Guerrera solitaria
Kaia
— ¡MAIA! —caigo de rodillas a su lado. No está respirando... La sangre cae de su boca como si fuese una cascada y su estómago parece intentar expulsar el veneno, pero ya es tarde para eso...
Maia está muerta.
No puedo hacer nada ya, más que abrazar su cuerpo, que poco a poco pierde calor, y llorar como si no hubiera mañana, dejando caer las lágrimas sobre sus mejillas pálidas...
Escucho los murmullos de toda la gente a mí alrededor, escucho a Sally jalar a Reagan mientras él se queja. Escucho a Nule gimotear detrás de mí. Pero realmente no deseo mirar más allá del cuerpo de mi ahora difunta hermana...
— ¡Cállense, todos! ¡Cállense, ya! —Grita Padre, lleno de rabia— Anda, ya, Kaia, aléjate de esa mocosa insolente —me jala por los hombros.
— ¡¿Mocosa insolente!? —Me levanto llena de ira, alejando de un golpe sus manos de mí— ¡Está muerta por tu culpa! ¡Ella no quería casarse! ¡No estaba lista! ¡Si tan solo la hubieras escuchado!.. ¿Es que no te duele la muerte de tu propia hija? ¿Siquiera te importó cuando te dijo que no quería casarse? —Se queda atónito ante mis palabras— ¡No te atrevas a insultarla ni con el pensamiento, Padre! ¡Ella lo intentó! Intentó ser lo que tú deseabas que fuera, no lo logró, y ahora... —caigo de nuevo al suelo, llorando—. Ahora ya no está... —Nule sostiene mis hombros, mientras lagrimea. No puedo evitar mirar a mi padre con odio pese a las lágrimas que cubren mis ojos.
Los soldados empiezan a sacar a la gente del castillo. Un par de ellos se acercan unos minutos después, cargando un ataúd entre ambos. Me aferro a la mano derecha de Maia lo más que puedo, hasta que levantan el cuerpo y ya no puedo sostener más su mano. Me quedo allí, en el suelo, pensando en todo lo que tuvo que haber pasado Maia para llegar a ese extremo...
Si tan solo hubiese sabido cuál era su idea de "huir", jamás se lo habría permitido...
Han pasado dos días desde la muerte de otra de mis hermanas... Es extraño. El castillo está muy callado. Esas dos eran quienes le daban vida a este lugar... sin ellas... ha dejado de sentirse un hogar. Solo es... un lugar que conozco, y al mismo tiempo no... Jamás me habían confundido tanto mis propios pensamientos.
— ¡Princesa Kaia! —llega una de las ex-damas de compañía de Anna, alarmada— ¡Es de suma importancia que lea este decreto que ha llegado hoy por la mañana! —me da el rollo de papel sagrado que lleva entre las manos.
Leo con atención.
— ¿¡Qué?! Los demonios han... ¿¡declarado una nueva guerra oficial?! —mis puños arrugan el papel, y ya no sé si es por estrés, por sorpresa o por ira.
—Su padre le ha mandado llamar, su Majestad. La está esperando en el salón de la Corte... —dice con temor la mujer.
—No puede ser posible —mantengo el papel entre mis manos y me dirijo hacia donde Padre, caminando rápido entre los pasillos.
Creí que Alei tenía esto bajo control, ahora mismo no creo ser capaz de concentrarme debidamente en esto. La muerte de mis hermanas aún es reciente, y sé que como futura reina este es mi deber, que debo hacer esta clase de sacrificios, pero... no puedo. Anna y Maia eran una parte fundamental de mi mundo. Ya casi no queda nada de él...
—Padre —abro las puertas del salón con rudeza—. Quieres explicarme... ¿cómo fue que permitiste que esto pasara? —alzo el papel, mostrándoselo.
—Veo que ya estás enterada —dice con calma—. Entonces, ya no tendré que explicarte esa parte...
— ¿Cómo puedes hablar con tanta tranquilidad? ¡¿No te das cuenta de la situación, Padre?!
—No me levantes la voz de esa manera, Kaia —demuestra autoridad—. Sigo siendo tu rey y sobre todo, tu padre. Y si me comporto de una manera tan tranquila, es porque ese asunto ya no concierne a mí.
