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LUNA TEÑIDA DE ROJO
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DIANA AYLEEN
Los ojos se me abren cuando un rayo de sol se posa directo en mi rostro. El verano está llegando y lo muestra con su potente calor. Sin embargo, eso no fue lo que me despertó, sino un incesante sonido a mi derecha.
Relamí mis labios, antes de tomar plena conciencia, lo primero que veo es el techo luego como hay un brazo fuerte cruzando mi pecho hasta llegar a sostener mi hombro con una delicadez sólida para mantenerme cerca de ella.
Jessica dormía con placer, mientras por poco estaba encima de mí, su pierna derecha estaba arriba de las mías, y realmente pesan. Su cabeza descansaba en el hueco de mi cuello.
Un recuerdo fugaz viene a mi mente. La primera vez que dormimos juntas en una misma cama, ella aseguró, después de que intentara abrazarla para dormir, que no le gustaba estar así, que necesitaba espacio. Resoplo, antes de sonreír divertida. Luego parecía incapaz de soltarme siquiera para dejarme ir al baño.
—Jess—Susurro con suavidad.
Giro mi cabeza a la mesita de noche, el molesto sonido era su teléfono, su vibrar hace un ruido en el vidrio de la mesa que me irrita. Incapaz de mover un músculo fuera de sus grandes brazos, me ladeo un poco para intentar despertarla.
—¡Jess!—Mi tono fue más alto, pero sin la intención de asustarla.
—Mmm...—Responde vagamente.
—Tu teléfono no para de sonar—Le aviso. Me ignora deliberadamente, para apretarme más a ella. —¡Ay!—Arrugue mi nariz. Odiaba que hiciera eso. Como si yo fuera de esos pollos de hule que suena cuando los presionan. La veo ocultar una sonrisa divertida.—Jessica, contesta, puede ser algo importante.
Suelto un suspiro cuando afloja su agarre, coloca su mano a mi costado y se impulsa con habilidad para alcanzar su teléfono. No puedo ver quien la llama tanto, porque ella lanza el teléfono por el balcón hacia el jardín.
—¡Jessica!—Solté, estupefacta.
—Listo, Bombón—Murmura somnolienta, antes de caer a la cama otra vez. —Ven.
Una risa se me escapa, cuando me toma con dureza, pega su frente con la mía, y me aprieta contra ella. Mi panza topa con su abdomen duro, y me sorprende que los gemelos no protesten. Pronto, su cercanía ya no me resulta cómica, el corazón late rápido, y tengo la garganta seca.
—Tenemos que levantarnos.—Se queja ante mi comentario.
—Un poquito más...—Se acurruca en mi cuello.
—Lili, no ha llegado—Menciono. —¿Te dijo a donde iría ayer?
Su silencio es sospechoso, y entrecierro mis ojos. Tomo asiento y ella se acuesta boca a arriba, con una sonrisa que no me inspira buenas intenciones.
—¿No le habrás pagado para que nos deje solas o sí?—Le cuestiono.
Frunce su ceño dorado.
—¿Me creerías capaz?—Ella parece ofendida. Yo la miro, sin necesidad de responder. Se encoge de hombros. —No se me había ocurrido.
Niego con la cabeza, es obvio que ya no me dirá. Algo traen entre manos Lili y ella, y puedo jurar que Cyprian también está metido.
—Ya es hora de levantarnos— Digo. —Cy puede llegar en cualquier minuto y nos verá así. No quiero que piense....
Me detengo.
—¿Pensar qué?—Su pregunta me revuelve el estómago de los nervios.— ¿Qué hicimos él...
Le doy un almohadazo en el rostro, y ella ahoga una risa. Siento mis mejillas calientes, odio que sea tan fácil hacerme sonrojar.
—Tampoco quiero que Giselle se entere—Digo. Ella hace una mueca de desagrado ante su nombre. —Es mi amiga, Jessica. Y le rompería el corazón si supiera que dormimos juntas.
Ella se alza un poco, para quedar a mi altura, cerca de mí. Inhala sobre la piel en mi hombro y esboza una sonrisa malvada.
—¡Oh, tu olor!—Apenas me doy cuenta. La miro feo, antes de acusarla—Como te gusta sembrar discordia entre mis amigas y yo.
—Me gusta sembrar discordia en todos lados—Menciona.
Me levanto de la cama, caminando al armario, entro, buscando entre los vestidos guardados en sus estuches.
