Un Corazón con Motor

By Olan21gonza

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"La velocidad es mi marcapaso" Ericka de los Ángeles Sainz Vázquez de Castro; hija del legendario piloto de r... More

Prólogo
I.- Santa Pod
II.- Victorias
III.- Algo Nuevo
IV.- Celebraciones
V.- Revoluciones por Minuto
VI.-Medio tiempo
VII.- Revoluciones por Segundo
VIII.- Decisiones
IX.- Vínculos
X.- Revelaciones
XI.- La Verdad
XII.-Estás Perdida
XIX.- Hay Tiempo
XIV.- Segunda de la Temporada
XV.- Buenos Consejos
XXIII.- Enfrentando la Pista
XIV.- Son unos necios
XV.- ¿Parientes?
XVI.- Tres años
XVII.- ¿Puedo decirte...?
XVIII.- Tanta Bondad
XIX.- Falta un Idioma
XX.- Tú mi Locura
XXI.- Un Último Regalo
XXII.- Nuevos Recuerdos y Experiencias
XXIII.-Un Ángel para mi
XXIV.- Espérame... Me Alcanzaras
XXV.- Después de Tanto
XXVI.- Un espacio
XXVII.- Gran Premio de Casa
XXVIII.- ¡Felicidades Blanca!
XXIX.- Italian Festival 2023
XXX.- Demasiadas Experiencias
XXXI.- Un Testigo
XXXIII.- Se trata de ti
XXXIV.- Quedar Rendida
XXXV.- No apresuramos
XXXVI.- Dame la oportunidad
XXXVII.- Aquí Contigo
XXXVIII.- Seguiremos Juntos
XXXIX.- Lleno de Estrellas

XL.- Jornada Mundial de la Juventud

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By Olan21gonza

"Hagan lío y organícenlo bien. Un lío que nos dé un corazón libre, un lío que nos dé solidaridad, un lío que nos dé esperanza, un lío que nazca de haber conocido a Jesús y de saber que Dios a quien conocí es mi fortaleza. Ese es, debe ser, el lío que hagan. "

Papa Francisco

El avión aterrizó en Lisboa y, con Erick dormido en mis brazos, me dispuse a bajar. Haciendo malabares para que no se me cayera el bolso ni la mochila de mi hijo, avancé por el pasillo, sintiendo una mezcla de cansancio y emoción. Las luces del aeropuerto eran brillantes y me recordaban que estaba en un lugar nuevo, con una nueva aventura por delante.

Mientras esperábamos pasar los controles, sentí mi celular vibrar en el bolsillo. Con dificultad, lo saqué y vi que tenía un mensaje de Amira. "Ya estoy esperándote en el área de arribos internacionales", decía. Le respondí rápidamente: "Aún estoy en control, nos vemos en unos minutos".

—Mami, ¿ya llegamos? —preguntó Erick, despertándose lentamente y frotándose los ojos con sus pequeños puños.

—Sí, mi amor. Ya estamos en Lisboa. ¿Estás listo para ver a Amira? —le dije, acariciándole el cabello con ternura.

Finalmente, llegamos al control de pasaportes. La agente de seguridad me sonrió amablemente al ver a Erick dormido en mis brazos.

Buenos días. ¿Viaja sola con su hijo? —preguntó la agente, mirando nuestros documentos.

Sí, así es —respondí en portugués, sonriendo a pesar del cansancio.

Todo en orden. Bienvenidos a Portugal —dijo, devolviéndome los pasaportes con una sonrisa.

Agradecida, pasé el control y me dirigí hacia el área de recogida de equipaje. Con una mezcla de alivio y expectativa, recogí nuestras maletas y me dirigí hacia la salida. La multitud en el área de arribos internacionales era abrumadora, pero mis ojos buscaban ansiosamente a Amira.

Finalmente, la vi. Estaba de pie junto a una columna, con una gran sonrisa en el rostro.

—¡Ericka! —gritó Amira, abriéndose paso entre la multitud para llegar hasta nosotros.

—¡Amira! —exclamé, sintiendo una oleada de felicidad al verla.

