JungKook había pasado por alrededor de diez florerías, y no encontraba ningún ramo que le convenciera para llevar a la casa de TaeHyung.
Creía que recorrería toda la ciudad en busca del perfecto ramo de flores.
Todo le causaba muchos nervios.
Quería lucir bien, ser lo suficiente para que los padres de TaeHyung le aceptaran como uno más de ellos.
Tenía bastante presión en su espalda, sentía que llevaba un saco de piedras en ella.
Cuando llego a la última tienda de su ciudad suspiró, había llegado hasta el final de su ciudad solo para conseguir un ramo de flores.
Se bajó estacionando su moto en la acera, compraría el ramo de flores en esta florería, no sería malo después de todo.
Eso esperaba.
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Había comprado un ramo de rosas rojas y un pequeño pastel de fresas, todo el camino se aseguró de no estropear los pétalos ni el pastel, para su suerte llegaron en una sola pieza.
Se encontraba fuera de la casa de los Kim, con un ramo de flores en sus manos y un pastel. Se daba ánimos para tocar la puerta y presentarse a los padres de TaeHyung.
Era una tortura seguir estancado en la acera mientras acomodaba las palabras en su boca.
¿Cómo sonar lo bastante decente?
No sabía, su lengua se trababa al tratar de ensayar.
Estaba tan concentrado en desenredar su lengua que no se dio cuenta que una cabecita rosada le miraba desde la ventana. TaeHyung sonreía con ternura viendo cómo su novio tenía una batalla interna.
Antes de bajar por las escaleras se dio un último vistazo en el espejo, girando en sus talones, viendo lo bonito que se veía.
Quería lucir muy bonito para su novio.
Bajó corriendo por las escaleras, casi saltando de alegría, arreglando una última vez su cabello abrió la puerta viendo cómo JungKook aún tenía una lucha interna.
—Noches buenas, señores.—JungKook se golpeó en la cabeza por la estupidez que acababa de decir, estando nervioso y ansioso le hacía la boca un enredo.
Cerró los ojos para pelear consigo mismo en su cabeza para que pudiese elaborar palabras decentes.
Fue sorprendido por unos brazos que se envolvieron en su cintura. Abrió los ojos encontrándose con la cabeza rosada de TaeHyung.
—Kookie ¿Qué hacías?—Preguntó riendo.
—Nada.—Rió.—Déjame verte, Tete.
TaeHyung dejó de abrazar a JungKook y dio una vuelta frente a él. Mostrando la blusa con encaje en el cuello y los pantalones negros que se había puesto, se veía bastante elegante, pero aún así su vibra adorable resaltaba.
—Te ves muy hermoso.—Halagó JungKook, pasando una mano por la cintura de TaeHyung y acercándolo.
Para que ambos se besaran.
Oh, sus labios eran tan dulces, tan adorables, tan suaves, hacían un gran contraste con los labios secos y fríos de JungKook. El sabor de la boca de TaeHyung siempre era dulce, sabía a miel y a vainilla, en cambio la boca de JungKook sabía a cigarros.
Hacían una hermosa combinación.
Entre sus besos podían juntar el sabor dulce con el de la nicotina.
Era maravilloso.
—Hmm ¿Qué trajiste?—Preguntó TaeHyung separándose de JungKook.
—Le traje un ramo de rosas a tú madre y un pastel de fresas para el postre.
—Mi mamá odia las rosas.–Dijo riendo.
—O-oh.
—Pero el gesto lo apreciará, se ven muy lindas.—Dijo TaeHyung delineando con sus dedos los pétalos.—Fuiste muy amable, Kookie.
—¿Qué me dices del pastel? ¿Les gusta el pastel?
—A mi mamá no mucho, cuando yo hago algún postre ella solo come un bocado, por cortesía.—JungKook agachó la mirada, había perdido.—Pero a mi papá le encantan, sobre todo los pasteles, siempre que horneo es el primero en comerse todo.
—Menos mal. Estoy una a cero.—Rió.
—¿Estás nervioso?
—No.—Claro que lo estaba, pero no quería admitirlo, quería tener todo en las rieles.
