New todavía estaba alterado por su encuentro con Tay cuando se sentó al lado de la cama de Max. Yacía en su forma de Tigard, a su lado sin moverse.
—¿Qué sucedió?
El pestañeó dos veces antes de responder.
Estaba sacando la basura y ellos estaban esperando por mí.
—¿Qué le hiciste tu a ellos?
Nada, creo que estaban esperando que alguno de nosotros saliera, yo fui solamente el pobre idiota suficientemente estúpido para estar ahí... Lamentablemente ignoré su desenfrenada estupidez hasta que Stone me pateó en la espalda, eso fue suficiente.
New acarició su suave piel. Como siempre, los lobos estaban buscando una pelea.
—Lo siento tanto Max.
Él cubrió su mano con una enorme pata.
No lo estés. Los dioses son los únicos que saben qué hubiera pasado si hubiera sido Cherise o una de las otras mujeres. Sólo estoy enfadado de no haber podido controlar lo suficientemente bien mis poderes para darles la pelea que ellos se merecían.
New le sonrió cuando Marvin, su mono mascota, saltó a la cama para colocarse en su almohada. Cuando Max no se movió, Marvin se inclinó hacia adelante para abrazar su cabeza grande de Tigard y acariciar una de sus orejas puntiagudas. Eso debía ser la cosa más dulce que había visto en mucho tiempo.
—Te dejaré descansar, si necesitas algo, llámame.
Gracias.
New cruzó el cuarto y tuvo cuidado para no cerrar la puerta con demasiada fuerza. Max odiaba los sonidos fuertes. New no estaba seguro si eso se debía a sus oídos agudos o a malos recuerdos de su niñez. De cualquier manera no lo iba a molestar después de todo lo que había pasado.
Cuando estaba cerca de las escaleras, se encontró con su madre que venía subiendo con un severo ceño fruncido.
—¿Ocurre algo?
Maman frunció sus labios.
—Ese estúpido Tigard. Necesito preguntarle porque atacó a esos lobos.
New estaba horrorizado con la acusación.
—Él no lo hizo. Ellos lo atacaron.
—Eso dices tú y probablemente él también, pero los lobos tienen una historia diferente, son más y están dispuestos a jurarlo.
—Mienten.
Maman hizo un sonido de suprema irritación.
—¿Y tu aceptas la palabra de Max?
—¿Acaso tu no?
—No. —Maman miró con odio la puerta de Max—. Él es antinatural. Todo acerca de él lo es, hasta ese mono asqueroso que mantiene.
Entonces ¿qué era New? Un oso katagaria que se convirtió en Arcadiann en la pubertad. Uno con los poderes de rastreo de un dios, que actualmente se siente atraído únicamente hacia un lobo. No se puede encontrar algo más antinatural que eso.
Por eso, nunca podría decirle a su madre la verdad sobre sí mismo. Sí, su madre lo amaba, pero su madre era un animal y sus instintos eran los de matar cualquier cosa que fuera diferente.
—Independientemente de lo que Max es, Maman, no es un mentiroso. Stone y su grupo por otro lado... ¿han sido alguna vez honestos?
—Han enviado un emisario. Si no les entrego a Max, irán ante el Omegrión y dirán que estoy albergando un peligro para todos los licántropos. ¿Tienes idea de lo que podría pasar? podríamos perder nuestra licencia y nuestra casa.
—Entonces devuélveles a Stone, eso es todo lo que su padre quiere de todas maneras. Y diles que Max va a ser disciplinado por nosotros.
—¿Y desde cuando mandas tú aquí?
New inclinó su cabeza como forma de respeto hacia su madre.
—Perdona por sobrepasar mis límites. Yo solo odio que un inocente sea castigado mientras a la inmundicia del universo se le permite bailar tranquilamente hacia la libertad, especialmente desde que pudieron haber agredido a cualquiera de nosotros que hubiera estado en ese callejón y eso nos incluye a ti y a mí.
Su madre lo miró enfurecida.
—Mis instintos me dicen que les de a Max. Atrae los problemas y no lo necesitamos aquí. No lo quiero aquí. —Dejó que saliera un largo suspiro. Sin embargo, había sido traído aquí por el propio Tong. Tong es el que está a cargo del Omegrión. El único al que nadie debe contrariar o cuestionar nunca—. Por lo tanto la parte humana en mi reconoce la gran ventaja que eso supone siempre y cuando lo proteja. Lo intentaré a tu manera, ma petite. Pero si esto falla, le entregaré sin importar lo que tu digas.
