Punto de vista de Colette: Invierno de 1888 :
Desde mi ventana, observo a mi amigo siendo besado por el Visconde. No siento celos ni emociones ante la escena; para mí, simplemente son dos personas expresando su amor. Soy una alfa común y corriente, sin nada especial. Mi padre, un Omega recesivo, ocupa el trigésimo tercero en una línea sucesoria cada vez más larga. Mi abuelo paterno tuvo diez hijos: dos alfas, una Omega y los demás betas, quienes también tuvieron su descendencia. Mi tío Augusto, el príncipe heredero, tiene diez hijos de varias edades. Por ejemplo, mi primo Carlos, de treinta y ocho años, es el tercero en la línea, mientras que mi primo Antonel, de veinte, es el cuarto.
En nuestra familia real, los puestos se asignan según el género y la casta. Los hombres alfa tienen prioridad, seguidos por los hombres beta, las mujeres alfa, los hombres omega, las mujeres beta y, finalmente, las mujeres omega. A pesar de eso, ocupo el noveno lugar, por encima de muchos parientes, ya que la mayoría de los hombres alfa han fallecido debido a diversas causas como epidemias, guerras o asesinatos familiares. Todo vale para escalar en la jerarquía de poder. Lo sé bien, después de todo, yo misma he eliminado a miembros de mi familia por poder.
Recuerdo claramente mi primer asesinato. Mi tío Leo suplicaba clemencia, pero no se la concedí. Esa muerte me marcó, pues mi tío había intentado ultrajar a JP. En aquel entonces, yo tenía solo 12 años y JP, un Omega regordete, tenía once. Él se escondía en mi hombro mientras yo temblaba, viendo la sangre de mi tío Leo en mis pequeñas manos.
Las siguientes muertes fueron de mis tíos Oscar y Josué, envenenados por orden de mi abuelo paterno porque conspiraban contra él. Tenía quince años y estaba en mi primer año en la escuela naval. La cuarta muerte fue especialmente dolorosa: tuve que asesinar a mi propia madre por divorciarse de mi padre. Aún recuerdo la mirada sin vida de aquellos ojos que me criaron con amor.
La orden más difícil fue asesinar a mis dos últimos tíos por incesto. Mi tía Marta, aunque no era tía de sangre, era considerada hija del rey, y mi tío Zeus era su hijo biológico. Fue un acto doloroso. Ellos tenían seis hijos pequeños, desde los catorce años hasta un bebé recién nacido. Aún recuerdo los gritos, las súplicas, los ojos implorando piedad. Todos fueron asesinados por mi espada o arma. Tenía veinte años en ese entonces, convirtiéndome en la mano derecha de mi abuelo, quien ante sus súbditos parecía un viejo frágil, pero era un lobo disfrazado de oveja.
¿Por qué inicié la revolución? Fue por varias razones, la principal: quería casarme con JP. Comencé la revolución por amor y por el odio hacia este sistema arcaico. Mis manos están manchadas de sangre inocente y culpable, algunas por orden del rey y otras en nombre de la revolución. El desequilibrio de poder también fue un motivo. ¿Cómo puede un hombre tan vil como el Duque tener tanto poder? Mientras los nobles acumulan riquezas en sus despachos, mi gente muere de hambre.
La primera chispa de la revolución fue una simple protesta, una marcha pacífica que organicé en secreto. JP estaba a mi lado; su presencia me daba fuerzas. No podía soportar verlo sufrir bajo este sistema ni ver a tantos inocentes pasar hambre mientras los nobles se llenaban los bolsillos.
Al principio éramos solo unos pocos, personas cansadas, hambrientas y desesperadas por un cambio. Pero la llama de la revolución se propagó rápidamente. Cada acto de represión por parte de las autoridades fortalecía nuestra causa. Cada injusticia, cada muerte, nos hacía más decididos y fuertes.
Mi abuelo pronto se dio cuenta de lo que estaba sucediendo e intentó detenernos, pero yo conocía sus tácticas y cómo manipulaba. Poco a poco, empecé a desmantelar su red de poder. La primera gran victoria fue capturar la ciudad de Avennia, aunque la batalla fue sangrienta y muchos amigos perdieron la vida. Sin embargo, lo logramos y Avennia se convirtió en nuestro bastión, el símbolo de la revolución.
JP se convirtió en un líder carismático. A pesar de ser un Omega, o quizás por eso mismo, la gente lo amaba. Su voz suave pero firme inspiraba a las masas. Hubo momentos en los que dudaba de mis acciones y de la sangre derramada, pero al mirar a JP y ver la esperanza en sus ojos, sabía que debía seguir adelante.
