El hielo, en forma de escamas y cuchillas, lo alejaban de ella. Sus piernas se mantuvieron enterradas contra la nieve y solo pudo presenciar esa escena una infinidad de veces. Se repetía sin parar. Cada afilada pieza destrozaba a Octavia, la masacraban contra la nieve y todo el blanco se volvía del color de su sangre. Y aunque Stolas quería acercarse, no la podía alcanzar.
Cuando despertó de aquel nítido sueño, abrió sus ojos opacos de par en par totalmente empapado de sudor helado y recuperó el sentido sobre su cama, o al menos lo que quedaba de ella. Le tomó segundos enteros reconocer el lugar en donde se encontraba. El ventanal estaba quebrado, las paredes y la alfombra estaban rasguñadas y destrozadas enteramente. Muebles, cristales, cuadros, todo estaba arrojado por todas partes y arruinado como si un huracán hubiera aniquilado la habitación o una guerra se hubiera desatado allí mismo.
—Stolas... ¿Puedes oírme?
La voz de Blitz llegó a sus oídos, la reconoció a su lado. No entendía que había pasado ni la razón de esa destrucción tan avasallante. Estaba perdiendo la cordura, se sostuvo la frente con una mano y trató de recordar inútilmente. Sin embargo, cuando enfocó sus ojos sin brillo en Blitz, una corriente de adrenalina y miedo intenso lo dejó sin respiración. El imp sangraba, un corte profundo cubría su hombro y manchaba sus ropas de sangre negra.
—¿Estás bien?! —se mantuvo arrodillado ante él, sostuvo a su pareja desde el hombro sano y jadeó muy fuerte— ¿Blitz, estás bien?!
Blitz tomó la mejilla de Stolas como si la situación no fuera grave. Después de todo, había recibido heridas mucho peores en su trabajo del día a día. A juzgar por la expresión desconectada y desorientada del príncipe, él no recordaba lo que había sucedido.
—Claro que si, he visto ese pájaro gigante en el que te conviertes muchas veces —lo intentó tranquilizar con una sonrisa nerviosa—. No le tengo miedo.
Stolas lo soltó y su rostro reflejó lo alterado y preocupado que comenzó a sentirse al instante. Ese sueño fue una pesadilla y todo su poder se desencadenó mientras dormía, en un estado en el que no podía medir su fuerza o controlar la naturaleza del demonio que residía dentro de su espíritu. Blitz sangraba, Blitz se quedó allí cuidando de él y abrazándolo mientras dormía.
—Estoy bien, hey —se apresuró a decirle el imp al ver como su pareja empezaba a sudar del más puro miedo— Stolas... Espera, no entres en pánico —lo sostuvo del brazo para que reaccionara—. De verdad es solo un rasguño.
—Tienes que irte o te haré daño —jadeó muy rápido tratando de recuperar aire ante su inminente desesperación—. No puedo controlar mi poder ni en lo que me convierto cuando duermo —se abrazó a sí mismo y luego se cubrió el rostro mientras se acurrucaba contra su propio cuerpo y sufría espasmos por el contundente pánico que lo invadía—. Tienes que irte. Tienes que-
—Escúchame bien —Blitz tomó sus manos y las quitó de su rostro, se acercó a Stolas y contempló como gruesas lágrimas emergían de sus ojos—. Jamás voy a irme. Nunca. Ni aunque me arranques los brazos —le aseguró como si fuera una promesa—. Jamás-voy-a-irme.
—Blitz. No lo entiendes —sollozó el búho con miedo de sus propias capacidades y fuerza en su estado inconsciente—. No podría tolerar lastimarte otra vez. No puedo...
Blitz se angustió al verlo de esa manera, sujetó su rostro entre sus manos y lo mantuvo muy cerca. Lo besó para tranquilizarlo, estaba tan dañado, se sentía totalmente incapaz de controlar sus propias emociones. Trataba a Blitz como si fuera tan valioso, como si fuera de cristal a comparación de él, a pesar de que era Stolas el que se estaba rompiendo como una frágil y hermosa gema.
