Lee Felix y la panadería Yang.
El aroma tentador de los panes recién horneados de la tienda de la esquina se filtraba hasta el apartamento de Felix, inundando cada rincón y seduciendo sus sentidos con su irresistible fragancia. Con un suspiro prolongado, el joven de cabello oscuro se dejó caer pesadamente sobre el mullido sofá de su sala, abrumado por un sentimiento de desaliento que lo envolvía.
— La vida no podría ser más complicada —murmuró para sí mismo, mientras colocaba su teléfono en modo de altavoz sobre la mesa y observaba el nombre de su mejor amigo, Han Jisung, iluminar la pantalla.
— ¡Ay, Bokkie, siempre tan dramático! —respondió Jisung desde el otro extremo de la línea, captando el sonido de un estornudo seguido de una tos áspera por parte de Felix.
Felix dejó el teléfono sobre la encimera de la cocina y se dirigió hacia la nevera, donde extrajo una jarra de agua fría y sirvió un generoso chorro en un elegante vaso de cristal tallado.
— Si estuvieras en mi situación, comprenderías mi angustia, Hannie. No poder ver al chico más guapo de la ciudad debido a un resfriado es... desgarrador —declaró Felix, mientras llevaba el vaso a sus labios y saboreaba el líquido refrescante para aliviar la irritación de su garganta.
— No necesitas recordarme todos los días tu enamoramiento por el chico de la panadería —replicó Jisung, con una nota de exasperación en su voz, evidenciando su cansancio ante la obsesión de su amigo por el joven Yang.
— No le llames así —gruñó Felix, llevando nuevamente el teléfono a su oído—. Pero es que... es simplemente encantador, Sunggie. Verlo moverse con gracia entre las mesas y escuchar su voz melodiosa es... sublime —suspiró con arrobo, deleitándose en la mera fantasía de ese encuentro.
— De acuerdo, de acuerdo... ¿Cuándo planeas armarte de valor y hablarle de una vez por todas? —preguntó Jisung, entre divertido y expectante.
— Es complicado. Siempre está ocupado atendiendo a los clientes o pasando tiempo con ese tipo alto de cabello rojo, que parece tener una conexión especial con él —mencionó Felix, echando un vistazo distraído a la hora en su teléfono—. ¡Demonios! Lo siento, amigo, pero debo ir a buscar mi ropa a la lavandería antes de que cierren.
Tras recibir un recordatorio de su amigo para cuidarse, Felix cortó la llamada y se encaminó hacia su habitación para prepararse para salir. Se vistió con su atuendo habitual, aunque esta vez eligió prendas un poco más cuidadas, consciente de que podría necesitar salir de casa. Una camisa de algodón en tono azul oscuro se ajustaba perfectamente a su figura, combinada con unos pantalones de tela y unos zapatos de cuero pulidos.
Una vez listo, salió apresuradamente de su apartamento, cerrando la puerta con llave y descendiendo rápidamente por las escaleras. En el camino, se encontró con su vecino Kim Seungmin, quien compartía el piso superior con su pareja, Hwang Hyunjin. Intercambiaron saludos corteses antes de que Felix se apresurara hacia la calle.
Absorto en sus pensamientos, sacó distraídamente su teléfono del bolsillo para comprobar la hora y, antes de darse cuenta, chocó de frente con alguien con tal fuerza que ambos perdieron el equilibrio y cayeron al suelo. Al levantar la mirada, se encontró con el objeto de sus suspiros: el joven rubio de la panadería. Vestía su característico uniforme, compuesto por una camisa blanca de manga larga y un delantal a rayas, que realzaba su esbelto físico. Su cabello rubio, medio largo y suelto, enmarcaba su rostro con un estilo mullet, mientras unos elegantes aretes adornaban sus orejas. Llevaba puestos unos auriculares que descendían hasta su bolsillo, indicando que probablemente estaba inmerso en su propia música mientras caminaba por la calle.
Con un movimiento torpe pero rápido, Felix extendió una mano para ayudar a Jeongin a levantarse del suelo, sintiendo un estremecimiento fugaz al tocar su piel. Jeongin aceptó la ayuda, su rostro ruborizado evidenciando su vergüenza por el incidente.
— Lo siento mucho, no estaba prestando atención —se disculpó Jeongin con voz apenada, mientras se ponía de pie con la ayuda de Felix.
— No te preocupes, también estaba distraído —respondió Felix con una sonrisa tranquilizadora, tratando de aliviar la incomodidad del momento.
Una vez en pie, ambos jóvenes se quedaron mirándose por un instante, como si el tiempo se hubiera detenido a su alrededor. Felix notó la suavidad de los rasgos de Jeongin, la calidez de su mirada y el rubor que adornaba sus mejillas, y se sintió irresistiblemente atraído hacia él.
— ¿Estás bien? —preguntó Felix, rompiendo el silencio con preocupación genuina en su voz.
— Sí, estoy bien, gracias a ti —respondió Jeongin con una sonrisa tímida, desviando la mirada hacia el suelo.
— Me alegro de que no te hayas hecho daño. Soy Felix, por cierto —se presentó Felix, extendiendo la mano en un gesto amistoso.
— Soy Jeongin. Encantado de conocerte, Felix —respondió Jeongin, estrechando la mano de Felix con delicadeza.
A partir de ese momento, la conversación fluyó con naturalidad entre ellos. Hablaron de cosas triviales al principio, como el clima o los planes para el fin de semana, pero pronto descubrieron que tenían intereses en común y una conexión palpable que los unía.
— ¿Sabes? Ya he estado en esa panadería de la esquina, ¡y sus pasteles son increíbles! Pero lo que más me gusta hacer es pasear por el parque que está cerca, especialmente en días soleados —comentó Felix, buscando una excusa para prolongar la conversación.
— ¡Eso suena genial! Me encanta caminar al aire libre. Sería divertido ir juntos al parque algún día —respondió Jeongin con entusiasmo, sus ojos brillando con emoción.
Felix sintió que una idea empezaba a formarse en su mente mientras escuchaba a Jeongin hablar apasionadamente sobre los paseos al aire libre.
— ¿Qué te parece si vamos juntos al parque este fin de semana? Podríamos llevar algo de comida y hacer un pequeño picnic. Sería una forma perfecta de pasar el día —propuso Felix, sintiendo un nudo de nervios en el estómago ante la idea de invitar a Jeongin a salir.
Jeongin levantó la mirada sorprendido, sus ojos encontrando los de Felix en un gesto de incredulidad.
— ¿En serio? ¿Quieres decir... una cita en el parque? —preguntó Jeongin, su voz temblorosa por la emoción.
Felix asintió con determinación, sintiendo que el corazón le latía con fuerza en el pecho.
— Sí, una cita en el parque. ¿Qué dices? —confirmó Felix, esperando con ansias la respuesta de Jeongin.
Una sonrisa radiante se extendió por el rostro de Jeongin, iluminando su expresión con una alegría contagiosa.
— Me encantaría —respondió Jeongin, su voz llena de entusiasmo y felicidad.
Felix no pudo contener su propia sonrisa, sintiendo que el peso de la incertidumbre se levantaba de sus hombros. Había dado el primer paso hacia algo nuevo y emocionante, y no podía esperar a ver a dónde los llevaría este encuentro fortuito en la calle.