𝐸𝑙 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑎...

By Girasol_en_verano

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Si sales cuando hay luna llena, el lobo te comerá. Cuando la luna llena sale, el hombre lobo sale a cazar. Te... More

𝐿𝑜𝑏𝑜 𝑙𝑜𝑏𝑖𝑡𝑜.
𝑀𝑖 𝑎𝑙𝑑𝑒𝑎.
𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟 𝑒𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜.
𝑈𝑛 𝑙𝑜𝑏𝑜 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑠𝑒 𝑙𝑙𝑒𝑛𝑎.
¿𝑄𝑢𝑒́ 𝑝𝑜𝑑𝑟𝑖́𝑎 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑟?
𝑈𝑛 𝑣𝑎𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑒𝑐ℎ𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑖𝑒𝑙.
𝑆𝑢𝑒𝑛̃𝑜.
☪ 𝐸𝑠𝑝𝑒𝑐𝑖𝑎𝑙. ☪
𝐹𝑢𝑛𝑒𝑟𝑎𝑙.
𝑈𝑛 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑜 𝑑𝑒 𝑏𝑖𝑏𝑙𝑖𝑜𝑡𝑒𝑐𝑎.
𝐶𝑎𝑐𝑒𝑟𝑖𝑎.
𝑆𝑖𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜.
𝐷𝑒𝑠𝑐𝑎𝑛𝑠𝑎.
𝐷𝑜𝑠 𝑡𝑎𝑧𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑐𝑎𝑓𝑒̄.
𝐹𝑖𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑎 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑙𝑜𝑏𝑜.
¿𝑄𝑢𝑖𝑒́𝑛 𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑡𝑢́?
𝑀𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑙𝑎𝑧𝑎𝑑𝑎𝑠.
𝑃𝑎́𝑗𝑎𝑟𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛𝑎.
𝑆𝑢 𝑙𝑖𝑛𝑑𝑜 𝑐𝑎𝑏𝑒𝑙𝑙𝑜 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑎.
𝐸𝑠𝑐𝑜𝑛𝑑𝑖𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝑃𝑟𝑖𝑚𝑎𝑣𝑒𝑟𝑎.
𝐴𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑢𝑛 𝑏𝑒𝑠𝑜.
𝐿𝑙𝑢𝑣𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑜𝑟𝑜.
𝐶𝑜𝑛𝑠𝑡𝑒𝑙𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠.
𝑁𝑖𝑒𝑣𝑒 𝑐𝑟𝑢𝑗𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒.
𝑀𝑎𝑟𝑖𝑝𝑜𝑠𝑎 𝑣𝑖𝑜𝑙𝑒𝑡𝑎.
𝐶𝑢𝑎𝑑𝑟𝑜𝑠 𝑦 𝑝𝑖𝑛𝑡𝑢𝑟𝑎𝑠.
𝑃𝑙𝑎𝑡𝑖𝑐𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑑𝑖̄𝑎 𝑠𝑖𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒.
𝐿𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑑𝑟𝑒 𝑐𝑎𝑒𝑛 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑒𝑙 ℎ𝑖𝑗𝑜.
𝐶𝑢𝑎𝑑𝑟𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑛𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖𝑠𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜.
𝐻𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝑡𝑖𝑛𝑡𝑎.
𝐿𝑎 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎.

𝑉𝑜𝑑𝑘𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑡𝑜𝑞𝑢𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑚𝑖𝑒𝑙 𝑦 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑎.

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By Girasol_en_verano

Muchos dirán que soy un maldito.

Abandonar a una anciana enferma por una simple pelea, lo sé, una vocecilla me reclama desde hace rato, por más que quería pensar en otra cosa no se opacaba.

Sentía las lágrimas fluir por mis mejillas sin descanso, mis sollozos asustaban a las aves; cubría piernas dobladas con mis brazos, ocultando entre ellas mi pésame.

La bola de estambre qué tenía por cabeza descansaba en un hueco de mis piernas, los pensamientos se cruzaban y no me dejaban calmarme.

