Caso 7B: Casa Vieja

By DustionF

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"¡NO DEBÍ RESPONDER LA LLAMADA! ¡NO DEBÍ CONOCER EL CASO!¡NO DEBÍ VER A ESE NIÑO!" Victoria intenta compren... More

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Grabación 22/06/2011
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Un regalo para ti
Entrada 37 (Final)
Epílogo

Entrada 36

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By DustionF


El portón metálico de la entrada, se abrió automáticamente, saliendo una gran camioneta negra, la luz me cegó durante unos segundos, mientras intentaba descifrar si la persona que conducía intentaría atropellarme o ayudarme.

"¿Victoria?" preguntó una voz grave desde adentro, se me hizo notoriamente conocida.

"Depende quien pregunte" cuestione preparándome mentalmente para saltar en cualquier dirección, pero el rostro sonriente de don Carlos emergió desde la ventana moviendo la mano saludando.

"¡Hola Victoria!" gritó desde allí. Dentro de mi un instinto se apresuró a correr en su dirección, abrí la puerta y lo abracé.

Pese a la obviedad de la situación tan extraña en la que nos encontrábamos, tanto como su ocupación actual dejaron de importarme, solo el hecho de que estuviera con vida y sonriente era lo único que me importaba ahora.

Pero me aparté pronto cuando avisó que aún tenía las heridas del otro día.

"Escucha, tengo que ir a la casa de los Rojas, dicen que la situación se salió de control, tienen problemas, dicen que los policías se volvieron locos, están disparando a todos incluso entre ellos" avisó en cuanto nos separamos.

"Pero está herido ¿Qué planea hacer?"

"Ya se me ocurrirá cuando esté llegando"

"¿Joan está con ellos?" pregunté preocupada.

"No, él está con el grupo de Arminda, están buscando al niño en la catedral"

Aquí existe una gran encrucijada, podría ir a buscar a Alejandro junto con Joan dejando que un herido Carlos fuera a apoyar a los de la casa en Choreti que posiblemente estén sufriendo una histeria colectiva, o podría apoyar a don Carlos para liberar de una buena vez a los niños de esa casa vieja y expandir también el rango de búsqueda del niño.

La elección lógica, estaba clara.

Joan es alguien extremadamente inteligente, sabrá encontrar al niño y salir de ahí a como dé lugar, además tengo la creencia que Arminda es tan peligrosa como sus trabajadores.

Confió en ellos.

Entre rápido en aquella camioneta, sin peros don Carlos solo asintió y avanzó a toda velocidad.

Una vez estábamos en la ida, noté que la zona entera estaba sin luz. Los disparos que escuchaba hace rato se camuflaban con el sonido del motor, alejándonos cada vez más de estos.

"¿Dónde esta Cristian?" preguntó por fin don Carlos, sin quitar la mirada del camino.

"Me rescató de la celda" respondí, costandome aún interiorizar la situación "pero no lo consiguió hasta Camiri"

Se limitó a decir un "Entiendo" apagado.

"Murió como un ninja rescatista" le dije sonriendo al recordar aquella última frase.

"No hubiera esperado menos de él" contestó.

Durante aquel corto viaje hacia Choreti tomando rutas alternativas para evadir cualquier punto de control, solo reinó el silencio.

Una vez entramos en el terreno de aquel pueblo escuche de nuevo estruendos provenientes del lugar, antes de entrar a la zona de combate él se detuvo en mitad del camino.

"Bájate aquí, entraré solo" dijo con tono firme.

"Pero está herido, no hay forma en la que esto pueda..."

Detuve mi intento de disuadirlo, cuando la luz amarilla del auto iluminó su rostro.

Pocas veces había visto un rostro colérico tan notorio, una mirada tan determinada que me hizo evitar hacer más preguntas.

Me bajé sin mediar otra objeción.

Y avance corriendo cubierta por la luz que hacía falta, por detrás del coche, siguiendo sus luces, después de verlo avanzar a todo lo que su motor le permitía.

Estando a solo dos cuadras del lugar, me sentí asfixiada, aún cuando no había corrido a gran velocidad, ni durante una larga distancia, podía percibir mis pulmones ardiendo, el haberme ahogado recientemente estaba pasando factura.

