XXIV. RUPTURA INESPERADA.
El fuerte viento golpeaba su rostro, junto a algunas gotas de lluvia que habían empapado su cabello. Sus manos heladas se mantenían con firmeza agarrando el palo de madera de su escoba casi con dolor, mientras la joven volaba a toda velocidad, o lo más rápido que su escoba barata y vieja lograba alcanzar, por el campo de Quidditch con una quaffle robada del armario de deporte del colegio.
Lanzo la pesada pelota al aire y, dando un pequeño giro (truco que había perfeccionado cuando tenia diez años luego de ver a Fred realizarlo), le dio un pequeño empujón con potencia, haciendo que atravesara el aro más grande exactamente por el centro.
Una pequeña sonrisa de triunfo se instaló en su rostro, mientras volaba a recoger la pelota y volvía a iniciar. Daba vueltas por toda la cancha, utilizando los conos voladores de entrenamiento que el equipo de Quidditch de su casa usaba para entrenar a sus jugadores, esquivando todos a la perfección y sin dificultad, recordando todas las horas de su vida que había estado entrenando a escondidas de su familia, guiándose únicamente de lo que veía de sus hermanos mayores.
Con algo de fuerza volvió a lanzar la quaffle, esta vez al aro del otro extremo de la cancha y esta ingreso justo por una esquina, había sido un tiro perfecto, ningún guardián habría podido evitar ese punto.
Con una sonrisa triunfante volvió a buscar la quaffle y repetir su entrenamiento, implementando diversos trucos. Hizo siete puntos más hasta que unos leves aplausos la hicieron sobresaltarse y dirigir toda su atención hacia las gradas, donde dos muchachos la observaban. Theodore era el que aplaudía, mientras Draco, a su costado, solo la miraba burlesco con una pequeña sonrisa de costado.
—¿Cuánto tiempo llevan ahí? —cuestionó con un pequeño grito mientras se acercaba volando a la torre en la que sus compañeros estaban.
—El suficiente.
—¿Desde cuando juegas, rojita? —le preguntó Malfoy, una vez que ella se bajo de su escoba.
—No juego —ella negó.
—¿Cómo que no? —cuestionó el pelinegro incrédulo—. Nos acabas de dar un espectáculo.
—Es la primera vez que vuelo frente a alguien —comentó ella sonrojada, causando una leve carcajada en el rubio.
—Deberías hacerlo más seguido —habló su amigo, mirando mal a Malfoy—. Juegas bien. ¿Quién te enseñó?
—Aprendí sola, viendo como jugaban mis hermanos.
—Pero eres mejor que ellos, eso es evidente —esta vez fue el turno de Draco que hacerla sonrojar ante los halagos que estaba recibiendo.
—No estoy muy segura...
—Claro que si. ¿Harás las pruebas?
—¿Qué? No —comenzó a negar con la cabeza abruptamente—. El Quidditch es cosa de Fred y George, me matarían si intentara ser parte del equipo de Slytherin.
—¿Por qué los escuchas? Si eres muy buena. No debería importarte lo que ellos piensen.
—No lo comprenderías, Theo. ¿Qué hacen aquí de todas formas?
—Venimos a entrenar —aclaró el rubio.
—En ese caso los dejo hacerlo.
—No tienes que irte, puedes entrenar con nosotros —Eris negó la petición de Nott, sonriente.
—Debo ver a Pansy, quede en verla antes del almuerzo —la pelirroja comenzó a caminar en dirección al castillo—. Nos vemos en un rato —se despidió con la mano—, suerte entrenando.
Eris caminó tranquilamente por los pasillos de Hogwarts, muy feliz, el Quidditch siempre la hacía feliz sin importar que, aunque últimamente no había tenido mucho tiempo para entrenar, durante las semanas los profesores los mataban con las tareas, afirmando que estas servirían para estudiar para sus T.I.M.O'S. Todos los profesores parecían obsesionados con esos exámenes, no había ni una sola clase en la que no los mencionaran y Eris ya comenzaba a hartarse.
