Rojo Ascender

By Az_ner

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Nira está consciente de que su vida no tiene ni una pizca de normalidad, solo hace falta ver su más grande se... More

Nota del autor.
Prologo
Capítulo 1: Un sueño familiar
Capítulo 2: En secreto
Capítulo 3: Déjà vu
Capítulo 4: ¿Coincidencia?
Capítulo 5: Contratiempo
Capítulo 6: Aliado y enemigos.
Capítulo 7: Río de sangre en la oscuridad
Capítulo 8: Aquí vamos... otro problema
Capítulo 9: Desconocidos
Capítulo 10: Insistente
Capítulo 11: Paredes Blancas
Capítulo 12: La dama de la luna
Capítulo 13: Última travesura
Capítulo 14: Visitante nocturno
Capítulo 15: Lo correcto
Capítulo 16: Carga
Capítulo 17: Razón
Capítulo 18: Evocador
Capítulo 20: Peculiares
Capítulo 21: Tensión
Capítulo 22: Sin más
Capítulo 23: Cercanía
Capítulo 24: Somos como la nieve
Capítulo 25: Misterio
Capítulo 26: Quédate
Capítulo 27: El lobo
Capítulo 28: Ligera calma
Capítulo 29: Resonando
Capítulo 30: Tártaro

Capítulo 19: Cicatriz

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By Az_ner



Al principio lo único que veo es una inmensa oscuridad. En este momento, es como si la ausencia de luz pesara sobre mi cuerpo, por unos instantes me abruma, me deja sin aliento y con un sentimiento de adormecimiento en las extremidades. Puedo sentir que estoy en medio de una habitación vacía con una corriente de aire que me hela la piel pero que no puedo distinguir de dónde viene ni cómo sé dónde estoy.

De alguna forma sé que, poco a poco me acostumbraré a sentir entumecimiento en mis músculos hasta poder moverme. Soy consciente de que no estoy sola, otra cosa que sé sin razón.

—Abre los ojos, Nira. —La voz de Exone me guía.

Hago lo que él me pide. Abro los ojos con lentitud, con miedo a lo que tenga que enfrentarme.

Me encuentro con mi reflejo en un enorme espejo, está impecable a pesar de estar incrustado en una pared de piedras enormes de un color ceniza oscuro. A mis pies pasa una corriente de agua con una fina capa de hielo que se ha roto y es llevada por el flujo del agua al moverse. El lugar está en silencio, en una semi penumbra que me permite apreciar el panorama.

Sigue siendo una habitación oscura, pero puedo verme con claridad. De tras de mi se encuentra un joven de ojos azules, se ve unos años mayor que yo y aunque no lo haya visto sin la cicatriz, sé que es Exone.

—Eres el retrato de tu padre. Incluso hacen la misma mirada disimulada de estupefacción —es lo que dice—. No fuimos cercanos, pero lo conocí. Fue un gran líder —Sonríe con lo que me parece nostalgia—. En otra ocasión, podría mostrarte los recuerdos que tengo de él.

—¿Harías eso...? —Una pizca de emoción salta en mi pecho.

Él imprime en sus labios una sonrisa jovial, acorde con la edad en la que se ve. Su cabello sigue siendo del mismo castaño oscuro, veo la diferencia entre sus facciones adolescentes y las que tiene en su apariencia actual, estas son más suaves, dotadas de una luz de inocencia y vida.

—¿Por qué te vez así de joven? —Giro para poder verlo con mayor detalle, cara a cara.

—Me he visto en los recuerdos de los demás. Esa cicatriz no es agradable. —Una risa carente de humor se le escapa. Sus ojos abandonan los míos, se dirigen a su propio reflejo a mis espaldas—. Esta es la apariencia que tenía cuando perdí la vista. Así me veía la última vez que observé mi reflejo.

Un peso se asienta en mi pecho, presiona como si quisiera llevarme al suelo. Me aterra que él pueda saber lo que siento, así que trato de pensar en otra cosa. Pero no puedo callar del todo el miedo y la duda.

<<¿Seré capaz de sacrificarme así por alguien?>>, pienso aún con la incertidumbre sobre si él puede oír lo que pienso mientras que estemos bajo los efectos de su habilidad.

Pensar en hacer algo extremo por Vladimir no suena tan descabelladlo. Por él sacrificaría cualquier cosa, después de todo, es la única familia que conozco, la única persona en la que siempre he querido confiar. Pero quizás algún día llegue el sentimiento de poder hacer lo mismo por alguien del refugio.

Exone suspira con rendición tras mirar su reflejo un rato en silencio, sacude la cabeza como quien quiere quitarse de encima malos pensamientos y su atención recae en mí.

—También tienes un recuerdo así, ¿no? Antes de que todo cambiara.

Mi corazón se salta un latido, haciendo que involuntariamente me lleve las manos al pecho. Las garras frías de aquel demonio que cargo en la espalda se incrustan en mi columna vertebral, mandando una señal de alerta mis sentidos de pelear o escapar.

