Nasiens despertó con su respiración agitada, sentía el sudor caer de sus mejillas. Eran ya aproximadamente casi el medio día y ella apenas había despertado, decidió salir de la cama e ir al baño para echarse algo de agua en la cara.
Al momento de secar su cara con la toalla se dio cuenta de algo...el mechón blanco largo que le llegaba bajo del cabello. Sus ojos se abrieron sorprendida, acaso...¿El sueño que había tenido había sido en realidad real?. Confundida y sorprendida decidió ignorar eso e irse a vestir e ir por algo de comer.
...........
Ginebra salió de una habitación, se veía agotada, cansada, desvelada incluso. Ironside la vio y se le acercó de inmediato.
—Princeda Ginebra, el Rey Arturo quiere verla—. El mayor la miró con una mirada seria y desconfiada.
—Si, ya se, de seguro quiere ver el futuro como siempre—. Reviro los ojos con los brazos cruzados comenzado a caminar.
Ironside vio la puerta de la habitación donde había salido la menor, se acercó a la puerta apunto de abrirla pero la chica le sostuvo la mano apartando lo de la perija de forma brucas y defensiva.
—Tengo entendido que tú Rey te ordeno a ti y a sus demás caballeros alejarse de la puerta—. Ginebra tomo una actitud seria y defensiva. —Alejate de la puerta—. Miró de una forma asesina al caballero para después irse.
Aquella actitud tan repentina de la princesa había tomado por sorpresa al caballero, ¿Que había tanto en esa puerta que no quería que viera?, no solo ella, sino también su Rey no le permitía entrar.
A lo lejos vio como la princesa seguía con su camino, pero podía ver unas vendas en sus manos, al parecer había sido recientemente herida, ¿Pero como?, ¿Que fue lo que tanto hacía en esa habitación?.
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La primera princesa hada y gigante entro al comedor siendo recibida de inmediato por sus hermanos menores, algunos se veían preocupados pero otros (sus hermanas) se veían pícaras o curiosas.
—¡Ay hermanita!, ¡No te conocía así de atrevida!—. Xana le pego un par de veces en la espalda a su hermana mayor quién solo se exaltó un poco por esa repentina acción.
—¿¡Cómo fue!?, ¿¡Se siente bien!?—. Pregunto con vergüenza y pena Berther con la cara rosa ocultando sus labios con algunos pechones de su cabello.
—¿Y por qué quieres saber eso hermano?—. Preguntó confundida y curiosa Zilean al oir la pregunta de su tercer hermano.
—¡Por dios, Berther, Fao aquí está presente, aún guarda su actitud infantil!—. Le tapó los oidos Sixtus a Fao mirando con reproche y molestó a su hermano menor.
—¡Solo curiosidad!—. Contestó Berther a su hermana Zilean tapando su cara con sus manos para ocultar su sonrojo pero se podía ver hasta sus orejas rojas.
—Todos son unos tontos—. Dijo Fao viendo las actitudes de sus hermanos.
Nasiens solo estaba confundida, no entendía lo que pasaba y las actitudes de sus hermanos. Miró a Tioreh buscando alguna respuesta, la menor suspiro algo nerviosa y con miedo ante la reacción de su hermana por lo que se acercó a ella y le susurró al oído.
—Puede que nuestros demás hermanos hayan visto tu 'escenita' con el jinete de la muerte; percival, y al igual que Myrtus y Sixtus, lo hayan malinterpretado—. Susurrón con nervios pero tratando de guardar la calma la de cabellos rosados.
Y de inmediato la cara de Nasiens se puso roja como un tómate con los nervios invadiendo la por completo.
—¡¡No es lo que pareció, todo tiene una explicación!!—. Movía las manos de arriba a abajo y de un lado al otro la mayor de los nervios y la vergüenza que sentía.
Myrtus estaba sentado en una de las sillas del comedor con la cara en la mesa llorando de una forma cómica y desconsoladamente.
—¡Falle como deber de hermano mayor!—. Golpeó la mesa con rabia el hijo mayor. —Mi hermanita...—. apretó fuertemente su puño con la mano que había golpeado contra la mesa. —¡¡La vieron desnuda!!—. Chillo en una forma chibi.
—¡¡Pero no pasó nada!!—. Le dijo Nasiens a Myrtus aún con su cara roja.
Después de que Nasiens le pudiera aclarar el asunto a sus hermanos, pudieron irse a sentar para esperar a los demás y poder comer en paz.
Nasiens se había sentado hasta la esquina de la mesa con Tioreh a su lado. Fue en ese momento en que su hermana menor noto el mechón de pelo largo de color blanco.
