La lluvia de nuestros deseos empapan nuestras sábanas. Y dibujan sinuosos caminos en tu piel, en cada uno de tus poros, mi amor...
No puedo dejar de imaginarte así.
Cuando me deslizo sutilmente por tu ardiente cuerpo,
complacido y sin decir una sola palabra.
En vos descubro esa pasión que nos embriaga y nos desnuda para unirnos hasta el extasis.
Gotas de deseos cargados de gozo y ternura,
descendiendo con tibia calidez por tus hombros y cuello,
hasta centrarse en la delicia de tus senos.
La felicidad y el extasis extremos.
Y estoy con todas mis ganas y deseos de llenarte de placer y felicidad.
Abriendo nuevas rutas en ese increíble universo exótico que es tu incandescente cuerpo...
Las gotas de deseos descienden por tu abdomen perfecto, hasta llegar y anidarse en ese húmedo jardín.
El jardín de los placeres.
Ya no existen palabras, solo latidos, solo nuestro ardor, solo el amor...
Y así pienso constantemente, con dulzura, con pasión, con respeto, con humildad...
Bajo la lluvia de nuestros deseos.