Mai
Habían pasado algunas semanas desde la concentración, y desde entonces habían ocurrido varios cambios. Mi relación con Kageyama se había enfriado completamente. Aunque intenté acercarme a él varias veces, siempre se alejaba o me ignoraba. Me dolía mucho, pero no tuve otra opción que dejarlo en paz. Me sentía como un perro pidiendo atención, así que decidí limitar nuestra comunicación a lo justo y necesario en los entrenamientos.
En contraste, mi relación con Nishinoya se había fortalecido. Entrenábamos juntos todos los días, lo que nos permitía pasar mucho tiempo juntos. Con Tsukishima, habíamos quedado como buenos amigos; seguíamos volviendo juntos a casa y él continuaba siendo el blanco de mis bromas.
Las preliminares del Torneo de Primavera comenzaron, y yo había entrenado intensamente para evitar cometer errores. Ukai me llamó la atención varias veces, preocupado porque me lastimaba o porque mi presión bajaba, pero eso no me importaba. Quería dar el 100% de mí y no decepcionar a nadie.
Nuestro primer partido fue contra OhGi Minami. Sus jugadores intentaron mostrarse arrogantes, lo que hizo que tanto Tanaka como yo nos molestáramos. Saludamos a nuestros contrincantes y comenzamos a calentar. Como de costumbre, Nishinoya fue el primero en entrar a la cancha. Yo me quedé calentando, dando saltitos en mi lugar, cuando de reojo vi un rostro familiar en las gradas junto a Yachi.
—¡¿Señor Ikkei?! —pregunté sorprendida, viéndolo.
Ikkei dio un sobresalto en su asiento por mi grito. Comencé a saltar y a saludarlo emocionada, moviendo mis brazos. Él me devolvió el saludo, un poco avergonzado.
Sentí una oleada de determinación. No podíamos perder este torneo. Teníamos que llegar a las nacionales, cueste lo que cueste.
El partido continuó con naturalidad. Había salvado muchas pelotas, lo que me mantenía satisfecha con mi rendimiento. Pero lo que más me gustaba era ver la cara de los jugadores del equipo contrario cuando recibía sus remates. No eran ni una cuarta parte de fuertes como los de Bokuto.
Un jugador del equipo contrario se preparó para rematar saltando, pero pude notar cómo cambiaba la dirección de su mano a una finta. Me acomodé rápidamente y, efectivamente, recibí su finta, permitiendo que Tanaka rematara y lograra el punto.
—¡Eso es! —solté emocionada, chocando los cinco con Tanaka.
Después de unos minutos más, conseguimos ganar el primer set 25-16. Celebramos emocionados por el triunfo, pero el segundo set llegó, y lo volvimos a ganar, indicando que habíamos ganado nuestro primer partido.
—¡Ganamos! —exclamé emocionada, dando un salto.
Festejamos todos emocionados, pero yo me giré hacia las gradas, buscando al señor Ikkei, quien seguía allí con una sonrisa orgullosa.
—¿¡Viste eso, señor Ikkei!? ¡Ganamos! —le dije emocionada.
Él me dio una pequeña sonrisa orgullosa, cruzado de brazos. Se sentía bien que alguien que conocías te viera jugar. Nunca había tenido a nadie en las gradas mirándome, pero ahora estaba el señor Ikkei. Sin duda, no quería decepcionarlo.
—¿Ikkei? —soltó Ukai a mi lado, viendo a quién le hablaba, encontrándose con su abuelo—. ¿Conoces a mi abuelo? —me preguntó sorprendido Ukai.
—¿¡Tu abuelo!? —le pregunté yo, más sorprendida.
Ahora todo tenía más sentido. Ambos se apellidaban Ukai.
Estábamos a punto de enfrentar a Kakugawa, y me sentía bastante confiada, hasta que vi al jugador del otro equipo. Medía dos metros. ¿Acaso eso era posible?