Apenas besó los labios de Stolas, él le correspondió con mucha necesidad de sentirlo cerca, de sentir que era real y que sus promesas de no irse eran de verdad. Blitz necesitaba apaciguar ese dolor y esa desconfianza que lo mantenían así de perturbado incluso en sus peores pesadillas. Él había causado ese mal en su alma y debía repararlo.
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Stolas estaba tomando entre sus dedos temblorosos las largas vendas claras. Envolvió la piel de Blitz con mucho cuidado, quien se quedó quieto siendo sanado por él. Aquella acción parecía calmar al príncipe, quien atesoraba su seguridad como si fuera lo más importante sobre todas las cosas en el infierno.
Por supuesto que era así, pensó Blitz con tristeza. Acababa de perder a Octavia y él era todo su mundo. Se colocó en su lugar, ya que si algo le sucedía, Stolas se quedaría solo. El pensamiento fue demasiado fuerte. Su pareja no podría tolerar otra pérdida, y Blitz era el que más entendía aquello. Haber perdido a tantas personas era algo que todavía le dolía, sobre todo a aquellas personas que eran su familia de sangre.
Suspiró agotado cuando Stolas terminó de curarlo. Se arrojó hacia su cuerpo para abrazarlo y mantenerlo contra el colchón de la nueva habitación. El búho se dejó llevar, también abrazó a Blitz, agradecido de tenerlo consigo, de que estuviera bien, de que estuviera seguro en esos momentos y de que lo protegiera con el calor de su cuerpo. Blitz lo cubrió con las nuevas mantas gruesas, lo envolvió y lo acurrucó contra su pecho.
—Tu cuerpo sigue muy frío y ninguna medicina funciona —se frustró al decir aquello. Seguía pensando en alguna clase de solución práctica, pero no tenía la respuesta.
—Tal vez si tomo una dosis doble o si bebo alcohol —respondió Stolas alzando su mirada hacia los ojos de Blitz—. Mucho alcohol.
—No seas así —lo regañó el imp con cierto desgano—. Es contraproducente.
Se metió por dentro de las sábanas y lo abrazó más fuerte. Le gustaba sentir sus plumas alborotadas contra su piel, le daba ternura y también una sensación de confort muy cómoda. Sujetó las manos de Stolas por debajo de las sábanas, las tomó con suavidad entre sus manos y besó sus nudillos, las envolvió, entrelazó sus dedos con los de él y les dio todo el calor y amor que podía brindarle.
Stolas se estremeció, las plumas de su pelaje se erizaron. Observaba con ojos brillantes a Blitz, quien besaba sus manos con tanto amor y delicadeza. Lo estaba protegiendo, se sentía muy agradable, muy dulce. El príncipe a veces no sabía cómo reaccionar ante esa clase de sorpresas que le conmovían el corazón. Se quedó allí, sobre la almohada observando la manera en como Blitz cuidaba sus manos como si fueran un tesoro hermoso que quisiese proteger con mucho fervor.
—Stolas... —reflexionó el imp en voz alta, se mantuvo acariciando sus manos y dándole pequeños besos— ¿No es una puta locura que terminemos de esta forma? —lo miró a los ojos bastante sorprendido ante su presente— ¿Que un miserable bastardo como yo esté en una relación con un príncipe de la realeza? Que seas mi novio es una mierda muy intensa, ¿no crees? —Blitz todavía no podía creer que alguien tan bello y noble se hubiese interesado por él en primer lugar—. Que te hayas fijado en mi es tan, woah. Nadie se lo creería.
—... Novios —repitió el príncipe con un sonrojo muy marcado en sus mejillas. Incluso sus ojos brillaron en rojo carmesí al escucharlo. Era porque su corazón se había emocionado al escucharlo decirlo. Que Blitz se lo dijera aún le agitaba el corazón como un loco.
El que no se creía que había terminado por conquistar el corazón de Blitz luego de atravesar esas duras murallas, era Stolas.
