Monet Boupher.
-Monet- el grito de Nick es lo primero que me recibe en el momento en que pongo un pié en el Pent Hause.
-Hola mocoso- lo levanto en brazos y beso su mejilla.
-Futura cuñada- sonrío al ver a Viktor y él se acerca para besar también mi mejilla.
-Hola Vik- miro un momento el lugar y me obligo a reprimir la risa que quiere salir de mis labios al ver todo.
Por toda la sala de estar se encuentran esparcidas cajas de jugos de diferentes sabores, botellas de gaseosas y cajas de palomitas vacías. La televisión se encuentra prendida con un videojuego puesto y los controles están en el piso.
-Al parecer no andaban aburridos- me burlo y arqueo una ceja en dirección al hombre de ojos azules que se encoge de hombros.
-Hacía tiempo que no jugaba- responde con simplesa.
-Y se nota, le gané en todas las partidas- Nick alza sus brazos en señal de victoria y lo pongo una vez más en sus pies.
-Ni me lo recuerdes mocoso, solo te expliqué una vez ¿no que no sabías jugar?- el niño copia si acción y se encoge de hombros.
-No sabía, pero me enseñaste y te superé- Viktor gruñe en molestia a lo que el mocoso le saca la lengua y se va corriendo.
-A veces creo que tiene superpoderes- rueda los ojos y río -¿y mi hermano?.
-Viene en un momento, creo que iba a ver que todo esté bien con la seguridad del lugar.
-¿Cómo estuvieron las cosas en Alemania?.
-Bien- sonrío ante los recuerdos de cuando desperté.
Me remuevo en la cama tratando de buscar una mejor posición, pero un peso en mi cintura me lo impide, abro los ojos y me veo obligada a cerrarlos una vez más por la luz que entra por las ventanas.
Lo que sea que está en mi cintura se mueve ligeramente y es cuando caigo en cuanta de lo que pasa.
Me quedé dormida en los brazos de Zeus luego de que curara mis heridas e intentara cambiar sus vendas.
-Oh Dio- me levanto de golpe desperatando al hombre junto a mí en el proceso.
-¿Qué pasa?- se sienta en la cama mirándome con los ojos achinados y el rostro arrugado por la incomodidad de la luz.
-No pasa nada, sigue durmiendo, solo me daré una ducha- asiente no estando del todo despierto y vuelve a acostarse.
Me levanto para ir por mi ropa y me meto al baño sin poner el seguro, no creo que se vaya a despertar en un buen rato. Antes de quitarme lo que me queda de ropa.
Ya que he dormido en sostén.
Me miro al espejo y mis mejillas se encienden en vergüenza al ver la cicatriz de mis costillas, esa que no dejo que nadie vea.
-¿La habrá visto?- me pregunto a mí misma y cambio mi vista a la puerta como si pudiera verlo tranquilamente dormido sobre la cama -espero que no.
No volveré a olvidar ponerme el parche para cubrirla
Finalmente me saco todo y me meto a la ducha, dejando que el agua moje mi cabello y corra por mi cuerpo desnudo hasta caer al piso vestido con lozas grises, cierro mis ojos y respiro profundo cuando recuerdos quieren llegar a mi mente y no se los permito.
No ahora.
Unos veinte minutos después salgo y me seco para colocarme la ropa interior, un conjunto de encaje blanco sencillo. En la cajonera encuentro una secadora y la conecto a un interruptor para poder secar mi cabello.
Pero cuando estoy a punto de prenderla la puerta se abre de manera abrupta y tomo la toalla para cubrir mi cuerpo.
-¿Pero qué haces?- chillo al ver a Zeus mirarme de arriba abajo, deteniéndose en mis piernas.
-Tienes buenas piernas bruja- me señala y dejando de lado todo el escaso pudor que tengo le lanzo la toalla al rostro mostrándome semidesnuda.
Por suerte este sostén si cubre la cicatriz.
-Idiota- siseo prendiendo al fin la secadora y poniendo manos a la obra en lo que iba a hacer.
