Todo comenzó... Por una relac...

By Yeexii

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Soy Alejandra, tengo 20 años, y siempre pensé que la vida era para experimentar. Así que, cuando mi novio Min... More

Prologo
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23 - Final

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By Yeexii

— ¿De verdad tienes que irte?

Mingyu me lo preguntaba mientras me ayudaba a subir las maletas al auto para ir a la estación de trenes. Su tono era una mezcla de tristeza y frustración.

— Ya lo hemos hablado, Mingyu, tengo que hacerlo.

Suspiró, algo molesto. Sus ojos reflejaban una mezcla de resignación y descontento.

No soy muy cariñosa, pero no lo vería por varios meses y, aunque estamos a solo una hora de distancia, estaríamos muy ocupados para sacar tiempo y vernos. Sería complicado. Así que, aunque me costó un poco, me acerqué y le di un abrazo cálido. Él se sorprendió, pero me abrazó de inmediato con fuerza, como si no quisiera dejarme ir.

— Te escribiré todos los días, y en las noches podemos hacer videollamadas. — Sonreí, intentando aliviar la tensión.

— Claro. Supongo. — Su voz era baja, casi resignada.

Asentí y caminé hacia la puerta del copiloto, sintiendo el peso de su mirada en mi espalda.

— O... o podríamos tener una relación abierta.

Me giré con el ceño fruncido, completamente desconcertada.

— ¿Qué?

— Sí, bueno, es algo normal y común últimamente. — Intentó sonar casual, pero había una nota de nerviosismo en su voz.

— Dentro de unos minutos me voy, ¿y ya estás pensando en acostarte con otras? ¿Es en serio, Mingyu? — Reí irónicamente, sintiendo una mezcla de incredulidad y decepción.

Suspiré, me llevé una mano a la cabeza y lo miré fijamente, tratando de procesar lo que acababa de decir. Cerré los ojos un momento, buscando calma.

— ¿Por qué sales con esto ahora?

— Vamos, Alejandra, no es para tanto. — Se acercó y me agarró de la muñeca, su contacto frío y ajeno.

— ¿Sabes lo que significa "relación abierta"?

— Sí, claro. — Sonrió con una confianza que me enfureció aún más. — Significa que podemos acostarnos con quien queramos y seguir queriéndonos.

Lo observé, soltándome de su agarre con un movimiento brusco. Levanté una ceja mientras lo miraba con incredulidad. Mi cara reflejaba una mezcla de disgusto y desilusión. Asentí, no quería perder más tiempo allí. Mingyu, cuando se lo proponía, podía ser un imbécil.

— Bien, pero no quiero saber con quién te acuestas.

Subí al auto y cerré la puerta de golpe, dejando claro que estaba... no enojada, sino profundamente disgustada. Él se subió de su lado y me miraba fijamente, su expresión una mezcla de confusión y frustración.

— Llévame a la estación, llegaré tarde. — Miré por la ventanilla del auto, evitando su mirada.

— Alejandra, no es para tanto.

— Sí, ya lo dijiste, ¿vale?. Me parece un chiste que lo digas justo cuando me voy y obviamente no tendré tiempo para pensar en acostarme con cualquier tipo.

— Sería para ocasiones especiales, nada más. Si te gusta alguien, puedes hacer lo que quieras siempre y cuando sepas que tu novio soy yo. — Sonrió como si realmente disfrutara la idea.

El camino se hizo largo, a pesar de que la estación estaba a solo 20 minutos de mi casa. Iba a Seúl para terminar mis pasantías como maquilladora profesional y encargada de vestuario. Me dejarían a cargo de un grupo de cantantes, aunque aún no sabía quiénes serían. Viviría con otras chicas pasantes igual que yo, y los nervios empezaban a notarse. Me olvidé del comentario que había hecho el idiota de Mingyu, que me miraba de reojo cada tanto. Lo ignoraba deliberadamente.

Habíamos llegado a la estación de Incheon y el tren estaba a punto de salir.