—Hmm, está bien. Entremos adentro, me hace frío.
TaeHyung envolvió su brazo con el de JungKook pero cuando quiso empezar a caminar JungKook se plantó, le aterraba entrar a su casa.
—Bueno... tal vez esté solo un poco nervioso.
—Todo estará bien.—TaeHyung soltó una risilla parándose de puntitas para besar la mejilla de JungKook.
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Y bien, JungKook se sentía pequeño en aquella mesa larga.
Tanto como la madre y el padre de TaeHyung tenían expresiones fuertes y serias, no podía creer que de ellos dos haya nacido alguien tan dulce como TaeHyung.
Los misterios de la vida, JungKook piensa.
La sala estaría en completo silencio si TaeHyung no hablara, era el único que hablaba sacándole conversación a cada uno, el ceño fruncido de sus padres se desvanecía cuando oían hablar a su hijo. Era su vida entera.
—Y bien JungKook ¿Cierto?—Habló el señor Kim.
—S-sí.—Tosió para disimular su tartamudeo.
—TaeHyung nos ha hablado mucho de ti, parece que eres su tema de conversación favorito.—Habló la señora Kim.
—O-oh, eso es muy bueno de saber.—Sonrió mirando de reojo a TaeHyung, viendo cómo el pelirosa sonreía y tenía las mejillas rosadas.
—Sí. Y dinos JungKook, este es su penúltimo año escolar y ya se está acabando ¿Qué piensas estudiar?—Preguntó el señor Kim.
Los nervios le volvían a invadir, sentía que si decía su plan de vida sería rechazado y si mentía sería descubierto al instante.
Era pesado.
Frente a él estaba un decano de historia que trabajaba en la mejor universidad de Busan y su esposa una fiscal muy bien reconocida. Se volvió a sentir pequeño.
Todo en el entorno de TaeHyung denotaba ser grande, tenía la grandeza en sus venas, desde ser un bailarín de ballet protagonista de muchas obras importantes hasta ser hijo de personas sobresalientes en su área.
Él solo era un ex peleador de peleas clandestinas y un adicto a la nicotina.
—Pues... quiero entrar a la escuela de artes para... ser tatuador.
La madre de TaeHyung quiso disimular que se había atragantado con el guisante al oír eso, pero fue algo obvia.
—¿Mamá, estás bien?—Preguntó TaeHyung, totalmente preocupado.
—S-sí, tranquilo, TaeHyung.—Sonrió limpiando sus labios con la servilleta tratando de disimular.
—Suena interesante, JungKook.—Habló el señor Kim.—¿Puedo saber por qué elegiste aquello?
—Siempre me ha gustado el arte, me gusta mucho dibujar y pintar. Una vez iba por la calle y me detuve en un salón de tatuajes, me asombré por los bellos diseños y cómo lograban que uno de esos diseños se quedara en la piel de las personas. Ese día conseguí mi primer tatuaje.—Sonrió.
Contándolo como la mejor experiencia de su vida, haciendo sonreír a TaeHyung por lo emocionado que se había escuchado al hablar.
—Suena interesante.—Dijo la señora Kim.—Me parece genial que tengas una meta trazada, quisiera que TaeHyung hablase tan seguro de su futuro.
—Mamá...
—Pero... TaeHyung me contó que él quiere dedicarse a la danza.—Interrumpió JungKook.
—Sí, nos lo ha dicho y sabe que lo apoyamos.—Habló el señor Kim.—Pero no lo dice tan seguro como tú, es típico de su edad que esté tan inseguro sobre su futuro, a todos nos pasa.
—¿Cómo se conocieron?—Preguntó la señora Kim.
—A JungKook le gustaba YoonGi y me dijo que le ayudara a conquistarlo.—Habló TaeHyung riendo.
—Pero YoonGi tiene un novio.—Rió su padre.
—¡Lo sé! Pero en ese entonces yo no lo sabía. Nos conocimos así.—Sonrió TaeHyung, pintando sus mejillas de rojo.
Tan adorable.
