Diario de un poeta || Eruri

By Killme_pliss

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¿Cómo sería leer los diarios que escribía Levi Ackerman sobre su vida de soldado? More

/Agradecimientos/
23/11/837
24/11/837
25/11/837
26/11/837
8/12/837
Para el comandante Erwin Smith
Para el capitán Levi Ackerman
Mi querido Erwin
Mi querido Levi
Mi amado Erwin
25/12/837
27/12/837
23/03/838
15/05/839
14/10/840
13/12/843
Caída de Shiganshina/ 845
12/9/846
La batalla de Trost /850
2/4/850
6/4/850
7/4/850
10/04/850
20/04/850
22/04/850
23/04/850
21/06/850

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By Killme_pliss

"Se me ha ocurrido una manera de no tener que matarte." Empecé a explicar.

"¿Perdona?" Preguntó Eren extrañado.

Mi escuadrón y yo, bueno y Eren, nos encontrábamos en una de las salas de la base. Repasando actividades junto a Hange que le gustaba acoplarse a todo.

"Originalmente pensaba que la única manera de neutralizante en tu forma de Titán, sería matarte, pero no resulta útil." Dibuje un monigote en la pizarra, no tenía muy buenas habilidades a la hora de pintar. "Aunque este método requiere mucha destreza. Básicamente, te cortaremos junto con la nuca del Titán, puede que en el proceso te apuntemos algún miembro pero ya te crecerá... Como si fueras un sucio lagarto, que asco. "

Expliqué mientras todos me miraban atentamente.

"Un momento... No sé cómo hacer que vuelvan a crecer." Habló Eren con un tono de voz cubierto en miedo. "¿No hay alguna otra manera?"

"¿Crees que existe alguna manera que no implique riesgos y sacrificios?" Pregunté con voz seria, el negó con la cabeza. "Pues asúmelo. Nosotros estamos igual. Corremos el riesgo de que nos mates. Que eso no te preocupe." Añadí antes de volver a girarme hacia la pizarra.

"Si, entendido."

"¿Entonces no puedo experimentar con él?" Preguntó la voz de Hange, detrás mío.

"El riesgo que implica es demasiado grande." Respondí mientras le miraba. "Pero eso no significa que no podamos usarlo para investigar."

"Estoy al cargo de los planes, ¿No?" Miró al niño atentamente. "Eren, si hay algo que no comprendas, debes preguntármelo." Su tono de voz no era alegre como otras veces, sino serio y profundo. "Es algo por lo que merece la pena arriesgar la vida."

Después de la conversación de Hange y Eren, salimos de la sala para ir a comer.

"Dime Levi, ¿Estás nervioso por la misión?" Preguntó la voz chillona y entusiasta de Hange a mi lado, mientras andábamos al comedor.

"No." Respondí seco.

"En verdad...nunca te he visto nervioso por nada." Se llevó la mano a la barbilla.

"¿Por qué lo iba a estar?" Pregunté sin dejar de mirar al frente. "Se que no me voy a morir."

"¿No hay nada que te inquiete?"

Pensé en la pregunta, si lo había. Me inquietaba que le pasará algo a algún ser querido, como a Erwin. O incluso me inquietaba que le pasará algo a mi escuadrón o a ella.

"Supongo que si, hay algunas cosas que me inquietan o me ponen nervioso."

"¡¿Cómo qué?¡" Preguntó con curiosidad.

"Tú." Le mire a los ojos. "Me pones nervioso, haces que me hierva la sangre, que pesada..."

Se paró en seco, yo seguí andando. "Oye, Levi no seas así." Sonreí mientras me giraba para mirarla, ella sonrió de vuelta y corrió hacia mí.

"Era broma, cuatro ojos."

Al llegar al comedor nos encontramos con un ambiente bastante animado, sobre todo en la mesa de Eren. Al parecer él y un chico estaban peleando por algo, lo ignoré y me senté en mi mesa.

