JIMIN POV.
Al abrir la puerta todo está oscuro. Inhalo profundo y salgo del baño con lentitud cerrando la puerta detrás mio quedando consumido en aquella negrura. Me mantengo quieto unos segundos hasta poder percibir unos extraños ruidos que me ponen en alerta y erizan al instante mis vellos.
Una lámpara se enciende permitiendo que se ilumine el lugar y poder examinar mejor dónde carajos me encuentro. Mi mirada recorre una gran habitación de hotel diferente a la que visité hace unas noches, esta es mucho más espaciosa y casi puedo jurar que estamos en un lugar muy alto debido al extraño silencio. Apenas logro escuchar algo proveniente del exterior.
Colores beige y ocres adornan la estancia. No muy lejos se encuentra una gran cama donde hay una maleta apoyada y una pared enfrente me hiela los huesos por completo al examinar un extraño mecanismo colocado con muchas cosas filosas y cadenas colgando con unas esposas. Me estremezco y clavando la vista sobre un punto fijo sintiéndome desfallecer.
— Yoongi... —Susurro con voz ligeramente ahogada.
Él está sentado en un sofá, bien recargado y con las piernas un poco abiertas observándome con una preocupante frialdad. Sin embargo sus ojos están oscurecidos y chispean diversión, aquello me pone en alerta. No expresa nada con el cuerpo, pero sus ojos... Dios... aquella mirada...
Puedo sentir cómo me está desnudando y azotando con fuerza. A través de sus ojos él ya me está tomando sin piedad. A través de sus ojos yo ya estoy hincado a su merced. Es una sensación exquisita, un deseo que me pone de los nervios y al mismo tiempo me calienta.
Nadie me desea tanto como él. Y yo no deseo a nadie más que él.
Lo leemos a través de nuestras orbes. Es electricidad pura recorriendo nuestros cuerpos. Mis garzos van bajando hasta sus manos y una punzada de excitación me recorre al ver que, con sus largos dedos, va acariciando un látigo que reposa en sus piernas cuidadosamente. Elegante, misterioso, tan caliente. Vaya que es un hombre peligroso.
¿Y lo mejor? Que es solo mío.
Esbozo una pequeña sonrisa y me acomodo viendo en su dirección con el pulso descontrolado dentro de mi pecho. Puedo sentirlo, mi cuerpo reacciona sin que siquiera me haya tocado. Ya puedo saborear sus caricias con su penetrante mirada. Me vuelve loco, este hombre es un verdadero peligro para mí.
Voy dirigiendo mis manos hacia el nudo de la bata para retirarla, pero él levanta la mano en un sencillo acto que me pide detenerme. Y yo obedezco.
— No —Es la única palabra que pronuncia sin quitarme la mirada de encima —Todavía no.
Todos mis vellos vuelven a erizarse. Me mantengo quieto esperando más indicaciones, trato de mantenerme lo más tranquilo posible pese a que mi mente y cuerpo piden a gritos lanzarme sobre él.
Sonríe.
— Quédate allí, muñeco —Sigue ordenando sin dejar de acariciar el látigo.
Trago duro. ¿Qué está esperando?
— Yoongi... -—Llamo de nuevo.
— Shh —Me calla volviendo a elevar la mano—. Calladito —La sonrisa se va ensanchado en sus labios—. No hablarás hasta que lo pida.
¿Qué?
No entiendo exactamente hacia dónde lleva todo esto, pero me emociona. Me encuentro ansioso por ver todo lo que tiene preparado para mí. Tras una eternidad esperando se levanta con calma y deja de acariciar aquel objeto que no deja de captar mi atención. Lo coloca en su hombro para dejar ambas manos libres y acercarse a mi cuerpo para tomarme de la cintura e irme guiando con elegancia macabra, sus ojos muy clavados sobre mí.
Nos detenemos un par de pasos después. Él se sienta en el borde de la cama que está justo detrás suyo. Firme. Intimidante.