—Lo he visto. Lo lamento, Nira. Me pareció lo mejor que no lo vieras conmigo —suena apenado. Una de sus manos retira el mechón de mi cabello que cubre mi frente—. Las cicatrices que no son invisibles son las que más dolor nos causan. Pero de las que más aprendemos.

Me siento hecha de piedra, incapaz de hacer algo que no sea respirar y pardear.

—Tranquila, no le diré a nadie. —Suelta el mechón.

—¿Viste... — bajo la vista—, lo viste?

—Lo que recuerdas, sí. Esa parte que tu mente tiene bloqueada es la que más fuerza te dará en el momento que sea necesario. —Él se hace a un lado, dejándome acceso una zona iluminada que su cuerpo mantenía fuera de mi visión—. Así eras antes de eso, ¿por qué no lo llamas por su nombre?

Un nudo se cierra en mi garganta, el peso que en los últimos días cargo en el estómago ahora se siente peor que nunca.

—Porque ni si quiera sé cómo llamarlo —murmuro con la voz entrecortada.

En la oscuridad, la imagen que se proyecta frente a mí me aterra con su luz. La secuencia me hace pensar en un vídeo nostálgico con el clásico filtro sepia. En el recuerdo en forma de nube, suspendido en la penumbra, puedo ver con claridad alguna tarde normal antes del cambio.

Me resulta rara la forma en la que mi cabello no cubre mi frente o alguna parte de mi rostro, es tan corto que apenas llega a rozar mis hombros.

No sé dónde las cosas comenzaron a salir mal, o a lo mejor sí lo sé, pero como dijo Exone: está bloqueado. Fuera de mi acceso.

Antes del cambio los días eran así. Había mucha rabio en mi interior, y el constante sentimiento de que algo faltaba cada vez que Vlad tenía que dejarme sola. Pero también estaban los días como ese, donde sólo había risas y juegos. Donde todo estaba bien en mí.

—Solías ser así antes, ¿no? —Exone mira el recuerdo de pie a mi lado—. ¿Eso es lo que sientes que Vladimir extraña?

"No sé qué hice mal. ¿En dónde me equivoque?". El lamento de mi tío llega como un eco a la distancia, aunque no estoy segura si Exone puede escucharlo o es algo que está solo en mi mente. Estar aquí me está haciendo confundir la realidad.

—Creo que su eterna preocupación por mí desaparecería si pudiera corroborar que aún soy así de feliz —Aparto la vista—. Si pudiera demostrarle algo de alegría.

—¿Y eres feliz? —pregunta con cautela.

—¡Sí, lo soy! —me apresuro a contestar. En automático, siempre en piloto automático—. Es solo que... —no encuentro ninguna excusa.

—Está bien, no fue tu culpa. No lo fue en ese entonces y no lo es ahora. —Exone sopla hacia la nube, haciendo que desaparezca—. ¿No fue lo que te dijeron? Algo tenía que cambiar, Nira. Era normal que las cosas cambiaran de lugar.

—Sería más fácil para ambos si no hubiera sido así —confieso—. Cuando me dijeron que las cosas cambiarían, no creí que la frase me involucraría de esa manera.

—Aunque no puedas expresarlo, sé que, si se lo haces saber con tus palabras le quitarás aquella duda que lo ronda constantemente —aconseja.

Él da otro paso a mí y toma la mano que sostuvo antes de que apareciéramos en este lugar.

—Sé que has callado muchas cosas. Y que, has sentido que no encajas, que estás sola. —Nuestros ojos se encuentran—. Aquí desaparecerán esos sentimientos. Aquí no nos juzgamos, nos apoyamos incondicionalmente. Ellos estarán dispuestos a dar su vida por ti, así que debes ser consciente de que esperan que tú estes dispuesta a hacer lo mismo.

—Lo entiendo.

—Nadie te pedirá que finjas ser algo que ya no eres. —Su agarre se siente reconfortante—. No soy quién para decírtelo, sin embargo, Drei tiene razón en algo.

—¿En qué?

—Perteneces aquí. Este es tú lugar. Aquí te necesitamos... te necesitáremos. —La seguridad con la que pronuncia esas palabras y el rostro serio que me dedica me llena de una extraña sensación que no identifico—. Tienes un enorme potencial, Nira. Eres la hija de un gran líder, con un poder que no paraba de evolucionar. Algo me dice que el tuyo tampoco lo hará. —Me deja ir—. Me atrevo a apostar por ti, a que vas a ser una pieza valiosa para el refugio.

En sus ojos encuentro un brillo de seriedad, su postura es segura, con la espalda recta y la barbilla arriba. No miente y no parece dudar de lo que me acaba de decir. No hay bromas escondidas en su tono, tampoco hay suavidad en las palabras. Exone se está asegurando de que entienda la realidad, aunque esta me parezca imposible o hasta cruel y fría.

Nueve lo dijo una vez, que así era la realidad. Y ahora le creo.