Y yo iré con él para protegerlo. New no dijo esto en voz alta. Su madre no podría soportar que nadie la cuestionara o la contradijera, esa es la naturaleza de la bestia. Esta era la guarida de Samantha y todos ellos estaban sujetos a su última palabra.
—Gracias Maman.
Su madre inclinó su cabeza hacia él antes de cambiar de dirección para bajar las escaleras.
New la siguió después, preguntándose qué estaba pasando por la mente de Eli. Durante años ellos habían tenido problemas con ese insufrible arrogante idiota y sus exploradores. Nada de lo que su clan hubiera hecho alguna vez había tenido sentido para él.
Sin embargo sentía una picazón en la parte de atrás de su mente como si le advirtiera de que esto no se trataba de un momento de locura al azar. Había algo más que lo que estaba pasando. Algo siniestro.
Stone miró a Boun con odio cuando el mugriento oso abrió la jaula donde lo habían lanzado. Al menos había dejado de cambiar de forma.
—Veo que finalmente entraste en razón.
Boun se rió.
—Si eso fuera cierto te estaría arrastrando fuera de esa jaula y llevándote hacia el pantano para alimentar a los caimanes. Desafortunadamente tu papi mandó a alguien para reclamarte.
Esperando ver a Darrel, se sorprendió cuando Boun abrió la puerta y apareció Jackson parado ahí en todo su salvaje esplendor. Alto, despiadado y cabreado. Jackson llevaba el cabello marrón a la altura de los hombros y ojos tan azules que parecían penetrantes glaciales. Una sonrisa burlona estaba permanente cincelada en su hermosa cara. Y su postura dura decía que siempre andaba buscando a alguien a quien destripar.
Stone tragó cuando un escalofrió bajó por su columna vertebral. Jackson estaba ligeramente cuerdo...
Y eso en su mejor día.
Por la enfadada y fulminante mirada de la cara de Jackson este no era uno de sus mejores días.
¿Qué diablos estaba pensando su padre para enviarlo aquí?
Personalmente, Stone preferiría quedarse en su jaula antes que pasar un segundo en la presencia de este hombre.
—¿Dónde está mi padre?
Jackson contestó con un gruñido grave.
—Tú no hables, muchacho. Probablemente nunca más. — Lo agarró rudamente por el cuello y lo arrastró hasta la puerta. Luego dio la vuelta para mirar a Boun—. ¿Dónde está quien lo atacó? También lo tengo que escoltar de vuelta.
El oso movió su cabeza en una descarada negación que Stone tuvo que admirar. Tenía agallas para molestar a alguien como Jackson.
—No podrá ser. Max se queda aquí.
—No fue eso lo que me dijeron.
Boun le dirigió una sonrisa insultante que Stone respetaría si no fuera un movimiento suicida de parte del oso.
—Bien acabo de decírtelo yo.
Jackson le lanzó una mirada torva.
—Tú no importas, pedazo de basura.
—Ese sentimiento es totalmente mutuo, carnada de oso, diablos, incluso no admiro que estés aquí. Así que sal y llévate tu basura contigo.
La mirada mortal de Jackson se torno frágil.
—Tú realmente no quieres usar ese tono conmigo.
Boun cruzo sus brazos sobre su pecho.
—Bien, tengo otros tonos para elegir, despectivo, enojado, vil, irritado. ¿Qué tal si solamente nos quedamos con el sarcasmo extremo y estamos a mano?
—Quiero al Tigard.
—Y yo quiero que te vayas. ¿Adivina quién va a ganar esta discusión? Y en el caso que seas más estúpido de lo que aparentas, no vas a ser tú.
Jackson lo agarró por la camisa.
—¿Me estás llamando loco?
—Te estoy llamando lento. No loco. —Boun quitó sus manos de encima—. Ahora te sugiero que te vayas. Rápidamente antes de que decida que realmente no necesito vivir más aquí.
Jackson movió la cabeza de manera que parecía que iba a atacar a Boun. Stone jadeó. Jackson era una bestia inestable. Una que nunca se sabía lo que iba a hacer y si atacaba aquí...
Estaban jodidos.
Jackson pasó a través de Boun al área de arriba.
—Llegará el momento y el lugar donde no serás tan afortunado como lo eres esta noche.
