Magnus se había lanzado al mar. No tenía magia suficiente para defenderse y si era una sirena podía ser peligroso. Gwen no estaba aquí y cuando se entere de que su hermano se lanzó al mar a buscar quién sabe que enloquecería. Si era una sirena estábamos en problemas, las sirenas eran violentas, sus escamas eran tan filosas que podían cortarte perfectamente un dedo, el corte es tan limpio que puede matarte perfectamente, son veloces, sus garras son filosas un aruñón era terrible y la combinación del rasguño con agua salada es aún más terrible. Al ser tan letales su debilidad era enorme, estar fuera del agua sin ningún amuleto hechizado por un brujo. Las peores eran las sirenas salvajes que atacaban a la cualquier cosa que se moviera.
Sin pensarlo me lancé detrás de él.
— ¡Sasha! —Seth grito.
Caí en el agua y estaba helada, parpadeé varias veces intentando quitarme el agua salada. Magnus iba más adelante, para él es más fácil avanzar por ser tan granda, en cambio, a mí se me dificultaba y aún más con las fuertes olas.
Nadé con todas mis fuerzas para alcanzar a Magnus, luchando contra las olas y el agua salada que me dificultaba la visión. Sentía el frío penetrando en mi cuerpo y la adrenalina recorriendo mis venas. No podía dejar que Magnus se enfrentara solo a lo que sea que haya visto.
A medida que avanzaba, noté que las olas se volvían cada vez más violentas y las corrientes más fuertes. El mar parecía estar en contra de nuestro objetivo. Traté de mantener la calma y concentrarme en alcanzar a Magnus.
Finalmente, logré llegar hasta él. Estaba luchando por mantenerse a flote, luchando contra las poderosas olas que lo arrastraban mar adentro. Lo agarré fuertemente y traté de mantenerme a flote, buscando una forma de salir de esa situación.
¡¿Se puede saber que mierda haces Magnus Warren?! —grite intentando no tragarme medio océano y el pipi de los peces.
— Hay algo en el agua...
— ¡Ay! ¡En serio! ¡No me digas! —en eso siento como una mano se cerró repentinamente alrededor de mi brazo y me jalaron hacia abajo
*Magnus*
Sasha se había sumergido repentinamente, arrastrada por algo desconocido bajo las aguas turbulentas. La sensación de desesperación se apoderó de mí cuando perdí de vista su figura entre las olas. Mis músculos se tensaron mientras luchaba por mantenerme a flote en medio del caos acuático.
— ¡Sasha! —grité su nombre, aunque sabía que el estruendo del mar probablemente ahogaba mi voz.
Me sumergí, buscando desesperadamente cualquier rastro de ella entre las oscuras profundidades. Las corrientes me golpeaban con fuerza, dificultando mi búsqueda. Mis pulmones comenzaron a arder por la falta de oxígeno, pero no podía rendirme. No tenía magia suficiente que me ayudará y antes de que me diera cuenta Seth estaba a mi lado bastante preocupado.
Seth nadaba a mi lado, su rostro reflejaba una preocupación profunda mientras buscábamos desesperadamente a Sasha entre las oscuras y agitadas aguas. Sus ojos escudriñaban el mar en busca de cualquier indicio de nuestra amiga desaparecida, y podía ver la tensión en su mandíbula apretada mientras luchaba contra las corrientes.
— ¡Sasha! —su voz resonaba con urgencia, pero también estaba angustiado, su mirada buscaba ansiosamente en cada rincón del océano, pero lo único que se podía ver era lo oscuro del mar.
El corazón me dio un vuelco cuando escuché el sonido del agua agitada por un nuevo nadador. Un instinto de protección se encendió dentro de mí mientras me giraba para enfrentar la nueva amenaza, solo para descubrir que era Leah quien nadaba hacia nosotros.
— ¡Leah, cuidado! —grité, mi voz llena de alivio mezclado con preocupación. Extendí mi mano hacia ella, listo para ayudarla a alcanzarnos en medio de las furiosas olas. Ella rápidamente se acerca a mí enredando uno de sus brazos alrededor de mi cuello.
— ¡¿Por qué saltan?! ¡Están completamente mal de la cabeza! —empezó a gritar enojada. Leah se aferró a mí con fuerza, su enojo palpable, incluso sobre el estruendo del mar, pero luego sonó un fuerte estruendo alertando a todos.
El repentino silencio del mar fue desconcertante. El estruendo de las olas se desvaneció gradualmente, reemplazado por una calma inesperada que envolvía nuestros sentidos. Leah se aferró a mí con fuerza, su enojo aún palpable pero ahora mezclado con asombro por el repentino cambio del entorno.
— ¿Qué... qué está pasando? —susurró Leah, su voz apenas audible sobre el silencio que ahora dominaba el océano.
Miré a mi alrededor, asombrado por la transformación. Las olas, que antes nos arrojaban con violencia, ahora se mecían suavemente, como si el mar mismo estuviera dormido.
— No lo sé, pero parece que el mar se ha calmado —respondí, mi voz llena de incredulidad.
Seth y yo intercambiamos miradas, compartiendo la misma sensación de desconcierto. A pesar de la tranquilidad aparente, seguía siendo cauteloso, consciente de que esta calma podía ser solo el preludio de algo más.
— Debemos aprovechar para encontrar a Sasha —dijo con una voz firme a pesar del desconcierto que se veía en su rostro reflejado.
...
