Después de la reunión ambos salieron del teatro, él ofreció pagar por la comida así que se dirigieron al restaurante.
— Satoru, ¿Qué sucede? No has dicho ni una sola palabra desde que salimos de la casa de Suguru — dijo con seriedad.
— ¿Por que no me dijiste que lo conocías? — inquirió.
— No lo preguntaste — dijo escueto y vio al albino rodar los ojos — Además Suguru mismo fue el que me pidió que no te lo dijera — informó —¿Qué fue lo que pasó entre ustedes? — inquirió.
— Nada, no pasó nada — respondió molesto.
Suspiró frustrado, hacia mucho tiempo no se sentía tan estresado — Satoru, no necesito ser genio para darme cuenta que entre Suguru y tu ocurre algo, no necesito que me lo digas, puedo imaginar a la perfección de que se trata — mencionó — Sólo espero que todo esto no se convierta en un problema — suspiró.
— No veo por que se convertiría en un problema, cualquier relación que pudo haber existido entre Suguru y yo terminó hace mucho tiempo — confesó — No tienes que preocuparte, sólo cumpliré con el contrato con Mimiko y Nanako y regresaré a Italia — dijo con tono serio.
Pasó su mano por su rostro a modo de frustración — Satoru seré honesto contigo, Suguru ha sido mi amigo por mucho tiempo y aunque parezca mentira nunca había visto ese tipo de mirada en Suguru, desde el día en el que él me llamó y me pidió que te diera una oportunidad, él y yo nos hemos reunido en reiteradas ocasiones y en una de esas quise hablarle de tu progreso, pero él me detuvo, me pidió que no le hablara de ti — confesó y vió al albino con es ceño fruncido, su expresión era de confusión pura — No sé a la perfección que fue lo que pasó entre tu y él, pero como consejo te digo que no lo condenes, su vida no ha sido nada fácil así que para él se volvió costumbre sacrificar su felicidad y así poder cumplir con su deber como heredero de una de las familias más prestigiosa de Japón — dijo y dio un trago a su copa de vino
— No logro comprender, tengo más de cinco años esperando por respuestas, cuando volví a verlo creí que era un sueño, al principio estaba molesto, pero ahora esto me confunde — suspiró — Quisiera que él me dijera sus motivos, que él abriera su corazón y así poder saber si ya es momento de soltar o aun queda una esperanza por mínima que fuera — murmuró lo último.
— Eso solo lo sabrás si tu también abres tu corazón a él, creo que hubieron muchas cosas que ninguno de los dos se dijo y por eso terminaron en esta situación, asi que lo sensato es hablar, ¿No crees? — inquirió y vio con satisfacción la sonrisa del albino.
Siguieron hablando de cosas triviales durante un rato mientras terminaban la comida; él se ofreció a llevarlo a casa, pero antes debían pasar por su oficina ya que debía firmar algunos documentos, al llegar se dispuso a bajar del auto, pero Satoru lo detuvo al tomarlo del brazo, él giró el rostro para custionarlo, pero el albino señaló al frente así que giró nuevamente, su mandíbula casi cae al suelo al ver que de un hotel cercano salía Riko del brazo de un hombre el cual no reconoció.
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Nuevamente su día era muy aburrido, pero prefería eso a estar en casa escuchando los reclamos de Riko, a sus padres y hermanas preguntado cuando tendrán un bebé o la indiferencia de Satoru, suspiró frustrado ya no sabía que más hacer parecía un chiste lo patético qué podía llegar a ser; esa mañana después del incomodo momento con Nanami y Satoru subió a su habitación al entrar vio a Riko terminando de vestirse al preguntar a donde iría ella solo respondió que ya estaba cansada de esperar por él así que ya no lo haría más. No tenía el derecho de reclamar si Riko le era infiel, él lo fue en su luna de miel, había cometido tantos errores y uno de ellos fue haber dejado que Riko se quedara a su lado, ella merecía ser feliz, sentirse deseada por un hombre que la ame profundamente y por más que trató él no era ese hombre, suspiró nuevamente y continuó con su hacer para poder despejar su mente; había pasado poco más de una hora cuando decidió ir por un café a una de las cafeterías que se encontraban cerca de la empresa, después que le entregaron su café se dispuso a salir y por uno de los ventanales vio a Satoru quien se encontraba algo indeciso y veía hacia la empresa, luego dudaba y quiraba en dirección contraria, el se acercó para saber que le ocurría.
— Satoru, ¿Estas bien? — inquirió y el albino volteó sorprendido.
— Suguru, ¿Qué haces aquí? — dijo nervioso.
— Vine por un café, pero ¿Tú que haces aquí? — inquirió con una leve sonrisa.
— Vine por que... Vine por ti — soltó sin más.
— ¿Por mi? ¿Paso algo? — indago nervioso.
— Eh... Si, pero hablemos en otro lugar — sugirió.
— Si, hay una cafetería a unas cuantas cuadras de la empresa, allí podremos hablar con calma — dijo rápidamente.
— Si vamos — murmuró.
Caminaron hasta la cafetería y subieron al segundo piso y escogieron una de las mesas al fondo para poder tener más privacidad aunque el segundo piso estaba completamente vacío, antes de tomar asiento el albino lo tomó por la cintura y le dio la vuelta para poder quedar frente a frente y así el albino pudo besarlo, el contacto al principio fue bastante torpe, por unos segundos se sintió como un adolescente inexperto, pero la calidez del cuerpo del albino lo hizo olvidarse de todo y fundirse en ese beso que era tan demandante, se separaron cuando el aire les hizo falta, sus ojos se encontraron y por primera vez desde que se volvieron a encontrar el albino lo veía nuevamente de manera cariñosa así que no pudo resistir más y se refugió en sus brazos.