-Te queda bien el blanco- se acerca a mi cuerpo por la espalda y miro nuestro reflejo en el espejo de medio cuerpo frente a mí -resalta el tono ligeramente bronceado de tu piel- coloca una mano en mi cintura y siento como una corriente eléctrica me recorre todo el cuerpo -¿me pregunto como se verán estas si las asoto?.
Muerdo mi labio inferior, para evitar que un gemido salga, cuando da un pequeño golpe en mi trasero y luego soba esa zona.
-¿Qué haces?- pregunto e inclino ligeramente mi cabeza hacia atrás cuando sus labios rozan la piel de mi cuello.
-Shhh- deja besos desde mi clavícula hasta mi oreja y muerde el lóbulo de esta.
-Zeus- chillo cuando de un solo movimiento me gira haciendo que qurdemos frente a frente y me sube a la encimera del lavamanos.
-Solo calla Skorpion- susurra y abre mis piernas para meterse entre ellas.
Su mirada se conecta con la mía y no pasa mucho hasta que nuestros labios se unen en un beso que dice todo lo que no queremos hablar, el deseo que ha crecido con este viaje y lo que queremos del otro.
Llevo mis manos a su pecho desnudo y el estruja mi trasero con las suyas acercándome más a él. Finalmente un gemido abandona mi garganta y se pierde en su boca cuando siento su dura erección haciendo fricción contra mi sexo enfundado en las bragas.
-Es hora de que me de una ducha para poder irnos- gruño con molestia cuando se separa de mí y se aleja.
Su sonrisa victoriosa no se hace esperar al saber que se ha desquitado de lo que le hice en el club, me bajo de la encimera y procedo a terminar de cecar mi cabello con el ceño fruncido por la frustración.
Escucho como se ríe por lo bajo y cambio mi mirada en su dirección para encontrarlo bajando sus pantalones junto a su boxer.
¿O no lleva boxers?.
Ni idea.
Lo único que sé es que su trasero es perfectamente redondo, su piel bronceada hace ver su espalda muchísimo más sexy, tanto que tengo que relamer mis labios ya que de un momento a otro se han secado.
-¿Quieres una foto?- su voz me saca de mis pensamientos poniendo fin a todas las imágenes no aptas para menores de edad que se estaban reproduciendo en mi mente.
-Púdrete- digo con toda la intención de que me escuche.
Luego de eso fuimos a comprar el regalo de Nick, obviamente en contra de su voluntad, le rogué tanto que terminó por acceder.
-Monet- el grito de Viktor me trae de vuelta -te has quedado idiota.
-¿Qué decías?- sacudo ligeramente mi cabeza para volver en mí.
-Nada- me evalúa un momento con una ceja arqueada -olvídalo.
Da unos cuantos pasos y se deja caer sobre uno de los sofás colocando uno de sus brazos sobre sus ojos.
-¿Cómo está ella?- pregunto tomando asiento frente a él.
-No quiere ver a nadie desde que pasó el efecto de los sedantes- responde sin mirarme.
-Bruja en un momento nos vamos- dice Zeus cuando pasa por nuestro lado como alma que lleva el Diablo.
-Hola hermano, también me alegro de verte, ¿qué tal tu estadía en Alemania?- grita sarcástico Viktor.
-Perdón... tengo la cabeza en otro lado- el mayor de los hermanos se regresa mientras que el menor se pone de pié para recibirse en un fuerte abrazo.
-Puedo notarlo, pero tienes que estar centrado- Zeus asiente y me mira un momento, le doy una sonrisa de boca cerrada mientras que lo miro como niña que no rompe ni un plato.
-Suéltalo, no te lo guardes, ¿qué quieres?- rueda los ojos.
-¿Cuándo salgamos del hospital iremos al almacén donde llevaron a Makayla cierto?- asiente esperando a que prosiga -antes de ir necesito pasar por otro lugar- suelto recordando la petición de Nick.
-¿A dónde?.
-No se donde es, pero Nickolas si.