—Si, creo que es lo que somos —le sonrió Blitz sujetando las manos de su hombre y haciendo que le tomara su rostro, luego el imp lo miró con grandes ojos y sonrió con más picardía— ¿Te gusta que lo diga, verdad? ¿Qué eres mi novio? ¿Qué ahora eres totalmente exclusivo?
Stolas asintió sin dudarlo. Se sintió apenado, en un auténtico aprieto. Estaba demasiado feliz... Su corazón latía como loco. Acarició las mejillas de Blitz y lo observó con sus ojos cristalinos y llenos del brillo de la vida.
Tal vez era un tonto por emocionarse tanto por algo tan trivial, pero que el imp lo mirara directamente a los ojos y le dijera totalmente en serio que esa relación era real y que existía lo hacía sentir el hombre más afortunado. No hubiera imaginado llegar a atravesar su corazón ni en el más lejano de sus sueños.
—Tus mejillas están ardiendo —Blitz esbozó una sonrisa dulce, le enterneció ver aquella expresión tan adorable y llena de ilusiones en Stolas—. Aún hay algo de calor allí —bajó su cabeza solo para colocar su mejilla en el pecho del búho y sentir ese palpitar inconfundible—. Tu corazón sigue latiendo y ahora está muy acelerado.
El ave lo abrazó por instinto al sentirlo apegado a su pecho. Lo protegió con sus brazos y su cuerpo. No lo quería soltar y supo que era mutuo cuando Blitz envolvió su cola alrededor de su vientre, como si no quisiera soltarlo jamás. Estaba sintiendo calor por primera vez en días, Blitz podía hacerle sentir aquello cuando tocaba su corazón y lo hacía sentir así de amado ante cada paso que daba.
—Una molesta depresión no va a separarnos tan fácilmente —el contrario apoyó su mentón sobre el pecho de Stolas y levantó su mirada para verlo a los ojos—. Fue muy difícil que lleguemos hasta aquí. Así que te voy a acompañar todo el tiempo que sea necesario y te ayudaré —frunció el ceño con cierta molestia y se atrevió a amenazarlo—. No te atrevas a morir o te odiaré para siempre, ¿entendiste?
Stolas sonrió con algo de timidez. Se mantuvo unido a Blitz, ambos entrelazaron sus piernas por debajo de las sábanas y el príncipe empezó a regar besos por las mejillas y el pecho de su hombre. Brindarle ese cariño también lo hacía feliz.
—Lo intentaré, Blitz —le respondió al saber que pondría todo de su parte para volver a ponerse de pie y no recaer.
Aunque Stolas se sentía decaído apenas el recuerdo de Via se cruzaba por su cabeza, Blitz se encargaba de volverlo a la realidad. Ese presente que nunca imaginó pero que siempre quiso. Se sonrojó ligeramente al volver a sentir a Blitz cerca, se sentía muy afortunado. A pesar de toda esa calamidad, era un búho afortunado por ser cuidado por él.
El imp se colocó sobre su cuerpo para abrazarlo de una forma diferente, fue adorable. Llenó de besos el cuello de su pareja, se sostuvo del plumaje de su pecho y serpenteó su cola sobre sus piernas. Stolas no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa feliz, se rio ante ese cariño y también comprendió que cada mínimo gesto de Blitz lo podía animar. Envolvió sus brazos alrededor del imp y unió sus labios contra los de él.
Blitz era fuego, pasión, era calor. Acarició sus grandes cuernos y luego su cabeza. Blitz también era salvación y esperanza para él.
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Atravesó la puerta de la habitación con dos vasos muy diferentes entre sí. Un ice coffe tradicional en un vaso de plástico con un sorbete y un contenedor más grande, forjado con un metal muy oscuro del cual un humo gris bajaba hasta llegar al piso.
—Te traje esto, Stolas —Blitz se acercó a él con una gran sonrisa de orgullo y, cuando tomó asiento al lado de su pareja, le entregó el contenedor que simulaba la apariencia de una taza antigua.
