𝕮𝖗𝖆𝖟𝖞 𝖎𝖓 𝖑𝖔𝖛𝖊

By lyna1moon

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Cattaleya Molina, una hábil fugitiva, escapa de la prisión mexicana junto con su ahora jefa, Isabel Aretas. E... More

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Cattaleya

Prisión de santa maria ixcotel, méxico

—Entonces ¿Qué hubo, jefa? ¿Nos volamos esta noche o qué? —digo juguetona mientras la empujo en modo de juego.

—Shh, cierra la boca, colombiana. ¿Acaso quieres que el plan se vaya al carajo? —responde seria y tajante, haciendo que enseguida dejé de tocarla.

Disimuladamente nos separamos, entrando por separado al comedor. Cada quien toma su bandeja con comida y nos sentamos lo más alejados posible. Esto es de siempre. Si estamos juntas, los policías sospecharán que planeamos algo, pues ¿por qué andaría tan juntas una narcotraficante y una loca que ya intentó escapar anteriormente? Es lógica, nena.

—¡Qué hubo, güera! —saluda Carmen, una mamasita mexicana que está aquí por cortarle el pito y las bolas a su novio por engañarla con su hermana—. Siéntate con nosotras, colombiana.

—Si mantienes a tu perrita atada, con gusto lo hago —digo refiriéndome a la morena fortachona que está a su lado, la cual no deja de mirarme como si en algún momento fuera a atacarme.

—¡Cierra la boca, puta, si no quieres que la corte! —grita, amenazándome con un cuchillo de plástico, lo cual me hace reír.

—Ya, ya, cariño, no la espantes. Anda, Catty, siéntate.

Hago lo que me pide, pero tomando distancia de su "amiguita".

—Entonces, ¿te deshiciste del degenerado de Pérez? —pregunta en voz baja, pero lo suficientemente alto para que solo lo escuche yo.

Ya sabía yo que esta conchuda me llamaba para esto.

—No sé de qué mierdas me hablas —respondo mientras me mando un bocado de la asquerosa comida que sirven.

—Sí sabes, solo que te haces la estúpida. Anda, vamos, dime qué le hiciste.

—Carmen, si solo me llamaste para saber qué mierda pasó con el policía ese, pues te digo, mami, que te equivocaste de persona.

—Anda, güera, dime. Tampoco es que voy a ir por ahí esparciendo tus cosas —insiste.

Suspiro, cansada de que siempre ande de chismosa. Está bien, si a mí me llegará el cuentico de que una de aquí ejecutó un oficial, obviamente voy a querer detalles. Aunque si la persona no quiere contar nada, lo respeto, y lo que Carmen está provocando es que le corte el maldito cuello.

Disimuladamente vuelvo a ver dónde está mi jefa. La veo no muy lejos de mí, a solo tres mesas más atrás de donde me encuentro. Se ve tan tranquila, que pareciera ser una persona buena, no la misma que hace dos días atrás cortó pedazo por pedazo a un oficial y lo puso en bolsas.

La voz de la mexicana me saca de mi trance, preguntando lo mismo de antes.

—Mira, Carmen, si quieres seguir respirando, deja de meterte en lo que no te importa —digo finalmente, con una sonrisa que no llega a mis ojos.

Carmen me mira unos segundos, luego asiente lentamente.

—Tranquila, colombiana. Solo era curiosidad —responde con una sonrisa nerviosa.

La tensión entre nosotras disminuye un poco, y volvemos a concentrarnos en nuestras comidas. Pero sé que esto no ha terminado. No en una prisión como esta.

Luego de que terminamos de cenar, nos dirigimos a la lavandería, el lugar donde Isabel y yo pondremos en marcha nuestro plan para escapar. No estoy nada nerviosa, sino más bien ansiosa por salir al mundo exterior.

—¡Rápido damas!— gritó un guardia

Aunque no le presté atención, debido al fuerte golpe que me propinó en la espalda la hija de puta de Ramírez, la misma conchuda que encubría al degenerado de Pérez cuando éste nos usaba para bajar su calentura.