Cuanto deseaba que alguien me hayara, pero al mismo tiempo no. Yo mismo me había encargado de esconderme en las ramas de ese roble, muy alejado de ese prado de flores y muy alto como para dar la ilusión de atrapar las nubes.

Sí a Chile se le ocurría ir a buscarme, no repasaria en revisar arriba. Aunque, muy en el fondo sabía que no me encontrarían, yo lo había decidido así.

Tanto deseé salir de esa aldea que ahora que lo conseguí mi corazón se apachurra, como si reclamará lo cruel que soy.

«Ellos dieron todo por ti y los dejas atrás como un simple perro.»

Ahogue un grito y me abrace a mi mismo.

Yo anhelé escapar muy lejos, de todos, de tantos recuerdos; tal vez no sabía lo que deseaba porque estar aquí solo es la prueba de lo que es un escape.

Escapar de los problemas, huir de la confrontación.

Por eso huí de la casa de mi abuela.

¿Cómo iban a reaccionar mis padres si me hubieran visto?, ¿se habrían enojado?, ¿algún reclamo?

Rusia es la oportunidad perfecta de salir de la aldea y olvidar mis problemas, ¿Por eso me atrae tanto?

¿Soy interesado? Es que, con él no recuerdo mis desdichas, el escapar de la aldea había quedado en el olvido y sólo me enfocaba en lo gratificante que era sentir tanto sentimiento bonito.

Años planeando una lista de lugares a los que podría ir, tantos planes fuera de aquí, todas mis mesadas ahorradas; quedaban en el olvido gracias a un ruso de cabellos plata, ojos de laurel, de manos toscas pero tan suaves al mismo tiempo, y sonrisa gatuna.

Nadie sabe de su existencia, soy al único que se ha revelado, entonces él no tiene la necesidad de irse, ¿Quién podría importunarlo en lo más fondo del bosque?

Rusia... Sí yo me fuera, ¿irías conmigo?

Rusia...

Rusia...

Rusia ocupo que me abraces y me digas: "todo va a estar bien Любовь моя, vamonos a un pueblo donde nadie nos conozca por mil y una aventuras."

Pensándolo bien, haría algún chiste de humor negro, cambiaría el tema sutilmente por algo que si conozca bien e hiciera que me sintiera mejor; con algún beso en mi coronilla.

Ese es mi Ruru.

Un hombre inocente, tierno en sobremanera, altura de mil demonios y su sorprendente frialdad igual al invierno.

Guau, un permio para mi por la mejor descripción de su novio.

Novio...

¡Mi novio!, ¡que lindo suena!

¡Carajo! Pinche ruso, no me lo la pedido formalmente. Muy cómodo de su parte andarme desuqueando sin ser nada.

Suerte que no puede tener a nadie más, sino ya lo hubiera jalado de las greñas.

Solté una risa con tenue alegría. Era increíble como aunque no estuviera conmigo me sacaba sin sonrisa.

Me senté de mejor manera en la firme rama, mis manos trazaron el camino de lágrimas hasta quitarlas por completo, mis mejillas estaban enrrojecidas; seguramente mis ojos se hayaban hinchados y rojos.

Ya le daré una preocupación y otro motivo de risa a Rusia.

Observe el suelo, seguía pulcro y sus hebras verdes se movían al compás del viento, sentí a este mismo acariciar mis niveas, lo tomé como un consuelo de cualquier ser.

Desvíe los ojos a las flores, ahí divise a dos zorros, su pelaje naranja resaltaba de entre todas las flores. El más alto acariciaba con su hocico la cara del más bajo, este al igual le correspondía y las regresaba con euforia.

No tardaron en juguetear entre la hierba, el más bajo termino por caer sobre el mayor. Aparte la mirada al escuchar sonidos raros, mi cara se coloreo.

Lo mejor era bajar, sip, mi escondite era tan bueno que nadie me notó, ni siquiera esos zorros en sus actividades raras.

Subir fue más fácil que regresar al suelo, temía que alguna rama quebrara y yo cayera de bruces al pasto; ni las manos iba a poder meter.

Y así fue, sin embargo era a un metro de distancia, por ende, no pasó más que un sentón.