"Oye Mike." Lo llamé, él levantó su mirada de la mesa hacia mí. "¿No ha llegado el comandante Erwin?" La curiosidad se notaba en mi voz.

"No, no lo he visto en todo el día." Respondió. "Puede que siga en su despacho." Asentí y me centre en la comida.

No era una persona de comer mucho, no me apasionaba, tampoco es que tuviese un gran apetito. No como a la penca que tenía al lado, que comía como si fuera su última comida.

"¿Qué pasa Levi? Te preocupa el comandante..." Insinuó con un susurro. La mire de reojo y le di un codazo fuerte en el brazo.

"Cállate y compórtate, pareces un cerdo." Contesté un tanto enfadado.

Al terminar de comer, cada uno se dirigió a un lado diferente. Nos veríamos más tarde. Fui caminado al despacho de Erwin, para ver si estaba ahí, pero no estaba. Recorrí todo el castillo y ni rastro de él.

"¿Dónde narices estás?" Pregunté al aire.

"¿A quién busca, Capitán?" La voz alegre de Petra sono a mi espalda.

"¿Has visto al Comandante Erwin?" Me giré para mirarla a los ojos. Ella frunció las cejas mientras pensaba.

"Hace una hora que lo vi irse... Me dijo que iba a dar un paseo, necesitaba tomar el aire o algo así." Me informó.

"Gracias." Sonreí.

"¿Lo pregunta por algo en especial? ¿A pasado algo importante?"

"No, no, es solo que quería decirle algo pero ya se lo diré en otro momento." Negué, como si tuviese miedo de que alguien se enterase de lo nuestro.

"Le quiere ¿Verdad?" Preguntó después de unos segundos de silencio, mi cara mostró asombro. "Es decir, no es que yo quiera meterme en su vida personal ni nada de eso, Capitán. Pero soy observadora y no he podido evitar percatarme de cómo os miráis y de lo delicada que suela tu voz al pronunciar su nombre."

No sabía que decir, no es que me molestará que la gente lo supiera pero preferiría que se quedara en secreto.

"Petra, espero que no hable de esto con otros cadetes, porfavor." Ella sonrió con amabilidad.

"No se preocupe, puede estar tranquilo, soy como una tumba." Su mirada se postró en la joya que colgaba de mi cuello, normalmente estaba escondida debajo de mi camisa, pero de vez en cuando salía a la luz. "¿Quiere saber cómo me enteré?"

Asentí mientras empezamos a andar hasta un banco.

"He de decir que se me hacía raro que mandara tantas cartas al comandante, no es como si pasaran muchas cosas de las que había que informar." Empezó a hablar. "Además, el día siguiente del regreso del comandante, usted apareció luciendo esa joya. Nunca la había visto y supuse que se la había regalado él."

Me reí bajito.

"Por no hablar de las veces que los veía escaparse a escondidas del viejo cuartel."

"Pero eso son todo suposiciones, es decir no hay nada ahí que te lo confirme al cien por cien."

"Claro, yo tenía mis dudas pero es que hace unos días..." Su voz se fue atenuando. "Mientras se estaba poniendo el equipo tridimensional, para entrenar, se le cayó el colgante. ¿Se acuerda?"

Yo asentí sin saber que quería decir.

"Se abrió al hacer contacto con el suelo y dio la casualidad de que yo estaba a su lado, y pude ver el pequeño retrato que tiene de él, guardado en ese corazón." Me sonrojé al instante por la vergüenza. "No hay de que avergonzarse, él amor no debería ser causa de la vergüenza."

Volví a mirarla a los ojos.

"Lo que usted tiene con el comandante es algo muy bonito, es amor de verdad. Y se que seguirán así hasta el fin de sus días. No solo es amor lo que sentís por el otro, es admiración y eso es algo muy bonito." Su mirada de entristeció durante unos segundos. "Les deseo lo mejor, para ambos."

"Gracias, Petra." Le agradecí, rompiendo el silencio que se había formado.

Hange apareció minutos después, habíamos quedado para hacer unos experimentos con Eren. Me despedí de Petra y fui andando con ella hasta un pozo que se encontraba un poco alejado del castillo.