Boun se rió malvadamente.
—Vamos, puedes venir en cualquier momento que eches de menos a tu mami y necesites que te zurren el culo.
Jackson gruñó, el sonido de un lobo a punto de arrancarle la garganta a alguien. En vez de pelear con Boun, se giró hacia Stone y lo agarró por el brazo para tele transportarlo fuera de la casa se los Peltier.
—¿Te importa? —Dijo Stone tan pronto estuvieron en la calle—. No soy tu novia.
Jackson lo agarró por la garganta en un apretón asfixiante.
—Exactamente, no tengo ninguna razón para no bajarte los humos o matarte. —Lo apretó fuertemente antes de dejarlo ir.
Stone tosió para aclarar su garganta, lo miró airadamente.
—¿Cuál es tu problema?
—Mi problema es que tuve que sufrir el hedor de esos animales para salvar tu estropeado y podrido trasero. No soy tu padre y no hay ningún código genético entre nosotros que me haga querer salvarte nuevamente, por lo que ten cuidado chico, la próxima vez te dejare ahí.
—¿Qué pasa con mi padre?
Jackson no respondió mientras caminaba calle abajo y desaparecía en la noche.
Stone recolocó su chaqueta con un tirón agudo.
—Si claro tú continua caminando, punk. Si alguna vez me tocas de nuevo de esa manera, te golpearé hasta dejarte en el suelo. —Claro que no dijo eso lo suficientemente alto, de manera que el Were-Lobo lo pudiera oír. No era completamente idiota.
Echando una mirada hacia atrás sobre su hombro miró airadamente hacia el santuario.
—Vuestros días están contados osos.
Y también estarían para los lobos katagaria. Su padre no tenía ni idea de que ellos estaban en la ciudad pero Stone iba asegurarse que se enterara inmediatamente. Luego llovería el infierno sobre todos ellos.
Tay permanecía en su forma de lobo, durmiendo sobre una cama de césped. Pero incluso mientras dormía estaba alerta sobre todo lo que ocurría a su alrededor. Se comportaba de esta manera desde que era un cachorro. Más bien, había tenido que comportarse así desde que era un cachorro. A pesar de que Off y él eran hijos del Regis de su patria, ellos estaban expuestos a lo peor, no sólo por parte de su padre sino por aquellos que lo seguían como Stefan.
Su padre los culpó por el hecho de que su madre Arcadiann había rehusado completar el ritual emparejamiento con él. Su rechazo convirtió a Markus en un ser impotente y hostil.
Y su negativa de mantener a sus hijos katagaria los convirtió en un blanco.
Por ello cuando Anya se acercó lo suficiente, se despertó listo para atacar.
Anya se agachó hasta quedar contra el suelo.
—Soy solo yo Tay.
El cambió a su forma humana y dejó su mano sobre la nariz de ella.
—Lo siento bebé, no lo sabía. —Ella lamió sus dedos antes de colocarse a su lado y poner la cabeza sobre su muslo.
Él acaricio la piel alrededor de sus orejas.
—¿Sucede algo?
—No podía dormir, Orian se encuentra fuera patrullando y no quería estar sola.
—¿Dónde está Off?
—No estoy segura. No está de guardia o en el campamento, no lo he visto desde hace rato. ¿Lo has visto tú?
—Estaba ayudando a uno de los Dark-Hunter que vive en el pantano, Zee, asumí que ya había regresado a esta hora.
Los Dark-Hunters eran guerreros inmortales que peleaban para la diosa Artemisa. Cazaban a los primos de los Were-Hunter, los Apolitas, y los mataban cada vez que estos se convertían en Daimons y comenzaban a robar las almas de los humanos para mantenerse con vida.
Era extraño para los Dark-Hunters mezclarse con los Were-Hunter, pero no imposible, y a través de los años, Tay y Off se habían hecho amigos de una gran cantidad de ellos.
Anya suspiró fuertemente.
—¿Ese era el cazador oscuro con el que se encontraron la otra noche?
—Sí, Zee y Mew.
Mew era el líder de los Dark-Hunter y un gran amigo de Off desde hacía mucho tiempo.
—Hubiera preferido que no se hubieran encontrado con ellos.
Cada vez que un Were-Hunter se mezcla con uno de ellos acaba ocurriendo alguna desgracia.