— Desnúdate —pide.
Dirijo mis manos con prisa hacia el nudo, pero él vuelve a detenerme. Mis dedos quedan sobre el nudo sin moverse ni un poco. Espero a que me conteste porqué me ha frenado.
— Lento —El ronroneo de su voz va a volverme loco—. Muy lento, Jimin.
Aprieto mis labios y con una lentitud tortuosa voy zafando el nudo tirando de una cuerda. La abertura de mi pecho se va exhibiendo en V, permitiendo que se deslice la tela por mis hombros, pecho y finalmente se deslice por todo mi cuerpo dejándome expuesto frente a él tras tantos años. Claro, Mi respiración falla y casi me siento caer debido al temblor en mis rodillas.
La mirada de Yoongi cambia por completo y sus ojos brillan con deseo retorcido que sacude todos mis nervios. Lame sus labios y se vuelve a levantar con la respiración pesada, yo temblando frente a él con mis labios entreabiertos; ansiosos por probar los suyos. Nuestra distancia se acorta y así, nuestros pechos rozan.
Yo mantengo mis garzos en su boca hasta levantar la mirada para observar sus orbes. Él reposa su tibio tacto sobre mi cadera, comenzando a deslizarse para sentir mi piel desnuda. Cierro mis ojos al resentir todo en mi revolcarse, aquel recuerdo táctil que enloquece mi cuerpo.
Nuestras antiguas reuniones íntimas vuelven a mi cabeza y eso es más que suficiente para que toda la sangre comience a circular con mayor rapidez al igual que mi imaginación. De verdad lo necesito.
Sujeta mis manos y me va haciendo guiando en reversa hasta que me siento tropezar con algo. Realizo una pequeña mueca y volteo detrás de mí observando aquel mecanismo de tortura que provoca que un terror inexpresable se vuelva punzante. El mayor me sujeta de la barbilla con firmeza para que voltee nuevamente hacia él.
— ¿Listo para tu castigo, muñeco? —inquiere rozando mis labios con los suyos y su índice colándose por mi garganta hasta mis clavículas. Asiento absorbido por él. Es una droga, todo mi cuerpo se duerme con él estando cerca.
Tortura, lenta tortura.
— Súbete —Apunta con su barbilla—. Tuve que realizar algunas modificaciones para que no mueras, aunque...
Volteo a verlo escandalizado.
— Aunque —Retoma—. Si desobedeces o no contestas correctamente todas mis preguntas, podrías terminar así.
— ¿Preguntas? —Susurro débil.
— Súbete —Vuelve a ordenar solo que esta vez sin la sonrisa y con un tono gélido.
Le doy la espalda y observo otra vez aquel artefacto al que no le encuentro mucha forma. Parece de esas máquinas de tortura que usaba la iglesia durante la santa inquisición, peor. ¿O igual? Mh, esto no me da buena espina.
Hay un pequeño círculo de madera que es donde debo colocarme. Subo a él con cuidado, ya que si me muevo en demasía podría terminar resbalar. No creo que me lastime mucho, son solo unos centímetros, pero no me fascinaría hacer el ridículo cayendo desde ahí.
— Levanta tus manos —sigue demandando.
Vacilo, pero me brinda una mirada de advertencia que deseo no pasar por alto.
Levanto mis brazos tal y como me lo ordena y distingo unas cadenas colgando con unos aros de cuero suficientemente gruesos para cubrir mis muñecas. Él estira también sus brazos para jalarlas y así ajustarlas. Toma mis muñecas y las coloca allí, al interior de esos círculos dejándolas suspendidas en el aire. Me remuevo provocando que las cadenas realicen un sonido de metal debido al choque. Mal momento para tener poca resistencia en brazos.
— Min —Vuelvo a decir—. ¿Q-qué es todo esto?
— ¿Te di permiso para hablar?
— N-no, pero...
— Entonces cállate.
¿Cuál es su problema?
