Elena Jones
Entre ésta zona boscosa, veo a mis papás quitando de los árboles unos extraños papeles, o más bien, notas que ya he visto antes y que ahora conozco muy bien.
Ahora veo a mis padres correr despavoridos por el oscuro bosque. Constantemente, miran hacia atrás, como si algo o alguien los persiguiera para darles caza. El ambiente cada vez se torna más tenso y pesado.
Lograron escapar de entre la maleza de los árboles y ambos se subieron al auto para partir en éste.
«Ésto ya lo había visto y sé lo que está a punto de suceder».
—¡MAMÁ! ¡PAPÁ! ¡NO!—Grité horrorizada al ver que algo apareció en medio de la carretera. El auto se desvió del camino, se estrelló contra un árbol y explotó en llamas.
El causante de la muerte de mis padres fue una figura de altura anormal y sin rostro. Él provocó el accidente de mamá y papá.
«Slenderman».
Ese monstruo me gruñó ferozmente mostrando una hilera de grandes colmillos filosos y de su espalda sobresalieron una especie de tentáculos negros.
Mi cabeza comenzó a doler con mucha intensidad, mi naríz empezó a sangrar y mis oídos zumbaron con fuerza.
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Desperté de golpe de esa pesadilla tan real.
Todo el cuerpo me duele y apenas puedo moverme.
Casi ahogué un grito de horror al ver al mismísimo Slenderman situado frente a mí, a unos pocos metros de la cama.
—Usted... Asesinó a mis padres... ¿Por qué...?—Me atreví a preguntarle con mucho temor y dolor.
—Como acabas de ver, ellos se metieron en mi territorio y tomaron algo que no era de su pertenencia.—Confesó con voz fuerte y grave, tanto así que resonó en mi cabeza y oídos.—Y tú debías pagar el precio en su lugar. Tenías ser mía, una más de mis marionetas, pero ya has sufrido demasiado, es momento de compensarte por servirme y por ser mía, Elena.—Slenderman es un ser tan frío, duro y sanguinario.
—¿¡Qué culpa tenían mis padres!? ¿¡Qué culpa tengo yo!?—Cuestioné a grito abierto mientras me levanto de la cama con muchísimo esfuerzo.—¿Compensarme? No necesito de su mugre compasión y generosidad. ¡Máteme! ¡Quiero morir ahora mismo!—Sin importarme el dolor en todas las extremidades de mi cuerpo, caminé con mucho esfuerzo hacia la ventana, ya que él me está bloqueando el paso para salir por la puerta, así que escaparé por la ventana.
Intenté abrir la ventana, pero me desesperé al no poder hacerlo, está muy bien cerrada. Para todo hay un maldito obstáculo, pero ésta vez nada me detendrá.
—¡¡¡AAAHHH!!!—Rompí el cristal de la ventana con mis dos puños. Corté mis manos con los cachos de vidrio y algunos pedazos se incrustaron en mis pies. No me importó cortarme con los cristales, lo único que quiero es alejarme de éste lugar y de todos ellos.
—¡Elena! ¿¡Qué estás haciendo!? ¡Abre la puerta!—Miré con terror la puerta al escuchar que la golpean y la patean constantemente para entrar.
Me apresuré a salir por la ventana con mucha dificultad. Por suerte, la cabaña es de un sólo piso y muy fácil puse mis pies afuera.
Ellos continuaron golpeando la puerta del cuarto, ellos no se detendrán hasta tirar la puerta, pero yo ya no estaré ahí, ya no me encontrarán.
—Malditos y mil veces malditos. Los odio a todos. Ellos siempre están sobre mí, no me dejan ni respirar. Quiero librarme de todos ellos.—Murmuré con tanto odio y recor tocando mi vientre vacío. Sé que he perdido a mi bebé, pero no me importa, lo despreciaba tanto como a ellos.
Caminé despacio por el oscuro bosque y de vez en cuando me apoyaba de los árboles cuando me debilitaba.