—Sí Giselle te pone condiciones para ser tu amiga, entonces no lo es, Bombón—Asegura desde la cama.
Descuelgo un estuche negro, donde dentro de él, hay una sudadera de Amina. Miro fugazmente la entrada del armario, para verificar que no venga. Tomo la cremallera y apenas la bajo, Jessica en cosa de un segundo, está en la puerta.
Sus ojos hierven en amarillo furioso, y observa cada parte del lugar con una seriedad espeluznante.
—Es su sudadera—Digo, para que deje de buscarla. Ella baja la mirada a la prenda.—Me la pondré un momento, y así, se quitará tu olor de mí.
—Pero olerás a ella. —Masculla.
—No, no oleré a ti—Discutí.
Frunce el ceño a más no poder y me da la espalda. Suelto un suspiro. Entro nuevamente a la habitación. Se está poniendo los zapatos, con la misma cara molesta.
—Jess—Digo. —Es mejor así.
—Está bien, Diana, has lo que quieras—Masculla, tratando de sonar tranquila. —Supongo que mejor que piensen que estuviste con Amina que conmigo.—Me da una mirada fugaz. —O pensarían que volvimos ¿No?
—Pues no lo hicimos—Dije.
Levanta su mirada y me observa, sus ojos amarillos desaparecieron. Guardo silencio, y no sé que rostro poner.
—Es bueno saberlo—Dictamina.
Sale de la habitación, sin dar portazo. Baje la cabeza, pensando en todo lo que dije. Mi pecho se aprieta, y esta vez los gemelos se removieron, molestos.
Mi teléfono suena en ese instante y voy a verificar quien es.
"Holiii, perra, no llegaré hasta la noche. Salí a buscar a alguien para celebrar la luna roja de hoy. Buena suerte en tu último ritual, trataré de estar ahí" —Giselle.
Diosa ¡El ritual! ¡El festival de la Alianza! ¡El intento de comunicarse con Nara hoy en Estados Unidos! Agarro mi bata, y bajo.
—Así no se hace, mami no lo hace así—La voz de Lili me hace fruncir el ceño.
—¿Tú que vas a saber si hace dos semanas no tenías manos?—Discute Cyprian.
—¡Yo lo hago! ¡Yo lo hago!—Exigió Lili.
—No...—Sus voces son callan y comienzo a escuchar golpes.
Me apresuro, Lili y Cy pelean por la espátula, con uñas y dientes. Lili con dientes, muerde su mano con fuerza, pero Cy no suelta la espátula y ambos caen. Leah entra a la cocina con un ramo de flores, y observa con los ojos bien abiertos a los dos peleando en el suelo como salvajes.
—¡Hey! ¡Basta!—Grito. —¡Basta los dos!
Lili lo vuelve a morder, ahora en el cuello, y Cyprian se aleja. Los levanto a los dos. La mordida tóxica de Lili, desaparece al instante, ya que Cy es mitad demonio.
Tomo la espátula, y quito el panqueque rostizado de la estufa, para después apagarla, y mirar a ambos con enojo.
—¿Qué rayos les pasa? ¡Peleando como dos animales!—Los regaño con fuerza. —¡Y miren esta cocina!
Apunto al desastre de toda la habitación. Ambos bajan la cabeza, pero no sé cuál de los dos es mejor en zafarse de los castigos.
—Tal vez no lo noten por mi enorme panza que carga dos híbridos alfas, pero estoy embarazada—Mascullo. —¡Me exigen que descanse mientras ustedes hacen este escándalo!
—Les íbamos a llevar desayuno a la cama—Murmura Lili, "avergonzada".
—¿Les?—Exclamo, estupefacta.
Cy me mira.
—A ti y Jessica—Esboza una media sonrisa.
Leah hace todo lo posible para no mirarnos, acomodando las flores en el florero de vidrio hace 10 minutos. Carraspeo, sin saber qué hacer o decir.
—¡Limpien esto!—Ordeno, caminando hacia la salida. Me doy vuelto, mirando a la pelinegra. —¡Y luego vas a mi habitación a explicarme donde te metiste toda la noche, jovencita!
Cyprian ahoga una risa burlona, y Lili lo mira, molesta. Sin embargo, es Leah quien lo regaña.
Me alisto para el festival, no puedo ir a Estados Unidos con Nara, sin embargo, Nik esta a cargo de eso y me mantendrá al tanto de todo. Estoy acomodando mis aros de oro con figura de girasol, mientras veo por el espejo del tocador a una pelinegra asomar la cabeza por la puerta.
