NOEUL
Unos días después de la noche en que Fort me dejó, aún me encontraba esperando a que regresara a casa. Los días parecían extremadamente largos y las noches lo eran aun más. Parecía que un océano se había apoderado de mis ojos porque a pesar de que mis lágrimas seguían cayendo, nada me permitía dejar de llorar.
Aquel hombre del bar y la jovencita que vivían con Fort, apenas estaban en casa y cuando me veían, evitaban cruzarse conmigo o responder a mis preguntas.
Aquí nadie quería ayudarme.
Al principio creí que no importaba, pero había sentido como si no fuera la misma casa en la que antes había vivido, incluso cada espacio de este lugar parecía diferente a lo que era en el pasado.
Bebí un sorbo de mi café mientras miraba en un punto fijo en el lavadero y sonreí con un pequeño dolor que apretó mi corazón cuando recordé las incontables veces en las que había lavado los platos en ese mismo lugar y Fort me había abrazado con tanta fuerza. Incluso podía recordar la sensación de su cuerpo cálido, pegado a mi espalda y sus brazos entrelazados sobre mi estómago.
Sonreí.
- ¿Cuánto tiempo piensas quedarte aquí? –
La voz de la joven, al entrar en la cocina, hizo que despertara de mis recuerdos.
La miré por unos segundos antes de darme cuenta de la incomodidad en su mirada.
- No puedo irme. Está también es mi casa. – aclaré con seguridad.
Volvió a mirarme con intensidad. Y se dio la vuelta en busca de alguna bebida en el refrigerador.
- No tienes derecho a estar aquí. No después de que decidiste irte. – Dijo fuerte y claro, aunque no se giró para mirarme a la cara.
- ¿Eso crees? – mencioné. Divertido por la situación. Ya que no tenía por qué darle explicaciones a nadie que no fuera Fort.
Asintió después de girarse.
- P'Peat, P'Tin y yo estuvimos a su lado todo este tiempo. Desde que conocí a P'Fort no lo he visto ser feliz, como hasta ahora. Creo que P'Peat lo hace feliz.
Tragué con amargura, antes de contestar.
- Puedes pensar lo que quieras, pero yo lo conozco más que ustedes. Además, Yo nunca lo dejé. Estuve intentando con todas mis fuerzas volver por él. Tanto Fort como yo somos víctimas de la maldad de otras personas.
Sus ojos marrones me miraron con intensidad, pero se quedó quita al no tener ninguna palabra en la boca para refutar. Luego giró la mirada cuando escuchó el sonido de la puerta abrirse.
Hice lo mismo, llevando mi mirada hacia donde se dirigían sus ojos y luego salí detrás de ella.
La escuché gritar el nombre de Fort apenas lo vio y corrió para abrazarse a su cintura.
Él se veía radiante. Con una camiseta algo pegada a su cuerpo y unos pantalones que le quedaban muy por encima de los tobillos.
Esa no era su ropa
¿Dónde había estado?
¿Se había quedado a dormir, con aquel hombre?
Un fuerte dolor atormento mi estómago y un nudo en mi pecho hizo que respirara con dificultad.
- ¿Dónde estabas? – dije, sin importarme como aquella jovencita sonreía con ternura mientras Fort le acariciaba la cabeza.
Fort alzó la mirada. Borrando su sonrisa, para mirarme con tristeza.
Una mirada que odia ...
Una mirada con la que nunca me había visto en el pasado...
- P'Noeul – susurró.
Me mordí los labios.
Podía deducir lo que quería decir incluso cuando buscaba la manera correcta de responder a mi pregunta.
- Se que sabes donde estuve. ¿Por qué lo preguntas?
Me quedé mudo.
Mientras Fort aprovechó para entrar en su habitación. La habitación que alguna vez había sido mía.
- ¿A dónde vas? – dijo Yaya, tomando mi brazo al ver que intentaba ir detrás de Fort.
Me desquite de su agarre con fuerza.
- Suéltame –
No me importaba nada más que recuperar el amor que sabía que Fort aún tenía por mí.
- ¿Qué haces? P'Noeul, Yo... – comenzó a decir penas di un paso para acercarme a su lado.
No quería escuchar nada sobre aquel hombre. No quería que Fort lo amara, no quería que confiara en él y, sobre todo no quería que se arrepintiera tanto como yo durante todo este tiempo.
- No quiero escuchar cosas que ya se. – dije, apretando las manos, hasta que mis uñas hirieran mi piel.
Tragué con dificultad, al sentir como un nudo se formaba en mi garganta y mis ojos se llenaban de lágrimas.
- ¿Por qué me estás haciendo esto? – mencionó con la voz temblorosa.
- Porque no quiero perderte. Te amo ... siempre te he amado, incluso cuando estas dudando, No puedo dejar de amarte.
No puedo ... - dije mirándolo a los ojos con suplica mientras mis lágrimas caían sin parar.
- P'Noeul ...
Negué.
Simplemente no podía aceptar escuchar lo que no quería de sus labios.
- No digas nada. No lo hagas ...
Fort entendió mis suplicas, porque se quedó callado por varios segundos, luego se sentó completamente derrotado al borde de la cama y dijo:
- P'Noeul. ¿Hay algo que he querido preguntarte, pero ...
Dudó.
- Cuándo desapareciste ese día ¿Que sucedió?
- ¿Qué?
- ¿Qué sucedió ese día? ¿Por qué estaba tu padre aquí?
- ¿Piensas que mi padre, lastimó a tu madre? – pregunté con un poco de dolor en mis palabras.