—Sí que es alto... —solté sorprendida, observándolo desde nuestro lado de la cancha.
—Me da escalofríos verlo —dijo Hinata, visiblemente inquieto.
—Sí que estamos en ventaja, una jugadora que mide 1,58 y nuestro central que mide 1,63. Nos ganamos la lotería —comentó burlón Tsukishima.
—Callate, jirafa —le respondí molesta.
Después de unos minutos de calentamiento, el partido comenzó. El chico de dos metros, cuyo nombre era Hyakuzawa, era aterrador. Aunque los tres bloqueadores se pusieran frente a él, su remate siempre los superaba. Bloquearlo parecía casi inútil.
El partido continuó y, por un error del otro equipo, conseguimos finalmente un punto. Le tocó servir a Kageyama. Un jugador del equipo contrario recibió el saque con dificultad, pero su colocador logró pasarle una buena pelota a la estrella del equipo, quien remató con fuerza, superando nuestro bloqueo y anotando otro punto.
Hyakuzawa se veía bastante nuevo en el voleibol. Tenía ciertas imperfecciones típicas de alguien que acaba de empezar, como enviar la pelota exactamente hacia donde miraba.
El profesor Takeda tuvo que pedir tiempo muerto, y nos reunimos para tomar un poco de agua y analizar el partido.
—Por mucho que salte, sigue golpeando por arriba. ¿Qué hago? —preguntó Hinata, levemente frustrado.
—Vamos, cálmate —intentó tranquilizarlo Daichi.
—Shoyo, en el voleibol no solo hay batallas aéreas —le dijo Nishinoya.
—Noté algo... —empezó a decir Daichi, y todos nos acercamos más—. Después de ver el partido y su calentamiento, parece que el número 9 no puede golpear el balón como quiere.
—Oh, pensé que no lo habían notado —solté, haciendo que todas las miradas recayeran en mí.
—¿Tú también lo notaste, Mai? —preguntó sorprendido Nishinoya.
—Claro, realmente lo que él hace es golpear en la dirección donde está mirando. Parece como si hubiese empezado hace poco —les expliqué.
Seguimos hablando sobre el partido y todos llegamos a la conclusión de que lo único que beneficiaba a Kakugawa era la estatura de su jugador.
Luego de unos minutos, el partido volvió a empezar, pero esta vez yo estaba en la cancha. En una de las jugadas, como habíamos supuesto, el número 9 se preparó para rematar. Me puse en posición, ya que sabía que no sería un remate recto, y efectivamente no lo fue. Recibí su remate, permitiendo que Kageyama colocara el balón para Hinata, quien realizó una finta y logró un punto para nosotros.
Seguimos jugando con intensidad, cada punto se volvía una batalla. Hyakuzawa seguía siendo una amenaza constante, pero logramos mantenernos enfocados en nuestra estrategia.
En una jugada crucial, Hyakuzawa se preparó para un remate poderoso. Me coloqué en mi posición como líbero, lista para recibir el golpe. Cuando saltó, todos los bloqueadores se prepararon, pero sabíamos que el balón probablemente me llegaría a mí.
El remate fue fuerte y rápido. Me lancé al suelo para recibirlo, estirándome lo más que pude. Logré tocar el balón con mis dedos, enviándolo alto y hacia el centro de nuestra cancha. Kageyama corrió y colocó el balón perfectamente para Hinata, quien realizó un remate impecable, logrando un punto para nuestro equipo.
Los puntos iban y venían, y el partido estaba en su punto más álgido. El equipo había logrado implementar su nueva jugada, lo que nos permitió ganar el primer set 25-22. Después de un breve descanso, volvimos al ruedo con renovada energía.
El segundo set fue igual de intenso que el primero. En una de las jugadas, el número 9 del equipo contrario remató con fuerza. Yo no estaba en la cancha en ese momento, así que Nishinoya se preparó para recibir el balón, pero no logró alcanzarlo, y la pelota le golpeó en los brazos antes de caer al suelo por la potencia del remate.