—¡Muévete ramera, que aquí no está tu guardia para que te defienda!— me deja sorda con el grito, y el golpe que le dio a la mesa, para luego retirarse como si nada

Discretamente volteó a ver a mi jefa cuando escucho que la nombran.

—¡Aretas! ¡Aretas, cabrona!— la golpea el guardia cuando esta no reacciona

La oficial se ve atemorizada cuando Isabel murmura algo, procediendo a dejar caer su bastón. Al estar algo alejada no logro oír lo que dice, pero cuando veo que su mano se dirige a su cuello, se que esa es la señal. Inmediatamente saco mi navaja para acercarme por detrás a la oficial Ramirez, quien no se encontraba tan lejos de mi. Y sin perder tiempo la apuñaló, tirándola al piso para subirme encima de ella y seguirla hiriendo hasta provocarle la muerte, en el proceso las reclusas se me avalancha encima para cubrirne y poder cambiarme la ropa con la muerta.  

La lavandería se vuelve un caos, y los guardias no tardan en hacerse presente. Yo me encuentro tirada en el suelo, sucia de sangre, fingiendo ser Ramirez y la jefa lo mismo. Sin sospechar nada los policías me tomaron rápido para subirme a la ambulancia, por el rabillo del ojo alcanzo a ver que isabel es montada en otra por lo tanto me relajo y cierro los ojos, dejando que los doctores hagan lo suyo.

Al sentir que la ambulancia para y uno de ellos me abre la camisa para tratar cierta herida que no tengo, rápido tomó el cuchillo que tengo escondido y se lo incierto en el cuello abriendolo, el otro idota con pánico intenta escapar pero no lo dejo, agarro un cable que tenia cerca y lo paso por su cuello atrayéndolo hacia mí, para proceder a apuñalarlo en su pecho reiteradas veces. Cuando este deja de forzar, se que esta muerto asi que lo suelto, me quito la camisa —ya que el olor a hierro me esta jodiendo— y lentamente abro las puerta de la ambulancia para bajar de esta con cuidado de no caerme.

Al salir unas luces me encandilaron la vista, así que instantáneamente subí mi mano para taparme, por que estas me hacían daño a los ojos. Al estar tantos años encerrada mis ojos perdieron la costumbre de ser expuestos a tanta luz, así que una vez que estos se acostumbran, bajó mi mano y avanzó con cuidado.

—¡Soy libreeee, besen mi tonificado trasero idiotas!— llena de fogosidad me pongo a bailar y cantar, en medio de la noche y semidesnuda

Le gusta que le digan que es la niña, la Lola
Le gusta que la miren cuando ella baila sola
Le gusta más la casa, que no pasen las horas
Le gusta Barranquilla, le gusta Barcelona...

Jadeando, trató de concentrarme en que mi jefa me llama. Al verla bien, la emoción toma cada célula de mi cuerpo, y sin pensarlo, me lanzo encima de ella, llenándole la cara de besos. Ella trata de quitarme de encima, pero yo no cedo prácticamente me la pego igual que una pulga.

—Gracias, jefa, gracias. Te estaré en deuda por lo que reste de mi vida. Eres la mejor, te amo.

—Tranquila, colombiana, tranquila —ríe Isabel, tratando de calmarme mientras me abraza.

De repente, me suelto de sus brazos y la ínsito a bailar conmigo, damos un par de vueltas y reímos disfrutando del momento, hasta que una voz nos saca de nuestra burbuja. 

—Mamá — dice un hombre alto vestido de negro, su mirada está puesta en Isabel. Y esta queda anonadada mirándolo

—Mijo

Diablo, malparido.

🎠 Pido paciencia girls, las actualizaciones serán lentas porqué tengo clases, pero a lo mucho los findes está confirmado que tendrán nuevos caps.

Por otro lado muchas gracias, de verdad. Su apoyo me inspira a seguir escribiendo, no se olviden de votar y comentar, es gratis girls ☺️🌼

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