Petra en la revolución

By TacosEnSalsaRoja

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Petra quería unirse a la revolución mexicana, había escuchado entre voces cómo querían derrocar al gobierno M... More

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En algún rincón perdido de la vasta geografía del país, Petra había recorrido un camino plagado de desafíos y sacrificios. Dos años habían transcurrido desde que dejó atrás el grupo Villista, llevándose consigo a unas cuatrocientas soldaderas que compartían su visión de una lucha sin desigualdades ni injusticias. Habían marchado juntas hacia Zacatecas, dispuestas a defender lo que creían justo. Ahora, Petra se encontraba en una encrucijada, sin rumbo claro pero con el peso de sus experiencias a cuestas.
El tiempo había pasado, pero las cicatrices emocionales seguían frescas. Villa, el hombre al que había seguido con lealtad y valentía, ni siquiera la había reconocido en las batallas, ignorando su identidad y sus logros. La ausencia de su apellido en los relatos de guerra la había herido profundamente, recordándole la falta de reconocimiento que había enfrentado.
Sin embargo, no estaba sola. Nunca lo había estado. A pesar de las adversidades, contaba con el apoyo inquebrantable de mujeres como Rosa, su mano derecha, y un grupo de soldaderas que compartían su causa.
La llegada de una misteriosa carta, enviada por Venustiano Carranza, sacudió la monotonía de sus días. La carta planteaba una invitación a unirse a él y a su causa revolucionaria. Petra se debatía entre la desconfianza y la posibilidad de obtener el reconocimiento que tanto había anhelado.
En un momento de privacidad, Petra leyó detenidamente el contenido de la carta, tratando de descifrar las verdaderas intenciones de Carranza. ¿Por qué la buscaba ahora, después de tanto tiempo? ¿Qué podía ofrecerle que no hubiera obtenido antes?
La decisión no sería fácil. Las palabras de Rosa una de sus compañeras que la había seguido, resonaban en su mente, recordándole los peligros y desafíos que enfrentó bajo el mando de Villa. Sin embargo, la oportunidad de obtener justicia y reconocimiento por sus méritos no podía ser ignorada. Con determinación, Petra decidió aceptar la invitación de Carranza, dispuesta a explorar nuevas oportunidades y desafíos. Pero antes de comprometerse por completo, necesitaba respuestas.
Petra cruzó el umbral del local con una inclinación cortés hacia el dueño del restaurante, sus ojos escudriñando el ambiente en busca de la figura que seguramente era Venustiano Carranza. este lugar era un lugar concurrido y lleno de rostros desconocidos, lo que dificultaba identificar al hombre que había convocado su presencia.
El aire del lugar estaba impregnado de aromas de comida y murmullos de conversaciones animadas. Las mesas estaban ocupadas por clientes disfrutando de sus platos y bebidas, creando un ambiente bullicioso y acogedor.
Petra se acercó a la barra y se dirigió al bartender con una sonrisa amable, mientras continuaba escudriñando la multitud en busca del hombre al que había venido a encontrar. Pidió su trago de jamaica con una voz firme, recordando su decisión de dejar el alcohol atrás hacía ya un tiempo. Había aprendido que su eficiencia en la batalla dependía en gran medida de sus hábitos de consumo, había decidido mantenerse sobria para mantenerse alerta y lista para cualquier desafío que se le presentara.
La voz ronca de un hombre mayor interrumpió el silencio del lugar, haciendo que Petra girara para identificar al interlocutor.
-Creí que no vendrías- dijo con un toque de sorpresa en su tono-Pero has llegado más rápido de lo que pensaba.
Tomo un largo trago del refresco de jamaíca que había pedido y me acomodé en la barra, esperando con curiosidad lo que Carranza tendría que decir.
-No podía hacer esperar al hombre que inició toda una revolución- respondió Carranza con una sonrisa, mientras se servía un whisky.
-Te estarás confundiendo de hombre- le corrigió, levantando una ceja con incredulidad--Porque yo no inicié ninguna revolución. Sigo en ella, pero el mérito de iniciarla, claro que no es mío, ese honor se lo lleva el difunto Madero."
-¿Qué es lo que desea?- pregunté, impaciente por conocer la razón de su convocatoria.
Carranza tomó un sorbo de su whisky antes de responder, elocuente como siempre. –A decir verdad, estaba ocupado", comenzó–pero eso no significa que no quisiera que te unieras a mí, Petra, eres una gran comandante, la gente te respeta más de lo que imaginas.
-¿Debería tomarlo como un halago?– bromeé con ironía-Porque aquellos que hablan maravillas de mí por lo que hice en Torreón, son los mismos que me dieron la espalda y me desprestigiaron.
Carranza carraspeó antes de responder, con tono conciliador.
-Siguen siendo hombres-dijo con un encogimiento de hombros- Tienen alguna necesidad de sentirse superiores, no te lo tomes personal, solo estaban celosos.
-Aquellos celos tomaron mis méritos-repliqué, apretando el vaso de vidrio con frustración-Mi puesto, mi ascenso. Así que, con todo respeto, sí me lo tomo personal.
Carranza observó a Petra con atención, buscando las palabras adecuadas para calmar su irritación.
-Tranquilízate, Petra-dijo finalmente-No estoy aquí para pelear contigo. Vine para darte lo que te fue negado.
Sacando unos pines con estrella de su saco, continuó. -Quiero que te unas a mí como comandante y guíes a los míos.
Petra se quedó perpleja ante la propuesta, mirando las estrellas en su mano con incredulidad.
-¿Por qué?-preguntó, buscando respuestas.
-La razón ya la has respondido tú misma-respondió Carranza con calma-Te quitaron tus méritos, tu puesto, tu ascenso, y yo estoy aquí para darte lo que te mereces, Si estás conmigo, podemos ganar juntos, no es revolucionario oprimirnos entre nosotros, ¿no crees?
Petra reflexionó por un momento, recordando las palabras de Rosa y las lecciones de la vida.
-Supe que Villa mató a más de 90 mujeres- murmuró, bajando la mirada- Eso me hace dudar de sus intenciones con las que tengo. No estoy sola, son mis hermanas de guerra."
Carranza sonrió ligeramente, entendiendo su preocupación.
-Si tus compañeros no son una familia para ti, entonces es cuando debo preocuparme-dijo con sinceridad.
-Por eso quiero que te unas a nosotros, para que podamos ser una verdadera hermandad. ¿Te unes a mí, Petra Herrera?"
Petra extendió su mano en un gesto de acuerdo, aceptando la oferta con cautela pero determinación.
-Por favor, señor, dígame qué planea para ir tras esos desgraciados-pidió con determinación.
-Por supuesto, comandante Petra- respondió Carranza, sellando así un nuevo capítulo en la historia de petra la revolucionaria-

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