La lucha se intensificó y cada victoria vino acompañada de nuevas pérdidas y sacrificios. No podíamos detenernos mientras el Duque y los demás nobles oprimieran al pueblo ni mientras mi abuelo, el rey, ejerciera su tiranía desde el trono.
Recuerdo claramente el día en que capturamos a mi primo Carlos, conocido por sus actos de barbarie. Sabía que no podía mostrarle piedad. Pero al tenerlo frente a mí, atado y desarmado, algo en su mirada me hizo vacilar. Recordé nuestros días de infancia jugando en los jardines del palacio, aunque esos tiempos eran ahora un recuerdo lejano. Carlos había elegido su camino y yo el mío.
La ejecución de Carlos fue pública, un mensaje claro para todos los que se oponían a la revolución. Sin embargo, después de su muerte, sentí un vacío. La revolución continuaba, pero cada vez me costaba más justificar los medios. El poder tiene un precio y yo lo estaba pagando con mi alma.
Un día, mientras contemplaba el caos que había ayudado a desatar, JP se acercó a mí y tomó mi mano, mirándome con ojos llenos de amor y determinación.
-Colette, esto no es solo por nosotros -dijo suavemente-. Es por un futuro mejor, para todos. No olvides eso.-
Entonces supe que, aunque la revolución era necesaria, debía encontrar una forma de detener la espiral de violencia y construirla en lugar de destruir. Con JP a mi lado, sabía que juntos podríamos lograrlo. Por ello, me encontré con mi prometido en un barco rumbo a Eldoria. Bradley, un omega inocente, se unió a mi lucha debido a nuestros ideales compartidos y en menos de dos años lo convertí en un soldado. Bradley no solo se convirtió en un soldado, también se convirtió en un camarada en la guerra, luchando a mi lado e incluso enfrentándose a sus antiguos amigos, los hermanos Xiong y su primo Richard. Recuerdo a Bradley llorando en su camarote después de la batalla.
-Yo los maté -temblaba Bradley con los ojos llenos de lágrimas mientras Tank lo abrazaba como un hermano mayor y Andrés observaba desde la distancia. Esa tarde de invierno de 1886, Bradley me preguntó: -¿Mi alma tendrá salvación, Colette?-, su voz indicaba que buscaba consuelo. Lamentablemente, no pude dárselo y le dije: -Eres un soldado. Todos iremos al infierno por nuestras acciones. Sé un hombre; ya no eres un niño. Guarda esos sentimientos inservibles; estamos en guerra.-- Escuché cómo algo dentro de Bradley se quebraba, me miró y volvió a llorar. Andrés me miró y luego me lanzó un puño para sacarme de la recámara.
No sentí remordimiento; esos sentimientos habían muerto o estaban ocultos en algún lugar dentro de mí. Luego conocí a un Vizconde llamado Max. Con su ayuda económica, pudimos continuar con la revolución. Sin embargo, aquel día que traje a Bradley, no sabía que se conocían, ni comprendía el poder que mi amigo tenía sobre el Vizconde. Le pedí a Bradley que obtuviera más apoyo del Vizconde. Sé que me iré al infierno por mis acciones, pero mientras escribo esto en mi diario, JP está cantando una canción infantil. Espero que cuando este diario esté terminado, tengas dos padres o al menos uno si muero en esta lucha. Recuerda que mis acciones fueron necesarias para un futuro mejor,dónde no tengas miedo por ser hijo de un Omega mestizo y una miembro de la familia real , quiero que seas un niño normal sin responsabilidades de asesinar o crecer rápido.
Narrador normal:
Colette dejó a un lado su diario y se acercó donde estaba su esposo con su pequeño Damián. Después de darle un beso a su esposo sentado a su lado admirando a su pequeña familia dijo:--Te amo--
JP la miró con ternura y respondió:--Nosotros te amamos mucho-- Ni Colette o JP sabían pero su hijo crecería con solo un padre, ya que el otro moriría en el campo de batalla en un futuro próximo protegiendo al otro padre restante.
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Notas del autor:
1. Este capítulo no se centra mucho en la pareja principal, pero es relevante para la historia debido a su trasfondo y cómo comenzaron los eventos. Damián fue concebido por Colette, quien actuó como madre gestante.
2. Considero que este capítulo es uno de los mejores que he creado hasta ahora, ya que explica muchos aspectos importantes de la historia. Finalmente, agradezco por el tiempo dedicado y deseo a los lectores una buena noche.