En el punto de mira©️ (ongoin...

By carlahbelanger

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Se que no soy una chica normal. Al fin y al cabo, ¿qué persona ha sido entrenada desde niña para defenderse y... More

ANTES DE LEER
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11 (extra)
CAPÍTULO 12
CAPITULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15 (HE VUELTO)
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21

CAPÍTULO 22

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By carlahbelanger

CASSANDRA BENEDETTI (POV):

La sirena que indica la hora de levantarse me golpea en la cara.

Apenas puedo abrir los ojos, el sueño me está ganando.

Abro cuidadosamente un ojo, y la suave luz que se cuela a través de las pesadas cortinas de la ventana me incomoda.

Me incorporo.

Miro mis manos. Todavía hay sangre seca que aún no se ha quitado.

La imagen de la cara de sufrimiento de anoche de Lyv, hace que una sonrisa inunde mi cara, y saco los pies del edredón.

A pesar de haber una alfombra en el suelo, el frío que la atraviesa por el fresco mármol hace que un pequeño escalofrío recorra mi cuerpo.

Me dirijo al baño. El agua caliente que cae de la ducha hace que despierte del todo. Las gotas de agua recorren mi perfecto y definido cuerpo, y paso las manos por él.

Tengo los leggings negros de repuesto del uniforme manchados con sangre seca, así que me pongo la camisa blanca y la corbata roja del uniforme, seguido de la falda corta negra. Sobre ello, me pongo la capa negra, y me acomodo el pelo delante del espejo del baño.

Cuando acabamos de prepararnos, la sirena vuelve a sonar, y automáticamente, las puertas de las habitaciones se abren y salimos por el oscuro pasillo, siguiendo a la larga fila de chicas silenciosas en dirección al comedor.

Ludo camina un paso por delante de mí hasta el comedor, que parece inspirado en una sala de banquetes de la realeza. Incluso se me da un aire al gran comedor de Hogwarts, aunque mucho más luminoso, ya que de las ventanas entra una luz rehabilitadora.

Las mesas están siendo rellenas por los alumnos, que cuentan con sillas de terciopelo bermellón puestas en fila recta y manteles de un blanco nieve bastante poco prácticos para una manada de adolescentes hasta arriba de hormonas.

Hay centros de mesas hechos con ramitas de pino y flores blancas, y del techo cuelgan candelabros de acero forjado con velas de verdad.

Cada vez que entro en el comedor me doy cuenta de nuevos detalles, puesto que es inmensamente grande.

Los profesores toman asiento en la mesa elevada y los alumnos se dirigen a su sitio de forma educada y en silencio. Se oye un murmullo de conversación, pero para nada es algo caótico.

A lo lejos, veo a Luka y Axel tomar asiento en una mesa. Paso la vista por todo el salón, y hago contacto visual con Matthew, y después miro a Bruno, que está a su lado y me hace un gesto para que vaya con ellos.

–Ludo, –digo tocándola el hombro para que me preste atención. –, me voy a sentar a desayunar con Bruno y Matthew.

–No tengas problema, luego nos vemos. –dice, dedicándome una sonrisa sincera.

Cambio la ruta y me dirijo por el pasillo que se forma entre las mesas hacia donde está sentado Bruno, que a su vez se sienta al lado de Matthew. Cada asiento cuenta con una vajilla de porcelana y cubiertos de plata, que parecen recién pulidos.

–Cassandra. –alzo la vista y me encuentro con Bruno sonriéndome desde el otro lado de la mesa.

–Siéntate, siéntate. –dice Matthew, y Bruno saca una silla.

Acepto la silla que Bruno ha sacado para mí.

–Gracias. –le digo a Bruno, que se sienta a mi lado.

Elle y Félix están sentados unos sitios más allá, por lo que no podría mantener una conversación con ellos, a menos que se acerquen hasta donde yo estoy sentada.

Una chica con dos largas trenzas de raíz marrones, se gira y me mira de una forma amenazante.

–¿Qué? –digo. –¿Algún problema?

La chica niega con la cabeza y vuelve a mirar su tazón de leche y su plato, que parece intimidarse algo.

–¿Qué tal estás? –me pregunta Bruno tapándose la boca para que sus susurros no vayan más allá de mi entendimiento. –Me preocupa que estés metida en tantos problemas. Con Harrison, con Lyv... –hace una pausa. –, ya me he enterado de la pelea en el baño. Espero que no te metas en más líos o estarás en el punto de mira constantemente.

–¿Sabes cual es la diferencia entre tú y yo? –pregunto, y él me mira intrigadamente. –Que yo me puedo permitir estar en el punto de mira y tú no.

–No me conoces bien, Benedetti. –contesta molesto, ya que acabo de mortificar su ego.

–Te conozco lo suficiente.

