a mí, honrando su palabra de seguirnos, de confiar en las decisiones de que tome en nombre del Clan, solo que a la batalla no iría ya que esta con muchos años y se siente cansado de los siglos vividos.
No hizo falta proponer los puntos a acordar con los otros Clanes, al ver a uno de los primeros Vampiros arrodillarse y prestar juramento de sangre, lo siguieron y firmaron una alianza de sangre, ya sabíamos que nos enfrentabamos a un Clan despiadado y sin escrúpulos que desde la muerte del líder a manos de Baphomet que era su hermano, empezaron a seguir, sembrando el miedo y terror donde ellos pasaran, el Clan de los Siete, el más sangriento de todos.
Luego de esa reunión, se comenzó con la caza sangrienta por toda la ciudad, cazando a cada vampiro que no cumpliera con el mandato de esa alianza y se volcara a favor de Baphomet, sangrientas luchas se daban entre vampiros de ambos lados, donde los mortales también tenían participación bajo las ordenes de esos engendros que los tenían cautivos y dependientes de ellos, los cuatro clanes arrasaban en los cuatro puntos cardinales de la ciudad sin dar con aquel demonio que permanecía escondido en las sobras de su guarida…
Mientras se organizaban los clanes me sentía inquieta, aun no procesaba todo lo sucedido, después de organizar un Coven con todas las brujas que quedaron, llegaron a la decisión que esta batalla debía ser a muerte, ella era la líder de su clan, la mayor, me comuniqué con los cultos célticos para recibir apoyo, ahí estaba Lebrón, uno de los brujos de mayor jerarquía, mi aliado y enamorado de toda la vida, Yuliano se le salía lo territorial por su especie, eran celosos con sus parejas, a Lebrón lo había conocido en una de nuestras misas negras, donde los brujos se acercaban a la mesa en el momento de la consagración y Bhapomet en ese momento alzaba una figura donde estaba su imagen grabada, dándonos a beber en un caliz de madera, los brujos lo adoraban arrodillados, y se acercaban al altar, comiendo, bebiendo, de lo que el demonio había consagrado, siguiendo con la copulación entre brujas y sodomizando a los brujos, donde se orquestaba una orgía en Zugarramurdi, muchas veces estuve en esas misas, aunque Damiana nunca dejó que alguien me tocara, decía que no podía copular con un demonio, pero Bhapomet siempre se acercaba a mí con sus poderes diabólicos embriagando mis sentidos, recuerdo que una vez me ató, estaba perdida en mis pensamientos después de que él me diera un brebaje que supuestamente me llevaría a ver qué había sucedido con mi madre, pero todo era una mentira, solo quería poseerme, aquella noche había subido mi vestido y estaba en aquella piedra abierta de piernas, atada, cuando su lengua abarcaba mi centro sexual, mi cuerpo no me pertenecía, pero respondía ante aquellas sensaciones, me corría en la boca de Bhapomet, y antes que él me hiciera suya, llegó Lebrón con Damiana, reprendiendo al demonio, porque Lilith había dado la orden de que no fuera tocada por él, con mis jugos corriendo por mi entrepierna, Lebrón me llevó en sus brazos, me cuidó por días, después de ese suceso siempre estuve custodiada por su clan, y el de Damiana...
—Las runas me dicen que, ha llegado tu elegido por nuestra madre, debes unirte a él, reclamarlo para poder vencer a ese demonio o será nuestro fin sino lo haces, pero debes amarlo, reclamar con el corazón.
—Sabes muy bien, Leb, que yo no puedo amar a nadie, la madre me quitó esa debilidad, Yuliano me hace sentir algo fuerte cuando estoy cerca de él, lo necesito en todo momento, pero no sé qué es amar, lo sabes.
Lebrón me miraba analizando mis palabras...
—Lilit, se ha aparecido antes de la muerte de Damiana, y le entregó esto, dejó dicho que solo te lo diéramos a ti, que esto te ayudaría en la batalla, a desspertar tu mayor poder. —Era uno de esos brebajes como el de mi iniciación.
—Esa bruja de Lilit, siempre esta moviendo nuestros hilos como si fueramos marionetas, todo lo sabe pero no evita que sucedan las cosas.
—No cuestiones las decisiones de nuestra madre, sabes que no puede interferir en el destino de cada uno, somos nosotros los que debemos aprender a manejar nuestra vida.
Lebrón acarició mi mejilla, y en ese momento apareció Yuliano, mostrándole sus colmillos.
—Cálmate vampiro, pero te digo algo, hasta que ella no te reclame no es tuya, ni de nadie. —Yuliano apretó los puños y respondió:
—Ella ya es mía, ya bebió de mí, y yo de ella, estamos unidos en nuestra ley, así que no necesito que me reclame, no estoy sujeto a sus leyes.
—A la de nosotros no, pero Freyja si se debe a las nuestras, así como esta lectura dice que la muerte vendrá por ti, y que Frey, se verá de frente con su sangre...
No entendía lo que decían las runas, nada estaba claro, me despedí de Lebrón antes que, el macho animal que tenía a mi lado se lanzara con sus colmillos a matarlo, llevando conmigo el brebaje de la madre de todos los brujos, cuando íbamos camino a el lugar sagrado de los vampiros, una brisa helada hizo atribulación dentro de mí, la oscuridad se apoderó de aquel lugar, algo sucedía, entonces los vi...
Una hueste de demonios, envueltos en velos, una mortaja fúnebre se hacía presente para Yuliano...
El desenvainó su espada, mientras los demonios quitaron su velos para dejar ver la excitación qué sentían al acorralarnos, Yuliano luchaba como un guerrero formidable, el miedo me embargó porque eran demasiados para él, entonces una mano me detuvo, era él...
—Linda Frey, quiero que veas como va a morir tu amado, te equivocaste de bando, te dejaré viuda esta noche, vendrás a mí nuevamente. —En ese momento miré como una daga atravesaba a Yuliano, mi ser entero sintió ese golpe, estábamos unidos, podía sentir su dolor, él intentó levantarse, pero otra espada lo atravesaba en su vientre, y cuando un tercer demonio iba a cortar su cabeza apareció aquel hombre en un dragón, y con él, los dragones mayores, era alto, corpulento, su cabello blanco largo, sus ojos rojos, ¿Quién era ese vampiro? entonces apareció de la nada otro hombre más joven, de cabello rojo, y él tenía los ojos... Los ojos violetas como los míos, entonces me llamó: «Hermana».
Mile Morales
Pensamientos y letras -G.J.C.
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