Hyun Jin miró a su amigo Min Ho, quien estaba sentado en su escritorio, con la mirada perdida y el rostro pálido. Se le partía el corazón al verlo así, tan solo y tan triste. Decidió que hoy era el día de sacarlo de su oficina, de su rutina, de su dolor. Le propuso que fueran a almorzar juntos, a un lugar tranquilo y acogedor, donde pudieran hablar y distraerse. Min Ho se resistió al principio, diciendo que tenía mucho trabajo que hacer, pero Hyun Jin insistió, diciéndole que se merecía un descanso, que él se encargaría de todo.
Hyun Jin salió de la oficina de Min Ho y se dirigió a la suya, donde le esperaban sus empleados y secretarias. Les dijo que no los molestaran por el resto del día, que Min Ho se tomaría un descanso y que él lo acompañaría. Les pidió que se ocuparan de los asuntos pendientes y que no dejaran entrar a nadie. Luego, volvió a la oficina de Min Ho y lo tomó del brazo, llevándolo hacia el ascensor.
Las empleadas que habían escuchado la conversación de Hyun Jin se quedaron boquiabiertas. No podían creer que el Vicedirector, el hombre más codiciado de la empresa, se fuera con Hyun Jin, su amigo y socio. Comenzaron a chismear sobre ellos, a indagar sobre la vida privada de Min Ho, a especular sobre su relación. Aseguraron que Min Ho llevaba un anillo de compromiso siempre con él, pero que nunca habían visto a su esposa, y que eso era muy extraño. Algunos dijeron también que Min Ho protegía demasiado a Hyun Jin, y que tal vez eran amantes. Siguieron repartiendo chismes por todos lados, sin importarles el sufrimiento de Min Ho, ni el cariño de Hyun Jin.
—¿Crees que deberíamos desayunar y luego almorzar? ... —dijo el de coleta mirándolo de reojo, unos pocos minutos después de haber ingresado al ascensor—
Min Ho soltó una carcajada, una amarga, sin gracia.
—¿Por qué lo dices?
—No has desayunado en días.
—Tú que sabes, no vives conmigo —su tono fue duro, pero apagado, algo triste— No te preocupes por mí, Hyun Jin, estoy bien. —dijo, tratando de sonar tranquilo.
—¿Cómo puedes estar bien? —dijo brusco, enfadado de repente— No puedes ocultar las ojeras, Min Ho.
— No es por tu culpa, si muero será mi decisión.
Min Ho se miró al espejo, tratando de ocultar el dolor que sentía en su pecho. Lo único que le importaba era Hyun Jin, su mejor amigo desde la infancia, que estaba detrás de él, apoyado en las puertas de metal. Min Ho podía ver su reflejo en el cristal, su rostro preocupado y sus ojos llenos de angustia. Lee sabía que por su culpa estaba así, no debería pero no lo estaba, él quería ser su héroe, su salvador, su ángel. Pero sabía que Hyun Jin no se lo permitiría, así que le gustaba bromear al respecto.
Hyun Jin se acercó a él, tomó su brazo y lo apoyó en la pared.
- ¿No sabes que me preocupo por ti? ¿No sabes que te quiero? -preguntó Hyun Jin, mirándolo a los ojos.
Min Ho sintió un nudo en la garganta. Quería decirle que sí, que lo sabía, que él también lo quería. Quería decirle que lo amaba, que lo amaba más que a nadie en el mundo. Pero se mordió la lengua y se quedó callado. No quería volver a verlo preocupado ni angustiado por su culpa, así que solo se limitó a sonreír y a acariciar su cabello.
- Lo sé, Hyun Jin. Yo también te quiero. Eres mi mejor amigo. -dijo Min Ho, con una voz que ocultaba su verdadero sentimiento.
Ambos quedaron mirándose, estaban tan malditamente cerca que Lee quedó atrapado en la mirada tan profunda de su amigo, como un imán sus cuerpos estaban pegados, alzó su pierna y la flexionó recostando su pie en la pared.
— Min Ho... yo... —empezó a decir Hyun Jin, pero fue interrumpido por un ruido.
