La Armonía
VS
La Rebeldía
ARENA DEL VALHALLA...
Luego de muchos, muchos minutos reparando la arena del Valhalla y, reforzando los muros haciéndolos más altos, luego de la gran estupidez que cometió Ares —que fué atacar al público— finalmente todo estaba listo para que la undécima ronda comience.
En lo más alto de las gradas, Brunhilde se encontraba sola, observando como todo estaba a punto de comenzar, mirando con seriedad pero también con algo de malicia tanto a Dioses como humanos, creyendo que ambas razas eran ingenuas por no saber siquiera lo pronto pasaría y lo que se estaba aproximando.
Algo muy malo se aproximaba a medida que el Ragnarok terminaba, y esa sonrisa maliciosa de Brunhilde era prueba de ello. Era algo muy, muy malo.
—Ryuko, Göll, espero que ustedes ganen esta ronda y manden a esa diosa de mierda a formar parte de la nada, espero que puedan hacerlo —pensó Brunhilde, no dejando de sonreír con una increíble malicia.
Todas las luces estaban apagadas, la oscuridad reinaba en la arena del Valhalla, un cielo nocturno completamente estrellado y una preciosa Luna adornando la bóveda celeste, era el escenario perfecto para que diera una gran pelea.
De un momento a otro la luz de un reflector iluminó solo el centro de la arena, en dónde se encontraba Heimdall, quién dicho sea de paso también ya estaba listo para dar inicio a la undécima ronda del Ragnarok.
—¡DAMAS Y CABALLEROS, DIOSES Y DIOSAS PRESENTES, SEAN TODOS USTEDES BIENVENIDOS A ESTA, LA UNDÉCIMA RONDA DEL RAGNAROK, LA BATALLA FINAL ENTRE DIOS Y EL HOMBRE, LA ANTE PENÚLTIMA RONDA QUE DECIDIRÁ EL DESTINO DE LA RAZA HUMANA! —gritó Heimdall, sonando bastante emocionado de que la ante penúltima ronda esté a punto de comenzar—. ¡SIN DUDA ALGUNA LA DÉCIMA RONDA ENTRE EL SEÑOR ARES Y EL YONDAIME DE KONOHA, MINATO, FUÉ ESPECTACULAR, FUÉ UNA GRAN PELEA POR PARTE DE AMBOS BANDOS!
—Si tan solo Heimdall supiera lo que hizo Artemisa —comentó Hermes, estando de pie y prácticamente al lado de Apollo.
Apollo no mencionó nada al respecto, solo siguió observando el comienzo de la undécima ronda.
—¡CINCO VICTORIAS Y CINCO DERROTAS, TANTO DIOSES COMO HUMANOS HAN VUELTO A EMPATAR EN ESTA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA DE LA ESPECIE HUMANA! ¡¿SERÁ QUE LOS DIOSES TOMARÁN LA DELANTERA AHORA?! —preguntó Heimdall, a lo que los dioses que estaban en las gradas gritaron con gran fervor que no solo iban a tomar la delantera, sino que iban a ganar—. ¡¿SERA ACASO QUE EN ESTA RONDA LOS HUMANOS SUCUMBIRÁN ANTE EL PODER DE LOS DIOSES?! —preguntó Heimdall, a lo que el público presente gritó a todo pulmón que no, NO iban a perder esta ronda ni las que estaban por venir luego.
—¡Vamos a ganar esta ronda, no vuelvan a hacer trampa, dioses tramposos! —gritó un humano entre toda la multitud, mirando con molestia a los dioses.
—¡¿A quiénes llamaron tramposos humanos de mierda?! —gritó un dios, ofendido de que le hayan dicho la verdad.
Ambos bandos estaban realmente enardecidos, algo que a Heimdall le gustaba mucho porque le daba más emoción a esta batalla, no importa que ya sea la ante penúltima ronda, podía sentir esa emoción como si fuera la primera.
—¡AHORA, LA ENCARGADA DE ROMPER CON EL EMPATE QUE EXISTE ENTRE AMBOS BANDOS, SE PRESENTA ESTA NOCHE PARA LLEVARSE LA VICTORIA Y ACERCAR A LOS HUMANOS A UNA INEVITABLE EXTINCIÓN! —dijo Heimdall, señalando la puerta del lado de los dioses—. ¡ELLA, ES UNA DE LAS FIGURAS GRIEGAS MÁS VENERADAS Y DE LAS MÁS ANTIGUAS DEL PANTEÓN GRIEGO!
La puerta del lado de los dioses se abrió de un momento a otro, Pero cuando lo hizo, el pasillo se encontraba completamente vacío. Heimdall en ese momento levantó tanto su mirada como su dedo índice hacia arriba, apuntando a la preciosísima luna llena que se alzaba en lo más alto del cielo nocturno.