—Nasiens, ¿Te pintaste el cabello?—. Dijo Tioreh sorprendida llamando la atención de sus demás hermanos.
Todos miraron el mechón blanco largo de Nasiens, algunos se les hizo bonito pero otros raro pues no entendía como le había crecido un mechón de cabello tan rápido.
—¡Mi hermanita se volvió una rebelde!—. Y Myrtus se imaginó muchos escenarios donde Nasiens vestía de una forma atrevida y se iba en brazos de Percival lejos de ellos para no volver a verlos nunca más.
—¡¡Claro que no!!—. Nasiens se levantó de su asiento y miró a su hermano para tranquilizarlo.
—Y el exagerado soy yo—. Susurro Sixtus leyendo los pensamientos de su hermano.
La castaña suspiro y se sentó. —No es nada, en cerio, amanecí con este mechón blanco en la mañana, no es la gran cosa—. Sonrió para calmar a sus hermanos mientras sujetaba su mechón largo.
—De todas maneras se te ve bien, hermana—. Dijo Berther sentando del otro lado de la mesa enfrente de su hermana Nasiens.
—Gracias, Berther—. Nasiens le brindo una sonrisa a su hermano.
Fue justo en ese momento que las puertas del comedor se abrieron y Donny junto Anne entraron. Berther al ver a Donny se sonrojo de inmediato y sintió su corazón latir de nuevo como loco por lo que trato de ocultar su cara con sus mechones de pelo.
Donny extendió sus brazos. —Oooh! ¡Estoy hambriento!—. Bostezó el joven sentándose aún lado de Berther lo que provocó aún más nervios en el joven príncipe.
—Donny, cuida tus modales antes los príncipes—. Regaño Anne a su amigo entre un susurró, no quería quedar mal ante los hermanos de su mejor amiga.
—Ash, como sea—. Donny dirigió su mirada a su plato esperando ahora que solo el rey, la reina y percival llegarán.
Fue en ese precisó momento que puso su vista en el príncipe que estaba al lado suyo, uno de los hermanos de Nasiens, que en su opinión personal se le había muy lindo y tierno, sobretodo cuando estaba haciendo justo lo que hacía ahora, taparse su cara con uno de sus mechones de cabello.
Berther pudo sentir como el amigo de su hermana le miraba, lo que provocó que se pusiera más nervioso y se sonrojara hasta las orejas.
—Oye, ¿Te llamas Berther?, ¿Verdad?—. Comenzó Donny a tratar de hacer una conversación con el tercer príncipe de las hadas y gigantes.
El corazón del joven príncipe latía como loco cuando escucho al más alto hablarle, sus sentimientos eran un caos, estaba feliz pero también nervioso y con miedo por si cometía un error.
No sabía que responder, ¿Tal vez un 'Hola, si así es, me llamo Berther; príncipes tercero de las hadas y gigantes. Hijo tercero de la reina de los gigantes y el Rey de las hadas quienes fueron parte de los pecados capitales'?. ¡Claro que no, sonaba muy formal!, ¡Esta bien tener modales pero no hay que abusar!.
Con sus sentimientos hechos un revoltijo y sus pensamientos enredados, respondió lo primero que se le vino a la cabeza.
—Si, así me llamo, lindo—. Respondió con neutralidad.
Myrtus escupió su agua al oir lo que dijo su hermano, Sixtus recibió toda el agua de su hermano mayor, Zilean y Xana se sorprendieron, Tioreh quedó perpleja, Anne casi se atraganta, Nasiens solo se asombro y Fao...Fao solo los miraba con aburrimiento.
'El amor deja idiotas a la gente'. Pensó Fao mirando como se desarrollaba la escena.
Berther se pegó contra el mesa, sintiendo como la vergüenza y la pena lo invadían, después de esto no podría volver a verlo a la cara.
'Tierra tragame y escupeme lo más lejos de aquí!'. Pensaba Berther ya hasta temblando de la vergüenza.
'Genial, ahora Berther también está enamorado'. Pensaba Sixtus leyendo los pensamientos de su hermano Berther mientras se limpiaba el agua que le había escupido su hermano Myrtus.
'¿¡Por qué tu Berther!?'. Mordía el mantel de la mesa de la frustración que sentía Myrtus por tener a otros de sus hermanos enamorados.
—Mrytus, no muerdas el mantel—. Regalo Zilean a su hermano.