— Casi no llegaba a tiempo, manejaste como un abuelo — le dije con una mezcla de broma y reproche.

— Sigo pensando que no deberías irte. Aquí también podrías hacer tus benditas pasantías.

— Ya hemos hablado de esto y no pienso discutir contigo otra vez.

Hicieron el último llamado para abordar el tren, así que agarré mis cosas, le di un beso corto a Mingyu como despedida y me subí al tren, buscando mi lugar. Mientras me acomodaba, traté de concentrarme en la emocionante oportunidad que tenía por delante y dejar atrás la frustración del viaje.

Mientras el tren avanzaba, me acomodé en mi asiento y observé cómo el paisaje urbano de Incheon se desvanecía lentamente, dando paso a las colinas y campos que se extendían hacia Seúl.

Intenté distraerme con mi libro favorito, pero las palabras se mezclaban en mi mente. Miré a mi alrededor y vi a otros pasajeros absortos en sus propios mundos: algunos dormían, otros leían, y unos cuantos estaban pegados a sus teléfonos. La tranquilidad del tren contrastaba con el torbellino de pensamientos que tenía en mi cabeza.

Pensé en las pasantías que me esperaban y en las nuevas amistades que podría hacer. La oportunidad de trabajar con cantantes profesionales y de aprender en un entorno tan dinámico me llenaba de entusiasmo. A pesar de los nervios, sentí una oleada de emoción al imaginarme en Seúl, un lugar lleno de energía y posibilidades.

El viaje pasó más rápido de lo que esperaba. Antes de darme cuenta, el tren anunciaba la llegada a la estación de Seúl. Tomé una respiración profunda, recogí mis cosas y bajé del tren. En mi celular tenía la dirección del edificio donde me alojaría. Al llegar a la salida de la estación, tomé un taxi que me llevó directamente al edificio.

Al llegar, vi a unas chicas en la entrada, riendo y charlando. Caminé directo a la recepción, donde una chica agradable me recibió.

— Hola, eh... soy Alejandra Blackwell... ehmm, vengo por la llave de la habitación. Soy una pasante.

La chica despegó su mirada del teléfono y me sonrió.

— Oh, sí... Hola Alejandra, soy Rose. — Me estiró la mano. — Ya te doy la llave de la habitación.

Mientras esperaba, mis dedos repiqueteaban nerviosamente en el mostrador.

— Aquí está tu lla... — Se detuvo de repente. — Jungkook, no puedes estar aquí.

Le hablaba a alguien detrás de mí. Me giré y vi a un chico alto, lleno de tatuajes y piercings.

— Rose, rosita. — Sonrió con picardía.

— No me llames rosita. — Lo miraba con el ceño fruncido. — No puedes estar aquí, es un edificio para las pasantes.

— No me discrimines, ¿vale? No estoy aquí porque quiera. — Respondió alegremente, colocándose a mi lado.

Me sentí un poco incómoda con la interacción, pero la curiosidad me hizo quedarme en mi lugar. Rose suspiró y me entregó la llave.

— Aquí tienes, Alejandra. Tu habitación es la 305, en el tercer piso. Compartirás habitación con Lisa. — Luego se volvió hacia Jungkook. — Y tú, por favor, no causes problemas. ¿Qué haces aquí?

Él levantó las manos en señal de rendición.

— Solo vine a dejar las maletas de Lisa. — Sonrió como un angelito caído del cielo.

— ¿Y dónde está Tae... su novio? — Preguntó Rose, mirándolo fijamente.

— Está ocupado. Me pidió el favor, como si me gustara tanto. — Suspiró. — Pero mejor le explicas tú a Lisa que no me dejaste subir sus cosas.

Me sentí fuera de lugar, así que agarré la llave y mi maleta.

— Bueno. — Me aclaré la garganta. — Gracias, Rose. Ha sido un placer, iré a la habitación.

— ¡ESPERA! — Gritó Rose.