Sacudí la tierra y hierba de mi, suspire cansado por el apenas notable dolor en mi trasero, no debe tardar en desaparecer, después de todo soy muy torpe y me pego a cada rato.

Camine por el bosque recordando a duras penas el camino hasta la cabaña; saltaba de vez en cuando las pocas rocas que habían.

Parecía un niño pequeño haciéndolo, pero me valía, nadie podía verme, momento de aprovechar.

Mantenía el equlibrio en un solo pie por cada salto. Jajaja, de un día a otro la niñez se pierde y te preocupas por temas vanales.

Algunos aullidos se escucharon, desafortunadamente no eran a los que me habían acostumbrado; en vez de ser Rusia, aparecieron los mismos zorros de hace un rato, juntitos y frotándose entre ellos.

«¿Ya terminaron de gozarse, animales escandalosos?»

Fruncí y el ceño y reprimí una mueca de asco.

Chileeee~, sigo esperando a unos sobrinos a los cuales malcriar y salvar de tus garras.

Solo espero que se parezcan a Alemania, mi hermano no es precisamente una belleza en cuanto a físico y paciencia hablamos.

Lo que la primavera puede lograr, las hormonas están sueltas.

¡Oh por los dioses!

Rusia también anda con las hormonas fuertes.

Sin embargo, Austria dijo que el celo de los hombres lobo es hasta la luna rosa. Entonces, no hay de que preocuparse.

Unos cuantos puntos rosas llamaron mi atención, enfoque la atención, abrí los ojos como platos, mis pies perdieron el equilibrio, caí de bruces en un arbusto cercano.

Algo plano y tibio toco mi palma, era igual al pétalo de alguna flor.

Miré por el rabillo del ojo y encontré una diminuta flor rosada, los demás capullos resplandecian a los rayos y el rocío los hacia parecer frescos.

Su olor era dulce, aunque muy dulce para mi gusto, pues al haber caído sobre ellas su perfume se había impregnado en mi.

Me disculpe mentalmente al aplastarlas, al ponerme de pie tuve que sacudirme. Sin embargo, aún contaba con la fragancia.

Arrastré una última bolita lejos de mi cabello, era más pequeña y seguía en su capuyo, sin saberlo, la flor brotó en un vano intento de seguir con vida.

El olor golpeó mis fosas nasales, por ende, estornude sin esfuerzo, muy empalagoso.

Era muy rara, Austria me la había mostrado en alguna ilustración en un libro de botánica en una tarde de primavera cuando teníamos doce. Recuerdo que me la regalo después de ensayar alguna melodia juntos, yo con mi violin y el con el violonchelo.

«—Para que te sientas mejor, he escuchado los rumores; ignoralos, la gente es estúpida y se ríe de las tragedias ajenas. No se reían de la misma manera si su cerebro no fuera tan pobre de conocimiento. —Me dijo con una de sus embelasantes sonrisas, sus niveas tomaban un tono carmín y no me sostenía la mirada; reí por la ternura, aún así tomé de sus temblorosas manos aquella rama de flores, le agradecí y abracé.»

Musgo rosa o Phlox subulata

Solo germinaba en primavera con luna rosa.

¡Me lleva la chingada!

Hoy debe de ser la primera luna rosa de la temporada. ¡Por eso Rusia se alejo!

Y yo aquí perdiendo el tiempo.

No supe ni donde arroje la flor, no era lo más resaltante en mi mente.

Mi cerebro mandaba órdenes al cuerpo de correr, mi corazón trabajaba con la fuerza de cien caballos y los pulmones jalaban aire como una fogata a fuego ardiente.

Mis pies aplastaban las hojas y ramas torcidas en el piso, ni yo supe de donde sacaba las ganas de correr a prisa; yo detesto la actividad física, terminar lleno de sudor con un golpe de calor no era de mi agrado.

Aunque, por el estilo de vida que estoy llevando ahora siento que me voy a mal acostumbrar. No es muy divertido estar siempre en alerta, con la adrenalina recorriendo tus venas más rápido que un trago de cerveza.