Donny miró a Berther un par de segundo con un pequeño sonrojo carmesí en las mejillas, sintió su corazón latir y después regreso su vista a la mesa acariciando su cuello por tales palabras inesperadas del príncipe. Se podían escuchar de fondo las risas Xana y como Zilean le decía: 'grosera'.
'Vaya...'. fue lo único que pensó Donny ante esas palabras inesperadas del chico. El más alto sintió como sus mejillas se ponían aún más coloradas por las palabras del joven príncipe.
Justamente en ese momento para torturar más a Myrtus y de paso a Berther, Percival llegó tirándose a abrazar a Nasiens poniendo su cabeza contra los pechos de la dulce princesa.
—¡¡NASIENS~!!—. Percival se veía bien a gusto con la princesa, le gustaba olerla, sentir su calidez y que le diera ese trato especial que le daba desde que se conocieron.
Nasiens solo le correspondió su abrazo y acarició su cabeza dejando que él jinete undiera más su cabeza en sus pechos, aunque si estaba muy sonrojadas como Berther pues recordaba aún lo que había ocurrido a noche.
—Buenos dias, percival—. Dijo Nasiens de forma tímida mirando al jinete nerviosa.
'Claro, restriengenme en la cara que yo sigo sin pretendiente!'. Pensaba Anne sintiendose mal tercio al ver dos posibles parejas y una de ella estaba su cruhs.
Myrtus y Sixtus miraban de forma asesina a sus víctimas y quienes veían como enemigos por querer quitarles a sus hermanos, sobretodo a la que apenas y habian recuperado. Algo les decía que si su papá se enterará de esto, Nasiens ya sería coronada como nueva Reina Hada.
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Lancelot miraba el cuarto de su amigo desaparecido. Ya habían pasado dos largos años y no habían rastro del príncipe de Liones. ¿Quién diría que extrañaba como un loco la presencia y el cariño que el príncipe le daba?.
Recuerdo de ellos desde pequeños hasta la últimas vez que se vieron volvieron a él, sentía su corazón doler de una forma horrible que desgarraba cada espacio de su ser al no poder volver a ver a su príncipe, no poder verlo, tocarlo, abrazarlo y tener sus noches con él lo estaba volviendo loco.
No lo iba negar, estaba feliz de que su mejor amigo; Percival, haya vuelto, pero aún así esa felicidad no podría reemplazar el dolor por el que estaba pasando al no poder tener en sus brazos a Tristán.
Eran pocas las noches en las que podía dormir y en casa noche, en cada sueño, solo podía soñar en estar a su lado de nuevo con sus lindo ojos de colores que tanto adoraba fijados solo en él, como siempre había sido. Cuando cada sueño llegaba a su fin despertaba como un loco desesperado buscando la calidez o aún que sea la dulce voz del príncipe de Liones.
Ahora entendía un poco lo que sufrió su padre cuando perdió a su madre en el pasado, aún que él no estaba siendo igual de fuerte como él. Su padre había visto morir a su madre con sus propios ojos, y aún que ella haya vuelto a la vida y hayan podido estar juntos, él ni siquiera sabía si su príncipe estaba bien.
Ya no podía sorpotarlos más, anhelaba tener de nuevo en sus brazos a su Tristán.
—¿Lacenlot?—. Llamó Elizabeth mirando a al rubio quien rápido se seco las lágrimas.
—Lo siento—. Se disculpó. —Ya iba al comedor—. Miró a su tía una vez que seco sus lágrimas y luego bajo la mirada hacia el cuarto del príncipe.
—...Se que lo extrañas—. Hablo Elizabeth acercándose al rubio. —Yo también lo hago, no hay noche en la que no llore por mi bebé—. Acarició su vientre recordando cuando tenía a Tristán en ella, en su vientre.
Lacenlot mordió sus labios.
—Pero tu dolor es diferente, lo se—. Y Elizabeth abrazo a Lancelot para consolarlo. El rubio se dejo, sintió que era su madre quien lo abrazaba. La diosa se dejó permitir derramar unas lágrimas al igual que Lancelot.
—¡Ya no aguanto más!—. Aferró sus manos a la espalda de la Reina sintiendo su corazón dolor, rogando la calidez de Tristán. —¡*Sniff* Quiero a mi Tristán!—. Estaba destrozado, su voz sonaba destrozada, su alma había perdido su otra mitad.
Meliodas miró esa escena triste, Lacenlot había buscado a Tristán por cielo, viento y mar pero no había pista. Lancelot junto con su amada Elizabeth y él eran lo que más se esforzaban en saber el paradero de su único hijo, pero lamentablemente la suerte no estaba de su lado.