—Pasa—Le digo, seriamente. Ella lo hace. —Cierra la puerta.
No me levanto del banco frente tocador, sin embargo me doy media vuelta para observarla.
—¿Dónde fuiste ayer, Lilith?—Pregunto.
—Fui a ver a Amina—Confiesa.
Fruncí el ceño, completamente incrédula. Su mirada seria y decidida me dice que habla en serio. Me levanto, y la tomo de los hombros.
—¿La mataste?—Mi voz salió quebrada.
—No. A su amante, sí—Su sonrisa me causa escalofríos. —Bueno, la mordí, pero ya le quedará menos que nada de vida.
—¡Lili!—Exclamo, soltándola. —¿Por qué hiciste eso?
—Porque te hizo sufrir—Explica.
—¡Yo no te pedí que lo hicieras!—Le digo.
—¡Pero llorabas!—Se defiende.
—¿Cómo la encontraste?
—Me guie por su energía—Dijo.— Ya le reconocía, y solo seguí el camino hasta ella. Tome el metro. Fue horrible.
—¿Tomaste el metro?—Cuestiono. Me iba a responder, pero no lo dejo. —¿Y si Rhea te hubiera encontrado? ¡Sabes que eres vulnerable mientras habites en ese cuerpo! ¿Qué te había dicho?—No responde. —¿Qué hablamos, Lili?
—Que no puedo alejarme de ti, nunca—Susurra. —¡Pero ella te dañó!
—¡No puedes exponerte así! No solo porque eres mi fuerza, mi primer demonio en domar ¡Sino que eres mi hija!—Digo. —Mañana dejarás ese cuerpo, Lili.
—Pero...—¿Tiene lágrimas?
Tomo su mano, y la guio para que se siente junto a mí.
—Necesito que estés en tu estado puro—Le explico. —Ahora más que nada necesito de tu protección, tuya y de Andras, Rhea me va a buscar, no solo por mis hijos, sino porque le quite a Nara para siempre.
Ella frunce el ceño, pensándolo.
—Pero poseo la ventaja, yo tengo dos demonios y ella ya no tiene ninguno.—Digo. Pero luego me corrijo. —Somos tres demonios contra uno.
Tomo su rostro para elevar su mentón, sé que su cara no le pertenece, pero no podría imaginármela de otra manera que no fuera así de bella. Una sonrisa llena de amor se me escapa.
—Me protegerás más en tu estado más poderoso—Le aseguro.
—Saldré ahora—Dice.
Niego con la cabeza.
—Hoy no, hoy te necesito así—Suspiro. —Cyprian llevará a Leah al festival. Y ahí habrá muchas serpientes que no creen que una bruja como ella sea digna del heredero de la Alfa Suprema. Ravena. —Menciono. —Necesitará una amiga que la defienda si Cyprian debe dejarla sola. Ravena no se le acercará si ve que estas con ella.
—Me tiene pavor. —Su sonrisa diabólica me llena de orgullo.
Ravena fue la primera en ser avisada de que mi demonio poseyó una aliada, seguramente por el metiche de Vicente. Entonces, anda paranoica con su joyería de ónix.
—Leah no solo es la novia de tu hermano, sino que parte importante del ritual de hoy, que salva a mis gemelos, así que hay que cuidarle mucho de ese nido de serpientes—Menciono. Ella asiente. —Ahora ve arreglarte para el festival. Debes usar algo rojo.
Ella chilla de emoción y salta de la cama.
—Nada del closet de Giselle—Digo. Ella gime con pesar. —Tú no eres una zorra.
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La única vez que Jessica abre el castillo para la gente es para la luna roja, dicen que es la representación unión entre vampiros y licántropos, donde la luna (licántropos) se baña de la sangre(vampiros) en la unión inquebrantable: La Alianza Triple Diosa, el propósito de Gabriel Favre.
Y es totalmente impresionante desde que se abre el enorme portón de oro. Grandes estructuras de vidrio rojo flotan con ayuda de la magia en los hermosos jardines, tienen formas de las diferentes fases de la luna.
Enormes telas de cortinas rojas, colgaban de una torre a otra y globos aerostáticos rojos vuelan encima, ofreciéndole las mejores vistas a quien se suba.