Pero logré acercarme lo suficiente como para ver como aquella camioneta negra avanzaba a toda velocidad, atropellando a dos hombres que se encontraban disparando hacia la casa y se estampó de frente contra la fachada de la casa deteniendo momentáneamente los estruendo de los disparos, creando un hueco gigantesco, por donde los hombres de afuera se acercaron para ingresar.

En una esquina antes de llegar a la plaza los noté apoyados contra la pared.

Susurraron en mi dirección.

"Victoria ¡por aquí!" me hizo girar la cabeza la voz de un hombre también conocido.

Don Ricardo descansaba sentado, apoyado contra la pared, con un paño cubriendo su brazo, me acerque donde ellos estaban.

"Don Ricardo ¿Qué pasó?¿Son sus hombres los que están allí adelante?" pregunté rápido para evaluar la situación.

"No, no, esos son todos personal de esos malditos, no sé lo que pasó exactamente, cuando entramos en combate ellos en cierto momento comenzaron a atacarse entre ellos, los que estaban adentro empezaron a salir y dispararnos, pensábamos que ya lo tendríamos controlado, pero también tenían un muy buen armamento, con esa ventaja nos hicieron retroceder" informó Ricardo entre muecas de dolor "Nos quedamos sin mucha munición, pensamos que el meollo estaría en la catedral por eso les destinamos la mayor fuerza de choque pero nos equivocamos"

Con él solo había otras 5 personas.

"¿Quién estaba en la camioneta?" preguntó Ricardo.

"Don Carlos" contesté "le dije que Cristian había muerto y me dijo que me baje del auto, no tenía idea de que haría esto"

"Yo lo llamé para decirle la situación, los que están más adelante son policías que pertenecen a la secta, creo que están intentando recuperar el lugar, sea lo que haya pensado no funcionó" asomó la cabeza para ver la situación en la casa "¿Tienes alguna idea de lo que está sucediendo?"

Pensé unos segundos antes de responder eso, mientras escarbaba en mi memoria para lograr obtener datos acerca de este evento que podría catalogarse como una histeria colectiva si fuera a ser una situación normal.

"Si la tengo, pero tendría que entrar yo sola para comprobarla" respondí "Estoy pensando en como hacerlo si las calles están ocupadas"

Ricardo volteó a ver a sus hombres que no habían dejado de mirarme desde que temerariamente caminé hacia ellos desde en medio de la calle, junto con ellos había otros sujetos que no usaban equipo táctico pero sí tenían pistolas probablemente serían los chicos de don Carlos.

"Enseguida te conseguimos un camino" respondió después de susurrar unos segundos "¿Tienes algún arma?"

"Tengo una aunque creo que mi mejor carta sería el no usarla"

"Tu eres la que sabe de esto" replicó con desconfianza.

Después de unos segundos empezaron a movilizarse, pensé que lanzan bombas de humo a la calle o alguna cosa militar pero quedé un poco decepcionada cuando patearon la puerta de la casa en la que estaban apoyados hasta abrirla.

"No hay forma de ir por la calle, así que atravesaremos la cuadra" informó Ricardo con bastante entusiasmo "Entrar con un equipo sería una muerte táctica, pero una sola persona va mucho más allá de eso, espero sepas lo que haces"

Rápidamente ingresaron a la casa como esperarías de un grupo de soldados, haciéndome una seña para que entre detrás de los que usaban equipo táctico completo, detrás mío estaban los de don Carlos.

Durante unos minutos temí por la vida de los inocentes que estuvieran en las casas. pero casi leyéndome la mente el que estaba atrás mío susurro:

"No sé si lo sepa pero ayer dieron una orden de evacuación a toda la ciudad" dijo mientras cerraba lentamente la puerta que acababan de romper "También usted tiene una orden de búsqueda y captura"

"¿Como mierda saben eso?" susurré de vuelta.

"Lo dijeron por el sistema de altavoces antiguo"

Existe una posibilidad de que nunca pueda volver a mi vida normal.