Pero en ese instante era sábado por la mañana, un día de descanso de los deberes, de los profesores, de los alumnos y de los T.I.M.O'S, ¿Y qué mejor forma para distraerse que el Quidditch?
Al cruzarse con estudiantes Eris no podía evitar sonreírles amablemente, estaba de buen humor.
Llegó hasta la biblioteca, donde devolvió un libro que había pedido prestado para realizar sus tareas de Encantamientos de la semana y luego se dirigió hasta la puerta.
Pero en el instante en que se cruzó con la cartelera de anuncios leyó un mensaje.
P. E. D. D. O.
En un principio, pensó que era una clase de broma, pero al comenzar a leer su contenido se dio cuenta que no era así.
Plataforma Élfica de Defensa de los Derechos Obreros.
Objetivo: defender los derechos y cuestionar la posición de la ley mágica y la Legislación de los elfos domésticos.
Fundada por Hermione Jean Granger.
Eris estaba gratamente impresionada. Sabía que Hermione defendía a los elfos domésticos, lo había notado durante las vacaciones en Grimmauld Place, pero no sabía que su defensa había sido llevada tan lejos, intentando motivar a otras personas.
Eris no conocía mucho a la chica Granger. Durante todos esos años en el colegio, la castaña siempre le había parecido algo presumida y sábelo-todo, pero en ese momento, deseo que hubiera más personas como Hermione Granger en el mundo, que lucharan por lo que estaba bien.
La sala común de Slytherin estaba casi deshabitada, hacía más frío de lo normal, tal vez por la falta de calor humano. Eran las ocho de la mañana de un sábado, los poco estudiantes despertados debían estar en los jardines del colegio debido al hermoso día soleado que había para disfrutar.
Eris ingresó a su dormitorio, encontrando a una Pansy arreglándose frente al espejo como todas las mañanas, y a una Daphne, aún dormida, con los pelos despeinados y la boca levemente abierta.
La pelirroja se acercó a la chica oji-verde y le dio un corto beso en la mejilla con cariño.
—¡Ugh, que asco, aléjate! —exclamó Parkinson, dando una enorme zancada hacia atrás, buscando la distancia con la Weasley, dejando a esta en un estado de confusión total—. Hueles horrible, Eris —murmuró con su voz nasal por estar tapándose la nariz con la mano, mientras rebuscaba entre sus cosas un perfume y comenzaba a tirarlo al rededor suyo—. Odio que sudes.
—Lo siento —se disculpó ella implementando un tono de desconcierto y perplejidad—. No sabía que era un delito sudar.
—Las lindas no sudamos —Pansy bromeó, guiñándole un ojo a su amiga, mientras esta comenzaba a desnudarse para meterse a bañar.
Eris soltó una carcajada, encerrándose en el baño.
Estuvo al rededor de una hora en la ducha, cantando y bailando, quitándose el mal olor y disfrutando de esa mañana de paz.
Al salir, Pansy ya estaba preparada y Daphne ya estaba despierta, aunque aún parecía bastante soñolienta mirando fijamente un zapato frente a su cama.
—Buen día, dormilona —la saludo al pasar a su lado.
No recibió respuesta, la rubia estaba demasiado concentrada en el zapato como para escuchar lo que sucedía a su alrededor. Eris se cambió rápidamente y se sentó en la cama, a la vez que la chica Greengrass se levantaba de la suya perezosamente, ya un poco más despierta que antes.
—¿Y bien? —cuestionó ella, viendo como Pansy observaba a Daphne comenzar a cambiarse con lentitud—. ¿De qué querías hablar?
La pelinegra parecía haber recordado algo de suma importancia, ya que su sonrisa disminuyó y su ceño se frunció, como cada vez que intentaba concentrarse o hablaban de algo importante.
—Daphne tiene algo que decirte —mustió ella ente dientes, sin atreverse a mirar a los ojos a su amiga pelirroja y ganándose un ceño fruncido de Daphne junto a toda su atención, quien llevaba una pequeña falda y su brasier rosa claro, sin decidir cual remera quedaba mejor con el día.