—Ah, no te preocupes, de hecho fue divertido, además hay demasiada basura Daimon por ahí y los Daark-Hunter estuvieron de acuerdo en ayudarnos a protegeros si algo pasa.
—Di lo que quieras pero yo no confió en ellos.
—Yo tampoco, pero confío en Off y tú también deberías. Él nunca haría nada que nos dañara a nosotros o a los demás.
Ella miró a lo lejos con cara de arrepentimiento.
Tay se sintió culpable al hacerla sentir de esa manera. Sin embargo ella nunca debería cuestionar a su hermano. Off se moriría si algo les ocurriera.
Y pensar que él lo había causado...
Off nunca lo superaría. Al igual que Tay mientras acariciaba la oreja de su hermana tenía un mal presentimiento. No lo podía definir. Sin embargo se mantenía en lo más profundo de su mente como un fantasma detrás de su sangre.
Es únicamente la preocupación de Anya.
¿Era realmente eso? ¿O podría ser una premonición? Nunca había sido particularmente precognitivo.
Pero...
No pensaría en eso. Anya estaba a salvo. Estaba aquí para protegerla a ella, y Off volvería tan pronto como pudiera. Nada cambiaría. Ella tendría a sus cachorros aquí mientras sus viejos enemigos los buscaban. Una vez que los cachorros fueran lo suficientemente grandes para viajar se moverían nuevamente.
Esa era forma que las cosas ocurrían y nada iba a cambiar, se aseguraría de ello.
Tay se despertó por un fuerte sonido de alarma. En su forma de lobo estaba al lado de su hermana que también se había despertado por el sonido.
—Quédate aquí —él la protegería—. Iré a ver qué ocurre. Se levantó y trotó hasta el campamento principal donde un grupo de lobos se encontraba reunido.
Dos de ellos estaban sangrando profundamente.
Liam el hermano mayor de Keegan mantenía su pata ensangrentada levantada para evitar apoyarla, su piel de un color marrón claro se encontraba ensangrentada.
—Fue una emboscada, tenemos suerte de que alguno de nosotros haya sobrevivido.
Markus, también en su forma de lobo, lo miró airadamente.
—¿Quién lo hizo?
—Lobos Arcadianns, tenían una trampa preparada para nosotros.
Markus maldijo.
—¿Dónde está el resto de tu grupo?
—No lo sé, Orian nos dijo que regresáramos para preveniros.
Markus echó una mirada alrededor del grupo.
—Reunid nuestras fuerzas, quiero a todos los hombres disponibles.
Tay tomó forma humana para enfrentarse a su padre.
—No puedes, ¿qué pasa si es una trampa para mantenernos a todos alejados de las mujeres y dejarlas sin protección? —Miró alrededor a los lobos—. Recordad que ya ha ocurrido antes. ¿Cuántas mujeres y cachorros perdimos por la matanza de los Arcadiann?
Markus lo miró airadamente.
Pero Tay vio la mirada indecisa de los demás.
Wiliam avanzó.
—Creo que Tay podría tener razón, alguno de nosotros debería quedarse solo por si acaso.
Los ojos de Markus brillaron intensamente en la oscuridad. Odiaba ser cuestionado.
—Bien, Tay y el resto de vosotras mujeres podéis quedaros mientras cazo.
El grupo se dividió por la mitad.
Liam cojeó hacia Tay.
—No sé qué piensas tú, pero yo estoy seguro que no me siento como una mujer.
Tay se rio.
—Ignora a la maravilla impotente. Dime, ¿Qué pasó exactamente?
—Estábamos andando por los alrededores, tras la caza de pequeñas aves para practicar. En un momento los estábamos persiguiendo por el pantano y al siguiente Orian era golpeado con un taser, después alguien empezó a disparar con armas de fuego contra nosotros, perdimos a Agarian inmediatamente por una bala que le dio en la cabeza —Liam miró hacia abajo hacia su propia herida—. Me alcanzaron en la pata pero es un simple rasguño.
Razón por la cual no podía usar su magia. Cuando eran heridos su magia se volvía impredecible e inútil. Si se usaba podría causar toda una serie de desastres.
De repente Anya gritó.
Convirtiéndose de nuevo en lobo Tay corrió hasta ella, la alcanzó en un tiempo record. Se encontraba en el suelo retorciéndose, aterrorizado olisqueó su cuello.
—¿Anya?
