Una tumba de tierra y sangre

By mjanneblack

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"Un linaje maldito, una maldic... More

PRÓLOGO
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPITULO III
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII
CAPÍTULO IX
CAPÍTULO X
CAPÍTULO XI
CAPÍTULO XII
CAPÍTULO XIII
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XV
CAPÍTULO XVI
CAPÍTULO XVII
CAPÍTULO XVIII
CAPÍTULO XIX
CAPÍTULO XX
CAPÍTULO XXI
CAPÍTULO XXII
CAPÍTULO XXIII
CAPÍTULO XXIV
CAPÍTULO XXV
CAPÍTULO XXVI
CAPÍTULO XXVII
CAPÍTULO XXVIII
CAPÍTULO XXIX
CAPÍTULO XXX
CAPÍTULO XXXI
CAPÍTULO XXXII
JORDAN
MADDISON
PARTE II
PRÓLOGO
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V

CAPÍTULO V

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By mjanneblack


Maddie se acomodó en la butaca, esperando recibir aquella cascada de información que el demonio iba a volcar sobre ella como un jarro de agua fría. 

- ¿Qué eres exactamente? – preguntó con las manos entrelazadas sobre la mesa, esperando la respuesta. 

- Soy un demonio Serafín. Los Serafines éramos la mano derecha de Dios antes de la caída. Después de eso, bueno, digamos que ahora soy una extensión del jefe que hay ahí abajo. – respondió mientras señalaba con el dedo índice hacia el suelo. 

- ¿El Diablo? – preguntó Maddie entre susurros. 

- Prefiere que le llamen Luc, pero sí, es el mismísimo Diablo. Trabajo para él, digamos que gestiono aquí arriba las cosas que él no puede desde allí abajo. – contestó Jordan con una naturalidad que la dejó pasmada. - ¿Estás bien? - preguntó en un tono más serio de lo habitual al ver su cara. 

Tenía muchísimas preguntas, todo aquello le resultaba abrumador y empezaba a darse cuenta de que no estaba segura de si podría gestionarlo. No se había dado cuenta, pero llevaba con la mirada fija en Jordan un buen rato, casi sin pestañear. 

- Sí. Aunque no sé si seguir preguntando o salir corriendo. – le respondió mientras mantenía todavía la mirada fija en él. - ¿Qué has querido decir con "antes de la caída"?

- Nos expulsaron uno a uno cuando Luc se rebeló, decidió que no quería acatar más normas y a mí me pareció bien, así que todos los que le seguimos fuimos expulsados. Él fue el primero y desde entonces, los que decidimos seguirle trabajamos para él, intentamos mantener el orden y el equilibrio de las cosas. Digamos que hay una tregua, por eso podemos tener "vidas normales", mantenemos a raya a los nuestros y ellos a los suyos. – respondió mientras se recostaba en la butaca. 

- ¿Qué hay allí abajo? – preguntó con curiosidad. 

- Tampoco es lo que piensas. No es bonito, eso está claro, pero no es cómo crees. – contestó Jordan. 

Al ver que Maddie no decía nada, se dio cuenta de que estaba esperando a que siguiera, a que le contara más cosas. 

- En realidad es como una ciudad subterránea, sólo que si un humano entra, no cuentes con que vuelva a salir. No hay normas ni leyes, sólo jerarquía entre demonios. –contestó mientras se ponía en pie y se encaminaba hacia Maddie. - No tienes ni una pizca de miedo, ¿verdad? – preguntó mirando fijamente a sus ojos. 

- ¿De ti? No.Espera un momento ¿hace cuánto os expulsaron?- preguntó con el entrecejo fruncido, acababa de atar cabos cuando vio a Jordan palidecer, cosa que creía impensable. 