—Ah, cierto. Olvidé que la bruja de Miralí es la reina ahora.
—No hables así de ella, Kaia. Y aun así, ella tampoco se hará cargo de eso.
— ¿Qué? —lo miro, intentando obtener una respuesta a partir de su gesto. Pero la mirada que me dirige me da una respuesta que no me agrada. Su gesto dice claramente: "Sabes a lo que me refiero." Y eso no me agrada— Padre, por favor, no...
—La fecha de tu coronación ya está decidida —no...
—Pero... eso significa...
—Sí, Kaia. Significa que te vas a casar y serás tú quien se encargue de esto. Ya eres una adulta, fuiste educada para esto. No tendrás problemas.
—Pero... ¡papá!
—Sin peros. Ya he escuchado demasiados peros los últimos años y mira dónde acabaron tus hermanas, que no se cansaban de poner peros. No se va a discutir el asunto, literalmente naciste para esto, y ya tenías a un pretendiente, ¿no? Ese tal... Rowan. Te agrada, se llevan bien. Te vas a casar con él en una semana, y punto.
Sale del salón sin decir más. Yo me quedo ahí. Analizando, pensando...
—Ni siquiera puedo tener un periodo de luto adecuado... Esto es... es más que una falta de respeto para mis hermanas, es una falta de respeto para esta familia, para mí... —aprieto los puños a mis costados.
Salgo corriendo del salón hacia mi habitación. Distingo a Mai entre todos los rostros que veo al pasar, pero no me detengo por ella.
— ¡Kaia! —me grita, pero no me detengo. Me encierro en mi habitación y me recargo en la pared a un lado de la puerta.
Mai entra poco después de mí y vuelve a cerrar la puerta.
—Kaia... ¿qué sucedió ahora?.. —se sienta a lado mío.
—Papá... él... Mai, me caso en una semana con Rowan...
— ¿Qué? ¿Por qué tan pronto? ¿Ni siquiera te dejará el periodo de luto por tus hermanas? ¡Qué insensible!
—Mai... me van a coronar... No me siento lista para esa responsabilidad... Nunca he sabido dividir mis sentimientos personales de los que tengo por mi nación —me paso las manos por el cabello con angustia—. No estoy lista, y ahora debo hacerme cargo de una guerra oficial. ¿Qué se supone que haga? —escondo mi cara entre mis rodillas.
—Kaia —dice con gentileza—. Escúchame bien —me obliga a verla a los ojos—, ninguna reina ha nacido sabiendo gobernar. Nadie nace con el don de la sabiduría. Todas las reinas anteriores han aprendido a prueba y error. Tú no eres ni serás la excepción.
—Quisiera tener a mi madre aquí, para que me aconseje y me diga qué hacer...
—Tu madre nunca te abandonará, Kaia. Sabe que la necesitas. Y aunque ella estuviera aquí, te diría lo mismo. Las reinas no nacen, se crean. Y tú, mi maravillosa amiga, estás en el molde más adecuado y mejor forjado —coloca sus manos en mis hombros. Las lágrimas no dejan de salir—. Jamás te has fijado en el mal camino, siempre has seguido el camino de la luz, Kaia —acaricia mi cabello. Recuerdo cómo lo hacía mi madre y me doy cuenta de que Mai hace justo lo que necesito, revivir su memoria—, y estoy aquí para ti, no estás sola, Kaia. Estoy mil por ciento segura que serás una grandiosa reina, sea en el momento en que te pongan esa corona en la cabeza o siglos después, sé qué harás lo mejor para tu reino y tu gente —me abraza y me quedo analizando sus palabras. El llanto sale por más que intento retenerlo.
— ¡Muchas gracias, Mai! —la abrazo y me refugio en su cabello, dejando de intentar retener mis emociones— ¡Eres la mejor amiga que pude haber pedido! —confieso entre lágrimas.
—Y lo seré cuánto tiempo me necesites a tu lado, Kai...
No sé cuánto tiempo pasa. Nos mantenemos en el suelo, hasta que Mai comienza a tararear.
— ¿Por qué lloras, pequeña? Estás rodeada de amor... —canta suavemente mientras acaricia mi cabello.