—¿Estás bien, Noya? —solté un poco preocupada al verlo.
Nishinoya se levantó y me sonrió, asegurándome que estaba bien. El partido continuó.
Llegamos al punto decisivo del partido. Respiraba agitadamente por el cansancio. Los bloqueadores, en lugar de intentar detener el remate, lo desviaron con el propósito de que pudiéramos recibirlo, como si fuese un plato. Funcionó, pero la pelota se fue a un lado de la cancha, haciéndola difícil de alcanzar. Reaccioné rápidamente, corriendo hacia la pelota y logrando elevarla con dificultad. Tanaka pudo conectarla.
—¡Bien, Tanaka!
Tanaka recibió la pelota y se la pasó a Hinata. Este saltó con fuerza, pero tenía tres bloqueadores frente a él. Me asusté, pensando que podrían bloquearlo. Me paré rápidamente, tratando de posicionarme por si acaso, pero Hinata, en lugar de rematar como de costumbre, apuntó hacia las manos de los bloqueadores, haciendo que la pelota rebotara en sus manos y cayera fuera de la cancha.
Ganamos el partido contra Kakugawa, 25-19.
—¡Eso es! —gritamos todos juntos, y yo me lancé sobre Hinata, abrazándolo.
—¡Lo hiciste increíble, Hinata! —lo felicité, abrazándolo con fuerza.
—Mu-Muchas gr-gracias, Mai —tartamudeó sonrojado el pelinaranja.
—¿Cómo que ya se abrazaron mucho, no? —soltó Nishinoya.
Ya estaba cambiada y lista para irnos finalmente a casa. Hablaba tranquilamente con Yachi y Kiyoko antes de marcharnos.
—Me quedaré a ver si alguien se olvida de algo, pueden adelantarse —nos avisó la pelinegra.
—Pf, ¿quién podría olvidarse de algo? —le dije soltando una leve risa.
—Tú —respondió Kiyoko, haciendo que mi sonrisa se desvaneciera.
Yachi no pudo evitar soltar una risa contenida, y yo la miré ofendida pero también avergonzada porque, en el fondo, sabía que Kiyoko tenía razón.
—Me voy, ofendida —dije dramáticamente, dándome la vuelta y marchándome.
—Perdóname por reírme, Mai —dijo Yachi viniendo detrás de mí.
—No te lo perdono, Yachi —respondí dramáticamente.
—¿E-En serio, Mai? —preguntó asustada la rubia.
—Es mentira, Yachi. Nunca podría enojarme con alguien tan bonita como tú —respondí entre risas, revolviéndole cariñosamente el cabello, lo que hizo que se sonrojara.— Vamos, rubia —le dije, y empezamos a caminar en dirección al micro.
—Oh, qué lindo atardecer —dijo Yachi, mirando el cielo teñido de anaranjado.
—Es hermoso. Le sacaré una foto —dije, y empecé a buscar mi celular en mis bolsillos, pero no lo encontraba.
—¿Tienes tu teléfono? —preguntó Yachi, un poco preocupada.
—Creo que me tendrían que dar el premio a la persona más distraída de todo el mundo —solté frustrada, sabiendo que me lo había olvidado—. En 5 minutos vuelvo —le dije, y me fui a zancadas buscando a Shimizu, suponiendo que ella ya lo había encontrado.
Fui hacia uno de los lugares donde estábamos antes y, a lo lejos, pude ver a Kiyoko rodeada por dos chicos. Shimizu no se veía muy cómoda, así que apresuré mi paso para ir con ella.
—¡Kiyoko! —la llamé, haciendo que los dos chicos voltearan. Uno era rubio y el otro castaño. Podía escuchar cómo insistían en pedirle su número de teléfono, pero ella se negaba.
Me posicioné delante de la pelinegra para que dejaran de incomodarla.
—Ya les dejó en claro que no les va a pasar su teléfono —dije, cambiando mi semblante a uno mucho más serio y con voz demandante.