Las puertas de metal se abrieron de golpe, y unas figuras aparecieron en el umbral. Se trataba de los sujetos de mantenimiento, ambos no sabían qué hacían allí pero no les resultó extraño. En cambio, se sintieron realmente avergonzados, las personas que ingresaron al ascensor se sintieron tímidos y nerviosos por haber presenciado tal escena comprometedora entre ambos.
Al salir completamente del edificio, Hyun Jin llevó a Min Ho a un pequeño restaurante cerca de la playa, donde solían ir cuando eran estudiantes. Era un lugar tranquilo y acogedor, con una vista hermosa y una comida deliciosa. Hyun Jin esperaba que ese ambiente le hiciera bien a su amigo, que lo ayudara a relajarse y a olvidarse de sus problemas por un rato.
Min Ho se dejó guiar por Hyun Jin, sin decir mucho. Estaba agradecido por su gesto, pero también se sentía culpable. Culpable por hacerle perder el tiempo, por no ser capaz de superar su duelo, por hacerle preocupar siempre y siempre recibir su ayuda en todo.
Se sentaron en una mesa junto a la ventana, y pidieron lo de siempre. Hyun Jin trató de iniciar una conversación, preguntándole a Min Ho cómo estaba, qué planes tenía, cómo iba su trabajo. Min Ho le respondió con monosílabos, evitando su mirada, fingiendo estar bien. Hyun Jin se dio cuenta de que su amigo no quería hablar, y decidió cambiar de tema. Le contó algunas anécdotas divertidas de la oficina, le hizo algunos cumplidos, le dijo algunas bromas. Min Ho le sonrió débilmente, agradeciéndole en silencio por su esfuerzo.
Terminaron de comer, y Hyun Jin le propuso a Min Ho que dieran un paseo por la playa. Min Ho aceptó, pensando que tal vez el aire fresco le haría bien. Se levantaron de la mesa, y salieron del restaurante. Caminaron por la arena, sintiendo el sol en sus rostros, y el viento en sus cabellos. Hyun Jin tomó la mano de Min Ho, y la apretó con cariño. Min Ho se dejó hacer, pero no correspondió al gesto. Hyun Jin se acercó a su oído, y le susurró:
- Min Ho, te dije que no te volvieras a poner esos pantalones, no me gusta que nadie te mire con otras intensiones.
Min Ho se quedó helado al escuchar las palabras de Hyun Jin. No sabía qué decir, ni qué hacer. Sentía un torbellino de emociones en su interior. Sorpresa, confusión, culpa, dolor, emoción. Y también, una pizca de esperanza, de ilusión, de ternura. Miró a Hyun Jin, y vio en sus ojos el amor más puro y sincero que jamás había visto. Un amor que llevaba años esperando por él, un amor que nunca le había fallado, un amor que lo aceptaba tal como era. Un amor que tal vez, solo tal vez, podría curar su corazón.
- Hyun Jin... - balbuceó Min Ho, sin saber cómo continuar.
- ¿Qué? - preguntó Hyun Jin, con el corazón en un puño y su mirada brillante.
- Hyun Jin, yo... yo... ¡¡A que no me atrapas!! —gritó mientras corría en dirección al océano siendo perseguido por Hyun Jin.

El sol brillaba sobre el mar, reflejando los destellos de alegría en los ojos de Min Ho y Hyun jin. Se habían escapado de la rutina y el estrés de la ciudad para disfrutar de un día de playa, sin pensar en nada más que en el momento presente. Corrieron hacia el agua, riendo y gritando como niños, sin importarles que sus ropas se mojaran y se pegaran a sus cuerpos. Se abrazaron, se empujaron y se sumergieron en las olas, sintiendo el frescor y la libertad del océano. Min Ho se olvidó por un instante de su tortuoso dolor y sólo se sintió feliz y pleno al lado de Hyun jin, su mejor amigo que lo había apoyado y consolado en los momentos más difíciles. Hyun jin también se olvidó de sus problemas, de su matrimonio que iba en decadencia y de su trabajo aburrido y exhaustivo. Se dejó llevar por el cariño que sentía por Min Ho, su único escape y refugio. El mundo se había detenido para ambos, y solo existían ellos dos y el desierto azul llamado océano.