Él había visto con sus propios ojos las veces en que Lancelot lloroba y tenía ataques por no poder estar con Tristán. Su mejor amigo; Ban, estaba preocupado por su hijos, jamás le había visto así, incluso ya había dejado de dormir bien y las pocas veces que lo había despertaba gritando el nombre de su hijo Tristán.
...........
Meliodas, Elizabeth y Lancelot entraron al comedor, en el momento en que ellos entraron Percival siguió permaneciendo en su lugar con Nasiens, no quería apartarse de ella, hasta que la princesa se dirigió a él.
—Percival, vamos ve a sentarte, cuando esto termine de prometo que podrás seguir haciendo esto, está bien?—. Levantó la mirada del más alto para que la viera y le hablo en un tono dulce y tranquilo acompañado con una calida sonrisa.
El jinete sintió sus mejillas sonrojando se y bajo la cabeza asintiendo, en esos momentos pudo sentir como su corazón latió como loco y un sentimiento cálido crecía en su interior. Desconocía que era ese sentimiento, solo se levantó y se fue a su asiento al lado de Anne tratando de verde que no le pasaba nada cuando era todo lo contrario.
En el momento en que se sentó tocó su pecho aún sintiendo su corazón latir a mil y ese bello sentimiento que su Nasiens le había provocado. ¿Que era ese sentimiento?, desde hace ya algunos años atrás había vivido ese sentimiento con Nasien y aún no lograba saber que sentimiento era.
Percival solo estaba seguro que a pesar de no saber cuál era ese sentimiento, no quería que Nasiens se alejara de él, él quería protegerla, cuidarla, seguir siendo su héroe, no quería que nadie la alejara de él por más egoísta que sea, no quería que ella sufriera otra herida más, ni que derramará ni una sola lágrima, quería que ella fuera feliz, que siempre mostrará esa hermosa sonrisa que hacía que su corazón latiera como loco aún que desconocía el porque, no quería perder a Nasiens.
Porque el día en que llegase a perderla, él se encargaría de que el culpable pierda TODO hasta dejar su vida en miseria rogando por acabar con su existencia.
—¡Primo Lancelot!, ¿¡Cómo has estado!?—. Alzó su brazo Tioreh en un saludo había el de ojos Ruby con una gran sonrisa.
—...De la frega- —. Tenía algunas ojeras debajo de sus ojos y estaba sentado al lado de Meliodas y enfrente de Elizabeth.
—¡Epale, sin groserías en la mesa!—. Advirtió e interrumpió Myrtus señalando a su primo en forma de advertencia.
Lancelot solo rodó los ojos y miró a su prima Nasiens y le dio una sonrisa.
—Me alegra que mis tíos al fin de hayan encontrado—. Bueno, ahora había dos razones para Lancelot para estar tal vez un poquito más feliz, su amigo volvió al igual que su prima desaparecida.
'que vergüenza,que estúpido me vive, tierra tragame,¿Que habrá pensado de mi?,¡Ahora piensa que soy un maldito chico atrevido!'. Lancelot puedo escuchar los pensamientos de su primo Berther y al verlo sentado al lado de Donny se quedó perplejo.
'...¿Por qué con el orangután salvaje?'. Tener a Donny de familia no lo veía ni en un millón de años.
'¡¡Que vergüenza!!". Ahora leyó los pensamientos de su prima Nasiens. '¡Aún no puedo mirar del todo a la cara a Percival!, ¡Cada que recuerdo que me vio desnuda a noche no puedo contenerme y quedó roja como un tomate!'. Pensaba en completó pánico la princesa mayor mientras en el exterior lucía normal.
'¿¡Por qué con el maldito pelos de hierba!?'. Lancelot quería como un hermano a Percival, ¡Pero ni loco se la iba dejar tan fácil a su amigo de que estuviera con su prima que apenas y había vuelto de nuevo para que ahora vengan y se la quiten a él y a su familia como si nada!.
Sixtus, Lancelot y Myrtus y cruzaron miradas y asintieron con una mirada seria, los tres se habían propuesto a no dejarles tan fácil el camino a Percival y a Donny, si querían a sus hermanitos/primitos, tendrían que pasar por su cadáver tieso y frío.
—Bien, ya que ustedes están reunidos, yo-.
—Espera, ¿Y que pasa con el príncipe Tristán?—. La mención que hizo Fao sobre el único heredero de Liones hizo que los padres abrieran los ojos y Lancelot bajara la cabeza desanimado.
