—¿Estás bien?— pregunté, observando cómo permanecía inmóvil, como si pudiera oír los pasos de esas criaturas.
—No dispares a menos que sientas que estás en un peligro que lo justifique— aconsejó, señalándome una habitación.
Logramos entrar sin ser detectados, aunque no fue tarea fácil. Denver, por otro lado, se dirigió al sótano. Supuestamente, Katerin y mi hermana Ivy estaban escondidas en la habitación.
Denver desapareció en la oscuridad del sótano, dejándome solo en el silencio tenso. Me dirigí a la habitación que me había señalado, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Abrí la puerta con cuidado, temiendo lo que podría encontrar. Pero allí estaban, Katerin e Ivy, acurrucadas en una esquina, sus rostros pálidos iluminados por la débil luz que se filtraba por una rendija en la persiana. Sus ojos se agrandaron al verme, pero rápidamente puse un dedo en mis labios, instándolas a mantenerse en silencio. No estábamos a salvo todavía. No hasta que todos estuviéramos fuera de esa casa y lejos de esas criaturas.
Mi hermana tenía una herida sangrante en el brazo izquierdo y me miraba aterrorizada.
—¿Te duele mucho?— pregunté, agachándome a su lado. Mientras tanto, Katerin se mantenía en guardia, apuntando con su arma hacia la puerta, protegiéndonos.
La expresión de mi hermana se endureció mientras asentía, apretando los dientes para contener un grito de dolor. Rápidamente, rasgué un trozo de mi camisa y lo até alrededor de su brazo, intentando detener el sangrado.
—Debemos movernos— murmuró Katerin, su voz tensa mientras mantenía su mirada fija en la puerta. Asentí, ayudando a mi hermana a ponerse de pie. Con Ivy apoyada en mí y Katerin cubriéndonos, comenzamos a movernos silenciosamente hacia la salida, rezando para que las criaturas no nos descubrieran. La tensión era palpable, cada segundo parecía una eternidad mientras avanzábamos, pero sabíamos que no teníamos otra opción. Teníamos que escapar.
Estábamos bajando las escaleras cuando un rugido ensordecedor resonó desde la sala. Nos detuvimos en seco, el corazón latiendo con fuerza en nuestros pechos. Katerin giró rápidamente, su arma apuntando hacia la dirección del sonido.
—¡Rápido!— susurró, empujándonos hacia la puerta trasera. Ivy soltó un gemido de dolor mientras la ayudaba a moverse más rápido. Podíamos oír el sonido de pasos pesados acercándose, el rugido volvió a sonar, más cerca, esta vez. El miedo se apoderó de nosotros, cada latido de nuestro corazón parecía un tambor en nuestros oídos.
Entonces, en la puerta de la habitación, una bestia saltó desde afuera hacia adentro, haciéndome retroceder. Nos había visto. Estábamos condenadas.
—¡Valeria!— gritó Katerin. Vi que se acercaba a mí, extendiéndome sus manos. Pero algo estaba mal. La veía al revés. No, no era ella. Era yo. Estaba cayendo.
Empujé a Ivy hacia Katerin, la bestia se acercó velozmente. El mundo giró a mi alrededor, y de repente, vi el techo de frente. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Solo significaba una cosa... estaba cayendo.
El suelo se acercaba rápidamente. Iba a morir por el impacto. El terror me consumía, cada segundo parecía una eternidad. Mis pensamientos se volvieron borrosos, solo quedaba el miedo y la certeza de un final inminente. Pero en ese momento, una sola idea se apoderó de mi mente: tenía que sobrevivir. Por Ivy. Por Katerin. Por mí. No podía rendirme ahora.
¿Pero cómo?
Justo cuando estaba a punto de rendirme a la gravedad, una figura apareció en mi campo de visión. Denver. Con una agilidad asombrosa, saltó desde el segundo piso, extendiendo sus brazos hacia mí.
—¡¡¡Valeria!!!— gritó, su voz resonando por encima del rugido de la bestia. En un instante, sus brazos me rodearon, su agarre firme y seguro.