En el incalculable jardín trasero estaban los puestos de juegos de feria, comida y los juegos mecánicos. Me sorprende una enorme rueda de la fortuna, dorada y de cabinas rojas.
Me atrevería a decir que estaban todos los aliados de este territorio y de varios continentes más. Una enorme sonrisa se impone en mi rostro al ver la larga fila para entrar al invernadero, solo para ver a estatua de Liayh.
Lili está eufórica, y me quiere soltar la mano para correr al puesto de manzanas bañadas en caramelo. Ella se puso un hermoso vestido rojo con un corsé de flores.
Mi hijo traía pantalones negros, una camiseta blanca y una sudadera roja. A Leah la ayude yo, el vestido que le compre le queda perfecto, en el pecho traía un lazo con un dije de oro al medio y contrasta intensamente con su cabello blanco.
Varias licántropas se les quedaron viendo cuando Cyprian toma su mano, y pareciera como si se les fuera el alma del cuerpo.
—¿Vamos a la rueda de la fortuna?—Le pregunta a Leah.
Ella mira la rueda con horror.
—Emm...—Pasa saliva y se sonroja.
—Vamos, si te da miedo, nos teletransporto a un lugar seguro—Pide.—Por favor, te prepare una sorpresa.
Leah suspira, tratando de despistar sus miedos y asiente, se despiden de mí y comienzan a caminar con todos los ojos puestos en ellos. Lili me mira, y yo le guiño el ojo.
—¡Esperen!—Le grita a su hermano, antes de correr.
Leah le da un beso en la mejilla (yo le dije que lo hiciera), cuando se percata de las licántropas que miran a Cy con intenciones impuras, mi hijo por su parte, la toma de la cintura y la apega a él, con delicadeza, mientras empuja a Lili lejos solo para molestarla y suelta una carcajada cuando la pelinegra le pega un manotazo.
Una sensación de paz y alegría por fin invade mi pecho ¡Por fin!
—Diana...—Una voz me pone los pelos de punta, me volteo con lentitud, viendo el rostro de Carlos. —Hola.
Sonríe.
—Hola, Carlos—Mi tono fue frío.
Él baja la cabeza, tratando de ocultarme su expresión. Traía puesta una camiseta roja con un bordado de la Alianza.
—¿Cómo has estado?— Le pregunto.
Levanta su mirada azulada, y carraspea.
—Bien...—Dice. Y me mira. —¿Y tu accesorio rojo?
Relamí mis labios, y sin un poco de humildad, hago mi cabello hacia adelante.
—¿Qué nos ves esta fabulosa melena roja?—Cuestiono.
Él esboza una sonrisa.
—Técnicamente es naranja—Menciona.
—Bien, odio como me queda rojo—Confieso, ambos reímos.
Relame sus labios, antes de soltar un suspiro.
—¿Te podría invitar un helado?—Su pregunta me asombra.
Termino aceptando, no tenía nada más que hacer que esperar al ritual. Nos sentamos en una banca, yo tengo mi cono de helado de chocolate y el suyo de piña. Sin que ni uno sea capaz de entablar una conversación, me dedico a lamer mi bola de helado.
De repente, suena un estadillo, y dirigimos la mirada al cielo, un fuego artificial rojo forma un corazón rodeando la reciente luna.
—Wow—Dice Carlos.—¿Cyprian?
Asiento. Mi hijo estaba en la cima de rueda, junto a Leah, y ya no quiero ver más, porque me da pena lo rápido que está creciendo ese mocoso.
—¿Ya tienes fecha para el parto?—Pregunta.
Luego de lo que paso con él y Elisa, la ex de Jessica, preferí de cambiar de doctores.
—16 de septiembre—Digo.
Asiente.
—Te invitaría, pero solo puedo llevar a una persona. —Bromeo.
—¿Jessica?
—Giselle—Dije, con una sonrisa.
Él ensanchá sus ojos a más no poder.
—Espera ¿Qué?—Dijo, atónito. —Giselle y tú...
—Es mi alma gemela—Aseguro. Solté a reír por su rostro. —Sí, y se encarga de grabar como se me destrozan abajo.
—¿Y ya tienes sus nombres?—Da una lamida a su helado.
El corazón se me estruja, y dudo un momento en decirle o no. Finalmente, doy un suspiro.
—Uno se llamará Simón—Digo. —Y el otro... Abel.
Su rostro se contrae al oír su nombre, pero trata de mantener la compostura, les daría de que hablar a los aliados.