El Sol se despedía del cielo, tiñéndolo de naranja y rosa. El océano refleja a los colores, creando un espectáculo de luz y sombra.
Ambos caminaban por la playa, sintiendo la arena haciéndoles cosquillas en sus pies y la fresca brisa abrazar sus cuerpos. Estaban mojados y sentían escalofríos. Hyun Jin caminaba abrazándose a sí mismo y luego le alcanzó Min Ho que venía corriendo detrás suyo.
Hwang paró en seco, él le dio vuelta y con cariño se acercó a él y le desprendió los botones de su camisa mojada. Él sólo lo miró y le preguntó si alguna vez le dijo cuán hermoso era.
—No, nunca me lo dijiste. —respondió Min Ho con una sonrisa.
—Debería habértelo dicho. Eres muy hermoso, Min Ho. —dijo con sinceridad.
Min Ho solo sonrió y continuó sacándole la camisa para después envolverle con la manta. Ambos siguieron caminando, uno al lado del otro, sintiéndose en paz y libres. Lee, calmado y como si fuera totalmente normal entre ellos, entrelazó sus dedos de sus manos para seguir caminando sin rumbo. Hyun Jin sintió un calor en su interior, indescifrable pero no dijo nada y disfrutó del momento.
—Jamás me apiadaré de quien quiera lastimarte, Hyun Jin-ah.
El corazón de Hyun Jin se aceleró, golpeando con fuerza; lo observó fijamente unos instantes, y sin decir nada se aproximó hasta unir sus pechos y lo abrazó rodeando su cuello con sus largos brazos. Solo quería disfrutar del momento, de su presencia, de la maravillosa sensación que le provocaba.
Min Ho, por el contrario, se sentía triste y desolado. Sabía que Hyun Jin se dejaba llevar por la situación, por la alegría que estaban compartiendo, que todo se acabaría pronto y cada uno seguiría su propio camino.
Lo estrechó con fuerza por la cintura y apoyó su barbilla en su hombro, reprimiendo las evidentes ganas de llorar al sentir las caricias de Hyun Jin en su pelo.
Se separaron un poco, pero seguían abrazados. Min Ho tomó un mechón de su cabello, mirándolo como si fuera lo más interesante y bello del mundo.
—Eres tan hermoso que parece que no eres real.
Min Ho soltó su cabello y lo miró a los ojos, en estado de shock pero sin mostrarlo, en su interior sentía un torbellino de emociones; llevó su mano a la nuca ajena y acercó su cara a la suya, Hyun Jin sonrió al cielo con dulzura, le encantaba la forma tan posesiva de actuar de su amigo. Y Min Ho aprovechó y selló sus labios en el cuello contrario, con delicadeza, con afecto.
Y luego se alejó con una pequeña sonrisa, la cual desapareció al ver la expresión de Hyun Jin, una combinación de sorpresa, timidez, rubor en sus mejillas y entonces besó también el lunar que tiene debajo de su ojo izquierdo.
—Muchos otros podrán besarte aquí, en este lunar, en mi lunar preferido, pero ninguno lo hará de la misma manera que yo lo hago. Porque es mío, y nadie supera al dueño.
Hyun Jin asintió, sin darse cuenta. Como si fuera un cachorro al que le mandara su amo.
—¿Por qué dejas de besarme entonces?
Min Ho sonrió con arrogancia.
—Tienes novio, que te bese él. Mis besos son muy valiosos.
Hyun Jin se asombró; tocó sus bolsillos frenéticamente como si buscara algo, lo que desconcertó a Min Ho.
—¿Qué haces?
—Estoy buscando mi celular, te voy a transferir toda mi riqueza a cambio de tus besos.
—No te bastará, soy el gran Lee Min Ho.
—Entonces dime con qué más pago. ¿Aceptas mi cuerpo como forma de pago?
Min Ho se ruborizó y miró hacia el agua para disimularlo, dando por terminada la conversación. De repente, su cara es girada bruscamente y ve el rápido movimiento de Hyun Jin hacia él, tomándolo de la cintura y besando la comisura de sus labios.