- Más de lo que me gustaría tener que reconocer. A mi favor diré que me conservo como un chico de veinteaños. – sonrió al mismo tiempo que se ponía en pie y se acercaba al estrecho ventanal. - ¿Has pensado hablar con tu familia? Alguno de ellos tiene que saber algo sobre todo esto, estoy seguro. Podemos ir de visita, si quieres. – le preguntó mientras la miraba por encima del hombro. 

- ¿De visita? ¿Contigo? No creo que eso sea una buena idea. Tenía pensado ir para las vacaciones de Navidad... - respondió al mismo tiempo que se ponía de pie para acercarse a la ventana también. 

- ¿Navidad? Falta mucho tiempo para Navidad, no podemos esperar tanto Maddie. No sé qué es lo que está pasando y si esto se nos escapa de las manos, bueno, las consecuencias pueden ser un problema. 

 - ¿Qué consecuencias? –preguntó Maddie. 

- Que se rompa la tregua, que haya otra guerra, que nos masacren a todos. Lo último que quiero es que Luc me encadene allí abajo por incompetente. 

 No daba crédito a lo que estaba escuchando ¿Una guerra? ¿Era eso posible? 

- ¿Por dónde empezamos? – preguntó con cautela. 

- Por ese grupo, hay algo raro en ellos. Siempre que pasa algo como lo de la otra noche termino en un concierto suyo, en alguna sala donde hayan tocado ellos. No sé lo que es, pero hay que empezar por ahí. 

- Kyllian es mi compañero en algunas clases en la Universidad, puedo intentar sonsacarle información. –contestó Maddie. 

- No. Si es él quien está detrás de todo esto y le preguntas sabrá que vamos detrás. Yo me encargo de él. Intenta observarlo, si hace algo raro y a quién ve en la Universidad. 

- ¿Qué quieres decir con que te encargas de él? 

- Le seguiré unos días, por si hay algo raro. – respondió Jordan mientras se giraba y volvía al libro que tenía Maddie sobre la mesa. ¿Hay algo interesante en el libro? 

- ¿Qué sabes sobre las banshees, Jordan? Porque me da la impresión de que todo lo que hay ahí, tú ya lo sabes. – dijo mientras señalaba con el dedo el libro que le había dado Dorian. 

- Se cuenta que las banshees estaban al servicio de las familias irlandesas más importantes, pero con los años nos hemos dado cuenta de que no estaban a su servicio, sino que pertenecían a ellas. Antes se os conocía como "el lamento irlandés" pero se tradujo como "Banshee" años después. – respondió Jordan mientras se volvía a recostar en la butaca. 

- ¿Has conocido a alguna más? – preguntó. 

- Algunas nos ayudaron en una de las grandes guerras con los de arriba, pero todas las que conocía murieron hace muchos años. Maddie, si eres lo que creo que eres, seguramente seas de las últimas banshees vivas, si no la última. No todas las hijas nacidas de esas familias fueron como tú. Con el paso de los años iban naciendo menos y cada vez el poder se iba saltando más generaciones. – explicó Jordan. Cada Banshee es diferente y sus poderes son distintos; nunca he conocido a dos iguales. 

- El temblor de la otra noche... ¿crees que fui yo?- preguntó Maddie. 

- No creo en las casualidades y son demasiadas piezas que ya se pueden ir uniendo. Necesito que hables con tu familia, que encuentres a alguien que pueda confirmar mis sospechas sobre ti. – le pidió Jordan con un tono de súplica mientras apoyaba los codos sobre las rodillas. 

- Llamaré a mi tía Annie y a Marlene, quizás puedan decirme algo o alguien con quien pueda hablar. –respondió. 

Sin decir nada más, Maddie volvió a la página del libro en la que se había quedado, siguió apuntando cosas en la hoja de papel que había cogido cuando sintió que una mano cálida se posaba sobre la suya. 

- Lo arreglaremos. – dijo. 

- ¿Qué clase de poder tenían las banshees que conociste? – preguntó Maddie. 