El príncipe sostuvo la taza con sus manos temblorosas y frías. Ese recipiente se sentía un poco pesado y el humo gris que salía de allí dentro era algo peculiar. Lo observó con sus ojos apagados y trató de analizar el contenido.
—Mira, este es mi hot coffe favorito en todo el infierno —le enseñó Blitz su bebida como si estuviera mostrándole algo de vital importancia para él—. Y pedí uno muy especial para ti, el mejor de la tienda. Sé que tienes frío, así que lo encargué a trescientos grados.
Stolas alzó las cejas y parpadeó hacia Blitz, quien le sonreía muy orgulloso de su hazaña. Esa temperatura era algo caliente, si un humano lo consumía, moriría en un segundo.
—Eso explica el envase de brebaje medieval —analizó Stolas en voz alta al ver el humeante contenedor entre sus manos—. Nada soportaría esa temperatura.
—Tú si puedes, las aves reales lo resisten. Me lo dijo el sujeto de la tienda —frunció el ceño con determinación—. Aunque si es un asco, le reclamaré al sujeto de la tienda también.
Stolas podía resistir esa temperatura tranquilamente. Bebía alcohol más ardiente que ese cuando estaba muy triste. Se llevó la bebida a los labios y comenzó a beber. Era dulce, tan dulce y vitalizante. Era como beber tequila con sabor a café. Se dejó llevar, el ardor era adictivo así que bebió todo lo posible de un solo trago.
—¿Está muy caliente? ¿Te hace sentir bien? —preguntó Blitz al verlo beber con semejante sed y ritmo desesperado.
Stolas se separó de la taza gigante y sonrió muy complacido. Su plumaje se erizó del gusto. No era por el calor, era por el extraordinario sabor que le recorrió el cuerpo. En esos días apenas y pudo probar bocado o beber porque solía vomitarlo ya que todo se sentía desagradable. Pero aquel brebaje... parecía ser de otro mundo.
—Si, está caliente. No tan caliente como pensé —le sonrió complacido y más satisfecho que nunca—. Aún así, se siente muy agradable beberlo. Y el chocolate es dulce y delicioso, también tiene café. Gracias por esto, Blitz.
—Uff es un alivio que te guste —soltó Blitz luego de suspirar y retener el aliento—. En realidad, yo lo preparé en tu cocina con la ayuda de tu mayordomo enano.
El gesto tomó por sorpresa a Stolas, quien se le quedó mirando con los ojos bien abiertos. Casi al instante, estos brillaron. Eran rojos como el fuego del infierno.
—¿Tú lo hiciste? —sostuvó la taza fuerte y sus ojos brillaron con ilusión— ¿Para mí?
—Si y si lo odiabas, le iba a echar la culpa al sujeto de la tienda que me vendió mi café —admitió Blitz con una sonrisa nerviosa y rascándose la nuca—. Pero es genial que te haga sentir cálido, significa que soy genial haciendo café.
Stolas estaba tan malditamente feliz en ese momento que podría llegar a pensar que su corazón explotaría. Sus ojos recuperaron ese brillo tan característico en él, incluso brillaron mucho más. Sujetó la bebida y, de un sorbo, se tomó todo lo que quedaba. Luego, se arrojó arriba del cuerpo de Blitz y restregó su rostro contra el de él, abrazando fuerte su torso y haciendo que el imp se sonrojara furiosamente.
—¡Significa mucho para mí que hagas algo así! ¡Gracias! —todas sus plumas se mantuvieron muy abultadas y suaves, no podía controlar esa alegría— Trescientos grados... repentinamente se sienten como mil grados.
Estaba tan acalorado debido a la felicidad que le brindaba Blitz con gestos pequeños y simples. Sus pequeños sonidos de búho emergían de su garganta, como si se tratara del polluelo más ilusionado y adorable de toda su camada Goetia.
—Si fueran tantos te quemarías, Stolas —se rio Blitz al corresponder el abrazo y llenar de besos ese rostro tan alegre y repentinamente lleno de la luz de la vida. Tal vez esa era la clave para que recupere su calor al menos en momentos breves, hacer lo que olvidara todo con únicamente su presencia y pequeñas acciones.