Nos abrazamos con fuerza, teniendo cuidado de no despertar a Erick.

—Te extrañé tanto —dijo Amira, con lágrimas de felicidad en los ojos.

—Yo también te extrañé —respondí, sintiendo una calidez en el pecho.

Amira me ayudó con las maletas y juntas nos dirigimos hacia la salida. El sol de Lisboa nos recibió con su calidez, y el aire fresco me hizo sentir renovada.

—Vamos a la casa para que puedas descansar un poco antes de la gran reunión de esta noche —dijo Amira, guiándome hacia su coche.

—Suena perfecto. Necesito una ducha y una siesta —dije, sonriendo mientras colocaba a Erick con cuidado en el asiento trasero del coche.

El trayecto hacia la casa que alquilamos fue relajante, con Amira y yo poniéndonos al día sobre nuestras vidas. Hablamos de todo: desde nuestros trabajos hasta nuestras familias, pasando por anécdotas divertidas de los viejos tiempos.

—¿Y cómo está Charles? —preguntó Amira, mirándome de reojo mientras conducía.

—Está bien. Tiene que resolver algunas cosas en Mónaco, pero se unirá a nosotros la próxima semana, en España —respondí, sintiendo un calor en mi corazón al hablar de él.

—Ahora que su relación es pública, ya no van a esconderse más —me dice con picardía mi amiga.

—¡Eh!, yo nunca me escondí —le digo.

Amira se inclinó sobre el volante y me miró con esa expresión traviesa que conocía tan bien.

—¿Nunca te escondiste, eh? —dijo, levantando una ceja—. Entonces, ¿qué fue esa vez en el Gran Premio de Abu Dhabi cuando te encontré a ti y a Charles en una esquina oscura detrás de los motorhome?

—¡Eso fue diferente! —protesté, riendo—. Solo estábamos tratando de evitar a Binotto.

—Claro, claro —dijo Amira, sonriendo ampliamente—. Siempre tienes una excusa.

—Eres imposible —le dije, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.

Al llegar a la casa, vi a nuestras amigas esperándonos en la entrada. La emoción de verlas nuevamente me llenó de alegría. Victoria, la hija adolescente de Amira, salió corriendo hacia nosotros.

—¡Ericka! —exclamó, abrazándome con cuidado para no despertar a Erick.

—¡Hola, Victoria! —dije, devolviéndole el abrazo.

—Estoy tan feliz de verte —dijo ella, sonriendo ampliamente.

De repente, escuché a Jael, una de nuestras amigas, diciendo con voz débil:

—Chicas, me voy.

Jael sufre de síncopes vasovagales, por lo que siempre nos avisa cuando siente que se va a desmayar. Su hermana menor, Krystel, estaba justo detrás de ella y la sostuvo rápidamente.

—No puedo aguantar mucho, estoy embarazada y ya no tengo tanta fuerza —dijo Krystel con preocupación.

Andrea y Fany se acercaron a las hermanas. Con cuidado, ayudaron a Jael a acostarse en el suelo, y Andrea le levantó las piernas para mejorar la circulación.

—Al menos no fue Andrea —escuchamos a Sthephanie decir y vimos como Andy la miro reprobando su comentario —¿Qué?, una de las dos iba a caer.

—¡Ándate a bañar! —le dice su hermana. —, pésimo tu comentario.

Miré la escena con preocupación, pero también con una extraña sensación de familiaridad. Era típico de nuestro grupo lidiar con estos imprevistos de forma organizada y solidaria.

Poco a poco, Jael abrió los ojos nuevamente. Andy le sonrió.

—Bienvenida de vuelta —dijo, aliviada.

Krystel que había entrado a la casa regreso con unas semillas de girasol y se las ofreció a su hermana.

—Aquí tienes, para que la sal te ayude a regular la presión —le dijo, sosteniendo la bolsa de semillas.

Jael las aceptó y comenzó a comerlas despacio.

—Gracias, Krys. —dijo Jael, con una sonrisa débil.

Amira se acercó y nos miró a todas.