Denver me miró, sus ojos llenos de alivio. Pero había algo más en su mirada, algo que no había visto antes. Era una mezcla de miedo y determinación, una promesa silenciosa que parecía decir: No te dejaré.
—Valeria— murmuró, su voz apenas un susurro. Sus ojos nunca se apartaron de los míos, como si temiera que desaparecería si parpadeaba. Podía sentir la tensión en su cuerpo, la forma en que sus músculos se tensaban, preparándose para protegerme de cualquier peligro.
El impacto fue inmediato y brutal. El mundo se sacudió a nuestro alrededor mientras Denver y yo nos estrellábamos contra el suelo. El aire se escapó de mis pulmones en un jadeo silencioso, el dolor recorriendo mi cuerpo como una corriente eléctrica. Denver gruñó, su cuerpo tensándose sobre el mío mientras absorbía la mayor parte del golpe.
Nos detuvimos, Denver encima de mí, protegiéndome con su cuerpo. Por un momento, todo quedó en silencio, excepto por nuestra respiración agitada y el lejano rugido de la bestia. Denver me miró, sus ojos llenos de alivio.
Por un momento, todo quedó en silencio. El rugido de la bestia parecía lejano, como si el mundo se hubiera detenido en el instante de nuestro impacto. Luego, la realidad volvió a golpearnos. Denver se levantó rápidamente, sus ojos buscando cualquier signo de la bestia. Yo me quedé allí, aturdida, intentando recuperar el aliento.
El dolor era intenso, pero estaba viva. Y mientras Denver me ayudaba a levantarme, supe que, a pesar de todo, seguiríamos luchando.
—No te pongas en riesgo de esta manera. Si alguien tiene que morir, prefiero que sea yo, no tú— dijo Denver, su voz era fría, pero sus ojos ardían con una intensidad que nunca antes había visto.
—Lo... siento, no quería que le hicieran daño a Ivy— balbuceé, sintiéndome pequeña bajo su mirada penetrante.
—Sé que te importa mucho tu hermana, pero tú también me importas mucho— confesó Denver, su tono era firme, pero sus ojos revelaban una vulnerabilidad que rara vez mostraba.
Sí, rara vez, porque desde que recuperó su memoria, Denver ya no era el chico típico que me hacía preguntas, sobre todo. Ahora, era más reservado, más consciente de sí mismo y del mundo que lo rodeaba. Ya no era el chico curioso e inocente que solía ser, sino alguien que había visto y experimentado cosas que lo habían cambiado. A pesar de todo, seguía siendo mi protector, mi roca en medio de la tormenta. Y aunque extrañaba al antiguo Denver, sabía que este cambio era necesario para sobrevivir en este nuevo mundo.
Sí lo extrañaba.
—Esta... bien...— dije mirándolo y a la vez recordé la bestia y mi hermana Ivy y Katerin que estaban en el segundo piso de la casa.
—No te preocupes— dijo, él, — Ethan está con ellas, no van a correr peligro, pero debemos de salir de aquí.
—¿Pero cómo? Hay muchas de esas criaturas aquí.
—Yo los ayudo— dijo esa misma voz que hace varios minutos.
Me volteé retrocediendo. Era... el... hermano de Denver, la criatura que me había ayudado, estaba ayudándonos por segunda vez...
La bestia, monstruo, criatura, hermano de Denver, ya no sabía como llamarle, giro su cabeza hacia la puerta, Ethan, Ivy y Katerin estaban bajando las escaleras, Ivy estaba en la espalda de Ethan cargándola.
Me acerqué a el apresurado preocupada por mi hermana.
—¿Ella está bien?— dije acariciando su cabello.
—Por el momento detuve el sangrado de su brazo, pero necesitamos irnos de aquí, no podemos dejar que lleguen más como ellos— Ethan, hablo, luego su mirada se posaron en aquella criatura, él retrocedió poniéndose en posición para defendernos.
—No le hagas daño— dijo, Denver de espalda— no nos ha hecho daño.