Donny, Anne y Percival (que recientemente hace unos días se habían enterado) pusieron una mirada algo nerviosos, al parecer los príncipes hadas y gigantes no sabían aún que Tristán llevaba desaparecido por todos estos dos largos años.
—Él...lleva desaparecido desde estos dos años—. Lacenlot fue quien confesó eso apretando fuertemente sus puños sintiendo sus manos temblar.
Ante aquella noticia, los príncipes abrieron los ojos sorprendidos de haber escuchado eso, ¿Cómo no se habían enterado?. Bueno, a lo mejor su padre y madre sabrían pero no dijeron nada para no preocuparlos sobre todo a Tioreh que era la más cercana al príncipes junto con Nasiens que en esos tiempos estaba conectada en traer a Percival de vuelto.
—¿¡Que!?, ¿¡Cómo que Tri-Tri está desaparecido!?—. Tioreh fue la primera en reaccionar y se levantó de su asintió de inmediato. —¿¡Por qué papá no nos había dicho!?.
—¿Por qué supones que papá ya lo sabía?—. Miró Fao a su hermana menor.
—De hecho si le dije a su padre—. Comentó Meliodas consolando a su esposa y ella lo consolaba también a él.
Mientras se oían las palabras nerviosas de Tioreh y como sus hermanos trataban de calmarla, Lancelot solo estaba con la mirada hacia abajo con el corazón doliendo que sentía que desgarraba su alma.
Nasiens al notar la reacción de su primo, lo miró algo preocupado, tenía el pensamiento de que debe estar así de afecto pues era un gran amigo el príncipes Tristán para él pues ella ya sabía que ellos se conocían de la infancia.
'Mi Amor...'. Nasiens pudo escuchar la voz de su primo más de le hizo raro pues el no había movido los labios para hablar, no había dado indicios de querer dicho algo. 'Vuelve a mi...'.
Mordió su labio inferior Nasiens, podía sentir el dolor de su primo aunque no sabía si compararlo, pues cuando Percival había estado dormido por esos 2 largos años, ella lloraba por no tenerlo cerca, no de la forma que siempre era, extrañaba cuando él le abrazaba, le hablaba y le protegía. Ahora Percival estaba de vuelta y era feliz, pero...al parecer Lancelot estaba pasando por algo similar a lo suyo que había vivido.
El ambiente se había vuelto algo tenso y pesado, por lo que Meliodas tu o ser quien lo rompiera una vez que calmo a su esposa y ella lo calmara a él.
Aclaro su garganta. —Bien, los quise reunir aquí para hablar algo importante sobre la guerra contra Camelot—. Hablo Meliodas sentándose en su asiento haciendo que Tioreh volviera a sentarse.
Al momento de mencionar Camelot, Nasiens recordó a Arturo y a la chica de su sueño, sintió su pecho doler al recordar al hombre que había sido también parte de su crecimiento.
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—¡Sol, Sol!—. Llamó un pequeño Nasiens al más alto quién se encontraba sentado debajo de un árbol mientras el viento soplaba con fuerza.
—¿Que tienes en tus manos, pequeña dama?—. Arturo sentó en sus piernas al pequeño Nasiens quien tenía en sus manos unas plantas medicinales.
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—Mi nombré es...Gwen...—. La mujer de cabellos blancos sonreía. —Y nos volveremos a ver, Nasiens o más bien...BlancaFlor...
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Sacudió rápidamente su cabeza Nasiens para tratar de olvidar esos recuerdos que en estos momentos no quería recordar, el primero que trataba de Arturo solo le traía dolor pues el hombre que la cuido de pequeña le había mentido, y el recuerdo de la mujer de cabellos blancos que apareció en su sueño recientemente sería mejor averiguar quién era en otro momento.
No creía que ella fuera un peligro y se veía inofensiva la verdad.
—Hemos recibidos informes que los caballeros de Camelot se han vuelto más fuertes debido a la magia de Caos de Arturo—. Siguió hablando Meliodas en un tono serio mientras que el pelotón tenía una expresión seria al igual que Lancelot. Los hermanos de Nasiens solo mostraban una expresión nerviosa mientras que otros una seria. —Es por eso que pienso enviarlos a un entrenamiento especial.
—¿Un...entrenamiento especial?—. Susurro Nasiens.
—Percival—. Llamó Meliodas al jinete y alzó su mirada. —Donny—. El nombrado presto más atención. —Anne—. Ella asintió. —Lancelot—. Se cruzó de brazos el de ojos rojos al oir su nombre. —y Nasiens—. La princesa abrió un poco la boca haciendo ver sus labios. —¡Van a recibir el entrenamiento druida!—. Ante aquellas palabras Berther alzó su mirada sorprendido, sus padres le habían hablado a él y a sus hermanos de un entrenamiento que su padre, King, tuvo en el que se peleó con Meliodas.
