Amor enfermizo

By LaCrack456

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Después del mundial de Qatar, un jugador de la selección nacional mexicana, Kevin, desaparece sin alguna razó... More

Introducción
Sueño
Derrota
Sospechas
Celos
Enfrentamiento
El llanto y la súplica
Sorpresa
Seducción
Noche
Ayuda
Sin esperanza
Casi la verdad
Infierno
Una razón
Otro intento
Hoyo en uno
En la red
Dos contra el llanto
Tiro de esquina
Tiro libre
¡Arriba del travesaño!
Casi gol
Penalti
Rechazo
Amonestación
Un día maravilloso
La verdad
Pinchazo de dolor
Toque de queda
Helado
La última cena
El diez
Terror
Pastel
La cereza del pastel
Lesión
¿Estocolmo?
¿Amor sincero?
¿Vainilla o chocolate?
Una traición inesperada
El último gol
El próximo regalo
Respira
¿Qué será entonces?
Un logro
Obsesión
La decisión está en tus manos
Algo más
Congelado
Disparo de larga distancia
Muerte
Final del partido
Dulce sangre
La Muerte no perdona
Final (1)
Final (Canónico)

El inicio del fin

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By LaCrack456


Kevin se abrazó las piernas, miraba fijamente a Julián, mientras le caían las lágrimas.

Julián se sentó en el piso, frustrado por la situación.
—Lo siento, Kevin.

  Kevin negó con la cabeza, retrocedío hasta la pared y se cubrió con las sábanas.
—Quiero irme de aquí —sollozó.
—Kevin...
—. ¡No! —gritó—. Quiero irme de aquí —se cubrió el rostro, las lágrimas gruesas le empaparon toda la cara.

Julián se levantó del piso enfadado y levantó a Kevin de un jalón.
—¡Dejá de lloriquear o juro por Dios que te voy a matar!

Kevin se cubrió la boca con la mano, negó con la cabeza y se soltó del agarre.
—. Te dije que eres mío, y si yo quiero, puedo matarte —amenazó al borde del llanto.

Kevin cerró los ojos y siguió llorando, pero esta vez en silencio.

—¿Qué? ¿Aún no lo comprendes? —Julián rio histérico—. Vos sos mío. Yo puedo follarte cuando quiera. Por eso debo deshacerme de todo aquél que trate de impedirlo.

Kevin se descubrió la cara para mirarlo. Titubeó.
—Estás... eres... —murmuró, sin saber con qué palabra describirlo.
—No quiero —soltó finalmente. Su cuerpo temblaba descontrolado, el pánico estaba empezando a consumirlo y tenía ganas de salir corriendo.

—No. Lio tiene razón.
—No, no la tiene —gritó Kevin—. No deberías imitar sus acciones.
Julián lo jaló fuera de la habitación.

Escuchó ruidos extraños, supuso que debían provenir de afuera.
Sabía que la puerta debía estar cerrada, pero aún así caminó hasta ella y intentó una última vez.

Pero entonces, la puerta fue abierta de golpe.
Guillermo acabó en el suelo.
Messi ladeo la cabeza.
—¿Qué haces ahí?
Guillermo negó con la cabeza y se levantó.
Iba a comentar algo, pero se quedó con las palabras en la punta de la lengua.
-¿No vas a decir algo?

Guillermo negó con la cabeza, pero por fin habló.
—No tengo por qué decir algo. Ya es un hecho que no puedo hacer absolutamente nada al respecto —se encogió de hombros, aguantando internamente el sollozo.

—¿Me dejarás despedirme de mi compañero? —cuestionó, fingiendo una sonrisa—. Kevin.

Pero entonces, Julián entró de golpe, con un Kevin ahogado en lágrimas.
—Ah, mira —apuntó Messi—. Bueno, Julián y yo debemos arreglar un asunto.
Les sonrió, y entonces ambos argentinos abandonaron la habitación.

—Kevin...
Él negó con la cabeza, se sentó en una esquina de la habitación y se limpió las lágrimas.
—¿Te hicieron daño? —Guillermo se acercó a él. Parecía que estaban en el terreno de juego, por que, Guillermo empezaba a tener pinta de capitán, como solía ser en la selección, pero sólo si Guardado salía de cambio.

A Kevin le llegaron los recuerdos de golpe y pasó a reírse.
Guillermo ladeo la cabeza confundido. Eso todavía le causó más gracia.
<<Nisiquiera soy tan risueño.>>

Se aclaró la garganta y respiró.
—¿No haz encontrado algo? —esquivó la pregunta. Guillermo lo ayudó a levantarse.
—. No —se encogió de hombros, pero luego caminó hacia la puerta.—Deberíamos intentar. Las otras puertas tenían más soportes metálicos. Esta de aquí no. Estaba intentando hace un rato empujarla con todo mi peso. A lo mejor me puedas ayudar.

Kevin sintió una especie de hormigueo que lo recorrió por la espalda, y hasta lo hizo marearse.

Se tambaleó, y soltó una risita nerviosa.

El tono que Ochoa había usado lo hizo pensar seriamente si estaban escapando o estaba recibiendo órdenes de juego.

Asintió y junto a Guillermo probaron su teoría.
<<Que esto no sea real. Algún día despertaré y me dirán que estuve en coma.>>Era su sueño más sincero.

—Espera, intentaré yo primero —lo detuvo Guillermo con una mano, luego dio unos cuantos pasos hacía atrás y embistió la puerta, dejando caer todo su peso.

