Maldita sea

By HyugaDarkness

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Desde el momento en que sus ojos se encontraron con aquellos ojos de color luna, sus conflictos internos, que... More

Parte 1: Sakura
Parte 2: El Valor de las Pequeñas Cosas
Parte 3: El Camino de la Aceptación
Parte 4: Heridas ocultas

Parte 5: Tragedia

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By HyugaDarkness

La noticia te golpeó como un puño. Mientras entrenabas con el equipo de baloncesto en el gimnasio del colegio, el director se acercó con una expresión grave y sombría. Te llamó aparte, su voz profesional al pronunciar las palabras que te derrumbaron: tu padre había muerto.

No supiste cómo llegaste a casa aquel día. Solo sabes que tu padrino fue por ti pero todo lo demás fue un borrón de imágenes y sonidos. Al llegar, tu madre corrió hacia ti, abrazándote con fuerza mientras lloraba desconsoladamente. Sentiste su dolor mezclado con el tuyo, una combinación de tristeza y desesperación que te dejó paralizado. Ella se negaba a creer en la muerte de tu padre tanto como tú lo hacias y era verdaderamente triste.

Unas horas después, más calmado, intentaste asimilar lo sucedido. Preguntaste cómo había sido la muerte de tu padre y qué la había causado. Tu madre, con la voz entrecortada por las lágrimas, te explicó lo que la policía le había comunicado: tu padre estaba guardando las bolsas de las compras en el estacionamiento del supermercado cuando un auto, conducido por un hombre ebrio, lo atropelló, matándolo en el acto. La policía le había dicho que el hombre borracho tenía suficiente dinero como para quedar libre bajo fianza.

Al escuchar que tu padre había muerto por culpa de un irresponsable borracho al volante y que la justicia se vendía al mejor postor, sentiste una furia y una impotencia indescriptibles. Decidiste tu futuro en ese mismo instante: serías un abogado exitoso. Trabajarías incansablemente para lograrlo y hacer que casos como el de tu padre obtuvieran la justicia que merecían.

Sin embargo, era más fácil decirlo que hacerlo. El funeral llegó, y con él, una oleada de dolor y condolencias. La casa se llenó de familiares y amigos, cada uno tratando de ofrecer palabras de consuelo que sonaban vacías. La familia de tu padre y de tu madre se hicieron presentes, junto con tus compañeros de colegio y, para tu sorpresa, Sakura, acompañada de sus amigas.

Ella te abrazó, susurrando cuánto lamentaba lo ocurrido con tu padre y que podías contar con ella para lo que necesitaras. Te encontraste inundado por emociones encontradas al verla allí. Durante años, has anhelado su compañía, su amistad, su aprobación, pero ahora, cuando más la necesitas, su presencia te parece superficial, como si solo despertaras su lástima.

Te sientes vulnerable, confundido por tus propias emociones. Aunque agradeces que Sakura esté presente, no puedes ignorar cómo su apoyo tardío contrasta con el rechazo que has enfrentado durante tanto tiempo.

Sutilmente te apartas de su abrazo, dando un paso hacia atrás con cuidado. Tus gestos son suaves pero claros, indicando una necesidad de espacio y separación. La distancia física refleja la distancia emocional que sientes en este momento tan íntimo pero complicado.

-Gracias- dijiste con voz tranquila, sin mirarla directamente.

Valoras su gesto, tal vez estabas siendo injusto, pero no puedes evitar recordar todas las veces que te rechazó en el pasado. Tratas de ocultar tu desconfianza detrás de una máscara de cortesía, pero la frialdad en tu tono y tu mirada no pasa desapercibida para ella. Es difícil aceptar su apoyo genuinamente cuando parece haber llegado demasiado tarde y bajo circunstancias tan dolorosas.

Los ojos verdes de ella se entristecen ligeramente, como si hubiera esperado una respuesta diferente de tu parte. Aunque intenta mantener una expresión comprensiva, hay una sombra de decepción en su rostro mientras absorbe tus palabras con seriedad.

