Aurora
Las redes sociales eran maravillosas, pero en ocasiones me daban ganas de cerrarlas todas y meterme bajo la cama para no leer nada. Sobre todo cuando la gente empezaba a creerse detectives con mejores dotes que el FBI. Candace, capaz de encontrar a alguien por redes sociales con solo cuatro datos sobre su físico, daba menos miedo que toda esa gente que había comentado y citado el tuit viral del momento.
¿Por qué algún día decidí que era buena idea convertirme en una figura un poco pública? No era famosa ni nada por el estilo, pero En las nubes había sido uno de los podcasts más escuchados de todo el año pasado, la gente me conocía aunque fuera solo por mi voz y como "la chica del podcast de psicología". No era como Bruce Phillips, un podcaster enorme al que todo el mundo conocía por su nombre a pesar de haberse dado a conocer por "Aquí y ahora, y si eso, mañana". O como Lisa Sue, que independientemente de su podcast de éxito la gente la conocía por Lisa Sue. O como Alaric, al que asociaban siempre al podcast, pero que se le conocía no solo por "Enfoque Whitman", sino también por ser un psicólogo aparentemente conocido.
En cambio, yo seguía siendo la chica del podcast de psicología, y aun así...
«HILO DE POR QUÉ CREO QUE ALARIC DE ENFOQUE WHITMAN Y AURORA DE EN LAS NUBES ESTÁN LIADOS #EnLasNubes #EnfoqueWhitman (sigo abajo)»
«Hoy viernes, en el episodio de Enfoque Whitman, ha dicho que ha ido a su antigua universidad a ver varias exposiciones de algunos alumnos del máster de psicología clínica y alaba con admiración el tema de Salud Mental en poblaciones específicas (adjunto vídeo). (sigo)»
🔗vídeo
«¿Quién está estudiando un máster en psico clínica y el domingo dijo que el jueves iba a exponer uno de sus temas favoritos hasta el momento y era la salud mental en poblaciones específicas? Aurora del podcast En las nubes (adjunto vídeo). (sigo)»
🔗vídeo
«Hace tan solo unas semanas, estaban lanzando pullas a través de sus podcasts, pero días después de eso y de un malentendido con un missclick de Alaric, alguien dijo que los había visto juntos en un banco de la universidad a la que Aurora asiste, hablando muy de cerca, aunque no ha habido pruebas de ello y poca gente lo creyó. Todo indica que no era mentira, porque... ¿a santo de qué hablaría Alaric con tanta admiración de alguien que no aprecia?»
«Fin del hilo. Leo vuestras especulaciones.»
El perfil que había montado ese hilo de Twitter era de una persona que se hacía llamar CotilleandoUk, el cuál YO SEGUÍA DESDE MI CUENTA ANÓNIMA, la que usaba para meterme en temas más polémicos y cotillear sin que nadie se diera cuenta. Era un perfil de chismes que a mí me encantaba.
Al menos hasta que hicieron un chisme sobre mí.
¡¿Quién mierda era yo para que me hicieran un hilo de Twitter?!
Inentendible.
Saqué una captura de pantalla del hilo y la mandé por el grupo de Theo James, donde ambas empezaron a decir que lo estaban leyendo justo en ese momento y que se estaban partiendo de la risa; una desde el trabajo y otra desde la cama, como yo. Lo mejor de todo eran los comentarios, tal y como Candace dijo. Especulaban sobre una posible relación secreta a raíz de las pullas, otros decían que nunca nos habíamos caído mal y que las pullas eran pura estrategia para darnos a conocer...
Había de todo, realmente.
Como no podía ser de otra forma, Lily y Candace comenzaron a especular en el grupo, bromeando y siguiendo el juego de la gente, pero yo me limité a ignorarlas porque todavía no tenía energías para aguantar coñas en mi contra. Era sábado y demasiado temprano.