Un ruido que proviene de los altavoces interrumpe nuestra conversación.

–Alumnos... –dice Laeddis por el altavoz, que se aclara la garganta. –Me gustaría informarles que hoy por la noche se les habilitará el gran salón del comedor para una fiesta.

Los alumnos se mueven inquietamente, parece que la gente por primera vez está orgullosa de una noticia que dan por los altavoces.

–Hemos pensado que los mayores de 18 años podréis acudir, es decir, desde los alumnos de segundo año en adelante. A los de primer año que seáis menores de edad se os habilitará la sala de gimnasia para otra fiesta, en la que por supuesto no habrá ni alcohol ni tabaco. Lo siento.

Veo como la mayoría de gente se alegra, mientras que algunos están más disgustados.

He de decir, que me alegro que separen a los menores de los mayores de edad, es lo justo.

–Os dejarán ropa de fiesta en los armarios, acorde a vuestros gustos y tallas para que decidáis que llevar. –continúa. –Hoy por la mañana tendréis clases, como de costumbre; sin embargo, después de comer estaréis libres para descansar y para prepararos para la fiesta. –hace una pausa, y por su cara, puedo descifrar que algo negativo va a decir. –Lamento comentaros que los alumnos que hayan acumulado tres partes, o se encuentren en aislamiento, no podrán ir a la fiesta, permanecerán en sus habitaciones encerrados y aislados, de esta forma aprenderéis que saltarse las normas del internado tiene sus consecuencias.

Desconecto.

Se me está ocurriendo una idea...

La llamaré "vendetta".

Las amigas de Lyv estarán en enfermería, por lo que ellas no podrán asistir a la fiesta, y Lyv...

Me encargaré de que no vaya...

–Es una pena que no seas mi pareja para el baile. –me dice Bruno con una sonrisa.

–Yo no tengo parejas. –digo neutral. –Yo me acerco a ciertas personas, cuando me interesa...

Esbozo una sonrisa, lo que puedo intuir que le ha sentado como una patada en el culo.

.

BRUNO CACCINI (POV):

Como la gusta llamar la atención.

Como se gusta a sí misma.

La encanta tener siempre los hilos y manejar a todo el mundo.

Como me jode y cuanto me pone...

Termino de desayunar, y cuando levanto la vista, veo que Félix se ha levantado y apoya las manos sobre el respaldo de la silla que está perfectamente arrimada enfrente de Cassandra.

–¡Cassie! –dice con una voz juguetona, y aprieto la mandíbula de rabia. –¿Qué tal todo? ¿Bailarás conmigo en la fiesta? ¿no?

–Longbour, lárgate de aquí si no quieres que mi puño aterrice en tu cara. –contesto molesto remarcando su apellido.

–Caccini, creo que nadie te ha dado vela en este entierro. –contesta mirándome de arriba hacia abajo y con un acento italiano perfecto, tratando de imitar el mío.

Cassandra, sin embargo, le da vueltas a la leche de su tazón ignorando nuestra conversación.

–Ya hablaremos, Cassie. –hace una pausa y me mira. –Cuando este egocéntrico no esté en medio de la conversación.

Me levanto de golpe de la silla, haciendo que ésta golpee sobre la silla de detrás. Le agarro de la pechera a Félix y levanto el puño, pero Matthew me agarra a tiempo.

–Tío, si le pegas delante de todo el mundo te llevarán a aislamiento y no podrás ir a la fiesta. –dice Matthew, lo que hace que relaje la mano y le suelte.

–No seáis infantiles. –es lo único que dice Cassandra. –Matthew tiene razón, si le pegas te castigarán.

Salgo del comedor furioso y en silencio, al lado de Matthew.

No entiendo qué fue lo que me pasó. En cuanto Félix mencionó que quería pasar tiempo con Cass en la fiesta mis brazos actuaron solos. Tenía demasiadas ganas de romperle la cara.

Lo admito, me revienta que Félix quiera pasar tanto tiempo con Cassandra.

No quiero verles juntos, echo de menos que Cass me mire como me miraba antes, y ¡odio la maldita voz estúpida de Félix!

¡Cassie! ¡Cassie!

¡QUE SE LLAMA CASSANDRA, JODER!

Como mucho Cass, ¿pero qué mierdas es eso de Cassie?

Llegamos a nuestra habitación y me tumbo en la cama. Veo como Matthew se acerca a mí.

–¿Bruno? –dice Matthew. –estás arrugando tu libro.

Mierda, joder.

–Estoy demasiado cabreado, joder. –me incorporo y saco el libro de mi espalda, que lo estaba estropeando.

Trato de alisar el libro.

–¿Es por Cassie? –pregunta burlándose.

–Te juro que voy a asesinar a alguien si vuelvo a escuchar ese apodo ridículo. –contesto, y se ríe.