—Mai...
—"Perdí a alguien que amo, y me duele el corazón"...No lo escondas, pequeña... Está bien llorar, está bien sufrir... Para, sangra, descansa... Pero no te rindas... —canta con más volumen y me quita las lágrimas de la cara.
—El mundo es cruel, sí, pero también es hermoso... Nadie sabe por qué es así... —sigo la letra.
—No tengas miedo, pequeña... Incluso si intentas alejarme, te protegeré... —me relajo. Esas fueron las líneas finales, así que nos quedamos unos minutos más en silencio, hasta que escuchamos algunas voces que provienen del patio, aparentemente de soldados— ¿Qué sucede ahora?..
—Será mejor revisarlo por mí misma —me levanto, tallo mis ojos y salgo. Sé que Mai viene detrás de mí.
Al salir, nos encontramos con un enorme grupo de soldados. Me da la impresión de que más de tres cuartas partes del ejército están aquí.
— ¿Qué sucede aquí? —pregunta Mai. Nadie responde, no le dan importancia a su voz, ni siquiera su propio padre le presta atención. Lo veo entre algunos soldados, no muy lejos de nosotras.
— ¡Silencio, todos! —alzo la voz con toda la autoridad que puedo. Al verme, se acomodan en filas a la señal de dos comandantes. Saludan militarmente— Basta ya de eso. Comandante Ruhig, ¿qué rayos está sucediendo ahora?
—Su Majestad, el reino hada ha lanzado un decreto sumamente desconcertante y es una pésima noticia —dice con seriedad.
—Jamás creí odiar tanto los decretos como ahora. ¿Ahora qué?
—Rose, léelo —ordena él.
—Por medio de la presente, la ahora declarada Reina del reino Hada, Sally Neraida, informo a las autoridades correspondientes del reino Angelical que las hadas ya no proporcionarán su apoyo a los ángeles para la guerra próxima ni para ningún otro fin, dadas las circunstancias y los acuerdos rotos hace unos días, acuerdos que la familia Real Angelly conoce a la perfección —lee Rose. Quedo sin palabras y puedo ver el pánico en el rostro de todos—. Sin más, me despido para siempre de la familia Angelly, o lo que queda de ella. Firma, Su Majestad, Sally Neraida.
—Esa... ¡Hija de...! —Me detengo— ¿En qué momento la nombraron reina?
—Al parecer ayer —contesta el comandante Hart—. Dejó esto para usted cuando nos entregaron el decreto, princesa —me da un pequeño papel, parece una nota.
"Jódete, Kaia". Leo. Por todos los dioses, ¡No puedo creer que por un tiempo realmente confíe en ella!
— ¿Qué se supone que hagamos ahora sin las hadas? Ellas nos proveían de armas. Aún tenemos algo de suministros de lo último que nos entregaron, pero no creo que todo eso sirva para la guerra. Además, ellos dejaron de abastecernos a nosotros, pero siguen apoyando a los demonios. Ellos tendrán más armas, más ventajas...
—Debemos hablar de esto con su Majestad, el rey —sugiere el señor Ruhig.
—No —tomo aire—. No tiene caso, mañana mismo convocaré una reunión del Consejo Real. En una semana todo esto será problema mío, así que mejor comenzar ahora —aclaro.
—Con todo respeto, princesa, usted no sabe nada de la guerra y...
— ¿Y? —lo interrumpo— No hay ningún "y" aquí, comandante. Soy su princesa mayor, su futura reina y sí, puede que no sepa lo que estar en combate, pero para eso están ustedes, los tengo en consideración para eso. Sé lo necesario sobre estrategias y sobre recursos, no cuestione mi autoridad, comandante.
—Sí, Majestad...
—Muy bien, ¡dispérsense y vuelvan a sus labores, soldados! Esto se solucionará pronto... —ordeno y me doy la media vuelta.
—Kai, ¿estás segura de esto? —pregunta Mai. Volvemos a entrar al castillo.
—Debo liderarlos y asegurarme que no se maten en el intento de seguir por su cuenta, Mai. Y tu padre hace muy difícil esa tarea... —subimos las escaleras.