 - Cada una de ellas era diferente, pero todas letales. Algunas derribaron ejércitos enteros de ángeles en segundos; otras podían predecir el futuro, aunque más bien eran auténticos presagios de muerte. Por eso siempre han sido tan valiosas y codiciadas, el poder de una banshee es incomparable. 

- ¿Por qué estaban de vuestra parte en la guerra? ¿Eso quiere decir que son malvadas? 

- Eso depende de lo que entiendas por algo malvado. Soy un demonio Maddison, pero como ya te he dicho, mantenemos el equilibro de las cosas para vivir en paz. Ya hemos luchado demasiado, perdido mucho y a muchos en guerras absurdas. – respondió Jordan. Por eso esto es importante. Si creen que nosotros tenemos la culpa de todo lo que está ocurriendo, la tregua está en peligro y nosotros con ella. 

 - Averiguaré todo lo que pueda sobre Kyllian, te ayudaré. – respondió Maddie mientras veía cómo aparecía una pequeña sonrisa en la comisura de los labios de Jordan. 

- ¿Te llevo a la residencia? Tengo que ir a informar a Luc de algunas cosas y bueno, eh... no creo que quieras ir allí. – dijo mientras se levantaba de la butaca. 

 Maddie miró su reloj; era casi la hora de comer, se habían pasado toda la mañana allí. No sabía cómo iba a interferir todo lo que estaba pasando en su vida en ese momento pero tendría que ingeniárselas para poder afrontarlo todo. Necesitaba mantener la beca de la Universidad y poder quedarse en Middlebury. Si la perdía tendría que buscar un trabajo que poder compaginar con las clases para poder seguir allí. Si algo tenía claro sobre su vida en ese mismo momento es que no volvería a Newcastle. Su vida allí había terminado, al fin. 

- Es muy tarde, sí debería irme a preparar las clases de pasado mañana. ¿Es fácil llegar allí? – preguntó mientras se ponía el abrigo y se preparaba para bajar la escalera. Recogió todas sus cosas y las notas que había tomado para releerlas más tarde.

- Fácil si, agradable, no. Pero... 

- Todo tiene un precio ¿no? – dijo Maddie mientras veía como se ponía de nuevo su camisa de cuadros, aún algo mojada. Jordan no respondió, pero le dedicó una sonrisa y asintió. Toda la estancia estaba recogida cuando comenzaron a bajar la estrecha escalera de caracol, no había nadie en la parte inferior aparte de Dorian. La chica echó un último vistazo a la habitación por encima del hombro; le parecía un rincón maravilloso en medio de aquel caos. 

- Gracias Dorian, ha sido un placer conocerte. – dijo Maddie mientras le estrechaba la mano. 

 - Puedes venir siempre que quieras. – dijo y se acercó más a ella para susurrarle algo. – En el farol que cuelga de la entrada encontrarás la llave. Ven siempre que quieras o lo necesites. – susurró mientras la miraba por encima de sus viejas gafas. Maddie le dedicó una gran sonrisa y le dio un abrazo rápido. De verdad le agradecía mucho aquel gesto. Aquel hombre le había dado más cariño en apenas unos minutos que el que había recibido de su familia en años, así que aquella muestra de confianza le pellizcó el corazón. 

 - Gracias Dorian. – dijo Jordan mientras apoyaba su mano en el hombro del anciano en un gesto cariñoso.

Ambos salieron del pequeño establecimiento y se quedaron parados en la puerta, bajo un pequeño tejado que sobresalía. Todavía llovía y Maddie llevaba los libros en aquella bolsa de papel. El agua y las antigüedades no eran una buena combinación y más aún cuando su vida dependía en ese momento de aquellos libros. 

 -¿En serio te ha dicho dónde está la llave? Sólo he visto a Dorian decirle eso mismo a una persona en casi ochenta años. – preguntó Jordan, sin salir de su asombro. 

- ¿A quién? 

- A mí. – contestó mientras salía corriendo hacia la moto que había aparcado por la mañana. 