Sigue ajustando mis muñecas dejando el agarre apenas flojo. Observo las barras de madera a mis costados y las puntas filosas apuntando hacia mí. Trago duro y observo al mayor con súplica, pero él sigue moviendo y ajustando el mecanismo que no comprendo.
— ¿Sabes lo difícil que fue colocar todo? —Pregunta—. Llevo días. Tuve que traer todo por separado.
— Lo tenías bien planeado, ¿no? —Muerdo mi lengua después al recordar que no debería hablar.
Yoongi ríe y me observa de soslayo.
— Sabía que no podrías mantenerte callado mucho tiempo —se mofa entretenido—. Parece que deberé ponerte un bozal, ¿no crees?
Niego con la cabeza. Él también niega sin borrar su sonrisa: —No lo haré porque quiero escuchar tus gritos de dolor y placer —Se afirma al látigo en sus hombros—. Así que te explicaré nuestro juego.
Tira de un cordón de aquellos aros que sujetan mis muñecas y las aprieta. Libero un grito al sentir pequeñas y puntiagudas puntas enterrarse en mi piel tras esto, siguiendo con la mirada un hilo de sangre que baña mi brazo.
— Ajustaré tus muñecas —Comienza a explicar con calma—. Mucho más. Hay quince pequeños picos en cada una rodeando tu bonita piel. Se enterrarán en lo suficiente para hacerte sangrar, pero no para destruir tu tejido muscular y desangrarte.
Comienzo a temblar.
— Si te caes de este espacio que llamaremos centro —Señala la plataforma en la que estoy parado—. Tendrás una caída de unos veinte centímetros. Esos picos en tus muñecas te desgarrarán. entonces y muy probablemente, destruyan tus venas. Te desangras y mueres. Así que trata de mantenerte en tu pequeño espacio. Tu vida depende de ello.
Mi corazón va cada vez más y más rápido.
— Y si tus muñecas no fueran suficiente, están estas a tus costados —Señala las filosas puntas que apuntan hacia mí—. Ya sea que caigas a la izquierda o a la derecha, no solo abrirás tus muñecas y venas, sino que también desgarrarás tus costados provocando una hemorragia. Seguirás desangrándote y morirás.
Las lágrimas comienzan a resbalar de mis ojos. Quiero gritar, pero el terror es tanto que no me atrevo a siquiera abrir la boca. Tiemblo en descontrol, todo mi cuerpo da pequeños espasmos. No creo lo que estoy escuchando, siento que me desmayaré allí mismo.
— Será divertido verte intentar mantenerte quieto en esta plataforma, ya que te estaré azotando con esto —Señala el látigo—. Abriendo tu piel tanto como quiera, drenándote con todos los cuchillos, navajas y tantas cosas que traigo para ti.
El aliento se me va. De acuerdo. Esto no es lo que pensaba.
— Serás castigado —Una sonrisa escapa de sus labios—. Y no te gustará en lo absoluto, porque también voy a darte descargas eléctricas, jugar con tu respiración y hacerte un sin fin de cosas de las cuáles, si tienes aguante, saldrás vivo.
— Yoongi t-te lo sup-suplico... —Todo mi cuerpo tiembla al igual que mi voz—. Lo que sea menos esto, lo que sea menos esto.
— Esa fue la parte del dolor —Su sonrisa se torna aún más cínica y lúgubre— Ahora vayamos a la del placer.
¿Eh?
— ¿Qué? —espeto sin saber cómo sentirme.
— Sé que el cortarte y azotarte te gusta —Roza mi barbilla—. Pero he decidido probar más juguetes para ti.
Trago duro y vuelvo a apretar mis puños. El ríe poniéndome la piel de gallina y se dirige hacia la maleta que abre. Todo mi cuerpo da un vuelco y la respiración se corta.
— ¿Crees que esto te guste, Jimin? —Enciendo un vibrador mandándome mil espasmos pese a que aún no lo tengo en mi cuerpo—. Y qué te parece esto? —Saca unos anillos que igualmente sacude frente a mí—. ¿Te gustan?