—Sabes cómo es...
—Lo sé, y, no estoy exigiendo nada, Mai, pero sería bueno que mantuvieras a tu padre lo más calmado posible. No quiero que mate demonios a diestra y siniestra, ¿entiendes? —giro para verla.
—Sí... —se detiene antes de seguir hablando— Umm... Kai... —señala algo a mis espaldas. La miro con confusión.
— ¡Ah! —me asusto al ver un hombre pegado a mi ventana cuál maniático. Lo analizo bien y... parece ser un demonio. Quizá Lei lo envió... Abro la ventana y Mai cierra la puerta.
—Al fin... Oigan, tardaron mucho, ¿saben? Por cierto, gran discurso, princesa —se arrodilla e intenta tomar mi mano para besarla, pero mantengo mis manos cerca de mi.
— ¿Quién eres?
—Mi nombre es Drystan, bellas damas —guiña un ojo como puede. Tiene una severa herida y cicatrices en la frente.
—Yo a ti te conozco —apunta Mai—. ¡Eres el que intentó secuestrarme!
—Ups, emm... —alza los hombros— Creo que me confundes, cariño.
—Dejemos esto de lado por ahora, ¿sí? —Mai solo se cruza de brazos y gira la cabeza— Drystan, ¿qué viniste a hacer aquí? ¿Alei te envió?
—Pareces muy emocionada imaginándolo —me mira con complicidad y el calor invade mis mejillas—. Pero estás en lo correcto. Ya me contó todo su plan así que no hay necesidad de explicar nada, él dijo que necesita verte ya. Con énfasis en "ya".
— ¿De verdad?
—En serio te gusta, ¿verdad?
— ¿Eh? —siento que comienza a fallarme el sistema interno de mi cerebro.
—Te brillan los ojos, demasiado, cuando hablo de él.
—Solo... —no tengo una explicación. Él no me gusta, ¿cierto? Cierto— Solo vámonos... —me siento al borde de la ventana y miro a Mai— Mai, sabes qué hacer.
Ella asiente y salto, abriendo mis alas antes de caer.
Espero que al menos uno de nosotros sepa qué hacer ahora...
Alei
Le encanta llegar cuando le da su regalada gana, ¿o no?
Camino de un lado a otro con el pulgar en el mentón, pensando. Todo esto avanza más rápido que nosotros...
— ¡Lei! —su voz es un alivio. Giro rápidamente y ella ya está abalanzándose sobre mí.
—Calma, calma —no sé cómo reaccionar. Siento mis mejillas arder.
—Jefe, yo ya cumplí con mi parte, así que ya me voy —se aleja poco a poco.
—Drystan...
— ¿Sí?
—A primera hora mañana.
—Sí, sí, ya lo sé. Hasta mañana, jefe —se va.
—No sabía que eras cercano a tus soldados... —dice Kai, alejándose de mí de nuevo.
—Solo con él, es lo que podría considerar mi amigo...
—Lei, esto es urgente. ¿Tú sabías que Sally haría esto? —se cruza de brazos. Parece angustiada, sé que lo está.
—Por supuesto que no, y no estoy de acuerdo tampoco.
—No puedo creer que realmente confíe en ella...
—Ella dijo que ustedes quebrantaron la única condición que había puesto para que la alianza siguiera... ¿qué fue lo que...?
— ¿¡Condición?! —me interrumpe. Es la primera vez que la veo así de molesta— Mi hermana se suicidó por su culpa, Alei... Maia... Maia está muerta por su culpa... —lagrimea— Le exigieron casarse con el hermano menor de Sally, Maia no quería y aun así la obligaron. Maia murió y ahora... Sally nos está quitando el apoyo... ¡Ella solamente quiere verme destruida, Alei! —llora— No lo entiendo... ¿qué fue lo que le hice para que me odie así? —se cubre el rostro con ambas manos, pero escucho los gemidos de dolor y tristeza que salen de su boca...
—Kaia, yo... —no sé cómo consolar a alguien—. Lo siento mucho, Kaia, no sabía que tu hermana había muerto...
—Dos de mis hermanas están muertas, Alei... —siento una opresión en el pecho... no lo entiendo, ¿me... duele? Verla así... me duele.