–Dale tiempo, recordará.

–Es que me tiene todo el puto día caliente, cada vez que la veo se me pone dura, pero es que me revienta que no sea al único que le pasa eso cuando la ve.

.

CASSANDRA BENEDETTI (POV):

Salgo de la habitación y me dirijo a paso rápido hacia el despacho de Laeddis.

Mi venganza está por comenzar.

Llamo a la puerta del despacho, y una voz masculina me indica que pase.

Laeddis está sentado en el escritorio tomando apuntes en un cuaderno viejo.

–¿Para qué querías verme? –pregunta Laeddis sin levantar la vista del cuaderno y mordiendo levemente el bolígrafo por la tapa.

–Hay una chica, –hago una pausa y bajo la mirada. –, Lyv Carther, no sé si la pones cara.

Él asiente, aún sin mirarme, indicándome que siga.

–Pues Lyv lleva intentando hacerme la vida imposible desde que entré en este internado. No sé si se ve amenazada porque pueda ser más habilidosa que ella, o simplemente quiere hacerme la vida imposible aquí dentro.

Por fin, Laeddis levanta la mirada y deja el cuaderno sobre la mesa.

–¿Qué ha pasado? –dice.

–Resulta que ya el primer día que entré aquí me amenazó en la clase de gimnasia, en la última clase de esgrima intentó matarme, haciendo uso de una espada afilada, en lugar de seguir el reglamentario y practicar con un florete con la punta roma. El otro día vino con sus amigas al baño para pillarme por sorpresa. Resulta que quería dejarme sorda con un alambre de hierro oxidado. Por suerte Elle Evans llegó a tiempo y me avisó.

Laeddis se levanta de la silla y comienza a andar por detrás mío en círculos.

–Y ahora resulta que me quiere matar, me está amenazando, tanto a mi como a mis amigos. Dice que va a ir a por mi familia, y... –hago una pausa. –me acosa.

Levanto la mirada.

–La verdad es que temo por mi vida, director. –miento.

–Cassandra, eso que me estás contando es una acusación muy grave. –contesta.

–Se ha tatuado con un cuchillo mi nombre en el antebrazo. –miento, y una lágrima se escapa de mi ojo derecho. –Cada vez que me cruzo con ella me lo enseña. Creo que está obsesionada conmigo.

Laeddis coge el walkietalkie y lo enciende.

–Guardia en posición 3, ve a buscar a Ludovica Expósito, a Bruno Caccini y a Elle Evans.

Tras una espera de cinco minutos largos, un guardia llama a la puerta.

–Están los tres aquí. –habla el guardia.

–Cassandra, siéntate en esa silla. –me dice. –Llama a Ludovica para que entre. –le dice al guardia.

Me levanto de la silla acolchada en la que estaba sentada, y me siento en otra que está en el despacho pero en una esquina.

–Ludovica, ¿confirmas todo lo que Cassandra Benedetti ha declarado contra Lyv Carther?–pregunta Laeddis serio.

–Sí, lo confirmo. –contesta Ludo sin ninguna expresión en la cara. –Lyv lleva mucho tiempo tratando de ir a hacerle daño a Cass. En la clase de esgrima estuvimos todos viendo como trataba de matar a Cassandra. Si nadie ha denunciado nada antes es porque temen por su vida, porque se sienten amenazadas. Ahora quiere que ella le tenga miedo. Yo he visto como Lyv le enseñaba a Cass su brazo tatuado con su nombre.

Laeddis asiente preocupado.

Ludo sale y tras ella entra Bruno en el despacho, que se sienta cómodamente sobre la silla.

–Lyv ha ido a por Benedetti, y la está jodiendo desde que llegó aquí. Se debe de sentir amenaza porque es lógico que Benedetti es más fuerte y mejor que ella.

Tras esto, Bruno sale del despacho y entra Evans.

–Director, Cassandra no es de mi total agrado, pero es cierto que Lyv va a por ella. Yo la avisé de que Lyv iría a por ella en los baños, junto a su grupo, para ponerla el sonotone.

–¿Qué es eso del sonotone, Evans? –pregunta Laeddis fingiendo. –Explícate.

–Pues meterle un alambre de hierro en el oído y empezar a darle vueltas hasta quedarse sorda. –afirma Elle.

–Suficiente, ve a buscar a Lyv Carther. –le dice Laeddis al guardia que está en la puerta.

Tras varios minutos, aparece Lyv cansada, con los ojos rojos de llorar y demacrada por el dolor.

Lyv toma asiento en la silla y yo permanezco al margen de la conversación.

–¿Estás acosando a Cassandra Benedetti? –pregunta Laeddis cabreado. –Varios internos corroboran el testimonio de Cassandra.

Lyv pestañea incrédula, después ríe nerviosa, hasta que por fin habla.