—Diana...—Me mira. —¿Podrías perdonarme?
Mi corazón se acelera.
—Fui una mierda contigo....
Mi rostro se endurece.
—Fuiste la peor mierda del mundo conmigo—Lo corrijo. Él lo admite. —Carlos, eras mi mejor amigo, y yo jamás te habría dado la espalda como lo hiciste tú conmigo.
—Lo sé—Susurra.
—Me debes demostrar que te arrepientes de corazón—Digo. —Mi perdón no te costará barato....
Me callo cuando diviso a Jessica, ella y Sasha están juntas. Mientras Ravena habla con la mamá de la joven. Nuevamente Sasha luce radiante, y tiene un carisma impresionante que roba todas las miradas.
Jessica la está mirando, esta vez de diferente manera, más interesada en lo que habla.
—Diosa, llegó insoportable esta mañana. Le preguntabas algo y te gritaba. Yo solo le pregunté como amaneció y a la hija de puta pareció que se le metió el diablo. —Menciona Carlos.
—Peleamos en la mañana—Le digo. Alza ambas cejas. —Tenía la esperanza de que lo habláramos ahora, pero con tu madre haciendo guardia...
Él muerde su labio y los mira nuevamente.
—Bien, comenzaré a pagar por mi perdón—Dice, levantándose. —Yo los distraigo y tú te la llevas.
—¿Qué?—Suelto una risa.
Lo veo marchas hacia ellos, no sé como lo logra, pero toma a Sasha de la mano y Ravena y su madre los siguen. Me levanto, y sus ojos viaja directamente a mí, a pesar de estar a metros de distancia.
Ella mantiene su expresión seria. Le señalo una carpa lejana y vacía, y alza una ceja. "Por favor"musito sin hacer ruido. Me encamino a la carpa, apenas entro, la iluminación disminuyo un poco, ya que se estaba haciendo de noche.
Cuando me doy vuelta, Jessica estaba aquí.
—Ya deja de mirarme así—Le ordeno.
—Esta es mi cara—No paso por alto su tono frío.
Suelto un suspiro.
—Jessica, ¿Querías que todo el mundo se entere de que dormimos juntas?—Digo. —Si hubiera llegado tu olor en mí ¿Qué diría los aliados? La vergüenza que hubiera sido para Sasha y a mí me hubieran crucificado.
—Está bien, Diana—Responde. —Tienes razón.
—¿Entonces por qué pareces enojada conmigo?—Le cuestiono, evitando que se vaya.
Ella no me mira, remoja sus labios, y baja la mirada el suelo.
—Estoy enojada conmigo por ser tan idiota—Confiesa. —Es cosa mía... tranquila, no he olvidado la promesa que te hice, estaré ahí para hacer el ritual.
—Esto no es por el ritual, no hables como si solo te utilizara, porque no es así y lo sabes—Me da la espalda, dirigiéndose a la salida, mis mejillas enrojecen de enojo.— ¿Qué quieres, Jessica? ¡Por el amor de la Diosa!
Se detiene bruscamente, su espalda de tensa, sus hombros suben y bajan, alterada. Se voltea nuevamente, presentándome sus ojos amarillos.
—¡Quiero que no niegues que aún sientes algo por mí!— Se acerca a mí, apuntándome con su dedo indice. —Yo te conozco más que nadie, conozco que significa cada mirada tuya, puedo reconocer tu estado de ánimo solo con oír tus latidos y no me puedes mentir, pero al parecer a ti sí te mientes.
Mi estúpido corazón se acelera antes sus palabras. Y aprieto mis puños contra mi vestido jade.
—Como ahora, no te gusta lo que digo—Asegura. —Es obvio que te desagrada la idea de tener sentimientos por mí y que todos se den cuenta de eso—Escupe con enojo. —Si no es la maldita de Belanger, es Giselle, pero siempre tienes una excusa para no admitir tus sentimientos por mí.
—¡Claro!—Digo. —¡Porque no debería tenerlos!
—¿Y por qué no?—Discute.
—¡Porque no es justo para ti! ¿Qué no entiendes?—El mentón me tiembla después de decírselo. Ella me mira con el ceño fruncido, sin entenderlo. —Tienes la oportunidad de hacer tu vida con alguien que no... tendrá a los hijos de tu enemiga. Esta responsabilidad no te corresponde y yo no dejaré que te hagas cargo otra vez —Le digo. —Sí no es con Sasha, sé que encontraras a una mujer que te ame y que tú ames.