Afortunadamente no estaba tan lejos, había avanzado gran parte del camino entre mis juegos.

El cansancio fue compensado cuando al alba una firme cabaña se asomo por todos los árboles que la rodeaban, mi corazón no solo salto por volver a su trabajo sino también al notar la cálida sensación hogareña del lugar.

Después de haber sido corrido de tal manera, lo recomendable era sanarlo con la persona correcta.

Cuando llegue a la entrada trate de regularizar mi respiración y mi cabello, no sería grato que Rusia me viera tan desalineado; ante todo mi vanidad.

O eso era lo que decía USA cuando me peinaba.

Al pensar que ya estaba más presentable prepare mis nudillos para poder tocar el ébano, antes de lograrlo esta misma se abrió.

Ese largo pasillo estaba a tientas, apenas siendo iluminado por tenues rayos de sol.

Ay nanita, así empiezan casi todas las novelas de terror.

Suspiré y entré con cuidado, no hacía tanto frío como afuera, cerré la puerta una vez entrado, entonces me saqué mis botas, los dejé en una esquina al lado del perchero; aproveche para quitarme mi capuche y colocarla ahí.

—¡Rusia~! —La cabaña estaba tan silenciosa que me causaba escalofríos.

—Ruru, te estoy hablando. —Comencé a recorrer ese largo pasillo, este mismo tenía varias puertas, no lo había notado. Abrí algunas, estaba desde la cocina con grandes almanaques, dentro de ellos se hayaban frascos con distintas reservas hasta hierbas; en otro salón estaba el comedor, pequeño, con apenas seis sillas y tallado a mano, no me detuve a ver los cuadros que adornaban las paredes amarillentas. No cuando se escucho un golpe surdo en la planta alta.

Subí los escalones, evitando resbalar me y pegarme con la madera.

Soy tan distraído que los golpes se me dan muy bien.

Mi cuerpo todo moretoneado y dibujado de camuflageadas cicatrices. Mi piel tardaba en quitar las marcas, entonces eran fáciles de notar.

Lo resolví a los doce, era difícil gracias al calor, sin embargo, te acostumbras a la sensación. La ropa puede ocultar muchas cosas.

A la madre. Este lugar es más grande de lo que se ve por fuera.

Más malditos cuartos a los que adivinar donde estaba Rusia.

Me siento como Alicia en el país de las maravillas, buscando al conejo blanco sin pistas ni conocimiento.

Gracias a los dioses —y tal vez a la cerámica de algún objeto quebrandose—, supe el camino.

¿Debía tocar?

No creo que se lo tomé personal si entró sin anunciarme, digo, no pienso que este acostumbrado.

Entreabrí la puerta, mi ojo derecho buscaba indicios por si se transformó en lobo.

Solo me encontré con su amplia cama, las cobijas estaban regadas a punto de caerse, el ruso estaba sentado de espaldas a la puerta.

Tenía su amplia espalda a la vista, brillaba a causa de la luz e incluso parecía algo húmeda, sus anchos hombros estaban tensos, subían y bajaban por su respiración aselerada. Por último, sus grandes manos blanquezinas se paseaban por sus hebras rubias platinadas.

Joder, parezco acosador mirandolo sin que se diera cuenta.

Tragué la saliva que se acumuló en mi boca y abrí la puerta lo más cuidadoso que logré.

Rusia se sobresalto con mi presencia, los iris esmeralda no tardaron en enfocarme y verme ingenuamente.

——Ho-hola. —Me atreví a saludar, dejando atrás las espinas en mi garganta.

Dejó de tensar sus músculos y ocultó su nerviosismo detrás de una sonrisa dulce.

——¿Qué haces aquí?, creí que te quedarías con tu abuela. —Sí voz apenas era humana, a pesar de su español con un acento marcado hacia pausas, casi como si tratara de recuperar el aliento.

——-Disputa familiar. —Resumí, no me atrevía a acudir a su lado, el solo ambiente era embriagado y acalorado.

