°Mamá y papá.°
•E.R.R.L•
Evangeline había descubierto con el tiempo que muchas veces volver a la mansión Lestrenge no sería agradable, como esa vez.
Eduard estaba en el piso retorciéndose de dolor. Y como siempre, Rodolpus era el responsable. Por un momento ella había pensado que su primo se rompería, que dejaría de aceptar los castigos de su padre, que tenían como excusa hacerlo más fuerte.
Pero no, Eduard parecía amarlos demasiado como para aceptar eso y Eva también entendía. Se acercó a Rodolpus y lo alejo de un empujo de su hijo haciendo que el hechizo terminase.
—¡Déjalo en paz!, ¡vas a volverlo loco!
Antes de poder arrodillarse frente a Eduard, un fuerte tirón en el cabello la hizo retroceder. El ardor se esparció por todo su cráneo y ni siquiera pudo meter las manos cuando Rodolpus la aventó a las escaleras principales.
Se golpeó en el pómulo con la barandilla de madera y cayó al suelo. Le había dolido tanto y definitivamente la dejo desorientada.
—¡¿Quién crees que eres?!
Grito su tío tomándola de nuevo del cabello haciéndola quejarse. Tenía los ojos llorosos por el golpe.
—Crees que por qué le abres las piernas al próximo señor tenebroso te da alguna seguridad. Mira a Narcissa.
Evangeline se tragó las groserías, no podía hablar de Narcissa, a la pobre mujer le habían quitado la opción de elegir y no era su caso.
A Narcissa la habían maltratado y hecho menos. Todo por qué ese hombre quería un heredero. No tenía derecho a opinar de ella, la rubia había sufrido.
—Jodida puta.
La dejo caer al suelo, pero esta vez Eva sí puedo amortiguar el golpe, aunque sintió un ligero sabor metálico en su boca, tal vez se había mordido cuándo se golpeó contra la madera del barandal.
—¿Vas a decirle?—preguntó el mayor dándole un puntapié en las piernas—vamos, ve y dile a tu amante, ¡que nos mate a todos!, ¡¿eso quieres?!
—No—susurro en respuesta llevando sus manos a su cuero cabelludo adolorido.
Cuando él se acercó con brusquedad, su primer instinto fue cubrirse el rostro esperando el golpe que no llegó.
—Si tú le dices algo—susurro para después apuntar a Eduard —lo mataré, le cortaré la garganta y haré que te ahogues con su sangre, ¿entiendes?
Asintió, sería tan fácil, tan fácil decirle a Hades y lo mataría lenta y dolorosamente. Ni siquiera lo vería venir, pero Eduard era vulnerable y si su padre le decía que se arrodillara para matarlo, él lo haría.
—Rodolpus, por Salazar.
Evangeline sintió unos brazos fuertes levantarla. Su tío Rabastan la pego a él con cuidado.
—Evan se va y pierdes la cabeza.
Ni siquiera noto que temblaba hasta que su tío le puso las manos en los hombros para detenerla. Evangeline se quejó cuando pasó su dedo en donde se había golpeado.
Su padre ya no estaba otra vez, ni siquiera se había despedido de ella, eso volvió a un peor el dolor de los golpes. Rabastan negó y la dejó para acercarse a Eduard.
—Vamos, levántate niño.
El menor lo hizo con dificultad y Rabastan lo ayudo poniendo su brazo sobre sus hombros para que se apoyara. Evangeline se acercó rápidamente e hizo lo mismo del otro lado.
Lo ayudaron a subir las escaleras y lo dejaron en la cama de su habitación. Rápidamente, Evangeline fue al baño y tomo una toalla de mano.
La mojo con agua fría y la exprimió para llevarla después a la frente de su primo, quien suspiro aliviado ante el frío. Los crucio siempre hacían tu cuerpo arder.
—Deberías defenderte—susurro Eva—eso es lo que él quiere.
—No—susurro Eduard—está bien.