Me detuve en seco y la miré.

— Lisa es tu compañera. Podrías... por favor... dejar que Jungkook suba las cosas de Lisa a la habitación. — Me sonrió apenada.

La observé y luego giré para ver a Jungkook, que me miraba fijamente. Asentí.

— Claro. — Dije un poco nerviosa.

— Gracias. — Dijo alegremente. Luego señaló a Jungkook. — Y tú, no hagas nada inadecuado y no la espantes.

Los miré, abriendo los ojos y negando con la cabeza. Iba a agarrar mi maleta, pero Jungkook me detuvo.

— Ya ves, me gusta ayudar. — Sonrió y agarró mi maleta. — Yo la llevo.

No dije nada. Caminé hacia el ascensor y presioné el botón. Rose le gritó:

— ¡¡JUNGKOOK, TE MARCHAS ENSEGUIDA!!

Él no respondió, solo sonrió y entró al ascensor. Era un poco incómodo; no dejaba de mirarme y sonreír de lado. Estaba recostado en la pared del ascensor con los brazos cruzados, mientras yo estaba del otro lado, con mi mochila colgada en el brazo, jugando con mis dedos nerviosamente.

La puerta del ascensor se abrió, y traté de colocar la llave en la cerradura, pero mis manos temblaban. Escuché su risita detrás de mí y suspiré.

— ¿Necesitas ayuda?

Rodeé los ojos y respiré profundo, intentando calmarme. Finalmente, logré insertar la llave en la cerradura.

— No fue tan difícil, después de todo. — Dijo burlonamente.

Menudo idiota.

Entramos a la habitación, que resultó ser acogedora y moderna. Lo primero que noté fue la gran ventana al fondo, que dejaba pasar una luz natural cálida y agradable. A la derecha, había dos camas individuales con edredones blancos y almohadas mullidas, separadas por una mesita de noche con una lámpara y un reloj despertador. Las estanterías empotradas sobre cada cama ya tenían algunas pertenencias de Lisa.

A la izquierda, había dos escritorios con sillas ergonómicas y lámparas de escritorio. Los tablones de corcho sobre los escritorios esperaban ser decorados con fotos y notas. En el centro de la habitación, una alfombra suave añadía un toque acogedor al suelo de madera clara. Un armario amplio con puertas correderas de espejo ocupaba un lado, y junto a la ventana, un pequeño sillón y una mesa auxiliar completaban el ambiente.

Observé el lugar y me dirigí hacia la cama vacía, dejando mi mochila sobre ella. Jungkook dejó las maletas en la puerta y se tumbó en la cama de Lisa con una actitud relajada.

— ¿Y? ¿Te gusta? — Preguntó, con una sonrisa de satisfacción.

Caminé hacia la puerta y tomé mi maleta.

— Sí, está cómoda. — Respondí mientras colocaba la maleta en la cama. — ¿Cómo es Lisa? — Pregunté, tratando de sonar casual.

— Rara. — Respondió rápidamente, sin perder la sonrisa.

Apreté los labios y me senté en la cama, sacando mi celular para revisar algún mensaje.

— ¿Cómo te llamas? — Preguntó, sacándome de mi ensimismamiento.

— Alejandra.

— No eres de por aquí. — Comentó, jugando con algo en sus manos.

— No, soy de Incheon. — Dije mientras me acomodaba.

Él se levantó de la cama de Lisa y caminó hacia la puerta.

— Si me disculpas, mi labor de alma caritativa ha terminado. — Sonrió. — Nos vemos, Alejandra.

— Claro, gracias... eh... ¿Jungkook? — Dije, sin poder evitar una ligera sonrisa.

No respondió, solo asintió con una sonrisa amistosa, me guiñó un ojo y salió de la habitación.

Estuve varias horas organizando mis cosas en la habitación y me senté un momento en la cama, estirándome. La puerta se abrió de nuevo y entró una chica con el cabello lacio y brillante, piel radiante y unos ojos que no pasan desapercibidos. Su figura esbelta y su estilo de moda sofisticado destacaban a simple vista.