No ha comenzado y ya siento que me voy a morir.
— Te encantará, mi amor —Se burla—. Cuando acabemos con tu tortura finalmente podré joderte a mi manera. Aquella que tanto te gusta y suplicas cada que tus bonitos ojos cruzan con los míos.
No puedo evitar que toda mi boca se esté haciendo agua en este preciso instante. Tan contradictorio y enfermo. Se va acercando poco a poco hasta quedar frente a mí, dejando todas sus cosas y solo sujetando aquel látigo. Comienza a dar vueltas hasta detenerse y dedicarme otra sonrisa.
— Comencemos —Ajusta mis muñecas. Suelto otro grito al sentir todos esos picos enterrarse en mi piel y los hilos de sangre comenzar a deslizarse a gran velocidad. Mis ojos se empapan de lágrimas—. Serán solo siete preguntas, ¿bien?
Me azota las piernas arrancándome un chillido agudo que acallo mordiendo mis labios con fuerza. No me atrevo a mover los pies pese al ardor que se hace presente junto con el cosquilleo. Mi cuerpo reacciona a aquel estímulo de mala manera, pero también buena al soltar un gemido avergonzado.
— Primero. ¿Con cuántos realmente te acostaste en mi ausencia? —Comienza a dar vueltas alrededor mío.
— T-tres —susurro sin dar nombres.
— ¿Es verdad?
— No te miento, Yoongi.
— Bien. Es más creíble que solo decir "Taehyung". Bah, como si no te conociera.
El látigo se estrella ahora contra mi espalda. Me arqueo sintiéndolo azotarme una segunda vez, pero ahora contra mi trasero, sacándome más gemidos adoloridos. Hago un esfuerzo por tomar aire, pero me es imposible porque vuelve a azotar una tercera vez haciéndome gritar de nuevo y cerrar los ojos absorbido por el dolor placentero que aquello provoca.
— Segunda pregunta —prosigue sin detenerse, aquella elegancia me estremece por completo. Es como admirar a una pantera—. ¿Estás satisfecho sexualmente?
— No.
— ¿Por qué? —Roza con mis costillas.
— Porque tú eres el único que puede satisfacerme, nadie me hace sentir como tú lo haces.
— Buena respuesta —Sonríe—. Tercera pregunta. La anterior no cuenta.
Me mantengo en silencio. Relamo mis labios que están secos.
— ¿Me extrañabas a mí o mi atención?
— A ti. Pese a que logré a tener a varias personas merodeando y prometiéndome el mundo, no eran tú. Primero se trataba de tu atención, pero ahora se trata de ti. Siempre se trató de ti.
Él vuelve a reír nasal y sigue sobando el látigo, rozándolo con suavidad contra mi piel.
— ¿Temes morir estando conmigo? —Sigue preguntando.
— Un poco —Me sincero—. Pero eso es lo que lo vuelve interesante. Atento contra mi propia vida, lo sé, pero es lo que me hace sentir vivo y me fascina aquella sensación.
Recibo un fuerte latigazo que me hace aullar adolorido.
— ¿P-por qué hiciste eso? —espeto molesto.
— Te pregunté si temías morir, no si te gustaba —se mofa, aunque está claro que le ha fascinado mi respuesta—. Quinta pregunta.
Suelto un suspiro y vuelvo a apretar mis puños.
— ¿Por qué sigues conmigo? —me enfrenta clavándome la mirada.
Silencio.
— No lo sé... —Mi voz se apaga—. E-es... yo... no sé cómo explicarlo. Creo... no lo sé, es... adictivo. Yo siento que no puedo estar sin ti sin volverme loco y...
— ¿Me amas, Jimin? —su mirada repentinamente se oscurece.
El silencio reina.
Una punzada sacude mi corazón y pecho. Mi cuerpo se siente extraño y mi cabeza divaga con ansias y preocupación. ¿Lo amo?