–¿El testimonio de una asesina? –pregunta. –Yo soy dócil, director, no he liado ninguna de momento. No irás a creer a esa manipuladora psicópata, ¿no?

–¿Qué no has liado qué? –ríe Laeddis. –Te recuerdo que hay testigos de cómo intentaste matar a Cassandra con una espada afilada en clase de esgrima.

–No la puedes creer...

–Claro, como supongo que no puedo creer a dos profesores que te vieron en clase de esgrima como la intentaste matar y confirman esas mismas acusaciones. –hace una pausa. –O como no debería creer a mis propios ojos, señorita Carther.

–No puede cometer esta injusticia conmigo, está claro que Benedetti le ha manipulado. –contesta Lyv nerviosa.

Laeddis se acerca a ella.

–Tengo que pedirte que me enseñes el antebrazo. –dice Laeddis, y Lyv abre los ojos asustada.

Finalmente, decidida se levanta de la silla y se remanga la manga de la camisa blanca del uniforme.

Lyv deja al descubierto su pálido brazo, donde se aprecia una gran cicatriz algo ensangrentada, en la que se lee perfectamente el nombre "CASS".

Laeddis sorprendido abre la boca un poco, la mira a los ojos y vuelve a mirar su antebrazo.

–Llévala a aislamiento. –declara Laeddis en dirección a un guardia.

–¿Cómo? –pregunta Lyv alterada. –¿Cómo? –me mira. –Ha sido Cassandra. Es una trampa, ella es letal.

Un guardia robusto la arrastra hasta sacarla de la sala.

–Por favor, podéis iros a clase. –dice Laeddis dirigiéndose a Bruno, Ludo y a Elle. –Benedetti, espera aquí conmigo que tengo que hablar contigo. –me dice. –Por favor, dejarnos solos. –dice dirigiéndose al guardia.

El despacho queda totalmente tranquilo. Solo estamos Laeddis y yo enfrentados, y el crepitar de las llamas en la chimenea.

–Sé lo que has hecho. –dice Laeddis, y yo frunzo el ceño. –Somos iguales, al fin y al cabo.

–Pe-...

Laeddis me interrumpe.

–Deberías ir a clase de engaño, ya te has perdido la clase de venenos y no te conviene perderte otra más. –dice, y no me da tiempo a hablar, ya que un guardia abre la puerta y me saca del despacho.

Camino acompañada de un guardia por el oscuro pasillo, que me deja en clase de engaño.

Empujo los remaches de acero y abro la pesada puerta.

La gente se gira hacia mi, y tomo asiento al lado de Axel, que está sentado solo, ya que Ludo y Luka están juntos.

–Si ya estamos todos, empezamos, que ya es la hora. –dice el profesor Brent, mientras manda callar a una chica pelirroja que está sentada en la primera mesa. –Partiremos de la base que la detección de mentira no es una tarea simple, no existe ningún síntoma o signo en la persona que denote la mentira en sí misma, ningún gesto o expresión facial pueden demostrar que una persona está mintiendo. Lo único con lo que contamos son pequeños indicios de emociones o respuestas fisiológicas del cuerpo humano que, como norma general, no se corresponden con lo que debería estar mostrando en ese momento la persona. –Brent da un repaso a la clase con la intención de ver si le prestamos atención. –Por poner un ejemplo básico, si preguntamos a una persona si ha consumido drogas alguna vez en su vida, verbalmente nos puede responder que no, pero en realidad el movimiento de su cabeza dice lo contrario y observamos como su pulso y su respiración aumenta, todo esto nos lleva a pensar que nos encontramos ante indicios probables de que nos está mintiendo, o por el contrario simplemente no nos está prestando atención y su pulso aumenta por otro tipo de causas, por lo que solo podemos concretar que serán simples indicios. Para descubrir una mentira, hay que fijarse en elementos más complejos.

Brent pasea de lado a lado de la clase mientras piensa.

–Es evidente que gran parte de la comunicación de las personas es no verbal, y ahí está la clave. –hace una pausa. –Cuando una persona intenta ocultar algo bajo una mentira, también trata de controlar sus expresiones faciales, por lo que es muy difícil encontrar evidencias de mentira en el rostro; sin embargo, somos incapaces de controlar microexpresiones faciales, que son pequeños movimientos involuntarios que duran aproximadamente un segundo. –Brent se pasa la mano por el pelo. –Lo que sí se puede hacer es aprender a detectar esas microexpresiones faciales, con mucha observación.

Sigo la clase concentrada y me acomodo el pelo.

La emoción de la fiesta de esta noche interrumpe mis pensamientos y desconecto el resto de lo que queda de clase.

...

***

Espero que os esté gustando...

Dejármelo en comentarios!

Un besiii,
Carlah B.

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