-¿Yo qué?- aparece el rey de Roma por uno de los pasillos.
-¿Sabes donde está la casa?- me agacho hasta quedar a su altura.
-Claro, en un pequeño pueblo al extremo norte de la ciudad- responde seguro -todas las demás casas eran pequeñas y estaban en malas condiciones, pero la nuestra era enorme.
-Hoy mocoso- el niño mira al ruso mayor sorprendido de que le dirija la palabra como el día del parque -¿Qué edad tienes? tu vocabulario no es de un niño de cuatro años.
-El señor Kashat decía que tengo memoria fotográfica- sonríe con orgullo mientras que todos nos miramos con confusión.
-¿El señor Kashat?- preguntamos Viktor y yo al unísono.
-Si, es un señor que viene de la India, pasaba mucho tiempo en la casa cuando nos visitaba- la emoción en su voz es evidente -pero él...- mira a los hombres con recelo antes de acercarse a mi oído y hablar en voz baja -él no nos hacía daño.
-¿Hablas solo ruso?- Zeus corta el tema sabiendo perfectamente de lo que habla el niño y por qué se comporta así.
-No, hablo unos cuatro idiomas- señala con su mano levantando esa cantidad de dedos -el ruso por mi ma... por Makayla- se corrige -el idioma natal del señor Kashat, inglés y español.
-¿Eres todo un cerebrito no?- Viktor de acerca y revuelve su cabello.
-No- niega con la cabeza varias veces -solo tengo buena memoria.
-Bien, prepárense que nos vamos- nos dice el mayor de los rusos a Nick y a mí.
-Vamos mocoso, tenemos que cambiarnos- él asiente y me pongo de pié para irnos ambos a la habitación.
Voy al vestidor donde hay ropa para él y saco unos pantalones blancos, una camisa de cuadros blancos y negros, junto a unas botas negras. Me dirijo hacia donde lo dejé y lo encuentro tarareando una canción sin sentido en varios idiomas, mostrándome que en verdad habla esos cuatro que mencionó antes.
-Ey- llamo su atención -¿puedes cambiarte solo? necesito quitarme todo esto.
-Claro- comienza a desvestirse y regreso al vestidor.
Para mí saco unos pantalones rojos y una camisa del mismo color, y para completar saco mis botas negras de tacón de al menos quince centímetros y un cinturón del mismo color.
Luego de ducharme y cambiarme me arreglo el cabello, decido llevarlo suelto, dejando que caiga a los costados de mi rostro, aprovechando que hoy hace algunas ondas. Me maquillo con colores opacos pero algo totalmente sencillo, que solo resalta mis ojos y mis labios.
Treinta minutos después bajamos al primer piso del Pent Hause donde nos espera Zeus.
-Estamos listos- informo y él levanta su mirada para vernos.
-¿Lo de llamar la atención es lo tuyo no?- arquea una ceja en mi dirección.
-No, pero suelo tener ese efecto en las personas- rueda los ojos ante mi ego que se encuentra hasta el fondo de un agujero negro.
Exacto.
No tiene fondo.
Subimos al ascensor en completo silencio hasta que decido romperlo cuando llega a mi mente la letra de una canción que amo, y juro que no es solo por la película.
-You're the light, You're the nigth, you're the color of my blood...
-Love me Like you do- asiento ante las palabras de Zeus -es la canción favorita de Daniela.
-Lo sé, en casi todas las cenas que se hacían en Italia veíamos las películas juntas- sonrío ante los recuerdos.
-Ustedes y su obsesión con Christian Gray- de burla.
-¿Qué tiene de malo? ese hombre sin duda es un maestro del látigo- me abanico el rostro con dramatismo.
-Yo si que puedo mostrarte lo que es un verdadero maestro del látigo- me mira insinuante y siento como por un momento el color sube a mis mejillas.
-Ew que asco, por favor recuerden que hay menores aquí- se queja Nick y agradezco que haya roto el pequeño momento de tensión que se había formado.