—Bueno, ya que la crisis ha pasado, ¿por qué no entramos todas y nos acomodamos? Ericka, puedes poner a Erick en la habitación para que duerma un poco más.

—Sí, gracias, Amira. Eso haré —respondí, aliviada de poder finalmente descansar un poco.

—Yo te ayudo con las maletas —dijo Fany, tomando una de las más grandes.

Entramos en la casa, y sentí una oleada de calor y bienvenida. Era un lugar acogedor, perfecto para nuestro reencuentro. Colocamos a Erick en una cama cómoda, y él siguió durmiendo plácidamente.

—¿Quieres un té o algo para relajarte? —me ofreció Amira.

—Un té estaría perfecto —respondí, dejándome caer en un sillón.

Mientras Amira preparaba el té, nosotras nos sentamos en la sala, charlando y poniéndonos al día. Jael se veía mucho mejor, y Krystel, aunque cansada, seguía mostrándose fuerte.

—Entonces, ¿cuál es el itinerario para esta noche? —preguntó Stephanie, mientras nos acomodábamos en la sala.

—Entonces, ¿cuál es el itinerario? —preguntó Stephanie, mirando expectante al grupo.

Jael se acomodó en el sofá y comenzó a explicar con voz suave pero firme: —La misa está programada para las siete de la noche, pero Amira nos ha asegurado que, como invitadas especiales de Stephanie, Andrea y ella, tenemos beneficios que nos permitirán entrar al evento de manera más fluida. Sin embargo, es recomendable que estemos en el Parque Eduardo VII al menos una hora antes.

Stephanie asintió con atención mientras

—Tenemos menos de una hora para estar listas y salir hacia allá. ¿Cómo vamos con el tiempo? — añadí.

—El suficiente para hacer lo que necesitamos —responde Andrea viendo su reloj.

Entré en la habitación donde Erick dormía plácidamente, me acerqué con cuidado a la cama donde descansaba mi pequeño tesoro. Su respiración era suave y tranquila, y por un momento me quedé observándolo, maravillada por lo mucho que había crecido.

Saqué mi celular del bolsillo y busqué en mis contactos el número de Charles. Después de unos segundos, escuché su voz al otro lado de la línea.

Hola, Campeón. Ya llegamos a Lisboa —dije con una sonrisa, sintiendo la emoción de compartir este momento con él.

¡Ika! ¡Qué bueno escucharte! ¿Cómo están ambos? —respondió Charles con un tono cálido y emocionado.

Estamos bien. Iko está dormido, pero seguro que se pondrá feliz de hablar contigo cuando despierte —comenté, deseando que Charles estuviera aquí con nosotros en este momento especial.

Justo cuando estaba terminando de hablar, Erick comenzó a moverse y abrir lentamente los ojos. Me volví hacia él, sosteniendo el teléfono para que pudiera ver a su padre.

Hola, papá —saludó Erick con voz somnolienta pero emocionada.

¡Hola, campeón! ¿Cómo estás? ¿Estás emocionado por estar en Lisboa? —preguntó Charles con ternura, y pude ver la felicidad en su rostro mientras hablaba con su hijo.

Sí, papá. Estoy feliz de verte pronto —respondió Erick, sonriendo mientras se acomodaba en la cama.

Charles y Erick hablaron un poco más, compartiendo historias y risas a través del teléfono. Yo los observaba con amor, sintiendo la conexión especial entre padre e hijo que siempre había deseado para ellos.

Después de unos minutos, Charles y Erick se despidieron con promesas de verse pronto. Colgué el teléfono y me acerqué a Erick para darle un abrazo cariñoso.

—Bien, principito. Vamos a prepararnos rápido. Tenemos que estar listos para la misa y para nuestro gran día en Lisboa —le dije, ayudándolo a levantarse de la cama.

Juntos nos preparamos rápidamente, conmigo asegurándome de que Erick estuviera cómodo y listo para el día que teníamos por delante. Cuando estuvimos listos, salimos de la habitación y nos reunimos con las demás. Menos con Jael quien hablaba por teléfono en el jardín.

