Johnny siempre había pensado que su único talento era ser bueno en su trabajo, lo había dado por hecho desde siempre, sin embargo, descubrió que también era bueno dando consuelo a las personas que amaba.
Se enfocó en que Haechan y Taeil pudieran sentirse mejor y lo logró. Pudo convencerlos de disfrutar un par de días en Jeju, págandoles todo lo que pudieran necesitar durante su estancia, todo porque necesitaba estar solo.
Cada respiración le resultaba más dolorosa que la anterior.
Miró su computadora y después de terminar sus asuntos pendientes la apagó.
Cerrar las inversiones que tenía junto a Chenle para pasarlas a una cuenta y cambiar el nombre de beneficiario por el de Haechan fue extremadamente doloroso y agotador, sobre todo porque recordaba bien para qué estaba destinada cada una de ellas y la risita de Chenle cuando revisaban sus ganancias.
La cabeza lo estaba matando y los recuerdos de su niño pelinegro trabajando con él en su oficina no dejaban de aparecer. Comprando acciones, invirtiendo, reinvirtiendo, cambiando la institución donde se encontraban sus fondos. Buscando una nueva casa para mudarse los cuatro. Ayudándolo a programar. Haciendo diseños para los softwares. Chenle le había dejado un enorme silencio en la vida que nadie llenaría jamás.
– Hola brother. Taeyong te manda esto.
Jaehyun entró al espacio de su amigo, llevando una caja de tés consigo.
– Muchas gracias.
– No sabía que vendrías hoy. No tienes proyectos ¿O si?
– Tenía que venir a revisar unas cosas. Ya casi me voy.
Johnny fingió una sonrisa para él y se levantó para dejar el obsequio cerca de su cafetera.
– ¿Cómo está Jaemin?
– Él... Está bien... Más o menos. – se sinceró Jaehyun, rascando su frente. Su hijo estaba terrible. – Casi no nos habla. Ayer no salió de su recámara.
– Oh.
– Johnny, si hay algo más que podamos hacer por ustedes de verdad no duden en decirnos. Lo que sea.
– Te agradezco mucho lo que han estado haciendo. Mi Haechan va bien, creo. De verdad muchas gracias por estar para mi familia Jae, se los agradezco demasiado. Nunca podré pagárselos.
Jaehyun asintió con la cabeza y abrazó un momento a Johnny, dándole palmadas algo bruscas en la espalda.
– John, tengo que ir a recoger a Tae del trabajo ¿Te veo luego?
– Claro que sí. Corre.
John miró a su amigo marcharse y él se acercó a la pared donde tenía colgadas todas las medallas de Lele. Acarició con los dedos la primera, siendo más brusco de lo que una medalla elaborada para un niño de cuatro años y ya deteriorada por los años podría soportar. El listón se venció, haciendo rodar la presea por el suelo y a Johnny ponerse a llorar, dando por sentada su decisión. Ya no podía soportar ni un día más.
Levantó la medalla dorada y se giró, guardando en su saco las recetas de medicamentos que Haechan necesitaba cuando iba al psiquiatra. Se limpió la cara y se puso el portafolio, saliendo de ahí casi con prisa.
Otra de sus habilidades era persuadir y distraer a los demás y también agradarles y así logró obtener una cantidad impresionante de píldoras, yendo a distintas farmacias sin que en ninguna le pusieran sellos que indicaran que ya se le habían proporcionado.
Entró a su solitario hogar y lo observó con pesar. Taeil lo mantenía perfectamente ordenado, dando un gran contraste con Chenle que hacía un desorden y eso siempre ocasionaba pequeños regaños para su niño.
Subió las escaleras y entró primero a la habitación de Haechan. Miró con diversión los girasoles que Mark le regalaba siempre y los Sylvanians que conservaba en repisas.
Incluso la familia Bisonte se encontraba ahí, aún cuando Lele la había usado mucho de bebé y estaba toda llena de babita y mugre. Iba a fallarle mucho a su hijo, lo iba a dejar atrás, sabía que lo haría llorar mucho pero también era consciente de que Taeil siempre cuidaría bien de él sin importar nada.
La habitación de Chenle fue su siguiente parada. Estaba exactamente como el niño la dejó la última vez. Calcetines, una chamarra y unos tenis que ya no guardó en su mochila cuando decidió irse y que dejó tirados en el suelo. Su peluche de tiburón ballena entre sus cobijas y colgantes de medusas y tortugas marinas por todos lados, al igual que varias fotografías en las cuáles él salía también. Se sentó sobre la cama y abrazó aquel peluche que conocía bien, hundiendo la cabeza en él para captar algo de aroma de Lele aunque ya no había tal, pues Taeil y Haechan se lo habían terminado de tanto hacer lo mismo.