El hielo se había roto y la velada había ido de buena manera. TaeHyung siempre traía la conversación a la mesa y sacaba sonrisas a todos con las cosas que decía, incluso si solo respiraba.
JungKook se imaginó que los padres de TaeHyung le rechazarían y tratarían de alejarle de su hijo, como en toda telenovela con un buen rating, pero no había sido así, por más que tuviesen una expresión intimidante y fuerte eran cálidos como su hijo.
La cena terminó con el pastel partiéndose, los padres de TaeHyung se despidieron de la joven pareja tomados de la mano y les dejaron la sala para ellos solos.
TaeHyung tenía su cabeza recostada contra el hombro de JungKook mientras sus manos estaban entrelazadas y veían una película en la televisión. Una de terror, como siempre.
A TaeHyung le gustaban los clásicos, no daban tanto miedo pero tenían un lugar en el cine de culto, por eso le gustaba. A pesar de no dar mucho miedo JungKook saltaba en su lugar mientras sostenía la pequeña mano de TaeHyung fuerte contra el sillón.
—Hablé con mis papás sobre el viaje.—Dijo TaeHyung una vez que los créditos de la película aparecieron.
—¿A sí? ¿Qué te dijeron?
—¡Que tengo permiso! Claro, solo si va Joohyun y HoSeok, sino no.
—¿Y si solo vamos los dos?—Movió sus cejas molestando a TaeHyung.
—Si es así, no me dejarán.—Puchereó.
—Diablos.—JungKook rió.
Tomando entre sus manos las mejillas de TaeHyung, la acunó para dejar besitos sobre su puchero. Ambos rieron por el gesto y se dieron un beso, uno más profundo.
Movían sus bocas en una misma sincronía, robándose la respiración y sonrojando a sus mejillas, el calor se apoderó de sus cuerpos y el ser unos adolescentes hormonales les asaltó. TaeHyung se subió a horcajadas de JungKook mientras aún seguían besándose.
Chasqueaban sus bocas mientras gemían bajo, JungKook acariciaba los muslos de TaeHyung con miedo de llegar a su trasero y ser visto como un promiscuo. TaeHyung notó eso y con una media sonrisa tomó las manos de JungKook y las posó en su trasero.
—Puedes tocar, JungKookie.—Susurró TaeHyung contra los labios de JungKook.
Así lo hizo, sintiendo bajo sus dedos el trasero de TaeHyung, aquel trasero que había querido tocar desde el día uno, ahora podía hacerlo y lo disfrutaba mucho. Amasaba la piel mientras seguía besando a TaeHyung, sintiéndose en el cielo.
Tocando el cielo con sus dedos, solo por estar con TaeHyung. Solo por amar a TaeHyung.
Así se sentía el paraíso, creía él. El paraíso se sentía de la misma forma que se siente amar y ser amado por TaeHyung.
Tan bien.
Cuando empezaron a hacer fricción entre ellos fueron interrumpidos.
—¡TaeHyung, ya es tarde!—Se escuchó de la planta de arriba a su madre gritarle.
Saltaron en su lugar alejándose lo suficientemente rápido como si hubiesen cometido un robo o hubiesen roto algo.
—¡S-sí mamá! ¡JungKook ya se irá!—Gritó de vuelta.
—Por suerte no bajó, no creo que hubiera sido bueno ver a su lindo hijo con su novio amansándole el trasero.
—Oye.—Rió TaeHyung golpeando a JungKook.
—Es hora de irme, supongo.
—Ya es tarde, tú mamá debe estar preocupada.
—Si, pero si le digo que estaba contigo la preocupación se desvanece. Te ama.
—Y yo a ella.
—¿Tengo que preocuparme de mi madre?–JungKook elevó una ceja.
—Tonto.—TaeHyung rió.
Ambos fueron tomados de la mano hacia la motocicleta de JungKook, TaeHyung le puso el casco para que todo estuviese en su lugar y pudiese irse seguro, con un último beso se despidieron.
Una costumbre que habían obtenido era vigilar que la luna o el sol les acompañe en su ida.
Se aseguraban de que se fueran bien.
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