Ella sollozó incontrolablemente, ¿estaba de parto tan pronto? Tay intercambió una mirada desconcertada con Liam que había llegado detrás de él.
—¿Qué es lo que ocurre?
—Orian.
—¿Qué pasa con él?
Anya pateó el suelo como si sufriera una terrible agonía.
—Está muerto.
Tay intentó calmarla.
—No, fue alcanzado con un taser.
Ella sacudió la cabeza negativamente.
—No, está muerto, lo sé puedo sentirlo.
—Solamente estas embarazada y trastornada.
Ella le lanzó una mirada tan hostil y agonizante que le llegó hasta el fondo del alma.
—Estábamos vinculados, Tay. Está muerto lo puedo sentir.
Tay no pudo respirar cuando esas palabras lo atravesaron. Vinculados.
Cuando dos Were-Hunter se vinculaban su fuerza de vida se convertía en una sola. Eso era un acto final de lealtad y amor, eso significaba que cuando uno moría ambos lo hacían.
La única excepción era si se estaba en embarazo, entonces su vida era alargada pero únicamente hasta que los bebés nacieran, una vez que el último de ellos se encontraba afuera y a salvo, la madre se uniría con su pareja en la eternidad.
Anya iba a morir.
Tay luchó por respirar cuando esas palabras lo golpearon como garras que excavaban en lo más hondo de su alma y era todo lo que podía hacer para tratar de mantenerse en pie.
—¿Por qué lo hiciste?
Ella le lanzó una mirada mordaz.
—Lo amaba, estúpido idiota ¿Por qué sí no?
Aulló un atormentador e inolvidable sonido. El grito de un lobo en completa agonía.
Tay inclinó su cabeza hacia atrás, se incorporó y se unió a ella en su propio dolor.
Su hermana iba a morir... y no había nada que él pudiera hacer.
Anya rompió a llorar.
—¿Cómo es posible que esté muerto? ¿Cómo?
Pero Tay no escuchó sus palabras, todo lo que podía hacer era verla morir y resignarse, ver como sus cachorros acudirían a él para que les contara historias sobre una madre a la que nunca conocerían.
¿Cómo podía ser?
Serían como él. Tendrían ese agujero dentro de ellos que nada podría llenar. Se preguntarían qué es lo que se siente al ser amado. Tener una madre que se preocupara por ellos y los alimentara.
Transformándose a humano, la abrazó y la sostuvo mientras sus propias lágrimas surgían.
—Anya, nunca los dejaré solos y no les faltará nada.
Excepto tú y su padre.
Esas palabras lo estrangularon e hicieron que perdiera el control. Contra su voluntad las lágrimas comenzaron a fluir, avergonzado ocultó la cara contra su cuello y la sostuvo, ella era todo lo que merecía la pena, no se suponía que tenía que ser de esta manera. Su hermano y hermana eran las únicas constantes en su vida.
Ellos eran su único consuelo.
Y ahora perder a uno de ellos... era más de lo que podía soportar.
La sostuvo cerca, meciéndola por horas sin importarle nada más, solo cuando Off regresó al amanecer, se dio cuenta de todo el tiempo que había transcurrido.
Off se acercó lentamente.
—¿Qué ocurre?
Tay buscó una manera de decirlo suavemente, Anya estaba durmiendo. Pero no existía consuelo para lo que le preocupaba. Apretó el puño sobre su piel blanca y se dio cuenta que no había una manera fácil de decirlo, una que no afectara Off de la misma forma que lo había afectado a él.
—¿Tú sabías que Anya estaba vinculada con Orian?
Off frunció sus labios como si sólo la idea le repugnara tanto como a Tay.
—¿Por qué iba a hacer algo así?
—¿Te dijo que lo amaba?
Off se puso en tensión.
—Has hablado en tiempo pasado.
Tay soltó un suspiro largo y se preparó para la reacción de Off. Dios como desearía no ser la persona que tuviera que decirle esto.
—Orian murió esta noche.
Off dejo salir una maldición tan fuerte, que Tay estaba anonadado por ella. Normalmente su hermano era más comedido, pero lo entendía perfectamente. Estaba experimentando las mismas emociones. Off se puso de rodillas su lado y colocó una mano sobre Anya, cuando se encontró con la mirada de Tay este vio el mismo dolor agonizante dentro de los ojos de su hermano que el que sentía en su propio corazón.
—¿Qué vamos hacer?