—Pero es como ellos, vinieron a matarnos e incluso puso la vida de ellas en riesgos.
—No porque sea un experimento, sea como ellos, soy diferente, aún tengo recuerdos de mi vida como humano y sé que lastimar a alguien está mal— respondió la criatura mirándolo con sus ojos rojos.
Ethan parecía dudar, su mirada oscilaba entre la criatura y Denver. Finalmente, bajó su guardia, aunque su cuerpo todavía estaba tenso.
— Está bien— dijo finalmente, su voz era dura, pero había una nota de resignación en ella. — Pero si intentas algo, no dudaré en defendernos.
La criatura asintió, sus ojos rojos nunca dejaron de mirar a Ethan. Luego, se volvió hacia Denver y yo.
— Necesitamos movernos— dijo, su voz era grave y llena de urgencia. — Hay más de ellos en camino.
Denver asintió, ayudándome a ponerme de pie. A pesar del dolor, logré mantenerme en pie, apoyándome en Denver para mantener el equilibrio.
— Vamos— dijo Denver, su voz era firme y decidida. — No podemos quedarnos aquí.
—Espera— hablo de nuevo la criatura— llevaré a Ivy en mi espalda, necesitamos que tú también las protejas— dijo mirando a Ethan
Ethan frunció el ceño, claramente en desacuerdo.
—No confío en ti— dijo, su voz era dura y llena de desconfianza. — No dejaré que lleves a Ivy.
La criatura asintió, como si esperara esa respuesta.
—Entiendo tu desconfianza— dijo, su voz era tranquila y comprensiva. — Pero no tengo intención de hacerle daño a Ivy. Solo quiero ayudar.
Ethan parecía dudar, su mirada oscilaba entre la criatura e Ivy. Finalmente, suspiró, pasando una mano por su rostro cansado.
—Está bien— dijo finalmente, aunque claramente no estaba contento con la situación. — Pero si le haces daño a Ivy, no dudaré en matarte.
¿Esa criatura sabía el nombre de mi hermana? Nunca pronuncie su nombre delante o lo había hecho que no me acuerdo.
La criatura pareció notar tu confusión y se volvió hacia ti, sus ojos rojos brillando con una luz extraña.
—Escuché su nombre antes— dijo, su voz era tranquila y comprensiva. — Cuando estabas hablando con Denver, lo mencionaste.
Me que en silencio, tratando de recordar si alguna vez había mencionado el nombre de Ivy delante de la criatura. Pero no importaba cómo lo pensará, no podías recordar un momento en que lo hubiera hecho. ¿Cómo podría saberlo entonces? ¿Había estado escuchando mis conversaciones sin que me dieras cuenta? ¿O había alguna otra explicación que no podías entender?
La criatura pareció notar tu desconcierto y añadió:
—No te preocupes, no tengo intención de usar esa información para hacer daño. Solo quiero ayudar.
A pesar de sus palabras, no pude evitar sentir un escalofrío de inquietud. Había algo en la forma en que la criatura me miraba, algo que no podía entender.
—Está bien— dije finalmente, mirando cuantas balas tenía.
Comenzamos a caminar lentamente tratando de esquivar los vidrios rotos en el suelo.
Nos adentramos en la oscuridad, siguiendo a la criatura que se movía con una gracia silenciosa y letal. A pesar de su apariencia monstruosa, había algo casi elegante en la forma en que se deslizaba entre las sombras, evitando hábilmente los escombros y los vidrios rotos.
El camino que tomamos estaba lleno de giros y vueltas inesperados, como si la criatura conociera cada rincón y grieta de este lugar. A pesar del miedo que sentía, no pude evitar sentirme impresionada por su habilidad para navegar en este caos.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la criatura se detuvo. Señaló hacia adelante, donde se podía ver una pequeña luz parpadeando en la distancia.
—Allí— dijo, su voz era un susurro apenas audible. — Esa es nuestra salida.
Miré hacia donde señalaba, sintiendo un destello de esperanza. A pesar de todo, parecía que íbamos a salir de esta situación con vida.