— No —suelto, mi lengua se enreda—. No... n-no lo sé.
Él se mantiene impasible esperando mejor respuesta.
— Todo esto es muy confuso —Prácticamente estoy suplicando que se detenga con este cuestionario—. No lo sé, pero no creo.
Vuelve a azotarme. No me muevo, me limito a hacer una mueca y tomar una profunda respiración. Lo observo sonreír con el rabillo del ojo, pero de inmediato esfuma su sonrisa y se vuelve a colocar frívolo frente a mí.
—Última pregunta —Esboza una tétrica sonrisa—. ¿De quién eres?
— Tuyo.
— Demuéstramelo.
— ¿Cómo se supone que haré eso?
— No lo sé —Sonríe y eleva sus hombros antes de alejarse—. Demuéstramelo.
Recorro la habitación con la mirada deteniéndome en los juguetes en la cama. Supongo que debo ponerme ingenioso.
— Úsalos —Le digo—. Los quiero.
— ¿Quieres un vibrador y el anillo? Vaya.
— No —mi tono se torna más serio y poco vacilante—. Quiero tus cuchillos.
Su risa se detiene y me escruta ladeando la cabeza.
— Córtame —Le pido—. Y lléname de marcas. Hazlo. Abre mi piel.
— Oh, así que haremos eso —Estrecha sus ojos complacido tomando aquel arma blanca—. Nunca dejas de sorprenderme. Definitivamente eres el indicado.
Pude soltarme a llorar de emoción en ese momento, pero comienza a realizar cortes en mi pecho que me obligan gemir y sacudirme; aunque esto provoque que los picos rasguen mi piel. Mierda, aquella sensación tan única lleva mi erección a despertar estremeciéndome en mi propio lugar. ¿Por qué mierda estoy disfrutando esto?
— M-más... —suplico con palpable necesidad—. M-más, Yoongi.
— Me fascinas, maldita sea.
Pega sus labios con furia contra los míos y sube a la plataforma para afirmar su agarre alrededor de mi cadera con dominancia. Todo mi cuerpo tiembla en descontrol, duele, se contrae y revuelca al sentirlo así de cerca.
Muerde mis labios arrancándome un gruñido rasgando la piel de mi antebrazo; realiza una cortadura por la que brota sangre casi al momento y comienza a escurrir tiñendo de carmesí. Lo observo esperar antes de succionar, recogiendo las gotas con su lengua y saborearlas con un gruñido de excitación. Acorta distancia con la abertura en mi pecho, realiza la misma acción antes de incorporarse y volver a acariciar mi nuca con los labios rojizos.
Me siento morir.
Gimo en modo respuesta y me empujo contra él a costa de seguirme desgarrando. Vuelve a atrapar mis labios, enreda su lengua con la mía y me permite saborear mi licor de su propio belfo. Jadeo en respuesta ante el manjar permitiendo al beso escalar en intensidad cada vez más. Los hilos rojizos en mis muñecas siguen brotando, pero aquel ardor solo me enloquece más y más.
— Fóllame —Le suplico—. Fóllame, fóllame. No aguanto más.
— Te haré mierda, Park Jimin.
Avienta el cuchillo a la cama y con una necesidad delirante comienza a zafarme de aquellas cadenas en desesperación absoluta. Gruño con sutil alivio cuando siento mis brazos liberarse y apenas saboreo la libertad, me lanzo sobre él rodeándolo con mis brazos desnudos. Nuestros labios entran en un contacto profundo y apasionado conforme nos dirigimos entre tropezones a la cama. Voy retirando su camisa en el proceso y la aviento antes de que mi acompañante me vuelva a jalar de la nuca para volverme a besar.
Caemos en la cama entre respiraciones agitadas y giramos sobre ella tirando todo. Me embriago de sus labios, de su aroma, su piel, todo. Más, más. Lo necesito.