Toma entra sus manos mi rostro, y lo alza para que la vea, a este punto mis ojos están llenos de lágrimas.
—¿Tú podrías verme amar a otra mujer?—Su pregunta me deja sin habla. —Porque yo no puedo. Jamás pude.—Confiesa—Soy incapaz de verte con alguien que no sea yo. Lo único que me detuvo de matar a Belanger, es que tú me odiarías por ello y no soportaría que me odiaras la eternidad completa—Me acaricia las mejillas con sus pulgares para secar mis lagrimas. —Sé que soy una idiota, una bruta, una maldita egoísta, una celosa...Soy consciente de que muchas cosas te desagradan de mí, pero tú eres lo único que esta idiota amó, ama y amará por el resto de su vida.
¿Y cuándo la juzguen por aceptar a los hijos de la enemiga principal de la Alianza en su casa? La pondrán en duda, la verán débil. Ser Alfa Suprema es su razón.
—Perdón—Termino, quitando sus manos de mí. La rodeo, dando una última mirada. —Yo... No puedo... no puedo hacerte eso.
Cuando doy un paso para ir a la salida, siento sus manos posarse en mi cintura. Me pega contra ella, y une sus labios con los míos. Mi cuerpo no responde, no la aparte y por un segundo se paraliza.
Mis manos se deslizan por su cuello y me paro de puntitas, para estar pegada a ella completamente. Me sostenía con toda su fuerza, como siempre, sin intenciones de soltarme y no tenía miedo de caerme, gracias a ella. Sus brazos me envuelve por completo mientras nuestro se vuelve más intenso.
—Ah—Mi gemido es atrapado por su boca.
El tiempo se detuvo, y la verdad, no me importa. El aire no me faltaba. Ya no lo quiero. Enredo mis dedos en sus mechones dorados. Sin embargo, una corriente de aire me entumece las piernas y me separa de ella, con dificultad por no me soltaba.
Mi sonrisa desaparece al ver a Sasha en la entrada.
—¡Ay, lo siento!—Exclama, tapándose la boca un momento. Carraspea. —Es que tu madre te está buscando, debes dar pie a la ceremonia de la Luna Roja.
—Diles que esperen—Gruñe Jessica.
—Viene para acá—Avisa. —Carlos ya no puede distraerla más. Está empezando a sospechar.
Abro los ojos a más no poder.
—Vete, vete—Le exclamo, dando pequeños golpecitos en su hombro. No quiero problemas con esa arpía hoy.—Te veré en el ritual.
Jessica chasquea la lengua con molestia, y a duras penas y con una mueca de dolor, me suelta. Y sale, sin antes darme un vistazo, con ojitos de cachorrito. Arrugo mi nariz.
—¡Chu!—Sacudo mis manos.
Sasha me mira con sus ojos azules, y una sonrisa divertida aparece en sus labios.
—Que gusto. No podría haber soportado a la loca de su madre toda la eternidad. —Confiesa, aliviada.
Suelto un suspiro, viéndola irse. Siento como comienza su discurso. Me arreglo el vestido, para salir.
—Diana—Me siento fría.
Me giro, mirando el final de la carpa. Amina estaba aquí. Su mirada estaba completamente oscurecida y tenía los puños apretados. Sus colmillos se encuentran a la superficie.
—Tu puto demonio se metió donde no debía—Explica, roncamente. — Tiene que darle su sangre a Veronika para que se cure.
—¿O qué?—Masculle.
Levanta una mirada fría, y ladea un poco su cabeza.
—Atlas—Susurra.
Atlas entra con mi hijo, su rostro estaba pálido, la mirada perdida, y en su pecho desnudo tenía un collar de ónix que le lastima su piel. Atlas no me mira, pero sostiene a Cyprian con sumo cuidado.
—No sería la primera vez que lo mato ¿Verdad?—Pregunta. —Pero si sería la última.
Miro nuevamente a Amina, de su verde normal no queda nada, solo un frío y despiadado negro.
—Te espero en el bosque, junto al claro donde murió mi amiga Liayh—Dice. —Sí en veinte minutos no estás ahí con Lili o le dices a Jessica, la última cena de Veronika será tu hijo.
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Holiii.
Mil disculpas al team Amina pero sin memes, la actualización no es lo mismo sjjsjsjsjjs
Gracias por leerme.
Byeeeee.