—¿Están listos para un día increíble en Lisboa? —preguntó Amira con entusiasmo mientras nos dirigíamos hacia la puerta.

—Si —dijo Erick emocionado.

Me quede mirando así donde estaba Jael quien sonreía mientras hablaba, tenía un brillo uno que no había visto en ella desde que la conozco.

—Está hablando con Jesús —me dice Krystel.

—¿El seminarista? —pregunte con sorpresa y la adolescente embarazada me asiente riendo. —. El mejor amigo de tu hermano, ¿qué a ella le cae mal?

Krystel asintió con una sonrisa leve y continuó, mientras caminábamos hacia el auto.

—Sí, Jesús es la razón por la que Jael dejó el noviciado. Ella había estado considerando tomar los votos, pero después de conocerlo, todo cambió. Aunque nunca lo admitirá abiertamente, todos sabemos que él es el motivo por el que decidió seguir otro camino —explicó Krystel con serenidad.

Me quedé sorprendida al escuchar esto. Siempre había sabido que Jael tenía una inclinación hacia lo espiritual y que había considerado tomar los votos religiosos. Sin embargo, nunca habíamos hablado de los detalles ni de las razones detrás de su decisión de abandonar el noviciado.

—No tenía idea de esto. Siempre pensé que su decisión de dejar el noviciado estaba relacionada con un discernimiento vocacional más profundo —comenté, reflexionando sobre lo que Krystel acababa de revelar.

Krystel asintió comprensiva mientras llegábamos al auto y nos acomodábamos. La conversación sobre Jael y Jesús había añadido una capa más de complejidad a lo que creía saber sobre mi amiga. Aunque siempre había sido clara en sus opiniones sobre los hombres y el amor, especialmente después de algunas experiencias personales, descubrir que Jesús había sido el catalizador de su cambio de dirección espiritual era revelador.

—A veces las cosas más inesperadas cambian nuestro rumbo por completo —añadió Amira, mirando por el retrovisor —. Si no mírame, estoy casada y eso que dije que no lo iba a hacer después de lo que pasó hace siete años.

—Y Benjamín se ganó la lotería contigo —menciona Victoria —, aunque las envidiosas digan lo contrario.

El comentario de Victoria nos hizo reír, el resto de las chicas subieron a la camioneta y Amira arranco rumbo al parque Eduardo VII.

Amira condujo con habilidad por las calles de Lisboa, llevándonos hacia el Parque Eduardo VII donde tendría lugar la misa y el evento posterior. Mientras tanto, las conversaciones entre nosotras se volvieron más relajadas, centradas en los preparativos para la noche y las expectativas para el día.

Al llegar al parque, nos encontramos con una multitud que ya se estaba congregando para el evento. El sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo con tonos cálidos de naranja y rosa, creando un ambiente sereno y mágico.

—Vamos a buscar nuestros asientos y acomodarnos antes de que comience la misa —sugirió Stephanie, liderando el camino con determinación.

Siguiéndola, nos adentramos entre la gente hacia el área designada para los invitados especiales. Los organizadores del evento nos recibieron con calidez y nos guiaron hacia nuestros asientos, ubicados estratégicamente para tener una vista privilegiada del altar y del escenario preparado.

—Todo está muy bien organizado. Parece que va a ser una noche memorable —comenté, admirando la decoración y el ambiente festivo que se sentía en el aire.

Nos sentamos y comenzamos a charlar mientras esperábamos el inicio de la misa. La atmósfera era solemne y reverente, pero también había un sentido de celebración y unidad entre los presentes. Las luces suaves iluminaban el lugar, creando un ambiente íntimo y acogedor.

Erick, emocionado por estar rodeado de tanta gente y por la atmósfera especial, observaba todo con ojos curiosos. Le expliqué con ternura algunos aspectos de la misa y la importancia del evento para Stephanie y Andrea, quienes asentían con gratitud por estar presentes.

—¿Cuánto falta para que empiece? —preguntó Erick, mirándome con expectativa.