Después del funeral, los días y las semanas se convirtieron en una masa amorfa de tristeza y recuerdos. Te sumergiste más y más en los momentos felices que compartiste con tu padre: las tardes de pesca, sus bromas, las caminatas por el parque, sus enseñanzas y sus consejos sobre el baloncesto. La vida en casa era un reflejo constante de la ausencia de tu progenitor, y esa ausencia te consumía.

Dejaste de ir al colegio. Tu madre, preocupada y deshecha, insistía en que volvieras, que no podías faltar más de un mes, pero tú te encerrabas en tu habitación, evitando el mundo exterior. Tus amigos iban a visitarte y te entregaban las tareas, pero los despachabas rápidamente, sin muchas ganas de socializar.

Una noche, te levantaste para ir al baño. Mientras caminabas por el pasillo, pasaste por la puerta de la habitación de tu madre, que estaba entreabierta. Te detuviste al escuchar sollozos y, al mirar discretamente, la viste sentada en la cama, abrazada a una fotografía de tu padre. Lloraba desconsoladamente, sus hombros temblando con cada sollozo, y susurraba palabras que te rompieron el corazón.

-Minato, por favor... haz que Naruto vuelva a ser el de antes. Me duele tanto verlo tan deprimido. No sé cómo ayudarlo. Te necesito... ayúdame por favor.

El dolor en su voz te atravesó como un cuchillo. Ver a tu madre, la mujer fuerte que siempre había sido tu apoyo, tan destrozada y vulnerable, te hizo sentir una culpa abrumadora. Sabías que tu estado de ánimo la estaba consumiendo, y eso te destrozaba aún más. Tu madre ya había perdido a su esposo, al amor de su vida, y habías hecho que pensara que estaba perdiendo también a su hijo.

La tristeza de tu madre y el rumbo de tus propios pensamientos cambiaron algo dentro de ti. No podías permitir que ella sufriera de esa manera. Aunque el dolor por la pérdida de tu padre era inmenso, entendiste que tenías que ser fuerte, al menos por ella. Decidiste que, a partir de ese momento, te mostrarías como el chico alegre y carismático que conocía, al menos cuando estuvieras con ella. Te esforzarías por sonreír, por darle esperanza y consuelo. Querías decirle a tu madre que todo estaría bien, que estabas sobrellevando mejor la ausencia de tu padre. Pero, en tu interior, seguías atrapado en el dolor. Sabías que tu felicidad exterior era solo una fachada, una máscara para protegerla de la realidad de tu sufrimiento. Te prometiste mantener esa ilusión de bienestar para que ella pudiera encontrar un poco de paz en medio de su propio dolor.

Esa misma noche, te pusiste al corriente con tus estudios, copiando cada coma, cada punto y cada respuesta que Shikamaru y Kiba habían hecho para ti. Sentado en tu escritorio, bajo la tenue luz de tu lámpara, sonreíste agradecido por tus amigos. Fue la primera sonrisa genuina que lograste esbozar en mucho tiempo. Te tomó 3 dias, pero lograste copiar todas las hojas con tareas que llevaban cada día para ti tus amigos.

Antes de volver al colegio, te levantaste temprano por la mañana para regalarle un buen desayuno a tu madre, algo fácil y poco complicado. El infaltable huevo revuelto, tostadas doradas y crujientes, un poco de tocino perfectamente frito, un vaso de jugo fresco y café humeante. Pusiste todo tu esfuerzo para que te saliera delicioso. Saliste al patio de tu casa y en el jardín de tu madre viste un rosal donde cortaste una rosa roja preciosa.

Contento con el resultado, te dirigiste a la habitación de tu madre. Cómo pudiste, golpeaste la puerta suavemente y escuchaste el permiso de ella para entrar. Y la viste ahí, a la mujer más maravillosa y bonita de todo el mundo, algo despeinada y sorprendida por tu presencia.

