El 7 de diciembre era el cumpleaños de Satoru Gojo. Por otra parte, por alguna coincidencia del destino, el cumpleaños de Akari era el 8 de diciembre. Cuando eran pequeños, cada clan celebraba a su propio heredero, por lo que nunca habían pasado sus cumpleaños juntos. Ahora que habían formalizado su relación, este año sí lo festejarían juntos y habían acordado celebrar ambos cumpleaños el 7 de diciembre. Satoru le había dicho a Akari que no era necesario celebrar el suyo y que podían enfocarse en el de ella, pero ella se negó rotundamente, alegando que su cumpleaños era igual de importante y especial.
Debido a que las navidades también eran próximas, no sólo tenían que buscar un regalo de cumpleaños, sino también de Navidad. Ojalá lo hubieran planeado antes, porque precisamente por las fiestas, todos los centros comerciales y tiendas eran un caos. Todo se agotaba rápidamente y las filas para pagar eran interminables.
Satoru se encontraba en medio de la multitud en un centro comercial bullicioso, lleno de luces navideñas y decoraciones festivas. Los escaparates estaban adornados con guirnaldas y árboles de Navidad, mientras que la música navideña sonaba en cada rincón, mezclándose con el murmullo constante de las conversaciones y el sonido de las bolsas de compras.
"Esto es una locura," dijo Satoru, levantando las manos en un gesto de exasperación mientras miraba la fila interminable frente a una tienda de regalos.
Sin embargo, el mayor problema de Satoru no era el bullicio del centro comercial. Su mayor complicación era que no tenía ni idea de qué regalarle. En algunas ocasiones le había regalado ropa bonita o accesorios, pero esta vez debía ser especial.
Satoru se adentró en el centro comercial, abrumado por el mar de personas que lo rodeaba. Los pasillos estaban llenos de compradores frenéticos, buscando los mejores regalos para sus seres queridos. Los niños corrían con globos y helados, mientras los adultos trataban de navegar entre las tiendas abarrotadas.
"¡Ay, dios! ¿Cómo hacen esto todos los años?" murmuró Satoru mientras avanzaba entre la multitud. "Necesito un plan de ataque."
Primero, decidió ir a una tienda de ropa elegante. Entró y comenzó a mirar los vestidos, trajes y accesorios. Satoru agarró un vestido rojo con lentejuelas y lo sostuvo frente a un espejo, imaginando a Akari usándolo. "¿Demasiado? Probablemente demasiado... Y ni siquiera sé su talla."
Pasó a una tienda de tecnología, pensando que algún gadget podría ser un buen regalo. Se encontró mirando drones, relojes inteligentes y auriculares de alta gama. "¿Necesitará un nuevo teléfono? No, eso parece muy impersonal. ¿Un drone? Demasiado nerd. ¿Qué tal estos auriculares...? ¿Por qué tienen tantos colores?"
Después de deambular sin éxito por varias tiendas, Satoru decidió que necesitaba ayuda profesional. Se acercó a un mostrador de información y le pidió a la amable empleada algunas recomendaciones.
"Disculpe, necesito ayuda para encontrar el regalo perfecto para mi novia. Algo que diga 'Eres la persona más especial del mundo' pero sin ser demasiado cursi," dijo, rascándose la cabeza.
La empleada sonrió. "¿Conoce sus gustos? ¿Algo que le apasione o que siempre haya querido?"
Satoru pensó por un momento. "Le gusta la música, la moda, los libros... ¡Oh! Le encantan las experiencias únicas."
"¿Qué tal un viaje en globo aerostático?" sugirió la empleada.
"¡Eso es perfecto! Pero... ¿dónde consigo un globo aerostático en un centro comercial?" Satoru suspiró, dándose cuenta de la locura de la idea.
Finalmente, Satoru se dirigió a una tienda de joyería, pensando que un regalo elegante y atemporal podría ser la solución. Mientras miraba los anillos y collares, un collar con un pequeño colgante en forma de estrella llamó su atención. "Esto es perfecto," pensó. "Una estrella para mi estrella."