—No mucho, principito. Pronto comenzará —respondí, acariciándole el cabello con dulzura.

El ambiente se llenó de anticipación mientras la gente se acomodaba en sus asientos y los murmullos de conversaciones se apaciguaban. Observé a mi alrededor, reconociendo algunas caras conocidas entre los invitados y sintiendo una conexión especial con el lugar y el momento.

Finalmente, las luces se atenuaron y la música suave comenzó a llenar el espacio. La ceremonia empezó con una solemnidad que envolvió a todos los presentes. Las palabras de la liturgia resonaban con significado y profundidad, recordándonos la importancia de la fe y la comunidad en nuestras vidas.

En los cuatro años que vengo a las Jornadas Mundiales de la Juventud lo que más me gusta es ver mucha gente unidas por algo que creen y que los hace feliz y otra cosa que me gusta es que tienes varios conciertos en distintos lugares del país anfitrión.

Siendo esta la quinta Jornada a la que asisto y la cuarta desde que estamos todas, ya se lleva un poco de experiencia, pero ahora que la mayoría de nosotras tenemos responsabilidades maternas es una experiencia nueva para todas.

Buscábamos un lugar para comer y después dirigirnos a Praça do Comércio, el corazón vibrante de Lisboa donde tendrían lugar las presentaciones en español del segundo día de la Jornada Mundial de la Juventud. La emoción palpable en el aire era contagiosa, especialmente para Krystel, quien no podía esperar para escuchar a Hakuna Group Music, programados para después del mediodía.

—¡Chicas, vamos, vamos! No quiero perderme ni un segundo de la presentación de Hakuna —exclamó Krystel, saltando de un lado a otro en su entusiasmo.

—Se te va a salir el muchacho —le dice Jairo a su hermana

Jairo y Jesús se habían unido a nosotras al terminar la misa el día de ayer, ya que el se encontraba con un grupo de amigos la noche anterior que también eran peregrinos; así es como se les llama a las personas que participan en la Jornada.

—Además ellos se presentan hasta las tres —le recuerda Victoria a su ahora amiga —No se tu pero yo necesito alimentarme.

— Vale, solo porque yo como por dos —le responde la castaña a la rubia. —¿Qué vamos a comer?

—¡Pasta! —grito Erick desde los brazos de Jesús, quien iba junto a Jael.

Haciéndonos reír a todos.

¿Dónde podemos comer tranquilamente, sin tanta aglomeración, antes de dirigirnos a las presentaciones? —pregunto Jael.

Todos los ojos del grupo se posaban en mí.

—¿Por qué me miran como buitres? —pregunte confundida.

—Ericka, sabes moverte por aquí mejor que nosotros. ¿Algún lugar recomendado donde podamos estar tranquilos y comer bien? —dijo Andrea, con una sonrisa esperanzada.

Suspiré, asintiendo con una mezcla de diversión y determinación. Conocía algunos rincones de Lisboa que solían ser menos concurridos, ideales para disfrutar de una comida sin las aglomeraciones típicas de los lugares turísticos. Había venido varias veces a Lisboa ya sea con mi hermano o cuando salía con Marc Márquez.

—Bien, sé exactamente a dónde ir. Sigan mi camino —dije, liderando el grupo hacia una calle lateral menos transitada.

Caminamos por las encantadoras calles empedradas de Lisboa, sintiendo el ambiente vibrante y acogedor de la ciudad. Pronto encontramos un pequeño restaurante con mesas al aire libre, alejado del bullicio principal pero lo suficientemente cerca para no perder de vista el ambiente festivo.

—¡Aquí parece perfecto! —exclamé, señalando las mesas vacías bajo una enredadera de buganvillas.

Nos sentamos con alivio, agradeciendo la tranquilidad del lugar. Un camarero amable nos entregó los menús y nos aseguró que estaríamos bien atendidos.

—¿Qué recomiendan? —preguntó Jairo, revisando el menú con interés.

—Definitivamente, el bacalao à Brás. Es un plato tradicional portugués que no te puedes perder —respondí, recordando mi amor por la comida local.