—¿En..trenamiento druida?—. Berther estaba asombrado. Donny lo miro al escuchar la voz del más bajo hablar.
—¿Druidas?—. Nasiens en ese momento recordó que el maestro Hendrinkson le había contado algo de ellos. —¿¡Son ellos los druidas que le enseñaron algunas medicinas al maestro Hendrinkson, aquellos que son los maestros de las medicinas después de guerra santa!?—. Sus ojos brillaron emocionados imaginándose la posibilidades de crear más venenos y remedios, tenía una gran sonrisa que parecía un niño pequeño.
—Te ves muy emocionada, Nasiens—. Dijo Percival feliz de ver a su querida amiga con esa linda sonrisa en su rostro.
—Si, ellos mismos—. Asintió Meliodas sonriendo un poco. —Actualmente su antigua líder se retiró del mando y dejó a su hermana a cargo después de la guerra santa, ahora ella está en unas largas vacaciones es una isla mientras su hermana está a cargo de las tierras druidas—. Se cruzó de brazos Meliodas con una sonrisa.
—Ella está de vacaciones y nosotros en guerra, no es justo—. Dijo Donny en un tono de queja y también cruzándose de brazos.
—¿Y que pasará con Gawain?, ¿Aún no hay pistas de ella—. Pregunto Nasiens en un tono preocupado.
Meliodas negó. —Lamentablemente aún no hemos podido hayarla. Por ahora, necesito que ustedes vayan con los druidas a entrenar mientras nosotros buscamos a Gawain y a mi hijo Tristan—. Dijo ya en un tono más serio y firme.
—¿¡Y nosotros qué!?—. Hablo Tioreh volando un poco gracias a sus alas.
—Lo mejor será que todos ustedes vuelvan a casa—. Hablo Elizabeth con una sonrisa gentil. —King debe estar muy preocupado por ustedes y ya nos mandó más cartas diciendo que como se encontraban todos ustedes.
Justo en ese momento una pequeña hada entro por la ventana lo que llamo la atención de todos, le dio un carta a Meliodas y luego se fue.
El demonio al ver el remitente y destinatario dio un largo suspiro.
—Esta es la carta número 17, y eso que apenas llegaron ayer—. Alzó un poco la carta el rubio para mostrársela a los príncipes.
—¡Pero nosotros también queremos ayudar!—. Fao se levantó de la mesa con seriedad y decidido.
—¡Si, así es!—. Afirmó Zilean y cuando ella afirma algo por todos sus hermanos es que tiene razón.
—Lo siento, pero no creo que King y Diane los dejé—. Hablo Meliodas imaginándose el escándalo que King haría si se llegase a enterar que uno de sus bebés, a parte de Nasiens, estaba en el campo de batalla, después de todo solo le había dicho que sería Nasiens quien estuviera en la pelea y no alguien más de sus hijos.
—¡Aún así queremos también hacer algo al respecto!—. Myrtus se levantó de su asintió y miró a los reyes algo serio. —¡Uno de esos caballeros de Arturo hirió a mis hermanos y a mi padres!. ¡Se que yo soy el más débil de todos ellos al ser un humano, aún así quiero volverme más fuerte y proteger a mi familia!—. Esas palabras dejaron conmovidos a sus hermanos quienes le sonrieron, Anne miró a Myrtus algo sorprendida, admiración y un leve sonrojo.
—¡Yo igual!—. Berther también se levantó. —¡Yo también quiero volver más fuerte para proteger a mi familia!, ¡Al menos quisiera aprender un poco de medicina para poder curarlo en las batallas, quiero aprender aun que sea una cosa que sirva para poder ayudarlos!—. Su mirada mostraba que no iba a cambiar en su decisión que había tomado, estaba decidido a hacer eso.
Donny lo miro y debía admitirlo...el chico tenía mucha determinación.
—Yo de por si soy fuerte, pero no lo demasiado para enfrentarme a esa bruja—. Sixtus comenzó a flotar recordando con despreció a la mujer que se había llevado la medicina y lastimado a su familia.
—¡Yo solo quiero pelearme con un caballero de Camelot!—. Dijo Xana también levantándose y dando algunos golpes al frente con una sonrisa orgullosa.
Y Meliodas miró a Tioreh esperando pues era la única que no había dicho nada al respecto.