Aparté el móvil de mí y me estiracé bajo las mantas, destensando todos mis músculos. Bostecé, miré a mi alrededor y me planteé si era necesario trabajar para pagar mis facturas. Supuse que era lo mejor, así que me senté en la cama, estirando mis brazos a los lados y hacia adelante. Mientras miraba la puerta del baño, el cuál conectaba no solo con el pasillo sino también con mi habitación, reuní las fuerzas necesarias para levantarme.
Una vez en el baño dispuesta a lavarme la cara y adecentarme un poco, sentí un aleteo en el estómago. Miré el móvil, el cuál había dejado al lado de una velita que tenía sobre el mueble de las toallas. Lo cogí, abrí Spotify y busqué el último episodio de Enfoque Whitman. Le di al play y comencé a escucharlo mientras me preparaba.
Theo (Whitman, que no James) empezó a decir que iban a hablar de la actualidad, así que contó lo que le había ocurrido con un reponedor del supermercado al que iba siempre. Quise ser respetuosa con Theo y no saltarme su parte, así que lo escuché atentamente mientras me lavaba bien la cara y me echaba los serums y las cremas que supuestamente iban a mantenerme la piel firme y sana. Era inevitable reírse con Theo; se notaba que era la parte más cómica del dúo de primos.
Y cuando empezó a hablar Alaric, yo ya estaba abriendo el primer cajón del lavabo, donde tenía todo mi maquillaje. Un poco desordenado, cabe decir. Saqué solo la sombra marrón que usaba para hacerme el delineado los días que no me maquillaba demasiado, la máscara de pestañas, el colorete y el gloss.
Mientras me aplicaba la sombra, lo escuché. Sí era cierto que hablaba bien de lo que había hecho y que en sus palabras había más cariño del que me esperé encontrar. No veía necesarios que nos hicieran un hilo sobre nuestra supuesta relación secreta, pero sí entendía que la gente que nos había escuchado se extrañara un poco, dados los antecedentes de mordacidad y pereza con la que habíamos hablado el uno del otro en el pasado (uno muy cercano, por cierto).
Respetó mi anonimato, lo cuál agradecí, aunque había servido de bien poco. Y tras decir que no iba a decir el nombre de la persona, incitado por Theo que sabría de sobras a quién se refería, siguió hablando de lo que le había gustado de mi exposición. Me resultó incluso conmovedor, ya que no solo hablaba con respeto y crítica, también con admiración, tal y como había dicho la persona del hilo.
Inesperado, si se me permite decir.
🎙️🎙️🎙️
Tenía a dos pacientes ese sábado por la mañana, y como a las once y poco ya había acabado, me calcé, cogí mi chaqueta y salí de casa para ir a ver a mi hermano. Al que fuera que estuviera en su casa, ya que no me acordaba de si era Adam el que se iba de fin de semana con sus amigos, o era Andrew.
Llegué a su edificio en dos minutos y llamé el timbre. Como nadie me respondió y me abrieron directamente, supe que era Andrew el que estaba en casa. Adam siempre preguntaba quién es a pesar de estarme viendo por la cámara.
Tonto nace, tonto muerte, que dice siempre Anabelle.
Subí hasta el ático con el ascensor, el cuál iba rápido como una bala y siempre me había dado un poco de mal rollo. Llegué al rellano de los dos áticos y fui hacia la puerta número dos, la cuál ya estaba abierta.
―No me acordaba quién de los dos estaba fuera, si Adam o tú ―dije en cuanto entré.
―¿Y se puede saber por qué sin verme ya sabes que es Adam quién está fuera?
―Porque no me has preguntado quién soy al llamar el timbre.
Andrew, todavía vestido con el pijama que probablemente no se quitaría en todo el día, salió de la cocina con una botella de agua pequeña. No tenía pinta de haberse despertado hacía poco. Y el documental sobre la segunda guerra mundial que tenía puesto en la televisión, tampoco, ya que iba por la mitad.
―¿Qué te trae por aquí? ―Pasó su brazo por mis hombros y me atrajo a sí para besarme la cabeza.
―He pensado que podíamos comer juntos.
―No me apetece cocinar hoy, Aurora. Tenía pensado pedir algo... ―Hizo una mueca.
―Cocino yo.