—Ustedes me hicieron ésto, malditos.—Golpeé ferozmente mi abdomen. El vendaje que presiona toda la zona de mi estómago está húmedo, veo una tenue mancha de sangre fresca.—Ay...—Un punzante dolor en forma de cólico golpeó con fuerza mi vientre y me hizo retorcerme.
—¡Elena! ¿¡Dónde estás!?—A lo lejos los escucho llamarme. Tan sólo escuchar sus llamados cerca alimentó más mi miedo. Escucho ruidos de ramas ser pisadas y golpeadas por ellos.
Continué caminando por ésta zona boscosa, mis pies están llenos de lodo y sangre seca.
Hubo un momento en dónde todo se quedó en silencio y ya no escuché sus llamados. Todo a mi alrededor se tornó silencioso y tranquilo, sólo escucho los latidos fuertes de mi corazón asustado y mi respiración irregular.
«Me aterra tanto que puedan estar observándome desde alguna parte».
Me detuve en seco al sentir una ligera brisa fresca chocar contra mi rostro, seguí aquéllo lo que parecía ser el ruido fuerte de mucha agua. Cuánto más me acercaba, más sólido sentía el suelo, caminé más al frente y pude verme en lo alto de una hermosa cascada.
Por alguna extraña razón, miré hacia atrás para ver si hay alguna señal de ellos, pero no, nada. Sentí un vacío en mi pecho y una rara sensación de soledad.
Regresé mi mirada hacia el vacío de ésta cascada.
«¿Qué pasaría si me tiro al vacío? Sería arrastrada brutalmente por la corriente».
Un aire fresco me recibió entera y respiré profundamente, me abracé a mí misma sintiéndome libre y relajada. Cerré mis ojos para despejar mi mente y sólo me concentré en el sonido del agua.
Pienso en tantas cosas y muchos amargos recuerdos vinieron a mi mente. Desde que a mis padres los mataron he sido azotada, maltratada, humillada, acosada y ultrajada. Pero lo que más me duele saber es que mis padres no murieron naturalmente, sino que fueron asesinados por Slenderman.
«Enterarme abruptamente de todo fue el golpe final y demasiado duro que ya no deseo vivir».
—Me niego a seguir órdenes de Slenderman y volverme como sus hombres.—Murmuré sintiendo el aire soplar más fuerte contra mi rostro y alborotó mi cabello largo.—El único escape a éste infierno llamado vida es... La muerte...—
Lágrimas gruesas bajan por mis mejillas, se deslizan por mi cuello hasta caer a mis pies. Lloro en silencio llena dolor y recuerdos dolorosos.
Me duele tanto recordar a mis padres, tal como sus rostros y su voz.
Ver el cuerpo descarnado de Ethan me traumatizó, es una imágen que se quedó grabada en mi cabeza al presenciar cómo lo mataron delante de mis ojos.
La muerte de mi mejor amiga Kenia me enloqueció, recuerdo su cuerpo sin vida, colgado del techo, con una soga alrededor de su cuello. Todo su cuerpo tenía marcas, sangre, moretones y en su entrepierna había sangre seca. Fue la mejor amiga que tuve, la amaba tanto que sentí que perdía la razón al encontrarla sin vida.
Y mi abuelita, la mujer que me acogió y me dió asilo desinteresadamente en su casa murió de pena y tristeza por encontrar muerta a Kenia y por no volver a verme a mí. Eso la enfermó y la mató.
«Sólo les traje desgracia pura. Me he quedado sola».
Un sentimiento de rabia me invadió entera al pensar en esos hombres llamados Proxy's, me dá asco recordar sus malditos rostros, sus voces y sus risas cuando me lastimaban. Quisiera borrar cada beso, cada marca y cada toque dejado sobre mi piel, la asquerosa sensación de sentir sus miembros profanar mi pequeña cavidad sin piedad.