Muerde mis labios, carajo. Sus dientes se escurren sobre mi belfo antes de quedar sobre mí e ir a mis pezones. Coge el cuchillo que por fortuna aún no resbaló de las colchas y traza una abertura en las palmas de sus manos dejando que las gotas de sangre asomen. Le arrebato el filo a mi turno y acaricio mi lengua sobre el filo para limpiarlo, quedando algo anonadado por el buen sabor que tiene.
— Sabes... bien... —murmuro.
En un afán de seguir lamiendo termino por cortarme la lengua. Emito un chillido más agudo aventando el cuchillo al costado y rasguñarme la cara al sentir la sangre salir a borbotones inundando mi boca de aquel sabor a hierro. Duele como la mierda, pero Min Yoongi sosteniendo mis mejillas para besarme y arrancarme aquel elixir hacen que valga la pena. Bebe de mí. Bebe de mi sangre.
Empujo mi cadera hacia arriba chocando nuestras entrepiernas para provocar un frote. Ambos gemimos en respuesta —él más ronco y corto—, llevando su boca a mis pezones y cuerpo. Muerda, chupa, besa, lame. Marca.
— Ah... — Aquel sutil jadeo escapa de mis labios cuando mi erección roza contra mi vientre—. Min...
— Repítelo.
— Min.
Me azota de nuevo arrancándome otro grito de placer.
— Ven acá, hijo de perra —Se acomoda para sentarse y me arrastra para que quede acostado boca abajo sobre su regazo. Lo observo a través de mis hombros con ligera confusión, hasta que.
—¡Ah! —Sí, aquel sonido es inevitable cuando su palma se estrella directo contra mi trasero dejando la zona ardiendo y manchada de sangre.
Chillo de nuevo cuando vuelve a azotar y ahora un cuchillo que hace acto de presencia, me rasga la piel. Me arqueo, por supuesto, el ardor me toma por sorpresa, así que el azabache aprovecha y jala de mi cabello hacia atrás. Yo voy despojándolo de sus pantalones con prisa resintiendo la sangre en mi lengua, pero en lugar de tragar...
Una perturbadora idea azota mi mente.
Mis garzos se mantienen sobre aquella dura erección esperando por mí. ¿Será? Me relamo impaciente y me coloco en cuatro con un descaro palpable dejando mis labios justo encima de la cabeza del glande, permitiendo que mi saliva enrojecida caiga directo sobre él. Y sí. No demoro en iniciar a chupársela con la boca empapada de sangre.
— Carajo... —Lo escucho maldecir presionando su agarre sobre mí y agitar su respiración.
Engullo toda su extensión que termina de engrosar dentro de mis mejillas, succionando de arriba abajo e incluso alcanzando sus testículos cuando me separo para lamer. Me gustaría seguir, pero apenas cortos minutos después jala de mí para desprenderme.
— Dame la espalda y colócate encima mío —Ordena. Yo siento mis mejillas hervir—. Anda, como si fuera la primera vez que voy a comerte el culo.
Me vuelvo un chico bueno y acato a sus deseos para quedar en un 69. Mis labios vuelven a atrapar su glande para brindar succiones dóciles, quebrando mi respiración cuando su lengua empuja en el acto llevándome a temblar como un jodido necesitado.
— ¡Yoongi...! —En realidad no iba a gemir su nombre, sino pedirle que se detuviera porque me haría llegar, pero claro, no me hará caso y no entiendo porqué me gastaría en intentar.
Vuelvo a su erección que succiono profunda, tomando de cuando en cuando un respiro dejándolo empapada de saliva sangrienta. A su vez mis piernas no dejan de temblar debido al beso negro que me está dando. Me besa repetidas veces y lame gustoso apretando mi cadera, así que comienzo a menearme sobre su boca apretando los ojos y dirigiendo la mano a mi erección para masturbarme al mismo tiempo.
Error. Me detiene y me obliga a mantenerme quieto.