—No voy a ir oliendo a pescado por ahí, las chicas se van a alejar —responde Jairo.

—Tu preguntaste yo respondí —le contesté al mellizo de mi amiga —, otra opción es Alheiras, es choriza ahumada que es lo que voy a pedir.

—Eso quiero —dijo Jairo.

El camarero tomó nuestras órdenes con eficiencia, y pronto estábamos disfrutando de una comida deliciosa acompañada de conversaciones animadas. Hablamos sobre nuestros planes para los próximos días en Lisboa y las experiencias únicas que la Jornada Mundial de la Juventud nos estaba brindando. Recordamos los momentos emotivos, los conciertos que nos habían emocionado y las amistades que habíamos hecho a lo largo de los años, desde que Amira y yo nos conocimos en la JMJ de Madrid en el 2011.

—Te pareces tanto a mi amigo —escuche alguien atrás mió —Esos ojos solo pueden ser herencia de los Manni.

Reconocí la voz al instante y me volví para encontrarme con Hayat, una amiga de la infancia de Charles, que hace varios años nos conocíamos. Ella era una chica encantadora, con cabello castaño y ojos verdes brillantes que reflejaban su energía contagiosa.

—¡Hayat! ¡Qué sorpresa verte aquí! —exclamé emocionada, levantándome para darle un abrazo.

—¿Cómo estás? —preguntó Hayat, devolviéndome el abrazo con entusiasmo —. ¿Y quién es este pequeño caballero?

—Erick —introduce mi hijo con una sonrisa —. ¿Conoces a mi papá?

La castaña asiente.

—Hola, turca —la saluda Jairo con una sonrisa de picaflor —¿Qué haces aquí?

—Quería alejarme de ti, pero hasta en la sopa te encuentro —le contesta, yo los miro confundida, al ver la cercanía que tenían —Soy la pediatra de Judith; la hermana menor de ellos y posiblemente la futura de ese bebe. Y somos de la misma parroquia.

Se acerca hasta Krystel, para saludar primero a la adolescente, después a los mellizos y a Jesús. Y por último a Amira que la conoce gracias a mi y a Mauricio.

—Hayat Koc Sulayem —la presenta Amira, a las dos hermanas princesas que desconocían a la castaña —; la nieta del presidente de la FIA.

—Pensé que tu familia es musulmana —dijo Andrea, confundida.

—Soy la oveja negra de mis tres familias —dice la turca.

Hayat se unió a nuestra mesa con una sonrisa amistosa, y pronto nos encontramos inmersos en una conversación animada.

—Erick, ¿te gusta estar aquí en Lisboa? —preguntó Hayat con curiosidad, dirigiendo su atención hacia mi hijo.

—Sí, Lisboa es bonita. Me gustan las luces y la comida —respondió Erick con entusiasmo, mirando a Hayat con sus grandes ojos llenos de curiosidad.

Después de terminar la comida y disfrutar de un café portugués, le pedimos a Hayat que nos acompañe y ella acepto. Nos sentimos renovados y listos para enfrentar el resto del día en Lisboa, llenos de energía y emoción por las experiencias que aún nos esperaban.

Caminamos por las calles de Lisboa, absorbiendo la belleza y la atmósfera vibrante de la ciudad. Al llegar a Praça do Comércio, nos unimos a la multitud de peregrinos y visitantes que llenaban la plaza, ansiosos por las presentaciones en español programadas para esa tarde.

—¡Mira, Erick! Está a punto de empezar —exclamó Krystel emocionada, señalando hacia el escenario donde se preparaban para su actuación.

Erick observaba con fascinación mientras el grupo comenzaba a tocar las primeras notas de "Tu Misericordia", llenando el aire con su música enérgica y mensajes positivos. La gente alrededor cantaba y bailaba, creando una atmósfera festiva y llena de alegría.

Nos quedamos disfrutando de las presentaciones durante varias horas, compartiendo momentos especiales y haciendo nuevos amigos entre los otros peregrinos. Era inspirador ver cómo la música y la fe podían unir a tantas personas de diferentes culturas y países.