—Se siente muy bien. Se siente mucho mejor al saber que tú lo hiciste —unió la punta de su pico con la de Blitz, quien cerró sus ojos y unió su frente con la de él. Cuando se unían de esa manera y empezaba a oír los lindos sonidos de búho de su pareja, podría jurar que había encontrado su sitio seguro en él.
—Joder... eres tierno —mordió su mejilla y envolvió su larga cola de imp alrededor de la pierna de su príncipe, quien se apartó de su rostro y amplió su mirada temblorosa. Blitz jamás le había dicho eso antes...
—¿Ah...? —retrocedió muy sensible a lo que le decía, chocó contra la pared pegada a la cama y fue acorralado velozmente por Blitz, quien con una sonrisa maliciosa, se quedó cerca a centímetros de sus lindos labios.
—Ahora mismo, eres un desastre de plumas despeinadas y fragilidad —acarició la mejilla suave y sonrojada de su pareja, quien no dejaba de observarlo atónito y con sus grandes ojos luminosos y llorosos—. Y te sigues viendo bello... lleno de elegancia y con un porte tan majestuoso.
Stolas sentía sus mejillas arder tan fuerte. Cada palabra le llegaba al alma y lo estremecía por completo. Blitz no solo rodeó su cintura con uno de sus brazos, comenzó a besar y morder suavemente el cuello descubierto de su príncipe, causando que este cerrara sus ojos muy afectado y gimiera un poco ante el placer que le hacía sentir.
Blitz lamió su cuello y luego le plantó un lento beso sobre su mejilla, volviendo a sentir como el Goetia se sacudía ante cada acción y gesto romántico ante él. Como si no pudiera procesar que esa versión de Blitz existiera y estuviera allí, siendo tan lindo y hermoso.
—Y eres tan suave y sensible. Me gusta cada parte de tí —volvió a acariciar la mejilla del principe con sus nudillos, mientras el contrario cerraba sus ojos aún terriblemente susceptible ante sus roces delicados—. Aunque creo que ya lo sabes.
—Es... lindo escuchar que lo digas —pronunció el búho con una voz débil y temblorosa, se estaba desarmado ante él—. Amo todo de ti también. Y te adoro todo el tiempo.
Volvió a jadear y a retroceder atónito cuando Blitz le sujetó las manos y besó sus dedos. Todo eso era demasiado para el sensible corazón del príncipe, quien sentía que no podía controlar la forma en como se estremecía y temblaba cada vez que Blitz lo sorprendía al protegerlo. El imp besó sus nudillos mientras cerraba sus ojos, mantuvo sus delgadas muñecas unidas y quiso asegurarse de sentir su temperatura.
—Tus manos tomaron un poco de calor repentinamente —dijo Blitz con un gran alivio recorriendo todo su ser— Puedes explorar mi piel, no voy a morderte.
El imp lo guió, Stolas asintió algo inseguro pero quiso confiar en las palabras de Blitz. Quería sentirlo, quería sentir todo de él y que la conexión que estaban construyendo se hiciera incluso más fuerte e impenetrable. Lo que sucedía era tan íntimo, tan irreal y precioso.
Posó las manos sobre el torso de Blitz, quien había desabrochado sus ropas y le había dado acceso a que pudiera sentir su piel desnuda. El imp sintió el contacto de sus manos, se sacudió algo aturdido ante el roce de pieles. Stolas aún seguía frío, mejor que antes, pero aún no debía bajar de los cero grados.
—¡Lo siento! —el príncipe apartó sus manos muy preocupado al darse cuenta de como reaccionaba Blitz ante el frío de sus palmas— N-No quería-
Pero Blitz no le permitió que hiciera eso. Volvió a tomar sus manos y las apegó a su pecho, a su corazón desmedido que no dejaba de bombear sangre a lo loco. Las pulsaciones eran tan fuertes y llenas de vida que fueron percibidas por Stolas de inmediato, quien sintió sus ojos cristalizarse al mantener sus manos sobre el pecho desnudo de Blitz.