Satoru sonrió, satisfecho con su elección. Mientras hacía la fila para pagar, no pudo evitar imaginar la cara de Akari al recibir el regalo. Sin embargo, en la fila detrás de él, un niño pequeño tiraba de la manga de su madre, señalando un oso de peluche gigante en el escaparate de una tienda cercana.
"Mamá, ¿puedo tener ese oso de peluche gigante para Navidad? ¡Por favor!"
La madre del niño suspiró. "Quizás, cariño. Vamos a ver si papá puede llevarlo al coche."
Satoru miró al oso de peluche y de repente tuvo una idea. "¿Y si le regalo un peluche gigante además del collar? Un regalo serio y uno divertido, eso sería perfecto." Salió rápidamente de la fila, provocando las miradas confundidas de los otros compradores.
Corrió hacia la tienda de peluches y, después de pelear un poco con el enorme oso para sacarlo de la estantería, se dirigió a la caja. Mientras el cajero intentaba meter el peluche en una bolsa gigante, Satoru no pudo evitar reírse.
Satoru, ya con el peluche gigante bajo el brazo, estaba listo para dirigirse a la salida, pero entonces, una librería atrajo su atención. "Solo voy a echar un vistazo," se dijo, pero antes de darse cuenta, estaba pagando por una novela de misterio que sabía que a Akari le encantaría. A pocos metros de ahí, una tienda de cosméticos exhibía un set de maquillaje orgánico. "Esto también le gustará," se convenció, añadiéndolo a su creciente colección de regalos.
Con cada paso, su cesta se hacía más pesada. Al pasar por una boutique de ropa, vio un elegante suéter de cachemira. "Perfecto para las noches frías," pensó, y lo agregó a su montaña de regalos. Luego, un par de botas de invierno que "casualmente" combinaban con el suéter también encontraron su camino hacia la caja registradora.
En una tienda de deportes, Satoru encontró unos elegantes guantes de entrenamiento que "casualmente" también le serían útiles a Akari. Y al pasar por una tienda de música, no pudo resistir un nuevo par de auriculares de alta calidad. "Para que escuche nuestra canción," justificó, riéndose de su propia extravagancia.
Finalmente, mientras pasaba junto a una chocolatería, decidió que no había mejor manera de terminar este frenesí de compras que con una caja de chocolates finos. "Para endulzar el trato," bromeó consigo mismo.
Satoru se dejó caer en la banca del centro comercial, su mente era un torbellino de pensamientos mientras miraba las bolsas de compras a su alrededor. "¿En qué demonios estaba pensando?", se preguntó, sintiendo una mezcla de exasperación y diversión. La cantidad de regalos que había comprado parecía absurda, pero no podía negar que cada uno había sido elegido con cariño. Sin embargo, la realidad era que como no supo que escoger le había comprado de todo y ninguno de ellos parecía lo suficientemente especial o personal como él hubiera querido.
Suspirando, levantó la mirada y se dio cuenta de que la tienda de enfrente vendía anillos. Intrigado, se levantó y se acercó a la vitrina. Uno de los anillos llamó inmediatamente su atención. Era sutil y elegante, de banda estrecha y ligeramente curvada, de oro blanco, con una delgada fila de pequeños diamantes incrustados que ocupaba la mitad de la parte superior de la banda. Miró el anillo en su dedo anular que ahora llevaba diariamente, que también era de oro blanco, y suspiró pensativo. El tema de su matrimonio arreglado con Akari había rondado su mente últimamente.
Mientras observaba el anillo, otro diseño llamó su atención. Era un anillo de color negro con un microdiamante blanco en el medio, haciendo juego con otro anillo de plata que llevaba una pequeña piedra negra de ónix incrustada. La combinación era simple pero sofisticada, y le recordó inevitablemente a Suguru. Satoru se sintió terriblemente culpable al recordar a su mejor amigo y ponerse a fantasear sobre qué hubiera pasado si él hubiese podido salvarlo, si se hubiese dado cuenta de su depresión a tiempo.