—¡ELLA..., ES EL RESULTADO DE UN ENCUENTRO AMOROSO ENTRE EL PADRE DEL OLIMPO, EL FALLECIDO SEÑOR ZEUS, Y DE LA TITÁNIDE LETO! —exclamó Heimdall a todo pulmón.
—¿Esperen un momento, acaso la que va a pelear en esta ocasión es..? —preguntó un dios entre tantas figuras divinas.
—¡Increíble, ella va a pelear! ¡Es asombroso! —dijo una jovencita con una aureola en su cabeza y pequeñas alas en su espalda.
—¡Llegó el turno de ella! ¡Estoy segura que no va perder! —dijo con una gran sonrisa otra jovencita mirando lo que estaba ocurriendo.
—¡ES LA DIOSA DE LA LUNA Y LA CACERÍA EN LA MITOLOGÍA GRIEGA! ¡ES LA DIOSA DE LA VIRGINIDAD Y LA ARMONÍA! —exclamó Heimdall, viendo hacia el círculo blanco.
De un momento a otro, la luna comenzó a brillar con muchísima intensidad, un color blanco cegador, iluminando únicamente la arena del Valhalla. De aquella luz comenzó a descender Artemisa, es decir, Artemisa descendió —por decirlo de algún modo— de la mismísima luna, en tanto que todo a su alrededor brillaba, parecía ser una deidad piadosa y amorosa que traía consigo armonía y paz a todos los seres humanos, y esa fué la sensación que transmitió en ese momento. Sus brazos extendidos, un rostro apacible, una mirada amorosa, sus cabellos moviéndose sutilmente a la par que descendía hacia la arena.
Brunhilde miró con mucho desprecio a Artemisa, la odiaba y ya quería verla muerta, al igual que muchos aquí presentes.
—¿Así que la diosa de la armonía, eh? Vaya perra tramposa resultó ser —pensó la mayor de las Valkirias, sintiendo muchísimo repudio a la diosa griega y todo gracias a lo que hizo.
—¡ES HERMANA GEMELA DEL SEÑOR APOLLO E HIJA DEL SEÑOR ZEUS, SOLO CON DECIR ESO, YA PUEDEN DARSE UNA IDEA DEL GRAN PODER QUE TIENE ESTA ENTIDAD DIVINA! ¡DESPUÉS DEL SEÑOR ZEUS, NADIE ES MÁS RÁPIDA QUE ELLA, NADIE TIENE LA TÉCNICA MÁS RÁPIDA QUE ELLA!
Artemisa descendió trayendo consigo una sensación de armonía y paz. Colocó ambos pies en el suelo dejándose ver por todo el público presente.
—¡TODOS DENLE LA BIENVENIDA A LA INCREÍBLE DIOSA DE LA CACERÍA LA SEÑORITA ARTEMISAAAAAAA!
(Artemisa, diosa griega)
Oh sí, Artemisa era alguien querida por muchos dioses, tanto que recibieron con júbilo y alegría la llegada de ella hacia la arena, y también su participación en el Ragnarok y en la undécima ronda. Muchos gritaban su nombre, festejaban su llegada, Artemisa en serio era querida por muchos dioses presentes, mismos que no tenían idea del acto tan vil, deshonroso y cobarde que ella cometió hacia poco.
—¡Señorita Artemisa usted es increíble! —dijo a todo pulmón una chica bastante joven, del lado de los dioses.
—¡Algún día queremos ser como usted, señorita Artemisa! —dijo otra jóven entidad divina, vestida casi de igual forma que la diosa de la armonía y de la luna.
—¡Usted puede derrotar a su oponente, confiamos en usted señorita Artemisa!
Artemisa se volteó a ver a todo el público presente y les sonrió con ternura, algo que puso felices a muchos; no obstante, los únicos que no estaban felices —por decirlo así— eran Hermes y Apollo, quienes sabían lo que ella había hecho.
Artemisa levantó su mirada hacia la zona VIP y observó a su hermano gemelo. Tanto Apollo como Artemisa se vieron a los ojos, y en ese momento la diosa de la luna se prometió a sí misma que no perdería esa pelea, que vencería su rival para que su querido hermano no la vea como una vergüenza.
Heimdall en ese momento señaló la puerta del lado de los humanos...
—¡Y AHORA, LA POBRE E INGENUA HUMANA QUE TENDRÁ EL GRAN HONOR DE PELEAR CONTRA LA SEÑORITA ARTEMISA HARÁ SU ENTRADA AHORA MISMO! —dijo Heimdall, viendo la puerta del lado de la humanidad.
La puerta del lado de los humanos se abrió en ese momento, y desde el fondo del pasillo se pudo ver a la chica que pelearía contra la diosa de la luna. Una sonrisa que desbordaba confianza, dando pequeños saltos y moviendo sus hombros, como si de una luchadora profesional se tratase.