Una vez llegamos a la pared del patio que daba al patio de la siguiente casa los de Ricardo la se posicionaron para poder cubrir mi torpe cruce al otro lado, una vez toque tierra pude escuchar los disparos desde más cerca, casi no dejaban escuchar las conversaciones de este lado.

"Nos quedan un par de granadas de fragmentación" dijo uno de los que cruzó conmigo "Las reventaremos en la pared de uno de los cuartos, para que pueda pasar hasta allá con menor riesgo a través del hueco"

Si bien el plan tenía un muy buen sentido además de que priorizan mi seguridad, sin embargo aún existía la posibilidad de que mi teoría fuera cierta, por lo cual acabaría muerta si lo ejecutaban y con ello nuestra ventaja se iría al carajo.

"Lo siento, no podemos hacer eso" me negué.

"Pensamos que dijo que debía llegar a la casa" cuestionó uno de ellos.

"Si, pero no de esa manera, eso podría arruinar mi plan..." contesté "...debería haber otra forma"

Ellos intercambiaron miradas.

"Podría cruzar por el techo y entrar por alguno de los huecos que hay en el de la casa de al lado" propuso uno de ellos.

"Suena bien hay que intentarlo"

"Pero es la forma en la que más balas perdidas podrían darle" completó.

Altas posibilidades de morir eran mejor que una muerte asegurada; acepté los términos y condiciones de aquel plan, entre todos me ayudaron a subir por el techo de tejas viejas ya cubiertas de moho y plantas varias.

Me recomendaron solo arrastrarme hacia el lugar, por nada del mundo alzar el cuerpo o la cabeza.

Empecé a arrastrarme cual gusano hacia mi objetivo, mientras escuchaba aquellos balazos cada vez más cerca mío el ritmo cardíaco acelerado se hizo notar en mi pecho, no fue hasta que llegué al techo de los Rojas cuando sentí un silbido rozar por mi cabeza junto con unos perdigones de teja que se desprendieron desde una teja que daba a la calle, de algún modo conseguí el temple suficiente como para poder seguir avanzando, según parecía los pacos tenía suficiente munición como para tumbar la casa entera.

Unos disparos abrieron varios huecos justo por delante de mi cara, cegándome por unos segundos.

Mis ojos no dejaban de llorar y mi rostro sangraba en varios puntos por los perdigones que salieron de aquel hueco, pero debía de reducir todo tipo de reacción emocional al entrar allí, por lo cual preferí arriesgarme en aquel fuego cruzado quedándome completamente inmóvil antes de seguir.

Una vez mi cerebro empezó a ignorar todo estímulo que pueda causar algún tipo de reacción emocional, continúe arrastrándome por el tejado hasta llegar a un hueco lo suficientemente grande como para poder bajar.

Sin embargo mi peso venció la capacidad de aquellas viejas tejas y mi cuerpo cedió ante la gravedad cayendo hasta el piso del pasillo principal, en vez de preocuparme por cualquier posible lesión lo primero que hice fue asegurar que mi cerebro estuviera en perfecta calma, sin transmitir emociones fuertes, tenía que ser un témpano de hielo como la otra vez. Pero antes de eso aún me encontraba tirada en el frío suelo, percibiendo un dolor punzante en el codo y la rodilla, tan fuerte que no me podía levantar.

Por lo cual opté por quedarme boca abajo mientras observaba los alrededores.

La casa era mucho más grande de lo que esperaba pues antes solo habíamos entrado hasta el primer salón, ahora me encontraba del otro lado del patio en frente al salón principal dónde se escuchaban la mayor cantidad de disparos.

Veía a varios uniformados, usando equipo de protección que parecía táctico, sin embargo algo en sus movimientos parecía anormal, tanto su forma de andar como de sujetar sus armas era totalmente errónea, aún para una desconocedora de armas como yo sabía que sujetar una escopeta así de larga con una sola mano arrastrándome no era la manera correcta de hacerlo.

Todos los que se encontraban dentro de la casa llegaron a la cúspide de la anormalidad cuando uno de ellos me vio desde el otro lado.

Camino en medio de aquel patio tantas balas pasaban por las paredes, y con escasa luz de luna pude ver como lo atravesaban también a él, pero ni siquiera se detuvo aún cuando habían atravesado su pecho varias veces.