Miró el anillo negro y el de ónix con una expresión melancólica. "Suguru..." murmuró para sí mismo, sintiendo una punzada de dolor en su pecho. Las memorias de su amistad y las tragedias que los separaron inundaron su mente. "Si solo hubiera sido más atento, más consciente de lo que estaba pasando..."
El dependiente de la tienda se le acercó con una sonrisa profesional. "¿Puedo ayudarlo en algo, señor? Veo que está interesado en estos anillos."
Satoru parpadeó, sacudiendo los pensamientos tristes de su mente y enfocándose de nuevo en la realidad. "Sí, estoy buscando algo especial para alguien muy importante," respondió, tratando de sonreír. Señaló el anillo de oro blanco con los pequeños diamantes. "Este parece perfecto."
El dependiente asintió, tomando el anillo con cuidado y mostrándoselo más de cerca. "Es una elección hermosa. ¿Le gustaría probarlo?"
Satoru asintió, deslizando el anillo en su dedo y admirando su brillo bajo la luz de la tienda. "Sí, creo que le encantará." Sin embargo, no pudo evitar mirar una vez más los anillos negros y de ónix, guardando un lugar especial en su corazón para la memoria de Suguru.
Mientras finalizaba la compra, Satoru se sintió un poco más aliviado. Sabía que Akari apreciaría el anillo y esperaba que también entendiera el significado profundo detrás de su elección. Ese sería su regalo para Navidad, que en Japón es una fecha romántica. Salió de la tienda con una sonrisa más tranquila. Ahora, solo faltaba su regalo de cumpleaños.
Mientras caminaba por el bullicioso centro comercial, Satoru no pudo evitar reírse de sí mismo. "¿En qué estaba pensando?" murmuró, sacudiendo la cabeza. La multitud pasaba a su alrededor, inmersa en sus propias compras navideñas, pero Satoru estaba perdido en sus pensamientos. A pesar de su alivio por haber encontrado el regalo perfecto, se sentía muy enojado consigo mismo por haber comprado también aquel anillo oscuro. La memoria de Suguru seguía pesando en su corazón, y el anillo representaba una conexión que no podía ignorar.
"¿Qué vas a hacer con eso ahora, Satoru?" se preguntó en voz baja, guardando el anillo en su bolsillo. Sabía que tenía que dejar atrás ese capítulo de su vida, pero las emociones eran difíciles de sacudir.
Con una mezcla de emociones, Satoru se dirigió hacia la salida del centro comercial, decidido a encontrar algo especial para el cumpleaños de Akari. El caos y la confusión de las compras navideñas no lo detenían, pero la verdadera batalla estaba dentro de él, entre el pasado y el futuro que estaba construyendo con Akari.
Akari por su parte ya tenía ambos regalos para Satoru, tanto para navidad como para su cumpleaños. Se encontraba en su habitación, rodeada de papeles de regalo de colores brillantes, cintas y etiquetas. Estaba cuidadosamente envolviendo los regalos, asegurándose de que cada pliegue y lazo estuviera perfecto. Había pasado la última semana buscando los regalos perfectos para Satoru. Incluso había conseguido regalos para Daichi, Keiko y Shoko. Tenía planeado darselos en fechas próximas a navidad, antes de las vacaciones y ahora, finalmente, estaba terminando de envolverlos.
La habitación estaba cálida, con el suave zumbido del calentador en el fondo. Afuera, el viento frío de diciembre soplaba, haciendo crujir las ramas de los árboles y agitando las hojas que quedaban. Akari se detuvo un momento, mirando por la ventana. Todavía no había nevado, pero el aire tenía esa sensación crispada que anunciaba la llegada inminente del invierno.
"Espero que a todos les gusten sus regalos," murmuró para sí misma, colocando con cuidado una etiqueta en el último paquete. Era un trabajo meticuloso, pero valía la pena ver las sonrisas en sus rostros cuando abrieran los presentes.
Con los regalos envueltos y alineados en su escritorio, Akari se sentó en su cama, abrazando una almohada. Pensaba en el 7 de diciembre, solo faltaban tres días para la celebración conjunta de su cumpleaños y el de Satoru. Ambos cumpleaños eran igual de importantes y merecían ser celebrados juntos.