—¡No somos humanos ni tampoco somos ropa! ¡Pero somos humanos y somos ropa! ¡Somos ilógicos! ¡Eso es lo que somos! —dijo Heimdall, citando algo que aquella jovencita dijo hace mucho, muchísimo tiempo atrás. Artemisa quedó confundida y con una ceja levantada al escuchar a Heimdall decir eso—. ¡HACE MUCHO TIEMPO ATRÁS, EL MUNDO ENTERO SE VIÓ ENVUELTO EN UN "PECULIAR" PELIGRO, Y ESTE PECULIAR PELIGRO TENÍA UN NOMBRE, UN NOMBRE FEMENINO!
Ryuko salió de ese pasillo y observó toda la arena del Valhalla, quedando maravillada con lo que veía, esa arena, ese lugar, todo ese ruido, esa emoción fueron las que sintieron tanto Tanjiro como Akame en sus respectivas peleas. Sus espadas las llevaba consigo, pero cargadas en su espalda.
—¡Ragyo Kiryuin era el nombre de la mujer que intentó exterminar a toda la raza humana en ese tiempo usando las extintas fibras vivas de combate! ¡Sin embargo, su plan malévolo fué detenido por sus hijas, y esta noche, una de ellas se presenta para levantar su puño contra las deidades que también desean exterminar a la raza humana!
Brunhilde sonrió de oreja a oreja, comenzó a sentir emoción, ¡Ah, maldita sea! Ryuko era la chica perfecta para asesinar y mandar a la nada a Artemisa. Brunhilde se abrazó a sí misma, y comenzó a reír como una desquiciada...
—¡Jajajaja! ¡Si, ya salvó el mundo una vez, claro que puede hacerlo de nuevo, dioses de mierda jajajaja! ¡Ella es perfecta!
Ryuko respiró profundamente y comenzó a caminar hacia su lugar en la arena del Valhalla, sonriendo muy confiada, tirando golpes por aquí y por allá, no dejando de sentir en ningún momento, una gran emoción en todo su cuerpo.
Artemisa entrecerró sus ojos al ver que, literalmente, pelearía contra una jovencita que, en palabras de Heimdall, ya había salvado al mundo en el pasado y a toda la humanidad también.
—¡FUERTE, VALIENTE, ENÉRGICA Y DECIDIDA! ¡TODOS USTEDES DENLE LA BIENVENIDA A LA HEROÍNA MÁS JÓVEN DE TODAS, RYUKO MATOIIIII!
(Ryuko Matoi, jóven heroína)
Fué recibida con aplausos, claro que sí, las personas que la conocieron y las que oyeron lo que hizo la recibieron con aplausos y gritos de aliento. Ryuko se volteó y observó a todo ese público darle gritos de aliento y deseándole mucha suerte en su pelea.
Artemisa la observó con desprecio, ni siquiera habían comenzado como tal a pelear y ya sentía un enorme desprecio hacia ella.
—Hermano mío, te juro que mataré a esta mocosa lo más pronto posible, y con eso, te demostraré que no soy una vergüenza ante tus ojos —pensó Artemisa, creyendo fielmente que podía ganarle a Ryuko en esa pelea.
En la zona VIP, Apollo observaba a su hermana gemela y también, observaba a la rival de su hermana. Hermes observó a Apollo estar sereno y en silencio, quizás, esperando que su hermana por lo menos, gane esa pelea, y no termine por hundirse en la vergüenza.
Ryuko observó a Artemisa, ahora sí, borrando completamente su sonrisa y mirándole con seriedad, puesto que, ante sus ojos, se encontraba la mujer responsable de que Minato haya perdido en su pelea.
—¡LA ÚNICA REGLA QUE EXISTE EN ESTE COMBATE TODOS YA LA SABEN ¿VERDAD? ASÍ QUE, LUCHADORAS, QUE COMIENCE LA UNDÉCIMA RONDA... ¡PELEEN HASTA LA MUERTE! —dijo Heimdall a todo pulmón, y dando inicio así, a la pelea entre Ryuko y Artemisa.
Ryuko llevó su mano hacia el guante rojo que utilizaba para dar inicio su transformación humano-prenda, porque Ryuko, a pesar de todo lo sucedido, también tenía un límite para eliminar a Artemisa, antes de que se desvanezca por la perdida de sangre.
¡Básicamente, quién aproveche mejor sus capacidades, será la ganadora!
—¡Muy bien, aquí vamos! ¡Senketsu, Göll, confío en ustedes! —dijo Ryuko, estando plenamente lista para pelear contra Artemisa.
Brunhilde miró hacia la zona VIP, y observó como Apollo miraba a su "querida" hermana Artemisa. No pudo evitar sentirse extasiada de ver al dios más fuerte estar tan atento a un combate.
—No te preocupes, Apollo, cuando tú hermana muera, dentro de poco, tú también le harás compañía..., ¡Maldito bastardo!