Mientras caminaba pude apreciar como su cabeza se balanceaba de un lado a otro, como si no tuviese fuerza en el cuello para mantenerla erguida.

Gracias a su recorrido logré ver una silueta rígida metálica que aquel gendarme acababa de patear en el torpe recorrido que realizaba, esta se terminó de romper con este impulso.

Me di cuenta entonces de que mi teoría acertó.

Intenté de nuevo levantarme pero el dolor en mi codo y rodilla me lo impidieron, use toda mi fuerza de voluntad para negar cualquier tipo de impulso que pudiera generar una mueca de dolor.

El policía de cuello blando se acercó a mí más rápidamente, me levantó entre sus brazos como si no tuviera peso alguno llevándome gentilmente hasta el cuarto más lejano a la pared donde entraban los proyectiles.

Cuando estuvimos allí me bajo con bastante delicadez logrando ponerme de pie mientras me apoyaba en su hombro.

Entre tantas cosas que quería hablar con él, solo atine a balbucear.

"Gracias Daniel" soltando una sonrisa diminuta.

"Gracias a ti, Victoria" contestó Daniel ocupando la voz grave de un policía corrupto repleto de huecos por todo el uniforme donde brotaba sangre.

Ya sea por el dolor o mi ejercicio mental de total concentración en la situación, su aspecto no me perturbo.

"Necesito que me digas cómo sacarlos de aquí y dónde está Alejandro " pregunté esperando que de algún modo estando en aquel cuerpo tenga cierto nivel mayor de lucidez "Yo me encargaré de solucionarlo todo"

"Alejandro está en la iglesia" contestó "Él es el Itape, el contenedor de la gracia, mientras viva todas nuestras almas vivirán dentro suyo"

"¿Cómo harán eso?"

"No lo sé, por eso estamos encerrados aquí" hizo una pausa para volver a poner su cabeza en su sitio apoyándose de una mano "Pero los hombres que bailan están en allí"

Miré alrededor intentando concentrarme en el lugar.

Del otro lado estaba iluminado, con varias hogueras dejando ver siluetas de personas vestidas de blanco.

"Ellos son los que hicieron esto" informe a Joan "si los detienen ustedes serán libres"

"No podemos" contestó Daniel entristecido "No podemos acercarnos, pero pudimos sacar a los otros"

"¿Por qué no lo hicieron con los del ritual?"

"No lo sé"

Ya lo había comprobado tantos ángulos, lo real del ritual, las personas muertas en esto, los espíritus de los chicos atrapados en esta casa, y aún así parecía casi idílico las reglas de esta clase de sucesos o todos aquellos conceptos que aún me faltaban entender.

Joan hubiera sabido qué hacer en caso de haber estado aquí.

Pero solo yo podía hacerlo ahora.

No existía garantía alguna de que lo que sea que evitase que los espíritus se acerquen a ellos me controle a mi también.

Tendré que apostar por ello.

"Daniel necesito ir al otro lado" pedí "me pueden cubrir por favor"

"Haremos lo que podamos"

Daniel se fue en el cuerpo del policía cada paso hacia ladear su cabeza de forma antinatural sin control alguno, en el patio lleno de hierbas altas y plantas descuidadas con escasa luz de luna podía ver como chorros de sangre cruzaban su cuerpo sin inmutarse..

Joan estaría fascinado de ver todo esto.

Yo me quedé sentada en una esquina lejana, viendo como él entraba en la oscuridad, casi pasando a lado de aquellos que llevaban la túnica blanca.

Al cabo de unos minutos de silencio, absoluto en el que ni los disparos se escuchaban ya, él volvió junto con otros 10 agentes, pareciendo una marcha de desvalidos de guerra, algunos cojeando, unos tantos chocando con las paredes, otros caminan moviendo los brazos como si estos estuvieran desconectados de su cuerpo, incluso había uno que estaba llorando.

Todos ellos eran los sacrificios pasados, sus almas quedaron atrapados hasta esperar una oportunidad, de seguro esos malnacidos nunca se esperaron que sus escoltas terminan poseídos por ellos.