"Podemos comenzar, Eren?" Preguntó Hange al chaval, que estaba dentro del foso. "Cuando estemos listos, te lo indicaré con una bengala." Se acerco para asomarse por agujero. "Después de eso, la decisión es tuya."

"¡Recibido!" Respondió Eren.

Hange se alejó hasta llegar a mi posición.

"Este viejo pozo debería poder contener a un Titán aunque pierda el control... O eso espero." Me explicó mientras empezábamos a cabalgar lejos de donde de encontraba Eren.

"La disparo ya ¿Vale?" Avisé mientras una bengala de color verde teñía el cielo.

Esperamos y esperamos al destello del Titán, pero no llegaba.

"¿Es que no ha visto la señal?" Preguntó Hange.

"No es eso, es solo que su habilidad no es del todo fiable." Dije antes de volver a montarme en mi caballo y montar hasta el pozo. "¡Eh, Eren! ¡Ponemos fin al experimento!" Me acerqué hasta la boca del agujero y miré hacia abajo.

"¿Te ha pasado algo?" Preguntó Hange, preocupada.

"No he podido transformarme..." Sus manos estaban cubiertas de sangre, al igual que su boca.

"Sube, vamos a descansar."

Esperé a que Eren subiera por las escaleras, le limpié y cubrí las heridas mientras Hange decía cosas al aire.

"Vamos a tomar un té y después descansa, al parecer tu habilidad no es siempre funcional." Él asintió y me empezó a seguir. Nos despedimos de Hange, dijo que tenía cosas que hacer, y caminamos hasta unas mesas que había afuera del castillo.

Mi escuadrón estaba sentado en una mesa, justo a Eren. Había más soldados por los alrededores.

"¿O sea que tus heridas autoinfligidas no se curan?" Me percaté mientras sostenía mi taza de té. Él se acarició las manos con delicadeza.

"No..."

"Si no controlas tu transformación, nuestra misión de reconquistar el Muro María no puede seguir adelante." Hablé serio. "Es una orden. Haz que ocurra." Me aleje más de la mesa y segundos después apareció Petra a mi lado.

"He visto al Comandante entrar al castillo." Me avisó.

"¿Cuando?" Pregunté alejando la taza de mi boca.

"Pocos minutos después de nuestra charla." Sonrió. "Le dije que le estabas buscando."

"Gracias, iré a verle ahora, en un rato." Volví a beber de mi taza.

"Capitán... Crees que Eren logrará dominar su poder." Preguntó con un tanto de pena en su voz.

"Sí, se que lo puede hacer, solo hace falta saber cómo." Respondí sin dejar de mirar al bosque que se encontraba a lo lejos del cuartel.

"Si, yo también lo creo... Aunque aún tengo algunas dudas sobre sus ideales." Me giré para mirarla.

"Hay que empezar a confiar en él." Me acerqué la taza a la boca, pero mi acción fue interrumpida por una explosión a mis espaldas, acompañada por un humo que dificultaba la visión.

Cuando conseguí ver lo que había pasado y el humo se dispersó, Petra ya no estaba a mi lado. Se encontraba junto al resto de mi escuadrón apuntando a Eren con las espadas. Este parecía haberse transformado en Titán por alguna casualidad.

No se que habría pasado pero sabía que Eren no lo había hecho a propósito.

"Calma." Ordené a mi escuadrón cuando me acerqué hasta el chaval. "He dicho que os calméis, todos."
Sus rostros mostraban enfado e ira. Empezaron a acusarle, gritándole que qué estaba haciendo. A lo lejos se escucharon pasos, mire y vi a Hange correr seguida por Moblit.

"¡Basta, callaos de una vez!" Gritó Eren cuando los gritos de los demás no dejaban ni pensar. El silencio reinó el lugar hasta que Hange apareció en la visión de todos.