Supongo que esa es Lisa.

— Hola — la saludé desde la cama.

— Hola. ¿Eres Alejandra? — Sonrió — ¡Eres hermosa!

Me sorprendí un poco.

— Gracias, tú también... eres bellísima.

— ¿Te gusta la habitación?

— Sí, está genial. Grande y espaciosa.

— Qué bien — se tiró en su cama — ¿Ha venido mi novio?

— Dijo que se llama Jungkook. Te trajo tus cosas — señalé la maleta.

— Oh — se levantó de inmediato — ¿Te ha intimidado o molestado?

Fruncí el ceño. ¿Qué pasa, es un matón?

— No, fue muy amable — levanté los hombros — Incluso me ayudó con mi maleta.

Ella abrió los ojos, sorprendida.

— ¿De verdad? Eso es raro... Jeon normalmente no es así. — Soltó una risa.

Me senté en mi cama y saqué mi celular.

— ¿Todo bien? — preguntó, mirándome desde el espejo mientras se cepillaba el cabello.

— Si, si algo sobre mi novio.

El muy imbécil no me ha escrito ni llamado.

— ¿Vas a salir? — Pregunté mientras guardaba la maleta en el armario.

— Sí, voy a encontrarme con mi novio y sus amigos.

— Genial — sonreí y camine hacia mi cama y volví a mirar mi celular.

Lisa estaba terminando de maquillarse, aunque realmente no lo necesitaba; ya era preciosa sin él.

— Oye, ¿quieres venir conmigo? — preguntó, rociándose con perfume.

Levanté la vista del teléfono y la miré, inclinando la cabeza.

— No, tranquila. No creo que sea buena idea, y no quiero ser una molestia.

Ella soltó una risa suave.

— No molestarías en absoluto. Les caerías genial. Además, deberías conocerlos. — Sonrió con entusiasmo — Después de todo, podrías terminar haciendo tus prácticas con ellos.

Abrí los ojos, sorprendida.

— ¿En serio?

— Sí, son un grupo de música que está comenzando. Probablemente tengamos que ayudarlos en algún momento — dijo, sonriendo aún más — Vamos, Alejandra.

Supongo que seria bueno salir a conocer.

— Esta bien, vamos.

Bajamos del edificio y nos dirigimos a un auto. Supuse que era el suyo. Entré al vehículo y vi a Lisa sonriendo mientras ponía música y comenzaba a conducir.

— Llegaremos en unos 10 minutos a su residencia. Te van a caer genial — dijo con entusiasmo.

— Está bien — respondí.

— De hecho, ya conociste a uno de ellos.

Giré mi mirada hacia ella.

— ¿Sí? — Pregunté, algo dudosa.

— Sí, tonta — hizo una mueca divertida — El pesado de Jeon.

Asentí mientras procesaba la información y jugueteaba con mis dedos, un gesto que solo hacía cuando estaba nerviosa.

Como Lisa había dicho, pasaron 10 minutos antes de que llegáramos a una residencia que era mucho más grande de lo que había imaginado, superando con creces el tamaño de mi casa y la de los vecinos juntos.

— Vamos, Ale. — Dijo Lisa, ya bajándose del auto.

Abrí la puerta y caminé junto a Lisa hasta la entrada. Ella tocó el timbre y, rápidamente, la puerta se abrió. Un chico alto con rasgos definidos y una aura carismática apareció en el umbral.

— ¡Amor! — Exclamó Lisa, envolviéndolo en un beso que casi parecía devorarlo.

Girar mi mirada hacia otro lado fue instintivo; no pude evitar sentirme un poco incómoda.

— Te presento a Alejandra — Dijo Lisa, abrazándome por los hombros. — Mi compañera. ¿A que es guapísima?

— Hola, Alejandra. Un placer, mi nombre es Tae.