"De acuerdo" empecé a organizar "Necesito que todos los que puedan caminar estén a mi lado izquierdo, bien pegaditos entre ustedes" me sentía como maestra de kínder "mientras tú Daniel, quiero que me ayudes a levantarme"

Estuve unos minutos indicando a todos esos seres con la mirada notoriamente perdida, pero bastante obedientes a mis deseos.

"¿Están todos aquí?"

"Hay uno que está en el auto estrellado"

Don Carlos.

"¿ESTÁ VIVO?" cuestione esperanzada.

"Creo que si lo piensa" respondió "aunque después de tantos años solo debe de estar fingiendo"

Tan rápido como empezó se evaporó, dejándome un vacío aún más grande, algo dentro de mi evitaba pensar en eso, como aunque sea por unos minutos haya querido evitar el tema.

Aunque ya carecía de sentido lamentarse por su muerte.

"Vamos por esos hijos de puta" exclamé cada vez más decidida, mientras me apoyaba en el hombro de Daniel.

Comenzamos a avanzar lentamente, al paso de una mujer coja, para ser exactos.

Del otro lado escuché gritos dando la señal para volver a disparar, pero aquella muralla humana infranqueable detenía todos los proyectiles que pasaban a través de la pared de barro, mientras yo con una dificultad notable me agachaba para recoger los vestigios de la maquina de Joan habiendo una larga varilla de metal sobresaliendo de esta.

Al extraerla sin delicadeza esta quedó con una punta afilada, muy delgada como si se tratara de una antigua espada francesa, como aquellas que se usarían en los duelos de esgrima, rígida y con una punta aguda.

Una vez obtenido el objeto valioso proseguimos con la marcha de los muertos, por un lado sabía lo que debía hacer al llegar, por el otro no quería.

Entre tantos disparos, deje de escuchar otra cosa, parecía que los hombres de afuera se especulaban del plan, o al menos sospechaban de lo que se haría porque aumentaron los estruendos de que atravesaban la pared, dejándola hecha añicos por donde pasábamos nosotros. Así como también las ventanas cubiertas de madera o la puerta dejándola llena de huecos por donde entraban haces de luces de sus linternas.

Llegamos al salón donde entramos la primera vez que intentamos hacer contacto junto con Joan, solo que el cambio decorativo desde aquella vez incluía velas en las esquinas, también la camioneta negra de don Carlos, con él dentro, y un espíritu poseyendo su cuerpo saludando agitando la cabeza sangrante de manera morbosa haciéndome saber había perdido los brazos al momento de morir.

Avance hasta aquel tumulto de personas, sus tunicas cambiaban de color de tela desde la mitad de su cuerpo hacia adelante, del blanco por uno rojo oscuro o al menos era lo que lograba distinguir con la poca iluminación del momento. Murmuraban continuamente la misma frase, entre ellos pude distinguir a Patricia usando lo que se asemejaba a una diadema de diferentes ramas y hojas dejando en su frente una roca negra colgada con hilos delgados.

Ella y yo cruzamos miradas unos segundos, Patricia no dejaba de murmurar aquellas palabras inentendibles.

Todos los que usaban túnicas se mantienen murmurando, concentrándose en lo que sea que pretendiese hacer.

Sostuve mi vara metálica con fuerza.

Durante el trayecto tan corto pero largo del patio, estuve considerando utilizar el fierro con Patricia confiando en que estuviera a mi alcance, pero dada la naturaleza de mi posición con respecto a ella, si me acercara mi muralla humana dejaría de cubrir tan bien como ahora.

La maldita tendría que esperar.

Daniel deja de avanzar, tal y como dijo no pueden hacer acciones que afecten directamente a los del círculo de murmuradores, pero no me afectaría a mi.

Con mucho dolor en la rodilla apoyándome con la varilla metal, avanzó hacia quien consideré mi objetivo en el momento.

Estando a menos de un metro de él, deje de pensar, mi mente quedó en un estado de concentración total, en el cual ya ni siquiera consideraría las emociones de aquel que tenía delante mío, ya tampoco las mías.

"Ya cállate hijo de puta" susurró mientras apuñaló repetidamente al sectario.





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