Caminó a su habitación y buscó la botella de vino que escondió en su clóset después de que Chenle bebió por su culpa también.
Se cambió de ropa, poniéndose una de las bufandas de Taeil para disfrutar su perfume y aferró las medicinas, una cobija y la botella en su camino al baño, dónde se encerró y se acomodó en la bañera. Abrió la botella y le dió un gran sorbo, haciendo una mueca de asco. No era muy fan de beber solo y ni siquiera le agradaba el alcohol realmente.
Abrió las pastillas y se tomó el primer frasco con el vino, acomodándose en la tina. Bebió un gran trago más antes de abrir un segundo frasco y meterse grandes puñados a la boca que se pasaba con el alcohol.
Sus labios se adormecieron primero y luego sintió frío y sueño, comenzando a dejar de ser consciente de sí mismo. La única preocupación que tenía es si a dónde sea que Dios lo enviara por quitarse la vida podría convencerlo de dejarlo cuidar de su hijo por toda la eternidad.
Alguien lo tomó de la sudadera y lo zarandeó toscamente hacia adelante.
Frunció el ceño al comenzar a percatarse de la voz desesperada de Taeil y entreabrió los ojos, intentando soltarse de su agarre aunque en realidad sus músculos ya no le respondían.
– ¡JOHNNY! CARAJO JOHNNY.
El pelinegro intentó hacer fuerza para que él castaño no pudiera moverlo. Apartó la mirada del rostro de Taeil, rezando para que pronto fuera demasiado tarde y su intento no fuera fallido.
– ¡JOHNNY! ¡NO JOHNNY!
Taeil le tomó la cara y sin pensarlo metió un par de dedos a su boca, provocándole arcadas al rozar su garganta. John le sostuvo la mano para intentar detenerlo pero en esos momentos el bajito lo superaba en fuerza.
Ni siquiera se percató de todo lo que vomitó hasta que pudo distinguir con claridad los sollozos de Taeil, que lo miraba lleno de dolor. Frunció el ceño, mirando con vergüenza el vómito por todos lados, sobre sí mismo y sobre Taeil y se sintió asqueroso.
– ¡JOHNNY NO! ¡POR QUÉ IBAS A HACERNOS ESTO!
Taeil le acarició el rostro con los pulgares, negando con la cabeza. Johnny odiaba con toda el alma verlo llorar.
– Debiste dejarme hacerlo Taeil. Lele me necesita.
El bajito negó con la cabeza, abrazándolo.
– ¡Nosotros te necesitamos! Johnny no puedes hacernos esto. No puedes. Haechan te necesita mucho y yo también. Te necesitamos...
Johnny suspiró, sintiéndose mareado y cerró los ojos.
– Ustedes dos se van a cuidar.
– No queremos estar sin ti. No podríamos soportar que te hagas esto.
Taeil le acarició la mejilla, pensando en lo mal que debía sentirse.
– Johnny tenemos que ir al hospital. Vamos a qué te revisen.
– Estoy bien.
– Vamos ahora mismo. Ven.
– No iré.
– Puedes quedar mal o algo así...
– No es necesario ir. Ya no me morí Taeil, lo arruinaste ¿Quién crees que eres para hacer esto? Era mi decisión no la tuya. Si quedo estúpido con más razón me voy a matar.
Taeil sollozó, dolido. Sabía que Johnny en verdad quería morir.
– Pues lo haré mil veces si es necesario. Vamos al hospital a qué te revisen.
– Estoy bien.
– Johnny.
Negó con la cabeza, abrazando a Taeil. Acarició sus cabellos ahora rizados debido a la falta de arreglo mientras lo escuchaba llorar con amargura y dolor sobre su cuello.
– No llores por favor, bonito.
– Iba a llorar mucho más sin ti ¿Cómo iba a hacerlo solo? ¿Mmmh? Te necesito. Tienes que vivir Johnny. Tienes que estar bien.
– Le prometí a Lele que iría con él...
– No es lo que él hubiera querido y lo sabes. Él no hubiera querido verte así. Él te amaba mucho. – Taeil lo miró a los ojos, mordiendo su labio inferior. Besó la frente del alto que arrugó la nariz al sentir su propio olor impregnarse en Taeil y luego suspiró al sentir como recorría su rostro con besos.