 Maddie puso la bolsa de papel con los libros dentro de su abrigo para protegerlos todo lo posible. El asiento estaba empapado y en cuanto se sentó soltó un pequeño grito que hizo gracia al demonio. Se puso el casco que le tendió y una vez estuvo preparada pasó las manos por su cintura para poder sujetarse. Se percató de que cuando lo hizo Jordan la miró sutilmente por encima del hombro y de repente, ya no hacía frío. 

 - Gracias por traerme, si me entero de algo te avisaré. – dijo Maddie mientras se bajaba de la moto. Había dejado de llover pero no parecía que fuera a seguir así mucho tiempo. 

Se apresuró para volver a entrar a la residencia, pero Jordan atrapó rápidamente su muñeca y la atrajo hacia él. 

 - No sé cuánto tiempo voy a tardar en volver, pero puedes localizarme en el teléfono. Para lo que necesites, ¿de acuerdo? – dijo. 

- Está bien, te avisaré si necesito algo. – zanjó Maddie mientras se giraba y se dirigía al edificio que habíaa sus espaldas. 

Escuchó de fondo el rugir de la moto y cómo se alejaba de allí, pero no se giró. No tenía un mal presentimiento sobre Jordan, pero prefería mantener las distancias con él, al menos todo lo que le fuera posible. Maddie había conocido algún que otro chico en Newcastle y durante un tiempo le había parecido bien y le reconfortaba la atención que recibía pero sabía que no debía anclarse a nada allí. Innegablemente se sentía atraída por Jordan, como cualquier chica en su sano juicio, para ser exactos era el chico más atractivo que había visto nunca. Aun así, se obligó a mantener una distancia prudencial con él para evitar cualquier desastre.Al llegar a la residencia decidió ir a dejar los libros a su habitación y acercarse a la cafetería a por algo para comer. A esas horas y además fin de semana, la cafetería estaba completamente vacía tan sólo se encontró con la chica que atendía detrás de la barra. Deambuló un rato frente a las cámaras hasta elegir algo que llevarse, sándwich y zumo. De camino a su habitación no se cruzó con nadie en los pasillos y no se escuchaba el menor ruido. 

El centro de Middlebury debía estar hasta arriba de estudiantes, seguramente la mayoría estarían borrachos o tirados en el césped de alguna casa de fraternidades. Cuando hubo devorado su sándwich vegetal recogió todo y se perdió en el baño para ponerse ropa cómoda y recogerse toda la melena en un moño. Sacó los libros de la bolsa y los dejó en el escritorio, junto con el teléfono y el portátil. Todavía era de día pero estaba demasiado oscuro y encendió una pequeña lámpara que había en el escritorio. Miró las cajas que estaban por deshacer y rebuscó en un par de ellas hasta encontrar una vela que sabía que había empaquetado. La colocó en el escritorio también y la encendió. Maddie se sentó en el escritorio y abrió uno de los libros bajo la lámpara: "... la mayoría de los rituales celtas rendían tributo a las fuerzasde la naturaleza y los elementos esenciales como el agua, el airela tierra y el fuego. Las ofrendas presentadas en dichos ritualeseran muy diversas, desde objetos o armas hasta animales o incluso sacrificios humanos."Un escalofrío recorrió la columna de la chica y aunque una parte de ella quería cerrar aquel libro y meterse en la cama hasta acabar sepultada por mantas, permaneció en la silla. Era ella quien estaba en peligro así que no tenía más opciones que averiguar todo lo que pudiera.El resto de la tarde pasó bastante rápido, Maddie estuvo cogiendo notas de todo lo que creía relevante y buscó información sobre el grupo de Kyllian, sobre los otros chicos que lo formaban, dónde solían actuar, etc.Salvo fotografías de algunos conciertos y un par de videos no había mucho más que ver. 

Aquel inocente chico de pelo platino que vio el primer día de clase no existía, había sido todo una ilusión.

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