—Eres mi mejor amigo, se me olvidó que puedo hacer eso. —susurra Hyun Jin con una sonrisa.
—Hyun Jin-ah. —le reprochó.
—Lo que pasa en la playa se queda en la playa.
Hyun Jin sonrió con ironía, pasando a su lado para continuar caminando, pero Min Ho agarró su brazo y lo detuvo.
—Sí es así, acepto tu cuerpo como forma de pago, entrégamelo y te haré el amor tantas veces como resistas.
Hyun Jin se quedó helado, abrió sus ojos de par en par y su cuerpo tembló. Su momento fue interrumpido por un balón de vóleibol que golpeó los pies de Hyun Jin sacándolo de sus pensamientos, éste lo recoge del suelo y se encamina para devolverlo.
El tiempo pasa rápido cuando se está feliz, y pronto sintieron la sed y el hambre. Tomados de la mano se dirigieron a una taberna al aire libre que estaba cerca de la playa. Dejaron sus maletines en una mesa y pidieron dos refrescos y algo de comer. Mientras esperaban, se secaron con unas toallas que les prestaron y se cambiaron de ropa en el baño. Se pusieron algo más cómodo y seco, pero sin perder el encanto y la elegancia que los caracterizaba. Volvieron a la mesa y se sentaron frente a frente, mirándose con ternura y complicidad. Revisaron sus maletines y comprobaron que todo estaba en orden, como lo habían dejado. Sus documentos, sus computadoras, sus celulares, todo estaba ahí. Hyun jin tomó su celular y lo encendió, esperando ver alguna noticia o mensaje interesante. Pero lo que vio lo dejó helado y le borró la sonrisa de la cara. Había varios mensajes de su esposa, cada uno más urgente y enfadado que el anterior. Le decía que fuera de inmediato a la casa, porque su hijo estaba enfermo y ella debía trabajar.
Le reprochaba que no contestara sus llamadas, que no se preocupara por su familia, que fuera un irresponsable y un egoísta. Le amenazaba con divorciarse si no volvía pronto. Hyun jin sintió un nudo en la garganta y un vacío en el pecho. Miró a Min Ho, que lo observaba con preocupación y curiosidad, y no supo qué decir. ¿Cómo romper el hechizo que los había envuelto y volver a la realidad? Hyun jin no encontró las palabras, solo bajó la cabeza y soltó un suspiro. Min Ho se dio cuenta de que algo andaba mal, y le preguntó con voz suave:
- ¿Qué pasa, Hyun jin? ¿Quién te ha escrito?
Hyun jin levantó la vista y lo miró a los ojos, buscando una respuesta, una solución, una esperanza. Pero solo encontró amor, un amor que lo hacía feliz y lo hacía sufrir, que lo llenaba y lo vaciaba, que lo liberaba y lo ataba. Un amor que no podía negar ni ocultar, pero tampoco vivir ni compartir. Un amor que lo había llevado al cielo y que ahora lo arrastraba al infierno. Hyun jin abrió la boca y dijo, con voz temblorosa:
- Mi esposa...
Hyun Jin amaba a Min Ho, no tenía otro amigo más que a él, el dueño de los gatos había estado con él desde la infancia, no podía abandonarlo en un día como ese, por fin le había sacado risas y había hecho que se olvidara de su pesar, pero él tenía un deber, una familia.
Su pequeño gran amor, Jeong In, estaba enfermo y él no lo pensó dos veces, se levantó abruptamente y vio la triste y fugaz mirada de Min Ho.
—No te preocupes por mí, Hyun Jin, por favor ve y ocúpate de Jeong In. Cuídalo bien...
Hyun Jin sintió un nudo en su estómago, ¿Por qué Min Ho tenía que ser jodidamente comprensivo? No lo entendía. Años anteriores solía tener muchos problemas en la secundaria por ser tan bueno, tan bueno que los bribones se aprovechaban de él y lo golpeaban. Sin embargo, Min Ho no les hacía caso y pensaba que tal vez tenían problemas por eso lo hacían.