*Sasha*
De repente sentí un fuerte tirón repentino en mi pierna junto con un agudo dolor que me arrebato el aliento. Grite, pero el sonido de mi grito se perdió entre las olas mientras unas garras filosas me arrastraban al fondo del mar. El pánico me invadió y ese ardor en mi pierna se hizo más fuerte. Trate de liberarme agitando mis brazos y mis piernas, pero las garras afiladas me sujetaban con más fuerza. Traté de contener mis gritos, temiendo que el agua salada llenara mis pulmones si abría la boca.
Cada intento por liberarme parecía en vano, las garras aferradas a mi pierna con una fuerza implacable. La presión del agua a mi alrededor se volvía abrumadora, como si el mar mismo estuviera conspirando contra mí y por alguna extraña mi magia no funcionaba. Era como si estuviera dormida.
Por alguna razón el sueño llego a mí. Mis movimientos se volvían más lentos, mis músculos agotados por el esfuerzo y la falta de aire. Entonces, en medio del caos y la oscuridad, comencé a percibir un sonido suave y melódico. Al principio, apenas era un murmullo en mi mente, pero pronto se hizo más fuerte y claro, como si alguien estuviera cantando justo al lado de mí.
La melodía era hermosa y reconfortante, envolviéndome con su dulzura y calidez. Aunque mis sentidos estaban embobados. Deje de luchar y esas garras soltaron mi pierna. Lo único que quería hacer era escuchar de esa hermosa canción que resonaba en mi cabeza, pero ese sentimiento de peligro se hacía cada vez más fuerte
"Peligro"
La advertencia resonaba en mi mente una y otra vez, pero de igual estaba embobada, escuchando la canción que cada vez se escuchaba más fuerte en mis oídos. No sabía cuanto tiempo había estado bajo el agua, pero por alguna razón no quería irme de ahí.
"Peligro"
Volvió a resonar la advertencia en mi cabeza y una pequeña parte de mí se dio cuenta de que debía prestar atención a la advertencia. Con un esfuerzo concentrado, desvié mi atención de la música y comencé a escuchar las palabras que acompañaban el llamado de peligro. Las palabras de la canción se filtraron en mi mente, revelando una verdad que me heló hasta los huesos.
Diecisiete años han pasado, desde que la piedra se esfumó,
En las sombras del olvido, su brillo se perdió.
Mi voz resuena con fuerza y determinación,
Exigiendo la joya, con total convicción.
Escucha este clamor, trae la piedra de vuelta,
La Romaní, poderosa, será recuperada sin duda alguna.
Diecisiete años esperando, no descansaré jamás,
La joya regresará, para quien la busque en verdad.
Desde lo más profundo de mí, te lo exijo con fervor,
Entrega la piedra, ¡es su derecho, por favor!
No habrá descanso ni pausa, hasta que vuelva a su lugar,
La joya Romaní, su destino, así lo dictará.
Escucha este llamado, traigan la piedra sin tardar,
La Romaní, su anhelo, brillará de nuevo al llegar.
Diecisiete años de espera, llegan a su final,
La joya resplandecerá, es tu destino final.
Pues si no la obtengo, no dudaré en actuar,
La Romaní será mía, cueste lo que cueste, sin parar.
Y si te interpones, enfrentarás mi furia más feroz,
Si persistes en tu negativa, en las profundidades te dejaré, sin voz.
Allí, en la oscuridad eterna, tu destino encontrarás.
En un instante, el velo de somnolencia se desvaneció y mis ojos se abrieron con una claridad renovada bajo las aguas turbulentas. Ante mí, emergió una figura que rompía con la tranquilidad del mar. Una sirena, con cabello que fluía como algas sedosas, pero su semblante era todo menos amigable. Sus ojos brillaban con una malicia, y sus dientes, afilados como cuchillas, destellaban a la luz del sol que se filtraba entre las olas.
Su piel estaba adornada con escamas verdes brillantes que centelleaban con cada movimiento. Las garras afiladas que asomaban de sus manos semejaban dagas prontas para el ataque. Observé con una mezcla de fascinación y horror mientras la sirena se deslizaba con gracia hacia mí, su presencia llenando el agua circundante con una sensación palpable de peligro.
— ¡Dame la piedra! —rugió la sirena bajo el agua, su voz resonando ominosamente en el mar antes de lanzarse hacia mí, lista para atacarme. Pero en un instante, sentí cómo mi magia despertaba, y un hormigueo recorrió mis dedos. Justo antes de que la sirena me tocara, una luz roja brilló desde mis manos, alejándola de mí.
El brillo repentino de mi magia la repelió con fuerza, creando una barrera protectora entre nosotras. Sin embargo, el esfuerzo me pasaba factura: mi pierna comenzaba a arder por el ataque anterior de la criatura y mis pulmones exigían desesperadamente aire.
Con todas mis fuerzas, intenté nadar hacia la superficie, tratando desesperadamente de alejarme de la sirena. Pero antes de que pudiera alcanzar la liberación del aire fresco, todo a mi alrededor se volvió negro. Un oscuro abismo me envolvía, y sentí como si me arrastraran hacia las profundidades sin fin del océano. La oscuridad me envolvía, y mi conciencia se desvanecía lentamente, dejándome sumergida en el abismo de la inconsciencia.
Justo cuando estaba al borde de caer completamente en la inconsciencia, sentí unas manos firmes aferrarse a mi cintura. Era como si alguien me hubiera encontrado en la oscuridad y me rescatara del abismo que me consumía.