-¿Naruto? -te preguntó con sus enigmáticos ojos violetas llenos de sorpresa.

-Sí, mamá, soy tu hijo que viene a pedirte perdón -dijiste avergonzado por tus acciones hacia ella-. En muestra de mi profundo arrepentimiento, te traje el desayuno a la cama y lo preparé tal como te gusta.

-Naruto... -le oyes decir. Se levanta de la cama, te quita la bandeja, la deposita en la cama y te abraza. Y hasta ese momento no sabías cuánto necesitabas ese abrazo.

Tus malditas lágrimas otra vez escapan de tus ojos sin poder evitarlas, así como tus brazos rodean la cintura de tu madre. Ambos se quedan ahí, abrazados, llorando, pero eres tú quien pone fin al sentimentalismo.

-Espera. ¿No vas a probar tu desayuno? -preguntas fingiendo estar ofendido.

-Por supuesto que sí -dice tu madre mientras limpia tus mejillas-. Pero solo si te lo comes conmigo en la cocina. ¿Qué te parece?

-Me parece una excelente idea -respondes sonriendo por segunda vez de forma genuina.

-¿Y esa rosa? -Te pregunta tu madre, curiosa como siempre.

-Es para ti.

Aquella sonrisa tan maravillosa que tu madre mostraba por tu regalo calentó tu alma fría por un momento. Sabías que nunca volverías a ser el mismo Naruto, pero estabas decidido a ser lo mejor que podías ser, un buen hijo para tu madre para así honrar la memoria de tu padre.

Días después, decidiste volver a la rutina del colegio. Aunque cada paso se sentía como un esfuerzo monumental, te aferraste a la idea de hacerlo por tu madre. Agradeciste cada gesto de tus amigos, quienes te apoyaban sin importar cuán distante o difícil te volvieras.

Desde el momento en que decidiste ocultar tu dolor detrás de una máscara de alegría para consolar a tu madre, algo profundo cambió en ti. Cada día, te levantabas con una determinación nueva, una mezcla de resolución y amargura que te empujaba hacia adelante. Empezaste a vestirte con ropa oscura, como si el color reflejara el estado de tu alma. Te veías en el espejo y apenas reconocías al chico alegre que habías sido. Tu rostro, una vez iluminado por sonrisas constantes, ahora estaba marcado por una seriedad que espantaba a quienes te conocían.

Muchas cosas cambiaron. Las admiradoras no tardaron en aumentar. Notaban tu cambio, la intensidad en tus ojos, y muchas se sentían atraídas por tu nuevo aire de misterio. Rechazaste muchas citas y cartas de amor. No lo hacías de engreído lo hacías porque no tenías espacio en tu vida para nada más que tus estudios, el baloncesto, y la fachada que mantenías por tu madre.

Tus calificaciones comenzaron a subir. Te lanzaste al estudio con una intensidad que no habías conocido antes que hasta Shikamaru te preguntó si era una broma. Pero los más contentos con tus calificaciones eran tus abuelos, por fin se les cumplía el sueño de ver tu faceta de chico nerd.

Después de mucho pensar en tu cuarto sombrío llegaste a la conclusión de que la rabia que sentías con la vida y el dolor por la muerte de tu padre encontraban una salida en el perfeccionismo académico. Tus maestros se sorprendieron por tu repentino cambio, pero ninguno se atrevió a comentar sobre tu nueva apariencia o tu actitud reservada.

En el equipo de baloncesto, te volviste más estricto, más implacable. Como capitán, exigías perfección, no solo de ti mismo, sino de todos los demás. Kiba y Shikamaru notaron el cambio y, aunque les preocupabas, sabían por lo que estabas pasando y, en lugar de cuestionarte, te apoyaban incondicionalmente. Los entrenamientos se volvieron más duros y tu liderazgo más feroz. Querías que todo fuera perfecto, porque sabías que la única manera de controlar el caos que sentías era mantener tu cabeza ocupada en el perfeccionismo, evitando así pensar en el dolor de la pérdida.