Hyun Jin le dio un fugaz beso en su mejilla y se largó de la playa; condujo lo más rápido posible, gritando a los demás coches que se apuraran por el horrible tráfico de la tarde.
Llegó a su casa y entró con la llave, quedó sorprendido por el desorden que había. Varios folletos de universidades estaban tirados por el piso, como si alguien los hubiera arrojado con rabia. La comida estaba servida en la isla de la cocina, pero nadie la había tocado. HyunJin se preguntó qué había pasado. ¿Habría tenido una discusión Jeongin con su madre? ¿Sobre qué? HyunJin recordó que Jeongin no quería ir a la universidad, sino dedicarse al arte, igual que su padre. Su padre había sido un pintor famoso, que había muerto hace unos años. Su madre, en cambio, era una doctora que quería que Jeongin tuviera una carrera seria y segura. HyunJin sabía que eso era una fuente de conflicto entre ellos, y que a veces se decían cosas muy duras.
Subió las escaleras y abrió la puerta de su habitación. Allí estaba Jeong In, acostado en la cama, con una manta y una bolsa de agua caliente. Tenía el rostro pálido y sudoroso, y los ojos cerrados. HyunJin se acercó a él y le tocó la frente. Estaba ardiendo. HyunJin se preocupó y se sintió culpable. ¿Cómo había podido dejarlo solo así? Le habló con voz suave y le dijo que había llegado, que todo iba a estar bien. Jeong In abrió los ojos y lo miró con una débil sonrisa. Le dijo que lo sentía, que no quería molestarlo. HyunJin le dijo que no dijera tonterías, que él era lo más importante para él. Le dio un beso en la frente y lo ayudó a levantarse. Lo llevó al baño y le preparó una ducha tibia. Lo ayudó a bañarse, lavándole el cabello y el cuerpo con cuidado. Lo secó con una toalla y le puso un pijama limpio. Lo llevó de nuevo a la cama y le dio un vaso de agua y una pastilla. Le dijo que se la tomara, que le ayudaría a bajar la fiebre.
HyunJin se levantó y salió de la habitación. Fue a la cocina y recogió los folletos de universidades. Los miró y se dio cuenta de que eran la causa de la discusión entre Jeongin y su madre. HyunJin no comprendía la crueldad de su madre al tratar así a su hijo. ¿Cómo podía dejarlo así e irse al trabajo? Estaba tan decepcionado de la joven que conoció años atrás. Ella había sido una chica dulce y simpática, que se había enamorado del señor Yang y que había tenido a Jeongin. Pero después de la muerte de su esposo, se había vuelto fría y amargada, y había perdido el contacto con su hijo. HyunJin se preguntó si alguna vez volvería a ser la misma, y si alguna vez se reconciliaría con Jeongin.
Dejó los folletos en un cajón y cogió un plato con comida. Lo calentó en el microondas y lo llevó a la habitación de Jeongin. Lo encontró despierto, mirando la pintura que tenía entre sus brazos. Era una de las últimas obras de su padre, un retrato de Jeongin cuando era pequeño. HyunJin se acercó y le sonrió.
—Ten, te hará bien..
Jeong In sonrió débilmente y comió la sopa con agradecimiento.
—¿Quieres... ver una película? —propuso.
Jeong In asintió contento y HyunJin encendió el televisor y puso una de princesas, el género favorito de Jeong In. Se acostó a su lado y lo abrazó por la cintura. Jeong In se acurrucó contra su pecho y le dijo que lo amaba. HyunJin le dijo que él también lo amaba, más que a nada en el mundo. Se besaron con ternura y se quedaron mirando la película, sin prestarle mucha atención. Lo único que les importaba era estar juntos, sentirse seguros y felices. Fue un momento dulce, lleno de amor y ternura.
—¿Por qué tiene el cabello mojado?
Preguntó después de un rato, rompiendo el silencio cuando la película había terminado.
Hyun Jin sintió la culpa instalarse en su pecho, no quería mentirle pero no sabía cómo reaccionaría Jeong In al decirle que había estado con Min Ho. Claramente no tenía por qué pensar mal el otro e incluso él mismo, eran amigos, que se amaban como hermanos ¿No es así?