No respondió, solo agachó la cabeza de nuevo y suspiró algo cansado.
- No fue mi padre.
- Entonces... ¿Qué sucedió? Quiero saberlo todo. ¿Por qué mi madre murió? Necesito respuestas ... YO... –
No terminó de completar la última frase, porque cuando me miró a los ojos, se quedó completamente mudo.
- ¿Quieres saberlo? – pregunte, sabiendo que en el momento que le dijera
la verdad, tal vez no me creería. He querido decírtelo, pero si lo hago, me temo que no vas a creerme.
- ¿Por qué no lo haría?
- Porque al parecer ya no me amas. Me has olvidado y has olvidado cada una de las promesas que hicimos. ¡Me reemplazaste! – grité lleno de dolor. Con el corazón en la mano y con la inseguridad destrozando cada parte de mí.
- Una persona, no puede reemplazar a otra – respondió mirándome con tristeza. – Te he amado desde que éramos unos niños, he vivido con el miedo de que este amor no fuera correspondido y cuando creí que serias felices, simplemente desapareciste de mi vida, dejándome con todo este amor destrozándome por dentro mientras sufría por la muerte de mi madre. Dime que querías que hiciera, si han pasado tantos años y solo lo he tenido a él a mi lado.
- ¡Crees que he querido dejarte! ¡Crees que te abandone! –
- ¡Lo hiciste! — gritó levantándose de la cama.
Negué.
- No. Me alejaron de ti. Me alejaron de mi familia y te quitaron a tu madre. Yo ...– tartamudeé e intenté respirar con dificultad. –Yo... yo intenté muchas veces huir, intenté comunicarme contigo ...
Negó.
Parecía no comprender mis palabras.
- Crees que él ha estado a tu lado, solo porque sí. No eran estas sus intenciones. – dije mirándolo con más dolor. – Solo te quería a ti. Sin importarle tu sufrimiento. Ahora entiendo claramente sus intenciones, entiendo claramente porque se acercó a nosotros.
Fort volvió a mirarme. Pero esta vez con algo de duda en la mirada.
- No entiendo nada.
Limpié mis lágrimas. Me acerqué hasta estar unos pasos delante de él y apoyé mis manos sobre sus hombros he hice que volviera a sentarse otra vez sobre la cama.
- Es cierto que mi padre apareció después de mucho tiempo. Y yo nunca planeé irme con él.
- Eso quiere decir que ya te habías reunido con él.
Asentí. Poniéndome de rodillas para estar a su altura y poder verlo a los ojos.
- ¿Cuándo? – negó con la cabeza. ¿Cuántas veces? – volvió a preguntar.
- Dos veces. Al principio no quería hablarle y cuando me negué a ir con él, buscó a tu madre el día de nuestra graduación.
- ¿Por qué busco a mi madre?
- Porque mi padre, sabia donde había estado viviendo todo ese tiempo. Simplemente quería que tu madre me convenciera de irme con él, pero...
No podía seguir hablando. No después de que los recuerdos volvieron a mi mente.
- ¿Pero?
- Pero cuando llegué....
Di un brincó y miré la puerta de la habitación después de escuchar un fuerte sonido que interrumpió la calma que nos había costado mantener.
- Fort!
La voz de Peat se escuchó detrás de la puerta.
- No. – declaré, aferrándome a sus piernas cuando intentó levantarse.
Fort trató de librarse de mis manos y cuando rogué porque no se fuera. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas.
La voz del hombre fuera de la habitación era cada vez más fuerte y los golpes en la puerta vinieron seguidos de la voz de Yaya y Tin, intentando controlar al hombre.
- P'Noeul, déjame abrir la puerta. – dijo levantándose, cuando mis manos se apoderaron de sus brazos inmovilizándolo completamente.
Negué.
- P'Noeul .. por favor ...
Volví a negar. Abrazándome a su cintura.
Era patético
Era algo que nunca había imaginado hacer en toda mi vida, pero aquí estaba totalmente derrotado y rogando porque Fort no me dejara.
Este amor me estaba lastimando, pero no podía rendirme.
No podía rendirme ...
Segundos después el sonido de la puerta abriéndose, paralizó el cuerpo de Fort.
Tres pares de ojos nos miraron de pies a cabeza. Los ojos de Peat estaban bañados en una sombra oscura, que no tardaron en cristalizarse.
- P'Peat— susurró, Fort desde donde nos encontrábamos.
El apuesto hombre nos miró fijamente, antes de voltear la mirada, reprimiendo sus lágrimas.
- Creo que no debería estar aquí. – declaró dándose media vuelta.
Fort se movió incomodo. Luchando con mis brazos para librarse y salir detrás de él.
Hice lo mismo.
Corrí de tras de él y por primera vez, los celos cegaron toda mi razón.
- P'Peat, escúchame – lo escuché decir, después de abrazar a aquel hombre por la espalda. Deteniéndolo.
La sangre caliente en mis venas, calentaron todo mi cuerpo y sin importarme el sufrimiento que causaría mi revelación, grité:
- ¡Fort aléjate de él!, Ese hombre es quien mató a tu madre. Él y su familia solo quieren lastimarnos.
Fort se giró para mirarme.
- ¡MENTIRAAAA! ¿¡Por qué estás diciendo tantas tonterías!?¡ Es demasiado! ¡TÚ NO ERES LA PERSONA QUE ALGUNA VEZ AMÉ! ¡No creí que llegarías tan lejos!
- Es por esto que no te lo había dicho. Porque no me creerías. ¡Vamos pregúntale! ¡Pregúntale, quien mató a tu madre!