Curiosamente, Sakura empezó a buscarte. Quizás notó tu cambio, o tal vez simplemente se preocupaba por ti. La primera vez que intentó hablar contigo, la evitaste con una excusa rápida. "Lo siento, tengo que estudiar", dijiste sin mirarla a los ojos. Las veces siguientes, cuando no podías evitarla, te mostraste indiferente. Respondías con monosílabos, tu mirada vacía y distante. Sentías su confusión y su dolor, pero no podías permitirte preocuparte por ello.

Una tarde, después de un intenso entrenamiento, cuando las clases habían acabado Sakura te interceptó en el pasillo vacío del colegio. "Naruto, tenemos que hablar", dijo, su voz llena de determinación. No podías escapar esta vez, así que te detuviste y la observaste, ahí estaba ella siempre tan hermosa pero letal.

-¿Qué quieres, Sakura? -preguntaste, tu tono impersonal, aunque sentías un nudo en el estómago.

-Quiero saber cómo estás. Desde que... -hizo una pausa como si dudara en continuar-. Desde que tu padre murió, has cambiado mucho. Apenas te reconozco -confesó, su voz temblando ligeramente.

Sus palabras te hicieron enfadar. Estabas consciente de que ella se preocupaba por ti, pero no necesitabas que ella, sabiendo lo que aún sentías por ella, tratara de tentarte a caer nuevamente en el suelta y afloja emocional usando la muerte de tu padre para tener un poco de tu atención.

-Podría decir lo mismo de ti -respondiste, tu voz cargada de amargura.

-¿A qué te refieres? -preguntó Sakura, frunciendo el ceño, una clara señal de enfado por tus palabras.

-Que no soy el único con cambios por aquí. ¿Qué me dices de ti?

-¿Que?-pregunta confundida-.Podrías hablar más claro. No logro entenderte.

-¿Ahora te importo Sakura? ¿O es que sientes lástima por mí nuevamente? -dijiste, metiendo tu manos en los bolsillos, tus palabras impregnadas de dolor y resentimiento.

-Creí que no me odiabas... Pensé que devolverte el apoyo que me brindaste cuando... cuando yo...-dijo Sakura, con la voz afectada como si tus palabras la hiriesen profundamente

-Entonces escogiste un mal momento porque no estoy de humor -cortaste, tu voz firme y llena de ira contenida.

Sin esperar respuestas, retomaste tu camino y te alejaste dándole la espalda cerrando los ojos con fuerza. Otro dolor en tu vida no superado: el amor no correspondido de Sakura. Pero antes de que pudieras dar más de unos pocos pasos, sentiste que Sakura te seguía rápidamente y se interponía en tu camino, su mirada decidida y llena de emoción.

-¡¿Quieres saber cuánto me importas?! -exclamó, sin dejarte tiempo para responder. Antes de que pudieras reaccionar, ella se inclinó hacia ti y te besó, practicamente te comió la boca en un beso cargado de pasión y desesperación. Sorprendido, al principio no supiste cómo responder, pero lentamente comenzaste a seguir el ritmo con torpeza, sintiendo cómo tu corazón latía desbocado.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad. Los ojos de Sakura brillaban con lágrimas contenidas.

-Desde que te vi, me enamoré de ti -confesó, su voz temblando de emoción-. Pero te rechacé por miedo. Perdóname si te causé dolor con mis rechazos. Por favor, dame la oportunidad de redimirme. Perderte a ti sería un dolor insoportable.

"Naruto, con el tiempo, ella sabrá lo especial que eres"

Las palabras de tu padre golpearon tu corazón como un martillo, removiendo el dolor de su reciente pérdida. Las lágrimas comenzaron a brotar de tus ojos sin control, y antes de que pudieras evitarlo, un sollozo desgarrador escapó de tus labios.