—Me duché en la oficina.
Su pecho dolió, si no había hecho nada malo... ¿Entonces por qué se sentía culpable? ¿Por qué mentía?
— Oh... No sabía que podías hacer eso.
Hyun Jin sonrió con ternura.
—Soy el jefe allí -recordó, y entre risas dijo— E incluso Min Ho tiene una piscina en la suya.
El menor se sorprendió, por ambas cosas, por tener una piscina en su oficina y por haberlo nombrado de repente. Decidió pasarlo por alto y sonreírle mientras asentía.
—¿Te sientes mejor? —preguntó Hyun, acariciando su mejilla.
— Uhm si —se acercó más a él, en busca de su calor— ¿Tú cómo te sientes?
—Estoy bien, Innie, ¿mañana tienes clases, verdad?
Jeong In hizo un puchero reflejando su descontento.
—Sí, de hecho, mañana estaré muy ocupado, no tendré tiempo ni siquiera de dormir.
Hyun Jin pensó un poco recordando que Ye Jin le había comentado acerca de conseguir tutores para reforzar el estudio de Jeong In, ya que la fecha de rendir el examen final para determinar su rendimiento académico y poder ingresar a una buena universidad falta muy poco, poco más de un mes. No sabe cómo ayudarlo, su pequeño apenas tiene tiempo para respirar, tiene a profesores respirándole en la nuca día y noche... y todo por la culpa de Ye Jin, quien quiere que su hijo ingrese a una universidad prestigiosa y se convierta en un exitoso doctor al igual que ella. Quiere que siga sus pasos para tener un buen estatus social y no sufrir en el futuro, no fracasar y que todo su esfuerzo sea en vano.
Min Ho se aferraba a la cerveza como si fuera su única compañía en el mundo. Había pasado horas en la taberna, tratando de olvidar el dolor que le había causado HyunJin al abandonarlo en un día tan especial para él. La noche caía y el viento soplaba con fuerza. Min Ho temblaba de frío y de rabia. No tenía nada, ni siquiera un lugar donde dormir y tampoco ganas de ir en busca de un hotel. Estaba varado en la playa, viendo el mar furioso que reflejaba su estado de ánimo. Se bebió la cerveza de un trago, esperando que el alcohol le aliviara el dolor, pero solo le provocó más sed, más vacío, más angustia.
La noche llegó y el frío se hizo más intenso. Min Ho se abrazó a sí mismo, tratando de conservar el calor, pero no sirvió de nada. Se sintió morir, lentamente, sin esperanza, sin sentido. De pronto, notó algo suave sobre sus hombros. Era una manta de lana. Alguien se la había puesto. Levantó la vista y vio a un chico que le sonreía. Era rubio, de ojos grandes y expresivos, como los de una ardilla. Llevaba una camisa azul de seda y una mochila llena de botellas y latas vacías en su espalda. Min Ho no dijo nada, lo ignoró y volvió a mirar el mar. El chico se sentó a su lado y pidió dos vasos de agua en la taberna. Le dio uno a Min Ho y se quedó con el otro. Le quitó la lata de cerveza y la guardó en su mochila. Min Ho no dijo nada, no le importaba. El chico, al ver que él no quería hablar, solo se marchó minutos después.
Min Ho escuchó a los camareros hablar sobre "el chico ardilla" cómo lo habían apodado por su gran parecido. Decían que era un obsesionado con el cuidado del medio ambiente y la protección del planeta. Un activista ambiental. Que recorría las playas recogiendo la basura que dejaban los turistas. Que hacía campañas para concientizar a la gente sobre el cambio climático y la contaminación. Que era un idealista, un soñador, un loco. Min Ho sonrió con ironía. Odiaba a esas personas tan ingenuas que pensaban que podían cambiar el cruel mundo recogiendo latas y plástico. Él era un magnate del petróleo y si el chico lo sabía, probablemente ya le hubiera escupido en la cara.
Al día siguiente, Min Ho se despertó con una resaca terrible. Se levantó de la arena, donde había pasado la noche, y se dirigió a la taberna. Quería tomar un café y algo de comer, y luego buscar la forma de volver a su casa. No le importaba nada más.
