La mirada tan tierna, tan enamorada y de admiración que tenía cada vez que la veía, era algo que toda adolescente enamorada y amante de películas románticas deseaba tener en su vida.
Joseph Quinn, un chico lindo y con un aspecto de chico bueno, estaba total y absolutamente enamorado de aquella chica que conoció cuando tenía tan solo 20 años, esa chica que desde el momento que la vio supo que sería su perdición, y lo es, 6 años después por fin podía decir que era su novia. Varios años pasaron si, algunos le decían que se rindiera, que buscara alguien mas, pero él sabía que nadie podía amarle y quererle como ella.
Por cosas del destino y de la vida nunca podían estar juntos, pero cuando por fin todo estuvo de su lado, se arrepentían cada segundo de no haberse dado la oportunidad desde mucho tiempo atrás.
La risa contagiosa de June inundo la habitación, Joseph estaba sobre ella atrancando ferozmente todo su rostro con besos, que por la barba ya algo crecida le provocaban cosquillas. Lo hacia porque amaba con todo su corazón la risa de su chica.
- Eres tan hermosa June - se detuvo solo un momento para quedar frente a frente y verle sus ojos, esos que lo seducían sin poner tanto esfuerzo. Cada vez que ella lo veía, él sentía que todo a su alrededor no existía y solo eran ellos dos, era como si todo desapareciera y solo quedara ella para siempre, solo para él. Amaba el brillo que estos tenían cuando se miraban, era como ver dos estrellas en su mayor esplendor, en pocas palabras, estaba enamorado.
- Basta Joseph, me pones nerviosa - cubrió su rostro para taparlo y así cubrirse de la mirada tierna del chico.
- Por favor, no me dejes June - la poca piel de su rostro que estaba al descubierto fue besada por él.
Las manos pequeña y frías de June fueron hacia sus mejillas para acercarlo más - Ni se te ocurra volver a pensar eso, nunca te dejaría. Te amo más de lo que te imaginas y no podría hacerlo - no espero más y la beso de una manera que solo entre ellos podían besarse, lento pero lleno de tantas emociones que los ojos, las palabras, las caricias no podían demostrar.
Joseph presiono las piernas de June señal de que algo más estaba sucediendo y que si no se detenían podría llegar a más. Solo ella podía lograr que perdiera el control tan rápido.
- Cariño, basta - murmuró bajo.
- Shhh - Joseph ataco tu cuello dejando suaves besos hasta llegar nuevamente a sus labios.
- Ahora no Joseph, sabes que no podemos - una risa salió de sus labios al ver la cara de suplica que tenia su tierno novio - He dicho, no.
Alejo un poco el cuerpo de Joseph poniéndose de pie.
- Amor, vamos - estiro su brazo por la cama masajeando las cobijas como forma de bienvenida a la cama.
Estaba a nada de aceptar, pero sabía que tenía que darle aquella noticia que le emocionaba. Serían padres, y moría por ver su reacción.