UN MATRIMONIO NO DESEADO

By Jxss_Jk7

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Con solo mirarla, él se da cuenta que a dejado de huir. Los Jeon libro 3 Nam Joon ii Advertencia !! Esta hist... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Epílogo
Escenas extras

Capítulo 60

112 19 4
By Jxss_Jk7

60




Mi instinto me dice que algo anda mal cuando encuentro habitación tras habitación vacías, y ni rastro de mi querida esposa. Le he estado enviando mensajes de texto incesantemente, así que me lo habría dicho si tuviera planes para la noche que implicaran salir de casa, ¿verdad?

No puedo calmar mi corazón inquieto cuando la llamo, la impaciencia me hace caminar de un lado a otro en nuestra sala de estar. Ella contesta después de dos timbres.

―¡Nam Joon! ¿No es muy tarde para ti en este momento?

Suena emocionada de hablar conmigo, su tono es el mismo de siempre.

―No podía dormir ―miento.
—¿Qué estás tramando, cariño?

Ella suspira y escucho vagamente algo que suena como el susurro de las sábanas, pero definitivamente no está en nuestra cama. Mi corazón comienza a latir violentamente mientras las náuseas me golpean con fuerza.

―Nada. Ji-ah me habló de esta película que le encantaba, así que pensé en verla y acurrucarme en el sofá. ¿Qué pasa contigo? ¿Qué pasó? ¿Tuviste una pesadilla?

Me quedo en silencio, sin saber cómo responder. Está actuando como si estuviera en casa, cuando no es así. Entonces, ¿dónde está? Mi mente
comienza a jugarme malas pasadas, mostrándome imágenes de ella con Goo Won y, de repente, veo todos mis viajes de negocios con nuevos ojos.

Que esté fuera tan a menudo le habría dado suficiente tiempo para mantener una relación con él si quisiera. Sus guardaespaldas tienen instrucciones de protegerla, no de informarme de todas sus acciones. No quería controlarla como lo hacía su papá, pero tal vez debería haberlo hecho.

―Sí, una pesadilla ―murmuro.
—Oye, ¿sabes qué? Creo que intentaré volver a la cama. Hablaré contigo después, ¿de acuerdo?

―Probablemente sea una buena idea. Sueña conmigo ―dice, su tono es ligero.
—Te amo. ¡Buenas noches!

―Yo también te amo ―murmuro, antes de terminar la llamada, las palabras se sienten vacías. Si no hubiera estado parado en nuestra casa, habría creído que ella estaba justo donde fingía estar. ¿Cuántas veces me ha engañado?

Miro mi teléfono, sin saber si quiero saber. Si persigo esto y descubro algo que nunca quise saber, las cosas nunca volverán a ser las mismas.
Podría permanecer ignorante y aferrarme a esta ilusión de felicidad, pero ¿alguna vez dejaría de tener la duda?

Me muerdo el labio y llamo a Rowoon, decidido.

―¿Dónde está? ―pregunto en el momento en que contesta.

―Nam Joon―dice, con tono vacilante.
—No me informaron que regresarías antes de lo previsto. Habría manejado la autorización de seguridad fronteriza por ti si me lo hubieras hecho saber.

Él está desviando.

―Contéstame ―espeto.
—¿Dónde está mi esposa?

Rowoon suspira.

―No se parece en nada a lo que estás imaginando, Nam Joon. Solo me preocupa que no lo entiendas, si hubiera estado haciendo algo inmoral, te lo habría dicho.

―Quiero una dirección dentro de los próximos tres minutos ―le advierto, antes de terminar la llamada. No estoy interesado en convencerlo de que haga su maldito trabajo. Afortunadamente, él no jode y me consigue exactamente lo que le pedí.

Me toma casi dos horas, pero finalmente me encuentro frente a una pequeña cabaña de madera en un pequeño suburbio del que nunca había oído hablar. Así que aquí es donde está.
Miro hacia la puerta principal, todavía aprensivo. ¿Qué encontraré cuando entre aquí? ¿Estoy realmente seguro de que quiero saber?

Levanto mi mano hacia el timbre, dudando por un momento antes de presionarlo, mi corazón está en mi garganta mientras espero que la puerta se abra. Es casi como si una pequeña parte de mí todavía esperara estar equivocado, que no la encontraría aquí.

Pero entonces la puerta se abre, y ahí está ella, de pie frente a mí con la misma bata de seda azul oscuro que Ha-ri le regaló. Tengo una a juego en casa, nuestra casa.

Sus ojos se agrandan y observo que el pánico se apodera de ella. Mi querida esposa trata de cerrarme la puerta, y un suave resoplido escapa
de mis labios cuando la detengo y entro a la fuerza.

―También es un placer verte, ángel ―murmuro.

Ella tropieza hacia atrás, y su mirada recorre el pasillo. No tengo que avanzar más para saber que ella misma diseñó este lugar. Su toque característico está en cada detalle, hasta en los paneles de las paredes y el mismo tono dorado que eligió para los accesorios de nuestra casa.

―N...Nam Joon―susurra, con la mano levantada en su pecho.
—¿Q-qué estás haciendo aquí? ¿Cómo encontraste este lugar?

Da otro paso hacia atrás cuando me acerco a ella, y aprieto los dientes mientras la rozo, caminando más adentro de la cabaña. Es adorable y tiene un acabado increíblemente alto. Le habría llevado meses decorar esto.