"¡Eren!" Empujó a los soldados, haciendo paso, hasta llegar al titán que se había generado del cuerpo de Eren. "¡¿Puedo tocar tu brazo?¡" Preguntó emocionada. "¡Por favor! Me dejas, ¿Verdad? ¡Quiero tocarlo!"

No hizo caso a las advertencias de Eren y apoyo sus manos en la mano del Titán. Al instante las apartó, acompañando el movimiento con un grito. "¡Quema! ¡Sin la piel, quema un montón! ¡Es abrasador!"

"Mayor Hange, es usted una insensata." Le dijo Moblit acercándose a ella.

Hange empezó a hacerle preguntas a Eren pero este las ignoraba, empezó a moverse intentando sacar su brazo del Titán. Cuando lo consiguió se calló desde lo alto y el cuerpo que se había creado a partir de él, se empezó a evaporar.

Hange comenzó a quejarse de que necesitaba más tiempo, hasta que se percató de que la mano gigante sujetaba una cucharilla de té.

Me acerqué a Eren, quien estaba sentado en la hierva respirando de forma alterada.

"¿Como te sientes, chico?" Pregunté preocupado.

"No me siento demasiado bien..." Tardó en responder y le costaba hablar.

Cuando todo se calmó un poco entramos en el cuartel, la noche cayó deprisa. Mi escuadrón enteró en una sala junto a Hange. Yo me quedé con Eren afuera, él se sentó en unas escaleras mientras yo le escuchaba hablar, apoyado en la pared de al lado.

"Hasta que no he vito lo en serio que iban con eso de matarme, no me he dado cuenta de la poca confianza que tienen en mí."

"Por supuesto. Es por eso que les escogí." Respondí. "Se dice que no eres un miembro de pleno derecho del Cuerpo de Exploración hasta que no regresas vivo de una expedición. Cuando nos enfrentamos con un titán, improvisamos. Hay demasiadas situaciones que no podemos prever. Así que debemos cultivar la habilidad de actuar rápido y tomar decisiones asumiendo el peor de los casos." Hice una pausa antes de volver a hablar. "Eso no significa que no tengamos sentimientos, no es que no hayan sentido nada cuando han vuelto sus hojas contra ti."

El ruido de pasos bajando las escaleras me interrumpió.

"Capitán Levi, la Mayor Hange quiere hablar con usted." Me avisó Moblit.

Entré en la sala junto con Eren, en ella se encontraban casi todos de pie menos Petra y Brossard.

"Os habéis tomado vuestro tiempo." Dije al entrar.

"No tanto, ha sido rápido. Lo difícil ha sido explicárselo a los jefes." Habló Hange.

Después nos explicó lo que pensaba que había sucedido, que resumiendo era que Eren solo se podía transformar en Titán cuando era necesario, por eso no pudo hacerlo en el pozo. Y se había transformado antes porque estaba intentado agarrar una cuchara que se le había caído. Estaba deseando que dejara de hablar, no porque no me pareciese interesantes, que también, sino porque llevaba todo el día sin ver a Erwin y necesitaba abrazarlo, necesitaba hablar con él, escuchar su voz.

"Bueno, si me disculpais, me voy a ir." Avisé mientras me encaminaba a la puerta. "Cualquier cosa que necesitéis, no me llaméis." Abrí la puerta y salí, dejando atrás la voz de Hange y las demás.

Suspiré mientras caminaba por los pasillos, busqué indicios de luz que me delataran el paradero del hombre que tantas ganas tenía de ver. Una tenue iluminación se colaba por debajo de su despacho.

"Como no..." Susurré mientras tocaba flojito antes de entrar. No escuché ningún ruido y entendí porqué, al abrir la puerta me encontré con que Erwin se había quedado dormido encima del escritorio, había un par de candelabros iluminando la habitación y una ventana abierta. Sonreí con ternura mientras me acercaba, sin hacer ruido, hasta la cristalera, cerré la ventana para evitar que el frió se colara en el despacho y me acerqué a él. Su cara estaba sobre unos papeles y sobres.