-Lo extraño demasiado -lograste decir entre sollozos, la voz rota por el dolor-. Miro su silla vacía en el comedor y es como si una parte de mí se rompiera cada vez. El silencio que dejó en la casa es ensordecedor, y ver a mi madre abrazar sus camisas, aspirando su aroma mientras llora en silencio, me destroza el alma. No puedo escuchar su nombre sin que las lágrimas inunden mis ojos, y me siento patético al desear que vuelva, como un niño cuando le pide a Santa cosas para Navidad. Cada que paso el balón recuerdo que ya no vendrá a verme jugar, Y me siento mal por desear la muerte de la persona que causó su fallecimiento, por tipos como él personas buenas e inocentes abandonan antes este mundo. ¿Porque siempre se queda lo malo y lo bueno se va?

-Naruto... -dijo Sakura suavemente, abrazándote con fuerza y llorando contigo-. No tengo palabras que puedan aliviar tu dolor. Me encantaría tener alguna magia que pudiera disminuir, aunque sea un poco el sufrimiento que sientes, pero quiero que sepas que no eres patético por extrañarlo ni por desear justicia. Lo que sientes es humano, es normal. Tu padre fue una persona increíble y es injusto que ya no esté aquí. Tuve la suerte de conocerlo de lejos cuando te recogía y me pareció un padre maravilloso. Por eso estoy segura de que él siempre vivirá en el amor que te dio. No dejes que el odio te consuma; no permitas que la injusticia apague la bondad que llevas dentro. Llora, grita si lo necesitas, pero recuerda que no estás solo. Estoy aquí para apoyarte, para recordarte que aún hay esperanza, incluso en medio del dolor más profundo.

Se quedaron así, abrazados en el pasillo vacío, compartiendo un momento de vulnerabilidad y consuelo. Cuando finalmente te separaste de ella y secaste tus lágrimas, Sakura te tomó el rostro con ambas manos y, mirándote a los ojos con una ternura que nunca habías visto en sus ojos antes, te besó nuevamente. Esta vez fue un beso tierno que te hizo sonreír.

-Tu confesándome tus sentimientos y yo hablando solo de mi dolor -dijiste, una sonrisa tímida apareciendo en tus labios mientras la observabas a los ojos-. Sakura, gracias por estar aquí, por escucharme y por consolarme. Eres increíble y valoro mucho tu sinceridad.

Sakura sonrió a través de sus lágrimas y acarició tu mejilla con suavidad.

-Naruto, no hay prisa. Sé que estás pasando por mucho y no quiero que te sientas presionado. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, siempre.

Tomaste su mano y la apretaste con fuerza, agradecido por su comprensión y apoyo.

-Vamos a tomarnos esto con calma -dijiste, finalmente sintiéndote un poco más en paz-. Quiero conocerte mejor, pasar más tiempo contigo y ver a dónde nos lleva esto. Pero por ahora, solo quiero estar contigo, sin expectativas ni presiones.

Sakura asintió y te abrazó nuevamente, sintiendo cómo la conexión entre ustedes se fortalecía en ese momento de honestidad y apoyo mutuo.

Continuara....

Aclaración:

Primero que nada, perdón si hay mucho NaruSaku. Pero quiero que entiendan todas las acciones de los personajes. Sería muy infantil y poco creíble que Naruto se mostrara enamorado de Sakura y luego, al llegar Hinata, se enamorara de ella de inmediato. Así que, aunque me cueste escribir y darles material del Naruto x Sakura, tengo que hacerlo para que todo se logre entender. Si hay un punto en el cual tienen dudas me gustaría que lo dejen en los comentarios para así poder guiarme y darles la explicación en algún capitulo.

Edité el final del capitulo porque me pareció un cierre muy flojo el que le di. Ahora el cierre del capitulo esta mejor.

Cuídense mucho, nos vemos en las próximas actualizaciones.

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