La caja metálica finalmente llega al estacionamiento del edificio, subimos a la camioneta dejando al mocoso en el medio y no tardamos en ponernos en marcha.
El camino es silencioso y me dedico a observar los edificios de Moscú. Una lágrima pica en el fondo de mis ojos al recordar las palabras de Viktor.
No quiere ver a nadie desde que pasó el efecto de los sedantes.
Tienes que levantarte de ahí Daniela.
Por mí.
Por todos.
Si yo pude hacerlo tú también, demuéstrale al mundo que aunque intentaron joderte no lo lograron y solo te hicieron más fuerte.
De un momento a otro mi mente cambia drásticamente el rumbo de mis pensamientos, llevándome a esos momentos que aunque no pueda borrar los guardo en lo más profundo de mi ser de donde no puedan salir.
¿Lo peor?.
No son los recuerdos de malos momentos.
Al contrario.
Son de esos en los que creí ser feliz.
O tal vez si lo fui.
Pero no me permitieron disfrutarlo.
Limpio la ligera lágrima que corre por mis mejillas al saber que esta vez no podré detenerlos.
-Buenos días ángel mío- el aliento de Simón choca contra mi nuca y sonrío al instante.
-Buenos días amore- me volteo para encontrarme con sus ojos cafés -¿dormiste bien?.
-Contigo siempre duermo bien amore- deja un casto beso en mis labios y enredo mis dedos en su cabello rubio para luego llevar un mechón detrás de su oreja, el que lo tenga hasta los hombros es una de las cosas que más me gustan de él.
-Andas romántico hoy- me burlo y me vuelve a besar, esta vez de forma algo apasionada.
-Siempre logras sacar ese lado mío, ya deberías saberlo.
...
-Casi llegamos- dice por enésima vez Simón.
-Llevas diciendo eso la última media hora- bufo y chillo cuando tropiezo contra algo que no tengo idea de que es gracias a la venda que cubre mis ojos.
-Ahora si es cierto- escucho su risa.
-Como me mate será tu culpa Belnetti- grito cuando vuelvo a tropezar y de no ser por sus brazos que me sostienen de la cintura me hubiera ido contra el suelo -ten más cuidado pedazo de idiota italiano.
-Perdón amore- me suelta y siento como sus manos suben a la parte trasera de mi cabeza para comenzar a desatar la tela.
-¿Lista?.
-Siempre.
Poco a poco lo que obstruye mi visión va desapareciendo y parpadeo varias veces para adaptarme a la luz, mis labios se separan ligeramente al ver todo mi alrededor.
Estamos en medio de un bosque, los árboles se encuentran iluminado por guirnaldas que se enredan en sus troncos, y otras que cuelgan de unos a los otros formando un círculo de luces.
En medio de este hay una mesa vestida con un mantel blanco, sobre esta dos copas totalmente llenas de pétalos de rosas los cuales también se encuentran esparcidos sobre la mesa.
En medio las flores rojas adornan el jarrón de cristal y junto a él una botella de vino con un lazo rojo también.
-Simón esto es... hermoso.
-Hemos llegado- la voz del niño junto a mí me saca de mis pensamientos -¿Estás bien?.
Limpio rápidamente las lágrimas que mojan mi rostro.
-Si, estoy bien, no te preocupes- no muy conforme asiente.
Los tres nos adentramos al hospital junto a los guardias y en silencio caminamos por los pasillos que nos llevan a la habitación que ocupa Daniela.
El poco personal que encontramos en el camino se aparta para permitirnos el paso y ni siquiera nos miran a la cara.
Cuando llegamos a la primera que veo es a Sasha que parece algo impaciente, tanto que ni siquiera nota nuestra presencia.
-No quiero que nadie entre- el grito que se escucha seguido del sonido de algo rompiéndose contra la puerta en el momento en que una de las enfermeras sale cerrándola junto a tiempo para que no la golpee hacen que me sobresalte.
-Señora lo... lo siento- la chica está tan nerviosa que no le salen correctamente las palabras.