Pero estaba lejos de estar bien, ella podía soportarlo, no le importaba, pero que se lo hicieran a Eduard era pasar un límite. Aún no podía entender por qué no se defendía, se había criado con los Malfoy después de todo.
Eduard tomó su mano con una pequeña sonrisa.
—En momentos así extraño a Lucius—murmuró —él nunca nos torturó a Draco o a mí.
Ella no podía entender eso, en su opinión Lucius era un gusano desagradable, pero para Eduard en una retorcida manera fue un padre.
—Gracias por defenderme—dijo apretando su mano—por ser mi hermana, al menos te tengo a ti.
—Nos tenemos el uno al otro.
Razono Eva. Era verdad, eran los únicos que sabían lo que en realidad pasaba en esa casa y se lo guardaban de buena manera. La menor volteó a ver a su tío que observaba todo en silencio, a su lado llego Bellatrix.
—Todos esos gritos no me dejan dormir.
Eva se enojó, ella debía defender a Eduard de esos abusos, era su madre, debía tener algo de amor por él en ese frío y podrido corazón.
—¿Por qué no paras a tu esposo cuando hace estas cosas?—preguntó—eres su madre.
Bellatrix le dio una mirada que Evangeline no entendió, pero no le contesto aventándole una compresa de hielo.
—De nada, niña.
Evangeline llevo la compresa a su pómulo, tendría que arreglarlo con un hechizo para que mañana en el tren nadie lo notara. Bellatrix se fue.
—Maldita—susurro Evangeline.
—Es mi mamá —dijo Eduard.
—Eso no le quita lo maldita—opino Rabastan por primera vez—¿están listos para Hogwarts?
Ambos adolescentes agradecieron en silencio el cambio de tema, en especial Eduard, que estaba seguro de que si seguirán hablando de su Madre Evangeline volvería a darle un buen jalón de cabello.
—No quiero ver a Adam—susurro Eduard —él sabría que me han marcado.
—Ya te enseñé el hechizo para ocultarlo—dijo Eva con algo de molestia al escuchar el nombre del rubio—miéntele, además algo me dice que te llevarías bien con Mason.
—Sí, pero tu novio me da miedo.
La menor sintió sus mejillas sonrojarse. Hades aún no era su novio, no se lo había pedido formalmente.
—Oh—soltó Rabastan con burla —¿Te vas a sonrojar cada vez que lo veas?
—Púdrete—gruño Eva lanzándose la compresa de hielo que él atrapó en el aire—y claro que no.
—Sería vergonzoso—opino su tío.
Eva se molestó al ver que ya no le podía lanzar nada, en cambio, el mayor le dio una caja de regalo, más bien, le aventó la pequeña caja.
—Te lo dejo Evan.
Bueno, al menos no se había olvidado de ella al cien por ciento. Quito la tapa de la caja y lo primero que saco fue un pequeño origami en forma de mariposa, Rabastan resoplo.
—Siempre hacía de esas cosas en la escuela—murmuró—a Arabela le encantaban.
Eva sonrió un poco, le parecía algo bonito. Después saco un collar de plata, un guardapelo, delicado y ovalado, con un rubí en el centro. Lo abrió queriendo saber qué había adentro y la garganta se le secó.
Sus manos temblaron sin poder evitarlo y quiso ponerse a llorar.
Era una foto de Cedric.
Él sabía, no entendía como, pero sabía y le había dado algo para que siempre lo tuviera cerca, quiso que su padre estuviera ahí para abrazarlo.
—¿Qué es?—preguntó Eduard.
Eva cerró el guardapelo y mintió.
—Una foto de mamá y papá.
Si Rodolpus no tiene Haters seguro me morí 🤷♀️.
Si Hades se entera lo va a quemar vivo. Y nosotros lo apoyaríamos claro.
Evan sabe, siempre supo que Eva quería a Cedric y sus raras conversaciones se lo confirmaron. Creo que es más de demostrar su amor con acciones que palabras.
Una relación de hermanos infravalorada, la de Eduard y Evangeline.
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Se despide Brenda Moreno 💮