—Tu corazón late tan rápido... por mi —murmuró el príncipe sin poder creer lo que estaba sintiendo. Aún todo parecía un sueño. Y si lo fuera, jamás querría despertar.
—Es porque te amo —admitió Blitz con una sonrisa tranquila—. Y porque aún me pone algo nervioso nuestra cercanía... y porque no sé muy bien qué decir cuando estamos solos. Estoy improvisando constantemente —le terminó diciendo con algo de pena y corriendo su mirada tímida hacia un lado.
—Pero que yo hable sin pensar y sea estúpido te anima —supo reconocer fácilmente—. Porque tus manos están más cálidas y tu rostro tiene un poco más de color —volvió a acomodar el cuerpo de Stolas sobre la cama, se recostó sobre pecho suave y le sonrió de una forma terriblemente linda.
El gesto solo causó que el príncipe lo envolviera entre sus brazos y se sonrojara nervioso, cada tontería significaba el mundo para él. Que le preparara un café, que durmieran juntos, que hablaran hasta el amanecer y que lo abrazara con tanto sentimiento. Blitz no conocía el poder que tenía sobre él y lo absurdamente enamorado que estaba.
—¿Te estás poniendo tímido? ¿Qué sucede? —preguntó el imp con algo de picardía y una sonrisa dulce— Luego de todas las cosas que hemos hecho.
—Es solo que amo que estés conmigo aunque me vea horrible y te lastime en mis pesadillas —contestó Stolas acariciando la cabeza de su más preciado tesoro—. Aunque mi monstruo interior destruya todo a su paso en mis sueños, tú no te vas. Es muy peligroso y difícil y no te vas. Nadie haría eso por mi.
—Empieza a acostumbrarte, porque haré esto y mucho más. Apenas estés bien, tendremos muchas citas y veremos Spirit al menos diez veces seguidas en este lugar. Tendrás que soportarme.
Stolas se rio ante la seriedad con la que hablaba Blitz. Se moría de amor por él, ¿Cómo no caer ante él? ¿Cómo no amarlo y querer estar a su lado por siempre? Lo abrazó y lo colocó a su lado en la cama, mientras ambos entrelazaron sus piernas y se mantuvieron observando sus rostros por los segundos más mágicos y reveladores que pudieron haber experimentado ese día.
—Blitz. El día del circo fue el mejor día de mi vida. Jamás lo olvidaré —le sonrió nostálgico al recordar—. Fue gracias Via y a ti. Jamás olvidaré lo feliz que me hicieron. Y no importa cuánto tiempo viva, siempre recordaré ese día porque los tuve a mi lado. Éramos como una familia.
Blitz se le quedó mirando con un mal presentimiento. Mantuvo la cintura de Stolas entre sus manos y se aferró fuerte de él. Lo amaba, odiaba sentir que podría irse. O que podría lastimarse o peligrar. Sus pupilas temblaron al oírlo hablar con esa sonrisa tan calmada y feliz al recordar aquel día que fue mucho más bueno que malo.
—Incluso aunque lo nuestro sea muy inestable y no tengamos idea de lo que hacemos, quiero que pasen los años y seamos esa familia con la que Via soñó —expresó aquel deseo como si se lo estuviera pidiendo a las estrellas, con una sonrisa triste al saber que era un sueño ingenuo—. Es lo que más quiero.
—Va a cumplirse, puedo asegurartelo —lo animó Blitz sin dudarlo—. Se cumplirá. Siempre he ansiado esa clase de vida y esa clase de familia, tenemos la misma meta —se llenó de valor al confesarle eso. Tal vez también estaba pecando de ingenuo o de estúpido. Pero él siempre quiso esa clase de familia, ya que por desgracia, la suya jamás resultó como la esperaba.
—Quiero construir ese futuro a tu lado, Blitz —Stolas lo besó mientras sostenía las mejillas de Blitz entre sus frías manos, ambos sonrieron dentro del beso y se sintieron comprendidos el uno ante el otro—... Te amo.