—No puedo imaginar tu dolor...
—Y no te lo deseo... —se limpia como puede las lágrimas. Trata de hacerse la fuerte—. Y ¿qué hay de la guerra? ¿Sabías algo de eso?
—No... Mi padre no me dijo nada, hasta que el decreto ya estaba cruzando la frontera. Lo siento, aún no es mi coronación y...
—La mía será pronto —me quedo mudo.
— ¿Qué?
—En una semana me voy a casar, Alei —siento algo quebrarse dentro de mí—. E inmediatamente después de la boda, seré coronada.
— ¿Para eso es necesario casarte?..
—Ninguna reina ha sido coronada sin antes estar casada... Al menos, agradezco que es alguien que yo elegí y no alguien que seleccionaron al azar...
—No sabía que tenías novio... —solo pronunciarlo me hace hervir la sangre, ¿por qué?..
—No lo tengo. Él no es mi novio, pero al menos lo conozco... Todos los demás son demasiado viejos, tontos, groseros o violentos... Él fue mi mejor opción... —por alguna razón, imagino por un segundo ser yo ese elegido—. En fin, tengo que advertirte que si tu padre no piensa ceder a su guerra, no puedo detenerme tampoco, aunque desee hacerlo.
—Sería muy obvio, ¿no?..
—Sí, además, tu padre atacará a mi gente con todo lo que tiene... Atacará muchas ciudades al mismo tiempo, y no puedo dejar que lastime a mi pueblo, que lo destruya y se lleve esas tierras... ¿lo entiendes?..
—Lo entiendo, Kai... espero ser coronado pronto también. Así podremos lanzar un decreto para detener la guerra y hacer pública nuestra alianza.
—Sería maravilloso, Lei. Pero aunque te coronaran mañana, tenemos que esperar una semana mínimo para dar nuestra primera orden.
—Lo sé, pero al menos es una semana y no un mes. Me siento como basura mintiéndole a mi pueblo, ocultando todo esto...
—Comprendo ese sentimiento...
—Por ahora, concéntrate en ti, en tu próxima coronación... Yo me tengo que encargar de otro asunto... —desvío la mirada.
— ¿Otro asunto?
—Yo... tengo que encargarme de algo sobre mi hermana... ella... —suspiro—. Ella no es hija de mi padre —la sorpresa es evidente en su rostro—. Es hija del fallecido hermano de mi padre... Mi padre odia a mi hermana, porque es un recordatorio diario de que él no fue el primero en tener a mi madre. Mamá... mamá morirá pronto... —me ablando—. Mamá me pidió que protegiera a Kioshi de la ira de mi padre en cuánto ella ya no esté... Y no sé qué hacer... —sostengo mi cara desde mi entrecejo con una mano.
—Alei... —me abraza—. No tienes que hacer esto solo... Sé que no me ves cómo alguien cercana, pero puedo ayudarte si lo deseas. Puedo esconder a tu hermana en mi castillo, Anna tenía un escondite ahí, seguro que...
—Gracias, Kaia —la sujeto por los hombros—. Pero no es necesario... Debo protegerla yo mismo y además, no creo que a ella le agrade la idea. Estaré bien, no te preocupes. Hablaré con Sally y trataré de retrasar lo más que pueda los ataques, te mantendré informada. Mantente atenta a las cartas, ¿sí?
—Siempre lo estoy, Alei.
—Deberías irte —la suelto y miro al cielo—, ya está ocultándose el sol.
—Tienes razón... Debo irme, no dudes que te escribiré también. Hasta pronto, Alei —me sonríe.
Sonrío también.
Camino de regreso a casa mientras pienso en todo, sin embargo, es el recuerdo de Kaia el que predomina. Aclaro la tempestad de mi corazón. Nunca me había sentido así... Nunca había sentido tanto en general, ella... ha sido un medio de aprender a sentir más... Hace años, décadas que no sentía nada. Reprimí mis emociones para sobrevivir en este mundo cruel, pero ahora que me doy cuenta... quizá sea ella quien me haga sentir de nuevo...
No quisiera que fuera una guerrera solitaria, como yo lo fui...