Con delicadeza posé sobre él una manta que reposaba en el sofá, ya que no traía chaqueta, lo único que le cubría era su camisa blanca. Con mis dedos aparté unos mechones que molestaban sus ojos, después me agaché y deposite un cálido beso en su sien. Su repentino movimiento me asustó, pensando que lo había despertado, pero no fue así. Me alejé poco a poco del escritorio hasta llegar al sofá, donde me senté y saqué mi diario para escribir.

No se cuánto tiempo pasó, no se qué hora era. Estaba envuelto entre la hojas de mi libreta y la tinta de mi pluma cuanto noté movimiento acompañado de una profunda voz.

"Levi... ¿Cuando has llegado?" Preguntó, aún con la voz ronca, mientras se acostumbraba a la luz de la habitación.

"Hace unas horas." Respondí tranquilamente a la vez que dejaba de mirar mi diario para contemplarlo a él. "Estabas dormido y no te quería despertar."

Se levantó de su silla y se acercó a mí lentamente. Dejé mi libreta a un lado del sofá y me levanté para abrazarlo. Por fin. Escondí mi rostro entre su torso y su brazo.

"Tenía tantas ganas de hacer esto." Murmuró.

"Yo también..." Se sentó en el sofá con migo encima. Pecho contra pecho, apoyé mi frente en su hombro mientras el acariciaba mi espalda lentamente.

"Últimamente...". Empezé a hablar. "Nos vemos menos." Enuncié con tristeza.

"Llevamos unas semanas ocupadas, si." Note como asentía.

"No me gusta, no me gusta sentirme lejos de ti." Me apreté más a él, como si sintiera que se fuera a escapar.

"No estoy lejos, siempre estoy contigo." Sentí su mano rozar la mía, en busca del anillo que descansaba en mi dedo anular. "Siempre juntos."

Separé mi rostro de su cuerpo para mirar nuestras manos entrelazadas. Volví a apoyar mi cabeza en él, está vez en su pecho.

"Te quiero." Pensé en esas dos palabras que brotaron de su voz, las había escuchado con anterioridad, pero nunca habían sonado tan sinceras. Me despegue de él para mirarlo a los ojos, ojos que se veían llenos de tristeza, cristalizados por unas lágrimas que rezaban por abandonarlos. Mi ceño se frunció con preocupación, me estiré buscando sus labios y cuando los encontré les regalé un beso.

"Yo también te quiero." Pase mi pulgar por si mejilla, limpiando una lágrima que se había atrevido a mostrarse. "¿Lloras por qué me quieres?"

"No..." Cerró los ojos un instante, antes de volver a hablar. "Te quiero tanto que me duele vivir en este mundo. Me gustaría escaparnos, juntos, para poder amarnos sin ninguna interrupción. Para poder besarte cada vez que te veo, para hacerte mio todos los días y no parar de abrazarte. Sin preocupaciones, no reuniones, no misiones, no muertes, no Titanes, no muros que nos separen..."

Sonreí con amor.

"Vivir en una casa bonita, tú y yo, igual también podríamos tener un gato." Empezé a hablar. "Tener una tienda de té... Tendríamos tiempo para ir a pasear, a tomar el sol, a descansar en nuestro árbol." Me callé por unos segundos. "Y podríamos bailar toda la noche, abrazados al ritmo de los vinilos."

"Saldríamos al balcón de nuestra casa, hay buenas vistas, se ve la ciudad pero también el bosque a lo lejos." Aportó él. "Desayunaríamos ahí, oteando el amanecer en el horizonte."

"Tendríamos retratos nuestros por las encimeras de nuestra casa, y cubertería bonita." Seguí charlando yo. "Nuestra habitación sería grande, con una amplia cama en medio y una ventana que diera al exterior."

"Y me casaría contigo..." Susurro mientras alzaba levemente nuestras manos. "Me casaría contigo." Repitió mirándome.

Sonreí cohibido, él respiro profundo y echó la cabeza hacia atrás.

"Si pudiera... Ya me habría casado contigo, nada más conocerte." Añadió con una profunda voz.