—Una Creación789 ayudando a estos débiles humanos.
La criatura que emergió de las sombras era una visión aterradora. Su cuerpo era grande y musculoso, cubierto de una piel dura y escamosa que brillaba como el acero bajo la luz de la luna. Su cola, gruesa y serpenteante, estaba adornada con espinas afiladas que parecían hechas de acero puro. Su boca era una abertura oscura, llena de dientes afilados y brillantes, y sus ojos, sus ojos eran rojos, lo más inquietante de todo. Tenía cuatro de ellos, dos a cada lado de su cabeza, brillando con una luz roja y amenazante.
Su cuerpo similar al de un lobo y un cuello largo. Tenía un pelaje gris con espinas rojas que sobresalían de su espalda y cuello. La bestia está babeando y parecía estar gruñendo.
La voz que emanaba de la criatura era profunda y gutural, resonando en el aire con una autoridad innegable. Habló con desdén de Creación789, refiriéndose a él como una mascota y a nosotros como débiles humanos. Sus palabras estaban llenas de desprecio y una cruel determinación.
—¿Crees que el creador estará contento de que su mascota esté ayudándolos? Nos ordenaron matarlos y eso es lo que haremos— dijo la criatura, su voz llena de una promesa de violencia
¿Entonces este era uno de esos experimentos fallidos?
La criatura gruñó, su voz resonando en el aire.
—El creador puede tener sus propios planes, pero nosotros tenemos los nuestros. No importa cuánto nos ayuden, no podemos olvidar nuestra misión. Estamos aquí para hacer lo que se nos ordenó, y eso es exactamente lo que haremos.— Su mirada se endureció, la promesa de violencia aún más evidente en sus ojos rojos.
La criatura que nos estaba ayudando a escapar respondió con una voz llena de determinación, —Aún llevo la esencia de la humanidad en mí, no permitiré que se haga daño a otros sin motivo.-
La otra criatura replicó con una risa amarga.
—No somos humanos, somos monstruos. No importa si fuimos creados en un laboratorio o nacimos de una madre humana, al final, todos llevamos la capacidad de convertirnos en monstruos. Pero recuerda, ser un monstruo no se trata de cómo nacemos, sino de las decisiones que tomamos.
—Pero eso no significa que tengamos que asesinar por placer.
—Pero eso es lo que somos— dijo dando acercándose a nosotros, retrocedimos— humanos, son humanos y son demasiado asqueroso, solo piensan en sí mismo, son egoístas. De eso es lo que aprendí cuando era un maldito y un ser débil humano, como lo son ellos— dijo mirándonos.
Denver bostezó, interrumpiendo la tensa conversación.
—¿Podemos dejar de filosofar y seguir adelante? Estoy empezando a aburrirme de todo este drama.— dijo señalando a esa bestia asquerosa— si quieres detenernos temo que será imposible.
—¿Un experimento que huyo de casa me está dirigiendo la palabra? No tienes ya el liderazgo como en casa, así que no me resistiré en matarte— dijo... ¡¿Comenzó a correr?!
Todos nos volteamos para correr, aún, Ivy, no estaba en la espalda de... del hermano de Denver, así que nos estábamos retrasando.
El hermano de Denver, con una velocidad sorprendente, se lanzó sobre la otra criatura. El impacto fue tan fuerte que el suelo tembló bajo sus pies. La lucha había comenzado.
La criatura gruñó, tratando de liberarse del agarre de... ok... le he dicho criatura y todo al hermano de Denver...., pero él se aferró con una fuerza sobrehumana.
—No permitiré que lastimes a las personas que amo. No importa lo que digas, no importa lo que pienses de mí.
La criatura fea rugió en respuesta.
—¡ERES UN MALDITO EXPERIMENTO, NO ERES UN HUMANO!
Pero se mantuvo firme.
—Puede que sea un experimento, pero eso no me define. Lo que me define son mis acciones, mi voluntad de proteger a aquellos que amo. Eso es lo que me hace humano.