―Ah, entonces sí. Hay de todo.
Se sentó en el sofá, yo fui a la cocina, pero a la que hube sacado todo los ingredientes para hacer el arroz con verduras y carne que tanto nos gustaba a los dos y que Adam detestaba, Andrew ya estaba en la cocina, apoyado en la encimera mientras me miraba cortar los pimientos en pequeños dados.
―Quiero comentarte una cosa.
―Claro, dime.
―Tengo una nueva clienta y...
―¡¿Me vas a pedir consejo amoroso?! ―pregunté ilusionada, mirándolo con los ojos muy abiertos y una sonrisa que un poco más y me daba la vuelta a la cabeza.
Andrew era el más reservado de los cuatro hermanos. No nos contaba detalles de las cosas, solía guardarse muchas para él y no acostumbraba a salir con chicas; como mucho había tenido dos novias en treinta años y un par de líos de un par de noches. Estaba deseando que llegara el día en que me pidiera un consejo para hablar con alguna chica, o para arreglar una relación secreta que llevaba desde hacía tiempo, algo, no sé.
―No. ―Rio.
―Jo... ―me quejé.
―Esta nueva clienta es actriz y le han diagnosticado ansiedad social hace poco. Tiene a su psicóloga de confianza, pero se va a jubilar en unos meses y le da mucha angustia tener que buscar a una nueva, porque no ha tenido buenas experiencias antes. Le he contado que eres psicóloga y que seguro que estarías encantada de conocerla para ver si le gustaría trabajar contigo. ¿Te importaría que...?
―Ningún problema. Dale mi número y que me mande un mensaje o me llame si quiere charlar conmigo. Pero me gustaría saber cómo es que tienes tanta confianza con ella. ―Lo miré de reojo y sonreí pícara―. ¿Le masajeas otras cosas que no son la espalda?
―Dios, Aurora ―protestó, revolviéndome el pelo, igual que cuando era más pequeña, haciendo que todo se pasara hacia adelante y no viera nada.
―¡Andrew! Con lo que cuesta peinar esto.
Se rio por lo bajo mientras marchaba.
―¡Dile a tu novia que estoy encantada!
―¡No es mi novia!
―¿Entonces?
Apareció de nuevo en la cocina y puso los ojos en blanco para hacerme ver que le fastidiaba más de la cuenta mi pregunta.
―Ni siquiera la conozco, solo he dado cuatro sesiones con ella. No somos ni amigos.
―Voy a estar atenta a este tema, que lo sepas.
―Haz lo que quieras, pero si te llama no insinues nada raro, o me quedo sin cliente.
―Ni que fuera Adam, por favor. No me tienes ni que decir estas cosas. ―Bufé.
―Hablando de Adam. Creo que se está viendo con alguien.
Me giré de golpe y lo miré con los ojos muy abiertos. Él se colocó a mi lado de nuevo, así podía seguir cortando sin darme la vuelta.
―Desembucha.
―Sale de casa para algo más que no sea tomarse unas copas con sus amigos.
―Eso es raro ―afirmé.
―Exacto. Hay días que sale a almorzar, cuando él suele hacerlo aquí para luego engancharse al trabajo de nuevo. Otros se va a cenar "con los chicos", cuando en realidad ellos no están o tienen otros planes. Se debe olvidar que nos seguimos en Instagram con sus amigos.
―No puedes pedirle muchas luces a tu hermano, ¿no lo conoces ya?
―Sí, pero no sé, es raro. Nos lo contaría, ¿no?
―Eso espero. Si no, le espera una buena bronca. Nosotros siempre le contamos nuestras cosas ―protesté―. Tú mantente alerta y cuéntame todo lo que descubras. Si vemos que oculta más de la cuenta, le hacemos un interrogatorio a la antigua.
―Ya no tenemos edad de atarlo a una silla y sacarlo a la terraza, Aurora.
―¿Quién dice que no? Tenéis una azotea preciosa a la que no va nunca nadie.
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¡AMIGAS!
Mañana toca capítulo especial de nuevo, un episodio del podcast.💖