—...Yo la verdad solo quiero aprender un poco de pelea—. Se rascó un poco la mejilla con una sonrisa nerviosa y penosa.
Al final el rubio de ojos verdes dio un largo suspiro rendido.
—Bien...los dejaré ir...—. Aceptó rendido con los brazos cruzados. —Pero si algo llega a pasar, ustedes se hacen responsables ante su padre.
—¡¡Si!!—. Asintieron los 7 príncipes moviendo la cabeza, unos sonriendo mucho y otros menos; Nasiens río un poco antes la reacción de sus hermanos aún que también estaba preocupada por ellos.
—Ahora desayunemos. En la noche disfruten el festival que va haber y mañana por la mañana iniciarán su viaje a las tierra druidas—. Dijo Meliodas volviendo a sonreír y sentándose en su silla.
—¿E Isolde?—. Anne al mencionar Isolde dejo a Lancelot helado. —¿Ella no va ir también al entrenamiento druida?, es la única del pelotón del príncipe Tristán que volvió a Liones después de que Percival se quedará dormida—. Percival agachó su cabeza avergonzado un poco al recordar eso, pero al ver qué Nasiens le daba una sonrisa para reconfortarlo cosa que funcionó.
—Ella se adelantó al entrenamiento—. Contestó Meliodas riendo un poco pero nervioso.
Lancelot bajo la cabeza aún más apretando fuertemente sus puños de enojo y rabia.
—¿Se adelantó?, ¿Por qué razón?—. Pregunto Anne.
—La razón no es de importancia—. Respondió Lancelot en un tono serio y casi agresivo; Meliodas y Elizabeth miraron al rubio menor algo preopados.
Okey, tanto Anne como Donny y Nasiens sentían que el de ojos rojos estaba ocultando algo, incluso Sixtus y Percival pensaban lo mismo.
—Ahora comamos—. Una vez que los sirvientes dejaron el desayuno en la mesa comenzaro Lancelot a comer
Los demás hicieron lo mismo y empezaron a desayunar, aún que Nasiens y Sixtus miraban una que otra vez a Lancelot pues la reacción que tuvo ante la razón por la que Isolde se había adelantado al entrenamiento les daba una idea que algo tuvo que pasar.
...........
Las puertas del salón del trono se abrieron. Arturo estaba sentado en el salón del trono y en sus manos estaba la esfera con la rosa blanca, estaba acariciando la esfera mirando la rosa sin prestar atención alguna de la llegada de Ginebra.
Camino con dirección a Arturo la princesa, por más cansada que ella estaba en esos momentos necesitaba ser fuerte, no podía darse el lujo de bajar la guardia mucho menos delante del Rey de Camelot.
Los caballeros de Arturo; Irosinde, Pellegarde, Worreldane y Beltreipe. El recuerdo de como los primeros caballeros dejaban su humanidad causando que olvidarán a su familia por solo una paz que el Rey había prometido, una paz que no existía. A pesar de que no le agradaban para nada Irosinde y Pellegarde, sentía tristeza por ellos y sus familias que se encontraban preocupados porque ninguno habia vuelto a casa.
Aún le sorprendida que Arturo no se haya enterado que Worreldane casi asesina a su querida BlancaFlor.
Ahora que lo veía también estaba el vampiro Ordolin.
—...Querías verme?—. Dijo Ginebra rompiendo la burbuja en la que estaba Arturo.
El mayor miro a la princesa y dió un largo suspiro, cuánto odiaba a esa niña, la única razón por la que ella seguía con vida era por su poder de Caleidoscopio y eso ella lo sabía por lo que utilizaba su poder a su beneficio para proteger a esa mujer y esos hombres.
—Si—. Respondió él. Aún tenía la esfera en sus manos. —Es respecto a tus visiones, ¿Hay algo más que viste que sea relevante?—. Miró de manera amenazante a Ginebra con sus ojos negro y sus pupilas moradas. Ella sabía a lo que se refería.
Apretó la falda de su vestido. —No—. Negó. —A noche apenas y pude dormir mínimo como 30 minutos, en esos 30 minutos si tuve una visión más no es relevante—. Solo contestó eso.
—¿De que trataba esa visión?—. Preguntó casi de inmediato cuando Ginebra Respondió.
Y maldijo en sus pensamientos la menor al mayor cuando le pregunto eso. No podía mentir ni evitar la pregunta, había hecho un trato con Arturo y no dejaría que nada malo le pasará a la princesa.
—...D-De BlancaFlor—. Respondió desviando la mirada sintiéndose una inútil por no poder hacer nada más para ayudar a Liones.