El tercer día de la Jornada Mundial de la Juventud amaneció con un sol radiante sobre Lisboa, inundando el Parque Eduardo VII con una luz dorada y cálida. Era el día de la Bienvenida, la primera reunión oficial con el Papa Francisco en la Jornada, y todos estábamos llenos de expectación y emoción.

El ambiente en el parque era eléctrico. Grupos de peregrinos de todo el mundo se congregaban en la amplia explanada, ondeando banderas de diferentes países y entonando cánticos de alegría. Erick estaba emocionado, su pequeña mano apretada en la mía mientras buscábamos un buen lugar para presenciar el evento.

—Mami, ¿el Papa va a estar muy lejos? —preguntó Erick, mirando a su alrededor con curiosidad.

—No, cariño. Estaremos en el escenario. Podrás verlo muy de cerca —respondí, tratando de transmitirle calma y entusiasmo.

Junto a nosotros, Jairo y Jesús observaban con interés, captando la atmósfera única de la Jornada.

—Esto es impresionante. Nunca imaginé que sería parte de algo así —comentó Jesús —No pensé conocer al Papa tan de cerca.

—Es increíble, ¿verdad? —asintió Jairo, con una sonrisa—. Por eso agradezco que Jael se haya perdido en Brasil y haber conocido a las princesas y la Duquesa.

Me reí y le di una palmada en el hombro.

—Ni más te voy dar pase para el Paddock o algún autógrafo de los muchachos —dije, con una sonrisa pícara. Krystel, que iba a su lado, se rio.

—Y a Ericka por conocer celebridades —agregó Jairo al final, sin perder la compostura.

Caminábamos hacia el escenario donde los escoltas nos estaban guiando, porque teníamos paso autorizado para estar cerca del Papa, gracias a las dos princesas danesas. La música resonaba en el aire, creando una atmósfera de celebración y comunidad. Pronto, el Papa Francisco apareció en el escenario, saludando a la multitud con una sonrisa cálida y genuina.

—¡Miren, allí está el Papa! —exclamó Erick, señalando emocionado.

Erick me apretó la mano y miró hacia donde estaba el sumopontifice con asombro. Era un momento especial, y podía sentir la emoción de todos a mi alrededor. Las palabras del Papa resonaban en el aire, llenando de esperanza y fe a la multitud reunida.

—¿Te gusta estar aquí, Erick? —le pregunté suavemente.

—Sí, mami. Es muy bonito. ¿Podré saludar al Papa?

—No lo sé, cariño. Tal vez al final —le dije, abrazándolo.

El discurso del Papa llegó a su fin, y la multitud estalló en aplausos y cantos de alegría. Nos quedamos un rato más, disfrutando de la atmósfera festiva y compartiendo nuestra experiencia con otros peregrinos.

—¡Esta es la Juventud del Papa! —se escucho el grito a coro de todos los peregrinos y Erick nos siguió emocionado.

A medida que la tarde avanzaba, el Papa Francisco se preparaba para despedirse. La emoción en el ambiente era palpable. Erick seguía mirando esperanzado de tener un momento más cercano con el Papa.

—Erick, ven —le dije, tomando su mano y guiándolo hacia adelante.

Cuando el Papa comenzó a descender por la rampa, saludando a los presentes, Erick no pudo contener su emoción y soltó mi mano para acercarse aún más. El Papa Francisco se detuvo, mirando a Erick con una sonrisa cálida. Se inclinó hacia él y extendió su mano para bendecirlo.

—Dios te bendiga, pequeño —dijo el Papa, con una voz llena de ternura.

Erick estaba maravillado. Sus ojos brillaban de emoción y felicidad. El Papa colocó su mano sobre la cabeza de Erick, dándole una bendición especial.

—Gracias —dijo Erick, su voz apenas un susurro de pura admiración.

Varios recibimos la bendición por parte del Papa, pero no podía dejar de sonreír al ver a Erick tan feliz, si así fuéramos todos hasta que ya no estemos aquí el peso de la vida se vuelve ligero.

Publicado: 9 - 07 -2024


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