— Hola, Tae. — Sonreí, tratando de parecer relajada.

Pasamos al interior y me sorprendió lo impresionante que era la residencia. La decoración moderna y elegante me dejó sin aliento.

Aquí viviera y me pierdo en una semana tratando de encontrar la cocina.

Tae nos llevó al salón, que resultó ser tan impresionante como el resto de la casa. El espacio era amplio y elegante, con una decoración moderna que combinaba tonos neutros y acentos en colores más vibrantes.

En el centro, había un sofá grande y cómodo, rodeado de mesas de café y algunas sillas a juego. Las paredes estaban adornadas con obras de arte contemporáneo y plantas de interior que aportaban un toque de frescura al ambiente. Frente al sofá, una gran televisión de pantalla plana estaba montada en la pared, y a un lado había una estantería con libros y objetos decorativos.

— Siéntanse como en casa. — Dijo Tae con una sonrisa mientras nos indicaba que nos acomodáramos. — ¿Quieren algo de beber o comer?

Lisa se desplomó en el sofá con una expresión de alivio.

— ¿Qué tal un café? — Preguntó ella con una sonrisa.

— Yo también tomaré un café. — Asentí, mientras miraba a mi alrededor, impresionada por el estilo del lugar.

Tae asintió y se dirigió a la cocina, que estaba parcialmente visible desde el salón a través de una barra. Mientras tanto, Lisa y yo nos acomodamos en el sofá, cuando entraron un par de chicos.

— ¡Hola chicos! — Saludó Lisa con entusiasmo.

Su carisma y personalidad me harán vomitar arcoíris un día de estos..

— Ho... — Iba a saludar uno de los chicos, pero Lisa lo interrumpió.

— Ella es Alejandra, mi compañera de habitación. — Dijo Lisa con una sonrisa como si estuviera presentando una obra de arte. — Ale, ellos son YoonGi, el antisocial; NamJoom, el que se cree papá de todos; Jin, el que se cree guapo...

— Oye, soy guap...

— Shh, estoy presentándolos. — Sonrió Lisa mientras Jin ponía los ojos en blanco. — Hobi, la paz del hogar, y ese es Jimin, no confíes en él ni en Jeon. — Sonrió como un ángel. — Cierto ¿Y Jeon?

— Eres una pesada, Lisa. Yo no me creo guapo... soy guapísimo. — Dijo Jin, acercándose a mí. — Bienvenida, Alejandra.

Sonreí ante su comentario.

— Gracias, Jin.

— No me ignoren. — Lisa miró a los chicos fijamente. — ¿Jeon dónde está?

— Deberías saberlo. — Dijo Tae mientras se acercaba con los cafés.

— Ni sé para qué pregunto.

Todos se acomodaron en los muebles del salón y comenzaron a hablar de cosas que no entendía del todo.

— ¡Hola, hola, he llegado yo! — Dijo una voz desde la entrada. Reconocí la voz de inmediato.

Jungkook.

Apenas entró en el salón, nos vio a todos. Mi mirada se encontró con la suya, y no solo su sonrisa era impresionante, sino también la forma en que me miraba.

Sentí que me sonrojaba y aparté la mirada.

— Vaya, pensé que no te vería tan pronto. — Sonrió.

— Yo igual. — Mentí. — Por desgracia, nos encontramos de nuevo.

Todos comenzaron a reír, aunque no entendía del todo el motivo.

— ¿Desgracia? — Me miró fijamente. — No lo creo.

Lisa me hizo una mueca para que lo ignorara, lo cual me hizo reír un poco, así que lo hice. Jungkook se sentó a mi lado, mirándome de vez en cuando. Yo solo lo miraba de reojo; resultaba algo pesado. Los chicos pidieron comida, y les agradecí por invitarme y abrirme las puertas de su residencia.

— Eres la compañera de Lisa, y por algún motivo, veo que se llevarán muy bien. — Dijo Tae mientras comía. — Te veremos a menudo, Alejandra.

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