"¿Qué podríamos hacer ese día?" se preguntó en voz alta. Todavía no comenzaban las nevadas, pero hacía mucho frío. Tal vez podían ir a un café acogedor, o pasear por un parque decorado con luces navideñas. La idea de compartir un día especial con Satoru la llenaba de emoción y un poco de nerviosismo.
Mientras pensaba en posibles planes, Akari comenzó a buscar ideas en su teléfono. Había muchas opciones: una cena romántica o incluso un viaje a las montañas para disfrutar del paisaje invernal. Cada opción parecía maravillosa, pero quería asegurarse de que fuera algo especial y memorable para ambos.
"Tal vez deberíamos hablarlo juntos y decidir qué nos gustaría hacer," pensó, sonriendo ante la idea de planificar el día con Satoru.
Akari se sentó en su cama y marcó su número, escuchando el tono de llamada mientras esperaba que Satoru contestara. Al otro lado del teléfono, Satoru estaba atrapado en el tráfico, en el asiento trasero de un coche de la escuela, mirando el caos de las compras navideñas que se extendía ante él. Cuando comenzó a sonar su celular y vio el nombre de Akari en la pantalla, su expresión se iluminó y contestó de inmediato.
"Hola, Bubble Tea," dijo Satoru, su voz era una mezcla de cansancio y alegría. "¿Cómo estás?"
"Hola, Satoru," respondió Akari, sonriendo al escuchar su voz. "Estoy bien, solo estaba pensando en el 7 de diciembre y quería hablar contigo sobre lo que podríamos hacer."
"Ah, sí, nuestro cumpleaños," dijo Satoru con una risa suave. "Estaba justo pensando en eso también. ¿Tienes alguna idea en mente?"
Akari jugueteó con un mechón de su cabello, sintiéndose un poco nerviosa pero emocionada. "Bueno, estaba pensando en algo especial. ¿Qué te parecería ir a una pista de patinaje sobre hielo? Sé que nunca hemos ido juntos y, aunque no sé patinar muy bien, creo que sería divertido."
Satoru se rió, su risa era cálida y reconfortante. "Eso suena genial, Akari. Me encantaría ir a patinar contigo. Además, puedo enseñarte a patinar, no te preocupes por eso."
"Perfecto," dijo Akari, sintiendo una ola de alivio. "Y después, tal vez podríamos ir a cenar a algún lugar acogedor."
"En realidad," interrumpió Satoru, "tenía una idea sobre eso. ¿Qué te parecería si pasamos la noche en mi casa y cocinamos una bonita cena juntos? Podríamos hacer algo especial, solo tú y yo."
Akari se sonrojó al escuchar la propuesta, su corazón comenzó a latir más rápido. "¿Pasar la noche en tu casa?" preguntó, sintiéndose un poco nerviosa. "¿Como pareja?"
"Sí," respondió Satoru, su tono era suave y tranquilizador. "No te preocupes, Akari. Solo quiero pasar un tiempo de calidad contigo. Podemos cocinar juntos, ver una película y simplemente disfrutar de la compañía del otro. No hay prisa, quiero que te sientas cómoda y feliz."
Akari respiró hondo, dejando que las palabras de Satoru la tranquilizaran. "Bueno, si lo pones así... creo que suena maravilloso. Me encantaría pasar el día y la noche contigo."
"Genial," dijo Satoru con entusiasmo. "Entonces, es un plan. Pista de patinaje, una cena casera y una noche tranquila en mi casa. Será un cumpleaños excelente."
"Sí, lo será," dijo Akari, sonriendo al imaginar el día que pasarían juntos. "Gracias, Satoru. Estoy realmente emocionada por esto."
"Yo también, Bubble Tea," respondió Satoru, su voz era cálida y llena de afecto. "No puedo esperar para celebrar nuestro día contigo."
Ambos continuaron hablando, planificando los detalles y compartiendo su entusiasmo por el día especial que les esperaba. La conversación fluyó con facilidad, y Akari se sintió cada vez más cómoda y emocionada por la celebración que estaban organizando juntos.