Entró en el local y se sentó en una mesa. Pidió un café y un sándwich al camarero, que lo miró con sorpresa y confusión, lo conocía desde que era adolescente, a él y a Hyun Jin, cada verano pasaban en esa playa. Min Ho se dio cuenta de que tenía la ropa sucia y la cara manchada de arena. Se sintió avergonzado, pero no dijo nada. Miró a su alrededor y vio que la taberna estaba casi vacía. Solo había unos pocos clientes, que charlaban entre ellos o leían el periódico. De repente, reconoció a una de las personas que estaban en el mostrador. Era el chico rubio que le había puesto la manta la noche anterior. El activista ambiental.
Min Ho sintió una punzada de curiosidad. ¿Qué hacía él allí? ¿Qué quería? ¿Por qué le había ayudado? Se fijó en él y notó que era muy bonito. Tenía el cabello suave y lacio. Sus ojos eran de un tono avellanas intenso, que contrastaba con su piel bronceada. Su boca era pequeña y rosada, y se curvaba en una sonrisa dulce. Llevaba una camisa blanca con flores rojas, que le quedaba muy bien. Tenía un aspecto fresco y natural, como si acabara de salir de un cuento de hadas.
Min Ho se sorprendió de sentirse atraído por él. Se preguntó cómo se llamaría, qué edad tendría, qué haría con su vida. Se preguntó si él lo habría reconocido, si sabría quién era él, si le guardaría rencor por su trabajo. Se preguntó si tendría novia, o esposa, o hijos. Se preguntó si le gustaría hablar con él, o si lo ignoraría, o si lo insultaría. Después de todo, todos allí sabían quién era él, frecuentó mucho el lugar con Hyun Jin en su juventud.
Mientras Min Ho pensaba en estas cosas, el chico se dio la vuelta y lo miró. Sus miradas se cruzaron y se sostuvieron por unos segundos. Min Ho sintió un escalofrío. El chico le sonrió y le hizo un gesto con la mano, invitándolo a acercarse. Min Ho no supo qué hacer. ¿Debía ir o quedarse? ¿Debía hablar o callar? ¿Debía sonreír o fruncir el ceño?
Min Ho tomó una decisión. Min Ho se levantó de la mesa y caminó hacia el mostrador. Se sentó al lado del chico y le devolvió la sonrisa. Le dijo:
- Hola, soy Min... —paró de repente, con sorpresa, pensándolo mejor— Soy Min Hyuk. ¿Y tú?
- ¡Hola!, soy Ji Sung, Han Ji Sung. Encantado de conocerte, Min Hyuk. -le dijo él con una carismática sonrisa.
- Gracias por la manta. Fue muy amable de tu parte. -le dijo él.
- No hay de qué. Me alegra que te haya servido.
- ¿Qué haces aquí? ¿Eres de la zona? -le preguntó Min Ho.
- No, estoy de paso. Vine a hacer una campaña de limpieza de la playa. Soy activista ambiental. -con orgullo se lo dijo y Min Ho sonrió forzado.
- Ah, ya veo. -dijo él, tratando de ocultar su incomodidad.
- ¿Y tú? ¿Qué haces aquí? ¿Estás de vacaciones? -le preguntó.
- No, yo... yo... -titubeó él, sin saber qué decir.
- ¿Qué pasa? ¿Te pasa algo? -le preguntó él, preocupado.
- No, no, es solo que... -empezó a decir él, pero se interrumpió al ver el periódico que había sobre el mostrador.
En la portada, había una foto de él con Hyun Jin, con un titular que decía: "Magnates del petróleo, responsable de la mayor catástrofe ecológica de la historia". Debajo, había un artículo que explicaba cómo una de sus plataformas petroleras había explotado, causando un derrame de millones de litros de crudo en el océano, que amenazaba con destruir la vida marina y las costas de varios países.
Min Ho se quedó sin habla. No sabía qué hacer. No sabía qué decir. No sabía cómo reaccionaría Ji Sung. No sabía si lo odiaría, o si lo perdonaría, o si lo entendería...