―Creo que la pregunta más acertada es ¿qué estás haciendo tú aquí?

Entro en la sala de estar, aliviado de encontrarla vacía. Tal como me dijo, parecía haber estado viendo una película. Una manta suave y peluda está tirada sobre un cómodo sofá de tela color crema, el interior es mucho más rústico que nuestra casa. Mis ojos se detienen en los marcos de fotos esparcidos por toda la sala de estar, todas de Faye y su mamá. No hay una sola de nosotros.

Me muevo hacia el sillón en la esquina y me siento en él, la ira y el dolor luchan por el dominio justo debajo de la superficie. Tiento mis emociones y respiro hondo.

―¿Qué es este lugar?

Faye se para frente a mí, sus brazos se envuelven alrededor de sí misma.

―No es lo que piensas ―murmura.

Me río sin alegría.

―Esa es una frase famosa. ―Paso una mano por mi cabello, solo para descubrir que estoy temblando, no me había dado cuenta.
—Explícate, Faye, y que Dios me ayude, será mejor que tengas una buena explicación. ¿Estas aquí sola?

―Yo... sí. Estoy aquí sola ―me dice, con la mirada baja, como si no pudiera verme a la cara.

―¿Estas esperando a alguien? Faye, ¿estás teniendo una aventura?

Levanta la cabeza e inhala con fuerza.

―No ―Lo niega al instante.
—Por supuesto que no. Este... este lugar... es mío.

Me agarro el cabello con fuerza y respiro para tranquilizarme.

―Voy a necesitar más detalles que eso, cariño. Lo estoy intentando, lo juro, pero mierda, voy a necesitar que me des una explicación adecuada.

Ella asiente y noto la forma en que tiembla, la forma en que no puede verme a los ojos por más de unos segundos a la vez.

―Compré esta casa con el dinero que gané de mis conciertos. Yo solo... solo quería tener un lugar que fuera completamente mío. Un lugar al que
podría venir a veces, un hogar que nadie podría quitarme jamás.

Me trago mi devastación y asiento, haciendo todo lo posible por entender, por ser paciente.

―¿Alguna vez me lo ibas a decir? Fingiste estar en casa cuando te llamé, Faye. ¿Tienes alguna idea de lo que fue estar parado en nuestra casa
mientras me mentías?

La culpa y el remordimiento parpadean a través de sus hermosos ojos.

―Sí ―me miente.
—Te lo habría dicho eventualmente, simplemente no pude encontrar el momento adecuado.

Veo a mi alrededor, teniendo en cuenta el cuidado que puso en todos y cada uno de los aspectos de esta casa, y me duele. Para mí, esto no es menos que una traición.

―¿Entiendes lo jodido que es que mi esposa tenga una casa secreta a la que puede escapar? Porque eso es lo que es esto, ¿no? Es un plan de
escape. Nunca me lo ibas a decir.

―Nam Joon, lo siento muchísimo. ―Su voz se quiebra en la última palabra, y parece que lo dice en serio, pero no es suficiente, y ese es el problema, ¿no? Nunca seré suficiente.
—No sé cómo explicarte de una manera que te haga entender, pero lo intentaré. No es... no es por ti, personalmente. Yo solo... siempre quise una casa propia. Un lugar en el que siempre estaría a salvo, donde podría ir si alguna vez me sentía no deseada en otro lugar.

―¿Qué pasa con la casa que construimos juntos, Faye? ¿La casa que decoraste tú sola? ¿Ese lugar donde tocas el piano de mi mamá, donde dejas que te folle en el sofá, donde nos despertamos juntos? ¿Qué hay de ese lugar? ¿Esa no es tu casa? ¿Nuestro hogar?

―Es... es tuya ―susurra.
—Si... si alguna vez me dejaras, o si... si alguna vez me lastimaras...

Me inclino hacia adelante y entierro mi rostro en mis manos, mi cabeza zumba. Pensé que sabía cómo se sentía la angustia, pensé que había vivido con eso durante años. Me equivoqué.

―¿Qué más puedo hacer? ―pregunto, con la voz entrecortada.
—Faye, ¿qué más puedo hacer para probarte que estoy en esto a largo plazo? ¿Cómo hago para que te sientas segura conmigo? Yo nunca te lastimaría. Seguro que lo sabes.

―Yo... lo sé ―dice, claramente solo para mi beneficio.

Pasé mis días planeando el resto de nuestras vidas, mientras ella los pasaba planeando su escape. Hice todo lo que pude por ella: enfrenté todos mis miedos, me obligué a hacer cosas que no había hecho en años. La apoyé, la construí, le di todas las piezas que necesitaba para pararse de manera independiente. Lo hice porque confiaba en que ella se quedaría, incluso si finalmente tenía la capacidad de irse.

Aposté y perdí.

―¿Recuerdas esa tarde en Roma? Estábamos bailando bajo la lluvia, y me dijiste que me elegías. Cada segundo de cada día, incluso cuando no quiero que lo hagas, incluso en días que se sienten imposiblemente difíciles. ¿No es eso lo que dijiste?

Observo cómo una lágrima corre por su mejilla y, por un momento, me sorprendo deseando correr hacia ella para poder tomarla en mis brazos y
quitarle el dolor, pero no lo hago.

―Tú no me elegiste, Faye. No de todo corazón. No de la forma en que necesito que lo hagas.



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