Jala de mis tobillos dejándome acostado y me da la vuelta sin previo aviso. Me aferro a las sábanas al verlo tan hambriento y con brusquedad y desespero, coloca mis piernas alrededor de su cintura y me embiste en un brusco movimiento haciéndome gritar.
Empuño las colchas y lo observo retador sintiéndolo enterrarse profundo en mí. No se detiene, se inclina se desliza contra mi pecho hasta que vuelve a atrapar mis labios, llevando a que enrede mis dedos en su cuero cabelludo y lo deje azotarme con fuerza. Me siento lleno, no podría explicarlo, pero es como si por fin mi propio cuerpo se crispara en aceptación y alivio.
— Más... —Le pido jadeante.
Me embiste duro, firme; sale juguetón de mi interior antes de enterrarse en un seco movimiento que me hacer delirar. Me arqueo y ahí es cuando él aprovecha para hundir sus manos tras mi espalda y mantenerme en alto, a su merced para las mordidas. Sus dedos amoldan mi piel y la aprietan jugando con intensidad, me aferra a su anatomía posesivo y se separa para admirarme cada tanto.
¿Y yo? Pff. Estoy delirando con él. Lo sujeto de las mejillas y le mantengo la vista perdido en su oscuridad que me fascina. Acaricio sus lastimados labios con mis dedos llevando a que sonría y se empuje duro contra mí. Todo se vuelve una vesania irremediable tras eso. Coge el cuchillo y hace una fina cortadura sobre mi cuello, hunde su rostro en la curvatura y besa. Yo prácticamente me dejo embriagar disfrutando lo rudo y apasionado que me trata, las nalgadas que me da, los cortes que tiñe, sus gruñidos, sus mordidas, sus rasguños. Nos apretamos contra el otro e incluso nos revolcamos cuando llegamos al potente orgasmo. El orgasmo más delicioso que he tenido en definitiva.
El semen brota de mi erección y se desliza haciéndome lloriquear, incluso estoy babeando y pequeñas lágrimas asoman de mis ojos sintiendo el entorno moverse y mis oídos pitar. No se compara tampoco a cómo es sentirlo que me llena, aquel vacío que me infla y me obliga a doblegarme para sentirme satisfecho. Él. Esa enferma pertenencia de sentirlo correrse dentro mío es exquisito.
— ¿Qué mierda me hiciste? —Es una pregunta retórica que lanza al aire, pero no se siente mordaz. Al contrario, incluso se ríe echando su oscuro y sudado cabello hacia atrás—. Cuánto extrañaba follarte...
— Yo extrañaba ser tomado por ti —susurro a pesar de mi pesada respiración.
Ambos suspiramos antes de sonreír y volver a unir nuestras bocas. Él acaricia mis piernas y lentamente va saliendo de mi interior hasta que cae al costado en seco, boca arriba, agotado, atractivo.
— ¿Jimin? —Me llama después de unos segundos.
— ¿Sí? —Le pregunto dando la vuelta para quedar sobre su pecho.
Él se mantiene callado unos segundos. ¿Qué sucede?
— Quiero volver a hacerlo.
No puedo evitar liberar una carcajada.
— ¿Qué te lo impide? Yo también quiero volver a hacerlo, jamás tendría suficiente de ti.
— Mierda, es un puto vicio cada palabra que sale de tu peligrosa boca, muñeco.
Y volvemos a besarnos, sintiéndolo entrar otra vez con un gruñido que nos hace suspirar tras acercar el lubricante. Hubiese sido perturbador usar la sangre, pero nos veo jodidamente capaces. (No intenten esto en casa).
— Por cierto —Se separa un breve momento para observarme—. ¿Ya cortamos?
— Idiota.
— Hey.
— No, aún no lo hacemos —Me mofo—. Bésame.
Y aquellas caricias se vuelven presentes de nuevo al igual que su respiración contra mi piel siendo consumidos, perdiéndonos en aquella realidad enferma y absolutamente bizarra.
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BLOODYPARKDROG