Ante la mención de su bella flor, Arturo la miro con interés y algo molesto.
—Tuviste una visión de quien algún día será Reina de Camelot, ¿Y dices que no es relevante?—. Podían todos los presentes ver el enojo en el Rey que tenía a causa de Ginebra. Arturo suspiro para calmarse. —¿De que trataba la visión?, ¿Que fue lo que viste en ella?—. Preguntaba con desesperación y seriedad el de cabellos naranja.
Mordió su labio inferior. —Era la Dama BlancaFlor...con usted...—. Le costó decirlo, apenas era audible lo que decía pero Arturo la escucho a la perfección. —Se...veían...felices...—. apretó con enojo la falda de su vestido.
La expresión de Arturo se suavizó, un sonrojo apareció en sus mejillas, una sonrisa apareció en sus labios llenos de alegría y emoción se levantó comenzó a sacudir a la chica varias veces.
—¿¡En serio!?, ¿¡Que más viste!?, ¿¡Nos besamos!?, ¿¡Estábamos casando nos!?—. Sacudió de atrás y adelante con una gran sonrisa radiante, pareciera que...el viejo Arturo había vuelto... —¡¡Dime mujer, contestame, no te quedes callada!!—. Sacudía más fuerte a Ginebra.
—Mi Rey, primero suelte al Caleidoscopio para que ella le pueda contestar—. Surgió Worreldane al ver cómo la menor ya se estaba mareando de lo fuerte que la movía Arturo.
Soltó a la de cabellos color vino la cual se dió un momento para que se le pase lo mareada y lo sorprendida de haber visto a Arturo actuar de esa forma medio infantil.
—¿¡Entonces!?—. Dijo Arturo.
—Solamente ví como Nasiens besaba su mejilla con lágrimas en los ojos y estaba sonrojada, usted la abrazaba de la cintura, es lo único que pudo ver—. Ginebra dió un largo suspiro al terminar ese decir eso.
La imagen mental que tenía Arturo en su cabeza lo llenaba de alegría, rápidamente tomo la esfera que había dejando en su torno y formó un holograma de esa nueva misión y luego lo mostró.
—¿¡Así!?—. Enseñó el holograma casi en la cara de Ginebra pero al parecer Arturo si le pegó a la princesa en la nariz.
—Auch!—. Tapo su nariz que estaba roja del golpe y luego miro la cara de Arturo; sus ojos habían vuelto a lo normalidad y sus expresión era relajada y sonriente. No le quedó más que ver el holograma. —Si—. Asintió con la cabeza tallando se la nariz.
Arturo abrazo con cariño la esfera desactivando el holograma y se dió la vuelta.
—¡Irosinde, Worreldane!—. Llamo a dos de sus caballeros quienes dieron un paso adelante. —¡Ordolin!—. El vampiro espía se acercó un poco a Arturo. —Me informaste hace unos momentos que Pericial, sus aliados y mi amada BlancaFlor irían a las tierras de los druidas. ¡Quiero que los mantengas vigilandos y me avisas cuando lleguen con los druidas!—. El pequeño vampiro asintió y salió por la ventana del palacio. —¡Irosinde, Worreldane, estén al tantos de mi llamado para que vayan a las tierras druidas, iré personalmente con ustedes!.
Esas últimas palabras ya no le agradaron a Ginebra que solo sentía un mal presentimiento de todo esto.
—¡Mientras tanto sigan con los preparativos de la llevada de su futura reina junto a Pellegarde y Beltreipe!—. Al decir eso los caballeros se fueron. —¡Ginebra!—. La menor lo miro sentado en el trono. —¡Ve con la princesa de nuevo!—. Aún desconfiada, Ginebra se fue de la sala del trono.
Arturo al ver que Ginebra se fue, volvió a ver el holograma donde están Nasiens besando su mejilla. Una hermosa sonrisa se formó en sus labios con sus mejillas en un tono carmesí.
—Descuida, Mi amor, pronto estaremos juntos, mis planes estaban marchando a la perfección—. Besó con afecto la esfera de cristal con la flor blanca.
Muy pronto tendría a su amada en sus brazos, al fin, BlancaFlor sería su mujer y nadie podía detener. Todo seguía según su plan.
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Ahí tienen el otro capítulo de 'Blancaflor'.
En una hora voy a subir este Fanfic:
Tenía planeado subirlo a mediodía, pero faltaron unos personajes para dibujar y se tuvo que atrasar su estreno.
Bueno me despido. Holy Music dice; Adiós.