—Deberías ir a resolver las cosas con ella, nada que un buen café y una amena charla no resuelvan. —Mencionó apartando el cabello resuelto que surco por su frente, mientras bajaba la mirada.

—Sí supieras lo que me dijo no dirías lo mismo —Mis pies tomaron la iniciativa de acercarse, fueron pocos pasos pero lo suficiente para notar un aroma de menta y miel de temporada. El albino no me prestaba atención, mantenía los ojos gachos —. ¿O acaso me estas corriendo? —Intuí levemente molesto.

Aunque lo dijera abiertamente no lo iba a dejar.

«Parece pasarla mal.» Pensé viendo gotas resplandecientes de sudor recorrer la vena de su cuello.

—N-no es eso, estoy un poco indispuesto para estar contigo. Te agradecería que fueras al jardín, incluso, hasta la cocina. —Espetó.

—¿Por qué?, nunca me has pedido alejarme de ti. —Logré sentarme a su derecha, ni yo supe de donde saque el coraje.

No me respondió, solo suspiro mientras llevaba un vaso de vidrio a sus labios rosados.

El líquido era transparente y fácil de mover, di por hecho que era agua.

Su manzana de Adán se movió cuando trago el líquido, aquellos iris verdes estaban dilatados y perdidos en el abismo.

—Estoy en celo —Confesó con vergüenza —. Necesito estar sólo hasta calmarlo.

La sangre se me fue a los pies, solo una parte estaba en mis mejillas, igualando a dos fresas maduras. Me mordí el labio inferior nerviosamente.

Lo que estaba a punto de hacer era una locura.

La familia no habla de estos temas al considerarlo tabú, eso provoca que experimentemos sin tener los fundamentos necesarios para enfrentarnos a situaciones como estas. Porque, ¿cómo sabes qué quieres entregarte a esa persona?

¿Es la sensación burbujeante en tu vientre?

¿O el jugueteo de tu lengua con tus labios?

Tal vez sea las ansias que te carcomen a carne viva en tu mente, las que te susurran qué quieres hacerlo, que estas completamente seguro y lo disfrutarás.

Todos sentimos miedo en cualquier primer vez.

¿Rusia siente lo mismo?

Porque yo espero que me desee de la misma manera que yo hago con él.

—¿Y-y si... Yo... Quiero hacerlo? —Mis mejillas enrojecieron más cuando posó sus ojos en mi.

—México, no; sé que esta no es la manera en la que quieres hacerlo. ¡Además! No es nada romántica la situación. —Contradijo alarmado.

—... Puede que a mi no me importe.

Cielo santo, mi cuerpo va a colapsar de tanta pena.

—¡Pero a mi si!, no quiero que te sientas incomodo, para mi tal vez sea placentero, sin embargo, ¿cómo sabre qué para ti también?

—Esto, es algo entre dos, supongo que lo importante es que ambos sintamos placer sin dañar al otro, y, hacerlo con gusto. Podemos... si tú estas de acuerdo.

Los segundos corrían y no se detenían.

Espere ansiaso una respuesta, esta fue un apretón de manos siendo entrelazadas.

—Prometeme que si algo te desagrada, por más minúsculo que te parezca me lo dirás, estoy dispuesto a detenerme si así lo deseas.

Asentí lentamente, vaya, la comunicación logra cosas maravillosas.

Nos besamos sin prisa, en un vaivén de calma y amor.

Sus labios sabían a un fuerte alcohol, con notas de menta y miel oscura.

Escuché el vaso de vidrio ser tirado a la alfombra, después sus dos manos acariciaron mi rostro.

Normalmente estaban frías, ahora eran tibias.

Dió pequeños empujones hasta dejarme tumbado en el lecho, pasé mis manos por su cuello y le permití guiarme a una mejor postura en la cama.

Tardamos bastante en desvestirnos, estábamos más enfocados en besarnos y acariciar nuestras caras.

El aire no era problema, lo recuoerabamos apenas nos alejabamos y nos unimos en un instante.