-No te preocupes niña, solo ve a atender a los demás pacientes que te necesitan- ella asiente y pasa por nuestro lado prácticamente corriendo.
-Madre- ahora es ella la que se sobresalta al escuchar la voz de su hijo.
-Por todos los demonios- lleva una mano a su pecho para calmar su respiración -oh chicos- se apresuma a abrazarnos cuando nota que solo somos nosotros -¿Cuándo llegaron?.
-Hace un rato- respondo yo.
-Debieron descansar, deben estar agotados.
-Vik me ha dicho que no quiere ver a nadie- señalo la puerta.
-Así es- el dolor atraviesa sus ojos -ya un enfermero se llevó una herida sobre la ceja que requirió de sutura.
-Voy a entrar- antes de que puedan protestar o detenerme ya me he adentrado a la habitación dejándolos fuera.
-¡Dije que no quiero a nadie aquí!- por los pelos logro esquivar la bandeja con medicamentos y jeringas que es lanzada en mi dirección.
-Nani- hablo con tono suave y levanta su mirada al reconocer mi voz.
Una punzada de dolor se hace presente en mi pecho al ver sus ojos rojos e hinchados de llorar.
-Noni- se rompe en llanto y literalmente corro hasta quedar junto a la cama y poder abrazarla escondiendo su rostro en mi pecho.
-Llora, solo llora amor, sé perfectamente que es lo que necesitas ahora- las lágrimas no tardan en correr por mis mejillas al verla en este estado y a la vez verme a mí hace unos años atrás.
-Yo... no quería... les dije que no lo hicieran... pero ellos...
-Shhhh- acaricio su cabello mientras sus manos se aferran a mi cintura -ahora estoy aquí, contigo, las dos, para apoyarnos y protegernos.
-¿Aunque ahora esté rota?- levanta su mirada para mirarme a los ojos.
-Aunque ahora estés rota ¿Sabes por qué?- niega -porque yo puedo ver todo lo bello que guardan todos esos fragmentos de tí que esperan ser juntados y levantados para convertirse en algo muchísimo mejor de lo que eran antes- soy testigo de como una pequeña sonrisa aparece en sus labios y vuelve a aferrarse a mí.
-¿Algún día el dolor se irá?.
-No lo hará, pero aprenderás a convertirlo en tu fortaleza.
-¿No te irás?.
-No lo haré- respondo segura -aunque en algún momento nos separe el mar, el universo o incluso toda una vida, seguiré a tu lado Daniela.
-¿Lo juras?- vuelve a mirarme a los ojos.
-No lo juro, lo prometo.
-¿Promesa de una Boupher?- sonrío al saber que conoce perfectamente el significado de eso.
-Promesa de una Boupher.
Una promesa que aún después de la muerte lucharé por mantener.
N/A: hola holaaaaaa...
Después de perder el capítulo completamente dos veces al fin pude publicarlo...
Sé que ha sido un capítulo con demasiadas emociones pero que demuestra un poco de como está mi estado actual.
Zeus se desquitó la provocación de Monet en el club uhhhhhh.
Esto parece una guerra jajaja...
Ha cierto.
Lo es... jejeje.
¿Quién creen que ganará?.
Aquí Team Zeus.
Aquí Team Monet.
¿Estamos de acuerdo en que amamos al mocoso cerebrito?.
La que diga que no se lleva un golpe se parte de mí bate de béisbol.
Si... ya no tengo la sartén, pero este duele más buajajaja.
El momento entre Monet y Daniela fue sin duda lo parte favorita del capítulo.
No estoy llorando... ustedes están llorando.
Recuerden que si alguien soltó al menos una lágrima...
Aquí está la cubeta donde deben depositarla.
Y por si se preguntan que hago con ellas...
Se las doy a beber a mí mascota.
Ahora que digo mascota...
¿Extrañan a Botox?.
No se preocupen que sabrán de él en el próximo capítulo.
Sin más que decir...
Nos leemos pronto Rulitos.
Atte: su Rulosa...