Tay sacudió su cabeza.
—Tendremos que verla morir,
Off miró a lo lejos, como si no pudiera soportarlo más de lo que Tay lo hacía.
—¿Qué sucedió?
—Un grupo de Arcadianns los atacaron y Orian murió durante la pelea. ¿Qué más?, maldito lobo estúpido, tenía que haber estado aquí con Anya y no saliendo de fiesta con sus amigos.
Off lanzó una mirada a los alrededores como si esperara que una sombra volviera a la vida y los persiguiera.
—¿Rastrearon a los demás de regreso aquí?
—No lo sé, no les pregunté. Markus y un grupo de los otros fue tras ellos.
—¿Y?
—Todavía no han regresado.
Esas palabras apenas habían salido de su boca, justo cuando los demás aparecieran lentamente en el campamento, algunos estaban sangrando y cojeando, pero no parecía que faltara nadie.
—Quédate con Anya.
Off fue a consultar con los demás.
Tay no se movió hasta que su hermano regresó con una mirada de acero en su rostro.
—¿Qué?
—Son el grupo de Arcadianns sobre el que Mew nos previno, de alguna manera descubrieron que estamos aquí y sus centinelas están afuera buscando nuestra sangre.
Esa era la historia de sus vida, sin importar dónde estuvieran los Arcadianns los encontraban y atacaban ¿Por qué no podían sus hermanos humanos dejarlos en paz?
Porque los destinos eran tres perras sicóticas que querían la completa aniquilación de su especie.
Ahora su hermana debía pagar el precio de una maldición que ninguno de ellos había querido o merecido, la vida era tan injusta. Pero como Mew ha dicho muchas veces, merecerlo no tiene nada que ver con nada, la vida simplemente es.
Off se sentó a su lado.
—Te ves como la mierda ¿Por qué no vas y tomas un descanso?
—¿No puedo dormir?
—Necesitas dormir, no le harás ningún bien a nadie si estas muy cansado para funcionar.
Sí , ¿pero cómo conseguiría encontrar paz esa noche? No había nada, excepto ese enfermizo nudo, en su estomago, que lo hacía querer vomitar.
Como querría poder retroceder veinticuatro horas y olvidarse de este futuro...
Off lo empujó suavemente.
—Yo me encargo de Anya, ve a descansar, no hay nada más que hacer, conviértete en lobo por un rato.
Tay cabeceó sobriamente antes de dejarla, a pesar de que lo único que quería hacer era sostenerla tanto como pudiera, pero Off tenía razón, necesitaba estar en su verdadera forma.
Y necesitaba encontrar algo para sí mismo. Algo que se llevara el dolor aunque fuera por un pequeño nanosegundo.
New se despertó cuando sintió un dolor que lo atravesaba. Era la misma sensación que tenía siempre que Max o uno de sus hermanos se encontraba en dificultades.
Solo que en esta ocasión era por Tay, lo podía sentir como si él estuviera en la habitación justo a su lado.
Y era la misma sensación de temor en su pecho, la misma urgencia de localizarlo inmediatamente y asegurarse que todo estaba bien.
¿Qué había pasado?
Cerrando sus ojos lo localizó, estaba acostado sobre su estomago en su forma de lobo. No parecía estar lastimado y sin embargo había algo en él que parecía estar roto, herido.
—¿Tay?
Tay se congeló por el sonido de la voz de New, abriendo sus ojos lo vio arrodillado junto a él.
¿Qué estás haciendo aquí?
—Yo...yo... no lo sé, simplemente sentí que necesitabas a alguien.
Frunciendo el ceño, quiso decirle que se marchara, sólo que él colocó una mano suave en su cuello.
Tay siempre había odiado que lo tocaran ahí. Ni siquiera Anya podía acariciarlo mientras estuviera en su forma de lobo. No podía soportarlo.
Sin embargo el toque de New lo calmaba. New pasó su mano a través de su piel hasta su oreja, que frotó suavemente entre dos dedos. Antes de poder detenerse, se inclinó más cerca de él.
—¿Qué ha pasado?
Se sofocó cuando pensó en Anya.
El compañero de mi hermana murió anoche.
—¿Tu hermana estaba vinculada?
Él asintió.
—Oh, cariño cuanto lo siento.