La puerta tembló, pero no pasó nada.
Guillermo largó un suspiro entrecortado.













Kevin y Julián desaparecieron por la puerta, se volteó y contestó la llamada. Luego se pegó el celular al oído.

—¿Raúl? —contestó.
Del otro lado, escuchó que Jiménez alargaba un suspiro y se acomodaba.—.Si vas a volverme a preguntar si yo tengo a Memo, te lo voy a repetir otra vez, no —se defendió, pero Jiménez no dijo nada.
—¿Raúl? ¿Raúlsito?
—Es que no me convence.
—. ¿Por qué yo tendría a Memo?

Del otro lado, Jiménez se encogió de hombros, como si estuviera allí enfrente con Hirving.

—Eso quisiera saber —se rió—. Guillermo es un adulto maduro.
   Hirving rodó los ojos.
   <<¿En la cancha? Sí.>>
—No tiene por qué inventar nada.
   Hirving se sentó en la cama.
—A ver, pues sí. Pienso que te llamó porque lo rechazé.
—¿Rechazar? —preguntó Jiménez—¿Qué le dijiste? —lo último lo preguntó ansioso.
—Pues..., ya sabes, lo que me venía diciendo antes del Mundial.

Jiménez sintió el corazón latiendo como nunca.
<<Nunca me había dicho que se atrevió a confesarle.>>

—Él nunca me dijo que... —pero fue interrumpido por Hirving.
—¿Ahora lo notas con más claridad? —se burló—. Guillermo no es de fiar. Inventa cada tontería con tal de salir beneficiado. ¿O qué no recuerdas que por su culpa vetaron a Javier?

Jiménez trago saliva, pero ni así pudo pasarse el nudo en la garganta.

—. Sí, me da miedo que haya hecho una tontería —siguió—, pero deberías dejar de preocuparte. Bueno, ya me entiendes —cambió su tono a uno serio—. Ya, Raúl. Abre los ojos.

Jiménez cerró los ojos y parpadeó, de ellos corrieron las lágrimas.
Sintió un extraño dolor en el pecho, como cuando te dicen una verdad, y duele. Se estremeció y alargó un suspiro pesado.

Y así fue, la verdad lo golpeó sin piedad.

Una lágrima se paseó hasta caer a sus labios. Con cuidado se limpió, pero no pudo evitar el sollozo.

Hirving sonrió, se lo imaginó llorando y sufriendo.
Un especie de sentimiento de pena se le cruzó.

Jiménez siempre apoyó a Ochoa, aunque todos sabían que a Guillermo no le importaba Jiménez, o al menos no lo suficiente.
<<"Pobre Raúl">>decían<<". Memo debería valorarlo más.">>

Guillermo sin pena iba y se desahogaba con Raúl, le contaba todo esperando apoyo y así era, Raúl le daba cuidadosos consejos y después se daban un abrazo.

<<"Raúl, no eres su terapeuta.">>—
Jiménez, cegado por el amor, no hacia caso—<<"Necesita mi apoyo">>-defendía a Guillermo-<<. "Es mi amigo."

Y después ya nadie volvía a insistir. <<"Qué va, después de todo, eso son. Simplemente amigos y nada más.">>
Guillermo jamás aceptaría a Raúl como algo más.

  Hasta el mismo Raúl lo sabía, por eso evitaba decírselo, aunque era más que obvio, y cualquiera podía notarlo.

Jiménez se aclaró la garganta.
—Lo amo —admitió lo obvio—. Lo quiero. Por favor, Hirving —suplicó una última vez—. Por favor. Sé que debes saber algo.

Hirving no le prestó mucha atención, jugaba con un hilo que había encontrado por ahí. Sonrió y aguantó una risita.

—Sí —fue lo último que contestó, antes de colgar.

Mentiría si dijera que no se sintió culpable, sobre todo por lo último.

<<"Lo amo.">>

Se incorporó en la cama, dejó su celular por ahí y clavó su vista al techo.

<<Seguramente Raúl ama a Guillermo como un jugador ama un premio.>>pensó.

<<Seguro que Raúl ama a Guillermo como las niñas al color rosa.>>

<<Seguro que Raúl ama a Guillermo como las madres a sus hijos.>>

Luego, se quedó analizando unos segundos.

<<Seguro que Raúl ama a Guillermo como yo amo a Kevin...>>

Entonces lo recordó, aunque lo hubiera visto por última vez hace apenas unos minutos.

Su piel bronceada y cuidada delicadamente, su pelo siempre permanecía peinado, su cuerpo casi perfecto que adoraba tocar cada que podía.

Cuerpo que adoraba besar, y que sabía que perfectamente podría hacerlo sin parar.

Sus labios, perfectos para probarlos a diario.

Buscó por todas partes hasta que lo halló.

Álvarez era perfecto, parecía que estaba hecho específicamente para el. Pensaba que Julián debía pensar lo mismo.

Pero el no iba a sufrir como Raúl.

Ya lo tenía entre sus manos, y no lo iba a soltar para nada.
<<Es mi Kevin.>>

Hizo una comparación. Seguramente Raul pensaba lo mismo de Ochoa.
Seguro que idolatraba al guardameta, sus chinos perfectos, su altura, su cuerpo, su rostro.

Definitivamente Guillermo fue hecho para ser perfecto.
Claro, la personalidad le fallaba.

Hirving sonrió, pero esta vez no de alegría.

<<Ay, Raúl.>>

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