Un llanto desolado escapó de mi garganta seca.
Ni siquiera puedo dormir por las noches, ya no tengo paz en mi mente, ya no puedo descansar, en mis sueños veo los cadáveres de todos mis seres queridos. Al cerrar mis ojos veo el cadáver de mi tío tendido en ese mar de sangre, aún siento su sangre caliente en mis manos y en mi cuerpo, pero no me arrepiento de mi crimen, ojalá se esté pudriendo en el infierno.
«Mi mente está nublada de dolor e imágenes terribles».
Si tan sólo mi tío me hubiera asesinado esa misma noche, no me habría pasado ésto.
No sé qué hubiera sido mejor; Ser asesinada a golpes por mi tío o el terrible destino que me esperaba aquí junto a ellos.
—Elena...—Brinqué asustadiza al escuchar esa voz varonil detrás mío. Me giré rápidamente con el terror expandiéndose en todo mi cuerpo, es Hoodie junto a Masky, Toby y Cody, me contemplan desde la penumbra de éste bosque.—Por fín te hemos encontrado. Ven aquí, pequeña.—Hoodie me habló cariñosamente y viniendo hacia mí, dí un paso hacia atrás muy asustada, cosa que los alertó.
—¡No! ¡No se me acerquen! ¡No me toquen! ¡Ya basta!—Dramaticé horrorizada, me abracé a mí misma sin apartar mis ojos de ellos.
—Elena, ¿Qué te pasa? Ven aquí, puedes caerte y eso sería demasiado riesgoso para tí.—Me suplicó con el verdadero miedo reflejado en sus ojos. Retrocedí asustada y me tambaleé un poco, pero no caí... Aún no...
—Elena, aléjate de la cascada, puedes resbalarte y caer.—Murmuró Masky acercándose con sutileza.—Sé que estás muy asustada y molesta conmigo por lo que pasó, pero no quiero perderte, te amo con tanta fuerza que enloquecería si te atreves a dejarme—.
—¡No dén ni un paso más o me tiraré!—Ellos se detuvieron de golpe tras mi advertencia.—¡Quiero estar sola! ¡Déjenme tranquila! ¡Quiero ser libre!—Mi cuerpo entero tiembla del miedo, tanto que siento mucha revoltura en el estómago.
Ticci Toby y X-Virus permanecen en silencio y mirándome pasmados desde la penumbra.
—Ya nunca más seré suya, no volveré a ser tocada por ninguno de ustedes. Van a pagar por todo el daño que me hicieron.—Susurré medio sonriendo y preparándome mentalmente por lo que voy a hacer.—Brian, llegué a quererte, pero nunca te amé como a Tim... Adiós...—Finalicé saltando hacia el vacío de esa hermosa cascada, dejándolos a todos absortos.
—¡NOOO, ELENA!—Los escuché bramar horrorizados al verme caer hacia el vacío.
En el transcurso de la caída, me sentí tan libre y aliviada, tanto que grité con todas mis fuerzas para sacar toda esa ira, tristeza y desesperación por librarme de éste infierno llamado vida. Mis gritos resonaron como ecos en el vacío.
No tardé mucho en caer al agua y mi cuerpo se estremeció ante el contacto frío del agua, pero también me aturdió un poco el golpe del agua contra mi cuerpo, peor que estoy débil y que recién acabo de abortar.
No pude nadar para salir a la superficie, la presión del agua es muy fuerte para mi cuerpo. Poco a poco me hundo.
Parece que la herida de mi vientre se abrió, ya que el agua comenzó a tornarse roja, empezó con finas líneas delgadas que con el paso de los segundos se intensificaron. Pude ver mi propia sangre rodearme mientras me hundo lentamente.
Luché y luché por mantenerme viva, pero al final me dí por vencida y ya no pude aguantar la respiración bajo el agua.
Cerré mis ojos y abrí mi boca expulsando el poco aire que me mantenía con vida.
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