Lo siento... eran unas palabras sin valor, sin duda pronunciadas como hábito. Él odiaba que las personas dijeran eso cuando no tenían idea de lo que realmente significaban. Ninguna idea del dolor que lo quemaba por dentro, el de una perdida que pronto experimentaría y para el que no existía ningún tipo de alivio que lo pudiera aligerar o disminuir.
¿Cómo podría seguir sin su hermana?
Tú tienes a tu familia, no tienes ni idea de lo que es...
—Eso no es verdad —le dijo New apretándolo con fuerza. —Perdí dos hermanos y una de sus parejas, sé la angustia que el tiempo no puede curar. No pasa un día sin que me acuerde de ellos y de cómo murieron, así que no uses ese tono conmigo, no lo podría soportar.
Tay tomó forma humana y lo abrazó.
—Lo siento, New, no lo sabía.
New lo apretó con fuerza mientras trataba de controlar las lágrimas que siempre surgían cuando recordaba a Bastian y Gilbert.
Peor aún, ellos habían muerto por su culpa. Porque él había compartido su poder y les había mostrado como localizar a sus enemigos y fueron tras ellos para protegerlo. La culpa de eso. El dolor... había momentos como este cuando era más de lo que podía soportar.
Sin embargo la vida continuaba con cada latido agonizante.
—Está bien. —Susurró, pero no lo decía en serio nunca estaría bien perder a quienes amas, la vida era dura, cruel y fría. Lo sabía mejor que nadie.
El humor bipolar de su madre era prueba de eso. Mientras Maman le daba la bienvenida y protegía a cualquiera que era leal a su casa. Rápidamente estaba dispuesta a matar a cualquiera que sospechara que la traicionaría, de ahí su odio antinatural contra Max.
Y era tan implacable, aún sabiendo que lo amaba, New pudo vislumbrar en los ojos de Maman como lo culpaba incluso aunque fuera sólo un cachorro cuando ellos murieron,
New suspiró.
—Como Max siempre dice: tarde o temprano la vida nos pasa factura a todos.
—¿Max?
—El Tigard que me ayudaste a salvar. Tiene una forma particular de ver la mayoría de las cosas, pero en esto yo creo que tiene la razón. Nosotros somos las víctimas.
Tay sacudió la cabeza.
—Me niego a ser la víctima. Alguna vez... pero no ahora, no puedo creer que la vaya a perder y que no haya nada que pueda hacer para evitarlo.
—Al menos tienes tiempo de decirle adiós, mis hermanos se fueron en un instante, no hubo tiempo para nada ni siquiera duelo.
Tay se detuvo cuando se dio cuenta de lo mucho que New lo reconfortaba, estaban compartiendo su dolor...
¿Qué estás haciendo?
Estaba llegando a New y no tenía idea de por qué, él nunca confiaba en nadie, especialmente no en extraños. Rechazaba acomodarse y siempre lo había hecho.
Sin embargo, no quería dejarlo, se quería quedar de esta manera durante un rato, para que New aliviara el dolor de su corazón.
New se separó de su brazo para mirar algo en el suelo. Se inclinó ligeramente hacia adelante para agarrar el trozo de tela que Stefan había rasgado de uno de los atacantes Arcadianns. Lo había llevado para inspeccionarlo y Off lo había traído de vuelta antes para echarle un vistazo. Desafortunadamente el olor estaba tan contaminado que era inútil para ellos intentar utilizarlo para localizarlos.
New frunció el ceño cuando lo estudió atentamente.
Él copió su gesto.
—¿Qué pasa?
—Conozco esto, es de una tessera uniformada.
Su corazón dejo de latir.
—¿Qué quieres decir con que lo conoces?
New cerró los ojos para usar sus poderes viendo imágenes reproduciéndose en su cabeza. Podía ver a los lobos peleando, oírlos gruñendo y desgarrando. Ver a los Arcadianns atacándolos, pero algunos hechos estaban más claros que otros, sin embargo había una cara que conocía muy bien.
—Ese es Stone.
Tay inclinó su cabeza.
—¿Stone? ¿Por qué me suena ese nombre?
—Ese fue el lobo con el que peleaste fuera del Santuario.
Tay dejó salir el aliento como si lo hubieran golpeado fuertemente en el plexo solar.
—¿Qué?
—Él era el lobo.
—No. —Tay sacudió la cabeza con incredulidad ante esas palabras que destrozaban su alma. ¿Qué he hecho? —Queridos dioses—... Yo soy el que mató a mi hermana.