– No me beses Taeyomi. Huelo mal.
– No me importa. Te quiero.
Johnny se dejó abrazar, sintiéndose confortado ante el cálido abrazo que Taeil le daba y lloró como un niño muy cerca de su cuello. Taeil le acarició el cabello, dejándolo desahogarse y apretarlo con fuerza.
– Te amamos Johnny. Jamás vuelvas a hacer esto. Nunca. Nosotros dos vamos a cuidarte mucho. No tengas miedo.
– No puedo estar sin él, no puedo vivir así, no puedo...
Taeil mordió su labio inferior ¿Qué podía decir ante eso?
– ¿Por qué no se fueron? Pensé que ya estarían allá.
Johnny se apartó para poder mirar el bellísimo rostro ajeno, sintiéndose algo avergonzado porque aún tenía puesta la bufanda del bajito.
– Haechan y yo decidimos no ir porque no queríamos dejarte solo. Nos arrepentimos cuando íbamos a subir al avión y regresamos para acá.
– ¿Y dónde está él?
– Fue a ver a Renjun.
– Oh.
Johnny se acurrucó en él, con la mirada perdida. En verdad no quería seguir ahí y su arrepentimiento era no haberlo logrado. Taeil lo ayudó a quitarse la ropa y le dió un cálido baño el cual casi no sintió, pero al menos su moral si se elevó un poco.
– Vamos a llevarte a la cama.
Anunció el castaño, teniendo un terrible dolor de espalda por lo difícil que había sido bañar a alguien tan alto que no cooperaba. Lo dejó recargarse en él para poder recostarlo, secó su cuerpo y lo vistió.
– Taeil.
– ¿Si?
El bajito ya tenía un plato de sopa en el regazo, el cuál le estaba dando a pequeñas cucharadas. Johnny ni siquiera había notado cuando fue a prepararla, era extrañísimo estar bajo los efectos del medicamento todavía y no notar mucho de lo que ocurría.
– Ya casi terminas. Abre la boca.
Obedeció, comiéndose las últimas cucharadas. Taeil dejó el plato vacío en la mesita de noche y se acurrucó a su lado sin dejar de acariciar sus largos cabellos. Johnny lo rodeó con un brazo y se quedó dormido, olvidándose de lo que iba a decir.
Cuando despertó notó a Taeil durmiendo a su lado y unas piernas y brazos pertenecientes a Haechan rodeándolo como un koala a un árbol. Su hijo dormía con la boca muy abierta por lo cansado que estaba y él apoyó la cabeza sobre su hombro.
– Mi Haechan. Hueles igual que cuando eras bebé.
– ¿Mmmh?
– Duérmete. Shhh.
– Anticomplensivo. – susurró el adolescente que ya no podía dormir solo y siempre terminaba en la cama de alguno de sus papás. – Hoy me acordé de eso ¿Qué querías decirme esa vez?
Johnny se rió y negó con la cabeza ante los ojos entreabiertos de su hijo que lo observaban curiosos.
– No era nada.
– ¡Dime! No es justo.
– ¿Cómo te acuerdas de eso mi amor?
Haechan le besó la mejilla y le sonrió con ternura, haciéndolo sentir culpable por casi abandonarlo. Haechan no tenía la culpa de nada.
– Me acuerdo de todo. De veidá.
Johnny se rió y lo abrazó más fuerte, dándole besitos en el cabello.
– Te amo mi osito amor.
– Y yo a ti papá. Te amo mucho.
– Ya duerme otra vez bebé. Perdón por despertarte.
– Me duelen mis pies ¿Y si me das un masaje?
John negó con la cabeza, haciendo que Haechan se removiera y lloriqueara berrinchudo. Taeil frunció el ceño y les dió la espalda por el escándalo. Johnny se sentó con pereza y estiró la mano, recibiendo el pie izquierdo de su hijo, el cuál comenzó a acariciar suave y firmemente a la vez.
John se acomodó a su lado, aunque ninguno intentó dormir otra vez. Los dos se miraron a los ojos y su gesto cambió a uno de tristeza.
– ¿Papá?
– ¿Si Hae?
– Lele... Lo extraño mucho...
– Yo también lo extraño muchísimo.
Haechan y él lloraron en silencio hasta quedarse dormidos.
Este fue el último HF, I'm pipipi ❤️🩹 (si quiero llorar 😭)
Una osita familiar princessmar_ creó una playlist está en conversaciones en mi perfil y de todas formas la pongo aquí
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Adiós belles💋