"Sería un día de primavera." Murmuré cerca de él. "No mucho calor, ni mucho frío. En medio de la naturaleza, no mucha gente de invitado, más bien poca." Bajó la cabeza para mirarme. "Habría flores por los alrededores... Tú irías muy guapo, con el pelo peinado hacia atrás, un traje blanco y negro y una florecita descansando en el bolsillo del pecho."

"Tú estarías espléndido, con un traje de seda blanco o negro, de las dos formas estará guapo." Me acaricio el pelo. "Camianrias hacia mí, sobre una pasarela de pétalos..."

"Llegaríamos al altar y leería algún poema, entonces tú llorarías de la emoción y-" Me interrumpió antes de seguir hablando.

"Y tú te pondrías rojo de la vergüenza." Acusó sonriendo, escondí mi rostro en su pecho mientras se me bajaba la temperatura de las mejillas, porque tenía razón, probablemente me pondría rojo.

Esperó a que nos calmarnos para volver a hablar. "Entonces llegaría el momento, y te agarraría así, con delicadeza." Dijo mientras acercaba sus dedos a mi mentón. "Y lentamente, pero con buen ritmo, te acercaría hasta mis labios y besaría los tuyos." Como si estuviese narrando lo que estaba haciendo, me besó. Nos separamos con una sonrisa en nuestras bocas. "Entonces te agarraría de la mano y de la cintura y te acercaría a mi, para volverte a besar. Una y otra vez, hasta que nos separaran."

"Y Hange lloraría o soltaría algún comentario fuera de lugar." Erwin se rió sin dejar de mirarme. "Luego, caminaríamos de la mano, por el caminito de flores, y los invitados nos arrojarían más pétalos."

"Habría una pequeña fiesta después, solo para comer algo y reírnos un rato todos juntos."

"Y después..." Dije bajando la voz. "Nos iríamos a nuestra casa, el sol ya se habría ido y toda la ciudad dormiría, menos nosotros."

"¿Y qué haríamos en casa?" Preguntó con picardía. Yo sonreí y seguí hablando.

"Entraríamos con dificultad, porque no podríamos parar de besarnos. Poco a poco la ropa iría desapareciendo...haría frío, tendríamos que taparnos."

"El frío no sería un problema, yo te cubriría con mis besos... ¿Que pasaría después?"

"Ya lo sabes." Respondí mirándolo con perspicacia.

Nos quedamos contemplándonos el uno al otro, nuestras miradas se tornaron más cariñosas al igual que nuestros gestos.

"En un mundo perfecto..." Rompió el silencio. "Sería muestra vida." Mi rostro se entristeció.

"Aunque no sea un mundo perfecto, mi vida lo es si estoy a tu lado." Murmuré con nostalgia. "Olvídate de la casa, de la tienda de té, de la boda... Si soñamos tanto, nos perderemos la realidad." Él me miró. "Y la realidad somos nosotros, aqui, en el cuartel, luchado contra Titanes, buscando la manera de sobrevivir, rezando para poder besarnos una vez más." Abracé sus manos con las mías. "Es muy bonito soñar, pero si solo pensamos en lo que podríamos tener, cómo voy a ser consciente de lo que de verdad tengo, de lo afortunado que soy."

Él asintió mientras cerraba los ojos.
"Soy muy afortunado, por tenerte a mi lado. Soy consciente de ello."

Nos envolvimos en besos y sonrisas, en risas y caricias. Me debí quedar dormido en un momento de la noche, lo único que noté fue como me llevaba hasta mi cuarto y me recostaba, delicadamente, encima de mi lecho. Él se acostó a mi lado, como era costumbre, siempre al lado derecho de la cama, yo siempre ocupaba el izquierdo.

Terminé soñando en como sería mi futuro junto a él, tal y cual lo habíamos imaginado horas atrás. Creo que fue el primer buen sueño que tuve en mi vida, y como no, era con él, junto a él. Erwin era mi mayor sueño.

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