Los ojos de Eris se dirigieron a la mencionada, quien parecía también querer evadir su mirada, al igual que la pelinegra, mientras miraba fijamente a Pansy. La Weasley lo sabía, ambas se estaban comunicando con la mirada, demasiado concentradas en la otra como para notarla a ella. Parecían estar debatiendo sobre algo.
—Theo y yo terminamos —soltó de repente la rubia sombríamente, sin apartar sus ojos de la chica Parkinson.
—¿Qué? —su voz sonó casi debilitada y sin fuerza, a la chica le hubiera sorprendido que sus amigas hubieran llegado a escucharla, pero por el tenso silencio en la habitación debido a la batalla de miradas de sus amigas, era casi imposible no escucharla, incluso se podría llegar a escuchar el momento exacto en el que un alfiler callera al piso de madera.
—Sí —Daphne finalmente rompió el contacto visual con Pansy y la miro, su mandíbula estaba apretada y una línea de expresión se colaba en su frente.
—Le dije a Pansy que no te dijera nada porque eres amiga de... él —soltó casi con asco, o dolor, no sabía diferenciar—, y no quería que su relación cambiara o algo así.
—Pero... ¿qué fue lo que paso? —se puso más seria, mirando a su amiga rubia, casi con pena.
Los ojos de Daphne viajaron unos segundos nuevamente a Pansy, pero desvió la mirada rápidamente al notar su acto inconsciente.
—Me fue infiel con otra persona —dijo neutralmente, Eris no podía notar ningún sentimiento en el tono de voz de su amiga al decir aquello, como si realmente no le interesara o no lo afectara en lo más mínimo. Sus ojos se abrieron de la impresión y Pansy creyó, por un instante, que se le saldrían de la cara.
—¿Qué? ¿Pero con quién? —la pelirroja estaba realmente impactada, ciertamente había notado una distancia entre los dos chicos, algo inusual en ellos que siempre estaban pegados como un chicle, pero jamás hubiera esperado eso de Theodore, él realmente parecía estar muy enamorado de Daphne y lo que hizo, no solo hería a la rubia, sino que también la lastimaba a ella, se sentía traicionada por un amigo al descubrir su verdadera personalidad, lo que realmente era.
—No lo sé —Eris no sabía como Daphne parecía estar tan tranquila al respecto—. No me moviliza ni un pelo.
—Pe-pero.
—No tiene importancia, Eris —concluyó ella, continuando su tarea de buscar el atuendo perfecto para el día.
—¿Por qué no querías decirme?
—Ya te lo dije —contestó ella frívolamente—, no quería que esto afectara tu relación con Theodore.
—Pero por supuesto que lo afecta. Esto lo cambia absolutamente todo —Daphne volteó a verla velozmente.
—Que no lo haga —habló demasiado rápido y desesperada, que la hizo dudar por unos segundos—. Esto no es asunto tuyo, es mío y de él. Tú no tienes porque mirarlo de otra forma.
—Pero...
—Pero nada, Weasley —la freno firmemente—. Te tiene mucho aprecio y él no merece perder amistades por esto...
—¿Estas escuchando lo que dices? —cuestionó incrédula.
—Por favor, Eris, promételo.
—No pue...
—Promételo —sus ojos mostraban desesperación y miedo, realmente no lo comprendía, pero asintió.
—Lo prometo —eso pareció tranquilizar a la chica, quien se limpio una pequeña lágrima que la pelirroja no había notado, se dio media vuelta y continuó con lo suyo.
Eris conocía a Daphne y también conocía el sentimiento de culpabilidad. Había algo que no le estaba diciendo sobre esa ruptura inesperada.
Daphne estaba ocultando algo.
( AUTHOR'S NOTE. )
Es uno de los capítulos más cortos que escribí :c
¿Qué opinan de esa nueva separación? A mi me gustaba su pareja, que triste. Pero bueno en fin, todo tiene una razón, ¿no? (mentira, solo me gusta el chisme)
¿Creen que Daphne oculta algo? La respuesta es sí, el tema es... ¿Qué cosa? y ¿Por qué no quiere que sus amigas sepan?
No se olviden de votar y comentar. Nos leemos en el próximo capítulo.
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𝐌𝐢𝐫𝐢 © | 2024