—Eres valiente y sobre eso, sabes escuchar tus instintos. Lo haces incluso antes de que Ascendieras. —Su mano libre apunta al centro de mi pecho—. Dentro de ti tienes algo especial, algo por lo que vale la pena esperar hasta verlo. Yo esperaré a presenciarlo. —Me sonríe abiertamente—. Bien, creo que es mejor que volvamos.

—Has visto todo. —Ladeo la cabeza cuando él niega—. ¿Entonces?

—No necesito ver más en tu pasado, ahora estoy ansioso por mirar en tu futuro. —Su gesto alegre aumenta.

Un alivio inesperado se aferra a mi cuerpo con una calidez embriagante. Un sentimiento que no esperaba sentir, mucho menos, esperaba que un desconocido pudiera llegar a generarlo en mí.

De pronto, me siento determinada, extrañamente motivada. Siento una corriente eléctrica corriendo por debajo de mi piel, acabando con las dudas que se arrastraban ahí. Me siento curiosa y ansiosa de una buena forma.

Quiero descubrir si aquel potencial del que se me habla es real y saber hasta dónde puedo explotarlo. Hacía años que no me sentía así.

—Una cosa más, Nira... —susurra con un tono de advertencia.

La habitación parpadea por un segundo. La cabeza de da vueltas, esa sensación de haber olvidado qué estabas por hacer me aborda, pero disimulo la desorientación cruzándome de brazos y fingiendo que nada ha pasado.

Exone ríe por lo bajo, lo que me hace sospechar que lo que ha pasado tiene que ver con su habilidad.

—Nada de lo sucedido aquí se habla estando allá afuera, ¿bien, Nira? —La risa hace estragos en sus palabras.

—De acuerdo.

—Una última cosa —menciona Exone—. Recuérdame, así como me ves, ¿sí? —Su mirada se suaviza, se pinta de un color triste—. No olvides como me veo ahora, para que yo no pueda olvidarlo.

—Es una promesa.

—En ese caso son dos...

Sus palabras se distorsionan de la misma forma que lo haría un juguete musical al ir perdiendo la batería. En un parpadeo, me encuentro de regreso en la habitación donde estaba en un principio. Exone aún me sostiene de la mano, pero ha dejado de ser un toque sin sentido. Aprieta mi mano como si me diera alguna clase de consuelo.

—¿Y bien? —Drei suena ansioso. No nos permite salir del trance.

—Dame un segundo, ¿sí? —Exone sacude la cabeza.

—Lo siento —se disculpa el primero.

—Será de gran ayuda, no hay duda. —prosigue Exone. Mantiene su rostro dirigido a un punto neutro entre Drei y yo—. Puede que tenga problemas de confianza en sí misma, pero puedo sentir que llegará lejos.

No sé cómo se sienta o qué piensa Exone, es extraño no poder definir sus expresiones con esa cicatriz.

—¿Qué hay de su habilidad? —El hombre de la bata parece al borde de un colapso de nervios.

Exone hace un gesto de meditar, rasca su barba que parece tener un crecimiento de días y sonríe dirigiendo sus ojos ciegos hacia Drei. Es como si pudiera verlo sin hacerlo.

—La llamaré Dispersión de Miradas, suena como un buen nombre, porque es como cuando riegas semillas alzar en un campo, no sabes dónde caerán, pero habrá un efecto. —Se encoge de hombros—. Describe bastante bien lo que hace.

—¿Lo de volverme invisible? —inquiero.

—No, en realidad no te vuelves invisible —explica Exone con una sonrisa juguetona bailando en labios—. Es una habilidad que afecta a las personas a tu alrededor, haciéndolas incapaces de verte.

—Suena como volverse invisible —refuto.

—Si te volvieras invisibles, creo que no serías capaz de verte al espejo como lo hiciste la primera vez que descubriste tu habilidad. —Exone se rasca la barbilla por segunda vez.

—A demás, la invisibilidad trae problemas de visión. Quedarías ciega porque nada impediría que la luz dañe tus ojos —el tono de Drei es la misma de un doctor recetando un antigripal.

—Entonces, ¿qué es lo que hago?, ¿por qué no pueden verme?

—Tú habilidad no les permite posar sus ojos en ti, en cuanto lo intentan, tu habilidad los obliga a mirar a todos lados, pero nunca te miran directamente. —Exone se da una palmada en el pecho, como si estuviera felicitándose—. De ahí el nombre: Dispersión de miradas.

—Dispersión de miradas —pruebo el nombre.

Lo encuentro ligeramente vergonzoso. Aunque me guardo el comentario para no herir los sentimientos de Exone, quien ha sido tan amable al nombrar mi habilidad.

—Bueno, con esto terminado, pasamos a segunda fase —informa Drei con más calma de la que mostraba hace unos momentos—. No soy alguien a quien le guste presionar a los demás pero...-

—Te encanta presionar a los demás —interrumpe Exone con una media sonrisa.

—Es tiempo de que tengas tú primera oportunidad de ayudar al refugio —continua Drei sin importarle mucho las palabras de Exone. 


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