Blitz creyó cada palabra, porque se había entregado a él desde hacía mucho tiempo. Escondió el rostro de Stolas contra su pecho y empezó a acariciar con la punta de sus dedos su espalda suave y pequeña. Stolas se sentía cansado, lo notaba en su débil tono de voz y en como su cuerpo se mantenía muy cómodo en esa posición. Tan unidos e inseparables.
—Puedes dormir tranquilo, voy a cuidarte —le prometió Blitz al apoyar su mentón sobre la cabeza de su pareja.
Stolas formó una mueca de angustia, no quería volver a caer rendido ante su agotamiento otra vez.
—No voy a volver a dormir nunca más.
—¿Qué tontería estás diciendo? —cuestionó Blitz bastante confundido—. Necesitas descansar.
—No quiero volver a hacerte daño —respondió el búho mientras se acurrucaba más fuerte contra él y cerraba sus ojos con fuerza. Todos esos malos pensamientos y la tortura emocional se presentaba muy fuerte en sus pesadillas. Y no se volvería a perdonar dañar a Blitz.
Podría asesinarlo entre sueños, eso lo aterraba más que a nada en la vida.
—No sucederá. Hoy no tendrás pesadillas —le dio una palmadita en la espalda y sonrió muy confiado ante su plan.
—¿Cómo puedes saberlo? —preguntó Stolas con una amargura evidente en su voz.
Los siguientes movimientos fueron salvajes y furtivos. Stolas no sé resistió a pesar de la sorpresa. Blitz desprendió la bata aterciopelada que envolvía el cuerpo de Stolas y lo desparramó sobre la cama, le abrió las piernas y lo mantuvo desnudo por debajo de él. Ese escenario se volvió tan caliente y erótico en tan poco tiempo que Stolas no pudo evitar jadear cuando Blitz deslizó la punta de su dedo índice por su muslo interno hasta llegar a su miembro y empezar a provocarlo.
—Estarás muy agotado para soñar —mientras seguía jugando con la resistencia de Stolas y lo hacía gemir, Blitz le sonreía con lujuria—. Voy a brindarte mucho placer, hoy solo se tratará de hacerte sentir bien.
Hundió su rostro entre sus piernas, le alzó las caderas con sus manos y empezó a lamer cada centímetro hiper sensible de sus puntos débiles. Stolas jadeó fuerte y desesperado, arqueó su espalda bruscamente y cubrió su rostro entre sus dedos. Empezó a gemir cada vez más agudo y fuerte, Blitz engullía, lamía y retorcía cada parte entre sus muslos. Introducía sus dedos en su entrada que no hacía más que dilatarse y no dejaba de meter y sacar dedos.
Stolas se sacudió entre espasmos y abrió sus ojos consternado al sentir la manera en como Blitz le chupaba el miembro mientras lo penetraba con sus dedos. La sensación lo hizo delirar de placer, gimió casi gritando fuerte, abrió sus piernas y alzó su pelvis hacia arriba en busca de sentir cada vez más y más.
—¿Blitz...? T-Tú nunca... —no pudo terminar la frase. Lo que quería decir era que Blitz jamás lo había lamido y chupado así. Nunca le había hecho sexo oral, nunca se preocupó por eso. Stolas se asustó ante la experta y deliciosa manera en la que le comía la verga y le mantenía las piernas abiertas y bien sujetadas. Podría desmayarse ante lo bien que se sentía aquella lengua caliente contra su pene mojado, el cual escurría pre semen a lo loco.
—Lo sé —dijo Blitz en un murmuro al separarse escasos segundos del sexo de su pareja—. Cuando se trataba de ti, nunca me ocupaba de hacerlo porque no me preocupaba. Pero sé bien cómo hacerlo —sonrió de una forma muy malciosa y chupó la punta de la verga de Stolas, haciéndolo gritar y desarmarse entre gemidos y de placer—. Déjalo en mis manos. Hoy arderás toda la noche, cariño.