Los dos chicos me miraron sorprendidos, pero el rubio pareció inspeccionarme de arriba a abajo. Era alto y tenía algunos piercings que lo hacían ver más intimidante, pero a mí no me movía un pelo.
—¿Y por que no me das el tuyo, bonita?—me pregunto coqueto.
¿Pero quién se cree este descarado?
—Qué te importa. Vámonos, Kiyoko —dije, y agarré suavemente la mano de la pelinegra para alejarnos de los dos idiotas. Dimos algunos pasos, pero el rubio nos siguió.
—Vamos, empezamos con el pie izquierdo, bonita —se puso delante mío, impidiéndome el paso. Este chico ya me estaba sacando de mis casillas—. ¿Cómo te llamas? Yo soy Terushima Yuji, alias tu futuro novio.
—¿Perdón? —solté incrédula por su egocentrismo y descaro.— Kiyoko, si quieres, adelántate. En unos minutos voy —le dije firme.
—Pero, Mai... —dijo preocupada la pelinegra.
—No te preocupes, Kiyoko. En 5 minutos voy.
Omniscente.
Shimizu dudó, sin querer dejar sola a su amiga con esos dos chicos, pero confiando en Mai, asintió y se marchó en busca de algunos de los chicos del equipo para que pudieran ayudar a espantar a los insistentes.
Mientras tanto, Mai estaba sumamente molesta con el rubio descarado, Terushima Yuji.
—Mira, Teru, no me importa. Déjanos en paz a mí y a Kiyoko, porque ninguna te pasará nada —dijo Mai, seria y molesta.
Terushima sonrió de manera divertida y se acercó más a ella.
—Qué carácter tan malo para una chica tan bonita, pero eso no es ningún problema para mí —dijo, disfrutando de la situación.
Mai no podía creer la audacia de Terushima. Sus ojos se entrecerraron y su postura se volvió más defensiva. Sabía que Kiyoko estaba buscando ayuda, pero no podía permitir que este chico siguiera acosándola.
—Te lo diré una vez más. Déjame en paz —recalcó Mai, con firmeza.
Terushima se detuvo, pero no parecía intimidado.
—Vamos, no te pongas así. Solo estoy siendo amable. ¿Qué tiene de malo hacer nuevos amigos? —dijo con una sonrisa arrogante.
Justo en ese momento, Shimizu regresó con un Hinata bastante asustado, pero de un salto grande se puso entre medio de los dos chicos.
—¡Deja en paz a Mai!— exclamo el peliranaja dando un gran salto.— Mai es nuestra jugadora, asi que..
El rubio ahora parecio mucho mas intrigado y se acerco a Hinata con curiosidad y sopresa.
—¿Ustedes son los que vencieron al de 2 metros?— le pregunto al peliranja.
—S-Si— le respondio Hinata.
—Espera, no me digas que tu eres la famosa chica que juega con el Karasuno— dijo esta vez señalandola a Mai y esta chasqueo la lengua.— Cada vez mas linda me parece.
El rubio y Hinata hablaron unos momentos, pero Mai decidio mantenerse al margen ya que no soportaba la actitud del chico pero pudo llegar escuchar que su escuela era una de las mejores 4, estaba ansiosa por ganarles.
—Si nos encontramos en un partido, divirtamonos— dijo Terushima removiendo el cabello de Hinata y marchandose, no sin antes darle una ultima mirada a la peliblanca.
—Ojala jugar contra ellos y ganarles, le voy a festejar en toda su maldita arrogante cara—solto molesta la peliblanca.
HOLAAAA, su escritora volvio de la muerte. Por si no sabian, la razon por la q no actualice fue porq sufri una intoxicacion alimentaria por lo q me encontraba enferma pero ya estoy bienn.
En fin, entre otras cosas espero que le sigan dando amor a esta historia ya que no le queda tanto.
Nos estamos leyendo, baii<3