El estaba con sus rodillas a cada lado de mis muslos, notaba el frotamiento de su pelvis con la mía. Su diestra trazo un camino por mi mejilla, deslizandose por mi camisa, jugueteando con cada botón hasta liberarlo.

El frío golpeó mi pecho desnudo, no lo habría notado de no ser por su mano acariciando mis belfos.

Las bocas se separaron, siendo conectadas por un delgado hilo de saliva. Rusia lo rompió al decidir probar mi cuello.

Lamia y mordisqueba, sin llegar a tocar la marca. Ya tengo suficiente con esa cosa.

Yo me dedicaba a acariciar su espalda, dibujar figuras en su pecho y juguetear con la línea de su columna.

Suspiré extasiado al momento que el ruso bajó por todo mi pecho al concluir con la hebilla del cinturon.

Mi pantalón junto a todo lo demás fue retirado, dejándome expuesto a sus ojos, me sonrió y beso con ternura, balanceo su cadera, logrando que pudiera sentir como luchaba con su propio pantalón para quitarlo.

Mientras, metí dos de sus dedos en mi boca, los lamia e inspeccionaba con interrumpirlo.

Jadeé cuando su boca atrapó mi miembro, la sensación cálida me abrumaba, tanto que solo emitía quejidos de placer y me dejaba hacer.

Mis uñas se enterraban en las revueltas sábanas, apretandose por cada oleada de placer.

No paso mucho cuando mi interior se removió y estalle en satisfacción, me removí cuando algo me abandono, estaba vaceandome y Rusia se terminó.

Limpió con logró su cometido y separó mi boca de sus dedos, de abalanzó a mi ser. Me distraía con besos en lugares erogenos.

Tanto fue mi placer que solo sentí el ardor del primer dedo ser introducido, me queje por lo bajo y enterré las uñas en su espalda.

Fue una ardua tarea el prepararme, al ser la primera vez le pedía constantemente tiempo para continuar.

Aunque me dolía —bastante— también estaban las olas de gusto. Así sin darme cuenta, ya contaba con tres dedos en mi interior.

Ahogue un quejido al separarme de ellos, mis ojos se abrieron y notaron la figura de Rusia abriéndome de piernas, regreso sobre mi y beso mi oreja.

—Sí te lastimó dímelo y paro. —Susurró mordiendo el lóbulo, asentí rápidamente.

Un fuego áspero se colo dentro de mi, ardía como el infierno y sentía mis entrañas removerse para dejarle espacio.

Grité en silencio.

Mis uñas rasguñaron su tersa espalda.

Parecía no tener fin, por cada movimiento las palabras se fugaban de mis labios. Mis oídos se desconectaron, Rusia se desplomó sobre mi jadeante.

—... M-más.

Lo labios del ruso sonrieron por sobre mi piel, el balanceo era lento aunque con profundidad, las pieles se acariciaban entre ellas.

Mi miembro era presionado por ambos abdomenes. Los gemidos eran robados por besos.

No me preocupaba el tiempo que tardamos en estar unidos o el sudor en mi cuerpo.

Nos detuvimos hasta la burbuja en la entrepierna explotó.

Lo que recorría mi interior me recordaba al caramelo fundido: caliente y espeso.

Pará concluir nos acariciamos; dioses estaba tan sonrojado que creía que me sangraría la nariz.






















































































✨¡No me miren, intente narrar ese intento de Yaoi de la mejor manera posible! (˘・ᴗ・˘)

Intente escribirlo, con eso me quedo satisfecha.

✨Yo dí señales de que esto iba a pasar en cualquier momento, entonces soporten.

Cualquier reclamo al 01800pa'queloleessinotegusta

✨Cambiando de tema, hoy damas y caballeros terminé de leer "la canción de Aquiles", estoy llorando como magdalena. Gran obra, la neta me encantó.

Aunque tengo una duda: ¿ustedes quien creen qué fue el bottom? Para mi fue Patroclo pero me gusta el chisme.

✨¡Gracias por leer el capítulo! Hay que ver cuanto nos dura el romance ʕノ•ᴥ•ʔノ💙










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